EL AJEDREZ - TRABAJAR EN LIANG SHAN PO, fotos.
Trabajar en Liang Shan Po,.
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Historia de un instituto marcado por la droga y salvado por el ajedrez,.
Hoy quiero narrarles un cuento de Navidad. Es una historia verdadera de la que, en parte, fui protagonista. Comenzó en 1981. Yo era muy joven, tenía 23 años, y aprobé unas oposiciones de profesor de Secundaria. Pusieron ante mí una lista de más de cien ciudades de España. Entonces no existía el programa Erasmus, pero no por eso teníamos menos ganas de viajar y de conocer lugares distintos, así que escogí una ciudad donde se hablara otra lengua, hubiera otro paisaje y la gastronomía fuera singular y me fui al Instituto de Fontecarmoa en Vilagarcía de Arousa (Pontevedra), a orillas del Atlántico.
Al poco de llegar, apareció en El Correo Gallego la noticia de que a la puerta de nuestro instituto se vendían bocadillos de hachís. Llamamos al periódico para protestar por tamaña mentira y Lito, el corresponsal de El Correo en Vilagarcía, acudió al instituto a disculparse. Años después, descubrimos que Lito tenía razón: la noticia era verdadera, ese episodio aparece en el libro 'Fariña' de Nacho Carretero y se podrá ver en una serie que se emitirá en Antena 3.
El Instituto de Fontecarmoa cogió muy mala fama y en Vilagarcía empezó a ser conocido como 'Liang Shan Po', una serie televisiva japonesa protagonizada por personajes desalmados. Desde que llegué a 'Liang Shan Po', me encargué de las actividades extraescolares. Recuerdo que organizaba excursiones culturales y que nos seguían algunos coches de lujo. Los conducían hijos de narcotraficantes cuyas novias viajaban en el autobús. Por nuestras aulas pasaron hijas de los Charlines, un hija de Sito Miñanco, que al cumplir los 18 llegó a clase en un mercedes deportivo, descapotable y plateado... En una excursión de fin de curso, me percaté de que los alumnos tonteaban entre sí como era lógico a su edad, pero había una muchacha muy guapa a la que no se acercaban. Me extrañó y me lo explicaron: era la amante del capo Sito Miñanco.
Se preguntarán ustedes que qué hacíamos los profesores para luchar contra aquella situación. Pues lo que podíamos. Yo fundé el grupo de teatro Tragoi y la revista escolar A Nosa Voz. Otros impulsaban las actividades deportivas y hubo dos, Xurxo Novales y Roberto Vidal, que empezaron a divulgar el ajedrez entre los alumnos. Paralelamente, la sociedad gallega se enfrentó a los narcotraficantes y los propios alumnos se mentalizaron de que aquello solo llevaba a la debacle.
Poco a poco, la situación fue cambiando en el instituto de Fontecarmoa, que pasó a llamarse IES Fermín Bouza Brey. Los alumnos ya no abandonaban los estudios para ganar dinero fácil haciendo descargas de hachís y el síntoma del cambio era el impulso que cogía la práctica del ajedrez, que devino en la creación del club Fontecarmoa y cada vez enganchaba a más y más jóvenes.
El verano pasado estuve en Vilagarcía y viví dos episodios emocionantes: ser pregonero de sus fiestas y visitar el Club de Ajedrez Fontecarmoa, que tiene 200 jugadores federados, acompañado por mi compañero Roberto Vidal. Me presentó a varios jóvenes campeones y reparé en cómo había cambiado la situación en el antiguo 'Liang Shan Po'. Hace 15 días, una noticia me hizo llorar: el Club de Ajedrez Fontecarmoa había quedado campeón de España por equipos sub-18 en Benidorm.
TITULO: REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - los niños de la viruela,.
REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - los niños de la viruela, fotos.
A Coruña recuerda a los 22 niños que llevaron la vacuna de la viruela a América,.
L os 22 niños gallegos huérfanos que llevaron en sus cuerpos la vacuna viva de la viruela a América en la expedición de Balmis acceden ahora a la memoria social, 200 años después de su aventura, con el homenaje que les hace A Coruña. En una balconada de la Casa del Hombre, Domus, de los Museos Científicos Coruñeses, han quedado instaladas 22 placas, con los nombres y edades de los críos, de tres a nueve años de edad, que partieron el 30 de noviembre de 1803 a bordo de la corbeta María Pita con rumbo a América. El pasado jueves, en la inauguración de los actos conmemorativos de la expedición, 22 niños coruñeses, de las mismas edades que los que partieron hace dos siglos, descubrieron las placas en la Domus.
