TITULO : MAS QUE COCHES - Peugeot 3008: el SUV más versátil ,.
Peugeot 3008: el SUV más versátil ,.
Ofrece diferentes motorizaciones de gasolina, diésel y versiones híbridas autorrecargables de 136 caballos e híbridas enchufables de hasta 299 caballos
Tras cinco años en el mercado, Peugeot ha renovado de manera muy adecuada el modelo 3008, un SUV de línea muy acertada, gran capacidad interior y una amplia gama de motorizaciones para adaptarse a todas las necesidades de los clientes. Es especialmente interesante la versión híbrida, que combina su motor tricilíndrico de gasolina de 1,2 litros y 136 caballos de potencia con el eléctrico que consigue unos consumos muy favorables, de poco más de cinco litros a los 100 kilómetros.
El motor de gasolina de 1,2 litros con compresor se ve asistido por el eléctrico en determinados momentos que hace que funciona bajo el sistema eléctrico en determinados momentos, como en el arranque, dado que activa el cigüeñal y es capaz de mover el coche sin la intervención del bloque de gasolina a muy baja velocidad. Y es que, el motor eléctrico ofrece una potencia de cerca de treinta caballos gracias a su batería de 48 voltios. Durante las deceleraciones, el motor de combustible funciona como generador, recargando las baterías, con lo cual no necesitaremos, como en los híbridos enchufables, buscar un lugar para tener que recargar el sistema. Este conjunto mecánico se ve complementado por una caja de cambios de doble embrague y seis marchas.
Pero esta no es la única opción disponible. Peugeot ofrece a sus clientes en este 3008 una versión de gasolina de 131 caballos, con cambio manual y automático y, para quienes lo prefieran, una alternativa diésel de similar potencia. Pero, sin duda, las estrellas de las motorizaciones son las tres alternativas híbridas enchufables, que son las variantes que estaban teniendo una mayor aceptación en el mercado. La marca del león tiene disponibles con este sistema tres potencias diferentes de 179, 224 y 299 caballos, este último con tracción a las cuatro ruedas. Las tres versiones PHEV instalan el mismo motor térmico, pero con potencias de 150, 181 y 200 caballos. En todos los casos se implementan con un motor eléctrico de 110 cv en posición delantera, aunque en el caso del más potente, cuenta además con otro motor en el eje trasero, gracias a lo cual puede tener tracción total. La recarga de las baterías se efectúa en dos horas si tenemos un sistema de wallbox en casa.
Con un precio a partir de los treinta y tres mil euros, la última evolución del 3008 presenta ligeras modificaciones estéticas en la parte frontal, con diferencias en los parachoques, la parrilla, el capó, los faros y los pilotos que ahora incluyen asimismo bombillas led con sistema de cambio automático de luces, además de toques en negro en algunas zonas de la carrocería y vistosas llantas en medida de 19 pulgadas. Incluye, dentro de un nivel de terminación muy completo, un buen paquete de ayudas a la conducción como sistemas de visión nocturna, de mantenimiento de carril, reconocimiento de señales, frenada automática, cámaras de ayuda al aparcamiento, control de descenso de pendientes, etc…Todo ello se complementa con elementos que facilitan la comodidad interior, como pueden ser el portón del maletero con apertura y cierre eléctricos, el doble techo solar, los asientos con función masaje, recarga inalámbrica para los móviles y varias tomas USB para servicio de todos los pasajeros.
Al volante, el 3008 ofrece la misma agilidad y confortabilidad que las mejoras berlinas de alto nivel. Suavidad de marcha y ausencia de ruidos aerodinámicos caracterizan a este SUV que, además, aporta una habitabilidad interior extraordinaria que permite viajar con toda comodidad a cinco personas con sus respectivos equipajes, ya que cuenta con una de las cifras más grandes de su categoría en lo que se refiere a volumen del maletero que, también, puede ampliarse fácilmente abatiendo los respaldos de los asientos posteriores cuando viajamos solos. Por todo ello, es una de las mejores alternativas en relación calidad/precio dentro de las actuales ofertas del mercado español.
