La ecuación dieta y ejercicio no da siempre como resultado
una vida mejor. La máxima que establece que una alimentación sana y un
poco de movimiento de los huesos cada día, aunque sea media hora,
garantizan una salud de hierro, no se cumple al menos en la
adolescencia, según señala un trabajo de la Universidad del País Vasco.
Un estudio publicado por el Departamento de Nutrición y
Bromatología en la reconocida revista 'Clinical Nutrition' concluye que
el deporte es incapaz de contrarrestar en la adolescencia los efectos
perniciosos de una mala alimentación, rica en grasas de las que se
acumulan en el abdomen, que son las peores.
La profesora Idoia Labayen, doctora en Biología de la
Facultad de Farmacia, ha roto con su investigación uno de los 'totems'
sobre los que tradicionalmente se han venido sustentando los programas
de prevención. Con los michelines de la adolescencia, al menos, no
funciona.
«Hasta ahora se pensaba que si hacías mucho ejercicio
podías compensar, de alguna manera, los desajustes de una dieta
desequilibrada. En este estudio hemos comprobado que eso no es así»,
subraya tajante la principal investigadora del trabajo, integrado en el
estudio europeo HELENA sobre salud cardiovascular, hábitos dietéticos y
actividad física en la primera juventud.
Amenaza
La grasa abdominal, el sebo que se acumula en torno a la
barriga, está considerado por los nutricionistas como una de las peores
amenazas para la salud de las personas. Cuanto más prominente se tiene
la cintura, mayor riesgo se padece de sufrir hipertensión arterial,
infartos de miocardio, ictus, diabetes, artrosis, incluso tumores
malignos. En 2007, el Ministerio de Sanidad llegó a medir la
circunferencia a 14.000 españoles con el fin de sacar de sus tripas
información relevante sobre la salud de los españoles.
El trabajo de Idoia Labayen va en esta línea, pero tiene
como diana un grupo de población muy concreto, el de los adolescentes,
los jóvenes con edades comprendidas entre los 12 y 17 años
aproximadamente, que desde el punto de vista de la dieta tienen
características muy concretas que los diferencian del resto.
Desde el punto de vista alimentario, también viven un
tiempo crítico. Ya no son unos niños, han comenzado a tomar sus propias
decisiones en torno a la alimentación, no siempre tienen demasiado
claros los conceptos básicos sobre nutrición y su forma de comer se
caracteriza por lo que, de verdad, marca su actividad diaria: la
rebeldía.
«Los adolescentes son un grupo de riesgo en cuento a
estilos de vida se refieren», detalla la especialista, profesora titular
de Nutrición y Bromatología. «Viven, además, una etapa de la vida en
que muchos de ellos dejan de hacer deporte» y, además, les encanta
inflarse de todas esas cosas que para el cuerpo son pura dinamita:
pizzas y hamburguesas 'prefabricadas', bollería industrial, refrescos
azucarados... En definitiva, grasas para el abdomen.
Malas costumbres
Según explicó Labayen, hasta ahora se conocía a través de
diversos trabajos que una dieta rica en grasas generaba un mayor riesgo
de acúmulo de grasa abdominal. Su estudio con adolescentes ha demostrado
que no sólo es cierta esa relación sino que la actividad física «se ve
incapaz de contrarrestar» el aumento de adiposidad provocado por tan
malas costumbres alimentarias. «Nuestros resultados apuntan a la dieta
como un factor clave de riesgo», según destaca; y demuestran también la
necesidad de intervenir en los hábitos dietéticos de este grupo de
población.
El informe del grupo de Labayen se contrapone, en parte,
con un trabajo publicado hace unos días en 'Lancet' que apunta a que el
beneficio que aporta el ejercicio físico a la salud cardiovascular es
independiente de si se es obeso o si se logra perder peso. Según este
trabajo, una persona puede reducir su riesgo de infarto en un 10% con
los 2.000 primeros pasos y en otro 8% adicional cada vez que añade 2.000
más a su caminata. Los especialistas consideran éste un estudio muy
esperanzador porque demuestra que medidas fáciles de aplicar pueden
suponer un enorme avance en materia de salud pública y porque saber esto
incentivará a las muchas personas que, pese sus esfuerzos, no logran
perder peso.
adolescentes fueron estudiados por la Universidad del País Vasco, que analizó su grasa abdominal con rayos equis.
pasos reducen el riesgo de accidente cardiovascular en un 10%, según un estudio de 'Lancet'.
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