- Arte, mensaje y accesorio fashion. La transgresión del tatuaje se ha convertido en cultura de masas, una señal (cada vez menos indeleble) de ...foto,.Arte, mensaje y accesorio fashion. La transgresión del tatuaje se ha convertido en cultura de masas, una señal (cada vez menos indeleble) de intimidad compartida, que exhibe todo el que es alguien en el mundo de la moda y el espectáculo.
El cuerpo adquiere dimensión cultural porque “los códigos éticos y estéticos que predominan en lugares y momentos históricos se transmiten como representaciones personales del primer elemento que fija nuestras interacciones: la apariencia”, explica en un estudio de la Universidad Complutense el autor José Luis Alcolea. Pero hasta hace apenas 50 años el tatuaje era un arte primitivo que solo tenía sentido entre culturas del Pacífi co, marineros, expresidiarios, freaks de feria ambulante y bandas criminales. Era un rito de paso, una marca de grupo, un recordatorio de fechorías, un estigma o un souvenir de viajes en territorios ignotos. Y se llevaba a cabo en antros siniestros, sin medidas higiénicas y con el dolor más crudo como testigo mudo de la valentía del sujeto.
Como en un atelier
Todo cambió en los años 60. La contracultura no solo removió los cimientos de la sociedad y la mojigatería imperante. También se apropió de la tinta en la piel como máxima expresión de vida a contracorriente. Unas cuantas décadas después, al tatuaje le ha pasado lo mismo que al rock’n’roll, que la rebeldía inicial se ha convertido en cultura de masas. Y al cutre tattoo parlor lo han sustituido estudios de tatuaje con el mismo espíritu que el atelier de un artista y la aparatología quirúrgica, esterilizada e indolora de un centro de estética.
El tatuaje es ahora un accesorio fashion que te has ganado con cierto dolor (y una buena dosis de pomada anestésica) y que ni siquiera tiene que acompañarte toda la vida (que le pregunten a Melanie Griffith cuántas sesiones de láser se necesitan para borrar la palabra Antonio del brazo). Pero, a la vez, contiene un significado personal e íntimo que trasciende la moda. Y que diferencia a las generaciones.
Un estudio de la Universidad de Texas demuestra que los adolescentes tatuados son sexualmente más activos y pierden la virginidad mucho antes que los que no llevan nada impreso en la piel. En España, veinteañeros y millenials son de tatuaje fácil y casi obligatorio. Hasta los 40 lo natural es esconder algún que otro signo de individualidad en forma de idiograma japonés, runa élfi ca o animal inofensivo (delfines, mariposas, pajaritos…) en zonas privadas. Pero es mucho más escaso encontrar al ciudadano español de más de 50 con tendencia al dibujo en la piel.
Sin embargo, en En Estados Unidos, donde el tatuaje es tan mainstream como los reality shows, el sector de la población con mayor demanda de tatuajes es actualmente la mujer de mediana edad.
Identidad o imitación
El punto de inflexión se sitúa, precisamente, en la cultura de masas. En los famosos que exponen sus marcas, en las celebridades que alardean de sus estrellas, petirrojos, corazones o palabras de aliento. Porque, una vez más, en los últimos años el tatuaje se ha hecho universal gracias a las alfombras rojas. Es lo que Alcolea denomina la democratización de la belleza. Y de la misma forma que se copia el peinado de un personaje de relevancia social o se busca un vestido similar al que muestran en redes sociales y medios de comunicación, se multiplican las tendencias en tatuajes.
La penúltima, el tiny tattoo del que hablábamos al principio: elementos diminutos en el interior de la muñeca, el final de la nuca o un hueco del tobillo… Kate Moss tiene un ancla en el antebrazo; Cara Delevigne, un león en el dedo índice; Samantha Cameron, un delfín en el pie; Lana del Rey, la palabra paradise (paraíso) en el dorso de la mano; Jessica Alba, una flor en la parte posterior del cuello; Leah Michelle, unas notas sobre el hombro, y Kate Hudson, una estrella en miniatura cerca de los dedos de su pie izquierdo. La siguiente apenas acaba de empezar: el tatuaje invisible. En tinta blanca, discreto y casi imperceptible de lejos, resulta sin embargo más significativo en las distancias cortas que el negro caligráfico.
