UN PAIS PARA COMERSELO - Fiesta mayor en Roturas , fotos.
Este pueblo de Las Villuercas honra desde hoy a San Bernardino,.
Hoy jueves comienzan en Roturas de Cabañas las fiestas de San Bernardino de Siena. El sábado estuve por allí y había comuniones. Andaba el pueblo entero endomingado y elegante, la iglesia estaba engalanada, la misa era cantada y bonita. Reinaba en la localidad una alegría que anunciaba el jolgorio que se vivirá desde hoy hasta el domingo conmemorando al santo patrón.Rotura tiene 220 habitantes y es el pueblo más importante de los cuatro que componen el municipio cacereño de Cabañas del Castillo. Los otros tres pueblos son la capital, Cabañas, que llega malamente a los 20 vecinos, y Retamosa y Solana, con unos 80 cada uno. El alcalde, Jesús, que es joven, cabrero y del Partido Popular, es de Roturas.
Roturas está enclavado en el corazón de Las Villuercas, en medio de montañas, y se dispone escalonado y en cuesta. La carretera marca la cima de la localidad: allí están el supermercdado y la iglesia. Descendiendo, se encuentran los bares, la farmacia, la delegación del ayuntamiento y la plaza principal con sus placas conmemorativas: la una recuerda que se llama Plaza Mayor Los Emigrantes y que su remodelación fue inaugurada en 2003 por José Andrés Tovar, a la sazón presidente de la Diputación de Cáceres; la otra homenajea a los muertos por el fascismo en el municipio (seis vecinos de Roturas, cuatro de Solana y tres de Retamosa) y fue colocada en 2008. Hasta el año 1958, Roturas estaba aislada del mundo, con el que se comunicaba por senderos y caminos. Ese año se inauguró la carretera a Retamosa, que acercaba el pueblo a la capital de la provincia y al mundo. En 1969, se abría la otra carretera, la que sube hasta el tercer pueblo más elevado de la provincia, Navezuelas (930 metros tras los 1.124 de La Garganta y los 1.175 metros de altura de Piornal). Navezuelas se independizó de Cabañas del Castillo en 1924.
Habrá, además, campeonatos de dominó y de cartas, de futbolín, de dianas y de billar. El dj local José de Blanco pondrá música a las noches y un animador llamado Enrique Er Músico procurará que nadie se aburra. Habrá un curioso baile ofertorio y elegirán a la reina de las fiestas, a sus damas y a Míster Roturas. Entre quienes presenten tartas al concurso, se sorteará una magnífica olla eléctrica y el programa anuncia que se soltarán en la plaza un gallo y una peladilla, aunque no se especifica qué se hará con ellos, solo dice que se soltarán.
La luz eléctrica llegó a Roturas en 1958, al tiempo que la carretera a Retamosa. En 1960 llegó el teléfono, en el 74, el agua y el pueblo quedó acabado. Ahora, resiste y sorprende tan contento y tan dispuesto que hace realidad el mensaje que cierra, en plena carretera, la pizarra de los aperitivos del bar Mirador de las Villuercas: «Flipa colega».
TITULO: TAPAS Y BARRAS - TOROS - UNA TARDE FORMIDABLE DE TALAVANTE,.
TAPAS Y BARRAS - TOROS - UNA TARDE FORMIDABLE DE TALAVANTE, fotos.
UNA TARDE FORMIDABLE DE TALAVANTE,.
El torero extremeño remata su tercer compromiso de San Isidro con dos faenas de sobresaliente autoridad, temple privilegiado, sitio, valor y tanta ciencia como fantasía,.
La última de las tres tardes de Talavante en San Isidro fue la más completa de las tres. Dos faenas de un rigor y una capacidad sobresalientes. La del toro jabonero de Cuvillo del 13 de mayo contaba y tal vez siga contando como la faena de más categoría de cuanto va de feria. Faena encarecida por el temperamento tan agresivo de aquel toro de Cuvillo que Talavante rindió con apenas una docena de muletazos magistrales.Ninguno de los dos toros de la tarde de rematar feria tuvo ni de lejos la agresividad del jabonero, pero ninguno de ellos fue fácil de rendir. Un tercero castaño cortito pero cuajado, apenas 500 kilos de tablilla, serio de cara, de embestidas prontas pero informales -rebrincadas, rebotadas, algo inciertas-, que hirió a un caballo de pica en un geniudo y certero derrote, y que, casi crudo de varas, estuvo a punto de desencuadernarse enseguida. Toro más nervioso que brioso.
