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LA NOCHE ABIERTA ,.
Progroma presentado por Pedro Ruiz, entrevistas por La 2 los martes a las 22:30, un gran espacio de música, foto etc.
Vingegaard lo quiere todo,.
El danés logra su segunda victoria en O Gran Camiño en menos de 24 horas. Atacó a 21 km de meta para brillar en subida y en bajada. Canal, segundo en casa.
Jonas Vingegaard lo quiere todo. Ya sea una contrarreloj de época en el pasado Tour de Francia en Combloux, una victoria de mucho peso en la pasada Vuelta en la cima del Tourmalet o un éxito en O Gran Camiño tras un descenso espectacular, previo ataque en la última ascensión, en Ribadavia y sus 5.000 habitantes. Y eso le honra. Tras su victoria del viernes en Chantada, contábamos que a buen seguro no sería la última del año... ni probablemente de la semana. Así fue. El del Visma logró alzar los brazos de nuevo menos de 24 horas después tras imponerse en la tercera etapa. En la contrarreloj de A Coruña, al no contar para la general, salió sin tomar riesgos, tranquilo (acabó el 44º) y en los dos días siguientes consiguió la victoria. En total, cinco etapas en O Gran Camiño, más la general de 2023. Si todo va normal, este domingo logrará la segunda general consecutiva, y está por ver si también entra en la lucha por el triunfo del día. No es descartable, porque lo quiere todo.
La carrera, sin lluvia (apareciendo de manera residual alguna vez) partió de Xinzo de Limia. Y de allí, es el único corredor gallego del World Tour que está presente en O Gran Camiño: Carlos Canal. El del Movistar, de 22 años, conoce estas carreteras casi de memoria. Es donde siempre entrena y fue el más reclamado en la salida, abrumado por sus paisanos: pancartas, fotos, gritos, amigos, familia, regalos... provocó la mayor ovación en el control de firmas, y no es fácil estando ganadores del Tour de Francia como Vingegaard y Bernal. “Esto es un sueño”, dijo el gallego antes de partir, y el Movistar tenía un plan para hoy con él de líder. Por recorrido y sensaciones era la baza. Persigue su primera victoria como profesional, y no llegó. Quedó segundo, imponiéndose en el reducido esprint del grupo perseguidor. Si te gana el corredor que se coronó los dos últimos años en París, poco tiene que reprocharse.
Este sábado, tras A Coruña y Lugo, la provincia protagonista en O Gran Camiño era Ourense. Una jornada de 173 kilómetros, con cuatro ascensiones y un sube y baja constante. A priori, según los protagonistas del pelotón, era el día más tranquilo de esta edición de la carrera... pero el pensamiento cambió cuando, en la primera hora de carrera, habían completado 50 km. Un ritmo infernal, con hasta Vingegaard siendo protagonista en la primera ascensión. Se formó una fuga el italiano Piccolo, el monegasco Langelotti, el portugués Silva y los nacionales Murguialday, Castrillo, Etxeberria y De la Cruz. Por momentos, llegaron a soñar con la victoria, con una renta mayor de cinco minutos y, sobre todo, con el Visma dejando hacer camino. Ante esto, el Movistar y el Ineos fueron los que trabajaron en recortar. Viendo la situación, las piernas y el dominio, el Visma después también se puso manos a la obra.
En un tramo de apenas seis kilómetros, lograron recortar más de un minuto. De otro mundo. Llegaba entonces la última subida del día, Alto de Couso (3ª), 4,4 km al 5,9%. Suficiente. Quedaban 21 km a meta y pum, llegó el ataque de Vingegaard. Nadie salió a su rueda ni estuvieron cerca de hacerlo. Empezó a neutralizar corredores de la fuga hasta que el último, Pablo Castrillo, le presentó más batalla. Uno de los grandes valores jóvenes del Kern Pharma. “¡Vamos, aguanta! Pero bueno, está ante el ganador del Tour”, decía su director, Juanjo Oroz, mientras veía la carrera desde meta. No pudo, y es que Vingegaard sorprendió con un descenso vertiginoso hacia Ribadavia. Tomó riesgos y demostró que, sea la carrera que sea, saca su mejor versión. De nuevo tuvo tiempo para soltar los brazos del manillar, celebrar y ver desde su bici, mientras bebía, la lucha por el segundo puesto. Muy superior y más líder de la general.
