CUARTO MILENIO - NOCHE DE AVISPAS,./ Duelo de Fogones - Canal Extremadura ,. / Entre hilos y anzuelos - Canal Extremadura,./ NUESTRO CAMPO BRAVO - CANAL EXTREMADURA,./ ESPAÑOLES POR EL MUNDO - DURMIENDO EN UN ARBOL,.
TITULO: CUARTO MILENIO - NOCHE DE AVISPAS,.
Fauna mítica: avispas asesinas, foto. Una especie que triplica en tamaño a las avispas comunes, posee una
descomunal voracidad y agresividad y ya ha dejado tras de sí un reguero
de muertes en China y Francia.
Batalla
culinaria en la que dos paisanos de una misma localidad de Castilla y
León cocinarán el plato típico del municipio y competirán por conseguir
"El gorro del chef". El programa tendrá como jurado a los propios
vecinos.
TITULO: Entre hilos y anzuelos - Canal Extremadura,.
Esta semana vamos a pasar una interesante jornada surcando las aguas del
embalse García de Sola en compañía de dos grandes aficionados a la
pesca del black-bass. Allí nos mostrarán cañas muy adecuadas para la
pesca de depredadores.foto.
TITULO: NUESTRO CAMPO BRAVO - CANAL EXTREMADURA,.
Principales ganaderías extremeñas que se dedican a la cría del toro de lidia, foto. En Dehesa Brava visitamos las principales ganaderías extremeñas que se
dedican a la cría del toro de lidia. Seremos testigos de las faenas de
campo y de mantenimiento de las reses bravas, disfrutando de los
paisajes de dehesa de nuestra Región.
TITULO: ESPAÑOLES POR EL MUNDO - DURMIENDO EN UN ARBOL,.
TÚ AL PUEBLO, YO A LA PLAYA / fotos.
Durmiendo en un árbol
Subiendo la cesta con el desayuno y terraza de la cabaña 'Brisa', con el embalse Rivera de Gata al fondo.
Un
alojamiento hotelero de Villasbuenas de Gata triunfa con su propuesta
de alojarse en una cabaña sin tele ni wifi en la copa de un roble
En mitad del campo, a la una de la madrugada, con la cama metida entre las ramas de un roble a 22 peldaños del suelo
(cinco metros), no hace falta que el viento sople demasiado para que se
note. Con la cabeza apoyada en el cabecero de la cama, se ve el cielo y
se escucha el concierto de grillos; y si se abren las ventanas y la
puerta, entra un aire que es mejor que el de la ciudad. La experiencia
de dormir (y despertar) en una cabaña en un árbol se puede vivir en unos
pocos sitios en el país, uno de ellos en la provincia de Cáceres.
Tenía que ser en la Sierra de Gata.
En la comarca más bohemia de Extremadura, donde ha ido a parar gente de
media España que ha encontrado en ella su refugio soñado. Es el caso de
Luis y Aurelia. Él, ingeniero forestal de 54 años que
dio clases en El Escorial, fue el primero de los dos en mudarse de Altea
(Alicante), donde tenía una empresa de jardinería, a Villasbuenas de Gata
(357 habitantes), donde encontró la finca ideal para el negocio que
tenía en mente. Ese lugar son trece hectáreas a las que se llega tras
dejar a un lado la carretera que atraviesa la comarca, la EX-205, y
girar y girar por caminos de asfalto, tierra y hormigón. El final del
trayecto es 'Dormir en los árboles', un alojamiento
hotelero formado por seis cabañas en las alturas –a 90 euros el día de
lunes a jueves y 120 viernes, sábados, vísperas de festivos, Semana
Santa y Navidad–, inaugurado a finales del año 2014 y en el que no es
fácil reservar si no se hace con antelación.
«Nosotros
lo hicimos para dos noches, lo que quedaba libre», explica Carmen. Ella
y Rodrigo, su marido, contrataron la escapada y no se lo dijeron a sus
dos hijos. Mantuvieron el secreto para que los críos vivieran la
sorpresa de descubrir que iban a dormir en una cabaña en un árbol. Y
tanto los pequeños como los mayores, que viven en Sevilla, se declaran
encantados con su aventura extremeña. Antes de salir de viaje para conocer los Pilones, en el Valle del Jerte, destacan la atención del personal que atiende el hotel.
Y a Nuria Collell,
que recibe y cuida al visitante, la mención le halaga. «Nuestra
principal clientela –detalla– son madrileños, sevillanos y extremeños, y
en menor medida, vascos y valencianos». ¿Y las banderas de Estados
Unidos y Suecia que hay al lado del edificio de recepción, junto a las
de España y Europa? La mujer sonríe y explica que son los países en los
que Luis Mulió tiene a un hijo y a una hermana.
Esas
dos enseñas constituyen una muestra más de que casi nada aquí –no todo–
es convencional. Al llegar, el cliente tiene que mostrar su DNI, como
en cualquier hotel. Pero lo siguiente ya se sale de la norma. Nuria
pregunta al turista qué va a querer desayunar y a qué hora desea que se
lo lleven a la cabaña. Y explica el mecanismo: a la hora convenida,
utilizarán el sistema de cuerda y polea que tienen todas las cabañas y
dejarán en la terraza una cesta con el desayuno. Avisarán tocando un
cencerro.
Las cabañas ofrecen una gran intimidad.: / A.A.
A la vista de casi nadie
El
cliente despertará, si no lo ha hecho ya, saldrá a su balcón y recogerá
su cesta. Así se sirve en bandeja la oportunidad de empezar el día
tomando un zumo y unas tostadas –con mermelada de unidosis del
Mercadona, una sorpresa en una propuesta así y en un sitio como
Extremadura, paraíso del alimento casero– en un balcón con vistas al
campo. Desde algunas cabañas se ve también el embalse de Rivera de Gata,
y todas garantizan tal intimidad que ese desayuno al aire libre podría
hacerse desnudo desde varias de las cabañas sin miedo a ser visto.
Conviene, eso sí, rociarse de repelente de mosquitos, porque estamos en
el campo, y en el campo, en este y en cualquier, hay bichos que pican.
Carmen, Rodrigo y sus hijos, llegados desde Sevilla:: / A.A.Lo que no hay es televisión ni wifi
en las cabañas, que tienen un aseo portátil, dotado de un sistema de
bolsa estanca y palanca en lugar de cisterna y pulsador. Junto a él hay
un peldaño como los que dan en los cines para los niños, porque si no lo
hubiera, todo aquel con estatura de español medio cumpliría el trance
de evacuación mayor con los pies colgando. El váter de verdad está en
los baños situados en un edificio junto a la recepción, que son amplios,
modernos y limpios. No son comunitarios. Cada cliente tiene el suyo,
solo para él, con su propia llave.
El lugar garantiza paz. Solo se
oye a los pájaros, y un baño en su piscina a la nueve de la noche, con
una cerveza fría cerca, es un regalo. Hay columpios y un par de camas
elásticas para que los pequeños salten. Hay gallinas y patos. Y canoas
para pasear por el embalse. Y bicicletas. Y servicio de cenas a partir
de quince euros por persona. Y hay algarrobos, castaños, higueras,
ciruelos... Yun atardecer –seguramente también un amanecer– que por sí
solo justifica el viaje.
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