Inés Sainz: «El acoso en el mundo de la moda es un tópico»,.
La empresaria y exmodelo rompe con muchos estereotipos con la excusa de la presentación de su primera novela, 'Con la miss en los talones',.
Desapareció del foco mediático y comenzó a trabajar en Unilever como responsable de comunicación. «Trabajaba de 9 a 9 porque tenía que demostrar que además de guapa no soy tonta, que es lo que tiende a pensar todo el mundo». Así estuvo otros tres abriles, cuando tomó la decisión de irse a a Londres un tiempo para reforzar su inglés. «A mi vuelta -explica- comencé a trabajar en una de las agencias de comunicación de marcas de lujo más importantes de España. Ahí entonces ya trabajaba de lunes a domingo con horario español y americano, es decir, 24 horas. El trabajo de agencia es así». Una situación que le pasó factura. «Después de casi cuatro años con ese ritmo, cinco kilos menos y una dermatitis galopante fruto del estrés, tomé la decisión de darme un tiempo de descanso». Algo que no fue posible. «Cuando no llevaba ni un mes tranquila, Dom Pérignon llamó a mi puerta y así fundé mi propia agencia de comunicación, Back Up Comunicación y Prensa». De eso ahora hace diez años.
Lejos de acomodarse, Sainz decidió cumplir otros de sus sueños. Convertirse en escritora. «Cada verano empezaba a escribir un libro, pero al final no tenía la disciplina que hay que tener y nunca lo terminaba». Hasta que conoció a Víctor Blázquez por un amigo en común. «El año pasado me contó la idea que tenía para escribir una comedia pero no se atrevía a hacerlo solo porque él escribe ciencia ficción y le daba miedo dar el salto a la comedia. Así que nos juntamos y unos meses después teníamos la historia terminada».
Esa historia es 'Con la miss en los talones' (Ediciones Versátil), «la novela romántica que nadie desearía protagonizar. Relata -nos cuenta Sainz- la historia de superación de Mar Tillo, que ya con este infortunio de nombre la mujer tiene lo suyo. Mar es una abogada, separada y con dos hijos a la que su casero la echa de casa, su socia la traiciona, su madre está en todo, menos en echarle un cable y sus amigas son como una jaula de grillos… Ella sigue enamorada de su ex pero tiene una nueva novia, una ex Miss España despampanante y perfecta, y la vida de esta madre se convierte en un esperpento tan divertido que es imposible que no te reconozcas en alguna de las situaciones a las que se enfrenta».
Ha funcionado tan bien que se van a poner a trabajar en la segunda parte. «Además queremos llevarlo a un formato audiovisual. Ya estamos hablando con varias productoras muy potentes solo que no tenemos claro si película, serie o webserie, pero lo haremos».
Rompiendo con los esterotipos
De este modo regresa al mundo de las misses, para que el solo tiene buenas palabras. «Jamás viví nada oscuro en el mundo de la moda. Todo lo contrario. A mi solo me ha traído alegrías, amigos y mucho trabajo. Entiendo que puede parecer superficial y despertar muchas envidias que dan fruto a buscar noticias oscuras y feas pero mi experiencia fue maravillosa».Respecto a los que tachan el certamen de machista, por pruebas como el pase en traje de baño, es muy clara. «Es un concurso de belleza y la belleza hay que enseñarla, no esconderla. El que piense o la que piense que es machista, es porque realmente no tiene ni idea de las oportunidades que estos concursos dan a las mujeres que queremos dedicarnos al mundo de la imagen, que para mi tiene el mismo valor que aquel que quiera dedicarse a cocinar o a enseñar. Por desgracia el machismo es algo mucho mas complejo que un bañador. Vivimos en un micromachismo constante, tan arraigado en la sociedad que muchas veces ni las propias mujeres nos damos cuenta. Yo soy feminista, cada día más y no tolero ni medio comentario ni comportamiento machista a mi alrededor».
«He sufrido acoso pero no he sido consenciente hasta el año pasado, cuando comenzó la campaña de #MeToo»
Comportamiento, que lejos de
aguantarlos en el mundo de la moda, «donde las mujeres estamos súper
valoradas y es de los pocos sectores en los que nuestros sueldos son más
elevados que los de los chicos», lo padeció en otro ámbito. «He sufrido acoso pero no he sido consenciente hasta el año pasado, cuando comenzó la campaña de #MeToo. Trabajaba en una multinacional y uno de los directivos tenía comportamientos que me hacían sentir incómoda.
Miradas, comentarios... No llegaba a tocarme porque los hombres con
este tipo de personalidad saben perfectamente hasta donde pueden llegar
para que no les denuncies pero también le pasaba a otra compañera.