TITULO: Para Todos La 2 - Igualdad , La timidez , Mapas , Psicología y emergencias ,Trata de personas,.
Igualdad,.
fotos / Hace dos décadas un grupo de migrantes que habían dejado sus países por su orientación sexual crearon la Fundación Acathi. El objetivo era ser un lugar donde informar a los recién llegados de que derechos disponían, cómo solicitar la situación de asilo y con el tiempo hasta han podido conseguir alojamientos para los que llegaban en peores condiciones. Hoy 20 años después, Acathi se ha convertido en todo un referente del colectivo LGTBIQ+ en nuestro país.
La timidez,.
La psicóloga Patricia Ramírez ofrece algunos consejos para superar la timidez.
Mapas,.
Se calcula que mil millones de personas viven en lugares que no aparecen en ningún mapa. Humanitarian Open Street Map Team se dedica a mapear zonas del mundo que no aparecen para poder acceder en caso de desastre natural o para enviar ayuda.
Psicología y emergencias,.
Tras el paso de la Dana, aparecen multitud de consecuencias. Abordamos las secuelas psicológicas, por supuesto de aquellas personas que han perdido seres queridos, pero en general de todas las que se han visto involucradas en una catástrofe de tal magnitud. Entrevista a Rosa Becerril, pionera en psicotecnología, experta en emergencias y fundadora de Psiconnea.
Trata de personas,.
En 2023 los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado detuvieron a 923 personas, y se desarticularon 109 organizaciones criminales dedicadas a la trata de personas. Reportaje con APRAMP, Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la mujer prostituida.
TITULO: Gigantes de La 2 - Adrián Viéitez - Que libros leemos,.- Jueves - 12 - Diciembre ,.
Gigantes de La 2 - Programa de entrevistas, de cincuenta minutos de duración y emisión semanal, para La 2 Jueves - 12 - Diciembre , 23:50 de Televisión Española.
Adrián Viéitez - Que libros leemos,.
foto / Adrián Viéitez,.
Nunca fue tan importante para nadie contarse su propia historia. Lo era para quienes atravesaban grandes incertidumbres. Quienes se extraviaban debido a catástrofes vitales como la enfermedad, la guerra, un terrible desastre natural o una enloquecedora pérdida amorosa. Esos eran los que contaban su historia y era su historia la que otros contaban. Pero ahora la gran incertidumbre es lo normal. Y yo estoy ahí, me parece. Tengo que contarme. Estoy ávido de encontrar cómo hacerlo. Lo peor es la incertidumbre, ni siquiera puedo estar seguro de mi extravío. Mi hija está dibujando en su cuarto de este piso madrileño que fue mi hogar pero ya no lo es. Estoy rodeado de mis cosas, pero si algo he aprendido es que yo no soy nada de eso, lo mío. Aquí se quedó todo, para mi hija. Tal como habíamos construido un hogar para ella, así resta. Como si cuando uno tuviera descendencia nada le perteneciera ya o todo lo anterior dejara de pertenecerle. Ningún problema con eso. Desligarme de ese grabado de Javier de Juan, dejarlo aquí, para ella: no lo necesito allí donde yo me he ido. Por mucho que se trate de un “premio”, yo ya no soy ese premio ni su fruto. El grabado de la acomodadora de la sala de cine de zapatos de tacón rojos y labios a juego formó parte de mi identidad, pero he descubierto que prescindir de mis cosas no me hace menos yo, sino al contrario. No me falta nada. No me hace falta de nada. Nada me hace. Parece una boutade en un tiempo como este en el que se diría que los seres humanos morimos (literalmente) por poseer aquello que nos identifique. Tengo la sensación de que a menudo las personas adoptan como identitarias no sólo aquellas cosas que deseaban, sino cualquier cosa que lleve suficiente tiempo en contacto con ellos. Yo, sin embargo, aparentemente, “soy alguien”, pero también aparentemente supongo que podría decirse que “no arranco”, al menos en los términos que mi madre hubiese deseado hace 30 años (como quien implora un milagro). Ella rezaba por esa puesta en marcha de mi vida. Pero