jueves, 11 de julio de 2024

La Hora Musa - El ingenuo Gentiloni ,. Martes - 30 - Julio ,. / Cachitos de hierro y cromo - Los Premios Ondas del Podcast, más diversos que nunca ,. Martes - 30 - Julio ,./ Locos por las motos - Valentino Rossi - Enterate de todo sin dejar de hacer nada motos ,.

 

  TITULO: La Hora Musa  -  El ingenuo Gentiloni  ,. Martes -  30 - Julio  ,.


 'La Hora Musa', presentado por Maika Makovski ,a las 22:55 horas, en La 2 martes     - 30 - Julio , fotos,.

 El ingenuo Gentiloni,.

 La prehistoria de Lou Reed y John Cale, el capricho musical de Andy Warhol y la fascinante Nico

El título de esta crónica podría servir para aproximarnos a una de las bandas más curiosas y desconcertantes de la segunda mitad de los sesenta, una rara avis, pura provocación, creadora de un álbum —el primero— que forma parte de historia de la música rock. El disco se titulaba simplemente The Velvet Underground & Nico. Sobre una portada blanca se dibuja un enorme plátano, muy pop-art, obra de Andy Warhol, que fue el productor (teórico) del invento y el animador de ese grupo formado por tres jovenzuelos algo despistados y con ansias de comerse el mundo underground de Nueva York: Lou Reed, John Cale, el guitarrista Starling Morrison y, como contrapeso ante tanto ego desatado, la percusionista Moe Tucker, una joven de aspecto muy discreto y la única que tenía un trabajo estable.

Pero vayamos al principio. Y el principio fue 1942. El mismo año que abrió los ojos Paul McCartney nacieron también estos tres tipos incontrolables, a los que les gustaba pasearse por el abismo y tentar los límites, tanto en la música como en su propia vida; tres tipos que coincidieron en 1965 (se habían entremezclado varias veces), el mismo año en que los descubrió Andy Warhol y les impuso, como cantante, a su musa alemana, Nico. Ellos son los seis —o cinco: Moe no da mucha guerra— protagonistas de esta historia del Nueva York alternativo, pura experimentación artística entre la contracultura, lo beat, el pop-art y la droga, mucha droga y sexo libre; una historia poblada de personajes —algunos muy famosos— que pululan en ese ambiente mientras los Beatles conquistaban Estados Unidos con otro tipo de música y de mensajes.

"Eran como dos almas casi gemelas que podían aniquilarse. Lou Red le enseñó sus primitivas canciones, que modificadas pasarían a la futura Velvet"

El primero en aparecer es Lewis Allan Reed, un bello joven de aspecto frágil y fuerte carácter, que quería ser escritor, y en sus canciones contaba historias de realismo sucio, pero realismo al fin, sobre drogas y marginalidad, como en Heroin, que a nadie le interesaban. En la Universidad tomó un curso de escritura creativa con Delmore Schwartz (un poeta de poderosa voz que tiene un libro de cuentos traducido al español), quien influyó en el Nobel Saul Bellow y, por supuesto, en el joven inconformista, quien siempre lo admiró. De él aprendió la belleza de las frases sencillas, y de Warhol (llegaría después) el valor de la repetición. Se apuntó al curso con su primera novia Shellery Albin, la chica que le inspiró los relatos de aquel tiempo y algunas de sus primeras canciones; juntos fueron al concierto de Bob Dylan, y poco después de romper (no era una chica dócil) se metió como compositor para otros en una pequeña discográfica independiente. Ahí fue cuando intentó formar una banda con otros compañeros para promocionar un disco; entonces conoció a John Cale, otro espíritu inconformista; y Lewis Allan se convertiría —se iniciaba 1965— en Lou, Lou Reed.

Lou Reed y Nico

Nacido en Gales, y de formación musical clásica, John Davies Cale había llegado año y medio antes a Nueva York, el único lugar del mundo donde podría romper barreras y llevar su experimentación al límite. Por allí andaban Yoko Ono, John Cage o Joseph Beuys, y lo suyo era la música de vanguardia: minimalismo, repetición, ruido, tan apreciada por algunos intelectuales, mezclada con otras disciplinas artísticas, tendiendo hacia la performance. El encuentro con Lou fue algo así como descubrimiento, reconocimiento y lenta compenetración desde unas posturas artísticas aún muy distintas. Eran como dos almas casi gemelas que podían aniquilarse. Lou Reed le enseñó sus primitivas canciones, que modificadas pasarían a la futura Velvet. A Cale le gustaron esas letras tan radicalmente nuevas, pero había que electrificar las melodías, quitar ese toque folk (Dylan al fondo) que todas llevaban y que tanto aborrecía.

"Sólo tocaron tres canciones, pero el resultado fue desastroso: los que no se fueron los abuchearon. Era todo un triunfo"

El primitivo grupo —The Primitives— se deshizo, pero ambos continuaron juntos, ya que eran dos creadores en plena ebullición y evolución: tocaron juntos, incluso en la calle; contaron con algún que otro miembro, hasta que un día, en el Metro, se encontraron con un tipo alto e irascible que Lou conocía de la Universidad de Siracusa: Sterling Morrison. También había asistido a las clases de escritura y llevaba el ritmo de la guitarra en las venas. Junto a un vecino y amigo de Cale formaron un grupo, The Warlocks, y durante meses no se movieron del circuito del penoso cine underground, donde actuaban y ponían música de fondo a aquellas cintas imposibles de soportar. Ahí conocieron, sin embargo, a Barbara Rubin (la que puso en contacto a Dylan con Warhol), su mayor fan, quien les consiguió su primera actuación en un concierto de rock, como teloneros.

