DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES - «Es triste ser la excepción»,./ DESAYUNO - CENA - JUEVES - VIERNES - Jamás aceptaría un ministerio,.
TITULO: DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES - «Es triste ser la excepción»,.
DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES - «Es triste ser la excepción», fotos.
CON VOZ PROPIA,.
«Es triste ser la excepción»,.
Origen
humilde. José Miguel Fernández posa ante el asadero de pollos de su
familia en el barrio granadino de Cartuja. A la derecha, sus padres.
A
los 25, con dos hijos y en pleno 'boom' del ladrillo, el gitano José
Miguel Fernández dejó la obra y entró en la Universidad. Hoy es médico
de urgencias y formador de MIR,.
José
Miguel Fernández nació hace 39 años en el barrio granadino de
Almanjáyar, un distrito desfavorecido con graves problemas de
inseguridad a causa de las mafias de la droga y una tasa de desempleo
que ronda el 70%. Como uno de cada seis vecinos, José Miguel es gitano
y, por tradición familiar, estaba predestinado a ser escayolista. Pero
en pleno 'boom' del ladrillo, con una pujante empresa de albañilería y
dos hijos pequeños, decidió que no creía en el destino. «Quien quiere,
puede», pensó. Se puso a estudiar el Bachillerato nocturno al salir de
la obra y, cuando terminó, dejó el trabajo para ingresar en la
Universidad. Hoy es médico de urgencias en un centro de salud de la
Costa Tropical y observa con una mezcla de orgullo y tristeza que entre
los suyos -menos del 1% de los calés españoles tiene estudios
universitarios- es un héroe.
- ¿Siempre quiso ser médico?
-Cuando
era niño me despertaba admiración el médico del barrio. Mi abuela lo
trataba con devoción. Pero era algo muy lejano. De pequeño sacaba buenas
notas y estudié una FP de auxiliar de clínica. En las prácticas conocí a
médicos y residentes. Pero mis tíos y mis primos se dedican al yeso y
la escayola, y en vacaciones me iba a trabajar con ellos. Casi por
inercia, seguí haciendo lo que hacía mi familia.
-A los 25 su vida dio un giro...
-Tenía
una empresa con un primo y económicamente nos iba muy bien, pero no
quería estar así toda la vida. Tenía cierta inquietud intelectual,
porque había sido muy buen estudiante. Durante dos años trabajé en la
obra y estudié el bachillerato nocturno, pero cuando empecé la carrera
tuve que parar de trabajar.
-Sin ingresos y con dos niños pequeños, ¿fue muy complicado?
-Mi
hija tenía 4 años y mi hijo un mes cuando empecé Medicina. Mi mujer se
encargaba de cuidarlos mientras yo estudiaba y, cuando el dinero empezó a
faltarnos, ella se puso a trabajar. Con la crisis, acabó limpiando
casas. Fue muy consensuado. Yo pensaba: 'Si no se puede, me pongo a
trabajar'. Pero ella decía: 'A ver si podemos aguantar'. Y pudimos.
-¿Siguió siendo tan buen estudiante en la Universidad?
-Está
mal que yo lo diga, pero sí. Terminé la carrera del tirón, con notas
altas, aprobé el MIR de Medicina de Familia y saqué plaza a la primera.
Estuve becado todos los cursos.
-Su historia no es frecuente en un barrio como Almanjáyar...
-Vecinos
de toda la vida me miran o me paran por la calle y veo que les
despierto cierta admiración, cuando yo me considero uno más del barrio.
Eso me da alegría y orgullo por lo que he conseguido, pero también me
entristece, porque allí soy una excepción. Que ser universitario siga
siendo excepcional me da mucha pena.
-Después de tantos
programas por la integración de la población gitana y planes contra el
absentismo y el fracaso escolar, ¿qué cree que ha fallado?
-Mis
padres son prácticamente analfabetos, pero creo que el problema es la
mentalidad y la concienciación de los padres. Por mucho trabajo que se
haga con los niños, no dejan de ser niños, y si los padres no les
obligan es fácil que se aburran o se cansen, y más cuando no tienen
modelos ni referentes con estudios en su entorno.
Contra la imagen histriónica
-¿Le piden ayuda los colegios del barrio para contar su historia?
-He
dado charlas en mi colegio, en otros del barrio y en pueblos con mucha
población gitana. Les cuento que de niño yo era exactamente igual que
ellos y que mi familia es igual que la de ellos. Les asombra. Y alguno
después me dice: 'Es que no pareces médico'.
-¿Ha alcanzado su meta o tiene otros planes para el futuro?
-Me
planteo hacer una especialidad quirúrgica, pero ahora tengo muchos
frentes abiertos. Soy tutor de residentes y eso me tiene absorbido.
Imagínese: salí hace dos días de mi barrio y ahora estoy formando a un
chico que viene de Bilbao. Es un cambio muy grande.
-¿En alguna ocasión ha sentido racismo en su puesto de trabajo?
