TÍTULO: HOY LE TOCA A , El sonado debut de Kubala con España,.
Ahora que le estamos dando vueltas al caso Diego Costa viene
a cuento recordar el debut de Kubala, primer nacionalizado en la selección.
Fichado por el Barça a principios de los cincuenta, prodigio técnico adelantado
varios lustros al nivel del fútbol español, fue convertido por el Régimen de
Franco en mito anticomunista. Fugado de Hungría en condiciones novelescas
(llegó a la frontera disfrazado de soldado ruso, en un camión, y luego cruzó
andando el monte hasta Austria) no pudo hacer carrera en Italia, como era su
pretensión, por la denuncia del Vasas de Budapest, propietario de su ficha. A
partir de un momento no pudo ni ser contratado para amistosos, por la fuerte
influencia del Partido Comunista en Italia. Convertido en el alma del Hungaria,
un equipo apátrida de fugados del otro lado del Telón de Acero, apareció en
España en la primavera de 1950. Bernabéu intentó ficharle, pero él pretendió
meter en el paquete a su cuñado, Daucik, el entrenador. Eso y las dificultades
que le opuso la Federación echaron a Bernabéu para atrás. El Barça fue más
atrevido, aceptó a Daucik y contó con el apoyo en la Federación (cuyo
secretario era personaje barcelonista, Ricardo Cabot) para ir colando al
jugador poco a poco. Primero, como amateur para amistosos. Al final de la
50-51, ya como profesional.
Kubala fue un suceso extraordinario, tanto por su calidad como por su condición de símbolo anticomunista. Rodó una película, Los Ases buscan la paz, que narraba su fuga, según el guion porque los comunistas le obligaban a espiar y eso a él le parecía feo. Aunque la Federación no consiguió de la FIFA el transfer internacional hasta el verano de 1954, jugó sin él ese tiempo en el Barça e incluso en la selección. Pero a la hora de tratar de utilizarle para la clasificación del Mundial surgieron los problemas.
En la temporada 52-53 Kubala era la estrella rutilante del fútbol español. Pedro Escartín había entrado como seleccionador, en sustitución de Ricardo Zamora, que dejó el cargo por una oferta para entrenar en Venezuela. Eran tiempos de magníficas relaciones con Argentina, cuando Perón mandaba trigo y carne a un país empobrecido y aislado. En 1947 había visitado España su mujer, Eva Perón, en cuyo nombre se disputó la Supercopa de España durante esos años.
España recibió a Argentina en el Bernabéu el 7 de diciembre de 1952, presentación de Escartín como seleccionador. El partido tuvo una expectación nunca antes conocida, tanto por el prestigio natural del fútbol argentino como por el interés oficial que hubo en engrandecerlo. España había sido cuarta en el Mundial de 1950. Argentina no había participado en él, porque a Perón le enfadó que no se otorgara a su país la organización. Ganó Argentina 0-1, en un raro error de Ramallets que se comentó durante años: Allegri lanzó directamente a puerta un libre indirecto y Ramallets, en lugar de dejarlo pasar, en cuyo caso el árbitro hubiera debido decretar fuera de gol, rechazó en corto y el rebote lo aprovechó Infante para marcar el solitario tanto. Entre eso y que el partido empezó media hora tarde (luego se supo que los argentinos pretendían hacer más cambios de los autorizados y Escartín se negó, de ahí el retraso) los comentarios fueron inagotables.
Así que cuando se devolvió la visita, aquello se presentó como el acabose. Se adelantó en una semana la final de Copa (Barcelona-Atlético de Bilbao) porque casi todos los seleccionados eran de esos dos equipos. Hubo concentración “de recuperación” en El Escorial, con debate sobre si debían entrenarse o solo recuperar el peso perdido “durante la durísima temporada”. Se llamó por primera vez a Kubala, nacionalizado español (previo bautizo en Águilas, el pueblo del que a su llegada era presidente de la Federación, Muñoz Calero) y despistando el hecho de que aún no cumplía el requisito de llevar tres años completos de residencia. Para dar más emoción al asunto, Kubala había superado ese mismo año una tuberculosis que fue noticia nacional, y por la que se llegó a temer que tuviera que dejar el fútbol. El viaje se adelantó unos días “principalmente para volar en un avión que llevara nuestra bandera”, según cuenta en sus memorias de esos años el presidente de la Federación, Sancho Dávila, reputado falangista. A los pilotos les concederá la Secretaría General del Movimiento, a petición de la Federación, el ingreso en la Orden de Cisneros.