Quedaban pocos días para el concierto cuando el percusionista abandonó el grupo y tuvieron que buscar rápidamente a… ¿quién? Entonces se acordaron de que la hermana de un compañero de la Universidad tocaba la batería: era Moe Tucker. Y así, improvisadamente, el 11 de diciembre de 1965, se presenta oficialmente The Velvet Underground (acababan de cambiarse de nombre por este, tomado del título de una novela erótica). Sólo tocaron tres canciones, pero el resultado fue desastroso: los que no se fueron los abuchearon. Era todo un triunfo. Tras la debacle, les contrató la dueña del Café Bizarre, un lugar de referencia artística en el Village, para animar el ambiente, pero amenazó con echarlos si incluían sus propias improvisaciones, esas que espantaban a la clientela. Antes de que sucediera, Barbara Rubin, que iba a todos los días, solía invitar a sus amigos al lugar, y uno de ellos fue Warhol y su troupe de la Factory.

Lou Reed

Andy Warhol, que es posible que se hubiera tropezado con ellos en una de las sesiones de cine underground, llevaba dando vueltas a la idea de crear un grupo que expresara musicalmente lo que ya estaba experimentado con la pintura y el cine. Y al ver aquella manera de entender la música (seguían tocando canciones propias) supo que ya lo había encontrado. Comenzaba oficialmente la historia de The Velvet Underground. Su primer trabajo fue el de poner la música en vivo a una de sus películas experimentales, que era lo que habían estado haciendo hasta entonces. Y luego Warhol, que se erigió en su mánager, se comprometió a buscarles conciertos y una discográfica, pero había una pequeña condición: la voz y la imagen de The Velvet Underground sería la de su protegida, la cantante, actriz y modelo alemana Nico.

"Finalmente, en marzo de 1967 salió su primer disco, con el flamante plátano del artista como portada, titulado The Velvet Underground & Nico"

Muy a regañadientes lo aceptaron, pero dejaron bien claro que Nico no sería uno de los miembros del grupo. Los desacuerdos continuaron cuando Nico quiso cantar la canción que Dylan (el insólito Nobel se asoma por todas partes en esta historia) le había regalado: «I’ll Keep It With Mine». No se lo permitieron, pero Lou escribió «Femme Fatale» para ella, a sugerencia de Warhol. Finalmente, en marzo de 1967 salió su primer disco, con el flamante plátano del artista como portada, titulado The Velvet Underground & Nico, en donde se alternaban las voces de Nico y Lou Reed. El álbum pasó totalmente desapercibido, mientras que tres meses después apareció Sgt Pepper’s…, de los Beatles, un gran éxito y un trabajo que impactó y revolucionó el rock. Hoy los dos álbumes se han convertido en míticos y forman parte de la historia de la música, ya que la Velvet ha influido directamente en movimientos posteriores como el rock alternativo y, sobre todo, el punk.

Si su primer concierto oficial en Long Island ya desesperó al público con sus improvisaciones y repeticiones, en el segundo, celebrado en un congreso psiquiátrico, la gente se preguntó por qué estaban siendo torturados por esos majaras. Y es que el lema de Andy Warhol podía desesperar a cualquiera: «Si el público puede aguantar 20 minutos, dale 30». Con Andy Warhol el grupo pudo salir de su más absoluta marginalidad y ser aceptado por la prensa y los circuitos de música, pero a su vez perdía identidad. De hecho se la conocía como «la banda de jazz de Andy Warhol». Así que tras la experiencia del primer disco —el mejor, por cierto—, se separaron de Warhol, y lo primero que hicieron fue echar a Nico, algo que ya se temía la cantante y actriz alemana. Años después declaró al respecto: «Todo el mundo quería ser una estrella. Por supuesto, Lou siempre lo era. Pero los periódicos se fijaban en mí todo el rato. Así es como me despidieron».

"Incluso aparece Leonard Cohen, quien coincidió en el Chelsea Hotel con Nico, y obnubilado por su belleza le regaló un armonio e intentó conquistarla"

Esto son tan solo unos apuntes narrativos, una pequeña historia para aquellos que no conozcan la apasionante aventura de la Velvet, pero a los que quieran saber más, mucho más, todos los detalles sobre el grupo, su evolución y sus integrantes, los invito a leer The Velvet Underground y etc., un estupendo y muy recomendable libro de Rafa Cervera, muy bien escrito y con tanta información que alumbra y agobia a la vez: son innumerables los personajes de la literatura, el arte y la música —famosos y menos conocidos— que se mueven en ese microcosmos del Nueva York alternativo de la segunda mitad de los años sesenta y principios de los años setenta. Incluso aparece Leonard Cohen, quien coincidió en el Chelsea Hotel con Nico, y obnubilado por su belleza le regaló un armonio e intentó conquistarla, pero la cantante alemana, que siempre estaba en condiciones de elegir, lo rechazó; aún no era Leonard Cohen y prefería a los más jóvenes, aunque Alain Delon, el padre de su único hijo, es contemporáneo a nuestro cantante favorito.

Rafa Cervera y Lou Reed, en uno de sus encuentros de hace ya unos cuantos años.

En fin, es tanta la información pormenorizada y los personajes de este libro de Rafa Cervera que ese «etc» pequeñito del título tiene mucho que decir. La edición, por otro lado, de Libros Cúpula, está muy cuidada: tapa dura, buen papel, índice de nombres y de títulos, amplias fuentes, así como una discografía actualizada de The Velvet Underground y de sus componentes una vez que se separaron. Posiblemente sea el libro de su vida de Rafa Cervera, ahora centrado en la novela, un crítico musical tan fan de Lou Reed —al que entrevistó en varias ocasiones— que en su Valencia natal se le conocía como Rafa Velvet.

