domingo, 22 de junio de 2014

Deportes, LAS CANAS DE ESPAÑA, FUTBOL,./ EL ULTIMO EXAMEN, EN SALOU,./ EL COCHE DE LUCÍA


Mundial de Brasil 2014: El fracaso de España, hombre a hombre

Tras la eliminación fulminante en la fase de grupos, la lista de Del Bosque está cada vez más cuestionada,.-fotos

Iker Casillas: Parecía imposible, pero el capitán pasó de héroe a villano. Si hace cuatro años en Sudáfrica fue el encargado de levantar el trofeo, en esta ocasión le tocó ser uno de los jugadores más flojos.
Desde que fue relegado a la suplencia por Mourinho dejó de ser intocable en su club y comenzó a ser cuestionado por un sector ruidoso de la grada. Al siguiente curso, Ancelotti también eligió a Diego López para defender la portería durante la Liga. Una salida en falso durante la final de Liga de Campeones casi le cuesta la décima al Madrid. Pese a su falta de minutos, la grave lesión de Víctor Valdés cerró el debate sobre quién debería ser el encargado de defender la meta española durante el Mundial.
Reina: El eterno suplente de la selección, en las charlas de bar se puede escuchar que desde hace varios años acude a las convocatorias porque hace grupo o porque no hay nadie como él en las celebraciones. Tras unos años flojitos en la portería del Liverpool, acudió a Nápoles de la mano de Rafa Benítez, con quien comparte representante (al igual que Albiol y Callejón). En Italia volvió a demostrar que es un portero de nivel. Hasta el momento, en Brasil no jugó ni un minuto.
De Gea: Guardameta titular del Manchester United más flojo de los últimos 20 años. Debido a las pocas posibilidades de que un tercer portero llegue a debutar en una competición tan corta como el Mundial, Del Bosque optó por la juventud, en detrimento de otros jugadores que cuajaron un mejor año pero que podrían reabrir heridas. Como era previsible, tampoco ha jugado hasta el momento.
Defensa
Juanfran: A pesar de que acabó cojo la final de la Liga de Campeones, el lateral del Atlético de Madrid era uno de los que llegaba con mejores sensaciones. Protagonista en la semifinal en Stamford Bridge, poniendo dos balones desde la línea de fondo que acabaron en gol, le ganó la partida a Carvajal. Es un jugador distinto desde la llegada de Simeone al Manzanares. Agresividad, compromiso y recorrido. Tampoco llegó a debutar.
Azpilicueta: Otra de las caras nuevas. El futbolista del Chelsea fue el encargado de ocupar el lateral derecho durante el Mundial de Brasil. Es probable que se colase en la lista por delante de otros jugadores por su polivalencia. Acostumbrado al juego ultradefensivo y presionante del Chelsea, puede que le costase asimilar que la selección tratase de mantener la pelota.
Jordi Alba: Uno de los fijos para Del Bosque, acudió a la cita en una de sus temporadas más irregulares, en la que tan solo disputó quince partidos con el Barça. Un jugador como él, que obtiene ventajas por su chispa y su velocidad, quizá no llegó en su mejor momento.
Sergio Ramos: El Tarzán de Camas es otro de los símbolos de esta generación de futbolistas. Llegó como una moto tras machacar al todopoderoso Bayern con su potencia y anotar el gol de la final de Champions en el último suspiro que le dio vida y gloria al Madrid. Se nota que juega mucho más cómodo en una defensa poblada, agresiva y en la boca de la cueva (su club), que con metros entre la zaga y el portero (la selección). Su superioridad provoca que casi siempre sea capaz de enmendar sus propios errores, pero a Van Persie no se le puede dar un metro, porque es probable que no le haga falta ni controlar la pelota.