Madrid-Río-Montevideo-Buenos Aires, con recibimiento apoteósico. España se aloja en el Club Hindú, en la finca Don Torcuato, lugar paradisíaco, nada que ver con aquella Martona que tanto dará que hablar en 1978. El embajador, Manuel Aznar (abuelo de José María Aznar), se cuenta entre los informantes de Escartín sobre la última hora de la selección argentina. Aznar había sido periodista, por un tiempo crítico deportivo, y era buen conocedor del fútbol. Su esposa era hermana de Acedo, extremo izquierda de la primera selección que tuvo España, la de la medalla de plata en Amberes en 1920.
Once de España el día del debut de Kubala, ante Argentina en 1953. De izquierda a derecha, arriba: Ramallets, Navarro, Biosca, Segarra, Manolín, Bosch y Eizaguirre. Abajo: Basora, Venancio, Kubala, Moreno y Gaínza. / AS
Entre un partido y otro, Argentina había ganado a Inglaterra, el 15 de mayo, 3-1, con un primer gol de Grillo que hizo que aquel día se consagrara en Argentina como El Día del Futbolista. España, mientras, ha jugado dos partidos en casa, 2-2 contra Alemania y 3-1 contra Bélgica. No estaba mal. Además, esta vez tendríamos a Kubala… si bien a costa de sacrificar a Zarra. Solo alguien como Kubala justificaba tal sacrilegio. Kubala ya había sido internacional con Hungría y Checoslovaquia. Se convertirá en el primer (aún hoy es el único) internacional con tres países distintos.
Es el 5 de julio, invierno argentino, cuando nuestros muchachos saltan al campo de River Plate. Preside el partido Perón. Juegan: Ramallets; Navarro, Biosca, Segarra; Manolín, Bosch; Basora, Venancio, Kubala, Moreno y Gaínza. Siete del Barça, tres del Athletic y el madridista Navarro. Trío arbitral inglés, lo que da más rigor al choque.
Pero resulta un fiasco. Escartín, asustado por los informes de Aznar y algún otro sobre el gran juego de Argentina ante Inglaterra con su delantera “en abanico” (delantero centro retrasado, los interiores algo más arriba y los extremos, abiertos y más adelantados) coloca a Venancio muy atrás, sobre el nueve argentino, Lacasia, al que Biosca espera en el área. Manolín y Bosch no se ocupan más que de marcar a los interiores, Grillo y Cecconato. Además, Kubala recibe un tantarantán de Dellacha en el minuto 21 que le deja medio rengo. España, embotellada, aguanta el resultado hasta el minuto 86, cuando marca Grillo, el héroe ante los ingleses. Escartín recibirá fuertes críticas en uno y otro país, por su táctica ultradefensiva, que él negará en escritos posteriores.
Al menos ganamos una semana después, ante Chile, en Santiago. A Chile la entrenaba Plattko, el meta húngaro que jugó en el Barça y que mereció aquel poema de Alberti. Repiten todos menos Manolín, a quien sustituye el madridista Muñoz. Zarra se queda de nuevo sin jugar. Esta vez España juega con más alegría y gana 1-2, con goles de Venancio y Kubala. Algo es algo.
Por desgracia, Kubala no pudo dar a España lo que se esperaba. No nos clasificamos para el Mundial de 1954, eliminados por Turquía por sorteo tras empatar en partido de desempate en Roma. Justo antes del mismo, con Kubala ya vestido, llegó un telegrama de la FIFA en el que se llamaba la atención sobre su presencia. (Ya queda dicho que su situación no se legalizó del todo hasta el propio Mundial de 1954). No pudo jugar. Y tampoco fuimos al Mundial de 1958, pese a una delantera con Miguel, Kubala, Di Stéfano, Suárez y Gento. Un 2-2 en casa contra Suiza nos averió la fase de grupo.