Esto nos lo recuerda Ana Curra, en un atractivo prólogo, entre confesional y generacional, en el que nos habla de la enorme influencia que para ellos, los de la movida madrileña, tuvo Warhol —hay que recordar el Cascorro Factory de Ceesepe—, la Velvet Underground y Lou Reed. De hecho, Olvido, su compañera musical de los Pegamoides, tomó el nombre de Alaska de la letra de una canción del álbum Berlin: «All of her friends call her Alaska». Ana Curra, lo mismo que este cronista, entró en el mundo de la Velvet por Nico, aquella enigmática mujer a la que posiblemente fuese mejor admirar de lejos que amar de cerca. Leonard Cohen, entusiasmado, no lo supo ver.

 

TITULO:  Cachitos de hierro y cromo - Los Premios Ondas del Podcast, más diversos que nunca ,. Martes - 30 - Julio ,.

   El martes -  30 - Julio  a las 22:30 horas por La 2, foto,.

 Los Premios Ondas del Podcast, más diversos que nunca,.

50 palos y sigo soñando,.

 

En el verano de 1995 un joven recién licenciado en Económicas hacía su debut musical en la Sala Tarantos, en la Plaza Real de Barcelona. Allí interpretó por vez primera La Flaca. Dicen que esa canción se parecía a otras, aunque yo nunca he compartido esa opinión. Su musicalidad era algo nuevo, de ritmo pegadizo y sugerente. Tan solo un año después, con ese y otros magníficos temas, Jarabe de Palo y su líder, Pau Donés, se consagraban internacionalmente. Tras la creación de su primer disco, le siguieron otros siete maravillosos hijos. El grupo ganó discos de oro, de platino, de diamante y fue nominado a los Premios Ondas, Amigo, de la Música, y a los Grammy Latinos.

"Las grandes canciones no se escriben porque sí, suele haber detrás motivos poderosos. En mi caso, la tristeza potencia la sensibilidad."

Pau fue un chaval hiperactivo que había encontrado su vocación gracias a Nuria, su madre. Ella solía ponerle música para que se calmara, y fue quien le regaló la primera guitarra. La pérdida precoz de aquella mujer fue el peor de los golpes y, a la vez, una lección que le hizo comprender que la vida era lo mejor que él tenía. Pau Donés dejó todo lo que hacía en aquellos momentos y se entregó en cuerpo y alma a la música, su gran pasión. Como todo ser inconformista, quiso cumplir su sueño. Y ese sueño sigue vivo dos décadas después, pues en 2017 Jarabe de Palo regresó a los escenarios presentando un nuevo proyecto titulado 50 palos. Una selección de veintiuna de sus canciones más conocidas, que vuelven a sonar en directo en una versión intimista, a piano y chelo, tal y como vieron la luz, y un tema inédito, Humo, dedicado a uno de sus grandes amores, la vida, al creer que ésta le estaba abandonando. Pau Donés celebra ahora su cincuenta aniversario con todo ese bagaje, y además nos brinda su primer manuscrito en prosa titulado 50 Palos…y sigo soñando, editado por Planeta, que ya va por su segunda edición.

"Nuria fue una madre excepcional. Amorosa, paciente, cariñosa, sensible, siempre pendiente de que no nos faltara nada, principalmente amor, educación y cultura. Yo soy músico por ella."

En este magnífico libro, Pau Donés reúne ideas, teorías y pensamientos sobre el amor, la amistad, la fama, el fracaso, el éxito, las drogas, el sexo, la religión, el estrés o el futuro, como lo llama él, “el oasis de la vida”. Todo ello basándose en sus propias experiencias, y dando especial énfasis a este atropello inesperado que ha sido la irrupción de la enfermedad, que aquí se afronta con una naturalidad pasmosa y envidiable. En este sincero repaso a su medio siglo de vida, el autor nos cuenta sin fisuras las cuatro cosas más importantes que le han sucedido: el nacimiento de su hija Sara, la muerte de su madre, la música y la enfermedad. Pau Donés nos habla tal cual piensa, intensamente, cosa que es de mucho agradecer dado que no suele ser algo muy corriente.

"El cáncer me ha dado momentos gloriosos, de una clarividencia brutal, de una emoción como nunca antes había sentido."

Hay demasiadas etiquetas e ideas predispuestas socialmente, y con él estos moldes se rompen. El qué dirán no es tan importante como el ser consecuente con uno mismo. Ya advierte a los lectores que disculpemos su vehemencia, pues precisamente una de sus características es la ausencia de mentira. Para él el asunto está claro: “O molas, o no molas. Y si no molas, pues ándate vía, o sea, a tomar viento”. El tiempo es demasiado valioso para perderlo. Los diez últimos años de su vida han sido los mejores, y espera por lo menos tener por delante unos treinta más. En esto de la vida “hay que ser ambicioso”.

"Siempre me ha gustado estar solo, conmigo mismo. Suelo estar muy a gusto porque este tipo, Pau Donés, me cae, en general, bastante bien"

Pau escribe este libro desde la euforia o la melancolía. Es un CD en formato de páginas, como si se tratase de largas canciones. Cada capítulo es, tal vez, como un tema musical que se puede escuchar o leer a placer, sin seguir un orden concreto. Este libro nos trasmite, fundamentalmente, el poder benefactor del hecho de ordenar y clarificar la mente en torno a conceptos o ideas, aunque sea de forma caótica, como él mismo dice. Al escribir sobre el papel, éstas ya no están en su cabeza, cobran un orden. Una vez le llegó a Pau una carta de una joven que había despertado de un estado de coma escuchando Depende. Casualidades de la vida, dijo. O no, quién sabe. En el prólogo de este libro, tan original y entretenido que ha escrito Donés, un experto neurocientífico explica que para activar nuestra corteza cerebral los músicos tienen que conectar con nuestra experiencia. Tal vez así fue en ese caso.

"A la vida no hay que ponerle huevos, hay que ponerle ganas."