Piqué: Uno de los grandes señalados tras el ridículo ante Holanda. Es un perfil distinto al de Ramos, con mejor lectura de juego y anticipación que piernas. En el Mundial, ni una cosa ni otra. Tanto en su club como en la selección echa en falta a Carles Puyol, que no le permitía irse del partido ni un segundo.
Raúl Albiol: Hizo las maletas y se fue a Nápoles, en donde volvió a disfrutar de minutos tras varios años calentando el banquillo del Real Madrid. En el Calccio volvió a disfrutar de regularidad, algo que no le pasaba desde que abandonó Valencia, club en el que se ganó su entrada en la selección. No jugó ni un minuto, aunque en las dos Eurocopas y el Mundial en las que España salió campeona, su papel también fue circunstancial.
Javi Martínez: Apuntaba a central titular en los días previos al debut, aunque finalmente no jugó hasta el partido contra Chile, precisamente, para ocupar la vacante de Piqué. En el Bayern de Guardiola jugó minutos, aunque en los partidos más decisivos de final de temporada, el técnico de Samptedor no contó con él.
Centro del campo
Busquets: Otra de las piezas claves de esta selección que no acudió en su mejor momento, algo que quedó en evidencia en Fonte Nova y en Maracaná. Siempre llegó tarde. Goza de la plena confianza de Del Bosque. «Si yo fuese futbolista, me gustaría ser Sergio Busquets», dijo hace cuatro años en pleno debate sobre si el doble pivote sí o el doble pivote no. Durante los dos partidos de la fase de grupos, el entrenador optó por sustituir a Xabi Alonso y no a él.
Xabi Alonso: Otro de los grandes señalados. El centrocampista del Real Madrid se perdió la final de Champions por un acto impropio de alguien con su experiencia. Llegó falto de ritmo (también arrancó la temporada lesionado). El Madrid se descolgó en Liga con la derrota en el Pizjuán con un fallo garrafal de Alonso y acabó por tirarla a la basura con el partido que hizo en Balaídos, en el que puso en bandeja un gol a Charles. Partió de inicio en los dos encuentros del Mundial aunque en ambos fue el primer cambio. Hasta el momento, autor del único gol de España en el torneo al convertir el penalti contra Holanda.
Xavi: Probablemente, junto a Casillas, el otro gran símbolo de la selección Española. La gran apuesta de Luis Aragonés, continuada por Del Bosque, dominó durante seis años los centros del campo del fútbol tanto a nivel de clubes como de selecciones. Filtró un pase sensacional en el partido de debut para dejar solo a Diego Costa en la jugada del penalti, pero no acabó de encontrarse cómodo sobre el campo. Tampoco llegó a Brasil en su mejor momento, ya que en el combate final por la Liga entre Barça y Atlético, Martino lo dejó en el banquillo. A falta de una charla con Luis Enrique, a sus 34 años es posible que su fútbol acabe en Catar deleitando a jeques árabes.
Koke: Era uno de los llamados a renovar el equipo español. Completó una campaña fantástica en el Atlético de Madrid. Llegó a la cita en un buen momento de forma pero el peso y la cantidad de los centrocampistas le cerraron de par en par las puertas del equipo inicial. Entró en el descanso contra Chile, ya con casi todo el partido y el Mundial decidido.
Cazorla: En la Premier atravesó varios altibajos, al igual que su club. Tuvo un papel testimonial en la cita de Brasil. Apenas jugó un cuarto de hora en el último partido. Probablemente sus minutos más amargos con la selección, a la que siempre llegaba con una sonrisa.
