foto EL PERIODICO LA RAZON
SENTECIA DEL 'CASO MALAYA'
El final del sueño marbellí
Roca seguirá jugando al ajedrez en
la cárcel de Alhaurín, donde Julián Muñoz añora a su última novia, una
criadora de caballos. La vida de Marisol Yagüe tampoco ha sido fácil:
trabajó en un tablao flamenco y fracasó en el amor
Llegó al Ayuntamiento de Marbella cobrando el paro y salió
de él con propiedades valoradas en más de 200 millones y con un tigre.
Solista del coro Río Real, fue una marioneta de Roca. Tras acceder al cargo de alcaldesa, lo primero que hizo fue operarse.
Siempre se dijo que Estados Unidos era el país de las
oportunidades, el único sitio en el que un simple limpiabotas podía
medrar hasta dirigir un imperio, siempre y cuando aliñase su deseo con
todo el esfuerzo y determinación necesarios. En las últimas décadas,
cualquiera podría pensar que esa tierra de promisión se había mudado a
Marbella, el lugar en el que todo eso se hacía realidad para los más
espabilados, donde un camarero o una cantante de tercera podían
convertirse en alcaldes y nadar entre billetes de 500 euros, y donde, a
pesar de no haber pozos de petróleo ni minas de oro, el dinero brotaba
del suelo.
La sentencia del 'caso Malaya', que este viernes se dio a
conocer, ha venido a poner el punto final a esa versión mediterránea del
sueño americano, con castigos ejemplares para muchos de sus
protagonistas, que se ven en el trance de pasar de una vida igual a la
de sus vecinos los jeques a otro mundo sórdido y oscuro, como si la
puerta de la cárcel diera entrada a otra dimensión. Para algunos, como
Juan Antonio Roca, esta nueva condena no supondrá un gran cambio: tras
siete años y medio encerrado, los días de gloria quedan ya muy lejos, y a
él mismo le resultará difícil recordarse como el verdadero amo del
Ayuntamiento marbellí, ante quien los empresarios se vaciaban los
bolsillos y la corte de sobornados se arrodillaba aguardando su parte.
Hoy, probablemente, dedicará el día a la lectura, a jugar al ajedrez y a
hacer algo de deporte -una costumbre nueva para él-, e incluso es
posible que eche una mano para limpiar la celda.
Roca es uno de los presos de un módulo de respeto (el ocho)
en Alhaurín de la Torre, en Málaga. Son bloques en los que los reclusos
participan en su gestión, se comprometen a seguir unas normas de
comportamiento y toman decisiones en asambleas; nada de drogas ni de
tipos conflictivos, lo cual no quiere decir que entre ellos no haya
asesinos y atracadores. La verdad es que él se adaptó pronto a la rutina
carcelaria en todos los centros por los que ha pasado. La consigna,
como sabe cualquier veterano, es mantener la cabeza ocupada. Así, ha
trabajado en la biblioteca y ha ejercido como profesor con sus
compañeros analfabetos, a quienes echa una mano con escritos y recursos e
invita a café y cigarrillos. Antes, estuvo absorbido en la preparación
de su juicio, una tarea que transformó su habitación en despacho y que
provocó cierto revuelo cuando se supo que incluso disponía de un
ordenador -sin internet, claro-, un privilegio desconocido para el común
de los presos.
Siempre ha sido meticuloso, tanto cuando era gestor del
urbanismo loco de Marbella como ahora tras los barrotes. Eso le llevó a
registrar en un cuaderno su vida en prisión, una especie de diario en el
que no faltaban planos del centro -hubo quien bromeaba diciendo que
pensaba recalificar los terrenos-. Los funcionarios se lo requisaran por
cuestiones de seguridad.
Bajo esa cubierta de serenidad se esconde un hombre que
sueña con respirar aire puro y que, desde su detención en marzo de 2006,
solo ha pasado ocho días en la calle, los que tardaron en revocar su
libertad condicional. Si algo le pesa, es no haber podido salir para
asistir al entierro de su padre.
La bofetada
El exalcalde Julián Muñoz también ha recibido el fallo tras
las rejas. Hasta hace unos meses estaba en libertad (salió de la cárcel
en 2009), lo que aprovechó para intentar rehacer su vida junto a Karina
Pau, una ciudadana británica dedicada a la cría de caballos (su padre
es un potentado gibraltareño) que le acogió en su finca de Jimena de la
Frontera, en Cádiz. Allí, 'Cachuli' dedicaba el tiempo a atender a los
animales o dirigir la labor de los empleados. «Yo me desplazaba allí
todos los días para trabajar con él -explica Miguel Ángel Ordóñez,
coautor de la reciente 'autobiografía' de Muñoz, 'La cruda verdad'-, y
cada dos por tres interrumpía la entrevista para ir a dar de comer a las
gallinas o regar el huerto». Cuando lo detuvieron el pasado abril, solo
tuvo tiempo de hacer una llamada desesperada a su novia. «Te quiero
mucho, Karina. Me meten en la cárcel. Cuídate y cuida de los perros. Haz
tu vida y no me esperes: voy a estar mucho tiempo dentro».
También se truncó la gira de promoción de su libro, que
ahora afronta Ordóñez en solitario, mientras él vuelve a habituarse a
estar tras los muros en otro módulo de respeto de Alhaurín, el cinco.
Durante su anterior estancia, se hizo cargo del economato, sudó en el
gimnasio y aprovechó para dejar de fumar. De inquietudes menos
intelectuales que Roca, de vez en cuando extendía una toalla en el
patio, junto a una pared pintada con unas palmeras y un pedazo de mar,
se compraba unas cocacolas, unas aceitunas y una bolsa de patatas fritas
y organizaba un picnic playero con su grupo mientras tomaba un rato el
sol.
