domingo, 18 de febrero de 2024

Maneras de educar - Los desayunos de TVE - Sabado - 2 - Marzo - Servidumbre y grandeza militar ,. / El larguero La Ser - El Transistor Onda Cero - Así ha ganado Ilia Topuria el cinturón de la UFC a Volkanovski ,. / La Paisana - Velaí - barrio - Feria en Plasencia, Geocultura y Patios Contados ,.

 

TITULO: Maneras de educar - Los desayunos de TVE - Sabado   - 2 - Marzo -Servidumbre y grandeza militar  ,.


Maneras de educar - SABADO - 2 - Marzo  ,.





 Programa que descubre los proyectos educativos más innovadores del país de la mano del profesor James Van der Lust. El espacio recorre diferentes colegios . El sabado  - 2 - Marzo ,.

 

 Los desayunos de TVE ,.


Los desayunos de Televisión Española es un programa de televisión que se emite en La 1 de Televisión Española desde el 8 de enero de 1994, de lunes a viernes, en horario matinal.
Desde el 3 de septiembre de 2018, el programa de divide en dos partes. Primero, a las 08:25 horas, Los desayunos de TVE, siguiendo el formato clásico con noventa y cinco minutos de duración. Más tarde, alrededor de las 11:55, comienza Más desayunos, un debate político que cuenta con el mismo presentador y dura alrededor de noventa minutos., etc.

 

 Servidumbre y grandeza militar,.

 

 Educamos en libertad para que los alumnos desarrollen un criterio propio”

 

foto /  Si es verdad, según el poeta católico, que no hay mayor dolor que acordarse del tiempo feliz en la miseria, también es cierto que el alma encuentra alguna alegría acordándose, en horas de calma y libertad, de los tiempos de dolor o de esclavitud. Esta melancólica emoción hace volver los ojos con tristeza sobre algunos años de mi vida, aunque estén aquellos años muy cercanos a éstos y aunque mi vida no sea muy larga todavía.

     Yo no puedo obligarme a callar cuantos sufrimientos poco conocidos y valerosamente soportados he visto caer sobre una raza de hombres siempre desdeñada o glorificada con exageración, según que las naciones la encuentren útil o necesaria.

     Sin embargo, no es sólo este sentimiento el que dicta mi libro, y espero que servirá también para mostrar alguna vez, con detalles de costumbres observadas por mis propios ojos, lo que aun nos queda de atrasado y de bárbaro en la organización modernisísima de nuestros ejércitos permanentes, donde el hombre de guerra está aislado del ciudadano, donde es desdichado y feroz, porque se da cuenta de su mala y absurda condición. Es triste que todo se modifique entre nosotros y que el Ejército sea lo único inmóvil. La ley cristiana ha cambiado una vez las costumbres feroces de la guerra; pero las consecuencias de las nuevas costumbres que introdujo no han sido llevadas bastante lejos respecto a este punto. Antes de ella, el vencido está sacrificado o esclavo de por vida; las ciudades conquistadas, saqueadas; los habitantes, expulsados y dispersos; y así, cada pueblo, aterrado, se mantenía constantemente dispuesto a medidas desesperadas, y la defensa era tan atroz como el ataque. Hoy las ciudades conquistadas no tienen otro temor que el de pagar las contribuciones. La guerra se ha civilizado; pero los ejércitos, no; porque, además de conservarles cuanto en ellos había de malo, la rutina de nuestras costumbres, la ambición o los terrores de nuestros gobiernos han aumentado el mal, separándolos cada vez más del pueblo y obligándoles a una servidumbre más ociosa y más grosera que nunca. Tengo poca fe en los beneficios de las organizaciones súbitas, pero concibo los que vienen por mejoras sucesivas. Cuando se atrae sobre una herida la atención general, poco falta para curarla. Esta curación es, indudablemente, un problema difícil de resolver para el legislador, pero por eso es más necesario proponerlo. Yo lo hago aquí, y si nuestra época no está destinada a encontrar la solución, por lo menos habré dado forma a un deseo, y acaso las dificultades sean ya menores. Todo será poco para apresurar la época en que los ejércitos se identifiquen con la nación, si queremos caminar hacia los tiempos en que no existan ejércitos ni guerras y en que no haya sobre el planeta más que una sola nación unánime, al fin, sobre sus formas sociales, acontecimiento que desde hace largo tiempo debería haberse realizado ya.

