Primera Dama de Francia, No salía a la calle, creía que iban a licharme,.
-foto Valérie Trierweiler, primera dama de Francia: "No salía a la calle, creía que iban a lincharme"
Cuando François Hollande ganó las elecciones presidenciales francesas en mayo de 2012, Valérie Trierweiler no podía evitar que su euforia también estuviera teñida de miedo ante la idea de convertirse en primera dama. “Es muy aterrador al principio –cuenta–. No tienes ni idea de lo que te espera y, al mismo tiempo, todo el mundo tiene los ojos puestos en ti. Temía ser juzgada, observada”. Trierweiler habla en un tono bajo, mientras sorbe su café solo en el “ala de madame”, como se denomina a su despacho en el Palacio del Elíseo.
Es la primera vez que accede a hablar con un medio no francés. Al principio, llama la atención la manera en que Valérie, de 48 años, parece sentirse a sus anchas en su despacho dorado. Una especie de mini Versalles, con espejos barrocos y una gran lámpara de araña de cristal que antes perteneció a Carla Bruni-Sarkozy y se reserva tradicionalmente para la pareja del presidente. Explica que no ha hecho ningún cambio, aparte del retrato oficial de Hollande que cuelga sobre un jarrón de hortensias azules, cerca de una fotografía de los dos juntos mientras una multitud les vitorea en la noche de las elecciones, y de unos dibujos infantiles. Habla con seriedad y sin rodeos, a veces anticipando la siguiente pregunta. Se nota que ha sido periodista. Se refiere a su pareja como “François Hollande” o, con menos frecuencia, como “el presidente”, una formalidad con la que protege su intimidad. Desde las elecciones, ha vivido su “annus horribilis” con los medios, que la han apodado “la Rottweiler” por la manera feroz en que se ha propuesto proteger su vida privada. Algunos de los libros que se han publicado, la acusan de poner a Hollande en una situación comprometida por culpa de su mala relación con Segolène Royal, la madre de los cuatro hijos del actual presidente francés y anterior candidata presidencial socialista.
La tensión entre ambas mujeres se hizo pública un mes después del triunfo de Hollande, cuando Valérie publicó en su cuenta de Twitter unas palabras aparentemente inocuas (“Ánimo a Olivier Falorni”), dedicadas al rival de Royal por un escaño en la Asamblea Nacional, pero que dejaban clara su intención. Segolène se mostró especialmente irónica, cuando comentó que la pareja de Hollande sufría “el síndrome de Rebeca”, en referencia a la novela de Daphné du Maurier, llevada al cine por Alfred Hitchcock, donde la segunda esposa de un terrateniente acaba convenciéndose de que él sigue enamorado de su primera mujer.
Del Loira al Elíseo
Trierweiler confiesa que llegó a considerar la posibilidad de no volver a pisar el Elíseo. “Hubo un momento en el que ni siquiera aparecía por allí. Estuve a punto de no regresar. No salía a la calle, pensaba que me lincharían... Pero logré sobreponerme”, explica. Ahora acude todos los días. “Me estoy involucrando totalmente y estoy muy ocupada”. En los últimos meses, se ha dedicado a trabajar con organizaciones benéficas y en causas humanitarias. Largamente criticada como el “talón de Aquiles” de Hollande, en este momento está decidida a convertirse en un verdadero activo para él.
Sus raíces no pueden estar más alejadas de la opulencia del palacio presidencial. Cuando se le pregunta por su infancia, señala que, a diferencia de algunas de las primeras damas que le precedieron, no posee fortuna personal (aunque no menciona a Bruni-Sarkozy, nacida en una rica familia y convertida en modelo). Su nombre de soltera es Massonneau. Nació en Angers, en el Valle del Loira, y era la quinta de seis hermanos. Su padre, desempleado, perdió la pierna en la explosión de una mina con 12 años. “No teníamos dinero; vivíamos de la pensión de invalidez de mi padre en un piso de protección oficial”.
A los 18 años, se estableció en París para estudiar Historia, y más tarde Ciencias Políticas, en la Sorbona. Su primer trabajo fue como periodista política para Profession Politique, una revista que ya no existe. Llevaba solo unos pocos meses en aquel trabajo, cuando conoció a François Hollande, en 1988. Era 11 años mayor que ella y aún no era parlamentario. Desde finales de los 70 convivía con Segolène Royal.