Juntas fuimos a quejarnos a la dirección general y la respuesta fue:
Inés, tu deberías estar acostumbrada».«Tenía 28 años y salimos del despacho con cara de póker sin saber muy bien que hacer. Un mes después las dos estábamos despedidas. En aquel momento no fui consciente y seguí con mi vida pero cuando comenzó el #MeToo fui consciente. Veinte años después. Es muy importante que las chicas jóvenes no piensen que estos comportamientos son normales porque no lo son, y si se encuentran con una situación parecida sepan como enfrentarse a ello y pararles los pies».
TITULO: Imprescindibles - José Sacristán: Domingo 30 de diciembre,.
Se emite el domingo 30 de diciembre a las 21:30h en La 2 / fotos,.
José Sacristán,.
José Sacristán: «Resulta miserable arremeter contra la Transición»
El veterano actor protagoniza ahora «Muñeca de porcelana», en el madrileño Teatro Bellas Artes, en un impactante montaje. Ni el autor de la pieza, David Mamet, ni José Sacristán son «políticamente correctos». Ni falta que les hace
Llega puntual a la cita con ABC Cultural. A sus ochenta años, José Sacristán (Chinchón, 1937) derrocha una energía controlada dentro y fuera del escenario. Además de su exigente interpretación en «Muñeca de porcelana», el 29 de junio se estrena su última película, «Formentera Lady», donde encarna a un hippie recalcitrante que de pronto debe hacer frente a la responsabilidad de cuidar a su nieto.En su camerino del Teatro Bellas Artes, destaca un ejemplar de las memorias de Tennessee Williams, que le parecen «interesantes, pero con un excesivo histrionismo». Prefiere -confiesa- las de Arthur Miller, uno de sus dramaturgos favoritos, de quien ha representado «Cristales rotos» y «La muerte de un viajante».
-Mamet
ha valorado muy bien este montaje, y, en especial, su interpretación.
Lo considera mejor que el hecho en Broadway protagonizado por Al Pacino.
-Esto
ha sido para mí un acicate. Vino su representante, y al poco tiempo
recibí una carta de Mamet felicitándome por mi trabajo, y me mandó un
regalo, algo, según me dijeron, no habitual en él: esta esclava que
llevo puesta y que tiene tres puntos verdes. Me explicaba en la misiva
que cuando los pilotos -en la obra un avión tiene gran importancia-, los
ven en el panel de control significa que están en la línea correcta de
aterrizaje.
-En uno de sus ensayos, el
dramaturgo norteamericano apunta que «la corrección política solo puede
existir dentro de la opresión totalitaria, a quien sirve como
herramienta». ¿Está de acuerdo?
-Totalmente. La corrección
política, cada vez más instalada, ha degenerado, hablando en plata, en
una gilipollez. Y más en el campo artístico. Embiste contra grandes
obras, e incluso querría prohibirlas. Hace poco oí un comentario en este
sentido, que criticaba «Johnny Guitar», la extraordinaria película de
Nicholas Ray, gran poeta del cine.
-Se ha cuestionado hasta a Shakespeare...
-Claro.
No me extraña. Por «machista», echando pestes, por ejemplo, de «La
fierecilla domada». ¡Cuidado con lo políticamente correcto!
-Y a Mamet, sobre todo por sus piezas «Oleanna» y «Razas»...
-A
mí Mamet me parece magnífico. No es Miller -ni falta que le hace-,
quizá no alcanza su profundidad, pero me encanta que sea una mosca
cojonera, su desenfado, y que nunca pontifica. Propone una peripecia
dramática y a partir de ahí que cada uno saque sus propias conclusiones y
consecuencias. El teatro no es un púlpito.
-David Mamet no hace personajes de cartón piedra. Ni siquiera el «tiburón» que usted interpreta en «Muñeca de porcelana»...
-En
efecto. El multimillonario a quien encarno es un desaprensivo, pero -en
los personajes complejos siempre hay un «pero»-, quizá no más que
muchos otros que le rodean y que van de biempensantes.
-¿Por qué ha querido ser actor?
-La
«culpa» la tiene el cine de mi pueblo. Para mí fue como cuando a los
pastorcillos de Lourdes se les apareció la Virgen. Y quise ser artista
de cine. Pretendía ser Tyrone Power. A mi padre no le gustó precisamente
la idea, pero yo erre que erre. Y, hoy, transcurridos tantos años, me
sigue enganchando la profesión sobre todo por lo que tiene de juego, que
los otros se crean que soy el que no soy.
-Usted ha sido autodidacta. ¿Cuál es su «método»?
