El viernes -4- Enero a las 22:00 por La 1, foto.
Gastrohistorias,.
Si
alguna vez han estado ustedes sentados a comer con algún extranjero y
por un casual resultaba haber en el menú calamares en su tinta, habrán
observado de primera mano las interesantes reacciones que esta receta
suele despertar en los foráneos. Desde asco a miedo, pasando por una
viva curiosidad acerca de cómo demonios un plato tan negro puede
resultarnos apetitoso. La globalización está cerca de acabar con esta
simpática prueba, la de meterse un tenedor de chipirones bien negros en
la boca, que demostraba la valentía del forastero. Ahora todo el mundo
conoce el risotto al nero di sepia y nuestros calamarcitos no hacen
tanto efecto, pero hubo un tiempo en que enfrentarse a ellos era muestra
de un paladar cosmopolita y osado. De cuando los extranjeros se aventuraron a comer calamares en su tinta,.
En el siglo XIX este plato típico llamaba poderosamente la atención de los paladares ajenos por su curioso color negro, / foto,.
Así lo reflejaba en junio de 1874 un artículo publicado en la revista estadounidense de caza y pesca 'Forest & Stream'. Interesados por el posible valor culinario de pulpos y calamares -que entonces no se pescaban en las costas de EE UU-, dos reporteros acudían al mercado de Nueva York dispuestos a comprar y catar cefalópodos, sólo para ser informados de que todos los disponibles se los había llevado un hostelero español. Empeñados en no perderse su aventura gastronómica, los periodistas se dirigieron al restaurante Martínez de la calle Pearl (Manhattan) a probar un plato de calamares. El camarero no sabía inglés ni ellos español, de modo que después de intentar pedir inútilmente lo que querían a través de mímica, acabaron pintando algo parecido a una sepia en un papel. ¡Ajajá! El mozo aplaudió, comprendiendo, y dijo el nombre del plato en castellano, cosa que los americanos entendieron a la virulé como «calinares con su tinto». Pero lo importante es que la orden estaba en marcha y en pocos minutos recibieron en la mesa «un plato de calamares nadando en salsa y delicadamente tumbados sobre una base de pan tostado». Admirable, delicioso y soberbio fueron algunos de los adjetivos que la vianda mereció, con «una textura suave parecida a la de las crestas de gallo o las mollejas, pero con una reminiscencia al sabor del cangrejo».
En segundos, cualquier posible prejuicio en torno al aspecto de la comida desapareció y los reporteros pasaron a untar con deleite aquella salsa negra espesa con ligero aroma a ajo, «tan suave en su perfume como el exhalado por una violeta». Con la ayuda de un vino catalán terminaron toda la ración, dispuestos a jurar y perjurar que aquellos pequeños cefalópodos eran néctar y ambrosía. El problema era que los anglosajones no sabían cómo prepararlos, de modo que el artículo acababa con un par de recomendaciones aportadas por el mismo señor Martínez, dueño del restaurante. Además de explicar que en España los calamares eran muy apreciados y se vendían en conserva, como las sardinas, ofrecía a los lectores norteamericanos un consejo crucial. «cuando los vayan a cocinar, deben conservar la bolsa de tinta del animal. Es la tinta la que imparte el color al plato y sobre todo su delicioso aroma». ¡Vivan los calinares con su tinto!,.
TITULO: PUERTA CON PUERTA CANAL EXTREMADURA -'L'Avenir': tapas con arte.
L'Avenir': tapas con arte,.
Dos galeristas abren en Cáceres una tapería llena de estética y sabor,.
Julián y María José son artistas, se conocieron en una galería y han montado una tapería. Su biografía no es la ortodoxa en una pareja de hosteleros. Julián Gómez (Cáceres, 1966) y María José Sanguino (Cáceres, 1967) se vieron por primera vez en la galería Bores y Mallo de Cáceres. Ella había estudiado Bellas Artes en Salamanca y él, tras iniciar algunas carreras técnicas (Arquitectura, Informática), había decidido dedicarse a su verdadera vocación: el arte y la restauración.Fruto de esa apuesta, Julián ha expuesto en diferentes galerías españolas, en el Meiac o en Foro Sur y su obra está presente en importantes colecciones como la del Banco de España o las de los museos de Cáceres y de Bellas Artes de Santander. Como restaurador, ha trabajado en la magnífica colección del palacio-museo Golfines de Abajo, abierto al público gracias a la apuesta decidida de la fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno.