     No tengo el menor propósito de interesar respecto de mí mismo, y estos recuerdos serán más bien las memorias de los otros que las mías; pero las rarezas de la vida de los ejércitos me han herido tan vivamente y por tanto tiempo, que bien puedo hablar de ellas. Sólo por hacer constar ese triste derecho es por lo que digo algunas palabras acerca de mí.

     Pertenezco a aquella generación, nacida con el siglo, que, nutrida de boletines por el Emperador, tuvo siempre ante los ojos una espada desnuda, y llegó a cogerla precisamente cuando la Francia de los Borbones la volvía a su vaina. En este modesto cuadro de una parte obscura de mí vida, tampoco quiero aparecer sino lo que fui: espectador más que actor, con gran sentimiento mío. Los acontecimientos que yo esperaba no vinieron tan grandes como yo los hubiera querido. �Qué remedio! No siempre somos dueños de representar el papel que preferimos, y no siempre llega el traje en la época en que lo llevaríamos mejor. En los días en que escribo(1), un hombre con veinte años de servicio no ha visto una batalla en campo abierto. Tengo pocas aventuras que contaros, pero en cambio he oído muchas. Haré hablar a los demás, y no hablaré yo mismo sino cuando me vea obligado a citarme como testigo. Siempre he sentido alguna repugnancia y me ha cohibido cierto pudor en el momento de salir a escena. Cuando esto ocurra, puedo asegurar que, por lo menos, ese pasaje dice la verdad. Cuando se habla de sí mismo, la mejor musa es la franqueza. Yo no sabría adornarme con plumas de pavo real; por bellas que sean, cada cual debe preferir su plumaje. No me siento con bastante modestia, lo declaro, para suponer que gano algo tomando gestos y maneras que no sean míos y �posando� en una actitud grandiosa, escogida con arte y mantenida trabajosamente a expensas de las buenas inclinaciones naturales de la inclinación innata que todos tenemos hacia la verdad. Puede que en nuestros días se haya hecho algún abuso de esta literaria manía de imitación, y me parece que la mueca de Bonaparte y de Byron ha hecho gesticular muchas caras inocentes.

     La vida es demasiado corta para que perdamos una parte preciosa en desfigurarnos. Todavía, �si nos dirigiéramos a un pueblo grosero y fácil de engañar! Pero el nuestro tiene el olfato tan rápido y tan fino, que reconoce en el acto a qué modelo tomáis aquella palabra o aquel gesto, aquella frase o aquel andar favorito, y aunque sólo sea tal peinado o tal traje. En seguida sopla en las barbas de nuestra careta y menosprecia nuestro verdadero rostro, del cual, acaso, sin el disfraz, hubiera estimado amistosamente los rasgos naturales.

     No me presentaré como guerrero, puesto que he visto poco de la guerra; pero tengo derecho a hablar de las viles costumbres del Ejército, donde no me faltaron fatigas ni disgustos, y donde se templó mi ánimo en una paciencia a toda prueba, obligándole a proyectar sus fuerzas en el recogimiento solitario y en el estudio. También podría hacer resaltar lo que hay de atractivo en la vida salvaje de las armas, por penosa que sea, después de permanecer tanto tiempo entre el eco y el ensueño de las batallas. Habrían sido catorce años disipados si no hubiese ejercitado una observación atenta y perseverante que sacaba provecho de todo para lo por venir. Hasta debo a la vida en el Ejército aspectos de la naturaleza humana que nunca hubiera podido encontrar fuera de la milicia. Hay escenas que no se encuentran sino a través de miserias que serían verdaderamente intolerables si el honor no nos obligara a tolerarlas.

     Siempre me ha gustado escuchar, y cuando era niño adquirí pronto esa afición en las rodillas heridas de mi anciano padre. Me alimentó desde el principio con la historia de sus campañas, y en sus rodillas, sentada al lado mío, encontré ya a la guerra; me mostró la guerra en sus heridas; la guerra en los pergaminos y blasones de sus padres; la guerra en los grandes retratos, en sus corazas, colgados en la Beocia, en un viejo castillo. Vi en la nobleza una gran familia de soldados hereditarios, y no pensé más que en elevarme a la altura de un soldado.