“Estoy feliz por lograr otra etapa. Los compañeros hicieron un gran trabajando. Escuché antes que Carlos Canal era de aquí, por lo que estaría muy motivado y para él será algo desafortunado que ganara yo. El resto de equipos nos vigilarán y haremos un plan para defender este maillot amarillo. Además, fue un día muy bueno para el equipo con las victorias de Tratnik y Marianne Vos en la Omloop (masculina y femenina)”, destacó el danés en meta tras conocer los resultados de sus compañeros. Este domingo, cuarta y última jornada de O Gran Camiño. Toca recorrer Pontevedra, con el Monte Aloia como juez. Es la etapa reina, pero O Gran Camiño ya tiene rey: Jonas Vingegaard.
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Hora Punta, el programa de TVE de Javier Cárdenas - El dilema de EE.UU. en Oriente Próximo: escalada o retirada,.
El dilema de EE.UU. en Oriente Próximo: escalada o retirada,.
Los hutíes, en Yemen, continúan hostigando, con drones y misiles, la libre navegación por el sur del mar Rojo y el estrecho de Bab el Mandeb,.
Los ataques masivos y coordinados de Hamás contra Israel, contra civiles israelíes indefensos, es un acto de terrorismo despiadado, brutal y cobarde. No cabe medias tintas para calificar el asesinato indiscriminado de centenares de civiles inocentes y el secuestro de decenas, no condenar la barbarie es, simplemente, repugnante y la equidistancia un acto de cobardía.
Las manifestaciones de júbilo y apoyo a esta barbarie en diversos países (incluso en Occidente) jaleando a los terroristas como héroes son desoladoras. No se puede considerar héroes a los que acribillan a todo el que se encuentra en su camino. Solo entre los participantes en un festival de música, cerca de 300. Ni es un héroe el que secuestra a una anciana, la maniata con una cincha de plástico y les hace andar descalzos y semidesnudos. No son héroes los que sacan de un todoterreno a una mujer ensangrentada y descalza, tirándole violentamente del cabello. Desde luego no son héroes los que pasean rehenes en una «pick-up» entre una turba enloquecida que trata de matarlos a golpes o lincharlos. Nada, absolutamente nada puede justificar semejante salvajismo.
Para que nos hagamos una idea de la magnitud de la tragedia (calificada por el embajador de Israel ante la ONU Gilan Erdan como «nuestro 11 de Septiembre») más de 1.400 asesinados y más de 100 rehenes, equivaldría, en proporción a su población, a 7.300 víctimas en España, 11.000 en Francia o 55.000 en EE UU. Esto son solo cifras provisionales, es muy probable que la cifra sea muy superior. La estimación provisional de secuestrados por Hamás es de más de 100 sin contar los que pueda tener Yihad Islámica que dice tener más de 30.
Los secuestrados son un elemento central de esta tragedia pues Israel ha hecho todos los esfuerzos y sacrificios para liberar a sus rehenes incluso para recuperar los restos mortales de sus soldados, llegando a liberar a centenares de presos palestinos a cambio de un solo soldado secuestrado. Hamás y la Yihad Islámica van a usar a los rehenes como escudos humanos primero y como moneda de cambio después. El monstruoso chantaje es doble. Tampoco hay que olvidar que la población civil de Gaza son los tradicionales escudos humanos de Hamás y Yihad Islámica que han instalado sus lanzaderas de sus cohetes y sus instalaciones militares y puestos de mando en edificios residenciales y zonas densamente pobladas, incluso en hospitales y colegios para asegurarse que una respuesta israelí provoque inevitablemente numerosas víctimas civiles palestinas. Eso es exactamente lo que están buscando ahora, cuantas más víctimas civiles palestinas haya, mayor será la reacción en el mundo árabe e islámico.
Desde hace años se ha producido un enfrentamiento fratricida entre facciones palestinas, no solo entre Fatah del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás y Hamás, también entre Hamás y la Yihad Islámica por el control de Gaza y del islamismo radical entre los palestinos. Uno de los objetivos de Hamás ha sido erigirse en el referente principal y central en la confrontación con el Estado de Israel.