Me he querido traer a Zenda a Pau Donés por haber escrito este libro en el que nos muestra su esencia de forma trasparente. 50 palos…y sigo soñando es un testimonio absolutamente natural y sincero, al tiempo que tierno, que hace que sea una delicia su lectura. La sensación que uno tiene a través de sus líneas es la de estar conversando con un amigo. Pau no ha olvidado quién es, y en cada párrafo se nota la intensidad con que vive la vida, a lo “pura sangre”, siempre fiel a sí mismo. Admiro la capacidad de este gran artista de transformar en positivo lo negativo. Aquí la protagonista no es la enfermedad. Es la Vida, con mayúscula. Y en esta “lucha de gigantes” él ya ha vencido.

"Voy a seguir soñando, como he soñado a lo largo de mi vida, porque los sueños son mi alimento y aún tengo un montón de ellos por perseguir."

Pau Donés está lleno de sobrecogedor y contagioso optimismo, de fuerza, frescura y alegría. Este libro es él mismo. Sincero, sin dobleces, ni esquinas. Y nos sirve para recordar que la vida siempre está al alcance de todos, en los matices grandes y en los más pequeños. Que nunca es tarde para avanzar, o para detenerse. Que todo suma, al final. Y que vale la pena estar despierto para no perdérsela.

TITULO:  Locos por las motos - Valentino Rossi - Enterate de todo sin dejar de hacer nada motos ,. 

  Valentino Rossi - Enterate de todo sin dejar de hacer nada motos ,.

El italiano elogió la mentalidad competitiva del español,.

Valentino Rossi ha sido padre de una niña
 
foto / Valentino Rossi, durante una carrera,.

Valentino Rossi, nueve veces campeón del mundo, valoró el Gran Premio de España. Una cita que no quiso perderse y luego valoró la carrera. "Pecco estuvo genial. Considera a Marc como un rival para el título, y hemos visto su enfoque, que consiste en responder a todos su adelantamientos. Creo que es importante hacerlo así, porque alguien como Marc tiende a comerte la cabeza. Si ve que sangras un poco o que te flaquean las fuerzas, te muerde más fuerte. Pecco ha hecho las tres últimas vueltas a la perfección, ha demostrado que es el mejor de todos pilotando una Ducati", dijo en Sky Sport.

Estas palabras sorprendieron a muchos seguidores del español que ya estaban acostumbrados a escuchar críticas a Márquez cada vez que Rossi hablaba. Por lo visto, atrás quedó ya esa fatídica anécdota con la patada de Valentino a Márquez que tanto dio la vuelta al mundo en el año 2015. Casi 10 años después, ambos protagonistas evitan hablar de aquello y se elogian mutuamente.

"He seguido la carrera de cerca y al final, en las últimas vueltas, Marc parecía tener más ritmo, especialmente en las curvas a izquierda, donde tomaba una línea más cerrada. Marc intentó adelantar en varias ocasiones, pero Pecco fue hábil para responder rápidamente y mantenerse en la delantera. Creo que en ese momento, Pecco aseguró la victoria. Le pongo un 10 a su actuación", insistió.

Rossi también fue preguntado por Acosta. “Es bueno para el deporte, porque cuando un ‘rookie’ llega a este nivel a MotoGP y ya lucha para ganar carreras, todo el mundo empieza a seguirlo porque tienen curiosidad de ver hasta dónde arriba. Los números de la carrera de Acosta son muy claros. Fue capaz de ganar dos Mundiales en tres años. Sé que es muy fuerte y competitivo también con MotoGP, pero sinceramente no pongo las expectativas tan pronto. Es muy bueno seguirlo y creo que va a ser difícil vencerle en un futuro“, aseguró.


Metrópolis - Aníbal Gómez - Los problemas de la gente ,. / DIAS DE TOROS - Jesulín de Ubrique, medio siglo del torero que vestía de amarillo , . / Retratos con alma - La cabeza en las vidas de los otros,.

 

 TITULO: Metrópolis -  Aníbal Gómez - Los problemas de la gente    ,. 

 

  El lunes - 29 - Julio , los lunes a partir de las 00:30, en La2, fotos,.

 Aníbal Gómez - Los problemas de la gente ,.

 Aníbal Gómez: «Encuentro una conexión entre Lorca y Stephen King»

 Aníbal Gómez,.

Cuando se enamora de un libro o de una película, Aníbal Gómez (Villanueva de la Jara, 1979) recurre a ellos con frecuencia, entendiéndolos, cuenta a Zenda, “como un manual de vida”. Desde niño chico quiso ser actor y estudió en la Escuela Superior de Arte Dramático de Valencia. El público patrio lo descubrió —lo descubrimos— en Muchachada Nui, interpretando, por ejemplo, a La Típica Mamarracha que no Para de Hablar o al Hitler del Tridente Catacrocker. También acompañó a los chanantes en Museo Coconut y en Retorno a Lilifor. Ha participado en películas como Las brujas de Zugarramurdi o Torrente 5 y en series como Justo antes de Cristo o El vecino. Músico –amén de representar a Aníbal Calor en Ojete Calor, ha formado parte de grupos como Rusty Warriors y, en solitario, tiene un proyecto llamado Ruido Paraíso–, colaborador en Vodafone Yu y copresentador del late night de Orange TV Los felices veinte –de hecho, le entrevistamos en el plató de este programa–, conversamos con el conquense sobre su trayectoria, sobre el humor manchego y sobre sus filias literarias.

—Señor Gómez, defíname Los felices veinte.

"Huimos de esos gags de guionista que escribe chistes que ni a él le hacen reír"

Los felices veinte es un anti late night lleno de acciones subversivas internas para acabar con la salud de Nacho Vigalondo. Nos reímos mucho, pero también lo pasamos mal porque trabajamos nuestras emociones con mucha honestidad. La única pauta que seguimos es la de no hacer la comedia tal y como se supone que hay que hacerla cuando estás en televisión. Huimos de esos gags de guionista que escribe chistes que ni a él le hacen reír.

—En el programa, ¿ha dado o ha recibido más hostias que Vigalondo?