Es difícil que Marisol Yagüe, su sucesora al frente del
consistorio, se adapte así de bien al penal: invirtió los seis meses que
pasó a la sombra en 2006 en llorar, leer y rezar en la capilla. «Una
persona que nunca ha estado en la cárcel lo lleva mal, como es
habitual», justifica su abogado, Pablo Luna. Tras salir, regresó a
Marbella, donde trató de sacar partido a su vocación artística
trabajando en el tablao flamenco de su sobrino, un negocio que fracasó.
Tampoco le fue bien en el amor: después de dejar a su marido por
Emiliano Domínguez, el policía local que ejercía de escolta cuando era
regidora, acabó rompiendo con él.
Fue sonado el episodio de la bofetada que atizó a un chaval
que le llamó «ladrona». Ocurrió en junio de 2009, cuando pasaba con su
coche por delante de un colegio de la localidad. Se bajó airada,
preguntó quién le había insultado y arreó un chuletón al chico que,
altivo, lo reconoció. Fue denunciada y condenada a pagar 150 euros, y
hay quien cree que, desde entonces, se deja ver menos por la ciudad.
Juan Cano, autor junto a Héctor Barbotta de 'La última
gota. La novela del caso Malaya', da fe de la existencia de «un reproche
social que ha obligado a muchos de los procesados a cambiar sus hábitos
de vida, aunque no sé si tanto como para esconderse». Para
desaparecidos, el caso de Pedro Román, mano derecha de Gil entre 1991 y
1998, considerado el más listo de todos por salirse de rositas. hasta
que fue detenido en 2007 al aterrizar en el aeropuerto de Málaga,
procedente de Suiza. La Justicia acabó por desentrañar su maraña de
sociedades, que le permitía declarar unos ingresos de 13 euros el mismo
año que invertía más de tres millones en un pelotazo inmobiliario que
reportó seis de beneficio. Últimamente residía en Madrid, aunque se
desplazaba de vez en cuando a Marbella a atender los negocios que le
quedaban allí: este mismo año le embargaron 41 fincas y su parte en el
avión y el helicóptero que compartía con Roca.
Sus conocidos dicen que amasó una fortuna de mil millones.
Camarero de profesión, tocó el cielo al convertirse en alcalde millonario y novio de la princesa de la copla, Isabel Pantoja.
Para juzgar la mayor trama de corrupción política de España
se han gastado 621.000 euros. Se ha tomado declaración a 500 personas y
se han celebrado 199 sesiones (800 horas) para juzgar a los 86
procesados. La sentencia ocupa 5.000 folios.
Se conoce como 'caso Malaya' la operación contra la
corrupción urbanística que tuvo su centro en el Ayuntamiento de Marbella
y ramificaciones por todo el país. Se trataba de una maquinaria
delictiva en la que participaban empresarios, políticos, abogados,
funcionarios y testaferros, con un repertorio delictivo que incluía el
cohecho, la malversación de caudales públicos, la prevaricación y
tráfico de influencias.
millones es el valor de los bienes incautados a los
implicados durante la primera fase de la operación policial, que comenzó
a desarrollarse en 2006.
TÍTULO; REVISTA EL SENADO, EL SENADO ESTA K.O.
Iñaki Anasagasti-foto-
Iñaki Anasagasti | |
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Iñaki Anasagasti en 2007. |
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Actualmente en el cargo | |
Desde el 14 de marzo de 2004 | |
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22 de junio de 1986-14 de marzo de 2004 | |
Predecesor | Marcos Vizcaya |
Sucesor | Josu Erkoreka |
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22 de junio de 1986-14 de marzo de 2004 | |
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31 de marzo de 1980-9 de julio de 1986 | |
Datos personales
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Nacimiento | 16 de noviembre de 1947, 65 años Cumaná Venezuela |
Partido | Partido Nacionalista Vasco |
Ocupación | Senador |
Sitio web | Iñaki Anasagasti |
Biografía
Nació el 16 de noviembre de 1947 en Cumaná, Venezuela, donde su familia, nacionalista vasca (su padre era militante del PNV), se había exiliado tras la Guerra Civil Española (su madre llegó a Venezuela en 1945). A los siete años, sus padres decidieron que Iñaki y sus tres hermanos debían educarse en el País Vasco, por lo que sus hijos regresan a San Sebastián y quedan a cargo de sus abuelos. Iñaki estudió en los Marianistas de San Sebastián desde 1955 a 1961 y desde esta fecha hasta 1965 en Santiago Apóstol de Bilbao.Venezuela
En 1965 muere su padre, e Iñaki vuelve a Venezuela, donde permanece durante diez años. Toma contacto con el exilio nacionalista vasco, nucleado en torno al Centro Vasco de Caracas, y estudia Periodismo y Sociología en la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, regentada por los Jesuitas. Allí conoce también a María Esther Solabarrieta, con la que se casó en 1976.En esa época fue nombrado presidente de Euzko Gaztedi Indarra (EGI, las juventudes del PNV) del Centro Vasco de Caracas. Radio Euzkadi emitía todos los días desde Venezuela y en onda corta "Radio Euzkadi". Colaboraba en la revista de resistencia "Gudari" editada en Caracas y participaba en acciones de resistencia.
Regreso a España
Al salir el PNV de la clandestinidad, fue elegido en 1977 miembro del consejo regional del PNV en Vizcaya (Bizkai Buru Batzar), cargo que ocupó hasta 1980 bajo la Presidencia de Carlos Garaikoetxea.
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