     Refería mi padre sus largas guerras con la observación profunda de un filósofo y la gracia de un cortesano. Por él conocía yo íntimamente a Luis XV y a Federico el Grande, y no me atrevería a afirmar que yo no he vivido en su tiempo: tan familiarizado estaba con ellos por tantos relatos de la guerra de los siete años.

     Mi padre tenía por Federico II aquella admiración razonada que sabe ver las altas cualidades sin asombrarse con exageración. Me impresionó, desde luego, el concepto suyo y me hizo ver cómo el exceso de entusiasmo por su ilustre adversario había sido una equivocación de los oficiales de su tiempo, que sólo con eso estaban ya medio vencidos cuando Federico avanzaba hacia ellos, agrandado por la exaltación francesa; que las divisiones sucesivas de las tres potencias entre sí y de los generales franceses, cada cual por su lado, le habían servido en la espléndida suerte de sus armas; pero que su grandeza había consistido, sobre todo, en conocerse perfectamente, en apreciar en su justo valor los factores de su elevación y en hacer los honores de su victoria con la modestia de un hombre prudente. Alguna vez parecía pensar que Europa no había querido destrozarle. Mi padre vio de cerca a este rey filósofo, en el campo de batalla, donde su hermano, el mayor de mis siete tíos, fue muerto por una bala de cañón; con frecuencia fue recibido por el rey bajo la tienda prusiana, con una gracia y una cortesía completamente francesas, y le había oído hablar de Voltaire y tocar la flauta después de ganar una batalla. Me extiendo en detalles, casi a pesar mío, porque éste fue el primer grande hombre cuyo relato del natural me fue trazado así, en familia, y porque mi admiración hacia él fue el primer síntoma de mi inútil amor a las armas, causa primera de una de las más completas decepciones de mi vida. El relato brilla todavía en mi memoria con los más vivos colores, y el retrato físico, tanto como el otro. Su sombrero avanzado sobre la frente espolvoreada, su espalda encorvada a caballo, sus ojos grandes, su boca burlona y severa, su bastón de inválido, que le servía de muleta, nada era para mí desconocido, y al salir de estos relatos yo no podía ver sin mal humor a Bonaparte tomando sombrero, tabaquera y gestos parecidos; entonces me pareció plagiario, y �quién sabe si en ese punto el grande hombre no plagió un poco? �Quién puede pesar lo que hay de comediante en todo hombre público, siempre en espectáculo? Aquellas eran las primeras ideas que se agitaban en mi espíritu, y yo asistía a otros tiempos, contados con una verdad llena de sanas lecciones. Todavía oigo a mi padre, irritado contra las diversiones del príncipe Soubisse y de M. de Clermont, oigo todavía sus terribles indignaciones contra las intrigas del �il-de-B�uf, que hacían a los generales franceses abandonarse mutuamente en el campo de batalla, prefiriendo la derrota del ejército al triunfo de un rival; aun le oigo hablar conmovido de su vieja amistad por M. de Chevert y por M. d'Assas, con quien estuvo en el campo la noche de su muerte. Los ojos que les habían visto miraban su imagen en los míos, juntamente con la de muchos personajes célebres muertos antes de que yo naciera. Esto tienen de bueno los relatos de familia, que se giraban más fuertemente en la memoria que las relaciones escritas; están vivos como el narrador, y prolongan nuestra vida hacia atrás, como la imaginación que adivina puede prolongarla hacia adelante en lo por venir.

     No sé si algún día escribiré para mí mismo todos los detalles íntimos de mi vida; pero no quiero hablar aquí más que de las preocupaciones de mi alma. Alguna vez, el espíritu, atormentado con lo que fue, y esperando muy poco de lo por venir, cede con harta facilidad a las tentaciones de entretener a algunos desocupados con los secretos de familia y los misterios de su corazón. Concibo que algunos escritores se hayan complacido en abrir a todas las miradas el interior de su vida y aun de su conciencia, dejándola de par en par y haciendo que la luz la sorprenda en desorden y como escombrada de los recuerdos familiares y de los defectos más queridos. Hay obras de éstas entre los libros más bellos de nuestra lengua, y que nos quedarán, como aquellos magníficos autorretratos que Rafael no se cansaba de hacer. Pero los que así se han representado, ya con un velo, ya a cara descubierta, tenían derecho a ello, y yo no creo que puedan hacerse confesiones en alta voz antes de ser bastante viejos, bastante ilustres o bastante arrepentidos para interesar a toda una nación con los propios pecados. Hasta aquí no podremos pretender serle útil más que por las ideas o por las acciones.