María José daba clases de pintura y regentaba un negocio familiar hasta que hace dos años decidieron embarcarse juntos en la aventura de abrir la que hoy por hoy es la única galería de arte de Cáceres, tras los cierres de Bores y Mallo, María Llanos y La casa sin fin. Esa galería se llama Kermel y está en la calle Camino Llano, donde desde hace unos años conviven las tradiciones cacereñas más castizas con las iniciativas rompedoras, coronado todo ello por la ampliación del Centro de Artes Visuales Helga de Alvear, cuya nueva fachada dará precisamente a Camino Llano.
«Abrir una galería es hacer labor social, acercar el arte a la gente, aunque no entran a verla porque parece que las galerías imponen cierto respeto y nosotros pretendemos todo lo contrario», explican su propósito como galeristas. Pero en esta página, los sábados, no escribimos sobre arte, sino sobre gastronomía. Y de eso va la apuesta reciente de estos dos cacereños. «Nos apasionan el arte y la comida», resumen Julián y María José y en esa pasión se encierra su reciente proyecto: la apertura de una tapería con nombre francés, 'L'avenir' (el futuro), y cocina que podríamos resumir con un término muy de moda: fusión.
«Este local llevaba 15 años cerrado. Se llamaba 'El Labrador' y lo regentaban los padres de Juan Pedro González, ex director del Gran Teatro. Pasábamos por aquí, veíamos las bóvedas de ladrillo y nos parecía un lugar excelente para abrir una tapería. Desde que inauguramos hace unas semanas, la gente entra a verlo y recuerda las cortezas y los pinchos morunos de antes», detallan.
'L'avenir' está puesto con mucho gusto: mesas de madera de mango, sillas de cuero, lámparas bonitas y distintas, cuadros de Julián en las paredes y una vocación estética imprescindible pues está situado frente a la nueva entrada del 'Helga de Alvear'. Cocina del mercado, raíces con aportaciones novedosas y un equipo formado por José Pedro y Sebastián en la sala y Adrián como chef con Mar y Jennifer en la cocina.
En la carta, Asia: dim sum de gambones o de carrillera (8), pan bao relleno de rabo de ternera y encurtidos (3 euros la unidad), gyozas con salsa teriyaki (7); Andalucía: atún rojo en texturas (12), corvina a la naranja (10); Grecia: musaka de verduras (8); Italia maridada con lo exótico y lo extremeño: canelón de mango con cangrejo (9), raviolis de calabacín rellenos de langostinos con esferas de torta del Casar (8)...
Elaboran un pan de higo casero (higos secos, nueces y licor amarguiña) que casa muy bien con la tabla de quesos extremeños (Torta del Casar, El Cabrón y Los Golfines) (12). Lo más pedido son las sorprendentes croquetas de berenjena asada, queso de cabra y nueces (7). No falta la presa ibérica, pero marinada (12), ni el cordero, pero con toque oriental: en pastela con guiso de leche de coco, vino de pitarra, dátiles y piñones y espolvoreado con canela (10). Pero lo fundamental es disfrutar en un local con nombre de futuro donde el presente se manifiesta en forma de gastronomía delicada, de arte y de buen gusto.
TITULO: Trastos y tesoros - CANAL EXTREMADURA - «¿Por qué no va a salir el parque de ocio de Castilblanco? Aquí lo merecemos»,.
«¿Por qué no va a salir el parque de ocio de Castilblanco? Aquí lo merecemos»,.
La Junta debe evaluar y autorizar la instalación antes del verano y los promotores iniciar las obras antes de que finalice 2019,.
