Cinco refugios para perderse
Lejos del mundanal ruido y ajenos a
supuestas comodidades como la televisión o Internet. Elegimos los
hoteles pensados para desconectar y relajarse. Y punto. fotos
Un estudio dirigido por la psicóloga Jessica de Bloom, de la
Universidad de Nimega (Holanda), sostiene que la duración de las
vacaciones no es el elemento fundamental a la hora de incrementar los
efectos beneficiosos sobre nuestra salud y nuestro bienestar. A partir
del tercer día ya comienzan a sentirse las ventajas que otorga la
desconexión (aunque lamentablemente empiezan a desaparecer a partir de
la tercera semana de regreso a la vida laboral). Lo importante, sostiene
el estudio, es conseguir relajarse de verdad. Asegurar el descanso
físico y mental. Y todos los hoteles seleccionados para estas páginas
cumplen con este requisito. Escondites perdidos en lo alto de las
montañas o en recónditos valles donde, en ocasiones, el wifi brilla por
su ausencia y donde se atreven, incluso, a recomendar prescindir del
teléfono móvil. El relax está en todos ellos asegurado. Alguno pensando
más bien en unas vacaciones familiares, otros más orientados al viajero
solitario o a la pareja.Y son tendencia: vacaciones donde el lujo está
en el silencio, en la desconexión, en pasar una tarde descansando con la
mente en blanco. Aquí el exotismo está en nuestro interior, no en
culturas lejanas o en grandes aventuras. Póngase cómodo, déjese mimar y
disfrute.
Eremito(Italia)
Un albergue para el alma
Del éxito del mundo de la moda a la búsqueda de la paz en un lugar recóndito. Tal es la trayectoria del empresario italiano Marcello Murzilli, fundador de la firma El Charro, que, en los años 80 y 90, hizo las delicias de jóvenes y adolescentes con su ropa vaquera. Pero él quería otra cosa. Se embarcó en una travesía en velero de dos años alrededor del mundo y finalmente puso en marcha el llamado Hotelito Desconocido, en Jalisco (México). Ahora ha vuelto a 'casa' y ha abierto en Umbría (Italia) lo que él define como 'hotelito del alma' (así, en castellano). Un refugio bautizado como Eremito, donde no hay habitaciones, sino celluzze, como se llamaban en italiano las celdas donde vivían los monjes en los monasterios medievales. Construido en la zona que vio nacer a San Francisco de Asís, aquí no hay wifi, ni televisión, ni minibar en las habitaciones, ni cobertura para el teléfono móvil. Sí hay muchas velas, spa, huerto propio donde crecen los productos que sirven en sus comidas y cenas... Vida monacal, perdida en una reserva natural de 3000 hectáreas, pero con todas las comodidades y alejada del mundanal ruido que su fundador vivió de lleno antes de decidir dejar todo atrás. Más información en www.eremito.com
Das Graseck (Alemania)
La salud es lo primero
Para llegar hasta este refugio restaurado en lo alto de los Alpes bávaros, hay que dejar atrás el vehículo propio y subirse en la cabina del pequeño funicular, que forma parte de sus instalaciones. Bajo el lema 'salud a través del placer', este establecimiento está regentado por una pareja de médicos, cardiólogo él y gastroenteróloga ella. El huésped puede optar por diversos controles médicos: dentista, urólogo, ginecólogo, dermatólogo... Pero que esto no lleve a error, aquí no hay un ambiente hospitalario, sino el de un refugio de lujo de alta montaña que ha sido recientemente renovado y reabierto en mayo de este mismo año a los pies de un glaciar. Aquí se viene a cuidar la salud, pero también a relajarse, desconectar y practicar golf, esquí, senderismo... Más información en www.das-graseck.de
Domaine Le Bois aux Daims (Francia)
En la naturaleza y en familia
El complejo más familiar de cuantos aparecen en estas páginas ha sido inaugurado este mismo verano en Domaine le Bois aux Daims, un parque natural de 260 hectáreas ubicado en la región de PoitouCharentes, a tres horas y media en coche de París. El viajero puede elegir entre dormir en una de sus villas o en una de sus nueve casas en los árboles. Ofrece spa, minigolf y múltiples actividades pensadas para la familia al completo: natación para bebés, tiro con arco... Sus grandes instalaciones hacen de este centro más que un retiro espiritual un lugar donde disfrutar en familia, rodeado de bosques, pero también de piscinas y zonas de juego para pequeños y grandes. Más información en www.centerparcs.fr/fr-fr/france/fp_BD_vacances-domaine-le-bois-aux-daims.