     Hacia el fin del Imperio era yo un colegial distraído. También en el Liceo estaba la guerra en pie; el tambor resonaba a mis oídos la voz de los maestros, y la voz callada de los libros no nos hablaba más que un lenguaje frío y pedantesco. Los logaritmos y las tropas no eran a nuestros ojos sino grados para subir a la estrella de la Legión de Honor, la estrella más hermosa del cielo para los muchachos.

     Ninguna meditación podía encadenar mucho tiempo aquellas cabezas, aturdidas sin cesar por los cañones y las campanas de los Tedéum. Cuando cualquiera de nuestros hermanos, salido del colegio hacía algunos meses, reaparecía con su uniforme de húsar y el brazo en cabestrillo, nos ruborizábamos de nuestros libros y se los tirábamos a la cabeza a los maestros. Los mismos profesores no cesaban de leernos los boletines de la Grande Armée, y nuestros gritos de �Viva el Emperador! interrumpían a Tácito y a Platón. Nuestros preceptores parecían heraldos de armas; nuestras salas de estudios, cuarteles; nuestros recreos, maniobras, y nuestros exámenes, revistas.

     Entonces me acometió, más desordenado que nunca, el amor a la gloria de las armas; pasión tanto más desdichada cuanto que en aquel tiempo fue, como ya he dicho, cuando Francia comenzó a curarse. Pero la tempestad tronaba todavía, y ni mis estudios severos, rudos, forzados y demasiado precoces, ni el ruido del gran mundo, adonde me llevaron, adolescente todavía, para curarme de esa inclinación, pudieron quitarme aquella idea fija.

     Muchas veces he sonreído de piedad por mí mismo viendo con qué fuerza se apodera una idea de nosotros, cómo nos convierte en juguetes suyos y cuánto tiempo hace falta para gastarla. Ocurrió con ésta que ni la misma sociedad pudo destruirla en mí, y sólo llegué a desobedecerla, y el presente libro me prueba que todavía hallo placer en acariciarla, y acaso no estuviera lejos de una recaída. Tan profundas son las impresiones de la infancia y tan grabado quedó en nuestros corazones el sello ardiente del Águila Romana!

     Y fue mucho más tarde cuando me enteré de que mis servicios no eran sino una larga equivocación, y que había llevado a una vida en absoluto activa una naturaleza en absoluto contemplativa. Pero seguí la pendiente de esta generación del Imperio, nacida con el siglo, y a la que pertenezco.

     La guerra nos parecía el estado natural de nuestro país, tanto que cuando, escapados de las clases, ingresamos en el Ejército, según el curso acostumbrado de nuestro torrente, no pudimos creer en la calma duradera de la paz. Nos pareció que no arriesgábamos nada aparentando reposar y que la inmovilidad en Francia no es dolencia seria. Esta impresión nos duró todo lo que ha durado la Restauración. Cada año traía la esperanza de una guerra, y no nos atrevíamos a dejar la espada ante el temor de que el día de la dimisión fuese la víspera de una campaña. De este modo, arrastramos y perdimos años preciosos soñando con el campo de batalla en el Campo de Marte y agotando en ejercicios de parada y en querellas particulares una poderosa e inútil energía.

     Abrumado por un hastío que yo no esperaba en aquella vida tan vivamente deseada, fue entonces para mí una necesidad hurtarme por las noches al tumulto fatigoso y vano de las jornadas militares; de aquellas noches, en las que fui agrandando silenciosamente el saber que yo había adquirido en nuestros estudios tumultuosos y públicos, salieron mis poesías y mis libros; de aquellas jornadas me quedan estos recuerdos, de los cuales reúno aquí, alrededor de una idea, los rasgos principales.

