Lo que era un rumor desde hace varios días se confirma. Alba Carillo y Feliciano López contraerán matrimonio después de un año y medio de noviazgo.
El pasado viernes, y durante una cena en el Palacio de Cibeles de Madrid, lo que parecía una celebración adelantada del cumpleaños de Alba Carillo -que este jueves cumple 28 años-, se convirtió en una pedida de mano. “Escondió el anillo en un postre de frutos rojos, dentro de un sobrecito transparente. Me puse a llorar, por primera vez, de la emoción, ¡el postre ni lo probé!”, asegura Alba Carillo este miércoles en una entrevista concedida a la revista ¡Hola!.
En Miami en 2013. (Gtres)
El anillo es cuestión, con el que posa en páginas interiores, fue diseñado por Feliciano junto a un amigo suyo de toda la vida que es joyero y gemólogo. “Fueron a comprar la piedra al mercado de diamantes de Amberes”, confiesa.
Sin fecha aún para la boda religiosa, no será hasta el mes de septiembre, tras el regreso del tenista de Estados Unidos, cuando la pareja comience a organizarlo todo. “Dependerá, sobre todo, de su calendario de torneos”, dice Alba Carrillo. A pesar de que aún quedan cinco meses para que finalice el año, la modelo prefiere esperar al 2015 para dar el ‘sí, quiero’.
Por el momento, se van vivir juntos, como ya adelantó Vanitatis, en septiembre, coincidiendo con el inicio del curso escolar. “Es una casa maravillosa que Feliciano comenzó a construir en un terreno que adquirió en Pozuelo de Alarcón hace dos años, unos meses antes de conocerme. Poco a poco, la hemos ido decorando a nuestro gusto. Yo he ido poniendo el toque femenino y será nuestro hogar definitivo”, confirma Alba a este medio. La casa tiene cuatro habitaciones amplias con baño privado, más dependencias para el servicio, repartidas en dos plantas. También tiene piscina y jardín.
Uno de los grandes protagonistas del enlace será Lucas, el hijo que la modelo tuvo con Fonsi Nieto. “No entiende el significado real de una boda, pero sabe que habrá fiesta y eso le gusta. Él tiene un papel fundamental en mi vida, sería imposible que no lo fuera ese día”.
TÍTULO: CICLISMO, EL SILICIANO DE VOZ BAJA,.
- El siciliano de voz baja. Christophe Peraud, segundo en el podio de París (izquierda) y Thibaut Pinot, tercero (derecha) escoltan al ganador de ...foto,.
Abanderado del antidopaje, Nibali, vencedor del Tour, presume de su pasado humilde, su pudor al lujo y su devoción por la familia,.
El primer crimen de Vito Corleone fue en defensa propia. Don Fanucci mandaba en las calles, extorsionaba a los comerciantes. Le quitó el puesto de trabajo a Vito para meter a un sobrino. El joven emigrante siciliano, como todos, buscaba el sueño americano. Tenía que elegir: o someterse al mafioso o cambiar las cosas. Le esperó en la escalera, aflojó la bombilla y le asesinó de tres disparos. Ni un palabra. Bajó a la calle, que estaba en fiestas, la recorrió en calma y al llegar junto a la puerta de su casa se sentó con su esposa y sus tres hijos. Cogió en brazos al pequeño Michael y lo acunó. En esa portentosa secuencia de 'El Padrino' se ve cómo Robert de Niro, 'Vito Corleone', coge la manita del bebé. La mano que acaba de matar acaricia, protege a la familia. Asesinato y ternura. Del disparo al mimo con el mismo rostro, callado, intenso. Ni una mueca. Ni un grito. Siempre habla bajo. Susurra el padrino del Tour.
Vicenzo Nibali también es siciliano. Nadie le ha visto un gesto de dolor en el Tour que acaba de ganar. Nunca subestima a un rival. Jamás responde mal o airado a un pregunta sobre el dopaje. Cuenta su madre, Giovanna, que Vicenzo, 'Enzo', era un diablo. Que todos los médicos del hospital de Messina le conocían por su nombre. No dejaba de acudir a que le curasen las heridas. En una ocasión, con un tremendo corte en la pierna y mientras Giovanna trataba de taponar la hemorragia con una servilleta, el chaval, sin una lágrima, se dirigió al médico y le soltó: «Cósame bien la pierna que voy a ser ciclista».
Nibali roza ya los 30 años. Solo la mitad los ha pasado en su isla, en Sicilia. De adolescente y para hacerse ciclista marchó a la cuna de los grandes campeones italianos, la Toscana. Al norte. «Pero él es del sur», zanja Ciro Scognamiglio, periodista de 'La Gazzetta dello Sport'. Nibali viene de la tierra insular de los Corleone, de Messina, la ciudad y el puerto arrasados por un terremoto en 1908. De la Italia profunda. «Con su peculiar forma de hablar, sus frases», explica Scognamiglio.