Treehotel (suecia)
Dormir en lo alto de un árbol
Cinco habitaciones diferentes con nombres que aluden al aspecto que los arquitectos les han otorgado: Mirror Cube (cubo de espejos), Birds Nest (nido de pájaros), UFO (ovni)... Cuando uno llega a este peculiar hotel, a los pies del río Lule (al norte de Suecia), hace el check in en la cabaña principal y un breve paseo le lleva hasta la estancia elegida. Regentado por la pareja Britta y Kent excelentes anfitriones y cocineros, ofrece sauna, excursiones en trineo tirado por perros, pesca o kayak. Una experiencia única que ha contado, en su diseño, con la colaboración de destacados estudios arquitectónicos escandinavos. Más información en www.treehotel.se
Iriarte Jauregia(ESPAÑA)
Un palacio en el balcón de Guipúzcoa
A una hora de Bilbao y a unos 30 minutos de San Sebastián, entre las localidades de Tolosa y Azpeitia, se encuentra el hotel Iriarte Jauregia, un hotel ubicado en una casona del siglo XVII e inmerso en un valle rodeado de bosques que recibe el sobrenombre de 'El balcón de Guipúzcoa'. Restaurado con mimo, en su interior convive el diseño más actual con muebles antiguos de hierro y madera. Los viajeros de paladar exquisito disfrutarán además de su restaurante Bailara, regentado por el chef mexicano Enrique Fleischmann. Más información en www.iriartejauregia.com
TÍTULO: El dorado de Panamá,.
Arqueología / fotos
Eremito(Italia)
Un albergue para el alma
Del éxito del mundo de la moda a la búsqueda de la paz en un lugar recóndito. Tal es la trayectoria del empresario italiano Marcello Murzilli, fundador de la firma El Charro, que, en los años 80 y 90, hizo las delicias de jóvenes y adolescentes con su ropa vaquera. Pero él quería otra cosa. Se embarcó en una travesía en velero de dos años alrededor del mundo y finalmente puso en marcha el llamado Hotelito Desconocido, en Jalisco (México). Ahora ha vuelto a 'casa' y ha abierto en Umbría (Italia) lo que él define como 'hotelito del alma' (así, en castellano). Un refugio bautizado como Eremito, donde no hay habitaciones, sino celluzze, como se llamaban en italiano las celdas donde vivían los monjes en los monasterios medievales. Construido en la zona que vio nacer a San Francisco de Asís, aquí no hay wifi, ni televisión, ni minibar en las habitaciones, ni cobertura para el teléfono móvil. Sí hay muchas velas, spa, huerto propio donde crecen los productos que sirven en sus comidas y cenas... Vida monacal, perdida en una reserva natural de 3000 hectáreas, pero con todas las comodidades y alejada del mundanal ruido que su fundador vivió de lleno antes de decidir dejar todo atrás. Más información en www.eremito.com
Das Graseck (Alemania)
La salud es lo primero
Para llegar hasta este refugio restaurado en lo alto de los Alpes bávaros, hay que dejar atrás el vehículo propio y subirse en la cabina del pequeño funicular, que forma parte de sus instalaciones. Bajo el lema 'salud a través del placer', este establecimiento está regentado por una pareja de médicos, cardiólogo él y gastroenteróloga ella. El huésped puede optar por diversos controles médicos: dentista, urólogo, ginecólogo, dermatólogo... Pero que esto no lleve a error, aquí no hay un ambiente hospitalario, sino el de un refugio de lujo de alta montaña que ha sido recientemente renovado y reabierto en mayo de este mismo año a los pies de un glaciar. Aquí se viene a cuidar la salud, pero también a relajarse, desconectar y practicar golf, esquí, senderismo... Más información en www.das-graseck.de
Domaine Le Bois aux Daims (Francia)
En la naturaleza y en familia
El complejo más familiar de cuantos aparecen en estas páginas ha sido inaugurado este mismo verano en Domaine le Bois aux Daims, un parque natural de 260 hectáreas ubicado en la región de PoitouCharentes, a tres horas y media en coche de París. El viajero puede elegir entre dormir en una de sus villas o en una de sus nueve casas en los árboles. Ofrece spa, minigolf y múltiples actividades pensadas para la familia al completo: natación para bebés, tiro con arco... Sus grandes instalaciones hacen de este centro más que un retiro espiritual un lugar donde disfrutar en familia, rodeado de bosques, pero también de piscinas y zonas de juego para pequeños y grandes. Más información en www.centerparcs.fr/fr-fr/france/fp_BD_vacances-domaine-le-bois-aux-daims.