—Físicamente, le he dado yo más hostias a Vigalondo; psicológicamente, es mutuo. Hay una relación tóxica recíproca bastante igualada. Y cada vez más fortalecida.

—No ponen al entrevistado a bailar o a hacer el pino: usan su palabra como materia prima.

—Sí. Nuestra idea fue: “Vamos a intentar que el invitado esté cómodo, que esté como viendo una obra de teatro, desde la primera fila, con la tranquilidad de que no se le va a exponer a lo que nosotros nos exponemos”. Es verdad que, en algún programa, no ha sido así. Nacho usó a Ricardo Gómez como escudo humano en un programa. Es algo que no puede volver a pasar.

—¿Alguna vez se imaginó haciendo algo así?

—La verdad es que sí. He tenido la suerte de participar en programas de televisión y en series de las que yo, como espectador, hubiera sido seguidor, empezando por Muchachada Nui y terminando por Los felices veinte. Estoy muy mal acostumbrado. Cuando tenga que hacer un formato exento de surrealismo me voy a sentir raro.

—Cuando era un crío, ¿qué quería ser de mayor?

"Durante dos o tres días dije que quería ser científico porque me regalaron el Quimicefa, pero no duró"

—Siempre decía que actor. O cantante. Durante dos o tres días dije que quería ser científico porque me regalaron el Quimicefa, pero no duró. Me planteo qué mueve a un niño por dentro para querer dedicarse a profesiones de escenario. Hacer cosas para que te miren, buscar la risa, el aplauso. Tiene que haber algo de inseguridad y aceptación disfrazada de egocentrismo, porque si no, tú me dirás. Cuando escucho el topicazo de “quiero ser actor porque quiero vivir muchas vidas distintas” no me lo termino de creer. A lo mejor es algo que pueden decir Gary Oldman y pocos más. La profesión del actor es otra cosa distinta a lo que aprendí en Arte Dramático. Es como lo que hablábamos antes. Te enseñaban cosas que se supone que tienes que aprender en una academia de interpretación pero que estaban bien lejos de la realidad actoral a la que luego te enfrentabas.

 

—¿Recuerda cuál fue el primer chiste que le hizo gracia?

—No me hacen mucha gracia los chistes. Recuerdo reírme con caídas, viendo películas de Charles Chaplin, por ejemplo. Lo que más gracia me hace siempre es la caída de una persona. Rara vez me río a carcajadas en el cine o viendo un programa de televisión. Me puede hacer gracia… pero una risa de carcajadas, sólo cuando una persona se desestabiliza y se cae.

—José Mota me dijo que la llanura de nuestra tierra da al manchego “una vista larga y un paso corto, y así hace del humor una cosa un tanto especial”. ¿Suscribe? ¿El humor de Castilla-La Mancha tiene pedigrí?

—El costumbrismo castellano-manchego tiene pedigrí. Creo que casi todo lo que sale de La Mancha tiene una marca de la casa.

—Denominación de origen.

"A los castellano-manchegos, las costumbres de nuestros pueblos nos acompañan aunque estemos a cientos de kilómetros"

—Efectivamente. Por lo menos, en nuestra profesión se aprecia mucho. Muchachada, lo de José Mota, Pedro Almodóvar…, en todo hay un folklore especial. A los castellano-manchegos, las costumbres de nuestros pueblos nos acompañan aunque estemos a cientos de kilómetros. Venir de estos sitios condiciona no sólo el acento, sino también nuestra sorna, nuestro humor negro y absurdo que parece impregnarlo todo.

—Si yo le digo “Muchachada Nui”, usted me dice…

Joaquín Reyes. Fíjate que respuesta tan poco original. Pero es que Joaquín ha sido siempre uno de mis referentes además de ser muy amigo mío. Yo no me dije “bueno, voy a pasar por aquí para poder llegar a hacer otra cosa”, porque a mí el programa me pareció una meta. A día de hoy, me sigue pareciendo igual de interesante y atemporal.

—La tropa de mi generación, en el mejor de los sentidos, lleva marcadas a fuego tanto La hora chanante como Muchachada.

—Para mí, ya te digo, es un orgullo. Hace unos días estuvo aquí una invitada y decía: “Aníbal, tú has sido capaz de interpretar a Hitler y a la madre de Whitney Houston”. Y yo pensaba: “Es muy fuerte. No es que lo haya hecho en distintos programas: esto convivió en el mismo formato”.

—Y si le digo “Ojete Calor”…

—Son dos personajes, Carlos Ojete y Aníbal Calor, representados por Carlos Areces y por mí.

—¿Cómo componen Carlos Ojete y Aníbal Calor una canción? ¿De dónde vienen las subnomusas?

—Ojete Calor es un grupo de contrastes. Se les ve en la ropa pero también en la actitud y en la temática. Les chiflan los problemas de la adolescencia y la gente impulsiva.

—Le diré que “Política”, la primera canción que escuché de Ojete Calor, era “reivindicativa”: “Zetapé, PP, Estatut. / UGT, Ujete Calor”.

"Ojete Calor siempre aborda los temas desde el punto de vista de alguien que está desconectadísimo de todo"

—Porque Ojete Calor siempre aborda los temas desde el punto de vista de alguien que está desconectadísimo de todo. “Política” es un ejemplo. O sea, ¿cómo hacer una canción política? Pues nombrando palabras políticas. No hay más lecturas. No hay doble sentido.

—Le reconozco que me he enterado de la existencia de su proyecto en solitario, Ruido Paraíso, mientras preparaba esta entrevista. Me ha gustado mucho Gran Atlas. Y “Milagro”, con La Bien Querida, es un temón.