En 1995, Valérie se casó con Denis Trierweiler, un periodista de París Match. Tuvieron tres hijos, pero se divorciaron en 2010. Ella pone fecha a lo que llama su “rencontre amoureuse” con Hollande en 2005. Militante del Partido Socialista desde su juventud, el actual presidente siempre había sido subestimado por sus compañeros de partido, que le consideraban gris y aburrido. De hecho, le llamaban “Flanby”, como la marca de un flan de caramelo. Sin embargo, su entorno afirma que, pese a su pasión por el consenso, es incisivo y un hábil estratega.
¿Qué fue lo primero que le atrajo de él, el hombre o el político? “Los dos, al mismo tiempo. Es imposible disociarlos, porque realmente Hollande es una criatura política. Me atrajo su enorme encanto y su gran sentido del humor. Sobre todo, tenía una gran rapidez mental, es la persona con más agudeza que he conocido”.
Los caracteres de ambos son “muy diferentes, y lo opuesto de lo que la gente piensa”, asegura Trierweiler. “Él no es el “buenazo” que la gente cree y yo tampoco soy la antipática que se dice. Él es más duro. No es ningún ñoño”.
Redefiniendo su papel
Para su “aprendizaje sobre la marcha”, como lo llama, buscó consejo, pero no en Hollande (“es algo que tienes que solucionar por ti misma, el presidente está demasiado ocupado”), sino en otras primeras damas. Ha conocido a “37 o 38” hasta ahora. “Michelle Obama me dijo que le costó un año hacerse con el papel. También tuvo algunas meteduras de pata al principio. Les ocurre a todas, y todas han sufrido duros ataques”, asegura.
Su independencia como mujer profesional, y como madre, estaba en juego. “Para mí, es inconcebible depender económicamente de otra persona. Es más, mis hijos dependen de mí, con lo que no sé cómo podría arreglármelas si no trabajara. Los niños no viven a expensas de la República –afirma–. Estamos en el siglo XXI, ¿en nombre de qué debería ser yo la única mujer de Francia que no tiene derecho a trabajar?”.
Algunos críticos dicen que no debería hacerlo... “Es retrógrado. Lo dijeron incluso algunas periodistas jóvenes y progresistas, algo que me sorprendió. Pero también recibí muchas cartas de mujeres que decían: “No te rindas, no abandones, al menos alguien en el Elíseo sabe lo que es un salario y lo que significa tener que vestir a los niños”. Así que pensé: “Quizá he hecho posible que Francia diera un paso adelante”. Hollande dijo que entendía que quisiera trabajar y añadió: “Estará a mi lado cuando el protocolo lo requiera, lo que no ocurre muy a menudo”.
Tras la victoria electoral, la pareja decidió quedarse en su piso alquilado en el oeste de París y no ocupar el apartamento presidencial del Elíseo. Pero hoy Trierweiler admite: “Vivimos entre uno y otro, porque hay noches en que el presidente está reunido hasta muy tarde. El Elíseo está muy bien, mientras recuerdes que debes salir y moverte. Tienes que ver lo que sucede en otros sitios para no aislarte”. Entonces, ¿ya se ha hecho con su papel? “Creo que las cosas ahora van bien”.
Entre los asuntos que más preocupan a Trierweiler están las víctimas de violaciones en el Congo. Voló allí este verano para encontrarse con mujeres ingresadas en un hospital, habló ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra y, en unas semanas, pronunciará una conferencia en la sede de Naciones Unidas en Nueva York. También volará a Mali para llevar “cientos de kilos de libros y cuadernos” para equipar una escuela y regresará con cuatro niños que serán operados del corazón en Francia. Trierweiler se siente frustrada por la falta de una definición oficial de su papel. “No soy yo la que puede cambiarlo, pero creo que debería evolucionar”, añade. Carla Bruni-Sarkozy ha dicho que si se casa con Hollande, su labor sería más fácil. ¿Cambiaría la situación el matrimonio? “No”, responde cortante. Y al indagar si hay una boda entre sus planes, responde: “Solo diré que el matrimonio es un derecho, no un deber”.
Brillante y atractiva –y a veces a la defensiva–, se dice que fue de gran ayuda para el líder socialista entre 2008 y 2010, cuando se encontró solo tras perder el liderazgo del partido. En el Elíseo, sin embargo, ella se mantiene alejada. ¿Ni siquiera comen juntos alguna vez? “No, no, tiene muchos compromisos a la hora de la comida. Algunas veces, le envío un correo electrónico, para preguntarle: “¿Te gustaría dar un paseo por el jardín?”, y damos una vuelta, pero corta. Así que nos vemos por la noche”.