Treehotel (suecia)
Dormir en lo alto de un árbol
Cinco habitaciones diferentes con nombres que aluden al aspecto que los arquitectos les han otorgado: Mirror Cube (cubo de espejos), Birds Nest (nido de pájaros), UFO (ovni)... Cuando uno llega a este peculiar hotel, a los pies del río Lule (al norte de Suecia), hace el check in en la cabaña principal y un breve paseo le lleva hasta la estancia elegida. Regentado por la pareja Britta y Kent excelentes anfitriones y cocineros, ofrece sauna, excursiones en trineo tirado por perros, pesca o kayak. Una experiencia única que ha contado, en su diseño, con la colaboración de destacados estudios arquitectónicos escandinavos. Más información en www.treehotel.se
Iriarte Jauregia(ESPAÑA)
Un palacio en el balcón de Guipúzcoa
A una hora de Bilbao y a unos 30 minutos de San Sebastián, entre las localidades de Tolosa y Azpeitia, se encuentra el hotel Iriarte Jauregia, un hotel ubicado en una casona del siglo XVII e inmerso en un valle rodeado de bosques que recibe el sobrenombre de 'El balcón de Guipúzcoa'. Restaurado con mimo, en su interior convive el diseño más actual con muebles antiguos de hierro y madera. Los viajeros de paladar exquisito disfrutarán además de su restaurante Bailara, regentado por el chef mexicano Enrique Fleischmann. Más información en www.iriartejauregia.com
TÍTULO: El dorado de Panamá,.
El dorado de Panamá
Adornos de oro macizo, piedras
preciosas, refinada cerámica... La necrópolis sagrada de El Caño se está
revelando como una de las más ricas de América. Esconde cientos de
tumbas de una misteriosa cultura precolombina: los guerreros dorados
coclé. Nos adentramos en sus secretos.
Los conquistadores españoles que llegaron al istmo
de Panamá alucinaban ante los pectorales, collares y brazaletes de oro
que lucían aquellos indígenas. Ante tanta riqueza no es difícil entender
por qué surgió la leyenda de El Dorado.
Fueron muchos los españoles que se hicieron ricos fundiendo los ornamentos que recogían después de los enfrentamientos bélicos con los indígenas. Estimulados por una cantidad de oro que nunca antes habían visto, alemanes, franceses e ingleses se unieron pronto a la búsqueda de la mítica ciudad dorada, donde estarían enterrados miles de tesoros de metales preciosos. Y dicha búsqueda se llevó a cabo a lo largo de siglos en diferentes lugares. Pues bien, El Caño es una de las candidatas a ser esa lengendaria ciudad.
El equipo interdisciplinar dirigido desde 2008 por la arqueóloga hispano-panameña Julia Mayo ha realizado asombrosos descubrimientos arqueológicos en El Caño, en la región de Coclé, en la parte central de Panamá. Se trata de un complejo funerario precolombino, en cuyas tumbas yacen los jefes guerreros de una misteriosa civilización bautizada como coclé, los antecesores de los indígenas que encontraron los conquistadores españoles y que, por la descripción de estos, continuaban con muchos de sus usos y costumbres. Ya han excavado siete tumbas con cientos de cuerpos y ajuares funerarios riquísimos. Los contextos funerarios están datados entre el 700 y el 1200 d. C. Los cuerpos se colocaban en las fosas extendidos y bocabajo. Al personaje principal lo sometían a un proceso de deshidratación ahumándolo hasta desecarlo. Luego lo embalsamaban con palios embadurnados en resina caliente. Hasta ahora se han recuperado más de 500 piezas de oro puro, de una exquisita elaboración: pectorales, pendientes, anillos, pulseras, orejeras, brazaletes, tobilleras y figuras que representan a sus deidades.
