martes, 18 de febrero de 2014

¿Se puede articular una sociedad sin recurrir al Estado?,./ EN EL PRIMER PLANO, RUANDA 20 AÑOS DEL HORROR,.


  1. Incluso a finales del siglo XVlll, cuando ya no eran el colectivo más numeroso, los seres sin Estado seguían ocupando el más grande de los ...-foto.
     
    Incluso a finales del siglo XVlll, cuando ya no eran el colectivo más numeroso, los seres sin Estado seguían ocupando el más grande de los espacios disponibles del globo: los bosques, las montañas, las estepas, los desiertos, las regiones polares, los pantanos y las tierras más difícilmente accesibles y remotas.
    En esa época, la historia de la humanidad empezó a ver cómo culminaba el 'viaje' de esos hombres y mujeres sin Estado, desde esos lugares en que podían sentirse libres, hasta convertirse en una especie reglamentada, sujeta a impuestos, esclava y coaccionada. Su asentamiento en las tierras regidas por un Estado culminó en el caso de Europa en pleno siglo XlX y en el caso del sudeste asiático en el XX. Se instauró así una nueva organización de la vida y de la gestión de la riqueza en el globo terráqueo que acabó por transformar el planeta.
    En Grecia y Roma eran contados los señores que disponían del poder necesario para contener a muchedumbres esclavizadas. Las mayorías formaban estados esclavistas hasta el momento en que las circunstancias de la vida les sugerían la posibilidad de poder huir hacia las alturas. Junto a esas sociedades cuyo fin último era esclavizar a la gente hasta que olvidaban su origen, en sus confines se asentaban masas libres de ciudadanos autóctonos. Los primeros habían dado un paso atrás en la defensa de sus libertades recurriendo al Estado organizado; en cambio, los segundos y en contra de lo que pensarían un día los llamados 'evolucionistas' habían huido hacia la libertad.
    Esta división duró hasta el siglo XVl, cuando el poder se fue concentrando paulatinamente en las regiones con Estado mientras se fueron diluyendo los espacios no sometidos. ¿Cuáles fueron las razones que obraron a favor de los países o regiones que recurrieron a formarse como un Estado? Como explica muy bien el antropólogo James C. Scott, la formación de la sociedad esclavista requiere que la gente se pueda ganar la vida en ella; y eso es lo que ocurrió con el cultivo del grano con regadío, así como con la puesta a punto de las tecnologías necesarias para reducir las distancias que durante siglos habían mantenido al mundo separado: carreteras, puentes, ferrocarriles; y, más tarde, aviones, teléfonos, telégrafos y sistemas para situarse en el espacio. Hasta finales del siglo XlX, el transporte por carretera era tan caro en toda Europa que ningún país podía suministrar los cereales necesarios si no se disponía de transporte acuático. Ciudades como Madrid o Berlín solo pudieron resolver sus problemas con costes elevadísimos para su interior. No hay duda de que países como Holanda pudieron disfrutar de grandes ventajas con sus canales.
    A lo largo de los dos últimos siglos, la hegemonía del Estado nación y el casi exclusivo poder de su soberanía ha podido barrer a los pueblos no allegados. El poder del Estado es, en este sentido, la fuerza coercitiva que puede proyectarse hasta los últimos confines del territorio. Pero no siempre ha sido así. La Historia del mundo es exactamente al revés. La mayoría de la gente hace mil años vivía en el exterior de estructuras del Estado o en situaciones de soberanía fragmentada. Evitar el Estado constituía una verdadera opción.
    En España, el desarrollo del Estado de las autonomías es un reflejo histórico y mal avenido de un país en el que su gente siempre quiso estar más cerca de la sociedad sin Estado; es decir, de una sociedad acostumbrada a ir a su bola, a compartir hasta cuatro lenguas oficiales y a huir de todo movimiento que no condujera a las alturas sin Estado. ¿Alguien ha estudiado en serio en este país la fuerza considerable de las diferentes acepciones del anarquismo o, lo que es lo mismo, la huida constante hacia una sociedad no esclavista y no estatalizada? 

    TÍTULO:  EN EL PRIMER PLANO, RUANDA 20 AÑOS DEL HORROR,.