—Gracias. Ruido Paraíso nació como desahogo creativo. Al cabo de los años fui acumulando un montón de canciones que no tenían cabida en otros proyectos musicales como Ojete Calor o Rusty Warriors. Aunque es un proyecto en solitario, ponerle “Aníbal Gómez” al producto me parecía aburrido. Y Ruido Paraíso me pareció acertado: mucha melodía pop con barroquismo y ruido de fondo. Con La Bien Querida empecé la casa por el tejado: le propuse hacer el dueto, le gustó mucho la canción, la cantó conmigo y luego nos hicimos amigos.

—Además, usted también es escritor. Suyos son los libros El alucinante mundo de Rafaella Mozzarella: 3 historias para empezar una saga y Estoy regular. ¿Qué me puede contar sobre ellos?

"Quería un toque transgresor, algo que pudiera gustar a un adulto y que a un niño de 14 años no le pareciese un rollo"

—Sucedió una cosa bastante curiosa. En la misma semana, contactaron conmigo desde dos editoriales distintas para ofrecerme la posibilidad de que escribiese un libro. Yo pensé: “¿Qué he hecho últimamente para que dos editoriales se fijen en mí? ¿Serán las gafas nuevas que me he comprado?”. A las dos les dije que sí. Pensé: “Ya me administraré el tiempo como sea, pero tengo que aprovechar la oportunidad, porque igual no me veo en otra”. Si me hubiesen llamado al mismo tiempo de otros tres sitios más también me hubiese comprometido. Lo guay es que eran amores distintos. Por un lado, Fun Readers quería un libro enfocado al lector adolescente, época muy dada al abandono del hábito de la lectura. Quería un toque transgresor, algo que pudiera gustar a un adulto y que a un niño de 14 años no le pareciese un rollo. Luego hice de mi capa un sayo y escribí lo que a mí como lector me hubiese gustado leer. Y les pareció bien.

—En Amazon, un tipo dice sobre El alucinante mundo de Rafaella Mozzarella: “Aunque el libro mola mogollón, no es un cuento infantil”.

—Claro. En una presentación, una madre me preguntó: “¿Esto se lo puedo leer a mi hija, que tiene seis años?”.  Y le dije: “Pues, a ver: léelo tú primero y decides”. Nosotros, de pequeños, veíamos La bola de cristal. Bueno, yo también veía Viernes 13.

—Fíjese cómo, en ese sentido, han cambiado las cosas, y me da que no a mejor.

—Yo creo que los niños no son tontos. El niño, desde su universo… (Piensa) El niño puede leer Rafaella Mozzarella y, si hay alguna referencia que no está en su sintonía o alguna broma subida de tono, pues ni se molesta en procesarla: ya lo hará. Yo, de pequeño, devoraba programas de televisión y películas, y no todas iban destinadas al público infantil, pero yo me quedaba con lo que en ese momento me encajaba. Las personas no podemos vivir en una burbuja.

—¿Le gusta escribir?

"Incluso en mi segundo libro, que inicialmente solo iba a contener dibujos, terminé metiendo texto"

—Me encanta. Ahora estoy escribiendo guion. Incluso en mi segundo libro, que inicialmente solo iba a contener dibujos, terminé metiendo texto. Con Rafaella Mozzarella tuve claro que me apetecía escribir los cuentos, pero no hacer los dibujos. Jaime Villanueva, que es un amigo dibujante, se encargó de esa labor. Pero en Estoy regular sí quería dar salida al Aníbal dibujante, que es un Aníbal que no sabe dibujar, claramente. Por eso digo que mi libro es hiperrealismo, porque es lo más alejado que puede haber, y me hacía gracia jugar con esa definición. El libro está lleno de dibujos de personajes trufados con nimias reflexiones sobre mi vida.

—¿Y le gusta leer?

—Soy un lector compulsivo por épocas. O sea, puedo estar meses sin parar de leer y puedo estar cuatro meses sin tocar un libro. No sé si me lo marca el ritmo de vida que lleve en ese momento o que, a veces, me desencante alguna novela. Me pasa también con algunas series: cuando ves algo que no te atrapa, tardas luego en reconciliarte con ese género. Y, gustándome mucho ver cine, oír música, escribir o leer libros, no todas las cosas las hago con la misma frecuencia siempre. Quizás ver películas sea lo único que hago con una frecuencia regular.

—¿Algún libro que alimentara alguna de sus vocaciones?

—La casa de Bernarda Alba. Me gustan también mucho los de Tom Spanbauer, como El hombre que se enamoró de la Luna o Ahora es el momento, que es un libro que me impactó mucho. Pero La casa de Bernarda Alba me ha acompañado a lo largo de toda la vida. Es una obra de teatro maravillosa que funciona igual de bien como lectura. La leí en el colegio, en el instituto, en la carrera volví a trabajar sobre ella, y en mi época de profesor de teatro acabé dirigiéndola. Es alucinante cómo todavía sigue vigente. Cuando me enamoro de algo, cuando algo me apasiona, me acompaña siempre. Me pasa también con mis películas favoritas. Acudo una y otra vez y siempre encuentro satisfacción. Es como un manual de vida al que siempre recurres.

—Por curiosidad, ¿cuál sería ese manual cinematográfico a lo Bernarda Alba al que no deja de acudir?

—El resplandor. Puedo volver a ella sin parar. A muchas adaptaciones de Stephen King. Misery también. Death Proof de Tarantino me alucina. Las películas de Pesadilla en Elm Street, sobre todo, la tercera y la cuarta, me flipaban de pequeño.

—Celebro lo de Stephen King. Es uno de mis escritores favoritos.

"Sí, las historias de personajes encerrados me gustan. Alien: el octavo pasajero también me vuelve loco y juega en esa liga"

—¡Qué bien! Ahora estoy leyendo La sangre manda, y antes leí Después. Igual me llamas loco pero encuentro una conexión entre Lorca y Stephen King. La opresión, por ejemplo: en Bernarda Alba vemos a unos personajes encerrados en una casa con una madre que las va a tener ocho años sin salir, de luto riguroso. En El resplandor también están encerrados, y aunque no hay una fanática religiosa dictadora hay un fantasma en forma de hotel que engloba a su vez muchos fantasmas. Sí, las historias de personajes encerrados me gustan. Alien: el octavo pasajero también me vuelve loco y juega en esa liga.