Para 1962 sí fuimos al Mundial, pero Kubala ya no participó en la fase de clasificación. Fuimos con cuatro nacionalizados, Di Stéfano (que no llegó a jugar, por lesión), Puskas, Eulogio Martínez y Santamaría. Pero no pasamos la fase de grupo…
Kubala fue un suceso extraordinario, tanto por su calidad como por su condición de símbolo anticomunista. Rodó una película, Los Ases buscan la paz, que narraba su fuga, según el guion porque los comunistas le obligaban a espiar y eso a él le parecía feo. Aunque la Federación no consiguió de la FIFA el transfer internacional hasta el verano de 1954, jugó sin él ese tiempo en el Barça e incluso en la selección. Pero a la hora de tratar de utilizarle para la clasificación del Mundial surgieron los problemas.
En la temporada 52-53 Kubala era la estrella rutilante del fútbol español. Pedro Escartín había entrado como seleccionador, en sustitución de Ricardo Zamora, que dejó el cargo por una oferta para entrenar en Venezuela. Eran tiempos de magníficas relaciones con Argentina, cuando Perón mandaba trigo y carne a un país empobrecido y aislado. En 1947 había visitado España su mujer, Eva Perón, en cuyo nombre se disputó la Supercopa de España durante esos años.
España recibió a Argentina en el Bernabéu el 7 de diciembre de 1952, presentación de Escartín como seleccionador. El partido tuvo una expectación nunca antes conocida, tanto por el prestigio natural del fútbol argentino como por el interés oficial que hubo en engrandecerlo. España había sido cuarta en el Mundial de 1950. Argentina no había participado en él, porque a Perón le enfadó que no se otorgara a su país la organización. Ganó Argentina 0-1, en un raro error de Ramallets que se comentó durante años: Allegri lanzó directamente a puerta un libre indirecto y Ramallets, en lugar de dejarlo pasar, en cuyo caso el árbitro hubiera debido decretar fuera de gol, rechazó en corto y el rebote lo aprovechó Infante para marcar el solitario tanto. Entre eso y que el partido empezó media hora tarde (luego se supo que los argentinos pretendían hacer más cambios de los autorizados y Escartín se negó, de ahí el retraso) los comentarios fueron inagotables.
Así que cuando se devolvió la visita, aquello se presentó como el acabose. Se adelantó en una semana la final de Copa (Barcelona-Atlético de Bilbao) porque casi todos los seleccionados eran de esos dos equipos. Hubo concentración “de recuperación” en El Escorial, con debate sobre si debían entrenarse o solo recuperar el peso perdido “durante la durísima temporada”. Se llamó por primera vez a Kubala, nacionalizado español (previo bautizo en Águilas, el pueblo del que a su llegada era presidente de la Federación, Muñoz Calero) y despistando el hecho de que aún no cumplía el requisito de llevar tres años completos de residencia. Para dar más emoción al asunto, Kubala había superado ese mismo año una tuberculosis que fue noticia nacional, y por la que se llegó a temer que tuviera que dejar el fútbol. El viaje se adelantó unos días “principalmente para volar en un avión que llevara nuestra bandera”, según cuenta en sus memorias de esos años el presidente de la Federación, Sancho Dávila, reputado falangista. A los pilotos les concederá la Secretaría General del Movimiento, a petición de la Federación, el ingreso en la Orden de Cisneros.
Madrid-Río-Montevideo-Buenos Aires, con recibimiento apoteósico. España se aloja en el Club Hindú, en la finca Don Torcuato, lugar paradisíaco, nada que ver con aquella Martona que tanto dará que hablar en 1978. El embajador, Manuel Aznar (abuelo de José María Aznar), se cuenta entre los informantes de Escartín sobre la última hora de la selección argentina. Aznar había sido periodista, por un tiempo crítico deportivo, y era buen conocedor del fútbol. Su esposa era hermana de Acedo, extremo izquierda de la primera selección que tuvo España, la de la medalla de plata en Amberes en 1920.