Vicenzo y su hermano Antonio, más joven y también ciclista, tienen ese vínculo sanguíneo de los Corleone. La familia por encima de todo. Que suene la tarantela. Como Antonio era un niño obeso, 'Enzo' le llamó 'Balenottera' (ballena). Como Vicenzo era un alambre que no paraba le pusieron 'Pollastro' (pollo). Entre ellos usan su jerga, que sorprende a los mismos italianos. Cuando se sienten cansados dicen que tienen 'ganbe impinocchiate', piernas de madera. Si se topan con un giro de la carretera que casi los tira a la cuneta, le llaman 'curva a radicchio', curva de verdura. Se ríen. En la Italia peninsular les cuesta entenderles. Ellos son sicilianos.
Un dormilón
Al preguntar por Enzo, por sus hábitos, todos coinciden: «Es un dormilón». Nada le altera el sueño. En el Tour 2012 -acabó tercero tras Wiggins y Froome- tuvieron que despertarle a mediodía para disputar por la tarde la contrarreloj final. Es inmune al estrés, el enemigo invisible de los ciclistas del Tour. Giuseppe Martinelli, su director en el Astana, describe así esa especie de burbuja en la que vive su líder: «Está en su mundo. Le preguntas y te responde, pero está pensando en otra cosa. No acumula tensión».
Martinelli ganó el Tour de 1998 con Pantani. Puede compararlos: «Marco era muy orgulloso, fanático de sí mismo. Nada que ve con Vicenzo». Nibali corre con una máscara que no desvela ningún sufrimiento, despliega su carácter agresivo en carrera y, sea cual sea el resultado, duerme a pierna suelta. «El año pasado le invitaron a un crucero a condición de acompañar en bicicleta a los otros huéspedes del barco. Lo hizo, pero dijo que nunca más. Le obligaban a levantarse demasiado temprano», señala el periodista de 'La Gazzetta'. «Nibali vive sin reloj».
En Sicilia saben que hay dos tipos de sicilianos: los que se quedan y los que emigran, como el abuelo de Enzo, que buscó fortuna en Australia. Regresó presa de la nostalgia, levantó con su manos una casa y creó una familia. Nació Salvatore, padre de Vicenzo. Trabajó también con sus manos, barnizando muebles, hasta que una enfermedad le sacó del taller. Montó una tienda de fotografía y alquiler de vídeos. Y ese establecimiento fue el cuarto de juegos de Enzo, Antonio y Carmen, la hermana mayor, que ahora está en el paro.
Con su manos de siciliano, la misma piel de los Corleone, Salvatore le hizo a Vicenzo su primera bicicleta. Con él en el asiento de atrás de la moto, sacaba fotos en las carreras cercanas y luego se las vendía a los ciclistas. Con aquel chaval inquieto se sentaba en las vacías tardes de domingo a ver vídeos en la tienda: la colección de 'Historia del Ciclismo'. Allí, en su mirada infantil, corrían Binda, Bartali, Coppi y Moser, el ídolo de Salvatore.
Mucho tiempo después, en 2004, cuando a Enzo ya todos le llamaban Vicenzo, Nibali logró la medalla de bronce en el Mundial contrarreloj de Verona. En el podio, le entregó el premio Franceso Moser. Lloraba Salvatore. Para entonces, el ciclista siciliano ya llevaba tiempo en la Toscana, con su segunda familia, la de Carlo Frasceschi, el director de su equipo y su segundo padre. «Era un chico serio y educado, pero tan delgado que no sé cómo podía andar en bici», se sorprendió la señora Franceschi.
Su sorpresa inicial duró poco. Vicenzo viajó por primera vez un sábado a la Toscana. Ganó la carrera del domingo. «Mi entrenador me decía que corriera más tranquilo, que era demasiado fogoso, que no me metiera en todas las batallas». Competía los fines de semana y estudiaba contabilidad de lunes a viernes.
A medida que ha ganado músculo ha aprendido a contar, a calcular, mejor sus fuerzas. Presume de su progresión, sin altibajos. Maduró a fuego lento: primero fue podio del Giro, luego ganó la Vuelta, depués subió al podio del Tour, más tarde vino la victoria en el Giro y ahora la del Tour. Las tres grandes. Solo seis campeones lucen el triplete: Anquetil, Gimondi, Merckx, Hinault y Contador. Ahora se les suma un italiano del sur.
Nibali, por reducir el pago de impuestos, vive en Lugano (Suiza). Es rico. Huye de los lujos. A veces, va del aeropuerto de Milán a Lugano en autobús. Su mundo es la familia. Su abuelo, con el que no ha podido hablar este Tour. Cada vez que le llama, el viejo emigrante se pone a llorar, de emoción, de orgullo. Sí habla a diario con esposa Rachelle, que le cuenta cómo crece Enma Victoria. Nibali la acuna con la misma mano, firme, poderosa, que ha triturado este Tour. «Cuando se baja de la bici, no piensa en el ciclismo», dice Scoragmiglio.
Piensa en los suyos, en su fe religiosa, en sus supersticiones -odia el color amarillo, el del líder del Tour-, en el honor de los Nibali, que quedaría manchado con un escándalo de dopaje... Lo primero es la familia, bien lo decían los Corleone en 'El Padrino'. «Viva donde viva y trabaje donde trabaje, Vicenzo es siciliano», insiste el periodista italiano.
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