Rumores malévolos
Después de que los “paparazzi” pillaran a Trierweiler en biquini, el año pasado, en una playa de la Riviera francesa, demandó a tres revistas francesas que publicaron las fotografías por violación de su intimidad. Ganó y fue indemnizada con 4.000 €. “Lo único que hice fue intentar que se aplicara la ley. La privacidad está protegida en Francia. He demandado a la prensa y a la editorial de un libro, y siempre he ganado”.
El libro se llamaba “La Frondeuse” (“La rebelde”) y alegaba que era la amante de un exministro al tiempo que salía con Hollande. Ganó la demanda por violación de intimidad contra los autores y contra la editorial, aunque retiró otra demanda por libelo. Su abogado denunció que se trataba de “rumores malévolos y sin pruebas dirigidos a dañarla a ella y a sus seres queridos”. Por todo ello, se sintió especialmente indignada con las fotografías que el año pasado le hicieron a Kate Middleton tomando el sol en top-less junto al príncipe Guillermo, en una propiedad privada del sur de Francia. “Aquellas fotos me escandalizaron, publicarlas fue vil. Para mí, es inconcebible. Esos fotógrafos toman imágenes dentro de una propiedad privada. ¿Se da cuenta de lo que significa si, incluso dentro de su casa, uno no puede sentirse libre?”.
Valérie está luchando para mantener a sus hijos fuera del ojo público. Pide que no se publiquen sus nombres, pero no le importa contar que tienen 16, 19 y 20 años. “Nadie sabe nada de ellos, nunca les llevo a actos públicos. Es una pena, porque nos impide disfrutar de algunas cosas, pero así están protegidos”.
Sobre los ataques contra el presidente, cuya popularidad se ha desplomado últimamente hasta el 28%, dice que son “injustos y violentos”. ¿Tiene él la culpa de que los franceses se sientan deprimidos, como alegan sus detractores? “No veo por qué los franceses podrían estar tristes por culpa de François Hollande, porque él es cualquier cosa menos una persona depresiva”, afirma. Al contrario, cree que los franceses son responsables de su tristeza: “Estamos demasiado centrados en nosotros mismos y olvidamos lo que está pasando en el resto del mundo. Por supuesto que hay niños pobres en Francia, que no tienen suficiente para comer, y tenemos que solucionarlo. Pero en Siria los niños están siendo gaseados, y en Kinshasa los hay que viven en la calle”. Es imposible conocer su opinión sobre lo que debería hacerse en Siria. “No me corresponde decir qué debería hacer el presidente –asegura–. Simplemente puedo decir que esas fotografías de niños gaseados son insoportables de ver, y que la situación es igualmente insoportable”.
La entrevista llega a su fin. Le pregunto cuál es el mayor cambio que ha experimentado desde que llegó al Eliseo. “La pérdida total de libertad”, responde. ¿Ha cambiado su personalidad para encajar en el papel de primera dama? “Sí, cuando salgo tengo mucho cuidado. Quizá demasiado. Tal vez por eso mi aspecto parece severo y tenso”. Minutos después, me conduce fuera de su despacho a través de varias puertas dobles. “¡Hay tantas puertas aquí!”, exclama, y añade: “François Hollande deja abiertas incluso las de los armarios de la cocina. Ese es un rasgo de su carácter: nunca le cierra la puerta a nadie. Pero yo no puedo soportar las puertas abiertas. Necesito sentirme segura. Tan pronto como llego aquí por la mañana, voy de un lado a otro cerrando puertas”. A modo de despedida, señala hacia el centro del palacio: “Allí está la zona del poder. La del presidente”.
TÍTULO; PROTAGONISTA, ¿ Y TU DE QUE RED ERES? ,.
Hace siete años pertenecer a una red social era algo propio de “gafapastas” de la informática. Hoy,
es un fenómeno masivo y múltiple: cientos de millones de usuarios en
todo el mundo crean perfiles personales en varias redes y las usan para
distintas cosas, o quizá para una sola: comunicarse, pero siguiendo
diferentes patrones y modelos. Un juego, sí, pero también un
flujo de información pública y privada (y personalista) que está
alterando definitivamente nuestra forma de relacionarnos y mostrarnos al
mundo. En este lío de hipervínculos, la cuestión es ¿cuándo, por y para qué se debe utilizar cada red social?
Las más populares, una a una
En activo desde 2005, tiene más de 1.100 millones de usuarios en el mundo, 18 millones de ellos en España.