Once de España el día del debut de Kubala, ante Argentina en 1953. De izquierda a derecha, arriba: Ramallets, Navarro, Biosca, Segarra, Manolín, Bosch y Eizaguirre. Abajo: Basora, Venancio, Kubala, Moreno y Gaínza. / AS
Entre un partido y otro, Argentina había ganado a Inglaterra, el 15 de mayo, 3-1, con un primer gol de Grillo que hizo que aquel día se consagrara en Argentina como El Día del Futbolista. España, mientras, ha jugado dos partidos en casa, 2-2 contra Alemania y 3-1 contra Bélgica. No estaba mal. Además, esta vez tendríamos a Kubala… si bien a costa de sacrificar a Zarra. Solo alguien como Kubala justificaba tal sacrilegio. Kubala ya había sido internacional con Hungría y Checoslovaquia. Se convertirá en el primer (aún hoy es el único) internacional con tres países distintos.
Es el 5 de julio, invierno argentino, cuando nuestros muchachos saltan al campo de River Plate. Preside el partido Perón. Juegan: Ramallets; Navarro, Biosca, Segarra; Manolín, Bosch; Basora, Venancio, Kubala, Moreno y Gaínza. Siete del Barça, tres del Athletic y el madridista Navarro. Trío arbitral inglés, lo que da más rigor al choque.
Pero resulta un fiasco. Escartín, asustado por los informes de Aznar y algún otro sobre el gran juego de Argentina ante Inglaterra con su delantera “en abanico” (delantero centro retrasado, los interiores algo más arriba y los extremos, abiertos y más adelantados) coloca a Venancio muy atrás, sobre el nueve argentino, Lacasia, al que Biosca espera en el área. Manolín y Bosch no se ocupan más que de marcar a los interiores, Grillo y Cecconato. Además, Kubala recibe un tantarantán de Dellacha en el minuto 21 que le deja medio rengo. España, embotellada, aguanta el resultado hasta el minuto 86, cuando marca Grillo, el héroe ante los ingleses. Escartín recibirá fuertes críticas en uno y otro país, por su táctica ultradefensiva, que él negará en escritos posteriores.
Al menos ganamos una semana después, ante Chile, en Santiago. A Chile la entrenaba Plattko, el meta húngaro que jugó en el Barça y que mereció aquel poema de Alberti. Repiten todos menos Manolín, a quien sustituye el madridista Muñoz. Zarra se queda de nuevo sin jugar. Esta vez España juega con más alegría y gana 1-2, con goles de Venancio y Kubala. Algo es algo.
Por desgracia, Kubala no pudo dar a España lo que se esperaba. No nos clasificamos para el Mundial de 1954, eliminados por Turquía por sorteo tras empatar en partido de desempate en Roma. Justo antes del mismo, con Kubala ya vestido, llegó un telegrama de la FIFA en el que se llamaba la atención sobre su presencia. (Ya queda dicho que su situación no se legalizó del todo hasta el propio Mundial de 1954). No pudo jugar. Y tampoco fuimos al Mundial de 1958, pese a una delantera con Miguel, Kubala, Di Stéfano, Suárez y Gento. Un 2-2 en casa contra Suiza nos averió la fase de grupo.
Para 1962 sí fuimos al Mundial, pero Kubala ya no participó en la fase de clasificación. Fuimos con cuatro nacionalizados, Di Stéfano (que no llegó a jugar, por lesión), Puskas, Eulogio Martínez y Santamaría. Pero no pasamos la fase de grupo…
TÍTULO: La Chica de AS
Amor fraterno en Bilbao
Los Philadelphia 76ers de la NBA
visitaron Bilbao y no perdieron por el canto de un euro. El espectáculo
fue digno. Fornidas cheerleaders incluidas
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