Silva: La cabeza de turco de hace cuatro años en Sudáfrica tras la inesperada derrota ante Suiza, tuvo en sus botas el segundo gol para cerrar el partido de debut contra Holanda. El mediapunta del Manchester City, con 28 años, cuajó una gran temporada en la Premier, en donde está valorado como uno de los mejores futbolistas del momento. En Brasil no encontró compañeros con los que asociarse.
Andrés Iniesta: El futbolista que levantó a España del sofá con su derechazo frente a Holanda de hace cuatro años es otro de los indiscutibles para Vicente Del Bosque. No disfrutó de su mejor temporada. Aquejado de problemas físicos durante gran parte de la temporada, Martino lo situó varias veces en el banquillo. A los problemas profesionales se unieron los personales. A pesar de que aterrizó en Brasil sin el ritmo necesario para competir a primerísimo nivel, su excepcional calidad le permitió perder pocos balones a pesar de que los rivales iban dos marchas por encima. Como jugador de equipo que es, al igual que Silva, le faltó gente para asociarse.
Mata: Otro de los jugones de la selección que se ve perjudicado por la superpoblación de centrocampistas talentosos. El fichaje más caro en la historia del Manchester United no jugó ni un solo minuto en este Mundial.
Delantera
Fábregas: En el Barcelona disfrutó de la continuidad que no había tenido hasta el momento. Cifras aseadas, aunque muchas veces en partidos poco trascendentales. No acabó de convencer en el Camp Nou y ya es nuevo futbolista del Chelsea, operación que se hizo oficial a pocas horas del debut de la Selección Española. Solo jugó ante Holanda, y los minutos de la basura.
Pedro: Junto a Javi Martínez, el canario fue la gran apuesta de Del Bosque para modificar el equipo que encajó cinco goles de Holanda. El técnico buscó desmarque de ruptura y llegada desde la segunda línea, pero los chilenos ahogaron cualquier amago de creación ofensiva española. Pedro no llegó en su mejor momento, ya que apenas disfrutó de minutos importantes en su club durante esta temporada.
Diego Costa: Arrancó la temporada 2013-2014 como un avión pero a medida que avanzó fue perdiendo explosividad y olfato goleador. Forzó demasiado para poder estar en el campo junto a su compañeros del Atlético en el tramo final de la temporada, pero en el Camp Nou se tuvo que retirar antes del minuto 10 y el efecto placebo de la placenta de yegua apenas duró cinco minutos en la final de la Liga de Campeones. Llegó roto, pero tras la polémica que se generó a raíz de su nacionalización, como para sentarlo en el banquillo.
Villa: Su nuevo equipo, el New York City estadounidense, lo dice casi todo. Se justifica su presencia en la lista de 23 por su oportunismo. Es de ese tipo de jugadores que seguirá inflándose a goles cuando juegue en los veteranos del Sporting de Gijón, pero es evidente que desde que se fracturó la tibia en el Mundial de Clubes del 2011, ha perdido esa punta de velocidad que antes le hacía disfrutar de tres o cuatro oportunidades de gol por partido.
Fernando Torres: En el Mundial de Sudáfrica arrancó de titular pero a medida que avanzaba la competición se cuestionaba cada vez con más fuerza hasta que Pedro acabó ocupando su sitio. Siempre ha sido un jugador para jugar con espacios, por lo que el juego de toque de la selección española nunca le ha beneficiado. Su gol en el Pratter de Viena frente a Alemania que supuso el principio del reinado del fútbol español lo logró con una carrera de 30 metros (y un despiste de Lahm). Mourinho, su entrenador en el Chelsea, dio a entender en una conversación privada que acabó saliendo a la luz que no confiaba mucho en su capacidad goleadora: «Carezco de delantero. Tengo a Eto'o, pero tiene 32 o 35 años, ¿quién sabe?».

