martes, 18 de febrero de 2014

EL DESAYUNO DEL MARTES, ROCK EN EL " CONCHA VELASCO"= 1 CANCIÓN, LA UNIÓN , A TRAVES DEL ESPEJO,./ LA CENA DEL MARTES, BOND A LOS 83 AÑOS, SEAN CONNERY, ACTOR CINE,.

TÍTULO: EL DESAYUNO DEL MARTES ,  ROCK EN EL " CONCHA VELASCO"= 1 CANCIÓN, LA UNIÓN , A TRAVES DEL ESPEJO,.

En Almendralejo, los monologos y los conciertos animan las noches,.

'A TRAVÉS DEL ESPEJO',.EL DESAYUNO DEL MARTES-fotos,-

 

 La vida tantas veces es un sueño en realidad
un delirante juego de ajedrez
Del otro lado del espejo oí al viento hablar
es fácil traspasarlo en un desliz ¡ven!.
Sigue al alfil
jaque a la reina gris
¡Discreción! hacia el cónsul de marfil.
Días sin fin
pronto ya es tarde aquí
el reloj sonrió y se fue de allí.
Ven hasta aquí
ven hasta aquí sin ti
dualidad entre ti y los demás.
A través del espejo hay algo más
que imágenes de ti.
Una colina que es un valle, bandera sin color.
Un paso más, que dirección seguir ¡oye!
Un hombre en un piano azul, proclama sin cesar
Que Lennon no se fue jamás de aquí.

 

TÍTULO:  LA CENA DEL MARTES, BOND A LOS 83 AÑOS, SEAN CONNERY, ACTOR CINE,.


  1. El juez se ha tirado siete años detrás del ídolo escocés, intentando que contestase de una vez a sus preguntas. En 2010, cuando estaba ...

    SOCIEDAD

    Bond a los 83

    la cena del martes-fotos--Sean Connery, que por fin ha respondido desde Bahamas al juez de Marbella que lo ha imputado por el 'caso Goldfinger', lleva en las islas una plácida vida de jubilado millonario

    La nueva versión de 'Goldfinger' resulta muy lenta y tiene unos diálogos un poco irritantes. Cuando los investigadores bautizaron como 'caso Goldfinger' sus pesquisas sobre la casa marbellí de Sean Connery, crearon ciertas expectativas: la cosa prometía emociones, sonaba a acción trepidante y ambientes con cierto glamur, pero pronto se convirtió en una cinta de arte y ensayo en la que el propio actor era el gran ausente. El juez se ha tirado siete años detrás del ídolo escocés, intentando que contestase de una vez a sus preguntas. En 2010, cuando estaba citado en el juzgado de instrucción número 1 de Marbella, Connery se excusó por fax, como quien disculpa su ausencia en un festival, alegando mala salud y edad avanzada. El mes pasado, el magistrado recibió por fin su declaración, realizada hace casi dos años en una notaría de Bahamas, donde reside. Y, después de tener al público en tensión durante tanto tiempo, sus 56 folios de respuestas pueden resumirse en una palabra: no.
    El 'caso Goldfinger', desgajado en su momento de la 'operación Malaya', se centra en la venta de 'Malibú', la casa que durante más de dos décadas permitió a Sean Connery y su esposa, Micheline, disfrutar de la era dorada de Marbella. La vendió en 1999 y después la parcela se recalificó para levantar un complejo ilegal de apartamentos de lujo, una «operación defraudatoria» en la que el juez cree implicado al actor, que actualmente tiene 83 años. Sean Connery, imputado en la causa, lo niega todo desde Bahamas, y en sus palabras se trasluce un hastío que debe de sonar imponente en su voz. Sostiene que en ningún modo es responsable de la operación urbanística, que no tiene nada que ver con los convenios firmados, que ignora su contenido, que jamás estuvo en el Registro de la Propiedad, que no conoce las sociedades de Juan Antonio Roca por las que le preguntan, que no conoce al propio Roca ni a Julián Muñoz y que no tuvo trato con Jesús Gil. «Creo que le vi en un acto público, no considero que eso pueda definirse como que lo conocía», argumenta. Más que James Bond, cualquiera diría que es el Doctor No.
    Sean Connery está ahora mismo a unos 7.000 kilómetros de Marbella y no parece tentado de reducir esa distancia para atender a la Justicia española. El actor, de hecho, cada vez es más reacio a desplazarse y se compromete a menos cosas: desde que se retiró de la interpretación hace diez años, Connery lleva la vida mullida de los jubilados millonarios. Reside en Lyford Cay, una de las áreas residenciales más exclusivas del mundo, con su campo de golf, sus pistas de tenis, su puerto de yates y sus vecinos más ricos que él: como en una peculiar aldea global, allí se codean las indescifrables fortunas de las finanzas con los armadores griegos, los Bacardi o el fugitivo Viktor Kozeny, el 'pirata de Praga', perseguido por los tribunales de dos países. Connery se dedica a jugar al golf, a pasear en bici, a contemplar los pájaros con prismáticos y, seguramente, a pensar alguna vez en lo lejos que ha llegado aquel chaval pobretón de Edimburgo: el actor, hijo de camionero y limpiadora, dormía en un cajón de armario y empezó a trabajar a los 9 años, como repartidor de leche en carreta. A los 13 dejó definitivamente la escuela.
    Un letrero de su barrio
    Tal vez por aquel debut temprano, ahora ya no parece quedarle ninguna gana de currar. «La jubilación es endiabladamente divertida», dijo en 2007, cuando salió a desmentir los rumores sobre su aparición en la nueva película de Indiana Jones. Sí suele sacar algo de tiempo para sus dos causas favoritas, la defensa de las costas de Bahamas -además de considerarlas su «hogar», allí rodó dos de sus pelis de Bond, 'Operación Trueno' y 'Nunca digas nunca jamás'- y, cómo no, la independencia de Escocia, porque Sean Connery es el independentista escocés más radical que hay en Lyford Cay. Su costumbre de opinar sobre el asunto desde una tumbona de Bahamas, que también están a casi 7.000 kilómetros de Edimburgo, le hace objeto de constantes críticas y mofas en el Reino Unido, igual que en su momento le acusaron de abogar por el separatismo «desde la perspectiva de un bar de Marbella».
    Él no se arredra: dice que echa de menos la «sociabilidad» escocesa y tiene un viejo letrero de su barrio colgado sobre la puerta del baño, pero ha explicado más de una vez que solo se prestaría a afincarse en una Escocia independiente. «Será independiente antes de que yo muera», le gusta puntualizar. Y, desde luego, el proceso parece avanzar más rápido que el 'caso Goldfinger'.
     

 

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