EL MIKOLAPIZ HELADO, EL TRISTE FINAL DE UNA BELLA HISTORIA, ESPAÑA-0- CHILE-2-EL MUNDIAL,.-fotos,.
Desconocida, mostrando todas las razones de su declive ante una combativa Chile, España escribe su epitafio en Maracaná y se despide del Mundial de Brasil,.
Con Maracaná por testigo, la selección española se despidió ayer del
Mundial de Brasil en un partido gris que vino a ser su epitafio: el de
un equipo histórico que ya ha completado su ciclo en el fútbol. Se
confiaba en que España resurgiera ante Chile tirando de su orgullo de
campeona, que los artistas volvieran a reunirse y a tocar como en los
viejos tiempos, pero muy pronto se vio que no era posible. Lo de Holanda
no había sido un accidente, sino el síntoma de un deterioro que no se
ha podido o no se ha sabido evitar. Las dudas, nacidas de múltiples
factores, han llegado a 'La Roja' y la han enterrado. No tenía
anticuerpos contra ellas. Y lo peor es que el final de esta bella
historia ni siquiera pudo tener en el campo el mínimo de grandeza que se
esperaba. Fue un adiós sumido en la penumbra, triste como el final de
un bello sueño, sin nada de fútbol que rescatar y con la única honra de
la exquisita deportividad mostrada en la derrota. Porque España ha
sabido ganar y ha sabido perder. Aunque todavía no pueda ser un
consuelo, no convendría olvidarlo.
Histórico a su manera, el partido comenzó con un sofoco para España, que estuvo a punto de encajar un gol en los primeros segundos por culpa de un error defensivo. Fue todo un presagio. Iba a tocar sufrir. La jugada dejó un mal cuerpo, sobre todo porque hizo inevitable el recuerdo del desaguisado frente Holanda y reafirmó la certeza de que el mal seguía ahí. El equipo de Del Bosque ha perdido la consistencia defensiva que siempre le había distinguido y le había llevado a los títulos. Y sin ella no hay nada que hacer, salvo las maletas.
El juego se aplanó con el paso de los minutos. Chile no quiso desbocarse, que es su estado natural. Respetaba mucho a su rival como para ponerse a lanzar flechas al galope y, además, era consciente de que el empate le abría la puerta de la clasificación. España, sin embargo, no supo manejar ese escenario. Lo cierto es que no era fácil reconocer a los jugadores españoles. Eran otro equipo distinto, surgido de la ansiedad, el peor lugar posible, y de las primeras dudas profundas sobre su rendimiento colectivo. Porque no sólo se trataba de que faltara fortaleza atrás, sino de que 'La Roja' tampoco tenía la pelota. Xavi Hernández había sido, junto a Gerard Piqué, el gran sacrificado del 5-1. Es evidente que el jugador de Tarrasa está ya para dar el salto a Qatar o a otro destino exótico, pero el seleccionador quizá subestimó el peso que tendría su ausencia a la hora de que España mantuviera su estilo, la cadencia de su viejo mecanismo, y al menos se reconociese en el campo. De hecho, ni siquiera puso en su lugar a un futbolista de un corte parecido, como podría ser Koke, salvando las distancias.
Del Bosque optó por mantener en el once a Silva jugando de media-punta, pero su apuesta no resultó. El canario tuvo unos de sus días de apagón. Fue incapaz de asociarse, lo mismo que les sucedió a Busquets y, sobre todo, a un Xabi Alonso desconocido. El guipuzcoano, que no salió tras el descanso, vivió una pesadilla en la primera parte. Incomodísimo ante la presión chilena, falló la primera ocasión que tuvo el equipo en el minuto 14 y cometió la pérdida de la que llegó el primer gol de Chile, obra de Vargas a los 20 minutos. Fue otro error defensivo que terminó de extender las peores sospechas y, sobre todo, una esencial: la de que España se estaba despidiendo del Mundial en Maracaná, ante 40.000 chilenos y con los ojos del mundo puestos en su decadencia.
Despersonalizada, la selección ni tocaba ni defendía. Los laterales no existían, el entrejuego era un borrón continuo salvo en alguna intervención esporádica de Iniesta, y Diego Costa continuaba siendo una presencia extraña, un personaje desenfocado. Lo que no ha dejado de ser todavía en la selección, vaya. Dicho de otro modo: España no hacía nada de lo que ha hecho siempre. Viéndole en el campo, sin un plan, impotente, no era posible detectar ninguna de sus señas de identidad. No era ella misma sino un extraño sucedáneo que quería y no podía ante la Roja chilena, un grupo lleno de entusiasmo y hambre de gloria. Si Casillas no ha perdido estas virtudes, lo cierto es que ha perdido otras cosas, entre ellas su duende. A los 43 minutos, no se atrevió a atajar una falta lanzada por Alexis. Preferió meter los puños y se encontró con que su despeje le cayó a Aranguiz. Un duro disparo del futbolista del Internacional de Porto Alegre se convirtió en el 2-0 para delirio de la afición chilena, tan ardiente que un centenar de sus integrantes asaltó la sala de prensa para colarse al estadio.