     Porque no contando para la gloria de las armas ni con el presente ni con el porvenir, la busqué en los recuerdos de mis compañeros. Lo poco que a mí me haya ocurrido no servirá sino de marco a estos cuadros de la vida militar y de las costumbres de nuestros ejércitos, cuyos rasgos no son del todo conocidos.

 

TITULO: El larguero La Ser - El Transistor Onda Cero  -  Así ha ganado Ilia Topuria el cinturón de la UFC a Volkanovski ,.


El larguero La Ser,.

 

El larguero es un programa deportivo radiofónico español, dedicado en su mayoría al fútbol, que se emite en la Cadena SER todos los días, a partir de las 23:30 horas. Su director y presentador principal es Manu Carreño.1​ El programa es presentado los viernes y sábados por Yago de Vega, y excepcionalmente lo presenta Francisco José Delgado o Álvaro Benito en ausencia de ambos., etc.

 

El Transistor Onda Cero ,.

El Transistor es el programa deportivo creado y dirigido por José Ramón de la Morena. Inició su primera emisión el 4 de septiembre de 2016.
Su horario es de lunes a domingo a partir de las 23.30 horas.
José Ramón de la Morena inicia esta andadura deportiva en Onda Cero con colaboradores de su anterior etapa en el Larguero de la Ser: Carlos Bustillo, David Alonso, Eduardo Pidal, Ana María Rodríguez, Aitor Gómez , Ángel Rubiano, Jorge Valdano, el ciclista Perico Delgado, el ex subdirector de As Juanma Trueba, Sebastián Álvaro Lomba , el alpinista que creó y dirigió en TVE Al filo de lo imposible, los doctores José González y Antonio Escribano ., etc,.

 

 

Así ha ganado Ilia Topuria el cinturón de la UFC a Volkanovski,.

El peleador español noqueó a Volkanovski en el segundo asalto y es campeón del mundo por primera vez,.

 Así ha ganado Ilia Topuria el cinturón de la UFC a Volkanovski

foto /  Ilia Topuria,.

Decía Ilia Topuria que iba a noquear a Volkanovski para ganar el cinturón de la UFC y tenía razón. Sólo dos asaltos le duró el antiguo campeón. La fuerza de los puños del español fue demasiado para el australiano y, de repente, en el segundo asalto el anciano que se presentó en el pesaje para burlarse de las amenazas del español se hizo real. Volkanovski era un muñeco desmadejado en manos del español.

El dominio de la técnica del boxeo entregó el cinturón de campeón de la UFC en el peso pluma al peleador criado en Alicante. Un golpe al hígado para dejar sin aire al rival y todo lo demás vino seguido hasta dejarlo tendido en el suelo, indefenso, entre gritos de «Ilia, Ilia» en el pabellón. «Soy campeón del mundo, world champ», gritaba subido a la valla del octógono después de recibir el abrazo de sus entrenadores, los hermanos Climent. Topuria ya había arrebatado el cinturón a Volkanovski en la ceremonia de pesaje, pero lo hizo de verdad sobre el octógono.

Se llevaba las manos a la cabeza Topuria después de noquear al australiano. Como si no se lo creyera, aunque llevaba tiempo imaginando ese momento. Volkanovski, había salido al ring acompañado por la música de «Men at Work», sonaba «Down Under» por la megafonía. A Topuria lo acompañaba «El Mariachi», de Antonio Banderas. «El Matador» no estaba solo, lo arropaban muchos españoles con sus banderas. Y después de un asalto de reconocimiento en el que Volkanovski intentaba mantener alejado a Ilia con patadas altas, llegó la solución definitiva.

Topuria dirigía sus golpes a la cabeza del rival, hasta que lo dejó tendido en la lona. Quedaba minuto y medio para que acabara el segundo asalto y tres rounds por delante, pero Topuria no necesitó más. Lo desgastó con los puños y con la palabra. No dejaba de hablar a Volkanovski y tampoco de golpearlo con los puños. Había estado cerca de derribarlo con una zancadilla en el primer asalto, pero esperó su momento.

