TÍTULO: RECORDAMOS A Audrey Hepburn,.
Audrey Hepburn-foto | |
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Hepburn en 1954 |
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Nombre de nacimiento | Audrey Kathleen Ruston |
Nacimiento | Ixelles, Bruselas, Bélgica 4 de mayo de 1929 |
Fallecimiento | Tolochenaz, Suiza 20 de enero de 1993 (63 años) |
Nacionalidad | Británica |
Apodo(s) | Edda van Heemstra Audrey Kathleen Hepburn-Ruston |
Ocupación | Actriz, humanitaria |
Años activo/a | 1948-1993 |
Características físicas | |
Estatura | 1,70 m |
Familia | |
Cónyuge | Mel Ferrer (1954-1968) Andrea Dotti (1969-1982) |
Pareja | Robert Wolders (1980-1993) |
Hijo/s | Sean Hepburn Ferrer (1960) Luca Dotti (1970) |
Premios | |
Premios Óscar | Mejor actriz 1953 Roman Holiday Premio Humanitario Jean Hersholt 1992 |
Globos de Oro | Mejor actriz - Drama 1954 Roman Holiday Premio Henrietta por la película favorita mundial 1955 Premio Cecil B. DeMille 1990 |
Premios BAFTA | Mejor actriz 1953 Roman Holiday 1959 Historia de una monja 1964 Charada |
Premios Emmy | Logro individual sobresaliente - Programación informativa 1993 Gardens of the World with Audrey Hepburn |
Premios SAG | Premio de Honor 1993 |
Premios Tony | Mejor actriz principal en una obra de teatro 1954 Ondina Premio especial 1968 |
Premios Grammy | Mejor álbum hablado para niños 1994 Audrey Hepburn's Enchanted Tales |
Sitio oficial Ficha en IMDb |
Nacida en Ixelles, un distrito de Bruselas, Hepburn pasó su infancia entre Bélgica, Inglaterra y los Países Bajos, incluyendo a Arnhem que estuvo ocupada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. En Ámsterdam, estudió ballet con Sonia Gaskell antes de trasladarse a Londres en 1948 para seguir sus estudios de ballet con Marie Rambert y trabajar como corista en las producciones musicales de West End.
Después de aparecer en varias películas británicas y protagonizar la obra de Broadway de 1951, Gigi, Hepburn interpretó el papel principal de Roman Holiday (1953), el cual le valió un Óscar a la mejor actriz. Más tarde actuando en películas de éxito como Sabrina (1954), The Nun's Story (1959), Breakfast at Tiffany's (1961), Charade (1963), My Fair Lady (1964) y Wait Until Dark (1967), Hepburn recibió nominaciones a los premios Óscar, Globo de Oro y BAFTA y devengó un premio Tony por su actuación teatral la obra de Broadway de 1954, Ondina. Hepburn sigue siendo una de las pocas personas que han ganado un Óscar, un Emmy, un Grammy y un Tony. Hepburn fue la primera actriz en ganar un Oscar, un Globo de Oro y un premio BAFTA por una sola actuación: Roman Holiday en 1954.
Apareció en menos películas a medida que su vida siguió, dedicando gran parte de su vida posterior a Unicef. A pesar de haber contribuído con la organización desde 1954, trabajó en algunas de las comunidades más profundamente desfavorecidas de África, América del Sur y Asia entre 1988 y 1992. Fue galardonada con la Medalla Presidencial de la Libertad en reconocimiento a su labor como Embajadora de Buena Voluntad de Unicef a finales de 1992. Un mes más tarde, Hepburn murió de cáncer apendicular en su casa en Suiza a principios de 1993 a la edad de 63 años.1 2 3
TÍTULO: DESAYUNO DE DOMINGO CON MONICA CARRILLO--PERIODISTA,.
" Me ha costado más describir el dolor que escenas de sexo",.
- No me negará que para recrear esas escenas de sexo... ¡hay que saber! M.C. [Ríe]. Me ha costado más describir el dolor de Candela que esas partes más divertidas de la novela. ... ¿Le ha dicho qué crema usa para dormir?
Desayuno de domingo con... Mónica Carrillo: "Me ha costado más describir el dolor que las escenas de sexo"
Tengo 37 años, soy periodista, presento las noticias en Antena 3 y los sábados colaboro en un espacio de Europa FM. 'La luz de Candela', mi primera novela, es un canto a las emociones.XLSemanal. Dicen que la primera novela siempre es muy autobiográfica.
Mónica Carrillo. Pues siento decepcionarte, porque en mi caso no es así. Me he alejado de la realidad y he dejado volar mi imaginación.
XL. Así que no quiere reconocer que un hombre la dejó plantada y que se quedó paralizada y enganchada a él...
M.C. ¡Que no es autobiográfica! Es multibiográfica: han sido muchas las mujeres en las que me he inspirado.
XL. ¿Sabe que va camino de convertirse en una autora de libros de autoayuda para mujeres desesperadas?
M.C. ¡No tanto! [Risas]. Mi objetivo solo es que la novela guste y emocione.
XL. No me negará que para recrear esas escenas de sexo... ¡hay que saber!
M.C. [Ríe]. Me ha costado más describir el dolor de Candela que esas partes más divertidas de la novela.
XL. ¿Casada, viuda, monja...?
M.C. ¡Soy feliz! No estoy casada, pero, por supuesto, he sufrido por amor.
XL. Las presentadoras guapas de televisión ¿sufren menos y disfrutan más en los asuntos amorosos?
M.C. Depende de con quién compares, pero no estamos exentas de nada [ríe].
XL. ¿El último príncipe azul se lo llevó Letizia?
M.C. Si crees en los príncipes azules... Pero seguro que quedan muchos todavía.
