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Millones de espectadores norteamericanos han seguido
su vida minuto a minuto desde que era niña. Pero la hermana que va por
libre en la factoría Kardashian ha decidido salirse del guion... y
triunfar en la moda.
La última vez que Kendall disfrutó de privacidad tenía 10 años. A partir de entonces, fue un personaje más de Keeping up with the Kardashian, el reality de televisión que ha hecho planetariamente famosa a su familia y, especialmente, a su hermana mayor, Kim Kardashian. Su hermana Kylie, la más pequeña, también participó. A duras penas recuerdan cómo era su vida antes del programa.
Con impronta propia
El show fue idea del cerebro financiero de la casa, su madre, Kris Jenner. Cuando Kendall vino al mundo ya era rica sin haber movido un dedo. Ahora es una de las personas más seguidas y fotografiadas, aunque solo sea la tercera o la cuarta más famosa del clan. En 2014 la revista Time consideró que ella y su hermana Kylie eran las líderes más influyentes de los adolescentes.
Kendall es, de momento, el producto más refinado de la familia. Allí donde sus hermanas presumen de curvas imposibles y un estilo que puede rozar la vulgaridad, ella es un portento de ángulos y elegancia. Todo heredado de su padre, el campeón olímpico de decatlón William Bruce Jenner, que tras su reciente cambio de sexo se llama Caitlyn Jenner.
Si su inseparable hermana pequeña Kylie (18 años) ha sometido su cara a cambios consecutivos algunos sutiles y otros todo lo contrario durante los los últimos 12 meses, ella sigue siendo la misma, solo necesita hacer un movimiento de melena para rezumar estilo y savoir faire. Su fichaje como ángel de Victoria's Secret la ha consagrado como modelo profesional y la ha puesto unos puntos por encima de la rutina televisada de las Kardashian.
Aunque en la última entrega del reality, las pequeñas del clan han tenido una desagradable pelea por un vestido, en la que ha salido mal parada hasta la perra de Kylie: "¡Lamento que tu madre sea una... bitch!", gritó Kendall a la mascota antes de salir dando un portazo. ¡Que tampoco hay que pasarse de elegante!
Ella reconoce que siempre ha sido una privilegiada, mucho antes de contar su vida con pelos y señales en prime time. "Nuestro padre era campeón olímpico y nos invitaban a muchos sitios. Íbamos a los estrenos de Disney, recuerdo el de Buscando a Nemo. Una vez nos invitaron a Neverland Ranch ¡y vimos a Michael Jackson!", recuerda Kendall.
Pero ahora juega en otra liga. Ya no necesita ser la hija de o la hermana de, integra una nueva generación de modelos, que arrastra a multitud de jóvenes. Con sus compañeras se va de fiesta siempre que pueden y se hacen selfies. Muchos. ¿Y qué otra prueba sólida de amistad hay en estos tiempos? Todos sus nombres son archiconocidos: Cara Delevigne, Karlie Kloss, Joan Smalls y su inseparable Gigi Hadid. Kendall desfila, hace campañas, diseña... Sin ir más lejos, la colección de Navidad de Topshop lleva su sello y el de su hermana Kylie, siempre un poco a rebufo.
Rencillas familiares
A pesar de peleas y ausencias reseñables (Kylie no fue al desfile de su hermana con Victorias Secret), las hermanas se venden a sí mismas como un grupo sin fisuras. Ante la imposibilidad de negar la evidencia, Kendall reconoció a la versión estadounidense de Cosmopolitan que su hermana pequeña estaba celosa de su carrera de aspirante a top model: "Ella es Leo, adora ser el centro y se ha sentido molesta por toda la atención que genera mi carrera en la moda. Son cosas normales de hermana pequeña, yo también siento celos de ella en algunos momentos. Pero creo que le gusta lo que hago y siempre me envía mensajes después de los desfiles".