Un grupo de estudiantes se saluda en la puerta de la discoteca Pachito La Cage, de Salou.
TÍTULO: EL ULTIMO EXAMEN, EN SALOU,.

  1. El último examen, en Salou. Un grupo de estudiantes se saluda en la puerta de la discoteca Pachito La Cage, de Salou. -foto,.

    La localidad de la Costa Dorada se ha convertido en el destino por excelencia de los viajes tras la Selectividad. «Vienen aquí a despedirse de una etapa de la vida»,. 

    -TÍTULO: EL COCHE DE LUCÍA,.

    Por fin ya tengo en mi poder las notas finales de mis estudios y os puedo decir que la media ha sido un 8,68, por lo que podré seguir estudiando lo que me gusta. Nunca es tarde para estudiar. Desde aquí quiero agradecer a todos mis profesores la labor que desarrollan y el ánimo que nos dan a los alumnos calificados como "adultos".-foto
    Además os diré que el relato erótico, El coche de Lucía, se llevó el segundo premio del II Certamen Literario celebrado ayer en la localidad alicantino de Pilar de la Horadada, lugar en que resido. Para mí lograr este premio ha significado mucho, pues quiere decir que lo que escribo gusta. Os dejo el relato para que opinéis si lo creéis conveniente, o sencillamente para que disfrutéis de un relato erótico.
    Lucía salía del hospital en donde trabajaba como diplomada en Enfermería. Era una fría y lluviosa noche de diciembre. Sintió un frío helado y se apretó más el abrigo contra su cuerpo, dirigiéndose hacia su coche, que estaba en el parking del centro hospitalario. Cuando intentó arrancar se dio cuenta de que algo falla, pues no había sonido de motor.
    Entre la lluvia, el frío y el mal turno que había tenido, lo único que le faltaba era que el coche se estropeara. Tras varios intentos desesperados de poner en marcha el coche, abrió su bolso y cogió el teléfono móvil. Buscó el número de Paco, dueño del taller de reparaciones al que su padre acudía cada vez que tenía un problema con su coche. La llamada fue respondida por una voz que no reconoció, pero ésta se identificó como el hijo del mecánico.
    Esa persona tomó la dirección del lugar, comunicándole que iba hacia allí con la grúa. Lucía se quedó dentro del vehículo pues seguía lloviendo. Cuando llegó el vehículo remolcador observó que quien lo conducía no era Paco. Se trataba de un hombre maduro y bastante atractivo, quien se presentó como Luis. El individuo levantó el capó del coche y descubrió que lo que fallaba era la batería, por lo que le sugirió que la podía acercar hasta su domicilio y, más tarde llevaría el coche al taller para su reparación, pues era muy tarde y su padre no estaba en casa. Como no dejaba de llover y conocía de vista al hijo del mecánico aceptó el ofrecimiento.
    Una vez dentro del vehículo ella le explicó en dónde debía dejarla. Al pasar frente a una cafetería, Luis, así se llamaba el hombre, le preguntó si le apetecía un café y ella, sin pensarlo dos veces, aceptó el ofrecimiento. Necesitaba no pensar en la nefasta tarde que había tenido en el hospital. Se había producido un accidente múltiple y había fallecido un niño y su madre. Por lo que hablar con otra persona ajena al trabajo y ante una bebida caliente no le pareció nada mal.
    Lo que se inició con una taza de café acabó con varios licores, ya que la conversación era muy agradable. Lucía le contó que hacía muy poco que se había salido de un divorciado poco amigable, mientras que él llevaba varios años de soltería. Luis, quien se dedicaba a la abogacía, había venido a pasar unos días con sus padres con la intención de solucionarle a su progenitor los trámites para el cierre del taller. La charla fue interrumpida por el dueño de la cafetería, quien iba a cerrar el negocio. Lucía pensó que era una lástima, pues se sentía muy a gusto con Luis. Sus ojos eran verdes y su boca invitaba al beso. Hacía tanto tiempo que no se relacionaba con alguien del sexo contrario y que no perteneciera al trabajo, que le sentó mal tener que abandonar el local.
    De vuelta a la grúa, y sin decirse ninguna frase, ambos se miraron a los ojos, que iban directos a los labios y, sin decir palabra alguna, ambos se juntaron en un beso apasionado, que enardecieron sus deseos. La pareja se besaba con deleite, sin mirar si alguien pasaba por allí, pues en lo único que pensaban era en saborearse mutuamente. La manos de Luis se dirigieron a los senos de ella y fue acariciándolos con suavidad, hasta llegar a sus pezones, que estaban ya muy duros. En su interior deseaba abrirle la camisa y saborearlos, pues los presumía deliciosos.