XL. ¿El caché de las presentadoras de informativos ha subido desde que ella se convirtió en princesa de Asturias?
M.C. No sabría decirte, pero que él se enamorara de una presentadora, y ella de él, sí es significativo. Y si ha sido para bien, bienvenido sea.
XL. Los dúos siempre funcionan en los informativos, pero, cuando el compañero es Matías Prats, ¿se corre el riesgo de palidecer?
M.C. No, con Matías solo puedes crecer, y no corres el riesgo de que te eclipse porque no es su pretensión. Lo complicado es estar a su altura.
XL. Por Matías no pasa el tiempo. ¿Le ha dicho qué crema usa para dormir?
M.C. ¡No se lo he preguntado! En su caso, son su talante y su sentido del humor los que le hacen mantener el espíritu joven que tiene. Yo, a su edad, espero estar como él [risas].
XL. De niña jugaba a ser locutora de radio. De mayor, ¿a qué le gusta jugar?
M.C. ¡A ser escritora!, ¿te parece poco?
XL. En Internet hay cientos de post sobre sus escotes y trajes ajustados...
M.C. Por mi bien, no hago búsquedas [se ríe], pero creo que mi vestuario es bastante discreto.
Mi desayuno: «Desayuno fuerte porque soy de buen comer. Tomo un zumo multivitaminas con zanahoria, naranja, manzana y pera; café con leche; y tostadas con aceite y tomate».
TÍTULO: UN TANGO DEL 82,.
- En la habitación de mis hijos hay tres buenos-foto balones de reglamento. Uno, lleno de escudos del Real Madrid. Otro, lleno de escudos de la ...En la habitación de mis hijos hay tres buenos balones de reglamento. Uno, lleno de escudos del Real Madrid. Otro, lleno de escudos de la selección argentina. Y otro que no sé de dónde salió, pero que, conociendo a los chicos, no me extrañaría que fuera el botín de un hurto y que el verdadero propietario estuviera amordazado en el altillo de un armario, donde tal vez lo descubramos, momificado, el día que nos mudemos.
No querría escribir contra el materialismo. Amo la materia, toda cuanto pueda comprar, y con conexión para el iPod si es posible. Pero es verdad que la otra tarde, solo en la habitación de los niños, con una predisposición proustiana a la melancolía de las cosas perdidas, añoré el tiempo en que la entrada en casa de un solo balón de reglamento constituía un acontecimiento. Solo superado por la de un televisor en color marca Grundig, que me permitió decir, cuando compraron el nuestro, que ya no tendría que imaginarme en blanco y negro las historias que me contaba a mí mismo, causando en mi entorno al gesticular una gran preocupación por mi estado mental. Pero un balón, ay, un balón. Si ahora, en la edad adulta, sonara el timbre y al abrir la puerta me encontrara a Scarlett Johansson desnuda, saliendo de una enorme concha de ostra y con un cartelito colgado delante del pubis en el que pudiera leerse: «Soy tuya», mi reacción, dictada por los anhelos siempre latentes de la infancia, probablemente consistiría en decir: «¿Y el balón?».
El balón era un Tango del 82 que me llegó envuelto en un celofán rojo y firmado por Juanito en su tienda de deportes de Goya. Lo convertí en un quiste: no me lo podría haber extirpado nadie. Hasta dormía con él, como dicen que Maradona hacía con el suyo, con resultados algo desparejos en cuanto a la proyección a una carrera futbolística. Su poder era inmenso entre los amigos: me concedía una popularidad instantánea como la que entre adultos consigue un repartidor de escaños en el Parlamento o un jefe de cartel de la cocaína, y perdón si ambas imágenes son redundantes. El balón yo me resistía a usarlo sobre asfalto por miedo a que perdiera el plastificado y se le borraran los dibujos y el autógrafo. Cuando empezó a desgastarse, adquirí el hábito de aplicarle grasa de caballo con un mimo que jamás dediqué después a las caricias a la primera enamorada, a la que tampoco unté nunca grasa de caballo, por cierto, pues, en el tiempo que estuvimos juntos, no aprecié desgaste en el plastificado.
Aquí es donde entra en el artículo el perro feroz. ¡Tachán! Contiguo a mi colegio, separado por una tapia a la que resultaba fácil treparse, había un chalé custodiado por un pastor alemán que era un auténtico psicópata. Un huargo, vaya. Igual que había nazis escondidos en la Patagonia, este perro debía de ocultar un pasado como custodio en un campo de concentración. Todo cuanto cayera a ese lado de la tapia se daba por perdido. Aunque fuera una profesora de Biología. Cuántas veces no nos habremos encaramado a la tapia para observar, estremecidos, cómo el perro, entre gruñidos escalofriantes, destrozaba en segundos una pelota de baloncesto del material escolar sin que tampoco el profesor de Gimnasia osara hacer nada. Nos retirábamos de la tapia tristes como si hubiéramos contemplado una cruel ejecución.Por supuesto, y esto se veía venir, un día fue mi Tango del 82 lo que cayó al otro lado de la tapia. Corrimos todos a encaramarnos, como asomados al foso de una bestia mitológica. Lo que sucedió entonces inspiró durante mucho tiempo las canciones de gesta del patio. Impelido por la suerte que iba a correr el Tango, enloquecí, salté la tapia, corrí hacia el perro gritando como un alucinado, rescaté el balón y, con el perro detrás, salté la tapia como un banderillero al que el toro hubiera hecho hilo. Heroico. Una proeza que jamás haría un chico con tres balones en la habitación. El perro nunca se repuso de la derrota. Ese puede haber sido el momento cumbre de mi vida. A partir de entonces, todo fue ir hacia abajo.
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