-En
mi puesto de trabajo y con mis compañeros directamente, no. Pero a
veces hay personas que hacen comentarios despectivos, como llamar gitano
a alguien que va sucio o tiene malos modales, sin saber que tienen a
uno delante. Yo trato de decirlo a la primera precisamente para evitar
situaciones incómodas. Soy moreno de piel y tengo el pelo negro, y
alguna vez he oído comentar entre pacientes: 'Mira, te ha tocado el
moro'. Es curioso que les parezca más fácil que sea árabe que gitano.
-No tiene más remedio que ser un modelo...
-Yo
no tengo interés en contar mi vida, porque no me considero especial,
pero me gustaría que los niños gitanos tuvieran otros modelos aparte de
los que salen en ese programa de la tele, 'Gipsy Kings', que me da tanta
vergüenza ajena. Quiero contrarrestar esa imagen histriónica que no es
real y que la gente vea que hay gitanos que se dedican a otro tipo de
trabajos.
Personal
Población
En España viven unos 600.000 romaníes, casi la mitad en Andalucía.
Fracaso escolar
Entre los gitanos, el
abandono escolar antes de acabar la ESO es del 63%, frente al 13% de la
media española. No hay datos exactos, pero menos de un 1% tienen título
universitario.
Sin referentes
Cuando José Miguel dejó
de trabajar para estudiar Medicina, parte de su familia lo tildó de
«loco». Ahora, su madre no le llama por su nombre; se refiere a él como
«mi hijo, el médico».
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«Jamás aceptaría un ministerio»,.
Cámara da vida a Juan Carrasco, un personaje de la política que el propio actor define como «deleznable».
El
actor Javier Cámara, que ha vivido recientemente su etapa más
internacional, está en pleno rodaje de 'Vota Juan',la nueva serie de
TNT,.
No.
Yo no. Jamás. En la vida. Nunca. No». Es la tajante respuesta de Javier
Cámara ante la oferta de un ministerio. Muy distinta a la que ofrecería
Juan Carrasco, el personaje al que da vida en 'Vota Juan', la serie que
está rodando para el canal TNT. Tampoco es lo único que tiene entre
manos para el futuro inmediato. «En noviembre empezamos la segunda
temporada de 'The New Pope'; todavía no tengo los guiones ni los he
leído, pero sé que estoy», asegura el actor, que ha participado
recientemente en producciones como 'Narcos' y 'The Young Pope'.
- ¿Cómo ha vivido el auge actual de las series a nivel global?
- Se ha cambiado la forma de producir series. En vez de verte
800.000 personas, te ven veinte millones. Hacíamos series para esos
800.000, o para tres millones, que ya era un exitazo. Nosotros lo
pasábamos mal porque tenían que ser muy generalistas. Ahora te das
cuenta de que series que se hicieron para divertir o amenizar las noches
de los españoles se han visto en otros países, y como hay 500 millones
de hispanohablantes y no han tenido ni que subtitularlas, han tenido
éxito. Nosotros siempre llegamos un poco más tarde. En Estados Unidos
hay creativos que dicen: '¿por qué no le damos un espacio en la tele a
este tío, que es un escritor estupendo, y que se traiga a sus amigos
actores?'. Los actores van donde haya buenas historias, y ahora mismo
las series ofrecen muy buenas historias. Una de ellas es 'Vota Juan'.
- ¿Cómo se lleva ser de los pocos españoles que colabora con plataformas internacionales gigantescas?
- Si te pones a hacer la lista, hay muchos. Yo soy el menos
dotado en inglés, y me ha costado la vida, y porque hago la mayor parte
en español, aunque con acento colombiano. Son experiencias que no puedes
rechazar. Suponen un riesgo, pero, si no eres capaz de asumirlo, ¿para
qué te metes en esta profesión?. Me ha demostrado de lo que soy capaz.
Poco a poco se va acortando la diferencia entre lo de aquí y EE UU. Tú
antes ponías una serie y dependías de los anunciantes. Ahora, en estas
plataformas, no hay anuncios. Es una bola de nieve gigante que arrasa
con todo y donde prima la calidad más absoluta.
Las entrañas de la política
- ¿'Vota Juan' le ha acercado o alejado de la política?
- Me ha acercado, porque me veo todos los programas políticos
para ver cómo se manejan. Me río mucho porque les veo las entrañas, las
mentirijillas, los gestos... ¿Cómo no vas a meter la pata cuarenta veces
cuando el foco lo tienes encima todo el día? Los políticos, a
diferencia de los actores, solo tienen una toma.
- ¿Le cae bien Juan Carrasco?
- Me cae bien porque es deleznable. Y porque, en el fondo, sé
por qué es deleznable. Es una persona muy frágil que podría llegar a ser
un dictador si se diera la oportunidad. Una de esas personas a las que
les das libertad absoluta y se pueden convertir en cualquier cosa, sin
la preparación suficiente para merecer los puestos que ambiciona.
- ¿Qué opina de que la ficción española esté dispuesta a reducir la duración de sus capítulos?
- Me alegro mucho por los guionistas a los que no pagan por
página. A veces se las ven y se las desean para escribir capítulos tan
largos. Yo no me veo ninguno de setenta minutos. Son tres capítulos de
'sitcom'. Todo eso lleno de anuncios... es una barbaridad. Me apetecen
las series en las que no te puedes ni levantar ni despistar un momento.
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