España estaba ya en el otro barrio. Resultaba impensable una remontada de tres goles en un equipo que para hacer uno necesita una complejísima confabulación de los astros. Se demostró con las ocasiones desperdiciadas en el arranque de la segunda parte por Diego Costa y, sobre todo, por Busquets, que a los 57 minutos cometió un error tan garrafal que, cuando la jugada se repitió en los marcadores electrónicos, el público no pudo reprimir un grito de asombro. La selección continuó por sus tristes derroteros, llena de buena voluntad pero nula de acierto. Nada cambió la entrada de Koke, ni tampoco la de Fernando Torres o la de Cazorla, con quien Del Bosque tuvo el detalle de permitirle debutar en un Mundial. A nadie le extrañó. Porque, en el fondo, todo el mundo sabía que no se trataba de una cuestión de que jugara un futbolista u otro, sino que de algo mucho más profundo. Sencillamente, se había terminado una época.
Histórico a su manera, el partido comenzó con un sofoco para España, que estuvo a punto de encajar un gol en los primeros segundos por culpa de un error defensivo. Fue todo un presagio. Iba a tocar sufrir. La jugada dejó un mal cuerpo, sobre todo porque hizo inevitable el recuerdo del desaguisado frente Holanda y reafirmó la certeza de que el mal seguía ahí. El equipo de Del Bosque ha perdido la consistencia defensiva que siempre le había distinguido y le había llevado a los títulos. Y sin ella no hay nada que hacer, salvo las maletas.
El juego se aplanó con el paso de los minutos. Chile no quiso desbocarse, que es su estado natural. Respetaba mucho a su rival como para ponerse a lanzar flechas al galope y, además, era consciente de que el empate le abría la puerta de la clasificación. España, sin embargo, no supo manejar ese escenario. Lo cierto es que no era fácil reconocer a los jugadores españoles. Eran otro equipo distinto, surgido de la ansiedad, el peor lugar posible, y de las primeras dudas profundas sobre su rendimiento colectivo. Porque no sólo se trataba de que faltara fortaleza atrás, sino de que 'La Roja' tampoco tenía la pelota. Xavi Hernández había sido, junto a Gerard Piqué, el gran sacrificado del 5-1. Es evidente que el jugador de Tarrasa está ya para dar el salto a Qatar o a otro destino exótico, pero el seleccionador quizá subestimó el peso que tendría su ausencia a la hora de que España mantuviera su estilo, la cadencia de su viejo mecanismo, y al menos se reconociese en el campo. De hecho, ni siquiera puso en su lugar a un futbolista de un corte parecido, como podría ser Koke, salvando las distancias.
Del Bosque optó por mantener en el once a Silva jugando de media-punta, pero su apuesta no resultó. El canario tuvo unos de sus días de apagón. Fue incapaz de asociarse, lo mismo que les sucedió a Busquets y, sobre todo, a un Xabi Alonso desconocido. El guipuzcoano, que no salió tras el descanso, vivió una pesadilla en la primera parte. Incomodísimo ante la presión chilena, falló la primera ocasión que tuvo el equipo en el minuto 14 y cometió la pérdida de la que llegó el primer gol de Chile, obra de Vargas a los 20 minutos. Fue otro error defensivo que terminó de extender las peores sospechas y, sobre todo, una esencial: la de que España se estaba despidiendo del Mundial en Maracaná, ante 40.000 chilenos y con los ojos del mundo puestos en su decadencia.
Despersonalizada, la selección ni tocaba ni defendía. Los laterales no existían, el entrejuego era un borrón continuo salvo en alguna intervención esporádica de Iniesta, y Diego Costa continuaba siendo una presencia extraña, un personaje desenfocado. Lo que no ha dejado de ser todavía en la selección, vaya. Dicho de otro modo: España no hacía nada de lo que ha hecho siempre. Viéndole en el campo, sin un plan, impotente, no era posible detectar ninguna de sus señas de identidad. No era ella misma sino un extraño sucedáneo que quería y no podía ante la Roja chilena, un grupo lleno de entusiasmo y hambre de gloria. Si Casillas no ha perdido estas virtudes, lo cierto es que ha perdido otras cosas, entre ellas su duende. A los 43 minutos, no se atrevió a atajar una falta lanzada por Alexis. Preferió meter los puños y se encontró con que su despeje le cayó a Aranguiz. Un duro disparo del futbolista del Internacional de Porto Alegre se convirtió en el 2-0 para delirio de la afición chilena, tan ardiente que un centenar de sus integrantes asaltó la sala de prensa para colarse al estadio.
