¡Qué grande es el cine!,.
¡Qué grande es el cine! fue un programa de cine dirigido por José Luis Garci y emitido por Televisión Española por su cadena La 2.
El programa comenzaba con una presentación de la película que se emitía esa noche, posteriormente esta película se emitía y acababa con una tertulia entre Garci y los invitados del día sobre ella.1 El programa comenzó a llevarse a cabo en enero de 1995 y comenzó sus emisiones el 13 de febrero del mismo año., etc.
EL HORMIGUERO VIERNES -3- AGOSTO - Comienza la reforma integral del pabellón Serrano Macayo de Cáceres,.
Comienza la reforma integral del pabellón Serrano Macayo de Cáceres / fotos,.
Estas obras se incluyen dentro del plan de reformas de instalaciones deportivas. Según ha explicado el concejal de Deporte, Pedro Muriel, de esta forma se da respuesta a las necesidades de clubes deportivos y usuarios, mejorando las instalaciones deportivas municipales, en lo que es un compromiso de inversión con el deporte de base y con el fomento del deporte para todas las edades.
TITULO: AQUEMARROPA - ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! - NO DISPAREN AL PIANISTA -EL ROCK DURO NO SE AMORDAZA,.
AQUEMARROPA - ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! - NO DISPAREN AL PIANISTA -EL ROCK DURO NO SE AMORDAZA,fotos.
El rock duro no se amordaza,.
Las letras de grupos metaleros son tremendas, pero no se entienden,.
Lo malo es que, según íbamos pasando ciudades, él se iba envalentonando y poniendo 'su' música de verdad, la que le mola a tope, mientras que a mí no me dejaba ni un momento de respiro. Después de Zamora, perdió totalmente el reparo y la vergüenza y me puso a Napalm Death, siguió con los coruñeses Machetazo y continuó con El Caso Urquijo, otra banda de grind cuyo sonido me desquicia y electriza.
Al sonar los 'Urquijo' esos, mis nervios ya estaban a flor de piel así que paré en el primer área de servicio, me tomé un castizo pincho de tortilla, compré una caja de nicanores de Boñar para mi suegra (es su dulce favorito y solo los encuentro al norte de Zamora) e impuse mi criterio: «Hijo mío, se acabó. A partir de ahora, Phil Collins».
Qué paz conducir por las montañas de Sanabria mientras el cursi de Collins cantaba 'Otro día en el Paraíso' y otras cremitas de fresa y chantilly parecidas. Mi hijo disimulaba su desesperación y yo me sentía mal porque un padre es un padre y torturar de esa manera a un hijo que toca en tres bandas de rock extremo es imperdonable.
En fin, que, entrando en Galicia, recuperé la sensatez y el cariño y lo animé a enchufar su pincho con lo más bestial del «grindcore, el hardcore y algunos toques de punk». Esto último no es que lo distinga yo, que más allá de los Rolling ya me pierdo, eso lo he leído en la crítica que hace un tal Álex Márquez en la revista 'Rock Estatal' al último disco de una de las bandas de mi hijo.
Antes de que existiera la llamada ley mordaza, la música y, sobre todo, las letras de las bandas de mi hijo me tenían sin cuidado. Me parecían muy buenas sus puestas en escena, pero la verdad es que cuando mi hijo canta, si es que a esos gritos graves e ininteligibles se les puede llamar canto, no me entero de nada de lo que dice. Sé que su música es muy respetable y me siento muy orgulloso de su opción metalera tremebunda, pero nunca he entendido ni una sola de sus canciones, lo cual resulta muy desazonante teniendo en cuenta mi querencia por el realismo, el costumbrismo y otras tendencias tan garbanceras como poco rompedoras.
Sabía que esas letras trataban de una tostada de sesos humanos, sobre algunos de sus profesores del pasado, sobre la policía y otras cuestiones tan variadas como raritas. Pero ya digo, sin ley mordaza, no había de qué preocuparse. ¡Pero ay!, desde que está vigente ese reglamento para perseguir heterodoxias, vivo sin vivir en mí. Le pregunté a mi hijo por los contenidos de las canciones de su último disco y él, tan sorprendido por el tema de conversación como entusiasmado por poder hablar, por fin, de algo que de verdad le interesaba, me explicó que había un tema sobre un acosador canino y otro sobre Sandra Bullock, me asustó al hablarme de otra canción titulada 'Patatuelas...', que mezcla chochitos y birras, aunque me tranquilizó al explicarme que, al escucharla, quedaba claro que se refería a altramuces y cervezas.
Ya digo que yo escucho esas canciones y no me queda claro nada. Por eso temo que haya alguna letra delictiva y por eso vivo sin vivir en mí. Bueno, vivía porque al leer la reseña del disco en 'Rock Estatal', el crítico, tras calificar las letras del grupo de mi hijo de ácidas y crudas, reconoce que no se entienden si no tienes el libreto delante, «y ni siquiera teniéndolo». Así que nada, tranqui, que no hay ley mordaza capaz de perseguir lo incomprensible.
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