—Entonces, a la pregunta de “¿algún escritor al que adore?”, ¿respondería Stephen King?

—Sí. Y García Lorca. Pero Delibes me chifla también. El camino es maravilloso.

—¿Alguno al que no soporte?

"No me gusta la literatura mitológica con esos personajes que se dan muchísima importancia porque son capaces de cambiar la vida de millones de persona"

—Al contrario que con el cine, cuando no me gusta un libro, ya no le he dado otra oportunidad al autor. Mi mente lo hace de manera autómata: cuando algo me gusta mucho, me centro en eso, y lo que no me gusta, tiendo a olvidarlo. De verdad, no sabría decirte cuál es el último libro que no me gustó nada. (Piensa) Mira, ya está: no me gusta la literatura mitológica con esos personajes que se dan muchísima importancia porque son capaces de cambiar la vida de millones de personas, esas historias épicas de traiciones y reinados y oráculos. Son historias recargadísimas, yo creo que pensadas para que luego haya más muñecos de merchandasing. También me pasa con el cine actual con exceso de efectos especiales: hay tanto fondo barroco, que me empacho y no me emociona nada.

—¿Se ha enamorado de algún personaje literario?

—Del ya citado personaje de Bernarda Alba. De Las criadas de Genet. Del niño de Intemperie de Jesús Carrasco. Luego, me encanta el protagonista de El hombre que se enamoró de la Luna, y el protagonista de 22/11/63, la novela de Stephen King sobre el tipo que quiere evitar el asesinato de Kennedy.

—Y, para acabar, ¿ha querido asesinar a alguno?

—Estaba pensando en villanos, pero es que los villanos son los que más molan. A Annie Wilkes de Misery le coges mucha manía y disfrutas cuando le estampan la máquina de escribir en la jeta, pero te ha regalado unos momentos previos maravillosos. Entonces… (Piensa) A Harry Potter. No lo soporto.

TITULO:  DIAS DE TOROS  - Jesulín de Ubrique, medio siglo del torero que vestía de amarillo,.

 

 

Jesulín de Ubrique, medio siglo del torero que vestía de amarillo,.

El diestro cumple 50 años alejado de los ruedos; su carrera se forjó y alcanzó sus más altas cotas en la última década del siglo XX dejando patente unas maneras notables

Jesulín de Ubrique, medio siglo del torero que vestía de amarillo
 
foto / Jesulín de Ubrique, medio siglo del torero que vestía de amarillo,.

Casi sin que nos hayamos dado cuenta, Jesulín de Ubrique el que fuera uno de los diestros que revolucionó el panorama taurino en la última década del siglo XX cumple 50 años. Muchas cosas han cambiado en este medio siglo que ha pasado desde que nació hasta ahora mismo, pero su frescura, su desparpajo y su temple todavía se recuerdan por encima de sus excentricidades y una frivolidad estudiada que acabó por pasarle factura.

El 9 de enero de 1974 vino al mundo en la ciudad gaditana de Ubrique. Quiso ser futbolista y probó fortuna en este deporte, pero una lesión de rodilla le apartó de los campos de fútbol y le abrió la opción de las plazas.

Tras pasar por la Escuela Taurina de Cádiz vistió por primera vez el traje de luces en El Bosque, el 22 de agosto de 1987. Debutó con caballos en Ronda el 30 de abril de 1989, con el toro «Ambiciones» (¿les suena el nombre?) de Manolo González acompañado de Julio Aparicio y Finito de Córdoba, cortando dos orejas. En 1989 consiguió el célebre «Zapato de Oro» en las novilladas con picadores de Arnedo, uno de los certámenes más importantes y prestigiosos dedicados a la novillería.

Dos años se mantuvo en la categoría, compitiendo con Enrique Ponce por ser el líder del escalafón, y a finales de la segunda de esas campañas, el 21 de septiembre de 1990, en Nimes, recibió la alternativa de manos de José María Manzanares, en presencia de Emilio Muñoz, que le cedió la muerte del toro «Correcostas» de Manolo González Sánchez-Dalp y al que cortó una oreja.

La confirmación llegó el 25 de mayo de 1992, donde el padrino fue José Ortega Cano y el testigo César Rincón, con el toro «Malahierba» del Marqués de Domecq, siendo aplaudido tras acabar con él.

Con un estilo inspirado en Paco Ojeda, pero más vertical, fue en sus tiempos de novillero y sus primeros años de matador un torero pulcro, frío, heterodoxo, encimista y con oficio. Era un torero con mucha técnica y un extraordinario sentido del temple.

Su consagración llegaría en 1994, una campaña en la que acabó encabezando el escalafón con 153 corridas toreadas y cortando 339 orejas. Aquel año tomó parte en una corrida en la Feria de Fallas de Valencia en la que, ataviado de amarillo y plata, y acompañado por Ortega Cano y Emilio Muñoz, firmó una de las actuaciones más completas, serias e importantes de su carrera, paseando un total de tres orejas de toros de Jandilla.

Corrida de mujeres

También aquella temporada organizó una corrida gratuita sólo para mujeres en Aranjuez, lo que le proporcionó un extraordinario eco mediático y le dio una tremenda popularidad.

En 1995 batió su récord -y el que hasta entonces tenía como absoluto Manuel Benítez «El Cordobés»- encabezando de nuevo el escalafón con 161 corridas y 279 orejas cortadas.

121 contratos sumó en 1996 y 87 en 1997; en 1998 toreó 79 tardes y en 1999, tras torear el 22 de abril, y con solo 11 corridas sumadas, se retiró por falta de motivación.