la puesta en marcha de mi vida era esto, precisamente, que no sería “arrancar”, en sus términos, ni de lejos. Es difícil contar el relato de la vida de alguien cuya vida no ha comenzado. Ahora vivo en tres casas: tres pisos distintos, y no mantengo ninguno. Voy de uno a otro. Soy una persona completamente normal y sin embargo, también, soy un paria. Aunque: quién dijo que los parias no fueran personas normales… Soy escritor, esa es mi naturaleza. No vivo una “vida loca”, etílica, desastrosa: no como los escritores que se marginaban tiempo atrás. Mi margen parece el de toda una generación, en mayor o menor medida, aunque en mi generación hay de todo, claro está, y quienes se encuentran marginados, mayoritariamente, son más jóvenes que yo, me parece, y tendrán que pelear para cambiar su destino. Meto el Mac en la mochila y recorro en metro la distancia entre la casa en la que vive mi hija con su madre y el piso donde alquilo un cuarto, a 7 minutos a pie, o el de mi novia, en el sur de Madrid. No es lo que imaginé que haría, pues no era este mi futuro o no había este futuro en lo que podía yo prever. Pero, sorprendentemente —aunque a mí no me sorprenda en absoluto— no estoy frustrado ni me siento mal por ello. No, señor. Me siento contento. No culpable, feliz. Mirar el mundo desde esta extraña situación no me viene del todo mal. La literatura, lo que quiero estudiar e investigar y terminar escribiendo —allá adelante— es lo que me sostiene. Siempre ha sido así pero ahora, poco a poco, lo es cada vez más. Peor que yo lo están pasando quienes, habiendo obtenido un estatus supuestamente más sólido que el mío, no obstante, le exigen al mundo (a sus jefes y a sus parejas y, si no, a sus hijos) un mayor compromiso, una lealtad y un saber hacer y un terminar las cosas como hay que terminarlas, ética y voluntariosamente hasta el final, contra lo que se aprecia que sucede por todos lados: la debacle. Y además está el consumo. G., que estuvo en mi vida brevemente, se frustra —de un modo que me resulta descomunal— sólo porque las cosas no son como ella quiere que sean, como cree que deberían ser (por ejemplo en el trabajo, siendo mujer y ejecutiva) y se pasa la vida probando un amplio abanico de “productos para el espíritu”, por llamarlos de algún modo. Toma clases de terapia de reiki, hace yoga, asiste a reuniones de “grupos de autoayuda” y de “comunión con la naturaleza” y medita y se masajea con otras personas en largas sesiones, recibiendo clases de masaje “compartido” o “mutuo” o como sea que lo estén llamando ahora, seguramente una palabra a medio camino entre el español, el inglés y el japonés, que es como parece que quedan mejor los nombres de las marcas. Productos contra el estrés provocado por la autoexigencia. Ella se exige esos productos para intentar sentirse mejor, pero se trata de productos, por otro lado, muy exigentes con ella, que requieren de su disciplina y de que esté en movimiento de un lado para otro, con la agenda repleta y gastando, empleando un dinero que —luego se queja— no tiene. Y ahí está la trampa. No le permiten estar en sí, la llevan del tingo al tango, la disgregan. Es una espiritualidad para narcisos.
Pero mejor no le digo.
Yo, por el contrario, pendo de lo que quiero vislumbrar allí adelante, me estiro hacia el futuro, lleno mi presente de ese anhelo literario y el horror que parece sentir G. a todas horas no se me aparece, queda conjurado. Resulta curioso observar cómo todo el mundo habla de la necesidad de presente en sus vidas, mientras, para cultivar ese presente, se embarcan en “proyectos” que los llevan de actualidad en actualidad, de acto en acto. Y eso, además, allá en algún sitio, allá afuera: fuera de sí, no en sí. Tener un dios, aunque este sea un saber —en cualquier caso, tener como misión algo que nos excede, superior a nosotros— nos ayuda a estar en nosotros mismos. Así no nos escindimos.
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