La niebla apenas deja ver un alma y aporta una fotografía casi
fantasmagórica a un pueblo que cuenta con 42 niños escolarizados, tiene
en venta 240 casas y ha perdido 1.500 vecinos de su censo desde mitad de
la década de 1970. En Castilblanco, en La Siberia,
cruce de caminos de las provincias de Badajoz, Cáceres, Toledo y Ciudad
Real, apenas se ve gente por sus calles. «Somos pocos y los que estamos
aquí somos los viejos. El resto de gente está cogiendo aceituna»,
avisa al equipo de HOY un hombre mayor que camina por la empinada
entrada de la carretera de Alía. Por ahí se recibe al visitante con un
enorme mural de una mujer trabajando con su telar. «El trabajo lo
explica todo. Por eso la gente está como loca por este proyecto»,
explica Ernesto Bravo, de 53 años. El proyecto, del que no para de hablarse desde hace semanas en Castilblanco y en la región, es el gran parque de ocio que promueve la empresa Cora Alpha, filial española de una sociedad norteamericana.
El proyecto no desarrollado al que alude es la iniciativa que se puso en marcha en 2002 de construir un parque de golf y viviendas. La urbanización se inició pero la llegada de la gran crisis reventó el plan. No cuajó y está en la memoria de los castilblanqueños para tomar todavía con más cautela el inicio de la tramitación de Elysium, un proyecto, en todo caso, de mucha mayor envergadura que el de 2002.
Con todo, se respira credulidad en Castilblanco respecto a si ahora puede concretarse una mayúscula idea empresarial. Juani Bolea, de 66 años, ha vivido durante casi toda su vida en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) pero se ha instalado en Castilblanco hace seis años para estar junto a su marido, jubilado. «Estoy muy contenta, no me aburro. Ojalá sea verdad y que lo veamos pero hasta que no vea empezar las obras no me lo acabaré de creer del todo», explica. Tiene dos hijos en Cataluña que trabajan en la construcción, «yeseros exactamente, que se vendrían para aquí si tienen trabajo con este proyecto. Seguro».
Cuenta Merino que en septiembre representantes de los promotores del proyecto se entrevistaron con ella. Desde entonces lo conoce. «Ha habido momentos de duda sobre esta iniciativa pero desde que la registraron, pusieron el aval de 10 millones y lo presentaron en Mérida la historia se ve de otra manera», sostiene. Hay que recordar que, de entrada, Cora Alpha ha debido acreditar que dispone de dos tercios del suelo y ha tenido que entregar esos 10 millones citados como señal.
En este sentido, la primera edil, del PP, no oculta su malestar por las manifestaciones del presidente regional de su partido, José Antonio Monago, y otros dirigentes, cuestionando el proyecto y restándole credibilidad. Monago ha dicho literalmente que es un cuento de Disney. La alcaldesa castilblanqueña replica que para conocer las cosas de los pueblos, «hay que venir a ellos. Desde Mérida, y no digo ya desde Badajoz, que está pegado a Portugal, las cosas se ven de manera diferente. Solo digo a la gente que hable de esto que venga aquí».
Nico Merino, de 53 años, padre de una maestra y una asistenta social, se muestra convencido de que el gran parque de ocio será una realidad. «Creo bastante en Elysium. Va a salir adelante. Lo último que sé es que han comprado una finca para el proyecto por más de tres millones de euros. Y uno no suelta el dinero para nada», indica Merino, que regenta un bar-churrería en la avenida de la Constitución.
Dos de los clientes de su negocio son del vecino Valdecaballeros. Se trata de Juan Antonio Abril y su hijo Carlos, de 27 años. Es ingeniero y lleva tres años residiendo y trabajando en Londres, en una empresa de ingeniería civil. «El proyecto de ocio sería fundamental para este pueblo y toda la comarca. Muchos jóvenes nos vemos forzados a irnos. Con una cosa como esa se podría vivir aquí», agrega.
«De Castilblanco se sale para el instituto de Herrera del Duque, después para la Universidad, y ya no se vuelve más que de visita. Por lo menos que empiecen la primera fase de Elysum y el cambio será tremendo», apostilla su padre.
Unos metros más adelante de su peluquería, en la larga calle Francisco Naveso, está otro de los sitios más conocidos de Castilblanco. Es un taller mecánico llamado 'El redondo'. Lo llevan Juan Díaz y su hijo Alberto. Los dos entablan un debate apasionado sobre Elysium. «Hay tantas ganas de que esto pueda fructificar que creo que hay un poco de miedo a que esto no salga. Ojalá que no tengamos más decepciones», indica temeroso Juan.