Hay otro objetivo geopolítico claro, la desestabilización del mundo árabe y el mundo islámico aprovechando el golpe de efecto propagandístico que los ataques terroristas han tenido en una parte nada desdeñable de la opinión pública árabe e islámica, como ha podido comprobarse en manifestaciones en Yemen y Túnez o en Turquía y otras menores, de momento.
Esto va a poner en dificultades especialmente serias a los países que han normalizado relaciones con Israel en los últimos años. El aviso a navegantes lanzado por Ismail Haniyeh el sábado pasado, diciendo que Israel no puede proteger a los países árabes, suena a amenaza y a incitación de ataques terroristas contra los gobiernos que ha establecido relaciones con Israel en el marco de los Acuerdos de Abraham. Les ha puesto una diana al más puro estilo Bildu/Batasuna.
El recado más evidente es de Irán a Arabia Saudí, tras los salvajes ataques, el proceso de acercamiento entre el reino saudí e Israel puede haber quedado congelado o incluso descarrilarlo sin remedio. La posibilidad de que el círculo de la reconciliación con Israel de algunos de los países árabes más importantes y poblados se cerrase era una pesadilla para Irán y para sus aliados como Hamás y Hizbulá entre otros del mismo pelaje.
Irán ha dado una patada al tablero y ha mostrado que su ambición va mucho más allá de manejar y dominar las minorías chiíes de Oriente Medio o sus partidos, milicias y grupos terroristas. Irán tiene una ambición regional clara, cada vez más sedienta de poder, lo que queda reafirmado por su creciente influencia e incluso dominio de algunas organizaciones del islamismo radical suní, y de organizaciones terroristas como Hamás que dependen operativa y económicamente de Irán.
Ha quedado confirmado por filtraciones hechas por Hamás al «Wall Street Journal» que Irán fue determinante en la planificación y en la inteligencia de los ataques y que Hamás se reunió con altos mandos de la Guardia Revolucionaria de Irán en Beirut el lunes de la semana pasada donde Irán dio la luz verde a la operación. A la reunión del terror acudieron también Hizbulá y otras tres organizaciones dependientes enteramente del régimen de los ayatolás. El analista militar, coronel retirado del Ejército británico Robert Kemp, ha revelado en medios estadounidenses e israelíes que la operación tuvo también apoyo ruso y que los principales dirigentes de Hamás habrían visitado recientemente Moscú para entrevistarse con altos responsables políticos y de la comunidad de inteligencia rusa. Dijo que la operación era de tal complejidad que era imposible que hubiese sido llevada a cabo exclusivamente con apoyo iraní.
Aún en medio de la tragedia no se puede dejar de subrayar el escandaloso fallo de seguridad de la comunidad de inteligencia y de seguridad israelí que se suponía eran de las mejores del mundo. Ni tan siquiera las informaciones sobre un ciberataque iraní masivo e inhabilitante a los puestos de mando y control de la frontera pueden explicar estos errores. Hay responsabilidades políticas que deben depurarse, el ombliguismo auto defensivo del actual Gobierno de Israel, inmerso en una espiral de enfrentamiento con una parte mayoritaria de su opinión pública, les hizo perder de vista lo esencial, la defensa de sus fronteras y de su población civil, algo por lo que el pueblo israelí sin duda les pedirá cuentas.
El proceso de blanqueamiento y normalización con Irán, llevado a cabo por la UE y por la actual Administración del presidente Biden, en lugar de encauzarlos los ha envalentonado. El caso más grave de esto es el más que cuestionable acuerdo entre Estados Unidos e Irán para la liberación de rehenes. El precio que aceptó pagar EE UU (nada menos que 6.000 millones de dólares de fondos iraníes descongelados) a cambio de la liberación de tres presos estadounidenses de origen iraní, ha dado un margen de maniobra y capacidad de desestabilización peligrosísima a Irán que tan solo estamos empezando a atisbar. La situación es gravísima, Hamás ha hecho estallar un polvorín que podría acabar iniciando una imprevisible y potencialmente devastadora reacción en cadena.
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