CULTURA
«'Gravity' responde a cuestiones existenciales de la vida»
La exitosa intérprete llega a la
pantalla junto con George Clooney en una inquietante película de
ciencia-ficción dirigida por Alfonso Cuarón. Sandra Bullock Actriz
Uno no espera viajar al espacio en un futuro próximo, a
menos que ya forme parte de la expedición que tiene prevista Richard
Branson, pero después de ver 'Gravity' el universo se presenta
infinitamente más aterrador que antes. Sandra Bullock es la protagonista
de esta película que se estrena este viernes en la gran pantalla en dos
formatos, Imax 3D y en el 2D de toda la vida. En el filme, la doctora
Ryan Stone (Bullock), una brillante ingeniero-médica parte en una misión
junto al veterano astronauta Matt Kowalsky, el siempre apuesto George
Clooney. La cosa se complica tras un desastroso accidente en lo que
parece un paseo rutinario por el espacio y de pronto entre la inmensidad
y el infinito la audiencia se queda sola con la respiración de Sandra
Bullock en pantalla.
-¿En qué estado mental se necesita estar para rodar un personaje como el que interpreta en 'Gravity'?
-La película me obligó a pensar en lo desconocido. Leer el
guión fue una profunda experiencia personal porque no tenia ni idea de
cómo interpretar mi personaje. La voluntad de Alfonso Cuarón, un
director en el que creo fervientemente, y lo digo porque a lo largo de
los años siempre que he rodado una película he pedido que él la
dirigiese, me convenció para atreverme a crear el papel.
-Pero usted dudó a la hora de hacer 'Gravity'. ¿Que le hizo cambiar de opinión?
-En un principio me dio miedo, jamas he rodado un filme
así, con un mensaje bellísimo y unas escenas extremas de acción. Se
parece a la vida real. Tenía tanta fe en Cuarón, por su trabajo
anterior, que decidí involucrarme a ciegas. Llegué a pensar que, aunque
no tuviéramos las respuestas durante las primeras semanas de rodaje, si
trabajábamos en equipo seríamos capaces de encontrarlas
-La cinta propone una gran metáfora sobre la vida en la caída libre de su personaje por el espacio...
-Sentí que estábamos tratando de dar forma a muchas
cuestiones existenciales que ocurren en nuestras vidas. Cuarón ha puesto
su granito de arena como ser humano y como artista. Para mí, este filme
ha sido una catarsis; igual que el personaje, yo he tenido que
reinventarme como mujer.
-George Clooney le sirve como secundario de lujo en 'Gravity'...
-George y yo nos conocemos desde antes de que ninguno
tuviera una carrera. Formamos parte del mismo círculo cerrado de amigos.
Yo conozco a George antes de que fuera 'el guapo George'. Siempre ha
sido la misma persona. Un hombre que adora el cine, un hombre que ama
ser parte de un grupo que trabaja. Es un trabajador en equipo. Uno no
puede adivinar qué va a ocurrir cuando colabora en una película con
alguien que tiene el mismo nivel de éxito que tiene George, pero él se
preocupa por acompañarte. Siempre dice: '¿Cómo puedo ayudar?'. Es el
mismo tipo que conocí cuando nuestro pelo era oscuro y rizado. Siempre
se agradece trabajar con George porque quiere que todo el mundo se vea
mejor. Quiere que todos a su alrededor tengan su momento, no es un actor
narcisista, ni un director narcisista, ni un guionista narcisista, ni
un productor narcisista que piensa solo en verse él lo mejor posible.
Siempre piensa en los demás.
-¿Que reacción espera recibir del público con este filme?
-Espero mucho. Deseo que el público sienta que se
transporta fuera de su cuerpo, que cuando el filme termine quieran hacer
algo sensacional con sus vidas, si es que no lo están haciendo ya. Que
se pregunten en qué pierden el tiempo, qué no han experimentado. Este
filme tiene una historia bellísima, un sentimiento de esperanza que te
obliga a pensar en la oportunidad de volver a nacer, tal vez eso es lo
que tenemos que hacer con nuestras vidas. Después de tener la intensa,
horrible, bella y aterradora experiencia de ver el filme de Alfonso
llegas a un nuevo camino.
TÍTULO: LA ULTIMA FARSA DE BERLUSCONI,.
La última farsa de Berlusconi
En un intento de evitar la ruptura
de su partido, respalda por sorpresa al Gobierno de Letta, al que hace 5
días trató de hundir
El primer ministro italiano, Enrico Letta, confesó ayer en
el Senado que no había dormido nada ante el decisivo voto de confianza
del Gobierno, pero sin duda le fue imposible amodorrarse porque pasó,
como todos, una mañana vertiginosa e inolvidable. Berlusconi, que había
anunciado el sábado su decisión de salir del Ejecutivo de coalición con
el PD, de centroizquierda, y mandarlo a pique, y que ayer cambió de
opinión algo así como una decena de veces, acabó pidiendo a los suyos
por sorpresa, tras decidir de nuevo in extremis lo contrario, que
respaldaran el voto de confianza. «¡Es un grande!», murmuró Letta con
una sonrisa, rendido ante la última pirueta del gran farsante. Pero
había en ello casi una humillante conmiseración. Berlusconi ha puesto
patas arriba Italia y ha vuelto a asombrar al mundo durante cinco días
para nada, era broma.
