martes, 25 de febrero de 2014

EL DESAYUNO DEL MARTES, LOS CAMPESINOS VAN AL COLE,./ LA CENA DEL MARTES, JOSÉ CORONADO IMPONE,

TÍTULO: EL DESAYUNO DEL MARTES, LOS CAMPESINOS VAN AL COLE,.

720 mil niños campesinos no van al colegio,

 EL DESAYUNO DEL MARTES, LOS CAMPESINOS VAN AL COLE,.-fotos

La falta de oferta para que los niños campesinos terminen el bachillerato y la ausencia de clases que respondan a sus necesidades son dos de los problemas más serios que enfrenta la educación rural en Colombia.


Lo reconoce la ministra de Educación, Cecilia María Vélez, quien asegura que el mayor atraso en el campo está en las costas del país y en regiones como los llanos orientales. Para ella, La Guajira es un caso de atención.
Hoy, en Colombia, hay 720.905 niños campesinos, entre 5 y 16 años, que no están en el sistema educativo.
En primaria las coberturas llegan hasta el 98 por ciento, pero los niños se quedan en ese nivel y solo estudian hasta quinto grado porque las escuelas donde pueden terminar están muy lejos de sus regiones y, para seguir, deben trasladarse a las ciudades, con las dificultades económicas que eso trae.
La mayoría de los niños campesinos excluidos del sistema educativo tienen más de 13 años y se vinculan a actividades productivas, lo cual hace aún más difícil que retomen sus estudios.
El tema será el eje del Foro ‘Revolución Educativa en el Campo’, que se realiza hoy en Bogotá, con el apoyo de la Casa Editorial EL TIEMPO y en el que participarán los expertos en el tema.
La Unesco, en la Segunda Evaluación Latinoamericana de Aprendizaje en Educación Básica (Serce), también ha señalado la inequidad entre el campo y la ciudad. En cuanto a calidad, según esta evaluación, el desempeño de los niños del campo está por debajo de las escuelas urbanas, aunque las diferencias son más graves en países como Perú, Brasil y México.
La investigación mostró que los niños campesinos colombianos están más rezagados en lectura y ciencias que los de las escuelas urbanas.
Carlos Ballesteros, director de la Confederación Nacional de Asociaciones de Padres (Confenalpadres), considera que los materiales precarios, la infraestructura y hasta las distancias inciden en el rendimiento y en la calidad educativa de los niños del campo.
En casos como el del eje cafetero, donde los niños suspenden la escuela durante la recolección de la cosecha para ayudar a sus padres, la Ministra ve la necesidad de que la educación se adapte al entorno de los campesinos.
“Se ha intentado que las vacaciones no se den a mitad de año sino en épocas de cosecha”.
El sacerdote Francisco de Roux, experto en educación campesina, señala que hace falta que la escuela apasione a los niños por el campo. “Que les enseñen a desarrollar con eficiencia los productos y que sepan ubicarse en un mundo globalizado”.
Y el presidente de la Fundación Hogares Juveniles Campesinos, Medardo Higuita, dice que los muchachos no siguen el bachillerato porque la educación del campo solo los forma para ser empleados citadinos y no para que desarrollen sus empresas y proyectos en el sector agrario.
‘‘ Tenemos muchos niños que terminaron quinto y no tuvieron alternativa (...) Se ha intentado que las vacaciones no se den a mitad de año sino en épocas de cosecha”.
Cecilia María Vélez, ministra de Educación.
Dejan las aulas para irse a recoger granos de café.
Con 14 años, y sin posibilidades de ingresar al sistema escolar, Carlos Jiménez Marín y Jhon Alexánder Zapata se dedican, todo el año, a buscar entre el verde oscuro de los cafetales los granos rojos que luego se convertirán en café de exportación.
Carlos trabaja como recolector en una finca de Sevilla, en el norte del Valle del Cauca, considerado el municipio con mayor producción del grano en todo el país.
Según su abuelo Guillermo Marín, de 63 años, fue él quien le enseñó el oficio “para que se ‘enrudezca’ y no coja malos vicios”.
El pequeño, que nunca ha estado sentado frente a un tablero en una escuela, es hijo de una madre soltera, y asegura que jamás ha estudiado debido a la falta de recursos y a que su sueldo como recolector se lo gasta en ayudar a sostener su hogar. Sin embargo, no es mucho el producto de su esfuerzo. En temporada baja logra recoger lo equivalente a 20.000 pesos semanales como salario. Esa cifra llega a 100.000 pesos cuando hay cosecha. “Ganamos 350 pesos por kilo recogido y nos descuentan la alimentación”, explica Carlos.
La historia de Jhon Alexánder no es distinta, aunque él sí pudo estudiar hasta tercero de primaria. La última vez que asistió a una escuela fue hace cuatro años, cuando interrumpió sus estudios para irse a recolectar café. El dinero que gana lo invierte en pagar servicios públicos.
‘Los niños se nos salen porque no tienen alternativas’.
La ministra Cecilia María Vélez habló con EL TIEMPO acerca de los avances y desafíos de la educación en el campo.
¿Cuál es el balance? En primaria estamos en coberturas de casi el 100 por ciento, pero los niños se nos salen antes porque no tienen alternativas de seguir el bachillerato cerca de sus casas. Los perdemos entre quinto y sexto grados.
¿Por qué abandonan? No tienen la oferta cercana y se tienen que ir a la ciudad, o porque el desplazamiento es complicado. Además, porque lo que aprenden en la escuela no tiene nada que ver con lo que necesitan en el campo. Por eso queremos mejorar la primaria tradicional para hacerla más interesante y que la gente del campo vaya a la escuela no solo para aprender a leer y a escribir, sino para mejorar sus labores productivas.
¿Cómo harán para que no se vayan en quinto grado? Vamos a generalizar la posprimaria. Que un maestro con unos buenos apoyos pueda enseñarles a niños de sexto, séptimo, octavo y noveno grados en la misma escuela y que esté pendiente de cada uno de acuerdo con el grado en el que esté.
En calidad ¿cómo está el atraso en el campo? La diferencia entre lo urbano y lo rural es menor que la de otros países, pero sí tenemos un retraso en ciencias, lectura y, sobre todo, en matemáticas.
¿En qué regiones está el atraso? Hay un atraso importante en las costas, y en los llanos sobre todo si vemos esta zona como una despensa importante del país.
¿Qué tanto afecta el trabajo de los niños en el campo? No vemos problema en un niño que vaya a la escuela y por la tarde les ayude a los papás en el campo, porque es bueno si el papá ve que la ida a la escuela le ayuda a mejorar sus labores del campo. El caso del eje cafetero, decimos que la escuela se adapte y que las vacaciones se las den cuando recojan la cosecha. Eso es distinto a problemas como el de las minas donde los sacan del colegio totalmente,.

