EL TRANVIA DEL TIEMPO - He comido con zombis, fotos.
He comido con zombis,.
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En los velatorios de Casar de Cáceres servían lomo y pringadas,.
Antes de que se pusieran de moda los zombis, en San Andrés de Teixido ya había muertos vivientes, solo que allí eran y son lagartijas, ratones o culebras, que caminan o reptan en busca de la ermita del santo. Van de muertos, o mejor, de reencarnados, por no haber ido de vivos. Yo he ido varias veces a San Andrés, así que ese paseo que me ahorraré en el más allá. Aunque he de reconocer que viajaba hasta esa ermita, situada en el extremo norte de Galicia, al lado del mar más bravo y junto a los acantilados más altos, porque a un paso de allí, en el Náutico de Cedeira, servían un rape con guisantes incomparable.
El día de San Andrés, los romeros cumplíamos con la tradición preventiva de visitar al santo -«A San Andrés de Teixido vai de morto quen non vai de vivo», dice el refrán- y aprovechábamos para celebrar la romería con nuestros zombis: les poníamos un plato de comida en el prado. Suponíamos que andaban por allí cumpliendo con la penitencia y no era cuestión de dejarlos con hambre.
Mes de noviembre, mes de difuntos. Fascinantes tradiciones como esta de San Andrés y otras en Extremadura y en Galicia. En Vilagarcía de Arousa tenía una alumna muy hermosa que llegaba a clase cada día en barco desde A Illa de Arousa. En esa isla, no hubo puente hasta 1985 y sus 6.000 habitantes iban a clase o al hospital en una motora.
Aquella alumna tan hermosa era muy habladora. Un día nos confesó en clase que de pequeña era escuchimizada y enfermiza y que su familia temía seriamente por su vida «hasta que me metieron en el horno». Sus compañeros no se extrañaron de lo del horno, como si fuera de lo más normal. Pero yo no pude por menos que exclamar: «¿En el horno?»
La lozana estudiante me contó que, de pequeña, sus padres no la habían despertado al paso de un cortejo fúnebre y por esa razón había contraído un mal de ojo que estuvo a punto de mandarla a la tumba. Una meiga diagnosticó la causa de su raquitismo y le recetó un remedio infalible: debían meterla y sacarla nueve veces de un horno panadero templado, solo así reviviría. Lo hicieron y su hermosura demostraba que lo del horno, santo remedio.
Estas curiosas costumbres fúnebres son gallegas, pero no crean que en este otro rincón occidental les vamos a la zaga en extrañezas mortuorias. En muchos pueblos de Extremadura, se cree que si un bebé muere sin haber mamado, irá al cielo, pero si ha mamado, deberá purgar las faltas que le traspasó la madre con la leche. Además, en la provincia de Cáceres, si el muerto fenecía en día de lluvia, acababa en el cielo, pero si se marchaba en día de tormenta, le esperaba el infierno.
Es tradición de muchos pueblos cacereños que si el afilador ourensano (Ourense es la Terra da Chispa) pasa por sus calles, al día siguiente habrá muerto seguro. Y si durante el funeral los cirios chisporrotean, es porque el muerto se ha ido en pecado mortal. En Ahigal, las campanadas mortuorias tenían su código: 13 y repique para las mujeres, 14 y repique largo para los hombres. Doblando con parsimonia para los solteros. Si no sonaban, había muerto un niño y si eran 33 campanadas y casi a rebato, había muerto el cura.
Cuentan que las mejores plañideras de Extremadura eran las de Garrovillas y las de Guijo de Granadilla porque practicaban el «qué bueno era» con un repertorio de lamentos y llantos muy amplio y creativo. Eran las más contratadas para los velatorios hasta que la autoridad eclesiástica dictó leyes exigiendo menos aspaviento y más sentimiento. Aunque para velatorios, los de Casar de Cáceres. En los demás pueblos, se acostumbraba a servir a los deudos café y copa. En Casar, además, lomo, pringadas y chocolate.
Y para vida eterna, la de la abuela de una amiga gallega. La buena mujer era de Corrubedo, en la punta marítima de la península del Barbanza, y tenía una tumba frente al océano. Cada tarde iba a visitarla, se sentaba en ella, miraba el mar y suspiraba: «¡Qué boas vistas vou ter!».
TÍTULO: MUERE EL LOCUTOR LUIS FIGUROLA - FERRATI,.
MUERE EL LOCUTOR LUIS FIGUROLA - FERRATI,foto.
El locutor y publicista Luis Figuerola-Ferretti, conocido por sus imitaciones en la radio de personajes famosos, ha fallecido a los 69 años.
Luis Figuerola-Ferretti (Madrid, 1946), licenciado en Derecho y Periodismo, inició su carrera profesional en el mundo de la publicidad, donde trabajó primero como creativo de varias agencias y después creó la suya propia, Figuerola-Ferretti S.A., artífice de campañas publicitarias muy populares en los 70 como 'Las muñecas de Famosa se dirigen al portal'.
En 1982 saltó al mundo de la radio. Empezó en Radio Nacional con Julio César Iglesias y, después, pasaría a las mañanas de la Ser con Iñaki Gabilondo. Figuerola ganaría popularidad con su espacio de humor con Javier Capitán 'La verbena de la Moncloa', con el que ganó el Premio Ondas en 1990.
Posteriormente, el que se definiría como "duende de la radio" trabajó en Cope y Radio Nacional junto a presentadores como Carlos Herrera, Antonio Jiménez, o Ely del Valle.
Conocidas fueron sus imitaciones de famosos como Antonio Gala o sus creaciones de personajes como Esmeralda Clamores o Braulio.
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