No hay contradicción entre las hermanas al afirmar que las Navidades son sinónimo de fiesta. Y no se entiende una fiesta sin "algo metálico y brillante". "Puede ser sutil, pero hay que ponerse encima algo que capture el espíritu navideño". Ambas "adoran las pieles sintéticas" y por la misma razón: "Son las prendas que hay que llevar si quieres ir abrigada y, al mismo tiempo, conseguir que la gente te mire". Tampoco les parece mal apostar por "el top negro superchic". Eso o pasarse al lado oscuro del jersey extragrande. Otro mandato navideño suscrito por las hermanas y que han hecho realidad gracias a su colección para Topshop.
Pero las dos jóvenes también tienen problemas, y los cuentan en The Sunday Times. "Quisiera tirar mi teléfono a la basura", exclama Kendall. Como lo oyen, la influencer de los jóvenes del mundo desearía que su teléfono se autodestruyera. "Vivo frustrada con mi dependencia de la tecnología y de las redes sociales. Creo que están tomando el control de nuestra generación". Y esto suena a discurso mesiánico de líder espiritual.
Kendall es la modelo más seguida en Instagram y en Facebook. En Twitter solo la supera Tyra. Y aun así sostiene que las redes sociales "no son reales". Cuenta que lo descubrió en un viaje en Tailandia: "Teníamos dos horas de camino desde el aeropuerto y me dejé el teléfono en una bolsa en el maletero del coche, así que tuve que mirar por la ventana... Y vi a toda esa gente que vivía en cabañas, con sus perros famélicos y con la carne colgada por fuera de las ventanas. Fue muy triste llegar luego a la casa estupenda que nos habían reservado. Busqué complicidad en la mirada de Kylie, pero ella estaba pegada al teléfono. No se había enterado de nada".
A Kylie lo que le preocupa es la idea de crecer. "Quiero ser siempre una adolescente. Estaré muy asustada el día que cumpla 19, no quiero pasar de los 18. Mírate le dice a su hermana tú ya con 20. ¡Esto no hay quien lo pare!".
Una top cuestionada
Hubo un momento en que parecía que la carrera de modelo de Kendall era parte del reality. Un contenido más para dar vidilla a la saga, tal como lo fueron en su momento los problemas de vesícula de Kris o los intentos de Kim de trabajar como detective privado. Pero Kendall convirtió el episodio en realidad y ha trabajado hasta construir una carrera más o menos sólida. Eso no estaba en el guión.
"No lo hice porque sintiera la necesidad de probar nada a nadie. Era la carrera que siempre había deseado", dijo a la versión estadounidense de GQ. Y por una vez Kendall tomó el mando y echó a los paparazzi y a las cámaras de una zona de su vida. "Los adoro, pero les dije que no me iban a perseguir en los desfiles". El pacto caduca cuando se baja de la pasarela y una nube de periodistas la sigue a todas partes.
Su carrera en la moda no está siendo un camino de rosas. "Tiene muchos haters (personas que la odian), la mayoría son modelos que envidian su meteórica carrera. Ha aparecido de la nada y ahora es la mejor amiga de los grandes diseñadores, aunque ellos se quejan de que no es una buena modelo", ha asegurado una fuente sin identificar a la publicación Hollywood Life.
Cuando Estée Lauder la escogió como imagen de marca acabó de ganarse el resentimiento de las habituales de la Semana de la Moda de Nueva York. Se dijo entonces que lo había conseguido gracias a su apellido y a que su hermana Kim y su cuñado Kanye West habían movido algunos hilos. Kendall ha repetido que quiere ser tomada en serio por la industria de la moda y asegura que Kim la inscribió en el portfolio de la agencia de modelos The Society Management simplemente como Kendall. Sin apellidos.
Este síndrome en el que se mezclan sucesos de la vida real con los del guión de un reality para crear una zona confusa, en la que es complicado saber qué es falso y qué es auténtico, se ha dado en llamar kendallismo. Ella misma tiene dificultades para distinguirlo. ¿Realmente quería ser modelo o la idea salió de la cabeza de algún guionista? Desde que nació, todos los sucesos de su vida se cuentan, se ficcionan. ¿Marc Jacobs ha contratado a Kendall o a su personaje?