"A Martín, 3 años", "A Vicente Ferrer, 7 años", "A Juan Antonio, 5 años", "A Tomás Melitón, 3 años"...., indican las placas. La del extremo derecho de la balconada es triste: "A un niño cuyo nombre todavía desconocemos y que falleció durante la travesía". En el centro del bautizado Balcón de la Expedición Balmis, una inscripción recuerda a los médicos Francisco Javier Balmis y José Salvany, así como a Isabel Cendala, rectora de la Casa de Expósitos de A Coruña, que cuidó a los críos durante la intrépida empresa cuyo bicentenario se conmemora ahora. La ciencia española rinde homenaje mañana a la expedición en un acto público que se celebrará en la sede central del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Madrid).
El homenaje y la exposición Vacunas para todos en la Domus reviven la asombrosa expedición científica emprendida por la corona española y dirigida por Balmis, para llevar el remedio preventivo a la terrible enfermedad que azotaba a millones de personas en todo el mundo. El británico Edward Jenner había descubierto la vacuna en 1796, y los españoles, con asombrosa eficacia y celeridad, la llevaron nueve años después a los territorios de ultramar con éxito. El propio Jenner dijo, en 1806, acerca de la expedición de Balmis: "No me imagino que en los anales de la historia haya un ejemplo de filantropía tan noble y extenso como éste".
Susana Ramírez, experta en la expedición, sobre la que ha hecho la tesis doctoral, destacó en A Coruña: "El sentido de filantropía y voluntariado, que se está imponiendo en la actualidad, rige ya en la expedición de Balmis".
La exposición de la Domus, bajo la dirección técnica de Patricia Barciela, abarca tres temas: la expedición y su tiempo, la viruela en la historia de la humanidad y las vacunas (pasado, presente y futuro). Documentos, paneles, maquetas, modelos, programas audiovisuales y de ordenador, juegos y reproducciones arropan un fragmento de la historia científica española práctica e incomprensiblemente olvidado por los no especialistas.
Balmis, Salvany, los médicos practicantes y enfermeros ayudantes, Cendala y los niños necesarios para llevar el fluido vacunal en una época en que no había sistemas de refrigeración, llegaron en febrero de 1804 a Puerto Rico. En América, la expedición se dividió y siguió cogiendo nuevos niños: el grupo dirigido por Balmis siguió la ruta hacia el norte y llegó hasta Filipinas, el de Salvany recorrió Sudamérica. Como resultado del esfuerzo, cientos de miles de personas quedaron protegidas ante la viruela. Balmis regresó a España en 1806; Salvany murió durante la expedición, en 1810.
"Los niños eran necesarios para conservar el virus vacunal; cada semana se inoculaban dos de ellos con el material obtenido de las pústulas de los vacunados la semana anterior", informa un panel de la exposición de la Domus, producida por los Museos Científicos Coruñeses en colaboración con el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe de Valencia y cofinanciada por el Ayuntamiento de A Coruña. La muestra, que viajará a Valencia, Granada y Madrid, combina el rigor histórico y científico con la divulgación y el sentido lúdico, destaca Ramón Núñez, director de los Museos Científicos Coruñeses. Un especial homenaje se ha querido rendir a Cendala, la primera mujer que participó oficialmente en una expedición marítima española, señaló Núñez.
Ramírez, miembro de la comisión Nacional Organizadora del Bicentenario de la Expedición Filantrópica de la Vacuna, destacó la dificultad de la labor de Cendala al hacerse cargo durante la larga travesía marítima de tantos niños (no iban niñas), "vigilando para que no se rascasen el grano de la vacuna, para que no se contagiasen, que no peleasen entre ellos...". La corona española se comprometió a hacerse cargo de los niños que partieron de A Coruña hasta que fueran mayores de edad o pudieran valerse por sí mismos. Los 21 que llegaron a México, explicó Ramírez, ingresaron en el hospicio y luego fueron adoptados.