sábado, 19 de octubre de 2013

LA HORMA DE MI ZAPATO, Richard Gere , LAS DOS CARAS DE LA VERDAD,./ EL OBJETO Y YO, BORIS BECKER ,Lluvia de raquetazos,.

TÍTULO; LA HORMA DE MI ZAPATO, Richard Gere, LAS DOS CARAS DE LA VERDAD,

Las dos caras de la verdadTÍTULO; LAS DOS CARAS DE LA VERDAD,.

Reparto
Richard Gere, Laura Linney, Edward Norton, John Mahoney, Alfre Woodard, Frances McDormand, Maura Tierney, Andre Braugher, Steven Bauer, Terry O'Quinn, Joe Spano,.
 
Martin Vail (Richard Gere), un ambicioso abogado de Chicago, es capaz de aceptar cualquier caso con tal de salir en la prensa. Un día decide ocuparse de uno que parece imposible de ganar: la defensa de Aaron (Edward Norton), un joven que es acusado de asesinar al arzobispo de Chicago, tras ser detenido mientras huía del escenario del crimen.


  1. Fue su primera mujer. Estuvieron casados siete años y tuvieron dos hijos. Becker siempre se ha arrepentido del engaño que dio al traste con ...

    Lluvia de raquetazosGENTE

    Lluvia de raquetazos

    El último libro de -foto-Boris Becker sobre sus ex agota la paciencia de los alemanes con su antiguo ídolo: «Es el hazmerreír de la nación»

    Fue su primera mujer. Estuvieron casados siete años y tuvieron dos hijos. Becker siempre se ha arrepentido del engaño que dio al traste con la relación.
    Su fugaz sesión de sexo oral con ella en un restaurante precipitó la ruptura del matrimonio del tenista. También propició el nacimiento de otra hija.
    La modelo holandesa es su esposa ahora. Tienen un hijo y esperan otro para dentro de tres meses. La pareja ha visitado la Oktoberfest de Múnich.
    Cualquiera que recuerde al Boris Becker que zigzagueaba hace un par de décadas por las pistas de tenis como un relámpago dorado tendrá problemas para identificarle ahora. Papada y vientre prominentes, barba gris y unos ojos sin brillo encajados en unos párpados congestionados dibujan el atribulado retrato de un personaje que aparenta unos cuantos años más que los 46 que está a punto de cumplir. Pero si a la salud de Boris parece que no le ha hecho ningún bien dejar el tenis, a su reputación le ha sentado bastante peor. La sobrexposición mediática a la que se ha sometido desde que en 1999 dijo adiós al deporte profesional ha minado su credibilidad y ha agotado el generoso crédito que le concedieron sus compatriotas. Becker está hoy más cerca que nunca de cruzar la puerta de acceso a esa sombría galería de espejos en la que se refugian algunos de los más ilustres juguetes rotos del mundo del deporte.
    La hostilidad con la que ha sido acogido su último libro, titulado 'La vida no es un juego', demuestra que la paciencia de los alemanes con Becker se ha agotado. La obra, que salió a la venta hace una semana, ha recibido feroces críticas no tanto por su contenido -habla de sus relaciones con sus ex- sino porque su insustancialidad viene a ser la prueba definitiva de que el mito que se edificó sobre la figura del tenista tenía los pies de barro. «Hazmerreír», «vergonzosa» o «decepcionante» son solo algunos de los adjetivos que el volumen ha suscitado entre los comentaristas de la prensa 'seria' de Alemania. «Podría haber sido un buen libro -escribe el diario 'Stern'- pero está visto que la reflexión y la autocrítica no están entre sus cualidades. Lo que cuenta para él es el sensacionalismo barato destinado a captar lectores. Historias del cuarto de las escobas».
    Lo del cuarto de las escobas ha pasado a ser un lugar común para retratar en Alemania un desahogo carnal fugaz, el equivalente al más castizo aquí te pillo aquí te mato. Becker ha contado tantas veces el encuentro que tuvo con la modelo rusa Angela Ermakova en el rincón de los útiles de la limpieza de un restaurante de Londres que el término escoba -'besen' en alemán- ha terminado por adquirir doble sentido. El episodio ocurrió en 1999 y marcó el fin de su primer matrimonio. Fue también el inicio de su declive ante la opinión pública, que hasta entonces había hecho de los Becker -pareja y dos hijos- el paradigma de la familia alemana guapa, interracial (Bárbara, su esposa, es negra) y bien avenida.
    Líos de alcoba
    El matrimonio se fue al traste cuando se supo que la modelo rusa había concebido una hija en el efímero encuentro de sexo oral en el cuarto de la limpieza. Ermakova guardó el semen del tenista en un bote y se lo inseminó. El sórdido episodio fue retratado hasta la saciedad por la prensa rosa y el libro editado ahora poco aporta al respecto más allá de detallar que su mujer le abofeteó en un arranque de furia cuando él trataba de reconciliarse con ella. Tampoco las revelaciones sobre sus demás ex han alcanzado mucho eco. El 'Bild', el tabloide que adelantó el libro en varias entregas, las editó a todo trapo por razones comerciales pero con la conciencia de que había poco material nuevo que ofrecer. Becker ha abusado tanto de su condición de personaje público que los alemanes, hartos ya de verlo en televisión contando la enésima versión de sus líos de alcoba, empiezan a darle la espalda.
    Su presencia en Múnich durante la celebración de la popular Oktoberfest ha pasado más desapercibida de lo que le hubiese gustado. Las fotos que le retrataban con el clásico atavío bávaro en compañía de su actual esposa, Lilly Kerssenberg, que está embarazada de cinco meses, apenas han tenido repercusión. Becker cada vez tiene menos tirón.
    Seguro que el extenista habrá obtenido una suculenta contrapartida por la publicación, que no tardará en colocarse en los puestos de cabeza de los libros más vendidos, pero cabe preguntarse si la recuperación de su maltrecha economía justifica semejante deterioro de imagen. Porque las severas críticas que le dedica la prensa alemana no apuntan al libro, sino a su persona. «Lo más amable que se puede decir es que su carrera profesional después de sus éxitos deportivos es el resultado de un malentendido», escribe en 'Der Spiegel' la columnista Silke Burmester refiriéndose a sus fracasos en las aventuras empresariales que ha emprendido. Más cruel aún es 'Stern', que remata así la faena: «Boris va camino de convertirse en el hazmerreír de la nación gracias a su autobiografía. Parece ser un intento desesperado de dar un nuevo sentido a su vida catorce años después del fin de su carrera. El resultado es bochornoso, vergonzoso». ¡Toma raquetazo!

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