El diseñador no tiene dudas filosóficas: "Ella tiene todo lo que debe tener una modelo. Es interesante, carismática y, lo más importante, la ropa en ella luce genial". En Balmain, Chanel y Givenchy deben pensar lo mismo. ¿A quién siguen los millenials, a Kendall o a su alterego? A los adolescentes eso no les importa. Persiguen a un famoso. Y esa condición nadie se la puede arrebatar a ninguna de las hermanas. Viene de serie con la familia, aunque en Navidad escuchen, como todo hijo de vecino, "All I want for Christmas is youuu..."
La gran influencer
- Puede que Kim Kardashian sea más famosa que su hermana Kendall, pero en las redes sociales es ella la que triunfa, con unas cifras astronómicas.
- Tiene 27,3 millones de fans en Instagram. De hecho, una de sus fotos, donde aparece tumbada en el suelo con un curioso peinando de corazones cuenta con el récord de visitas de esta plataforma: por ahora ha conseguido más de 3,1 millones de "Me gusta".
- Y en Twitter suma ya más de 10,8 millones de seguidores. Esto por lo que respecta al universo virtual.
- En el ámbito de lo real, a principios de año firmó con su famosa familia la renovación y ampliación del reality por cuatro años más y un total de 89,2 millones de euros, a repartir entre todas.
- ¡Larga vida a las Kardashian!,.
TÍTULO: SI TIENES MINUTOS Y DESCANSO - EL VESTIDOS FETICHE DE LAS PRESENTADORAS DEL TIEMPO,.
El vestido fetiche de las presentadoras del tiempo
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Estiliza y cumple las normas de etiqueta de las cadenas. Por eso todas lo usan en EE UU.Es chino, cuesta 22 euros y está agotado,.
Buscar todos los días un modelito para dar el tiempo en televisión tiene su miga. Sobre todo cuando el vestuario sale de los bolsillos de las presentadoras y no cuentan con estilistas o marcas que les presten sus diseños. Si a ello se le suma las normas de la cadena ante las cámaras, la misión roza lo imposible... y más con los telespectadores pendientes de si repiten conjunto. Pero las presentadoras del tiempo norteamericanas han encontrado la solución: todas se han comprado el mismo modelito en forma de tubo, aunque en distintos tonos, para anunciar los anticiclones y borrascas. Y de lo más económico: poco más de 22 euros en Amazon proveniente de una tienda 'on line' china.
La idea surgió en un grupo privado de Facebook en el que las chicas del tiempo se aconsejan habitualmente prendas para su trabajo. «Alguien se topó con el vestido, algunas lo compramos 'on line' y compartimos en el grupo nuestras fotos. Todo el mundo vio lo bien que nos sentaba», detalla Shelby Hays, meteoróloga de KOCO, en 'Tech Insider'. Además, cumple perfectamente con las normas que hablan de mangas al codo y largo por la rodilla, sin enseñar mucha piel. Al ser elástico y con las franjas negras, adornado con estratégicos bolsillos con cremallera, engaña visualmente estilizando cualquier silueta por más que la pequeña pantalla engorde un par de kilitos. «Y por 22 euros podemos comprar un puñado de vestidos en distintos colores», puntualiza Hays.
Poco a poco todas las meteorólogas han sucumbido. Incluso han ido confeccionando un collage con las fotografías luciendo distintas versiones. La imagen ha sido compartida hasta la saciedad en las redes sociales como el triunfo del 'low cost' en la pequeña pantalla. Cada semana la actualizan con las nuevas compañeras que han unido la prenda a su vestuario televisivo.
El modelo se ha agotado en todas las tallas y colores, salvo en color verde, hasta después de Navidad. Esta tonalidad está vetada por una cuestión técnica: las previsiones se proyectan sobre un fondo esmeralda, el croma. Sus cuerpos desaparecerían de la pantalla.
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