Y mucho más doloroso porque, para que adquiera relieve la tinta tiene mayor densidad de lo habitual. Lo llevan Lindsay Lohan y Kate Moss (dicen que se ha inscrito una cadena de corazones cerca de sus costillas). Y Cara Delevingne se acaba de sumar al grupo de con un enorme Breathe Deep (respira hondo) que parece marcado a fuego en su costado izquierdo. Un recordatorio muy útil por si se olvidan de ejercitar sus funciones vitales.
Bimba Bosé: "Después de hacerte el primero quieres más"
¿Está reñida la tinta corporal con el estilo? Acudimos a uno de nuestros iconos de moda internacionales, que luce varios –entre otros, unas flores de opio en la espalda y un naipe: un as de corazones con doble D de Diego, su expareja, y Dora, su hija– para preguntarle por qué lo hizo. “El tatuaje casi siempre lleva una carga emocional detrás. Simboliza un momento en tu vida, una persona a la que quieres, o algo con lo que te identificas y no quieres olvidar. Permite desarrollar algo íntimo y único.
Tatuarse es un ritual atávico, ancestral. Este hecho ritual, está en la base de lo atractivo e incluso adictivo que resulta: después de hacerte el primero, puede apetecerte tener más. Hay que ser muy consciente: cuanto más tiempo dediques a meditar el tatuaje, más identificada estarás con él. Y son muchos los baremos: en qué zona de tu cuerpo, qué dibujo, trazo y colores; quién te lo va a hacer (mi tatuador de cabecera es Sergio, de Nezumi), qué motivo tienes para hacértelo y qué va a representar para ti.
Hay que intentar ser auténtica: coherente con una misma, y original frente a los demás. Y aunque esto es una cuestión personal, yo confieso que prefiero el estilo old school y los tatuajes carcelarios: son motivos pequeños, que se hacen por separado y no algo que te recorra todo el brazo. Me fascina que haya gente capaz de hacerse toda la espalda, pero yo en esto soy menos Yakuza y más de cárcel moscovita de los años 20”. G.E.
Ellas aman el tiny tattoo
Helen Mirren
¿Símbolo indio, masónico... ? Se ha especulado mucho sobre su tatuaje... Ella dice que no fue más que rebeldía (alcohólica) juvenil.
Charlize Theron
Además de esta diminuta flor de loto, lleva un pez koi (símbolo de determinación) en el tobillo. Su madre luce uno igual.
Lana del Rey
Su perdición son los micromensajes. “Paraíso”, “Muere joven”, “No confíes en nadie”, “La vida es bella”...
La mirada psicológica, por Isabel Menéndez
¿Marcas elegidas?
El tatuaje instaura la continuidad, lo inalterable e indeleble en un mundo donde el cambio es permanente. Hasta hace poco, no había técnicas para eliminarlo. Ahora se puede, pero con un esfuerzo que puede simbolizar el tamaño de la pena por haber perdido a alguien. El dolor físico y puntual puede resultar a veces más tolerable que el psíquico. Melanie Griffith necesita ahora borrar la palabra Antonio. Quizá las sesiones de borrado le duelan menos que su pérdida. ¿Se escribe en el cuerpo lo que no se puede inscribir en el psiquismo?
Cada tatuaje representa algo en la historia de un sujeto: la piel actúa como pantalla donde se proyectan fantasías, afectos, nombres... En ocasiones se cubre gran parte del cuerpo, creando una una nueva envoltura que se convierte en memoria. Quizá un escudo para protegerse. ¿Para protegerse de qué? El tatuaje no esta dentro y tampoco fuera, permanece expuesto a la mirada del otro, pero no se puede compartir, pues forma parte de la identidad. Tenemos un cuerpo pero no somos solo un cuerpo. Estamos constituidos por trazos de una historia subjetiva que nos hace únicos.
El tatuaje se ha puesto de moda, quizá como posible respuesta subjetiva a una época que empuja a la indiferenciación. Podría ser un intento de diferenciarse y una búsqueda de configurar una nueva identidad, a la vez de una táctica para favorecer la identificación con los iguales, como ocurre entre los adolescentes. El joven, en su búsqueda de identidad, se hace un tatuaje como una forma de expresión. Como si dijera: “Con esta marca soy yo, para siempre y con mi grupo, fuera de mi familia”.
Hay marcas inconscientes que escriben con el lápiz del deseo nuestro destino. Las marcas nos las hacemos poner. Suponemos que las hemos elegido.