    Lucía, quien sentía espasmos de placer, dirigió sus manos hacia la entrepierna para descubrir que el miembro masculino estaba erecto. Le desabrochó el botón del pantalón y fue bajando, con cuidado, la cremallera. Introdujo la mano y sacó del slip el miembro viril. Mientras tenía sujeto el falo con la mano, le dirigió una mirada. No necesitó la respuesta de él ya que sus labios mudos le decían que lo realizara. Comenzó con pequeñas succiones con la lengua y los labios.
    La enfermera necesitaba más, quería sentir un orgasmo que la llevara al éxtasis, así que acercó la mano de él hacia su propio sexo, que estaba húmedo y sediento de placer. Ambas manos iniciaron un juego que culminó con sendos orgasmos. Sin decir palabra alguna, se arreglaron las ropas y continuaron el camino a casa de ella. Una vez allí, Lucía le dijo que si deseaba tomar la última copa.
    Luis, que llevaba algún tiempo sin mantener relaciones íntimas, no se lo pensó y aceptó, pues sospechaba cómo podía acabar la noche. La deseaba y ansiaba poseerla. Lucía le indicó el armario en donde estaban las bebidas y las copas. Ella necesitaba ir el baño para ponerse más cómoda. El abogado comprobó que era una casa sencilla, pero decorada con buen gusto, y fue mirando cada habitación, hasta que, sin darse cuenta, llegó al dormitorio principal. Al abrir la puerta, observó que Lucía tenía una toalla alrededor de su cuerpo y gotas de agua por lo que supuso que acababa de darse una ducha.
    No era una mujer delgada, pero tenía unas curvas que le encantaron. Se acercó a ella y la fue acariciando despacio, a la vez que le iba dando dulces besos por el cuello. Lucía comenzó a jadear y se dio la vuelta.
    Cuando sus ojos estaban frente a frente, no hicieron falta palabras, la toalla cayó al suelo. Aunque era invierno, ella no sentía frío alguno. Comenzó a desnudarlo, sin dejar de besarlo. Mordisqueaba sus labios con suavidad y las lenguas se fueron entrelazando hasta que sus salivas quedaron fundidas en una sola.
    Luis la tomó en sus brazos y la dejó en la cama. Sin mediar palabra la penetró despacio y ambos iniciaron movimientos suaves y acompasados para ser cada vez más rápidos y profundos. Las manos de ella recorrían la espalda de él, deslizándolas con suavidad, desde el inicio del cuello hasta llegar a sus glúteos y allí las dejó, para ir empujando las nalgas de él contra su pubis. No podía dejar de gemir de placer. Sus piernas rodeaban la cadera del hombre.
    Por su parte él, iba lamiendo y mordisqueando los pezones de Lucía; no podía aguantar más, necesitaba explotar y así se lo dijo. Embistió de forma brutal y ambos tuvieron sendos orgasmos que los dejaron exhaustos, pero muy dichosos.
    Se quedaron un rato en la cama charlando, pero Lucía se quedó dormida entre sus brazos. Luis se entretuvo en observarla detenidamente. Tenía una cara pecosa y una piel muy suave, quizás tuviera alrededor de cuarenta años. Sin ser una bellezón, resultaba una mujer madura muy atractiva. Sin dudarlo, le gustaba. Además, respecto al sexo en ningún momento del acto se cohibió, lo que le satisfizo mucho.
    Cuando despertó Lucía ya era de día y, entonces, recordó la noche anterior. No se lo podía creer y miró hacia el lado contrario de la cama. Allí había una nota, que decía que el coche se lo traería a la hora del café, acompañada de una sorpresa. Lucía se preguntó si no sería una locura, pues Luis era un hombre que le gustaba en todos los sentidos y sabía que, después, o antes del café, volvería a desearlo y acabarían manteniendo sexo.
    Sin embargo, ella esa tarde tenía turno en el hospital y, sin pensarlo dos veces, llamó a una compañera que le debía un favor para que la sustituyera. María, que así se llamaba su colega, le preguntó si le ocurría algo y Lucía le comentó que tenía un espantoso dolor de cabeza. Resuelto ese problema, la enfermera se pasó la mañana en la cocina, realizando un pastel para tomar con el café a la vez que iba imaginando cual será la sorpresa que Luis le tendría preparada. Pero esa es otra historia……
    Águeda Conesa Alcaraz,.

     

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