El líder de la derecha no se ha vuelto loco, no lo ha hecho
por el país, sino como siempre por interés personal: se le rompía el
partido, dividido entre duros y blandos, bautizados como 'halcones' y
'palomas'. Ante la certeza de que al menos 23 senadores moderados,
incluido su 'número dos', Angelino Alfano, iban a votar a favor del
Ejecutivo y le daban una mayoría suficiente en el Senado, la Cámara
donde Letta está en minoría, optó por comerse sus palabras y maquillar
la escisión. Aunque no engañó a nadie y además la ruptura iba en serio:
ayer ya se formó un nuevo grupo parlamentario de los rebeldes.
Si a Berlusconi le va mal, para Italia es una buena
noticia. Suele ir relacionado. El Gobierno de Letta sale airoso y
reforzado de esta enésima crisis, y aleja la próxima. Porque 'Il
Cavaliere' está de momento desactivado, pero no se le puede dar por
acabado hasta que los italianos lo echen en las urnas. Está por ver la
autonomía y la fiabilidad reales de este grupo disidente de la derecha
que ha inaugurado y permitido una nueva fase en la política italiana.
Incluye a los cinco ministros del PDL y por lo pronto asegura una
mayoría más tranquilizadora a Letta, que se sacude la venenosa
dependencia de Berlusconi. Las elecciones anticipadas dejan de ser una
amenaza y se puede incluso soñar con un plazo de estabilidad hasta el
2015.
Berlusconi ha dado marcha atrás infinidad de veces,
desdiciéndose con desparpajo según le convenía, pero cuando ayer se vio
obligado a recular firmó uno de los mayores fracasos políticos de su
carrera. Ha roto su partido, ha perdido el poder de chantaje sobre el
Gobierno y ya no es dueño de su destino. Aspiraba a ir a las urnas y a
condicionar o burlar su condena por evasión fiscal a un año de arresto
domiciliario o de voluntariado, que debe empezar a cumplir el día 15.
También quería evitar que le expulsen del Senado, un trámite que mañana
mismo debe dar su primer paso en una comisión. Pero ya no controla la
escena y, por primera vez en 20 años, quizá deje de ser protagonista.
Las risotadas que causó su último número tenían algo de melancólicas,
porque se le vio superado. En esta ocasión ha calculado muy mal, quizá
ha perdido olfato táctico, aunque lo recuperó en el último instante en
una decisión personal y, como siempre, pasándose por el forro lo que
habían resuelto sus parlamentarios: en realidad una hora antes habían
aprobado por unanimidad votar contra el Gobierno. Fue el final de una
mañana increíble, con un baile continuo de opiniones contradictorias y
adecuación de los principios al momento, pura política italiana. Vivido
en directo tiene más gracia, pero el relato también es descacharrante.
Disimular la fisura
La víspera, Alfano proclamó que el PDL debía votar 'sí' al
Gobierno de Letta, pero Berlusconi se acostó diciendo que no. Por la
mañana salió de casa repitiendo lo mismo, pero cuando llegó al Senado
dejó caer un «veremos», según lo que dijera Letta. Aunque el primer
ministro ya llevaba media hora hablando y se lo estaba perdiendo. Pero
Berlusconi había sabido ya que los rebeldes no se bajaban del burro.
Convocó entonces una reunión de los parlamentarios del PDL para decidir y
trascendió que ahora votarían que sí, para disimular la fisura interna.
Pero es que la tropa de Alfano no se presentó a la reunión y
plantó a Berlusconi. Iban sobrados. Es más, empezó a circular una lista
-la repartían emocionados sus rivales del PD- con 23 firmas de
disidentes jurando que apoyarían el Gobierno. Incluso algunos de ellos
concedían entrevistas muy seguros anunciando que daba igual, que en todo
caso ellos formarían un grupo propio. Dentro de la sala del PDL se
enteraron y cundió un cabreo tremendo. Votaron entonces en masa por el
'no' al Ejecutivo. «Ha sido por u-na-ni-mi-dad», deletreaba complacido
ante los periodistas el jefe de los diputados del PDL, Renato Brunetta,
adscrito al sector duro. El portavoz, Sandro Bondi, hizo un ataque
furibundo a Letta en su turno de palabra. Berlusconi, señalaron varios
dirigentes, no tomaría la palabra. Poco después, gran final: Berlusconi
tomó la palabra y dijo que votarían a favor del Gobierno. Su partido se
enteró en ese mismo momento. Pero todos, menos seis, obedecieron como
corderitos. Marcador definitivo: 235 a favor y 70 en contra, y aquí no
ha pasado nada. De momento. Eso es lo malo, que con esta gente nunca se
sabe.
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