Dos años más tarde volvió a los ruedos, toreando en España 73 corridas y siendo el cuarto en el escalafón; en 2003 toreó 77 festejos y acabó quinto en la lista de actuaciones. 55 fueron los contratos cumplidos en 2004 y 62 en 2005. Un año más tarde toreó 57 tardes y en 2007, campaña en la que acabó sexto en el ranking, se vistió de luces en 77 ocasiones.

Después de un retiro voluntario de casi dos años, regresó a los ruedos el 8 de marzo de 2010, en Castellón, toreando de manera esporádica e intermitente durante varias campañas más aunque sin acudir ni a grandes ferias ni plazas de responsabilidad hasta que, con la pandemia, desapareció de la cartelería taurina.

Nueva faceta: apoderado

Y cuando celebra este aniversario, debuta en el campo del apoderamiento. El pasado día 4 de enero llegaba a un acuerdo con Martín Morilla para dirigir la carrera del novillero de Morón de la Frontera, que todavía no ha toreado con picadores. «He visto a Martín Morilla en varios tentaderos en el campo y me encantan sus maneras de concebir el toreo. Considero que tiene una gran proyección de futuro y ganas de ser torero. La suma de esas buenas condiciones y sus inmensas ganas de llegar me han ilusionado para ayudarle y estrenarme en esta nueva faceta para mi».

Hay que recordar que Martín Morilla es nieto de Manolo Morilla, quien fuera apoderado de Jesulín de Ubrique prácticamente durante toda su carrera.

 

TITULO:  Retratos con alma -  La cabeza en las vidas de los otros ,.

 

La periodista Isabel Gemio regresa a la televisión para presentar 'Retratos con alma', el nuevo programa producido por RTVE en colaboración,.  

 

 Lunes - 29 - Julio -  a las 22:40 horas en La 1 / foto,.

 La cabeza en las vidas de los otros,.

 La vida son los otros

Una mujer cae al mar, en un punto desde el cual no se divisa tierra, y se deja mecer por el agua como si se tratar de líquido amniótico, para comenzar a recordar, a revisar sus días. Damos por supuesto que está flotando para sobrevivir, pero para saber que está viva se le ocurre la solución de trabajar la memoria. Y se encuentra con que su vida han sido los demás, tantas y tantas personas que la han rodeado, que así es como se ha ido afectando la educación sentimental, que gracias a ellas ahora es ese ser que flota a la deriva en mitad del océano, y que sabe que merece la pena seguir respirando. El presupuesto del que parte Silvina Ocampo (Buenos Aires, 1903 – 1993) en esta novela, La promesa, nos coloca en una paradoja: el relato podría ser interminable, porque son interminables los recuerdos que uno ha acumulado a lo largo de la vida si quiere enunciarlos y encadenarlos, pero su tiempo es limitado, aunque desconoce hasta dónde puede llegar, porque con el agua por todo entorno nada le garantiza sobrevivir hasta el día siguiente. Pero esta mujer analfabeta, según confiesa en la primera línea, está escribiendo, algo que también es imposible. Dicho así, la única forma de resolver el enigma sería pensar que estamos tratando con un fantasma. O tal vez no se trate de un fantasma, pero sí es un espíritu, alguien que afirma no tener vida propia, pero sí conservar lo propio del espíritu, que son los sentimientos.

«¿Despertaré la curiosidad de los peces que suben a la superficie? Suben a cierta hora y me miran, siento que me rozan con las aletas. Piensan que soy una náufraga.»

"Nos hemos construido sobre lo plural, pero sólo podemos expresar esa pluralidad de forma lineal. Así Ocampo va encadenando los retratos de los seres queridos de la narradora, que apenas interviene en las acciones"

Será este precepto el que dé el tono de la obra, que es lírica y sensual, como nos gustaría que hubieran sido las relaciones con las demás personas y entre las demás personas: «Son tan sentimentales las mujeres», afirma este personaje que se pregunta: «¿Algún día pensaré en alguien que no sea una persona?». Alguien: persona. Lo que sucede es que intenta definir qué es lo que nos hace personas, al margen de la morfología, y recuerda a los amigos preguntándose sobre la prioridad de querer ante la de ser querido, o de ser querido ante la de querer. Pero querer no es direccional y esta es una cuestión más bien propia de los adolescentes. Hay que tener en cuenta que la adolescencia es la etapa de la formación de la personalidad y que si invertimos la ecuación, cada vez que algo nos afecta seriamente volvemos a la adolescencia y, en el caso de nuestra narradora, a la belleza adolescente: «¿Qué es enamorarse? Perder el asco, perder el miedo, perder todo», sostiene alguien que se encuentra en una tesitura delicada, con toda la polisemia de la palabra delicada sobre la mesa: «¿Se podrá hacer el amor adentro del mar? Tantas veces quise suicidarme y ahora que podría hacerlo fácilmente, no puedo».

"En realidad, la impresión que tenemos es la de entrar dentro de la cabeza de alguien que se ha reconciliado o se está reconciliando con el oficio de vivir"

Nos hemos construido sobre lo plural, pero sólo podemos expresar esa pluralidad de forma lineal. Así Ocampo va encadenando los retratos de los seres queridos de la narradora, que apenas interviene en las acciones, y las intervenciones de los mismos, las más significativas, en lo que afectan al personaje. Y estas intervenciones no son salvajemente atractivas, son de tono sosegado, son simbólicas y lenitivas, por mucho que escondan fiereza en algún momento. En realidad, la impresión que tenemos es la de entrar dentro de la cabeza de alguien que se ha reconciliado o se está reconciliando con el oficio de vivir. Y nos muestra cuál puede ser el camino para no saturar nuestro tiempo con enfados, porque no le han faltado motivos para alterarse, para desconcertarse, porque ha conocido la acidez de la vida, pero ahora, inmersa en aguas, con riesgo de que esta sea la última confesión, lo que desea no es odiar sino, más bien, poesía. De ahí esta preciosa forma de escribir.