-Mitad
Stanislavski y mitad la Niña de los Peines, que decía que el auténtico
cante flamenco empieza donde acaban las facultades. Es decir, que no se
note que cantas.
-¿Reniega de su etapa de «landismo»?
-En
absoluto. Sería un mal nacido si no estuviera agradecido, ayer, hoy y
siempre, a quienes, como Mariano Ozores, confiaron en mí.
-Desde su confesada posición progresista. ¿Ha defraudado la «nueva» izquierda?
-Sí.
Ha defraudado. Concitaron apoyos al presentarse como salvadores, con un
componente mesiánico que siempre es muy peligroso. Pero, en líneas
generales, no han hecho nada positivo. Al contrario. En no pocas
ocasiones, han desviado la atención de los asuntos clave, han cometido
numerosos errores y, muy especialmente, resulta miserable su absoluta
descalificación de la Transición, cómo han arremetido contra ella, entre
otras cosas, sin tener ni puñetera idea de lo fue. Se aparcaron
diferencias, aun manteniendo cada uno su posición ideológica, se unieron
voluntades con un fin imprescindible para que no volviéramos a caer en
un baño de sangre, en un enfrentamiento cainita, en una violencia
estéril. Y la izquierda, vieja o nueva, parece haber perdido su sentido
crítico, y su depósito ético. Ahí están por ejemplo los ERE de
Andalucía. Si la izquierda abandona o no cuida ese depósito está
perdida. Esto no quiere decir de ninguna manera que ahora me haya pasado
al otro lado. No quiero saber nada de la vieja derecha, que no
escarmienta. Es lamentable que no haya presupuesto para el asunto de los
muertos que todavía están en las cunetas y sus familiares no puedan
recuperar sus restos para darles un descanso digno. Y me produjo
sarpullido ver a tres ministros, y para más inri, uno de Cultura,
cantando «Soy el novio de la muerte». Si por lo menos la letra de la
canción fuera otra, habría sido menos esperpéntico. Tengo cierta
esperanza en figuras como la de Ínigo Errejón, aunque habrá que ver cómo
se va desarrollando todo.
-¿Y en el terreno cultural que le parece la actuación de esa «nueva» izquierda, donde también había despertado expectativas?
-En
general, un desastre. Demuestran un papanatismo cultural deplorable. Y
en el ámbito teatral su rechazo a lo que consideran teatro «burgués» no
es de recibo. Penoso fue que quisieran quitar el nombre de Max Aub a una
de las salas de Matadero, y lo que han hecho con este centro ha sido
una equivocación mayúscula. Con lo que costó acostumbrar a la gente a
que fuera a Legazpi al teatro. Y no parece que realmente les interese la
cultura. Claro que tampoco a la mayoría de los políticos, sea cual sea
su credo. Cuando estuve en Barcelona con «Muñeca de porcelana», no vi
que Ada Colau corriera al teatro. Por cierto, la señora Colau se cubrió
de gloria al no acudir a la recepción del Rey con el argumento de que
era un acto de pleitesia. Le diré que los Reyes han visto «Muñeca de
porcelana» y después estuve charlando con ellos en el camerino sobre
teatro, Arthur Miller, Mamet. O’Neill... y le aseguro que no estuve de
rodillas ni se me pidió la más mínima pleitesia.
-¿Tiene solución la cuestión catalana? ¿Son presos políticos los secesionistas?
-No
sé si tiene arreglo. Pero sí sé que los independentistas no son presos
políticos. No están en la cárcel por sus ideas. He conocido a verdaderos
presos políticos, empezando por mi padre, y lo que era el franquismo.
Están en prisión por haberse saltado las reglas de juego, la legalidad
de un Estado de Derecho con sus mecanismos, y esto no puede salir
gratis.
-¿Cuál es su secreto para mantenerse joven?
-Será
por los ajos de mi pueblo. Bueno, algo habrán tenido que ver la Nati y
el Venancio, mis padres. Y no me he dado ni me doy a los excesos. Probé
un porro, y casi me muero. Quizá también influya que no tengo capacidad
para el rencor, y no porque sea mejor persona, sino porque creo que es
más cómodo y más saludable. Y la verdad es que me doy caña, pero trato
de llevarme bien conmigo mismo.
-¿Por supuesto, no se ha planteado en ningún momento retirarse?
-No
hace mucho estuve en el festival de cine de Málaga, donde se celebró el
cuarenta aniversario de «Un hombre llamado Flor de Otoño». Poco
después, también en la ciudad andaluza, en la presentación de mi último
filme, «Formentera Lady». Me ha hecho ilusión la coincidencia. Mientras
el cómico de la legua Sacristán aguante pienso seguir dando guerra.
Espero que continúen funcionando los ajos de mi pueblo.
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