-foto-Bimba Bosé
está en un momento muy especial. Acaba de dar a luz a su segunda hija,
June, y lo ha hecho en su casa, en su cama, de la forma más natural que
existe y feliz por vivir esa experiencia. Apenas unos días
después del parto, Bimba vuelve al trabajo, esta vez para presentar los
uniformes que ha diseñado Davidelfín para la cadena hotelera Iberostar.
Un cambio total de estilo que llevarán los 21.000 empleados de la
compañía.
Hoy Corazón: Es su primera aparición tras su parto casero.
Bimba Bosé: Me gusta volver con un proyecto para una cadena que invita a las vacaciones, el relax… lo que más apetece después de un embarazo.
H.C.: Su suerte es poder trabajar en aquello que le hace feliz.
B.B.: Como dice Mario Vaquerizo, tenemos la suerte de dedicarnos a algo que no nos supone un trabajo, sino un placer y además nos da de comer. Poder hacer lo que a uno le gusta es un lujo. Las vacaciones ni te las planteas puesto que nuestra vida no tiene horarios. Viajas muy a menudo, vives de otra manera.
H.C.: Su primera hija nació en un hospital. No así la segunda, a la que ha dado a luz en casa.
B.B.: Con Dora no lo hice por respeto a mi entorno familiar. Entiendo que puede asustar y no quería hacerles pasar por eso. Con June decidí que sí lo haría y contacté con el doctor Santos Leal. Él te asiste en el parto, pero es la madre la que hace todo el trabajo. Con Dora di a luz de forma natural, pero con June ni siquiera me aceleraron el proceso con oxitocina. Además, nació en dos horas y fue todo muy bien. Estuvimos el médico, mi marido, haciendo fotos, y yo. Una experiencia increíble, muy bestia, no se puede comparar a nada.
H.C.: ¿Porqué lo hizo así?
B.B.: Porque no me considero una mujer enferma para tener que ir a un hospital. Mi embarazo fue maravilloso y lo natural era tenerlo en casa.
H.C.: ¿Y si hubiera necesitado una cesárea?
B.B.: Normalmente las cesáreas son el resultado de complicaciones, consecuencia de la medicación que muchas veces se pone para que dilates más y es una forma de anular lo que el cuerpo tiene que hacer a su ritmo. Hay un libro de la doctora Consuelo Ruiz, mentora del doctor Santos, donde explica todo esto muy bien. El parto es el resultado de un acto sexual, un proceso natural, y no debería haber complicaciones. El cuerpo es muy inteligente si lo dejas que funcione sin entrometerte.
H.C.: ¿Es consciente de que muchas personas criticarán lo que acaba de decir?
B.B.: Bueno, habrá quien diga que soy una hippie pero no es eso. Simplemente, no quiero que mi parto se haga en un entorno hostil. Quiero dejar claro que el de Dora fue perfecto, me atendió un equipo estupendo, pero ahora quería hacerlo así. No estoy en contra de la medicina pero intento no recurrir a ella. Me mantengo sana y entiendo que la enfermedad lo que hace es llamar la atención de algo que hacemos mal.
H.C.: ¿Le quedan ganas de tener más hijos?
B.B.: Estamos felices, a mi marido se le cae la baba. Cuando tuve a Dora pensé que no iba a tener más, pero ahora que todo ha ido tan bien, no lo descarto. Si estás sano es una gozada alumbrar en casa. Tienes que estar fuerte mentalmente. Yo creo que tengo esa fortaleza por mi genética y por el deporte. Estoy acostumbrada a los retos. Hay que disfrutar del momento, a pesar del dolor. Hay que escuchar al cuerpo y dejarse llevar por él.
H.C.: ¿Qué le duele en la vida?
B.B.: Las palabras, los sentimientos… eso me hiere más que una bofetada.
H.C.: Su marido está implicado en todo el proceso...
B.B.: Absolutamente, lo nuestro es un mano a mano. Haremos con June como hicimos con Dora. Piensa que ahora ya estamos a punto de grabar un disco que saldrá en enero. No hemos parado: hasta la semana anterior al nacimiento estábamos ensayando.
H.C.: ¿Cómo están sus primos nuevos, los hijos de Miguel?
B.B.: Muy bonitos. Son una monada, muy largos. Se parecen mucho a Miguel. Son dos ‘miguelitos’.