«¿Por qué no va a salir, papá? ¿Por qué no?», replica convencido su hijo. Tiene 30 años, se ha casado hace poco y, algo no muy común para gente de su generación, solo ha estado dos años fuera de Castilblanco. Se fue a Madrid para estudiar un módulo de automoción y volvió para trabajar en el taller de su padre. «Trabajo no falta y quiero vivir aquí», remata. «Lo que hace falta es que toda la gente de Castilblanco y de la comarca puedan tenerlo. El proyecto de ocio es una oportunidad buenísima», enfatiza.
Su padre, natural de Herrera del Duque y casado con una mujer castilblanqueña, recuerda con añoranza la efervescencia que se vivió a finales de la década de 1970 con la construcción de la central nuclear en Valdecaballeros, aunque no llegó a funcionar. «Tenía una fila de coches que llegaba a la otra punta de la calle y la gente pagaba enseguida», rememora.
«Vivo en Sevilla y he visto cómo mucha gente emigra. Muchos volverían con Elysium»
Ernesto Bravo | Empleado público
«Me
fui de Castilblanco a los 18 años. Aquí tengo tíos y primos y vengo
cuando puedo pero cada vez queda menos gente», relata este empleado
público dependiente del Ministerio de Defensa asentado en Sevilla. «Como
eso salga sería estupendo para la comarca. Va a cambiar todo. Como no
salga, la tendencia que vivimos de pérdida de población y salida de los
jóvenes del pueblo seguirá», relata Ernesto mientras camina por la calle
Félix Rodríguez de la Fuente, una de las que va a desembocar en la
plaza de España. Allí está la única farmacia del municipio, que ha
bajado ya de la barrera de los 1.000 habitantes censados al situarse en
980.Credulidad
Más de 3.000 millones de euros de inversión en la primera fase, 15.000 puestos de trabajo para un recinto con hoteles, casinos, parques de atracciones, un estadio de fútbol, restaurantes, tiendas, viviendas... Es lo que trae Elysium, la megainstalación de ocio planeada. «Es tan bueno, tan grande que en principio parece poco creíble. Ya hubo otro proyecto antes y fracasó. Pero también digo que la esperanza es lo último que se pierde», dice Rocío Luengo, de 56 años, auxiliar de la farmacia. Regresó de Madrid en 2009. «Mucha gente joven volvería a Castilblanco con este parque de ocio. Tengo una hija de 33 años, licenciada en Bellas Artes, pero está trabajando en otra cosa. Esa generación suya está sobreviviendo como puede», remata.El proyecto no desarrollado al que alude es la iniciativa que se puso en marcha en 2002 de construir un parque de golf y viviendas. La urbanización se inició pero la llegada de la gran crisis reventó el plan. No cuajó y está en la memoria de los castilblanqueños para tomar todavía con más cautela el inicio de la tramitación de Elysium, un proyecto, en todo caso, de mucha mayor envergadura que el de 2002.
Con todo, se respira credulidad en Castilblanco respecto a si ahora puede concretarse una mayúscula idea empresarial. Juani Bolea, de 66 años, ha vivido durante casi toda su vida en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) pero se ha instalado en Castilblanco hace seis años para estar junto a su marido, jubilado. «Estoy muy contenta, no me aburro. Ojalá sea verdad y que lo veamos pero hasta que no vea empezar las obras no me lo acabaré de creer del todo», explica. Tiene dos hijos en Cataluña que trabajan en la construcción, «yeseros exactamente, que se vendrían para aquí si tienen trabajo con este proyecto. Seguro».
«Ni creo ni no creo. Me guío por lo que se hace. Y se está tramitando y hay un aval puesto»
Ángeles Merino | Alcaldesa
Ángeles Merino,
la alcaldesa desde 2015, abandera el mensaje de prudencia mezclada con
dosis de optimismo. Merino se gana la vida como enfermera en el
consultorio local. «Siempre que me preguntan sobre Elysium digo lo
mismo, que la pelota está en otro tejado que no es el nuestro. Nosotros como Ayuntamiento hemos ayudado y lo vamos a hacer al máximo para permitir que un proyecto de esa envergadura pueda salir». Cuenta Merino que en septiembre representantes de los promotores del proyecto se entrevistaron con ella. Desde entonces lo conoce. «Ha habido momentos de duda sobre esta iniciativa pero desde que la registraron, pusieron el aval de 10 millones y lo presentaron en Mérida la historia se ve de otra manera», sostiene. Hay que recordar que, de entrada, Cora Alpha ha debido acreditar que dispone de dos tercios del suelo y ha tenido que entregar esos 10 millones citados como señal.