España estaba ya en el otro barrio. Resultaba impensable una remontada de tres goles en un equipo que para hacer uno necesita una complejísima confabulación de los astros. Se demostró con las ocasiones desperdiciadas en el arranque de la segunda parte por Diego Costa y, sobre todo, por Busquets, que a los 57 minutos cometió un error tan garrafal que, cuando la jugada se repitió en los marcadores electrónicos, el público no pudo reprimir un grito de asombro. La selección continuó por sus tristes derroteros, llena de buena voluntad pero nula de acierto. Nada cambió la entrada de Koke, ni tampoco la de Fernando Torres o la de Cazorla, con quien Del Bosque tuvo el detalle de permitirle debutar en un Mundial. A nadie le extrañó. Porque, en el fondo, todo el mundo sabía que no se trataba de una cuestión de que jugara un futbolista u otro, sino que de algo mucho más profundo. Sencillamente, se había terminado una época.
TÍTULO: LA CHICA JUEVES, VIERNES, LAS TABLAS DE CARLA BRUNI,.
- Carla Bruni es modelo, actriz y esposa de Nicolas Sarkozy, pero por ... ha reivindicado la artista en una entrevista con Efe, en la que se ha ...
Carla Bruni: "Me hace feliz dedicarme otra vez a la música en cuerpo y alma",.
-foto- Carla Bruni es modelo, actriz y esposa de Nicolas Sarkozy, pero por encima de todo es "compositora y cantante", ha reivindicado la artista en una entrevista con Efe, en la que se ha mostrado feliz de haber dejado atrás su etapa de Primera Dama de Francia y de volver a dedicarse a la música "en cuerpo y alma".
"Mi etapa como Primera Dama no ha sido positiva para mi carrera musical. La gente ha empezado a verme como a un político, cuando yo no soy un político, soy cantante y compositora, y estoy feliz de volver a dedicarme a mi verdadero trabajo", ha dicho la intérprete, que mañana cierra su gira internacional con un concierto en el Festival Jardines de Pedralbes de Barcelona.
Una gira que sólo tiene una parada en España y que la ha llevado en los últimos meses a países como Alemania, Australia, Estados Unidos, Canadá, Israel y Rusia.
Esta gira, la más extensa de su carrera y la primer que recala en Barcelona, se ha convertido en una experiencia que la propia cantante ha definido como "la cosa más fantástica" que ha hecho nunca.
"Todo mi tiempo está lleno de música y recorrer el mundo tocando música ha sido una gran fuente de inspiración para mí como compositora", ha añadido.
La artista llega a la capital catalana con un buen número de nuevas composiciones bajo el brazo, por lo que cabe esperar que pronto empiece a pensar en un nuevo disco.
No obstante, en el concierto de mañana se mantendrá fiel al guión que ha ido siguiendo en los recitales anteriores, y desgranará los temas de su último álbum "Little french songs", que alternará con canciones de "Quelqu'un m'a dit" y "Comme si de rien n'était".
Composiciones que retratan "retazos de vida" según Bruni, que "proceden de emociones especiales, de cosas que conmueve" y sobre las que siente "el impulso de escribir".
En su último disco hay un tema que recuerda la época en la que los Rolling Stones grabaron en la casa de Keith Richards y Anita Pallenberg en el sur de Francia.
Bruni también ha dedicado una canción a su marido, el expresidente de Francia Nicolas Sarkozy; pero sobre este tema no se le puede preguntar nada a la artista porque su agente advierte a los periodistas, antes de iniciar las entrevistas, que "Carla no hablará sobre su marido, política o noticias. La entrevista se interrumpirá si se tocan estos temas".
No es broma. Bruni ya se levantó de una entrevista televisiva cuando le preguntaron por los problemas de su marido con la justicia.
A pesar de esta dura advertencia inicial, Carla Bruni rezuma buen carácter y ganas de agradar en sus respuestas.
"Es la primera vez que actúo en Barcelona y estoy muy emocionada", ha asegurado la cantante, que pretende dar al público del Festival Jardines de Pedralbes "lo mejor de sí misma" y confía en que el idioma no sea un obstáculo, a pesar de que la mayor parte de sus canciones son en francés.
"Interpretar mi música frente a la audiencia es la cosa más emocionante que he hecho nunca", ha agregado la artista, una respuesta con la que constata que ha superado el miedo a los escenarios que reconocía cuando inició su carrera artística.
Han pasado muchas cosas desde aquellos inicios, entre otras que Carla Bruni ha tenido que someterse al acoso mediático propio de una Primera Dama tan exótica como ella.
En los últimos años, la cantante se ha convertido en una celebridad, constantemente en el punto de mira, una circunstancia que "tiene poco que ver con la música", según Bruni, que no está segura de que "ser famosa haya realmente ayudado mucho" a su carrera.
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