De momento, no se han encontrado vestigios arquitectónicos, tan solo dos alineamientos monolíticos cercanos a las tumbas. Posiblemente serían parte de la arquitectura ritual funeraria. En alguno de los monolitos aparecen esculpidos individuos con las manos atadas a la espalda, lo que hace pensar que servían quizá para atar a los que iban a ser sacrificados durante los fastos funerarios.
Sacrificios múltiplesAlgo realmente singular es la cantidad de acompañantes sacrificados que se enterraba junto a los personajes principales. La última tumba excavada era de un niño noble de unos 10 años al que añadieron 47 sacrificados. Posiblemente, algunos acompañantes se inmolarían voluntariamente. Otros serían sacrificados. Se han encontrado vasijas con espinas de pez globo. Es sabido que las espinas del pez globo contienen tetrodotoxina, un potentísimo veneno, lo que hace suponer que los acompañantes morían envenenados. Pero, ¿por qué este veneno y no otro? En Haití, los hungan de vudú utilizan la tetrodotoxina en los procesos de zombificación. En ciertas dosis, el veneno del pez globo provoca en quien lo ingiere un profundo estado de catalepsia que se mantiene durante horas, antes de que sobrevega la muerte. ¿Serían enterrados vivos los acompañantes de los jefes guerreros coclé? Esa siniestra pregunta todavía no tiene respuesta, pero es factible que sí, por la utilización de ese veneno y no de otro más fácil de conseguir.
La necrópolis de El Caño es similar a la del Sitio Conte, situada a pocos kilómetros de distancia. Fue excavada a principio de los años 30. Encontraron más de 80 tumbas, algunas de personajes relevantes ricamente ataviados. El Caño puede albergar más de un centenar de tumbas. El Sitio Conte y El Caño eran dos complejos funerarios de la élite coclé independientes y coetáneos. Al parecer, estos lugares fueron abandonados por la llegada de una pertinaz sequía generada por el fenómeno climatológico que ahora conocemos como El Niño. Pero los coclé no desaparecieron, cambiaron de hábitat. Se trasladaron a las montañas y, desde allí, sus descendientes se expandieron hasta la llegada de los conquistadores españoles.
Un tesoro por descubrir
El arqueólogo Carlos Mayo, especialista en cerámica y hermano de Julia Mayo, directora del proyecto, en la excavación de El Caño, que ha despertado gran interés internacional. En el círculo, uno de los pectorales de oro encontrados.
Restos de leyenda
Un ojo para los dioses
Figura que representa a un hombre autolesionándose. Se cree que se arrancaba los ojos para ofrecerlos en sacrificio a los dioses. En el pecho lleva una piedra preciosa. La presencia de grandes esmeraldas implica que los coclé intercambiaban riqueza y recursos con otras culturas.
Colores limitados
Representación antropomorfa en cerámica de un guerrero con sus pinturas faciales y corporales. Básicamente utilizaban los colores negro y rojo, que obtenían del carbón vegetal y las semillas de achote. Una singularidad es el color morado, muy poco utilizado en la cerámica precolombina.
Cuentas y dientes
Cinturón de cuentas esféricas de oro encontrado en la tumba 1. Han aparecido también cuentas con dientes que se usaban como collares. A los conquistadores españoles les llamó mucho la atención que se adornasen con dientes de cocodrilo, de mono, de tiburón y hasta de humanos.
El oro mágico
Adornos de oro martillados y repujados. El oro tenía un carácter religioso, como en otras culturas precolombinas. Por su color y reflejos, se le atribuían cualidades mágicas. Era el metal de los dioses. Las técnicas del trabajo de los metales se transmitieron desde Perú hasta Centroamérica.
Alimento para el más allá
Utilizaban una gran cantidad de platos de cerámica, ricamente decorados, para tapar los fardos funerarios de los difuntos. También colocaban vasijas con alimentos entre los cuerpos. La mayoría de los objetos de cerámica representan personajes míticos antropomorfos profusamente decorados con diseños geométricos
La pieza Maestra
El Hombre Pájaro, espectacular pieza de oro macizo fabricada con el método de la cera perdida que se utiliza todavía en orfebrería. Se modelaba una figura en cera de abeja. Luego se le adhería arcilla para fabricar un molde. Cuando la arcilla se secaba se metía en el fuego y la cera se derretía. Después se introducía el metal líquido en el molde de arcilla.
Trabajar atrincherados
Imagen de la necrópolis en la que podría haber más de un centenar de tumbas y cuya exploración tiene que hacer frente a periódicas inundaciones.
Oro entre los cadáveres
A la izquierda, la arqueologa Mercedes Guinea, de la Universidad Complutense, y a la derecha, Julia Mayo, directora del proyecto de El Caño, desenterrando los restos de un jefe guerrero
Dificultades 'terrenales'
Los trabajos de excavación en El Caño son titánicos por la propia morfología del lugar. Se encuentra muy cerca de las orillas del río Grande. Todos los años, en la época de lluvias, el nivel freático asciende unos 7 metros. El agua inunda completamente la excavación, que permanece sumergida desde junio hasta enero. Las campañas arqueológicas duran solo cuatro meses. A finales de abril, el grupo de Julia Mayo vuelve a apuntalar las paredes de la gran fosa con sacos terreros para evitar que el agua las desplome y destruyan el trabajo realizado. Cuando cesan las lluvias, por el mes de diciembre, los arqueólogos regresan al sitio y comienzan a extraer el agua con bombas. Luego quitan los pesados sacos que protegieron las tumbas durante 8 meses y ponen en marcha una nueva campaña, que tan solo se prolongará durante cuatro meses, antes de que regresen nuevamente las lluvias.
Fueron muchos los españoles que se hicieron ricos fundiendo los ornamentos que recogían después de los enfrentamientos bélicos con los indígenas. Estimulados por una cantidad de oro que nunca antes habían visto, alemanes, franceses e ingleses se unieron pronto a la búsqueda de la mítica ciudad dorada, donde estarían enterrados miles de tesoros de metales preciosos. Y dicha búsqueda se llevó a cabo a lo largo de siglos en diferentes lugares. Pues bien, El Caño es una de las candidatas a ser esa lengendaria ciudad.
El equipo interdisciplinar dirigido desde 2008 por la arqueóloga hispano-panameña Julia Mayo ha realizado asombrosos descubrimientos arqueológicos en El Caño, en la región de Coclé, en la parte central de Panamá. Se trata de un complejo funerario precolombino, en cuyas tumbas yacen los jefes guerreros de una misteriosa civilización bautizada como coclé, los antecesores de los indígenas que encontraron los conquistadores españoles y que, por la descripción de estos, continuaban con muchos de sus usos y costumbres. Ya han excavado siete tumbas con cientos de cuerpos y ajuares funerarios riquísimos. Los contextos funerarios están datados entre el 700 y el 1200 d. C. Los cuerpos se colocaban en las fosas extendidos y bocabajo. Al personaje principal lo sometían a un proceso de deshidratación ahumándolo hasta desecarlo. Luego lo embalsamaban con palios embadurnados en resina caliente. Hasta ahora se han recuperado más de 500 piezas de oro puro, de una exquisita elaboración: pectorales, pendientes, anillos, pulseras, orejeras, brazaletes, tobilleras y figuras que representan a sus deidades.
De momento, no se han encontrado vestigios arquitectónicos, tan solo dos alineamientos monolíticos cercanos a las tumbas. Posiblemente serían parte de la arquitectura ritual funeraria. En alguno de los monolitos aparecen esculpidos individuos con las manos atadas a la espalda, lo que hace pensar que servían quizá para atar a los que iban a ser sacrificados durante los fastos funerarios.
Sacrificios múltiplesAlgo realmente singular es la cantidad de acompañantes sacrificados que se enterraba junto a los personajes principales. La última tumba excavada era de un niño noble de unos 10 años al que añadieron 47 sacrificados. Posiblemente, algunos acompañantes se inmolarían voluntariamente. Otros serían sacrificados. Se han encontrado vasijas con espinas de pez globo. Es sabido que las espinas del pez globo contienen tetrodotoxina, un potentísimo veneno, lo que hace suponer que los acompañantes morían envenenados. Pero, ¿por qué este veneno y no otro? En Haití, los hungan de vudú utilizan la tetrodotoxina en los procesos de zombificación. En ciertas dosis, el veneno del pez globo provoca en quien lo ingiere un profundo estado de catalepsia que se mantiene durante horas, antes de que sobrevega la muerte. ¿Serían enterrados vivos los acompañantes de los jefes guerreros coclé? Esa siniestra pregunta todavía no tiene respuesta, pero es factible que sí, por la utilización de ese veneno y no de otro más fácil de conseguir.