Y un sexto negro, armado por delante, montadito, ligeramente tocado de pitones, de bello porte, la estampa tipo del toro de Jandilla. Muy armoniosas las hechuras. No tanto el estilo, porque fue de partida toro de frenarse y, además, corretón, de soltarse enseguida; bravucón en dos varas -y más caída que derribo de un caballo resabiado-, alegre en banderillas y de meter la cara en viajes sueltos. Se convirtió en una odisea levantar el caballo. Mientras se empeñaba la cuadrilla de monosabios, el toro atacaba y atendía con buen son. Talavante cargó tranquilo con la brega. Ningún tirón. Las galopadas del toro debieron de darle confianza.
Sin la agitación del tercer toro, este otro salió bastante más formal. Curro Javier prendió dos pares excelentes, Javier Ambel bregó con acierto. Solo que al quinto viaje entre tablas y rayas, donde Talavante abrió faena con cinco muletazos de calibre y mando, el toro hizo amague de rajarse. Talavante se abrió a los medios de inmediato. La idea sería la de sujetar al toro lejos de tablas. Dos naturales poderosos, pero del tercero salió huido el toro. No había hecho más que empezar la faena, que iba a ser de las buenas y tuvo tres tandas en terrenos de toriles un final memorable, apoteósico, de poner a la gente de pie.
No fue solo faena en toriles, siempre emocionantes porque no hay toro que no se defienda en ese terreno propio, sino que vino precedida de una poderosa, paciente e inteligente ración de toreo en tablas, las tablas del sol, donde el toro se defendió y huyó menos. Fijar al toro fue empresa mayor. Lo logró Talavante sin forzarse, encajado, como si tal cosa. La muleta como solo reclamo. Ni una carrera de perseguir, ni voces. Talavante a solas.
Cuando el toro llegó a su querencia, llegaron también las tandas cumbre. Muletazos a pulso cuanto el toro reculó, suave el trato, el engaño por abajo, un temple carísimo, excepcional firmeza, juego de brazos, golpes de muñeca. La inmensa osadía de intercalar un cambiado por la espalda cuando el toro se quedó sin espacio, y de ligar con el cambiado un natural larguísimo y rematar con un desplante. Formidable. Y una estocada de jugarse la piel, hasta la empuñadura, una pizca trasera, el engaño perdido y la muerte lenta propia del toro encastado. Éste lo fue. Se vino la plaza abajo cuando, apuntillado el toro, alzó los brazos Talavante al cielo en señal de triunfo.
Un triunfo redondo, porque, sin el fulgor de la del sexto toro, la faena del tercero, marcada por la profusión del toreo a pies juntos siempre retemplado y en cualquiera altura, fue de grandes méritos: exhibición generosa de valor, autoridad notable para templarse con un toro de instinto defensivo que por todo protestaba y hasta descompuesto. La fantasía de Talavante quedó retratada en un natural enroscadísimo para abrochar una tanda de redondos cobrada de frente y resuelta con ese cambio de mano inesperado. Una cogida -penúltima protesta del toro, escarbador- pero Talavante salió ileso. Y entonces un clamor. De largo por la mano derecha y a pies juntos, una tanda soberbia, la más redonda de la faena. Y a espada cambiada, tres mondeñinas, un recorte y el último cambio de mano. Una gran estocada. Las rareas de Madrid: no cundió la petición de oreja. Faena mal valorada.
Una tarde tan completa de Talavante hizo necesariamente sombra a todo lo demás. A la faena académica y bien compuesta de Diego Urdiales con un sobrero de Buenavista de mucha codicia y fijeza, humillador y repetidor, ganoso de verdad, y solo que, apenas picado, pesó por crudo. En la sombra un segundo y un cuarto de Fuente Ymbro que mansearon sin disimulo, y se aburrieron Perera y el propio Urdiales. Y un quinto peleón con el que Perera no se sintió a gusto porque el viento lo descubría y no acabó de verlo claro.
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