-Cómo es: admite imágenes, vídeo y texto ilimitado.
-Filosofía: hacer del mundo un lugar más abierto y conectado.
Inaugurada en 2006, tiene 500 millones de “tuiteros”, cinco en nuestro país.
-Cómo es: permite imágenes y texto limitado a 140 caracteres.
-Filosofía: la difusión global.
Nació en 2003, la usan 238 millones de personas; cinco millones son españoles.
-Cómo es: permite buscar empleo.
-Filosofía: unir a profesionales.
Surgió en 2010 como una aplicación de tratamiento fotográfico y se convirtió en una red social. Hay 150 millones de usuarios en todo el mundo.
-Cómo es: puedes compartir imágenes y textos.
-Filosofía: permite difundir fotos y mostrar tu creatividad.
En activo como red privada desde 2009, en abierto desde 2011. 53 millones de usuarios en marzo de este año.
-Cómo es: funciona como una herramienta de archivo visual.
-Filosofía: muchos la usan porque facilita su trabajo. Por ejemplo, diseñadores que acumulan en ella referencias para colecciones futuras o fotógrafos que vuelcan en el “panel” imágenes referenciales.
Diana Aller, 38 años. Periodista y bloguera: "Tienes muchas formas de comunicar"
- De entre todas las redes, Facebook le parece la más completa “por la facilidad y lo variable que puede ser tu forma de comunicar: admite imagen, vídeo, texto sin límite...”. Para la autora del blog “Lo dice Diana Aller”, es también una herramienta que le sirve incluso como agenda: para anotar citas, establecer grupos de contacto organizados, contactar a gente... Esa vertiente cotilla que todo el mundo le achaca a la red, a ella no parece importarle nada: “Facebook es transparente y uno se muestra tal cual es. Si te preocupa cómo te van a ver, es mejor no participar. Yo no tengo miedo de mostrarme; no creo que ninguno seamos tan importantes como para obsesionarnos con la pérdida de la intimidad”.
Imma Turbau, 39 años. Gestora cultural
- Fue directora de la Casa de América, pero hoy es propietaria de Container, una empresa de márketing y gestión cultural, y lleva en Linkedin desde 2006. Conoció la red cuando no estaba muy desarrollada en España y la ha convertido en una herramienta más. “Es un trabajo algo arduo: agrupas a tus contactos por categorías, les añades etiquetas, y así realizas búsquedas y envíos más efectivos”. No es una red para tomarse a la ligera: “Hay que ser serios y dar una imagen seria. Facilita el contacto y la búsqueda de profesionales allá donde los necesites, pero también es un escaparate”. Su principal virtud es poner en contacto a profesionales de todo el mundo, pero “hay que saber usarla para sacarle partido”.
Elisa González, 34 años. Fotógrafa
- Entró en Instagram cuando descubrió que la fotografía a través del móvil “era más inmediata y espontánea en su acercamiento a la realidad”, dice esta fotógrafa, comisaria y profesora en la escuela MADPhoto de Madrid. En esta red social ha encontrado a creadores interesantes, hasta el punto de haber comisariado un ciclo de exposiciones en una pequeña sala madrileña, Espacio Raw, con fotógrafos no necesariamente profesionales extraídos de la red. Reconoce que gracias a Instagram le han salido proyectos, pero lo que más alaba es la sinergia: “Consigues que tu trabajo llegue a mucha más gente y es bueno para enfrentarte a ti misma y saber cómo reaccionan a lo que haces”.
- Reconoce que llegó tarde a Twitter, en 2009, y lo hizo por curiosidad profesional: “Pero ahora me veo enganchada”. Alaba de esta red su “inmediatez y la posibilidad, antes inexistente, de llegar a miles de personas en muy poco tiempo”, algo imprescindible para su empresa de comunicación, Prisma Ideas. También cree que “gestionadas de forma puramente profesional, no funcionan: tiene que haber un ser humano detrás, y ha de notarse”; además de que es la plataforma profesional ideal para “proyectos pequeños que necesiten volverse grandes”. Aunque recomienda ser siempre consciente de que lo publicado lo van a ver conocidos y desconocidos y saber atenerse a las consecuencias.