H.C.: ¿También para usted fue una sorpresa?
B.B.: Bueno, yo algo sí que me esperaba. Soy un poco confidente. Lo genial de él es que aunque dice que el próximo año se retira, lo que hace es superarse y reinventarse de nuevo.
Hoy Corazón: Es su primera aparición tras su parto casero.
Bimba Bosé: Me gusta volver con un proyecto para una cadena que invita a las vacaciones, el relax… lo que más apetece después de un embarazo.
H.C.: Su suerte es poder trabajar en aquello que le hace feliz.
B.B.: Como dice Mario Vaquerizo, tenemos la suerte de dedicarnos a algo que no nos supone un trabajo, sino un placer y además nos da de comer. Poder hacer lo que a uno le gusta es un lujo. Las vacaciones ni te las planteas puesto que nuestra vida no tiene horarios. Viajas muy a menudo, vives de otra manera.
H.C.: Su primera hija nació en un hospital. No así la segunda, a la que ha dado a luz en casa.
B.B.: Con Dora no lo hice por respeto a mi entorno familiar. Entiendo que puede asustar y no quería hacerles pasar por eso. Con June decidí que sí lo haría y contacté con el doctor Santos Leal. Él te asiste en el parto, pero es la madre la que hace todo el trabajo. Con Dora di a luz de forma natural, pero con June ni siquiera me aceleraron el proceso con oxitocina. Además, nació en dos horas y fue todo muy bien. Estuvimos el médico, mi marido, haciendo fotos, y yo. Una experiencia increíble, muy bestia, no se puede comparar a nada.
H.C.: ¿Porqué lo hizo así?
B.B.: Porque no me considero una mujer enferma para tener que ir a un hospital. Mi embarazo fue maravilloso y lo natural era tenerlo en casa.
H.C.: ¿Y si hubiera necesitado una cesárea?
B.B.: Normalmente las cesáreas son el resultado de complicaciones, consecuencia de la medicación que muchas veces se pone para que dilates más y es una forma de anular lo que el cuerpo tiene que hacer a su ritmo. Hay un libro de la doctora Consuelo Ruiz, mentora del doctor Santos, donde explica todo esto muy bien. El parto es el resultado de un acto sexual, un proceso natural, y no debería haber complicaciones. El cuerpo es muy inteligente si lo dejas que funcione sin entrometerte.
H.C.: ¿Es consciente de que muchas personas criticarán lo que acaba de decir?
B.B.: Bueno, habrá quien diga que soy una hippie pero no es eso. Simplemente, no quiero que mi parto se haga en un entorno hostil. Quiero dejar claro que el de Dora fue perfecto, me atendió un equipo estupendo, pero ahora quería hacerlo así. No estoy en contra de la medicina pero intento no recurrir a ella. Me mantengo sana y entiendo que la enfermedad lo que hace es llamar la atención de algo que hacemos mal.
H.C.: ¿Le quedan ganas de tener más hijos?
B.B.: Estamos felices, a mi marido se le cae la baba. Cuando tuve a Dora pensé que no iba a tener más, pero ahora que todo ha ido tan bien, no lo descarto. Si estás sano es una gozada alumbrar en casa. Tienes que estar fuerte mentalmente. Yo creo que tengo esa fortaleza por mi genética y por el deporte. Estoy acostumbrada a los retos. Hay que disfrutar del momento, a pesar del dolor. Hay que escuchar al cuerpo y dejarse llevar por él.
H.C.: ¿Qué le duele en la vida?
B.B.: Las palabras, los sentimientos… eso me hiere más que una bofetada.
H.C.: Su marido está implicado en todo el proceso...
B.B.: Absolutamente, lo nuestro es un mano a mano. Haremos con June como hicimos con Dora. Piensa que ahora ya estamos a punto de grabar un disco que saldrá en enero. No hemos parado: hasta la semana anterior al nacimiento estábamos ensayando.
H.C.: ¿Cómo están sus primos nuevos, los hijos de Miguel?
B.B.: Muy bonitos. Son una monada, muy largos. Se parecen mucho a Miguel. Son dos ‘miguelitos’.
H.C.: ¿También para usted fue una sorpresa?
B.B.: Bueno, yo algo sí que me esperaba. Soy un poco confidente. Lo genial de él es que aunque dice que el próximo año se retira, lo que hace es superarse y reinventarse de nuevo.
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