Prudencia
«Ni lanzo las campanas al aire ni tampoco dejo de creérmelo. Lo único que me guío es por las cosas que se están haciendo en cuanto a su tramitación. Antes de seis meses la Junta debe aprobar o no el proyecto y, en caso favorable, los promotores deberían iniciar las obras entre el verano y el invierno del próximo año», comenta la regidora. «Pero también digo que por qué La Siberia no va a poder tener una iniciativa empresarial con la que podamos vivir, por qué un proyecto así no va a poder desarrollarse. Siempre hemos sido el patito feo y nos lo merecemos», define.En este sentido, la primera edil, del PP, no oculta su malestar por las manifestaciones del presidente regional de su partido, José Antonio Monago, y otros dirigentes, cuestionando el proyecto y restándole credibilidad. Monago ha dicho literalmente que es un cuento de Disney. La alcaldesa castilblanqueña replica que para conocer las cosas de los pueblos, «hay que venir a ellos. Desde Mérida, y no digo ya desde Badajoz, que está pegado a Portugal, las cosas se ven de manera diferente. Solo digo a la gente que hable de esto que venga aquí».
Nico Merino, de 53 años, padre de una maestra y una asistenta social, se muestra convencido de que el gran parque de ocio será una realidad. «Creo bastante en Elysium. Va a salir adelante. Lo último que sé es que han comprado una finca para el proyecto por más de tres millones de euros. Y uno no suelta el dinero para nada», indica Merino, que regenta un bar-churrería en la avenida de la Constitución.
Dos de los clientes de su negocio son del vecino Valdecaballeros. Se trata de Juan Antonio Abril y su hijo Carlos, de 27 años. Es ingeniero y lleva tres años residiendo y trabajando en Londres, en una empresa de ingeniería civil. «El proyecto de ocio sería fundamental para este pueblo y toda la comarca. Muchos jóvenes nos vemos forzados a irnos. Con una cosa como esa se podría vivir aquí», agrega.
«De Castilblanco se sale para el instituto de Herrera del Duque, después para la Universidad, y ya no se vuelve más que de visita. Por lo menos que empiecen la primera fase de Elysum y el cambio será tremendo», apostilla su padre.
«Me hace mucha ilusión este proyecto. Si solo saliera la mitad de la mitad sería tremendo»
Sonia Horcajo | Peluquera
Sonia Horcajo,
peluquera de 39 años y madre de dos niños de 7 y 4 años, rezuma
optimismo. «A mí me hace mucha ilusión y creo que puede salir algo,
aunque solo sea la mitad de lo que plantean», subraya. Unos metros más adelante de su peluquería, en la larga calle Francisco Naveso, está otro de los sitios más conocidos de Castilblanco. Es un taller mecánico llamado 'El redondo'. Lo llevan Juan Díaz y su hijo Alberto. Los dos entablan un debate apasionado sobre Elysium. «Hay tantas ganas de que esto pueda fructificar que creo que hay un poco de miedo a que esto no salga. Ojalá que no tengamos más decepciones», indica temeroso Juan.
«¿Por qué no va a salir, papá? ¿Por qué no?», replica convencido su hijo. Tiene 30 años, se ha casado hace poco y, algo no muy común para gente de su generación, solo ha estado dos años fuera de Castilblanco. Se fue a Madrid para estudiar un módulo de automoción y volvió para trabajar en el taller de su padre. «Trabajo no falta y quiero vivir aquí», remata. «Lo que hace falta es que toda la gente de Castilblanco y de la comarca puedan tenerlo. El proyecto de ocio es una oportunidad buenísima», enfatiza.
Su padre, natural de Herrera del Duque y casado con una mujer castilblanqueña, recuerda con añoranza la efervescencia que se vivió a finales de la década de 1970 con la construcción de la central nuclear en Valdecaballeros, aunque no llegó a funcionar. «Tenía una fila de coches que llegaba a la otra punta de la calle y la gente pagaba enseguida», rememora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario