lunes, 14 de octubre de 2013

«La descomposición del orden público erosionó muchísimo a la II República»/ «Sed cristianos de obras y no de palabras».


  1. Doscientos años largos dan para mucho. En el libro Breve historia del mundo contemporáneo, que abarca desde 1776 hasta nuestros días, ...

    Doscientos años largos dan para mucho. En el libro 'Breve historia del mundo contemporáneo', que abarca desde 1776 hasta nuestros días, Juan Pablo Fusi analiza todas las revoluciones y acontecimientos acaecidos en este prolongado periodo de tiempo, desde las revoluciones americana y francesa hasta las guerras napoleónicas, pasando por los fascismos y la caída del Muro de Berlín. El historiador destaca que el nacionalismo que nace con el Romanticismo tiene un fundamento liberal que se aleja de las divisiones étnicas y secesionistas que vinieron después, al final del siglo XIX. Cree además este catedrático de la Universidad Complutense que los desafíos de la actualidad ya fueron descritos por Keynes: conciliar la eficiencia económica con la justicia social y la libertad individual. En esta obra, publicada por Galaxia Gutenberg-Círculo de lectores, Fusi aduce que la II República erró en su reforma educativa y eclesiástica al concitar la enemistad de la España católica.
    -La I Guerra Mundial inauguró toda una industria de matar.
    -Aunque el armamento usado era muy inferior al de la II Guerra Mundial, en la primera murieron diez millones de personas y se movilizaron unos sesenta millones de soldados sumando ambas partes.
    -¿Qué consecuencias tuvo?
    -Conllevó la desaparición de tres imperios, la creación de países nuevos en Europa, la presencia de Francia y Gran Bretaña en Oriente Medio, la irrupción del fascismo italiano y la Revolución Soviética, que no habría tenido tanta importancia de no ser por esa gran contienda.
    -Lo mejor del Romanticismo quizá fue su arte. ¿Lo peor fue el nacionalismo?
    -El nacionalismo que impregna el Romanticismo es de corte liberal. Va unido al constitucionalismo y el Parlamento. Es muy al final del siglo XIX cuando empiezan a aparecer una serie de nacionalismos de raíz autoritaria, muy tradicionalistas y vinculados a movilizaciones étnico-secesionistas en el interior de Estados nacidos hace mucho tiempo. El nacionalismo de cuño romántico trajo consigo Grecia, la unificación italiana, Garibaldi... Es más de unificación que de división.
    -¿Está envuelta la II República por un halo sentimental?
    -Durante el periodo de Azaña se pusieron en marcha reformas que parecían necesarias para el progreso y la modernización de España, como la agraria, la militar, la eclesiástica y educativa, así como la territorial. Cosa distinta es cómo se hizo eso. Algunas, como la reforma educativo-eclesiástica, se hicieron mal, fue una provocación innecesaria a la España católica.
    -¿Por qué acabó mal la República?
    -Hubo un problema muy grave de descomposición del orden público que erosionó muchísimo la propia legitimidad de la República. Además, a partir de 1933 y durante 1934, tanto la CEDA como el PSOE se deslizaron hacia posiciones extremistas y radicales, la primera en busca de un orden católico y el segundo en demanda de una república popular.
    -La Guerra Civil no parece que arreglara nada.
    -A finales del siglo XIX y principios del XX los grandes problemas de España eran el atraso económico, la falta de democracia y el mal funcionamiento de la Administración y del Estado de Derecho. Todo eso lo agravará la Guerra Civil. Pero además persistía el conflicto de la organización territorial del Estado. En este sentido, la II República fue muy prudente. Concedió la autonomía a Cataluña en 1932 y, solo cuando ya había comenzado la guerra, al País Vasco. Desde luego la Guerra Civil no resolvió ese problema y la dictadura de Franco empeoró la organización territorial del Estado español.
    -¿Ahora se está haciendo todo lo contrario al nuevo New Deal?
    -Es verdad que Roosevelt puso en marcha grandes inversiones con dinero público, pero también cerró los bancos cien días, todos sin excepción, e inyectó grandes cantidades a la banca. La gente no se acuerda mucho de que de Roosevelt tomó medidas muy duras.
    -¿Tiene la democracia española graves problemas sin resolver?
    -Problemas siempre hay, pero no se derivan de que esté mal trazado el aparato constitucional e institucional, que en algunos casos es impecable.

    «TÍTULO; Sed cristianos de obras y no de palabras».

    «Sed cristianos de obras y no de palabras»- Con un nítido y preciso mensaje del Papa reclamando «cristianos con obras y no de palabras» arrancó ayer en Tarragona la beatificación más ...