TÍTULO:  LA CENA DEL MARTES, JOSÉ CORONADO IMPONE,.

  1. En una parrilla televisiva con tanta competencia como la de hoy en día no resulta fácil hacer una audiencia de 5.404.000 espectadores.

    la cena del martes, foto--alex gonzález | actor

    «José Coronado impone»

    Es Javier Morey, el espía del CNI infiltrado en la barriada de 'El Príncipe', la serie de Telecinco que siguen más de cinco millones de espectadores,.

    En una parrilla televisiva con tanta competencia como la de hoy en día no resulta fácil hacer una audiencia de 5.404.000 espectadores. Pero 'El Príncipe', la serie que emite Telecinco los martes a partir de las 22.30 horas, lo consiguió la semana pasada y eso que tenía un partido de la Champions League en La 1. Esta historia cautivadora tiene como protagonista a Álex González (Madrid, 1980), que da vida al agente del CNI Javier Morey: «Es el papel más difícil que he interpretado».
    - Siempre busca referentes para sus personajes. ¿A quién le ha tocado ahora?
     Es cierto, pero con Javier Morey me ha costado mucho encontrarlos. Busqué mucha información del CNI en internet y luego el día que empezaba a grabar descubrí que, en realidad, tenía que hacer de Policía, porque soy un espía infiltrado. Lo bonito es que es un personaje dentro de otro.
    - ¿No le marea un poco?
    - Dicho así. Sí. Es lo más difícil que he hecho hasta ahora porque este personaje es muy maduro y tiene mi edad, cuando normalmente interpreto a tipos más jóvenes que yo. Aunque Morey no es tan maduro en el plano emocional, no está preparado para su relación con Fátima (Hiba Abouk).
    - Un flechazo desde el minuto uno.
    - Yo no soy guionista y al principio también me surgió esta duda. Puede ser un poco raro ese flechazo, pero más adelante veremos el por qué. A lo mejor no ha sido un flechazo y todo forma parte de su trabajo como infiltrado.
    - Aparte de la trama, ¿a Morey le da miedo enamorarse?
    - Es un tipo que se dedica a su trabajo con mucho rigor, no puede tener ataduras emocionales. Es muy solitario.
    - ¿Impone ser el jefe de José Coronado?
    - En el último capítulo que grabamos ya me empezó a salir con naturalidad (risas). Yo tenía mi propuesta de personaje y vi muy claro que tenía que trabajar con autoridad... Y eso a mí me cuesta un poco. Me tenía que poner delante del espejo a decir '¡aquí mando yo!'. Porque José Coronado impone.
    - Siempre le tocan dramones.
    - Y desde aquí hago un llamamiento a ver si me dan un personaje cómico. Soy muy cómico en mi vida real, así que necesito contar chistes cuando acabo de rodar.
    - ¿Cómo lleva el foco mediático?
    - Siempre estamos pendientes del ojo que mira, del ojo que lee, del ojo que ve la tele. Si están pendientes de ti es porque la serie gusta al espectador. Para mí no es ninguna presión.
    - ¿Le da risa lo que publican de usted las revistas del corazón?
    - No me mosquea lo que digan. Pero la prensa tiene un poder muy grande; en particular la prensa del corazón, parece que ellos tienen el monopolio de la verdad.
    - ¿Qué tiene esta serie para que haya renunciado a tantos proyectos por ella?
    - Por encima de contratos y firmas, lo que tenemos los seres humanos es la palabra y el compromiso. Yo tenía un compromiso moral con 'El Príncipe'. He tenido que decir que no a muchas ofertas, algunas me han dolido bastante, pero no me arrepiento.
    - ¿Cuándo supo que quería ser actor?
    - Desde que tengo uso de razón, me gustaba jugar a interpretar otros papeles, pero no me di cuenta hasta los 17. Creo que de pequeño me marcó mucho el personaje de Bastian en 'La historia interminable', jugaba a ser él.
    -Tuvo que trabajar de otras cosas.
    - Poniendo copas, en la construcción, ¡hasta de electricista!

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