Topuria derribó al seis veces campeón del mundo y después se fue a abrazarlo en una muestra de deportividad antes de pensar en su siguiente víctima. Todavía le quedó tiempo para lanzar un aviso a Connor McGregor, el hombre que ha sido durante años la gran estrella de la UFC. «Es hora de LA UFC en España. Connor McGregor, si todavía tienes pelotas te veo en España», le lanzó después de ganar el campeonato. Comienza una nueva era en la UFC y ahora la gran ilusión de Topuria es llevar su deporte al nuevo Santiago Bernabéu con McGregor como rival.

De momento ya son 15 los combates profesionales del español y 15 sus victorias. La última, para ganar el cinturón de la UFC.

 

TITULO:   La Paisana -   Velaí -  El barrio - Feria en Plasencia, Geocultura y Patios Contados   ,.



 La Paisana - Velaí -  El barrio -  Feria en Plasencia, Geocultura y Patios Contados   ,.

Viernes -1 - Marzo   a las 22:05 horas en La 1 / foto,.

 

 Feria en Plasencia, Geocultura y Patios Contados ,. 

 

Programa de Geocultura, protagonistas de Improvável, y cartel de las Ferias de Plasencia. 

 

Programa de Geocultura, protagonistas de Improvável, y cartel de las Ferias de Plasencia.

En Plasencia disfrutan desde el pasado miércoles de cinco días de fiesta. El programa de la Feria trae para el viernes un espectáculo de humor protagonizado por Faemino y Cansado en el teatro Alkázar y actuaciones de los DJ Carlos Chaparro y Kiko Rivera en la plaza; y el sábado, espectáculo de marionetas en el Alkázar y despedida del programa musical de la Feria por Alijo Callejero y Los Rebujitos.

Durante todo el fin de semana, charangas, actividades en la caseta del Mayor en la avenida de la Hispanidad e infantiles en el parque de la Isla desde las once de la mañana hasta las siete de la tarde. Además, está prevista la gran corrida con toros de la ganadería de Zalduendo para los diestros Morante de la Puebla, José María Manzanares y Ginés Marín. Y el domingo, último día de Feria, a las 19 horas también, la corrida de rejones de la ganadería de Romano Tenorio con Andy Cartajena, Diego Ventura y León Vicens.

En el Geoparque Villuercas-Ibores-Jara comienza el programa 'Geodisea', que propone un viaje a la historia de la tierra con la organizaicón hasta el próximo 30 de junio de múltiples actividades organizadas en tres ejes: cultura, aventura y geosabor. Como es habitual, cada fin de semana está dedicado a una temática. Geocultura se desarrolla este primer fin de semana, días 15 y 16, con la propuesta de un mercado artesanal en Guadalupe, paseo guiado a cuevas con pinturas rupestres y jardín botánico en Berzocana, una geogymcana cultural en Guadalupe, una ruta que sigue los pasos de Isabel la Católica desde Cañamero a Guadalupe, y otros paseos guiados por el Geoparque. También representaciones teatrales y mercado artesanal.

En la Nave del Duende, en Casar de Cáceres, el viernes hay espectáculo de danza y teatro a cargo de la compañía balear Baal Dansa, titulado 'Ginoide' y dirigido por Catalina Carrasco. Para el sábado, la compañía lusa ACTA pone en escena 'Improvável'. La obra, cuyo texto es de José Martins, está dirigida por Luis Vicente con la ayuda de Sara Mendes Vicente.

En Valencia de Alcántara continúa el desarrollo del programa 'Patios contados'. Este fin de semana habrá lectura de poemas, acto en el que participará la extremeña Irene Sánchez Carrón, actuación de la escuela Municipal de Música, representación de la obra de teatro 'El último amor de Lorca' y proyección de 'La Novia'.

En Coria, hay concierto de fin de curso de la Escuela de Música de Coria. La Orquesta interpreta temas de grandes músicos y bandas de los 70 y 80 como Pink Floid, Boney M, Gloria Gaynor, Village Peaple, Michael Jackson, Mike Oldfiel, Tina Turner, The Police, Tina Charles, John Paul Jones y Europe.

Ocho cantautores procedentes de distintos puntos del país participan el sábado en el IV Certamen Nacional de Cantautores 'Cantando a la Rivera de Gata' a orillas del río a su paso por Moraleja. La cantautora pamplonesa Aurora Beltrán será la madrina este año.