    Con un nítido y preciso mensaje del Papa reclamando «cristianos con obras y no de palabras» arrancó ayer en Tarragona la beatificación más multitudinaria del la Iglesia católica en España. Unos 25.000 fieles y peregrinos se congregaron, según las cifras de los organizadores, para escuchar el mensaje papal y presenciar la beatificación de 522 sacerdotes, religiosos, monjas y seglares asesinados durante la Guerra Civil española (a excepción de dos de ellos, que murieron en la Revolución de Asturias de 1934). En su mensaje en vídeo de apenas tres minutos, el Sumo Pontífice elogió la entrega de los mártires a los que se refirió como «discípulos que aprendieron bien el sentido de amar hasta el extremo que llevó a Jesús a la cruz».
    Aunque la Iglesia se cuidó de afirmar en todo momento que los nuevos beatos fueron caídos de la contienda española, sino que fueron víctimas de la persecución religiosa, la mayor elevación a los altares celebrada nunca por la Iglesia católica reabría en cierto sentido heridas de la Guerra Civil. Estuvo rodeada por la polémica de la memoria histórica, ante el debate sobre el papel que jugó la Iglesia en la Guerra Civil española y en el régimen de Franco y por lo que algunos entienden un acto de injusticia, dado que la jerarquía eclesiástica solo recuerda a los muertos de un bando y no a los que son responsabilidad de un régimen al que dio amparo.
    Aunque algunas voces críticas, incluso el seno de la Iglesia, como entidades cristianas de base, habían reclamado por carta al Papa un reconocimiento explícito del apoyo que el catolicismo prestó a la dictadura franquista y le habían solicitado que pidiera perdón público por el respaldo que la Iglesia española dio al dictador, el jefe de la Iglesia de Roma evitó cualquier referencia que pudiera ser entendida como un acto de disculpa.
    El Papa Francisco, que en lo que lleva al frente de la jefatura del Estado del Vaticano ha sorprendido por no esconderse ante los temas controvertidos, participó desde Roma en la macro-beatificación a través del mensaje grabado emitido en una pantalla gigante. Esta vez Jorge Mario Bergoglio pasó de puntillas sobre el asunto del nacionalcatolicismo y la santa cruzada, y pidió a los cristianos que lo sean de manera concreta, a través de obras y no de palabras «para no ser cristianos mediocres». Este amor a la fe se debe llevar hasta el «final», reclamó, como lo demostraron los 522 mártires elevados a los altares. «Mártir es aquel que ha tomado el sentido de querer hasta el extremo que llevó a Jesús a la cruz», exclamó. «No existe el amor por entregas, el amor en porciones. Cuando se ama se quiere hasta el extremo», concluyó.
    La macro-beatificación, en la que participaron 105 obispos (ocho de ellos cardenales), 1.400 sacerdotes, fue presidida por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos. Aseguró el prelado en su homilía que la beatificación «no busca culpables», destacó que «el perdón es la esencia del cristianismo» y que «nada justifica un guerra fratricida ni la muerte del prójimo».
    Amato recordó el «periodo oscuro de la hostilidad anticatólica de los años 30». «Vuestra noble nación fue envuelta en la niebla diabólica de una ideología, que anuló a millares y millares de ciudadanos pacíficos, incendiando iglesias y símbolos religiosos, cerrando conventos y escuelas católicas, destruyendo parte de vuestro precioso patrimonio artístico» . Una etapa de «libertina política religiosa», dijo.
    Insistió Amato en que, en todo caso, los mártires «no fueron caídos de la Guerra Civil, sino víctimas de una radical persecución religiosa, que se proponía el exterminio programado de la Iglesia». Sin buscar culpables ni cargar responsabilidades, destacó que la Iglesia, «no quiere olvidar a estos sus hijos valientes» y los beatifica en una «fiesta de la reconciliación, del perdón dado y recibido». «Una celebración -aseguró- que quiere una vez más gritar fuertemente al mundo que la humanidad necesita paz, fraternidad, concordia. Nada puede justificar la guerra, el odio fratricida, la muerte del prójimo», reiteró.
    Hubo en la ceremonia, celebrada en la antigua universidad laboral de Tarragona, una nutrida representación política: el presidente del Congreso, Jesús Posada; el presidente de la Generalitat Artur Mas; los ministros de Interior y Justicia, Jorge Fernández Díaz y Alberto Ruiz Gallardón, así como unos 80 alcaldes de municipios y ciudades de toda España. Ruiz Gallardón calificó la ceremonia como un acto de «justicia», pero también de «reconciliación». El president Mas, que recibió fuertes críticas en Cataluña por asistir a un homenaje a los del bando de los vencedores, justificó su presencia en que la mitad de los nuevos beatos eran catalanes y eran «víctimas inocentes».
    Murcianos
    Entre los mártires beatificados se encontraban cuatro sacerdotes murcianos pertenecientes a la Diócesis de Cartagena: Fulgencio Martínez, Buenaventura Muñoz, Antonio Faúndez y Pedro Sánchez Barba. Este último, nacido en Llano de Brujas, fue administrador de 'La Verdad'. Junto a los españoles, también fueron venerados tres religiosos franceses, un cubano, un colombiano, un filipino y un sacerdote portugués.

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