Annita Rodríguez, 35 años. Productora de eventos
- “Pinterest no solo me permite fijarme en lo que me gusta en mis búsquedas por internet, archivarlo y poder encontrarlo con absoluta facilidad: es que además puedo elaborar con él tablas de inspiración o ver lo que motiva a otros profesionales. Y esa información la puedo ordenar y enviar a mis colaboradores para que vean por dónde ha de ir una foto o una página que tengamos que crear. Mesas decoradas para eventos, formas originales de presentar productos...”. Para Annita, que es directora de una nueva publicación, brunchmag.com, esta red es una herramienta donde encuentra ideas. “No tiene precio tener la posibilidad ver lo que le inspira a un diseñador”.
Secretos de la vida virtual
¿Para qué sirve tanto “Me gusta”?
- Los “Me gusta” no son una muestra ingenua de buena educación, aunque en principio para eso surgieron. Ahora sirven también como termómetro de tu efectividad como comunicador: cuantos más “me gusta” tengan tus contenidos, más arriba te colocas en los estándares de la red social. Muchos psiquiatras han comentado que esa búsqueda de una validación inmediata por parte de tus amigos, conocidos o colegas puede tornarse muy amarga para tus emociones: dependencia, egolatría o, por el contrario, baja autoestima, neurosis, depresión...
¿Están mis datos realmente protegidos?
- Las políticas de privacidad de las redes sociales suelen ser fluctuantes y opacas. Los controladores pueden tener acceso (lo demuestran las censuras). Y los creadores de las redes no parecen apreciar en mucho la privacidad como un valor en alza. En todas puedes tratar de bloquear el alcance de lo que dices, pero recuerda que en algunas son los demás los que te siguen.
¿Se pueden usar todas las redes para ligar?
- Diana Aller dice que con Facebook, sí: “Te entran amigos de amigos, muy sutilmente. Además esto provoca, más o menos a la tercera cita, lo que viene a ser la declaración de amor posmoderna: cuando nos confesamos el uno al otro que sí, que hemos cotilleado en su Facebook”. Imma Turbau cree que en Linkedin “mejor no tocar ese tema nunca porque daría muy mala imagen”; y Eva Calleja dice que en Twitter “hay mensajes de ligones: generalmente chicos muy jóvenes, con serios problemas de ortografía que te dicen una barbaridad a ver si cuela”. Elisa González nos recuerda que en Instagram hay perfiles privados en los que se cuelgan desnudos: “Solicitas verlos, y si te aceptan, puede haber una descarga de alto voltaje erótico”. De todas maneras, plantéate si no es mejor que busques una red especializada en contactos, tipo Meetic.
¿Cómo llegan los anuncios a mi perfil?
- Quienes gestionan cada red, saben si eres mujer u hombre, tu edad aunque sea de manera aproximada, dónde vives, qué buscas en Google, qué estudiaste y dónde. Con esto, ya pueden dirigir publicidad hacia tu perfil. Tranquila, hasta tu amiga más delgada o la más ligona reciben publicidad sobre productos adelgazantes o búsqueda de pareja, por el hecho de ser simplemente mujeres y solteras.
¿De qué se habla en las redes sociales?
- En opinión de la experta en internet Delia Rodríguez, “hay algo de lo que no somos aún del todo conscientes: los planteamientos comunicativos de las redes recuerdan más a una cultura oral que a la cultura de la imprenta que estamos dejando atrás. ¿Realmente queremos que lo que ahí decimos permanezca o creemos estar comunicándonos oralmente, pero por escrito? De ahí provienen muchos de los malentendido”. Esta periodista acaba de publicar “Memecracia. Los virales que nos gobiernan” (Ed. Gestión 2000), donde advierte sobre el fenómeno de expansión vírica de los “memes”: “El meme es cualquier idea contagiosa: desde una receta de cocina a la frase mil veces repetida de un político”. Y, la verdad, de eso (de lo que nos atrae, nos conmueve o nos da miedo) es de lo que se habla.
¿Cómo puedo arreglar una metedura de pata?
- Todos somos humanos, todos cometemos errores. Pero es verdad que lo que antes se quedaba en un círculo reducido, ahora puede ser visto por miles. Y queda ahí, en el limbo virtual. Prácticamente, todas las redes sociales te permiten (en teoría)enmendar errores, borrar lo que ya no quieras compartir y pedir excusas públicas. A tu favor, que estamos tan saturados de información que solemos olvidar muy pronto. En contra, que nada de lo que ha pasado por internet se destruye realmente. Así que lo mejor es ser muy prudente con lo que se publica, porque hacer un David Bisbal (que es como se llama en Twitter a meter la pata con un twitt, borrarlo después, escribir otro metiéndote con la gente y borrarlo también) suele ser bastante contraproducente.
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