La necrópolis de El Caño es similar a la del Sitio Conte, situada a pocos kilómetros de distancia. Fue excavada a principio de los años 30. Encontraron más de 80 tumbas, algunas de personajes relevantes ricamente ataviados. El Caño puede albergar más de un centenar de tumbas. El Sitio Conte y El Caño eran dos complejos funerarios de la élite coclé independientes y coetáneos. Al parecer, estos lugares fueron abandonados por la llegada de una pertinaz sequía generada por el fenómeno climatológico que ahora conocemos como El Niño. Pero los coclé no desaparecieron, cambiaron de hábitat. Se trasladaron a las montañas y, desde allí, sus descendientes se expandieron hasta la llegada de los conquistadores españoles.
Un tesoro por descubrir
El arqueólogo Carlos Mayo, especialista en cerámica y hermano de Julia Mayo, directora del proyecto, en la excavación de El Caño, que ha despertado gran interés internacional. En el círculo, uno de los pectorales de oro encontrados.
Restos de leyenda
Un ojo para los dioses
Figura que representa a un hombre autolesionándose. Se cree que se arrancaba los ojos para ofrecerlos en sacrificio a los dioses. En el pecho lleva una piedra preciosa. La presencia de grandes esmeraldas implica que los coclé intercambiaban riqueza y recursos con otras culturas.
Colores limitados
Representación antropomorfa en cerámica de un guerrero con sus pinturas faciales y corporales. Básicamente utilizaban los colores negro y rojo, que obtenían del carbón vegetal y las semillas de achote. Una singularidad es el color morado, muy poco utilizado en la cerámica precolombina.
Cuentas y dientes
Cinturón de cuentas esféricas de oro encontrado en la tumba 1. Han aparecido también cuentas con dientes que se usaban como collares. A los conquistadores españoles les llamó mucho la atención que se adornasen con dientes de cocodrilo, de mono, de tiburón y hasta de humanos.
El oro mágico
Adornos de oro martillados y repujados. El oro tenía un carácter religioso, como en otras culturas precolombinas. Por su color y reflejos, se le atribuían cualidades mágicas. Era el metal de los dioses. Las técnicas del trabajo de los metales se transmitieron desde Perú hasta Centroamérica.
Alimento para el más allá
Utilizaban una gran cantidad de platos de cerámica, ricamente decorados, para tapar los fardos funerarios de los difuntos. También colocaban vasijas con alimentos entre los cuerpos. La mayoría de los objetos de cerámica representan personajes míticos antropomorfos profusamente decorados con diseños geométricos
La pieza Maestra
El Hombre Pájaro, espectacular pieza de oro macizo fabricada con el método de la cera perdida que se utiliza todavía en orfebrería. Se modelaba una figura en cera de abeja. Luego se le adhería arcilla para fabricar un molde. Cuando la arcilla se secaba se metía en el fuego y la cera se derretía. Después se introducía el metal líquido en el molde de arcilla.
Trabajar atrincherados
Imagen de la necrópolis en la que podría haber más de un centenar de tumbas y cuya exploración tiene que hacer frente a periódicas inundaciones.
Oro entre los cadáveres
A la izquierda, la arqueologa Mercedes Guinea, de la Universidad Complutense, y a la derecha, Julia Mayo, directora del proyecto de El Caño, desenterrando los restos de un jefe guerrero
Dificultades 'terrenales'
Los trabajos de excavación en El Caño son titánicos por la propia morfología del lugar. Se encuentra muy cerca de las orillas del río Grande. Todos los años, en la época de lluvias, el nivel freático asciende unos 7 metros. El agua inunda completamente la excavación, que permanece sumergida desde junio hasta enero. Las campañas arqueológicas duran solo cuatro meses. A finales de abril, el grupo de Julia Mayo vuelve a apuntalar las paredes de la gran fosa con sacos terreros para evitar que el agua las desplome y destruyan el trabajo realizado. Cuando cesan las lluvias, por el mes de diciembre, los arqueólogos regresan al sitio y comienzan a extraer el agua con bombas. Luego quitan los pesados sacos que protegieron las tumbas durante 8 meses y ponen en marcha una nueva campaña, que tan solo se prolongará durante cuatro meses, antes de que regresen nuevamente las lluvias.
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