    Ruanda. 20 años del horrorEn primer plano-foto

    Ruanda. 20 años del horror

    Entre abril y junio de 1994, Ruanda vivió una 'orgía' de sangre y machetes. En apenas cien días, 800.000 personas la mayoría, de etnia tutsi fueron asesinadas por el régimen dictatorial hutu. Veinte años después, víctimas y verdugos de aquella masacre dan la cara. Y 'XLSemanal' les da voz.
    Preguntarle a alguien en Ruanda si es hutu o tutsi es una grosería. Las identidades hutu y tutsi tienen miles de años en el país africano, pero hoy son tabú. Un tabú tan grande que quien hace bandera de su grupo étnico termina en la cárcel. Porque esta división provocó en 1994 una lucha genocida que, según las cifras más benévolas, dejó 800.000 muertos.
    Antes del hombre blanco
    No pocos antropólogos sostienen que la humanidad echó a andar en la región que ocupa Ruanda, un país montañoso en la región de los Grandes Lagos. Los pigmeos eran sus habitantes originarios y pronto recibieron la visita de otros dos pueblos: los hutus, agricultores llegados de la zona del Congo, y los tutsis, ganaderos de Etiopía. Estos últimos, propietarios de las vacas, se enriquecieron y, a pesar de ser minoría (14 por ciento frente a un 85 por ciento de hutus), se erigieron en una élite que controlaba el país de forma feudal, con los hutus como vasallos. Se forjaron dos castas que convivieron de forma más o menos pacífica hasta la época colonial.
    Y llegan los colonos europeos
    En 1897, Alemania llega a la región y más tarde Bélgica toma el control del territorio. Basándose en las teorías raciales de la época, diferencia étnicamente a los dos grupos y hace figurar esa condición en los documentos de identidad. Los belgas se alían, claro, con los tutsis, que tienen el poder. La sumisión hutu dura hasta 1959, cuando se sublevan, toman el control y declaran la independencia de Ruanda. Cientos de miles de tutsis huyen, millares son asesinados y los que se quedan sufren persecuciones. Para muchos, aquí comienza el verdadero genocidio.
    Uganda entra en juego
    La mayoría de aquellos tutsis huidos se refugian en Uganda y se integran en su ejército, donde se adiestran y preparan durante décadas. Allí fundan el Frente Patriótico Ruandés (FPR) y en 1990, encabezados por un joven Paul Kagame, regresan a Ruanda desafiando al Gobierno hutu.Aterrorizado, el Gobierno -liderado por Juvénal Habyarimana- comienza una agresiva campaña de propaganda con una macabra idea: o asesinamos a los tutsis o acaban con nosotros. Habyarimana recibe la ayuda de Francia, que le entrega armas y lo ayuda a entrenar a las milicias que después llevarán a cabo el genocidio: las terribles Interahamwe. Francia no quiere que el FPR procedente de Uganda -anglófona- se haga con la Ruanda hutu y francófona. Por eso frena al FPR hasta que en 1993 se acuerda negociar la paz. El proceso dura un año y es una farsa que se salta por los aires el 6 de abril de 1994, cuando el avión de Habyarimana es derribado en un atentado. Los dos bandos se culpan mutuamente. Y arranca el horror.
    El mundo contempla impasible la matanza
    Encabezados por las milicias y envenenados por la propaganda, miles de hutus salen a la caza de tutsis para vengarse. Ruanda se cubre de cadáveres. Cada hora, 333 personas mueren -la mayoría, a machetazos-, pero la ONU mira hacia otro lado y se niega a enviar tropas. La violencia se instala en el país, con miles de mujeres violadas, niños asesinados y hombres mutilados. Es uno de los episodios más terribles del siglo XX. Y el mundo lo mira impasible. En julio de 1994, el FPR se impone y la guerra termina. Dos millones de hutus huyen a los campos de refugiados del Congo, causando una nueva catástrofe humanitaria. Liderada por Kagame, la nueva Ruanda establece un plan de reconciliación basado en gacacas, juicios populares en los que los vecinos resuelven sus diferencias con penas fijadas por la ley. También se castigan las venganzas y se abolen las identidades hutu y tutsi. La convivencia pacífica regresa en lo que parece un éxito del proceso de reconciliación. Lo es, pero detrás está la mano dura, terriblemente opresora, del actual Gobierno de Paul Kagame.
    ¿Cómo está ruanda hoy?
    En la actual Ruanda no existe libertad política ni de expresión. Es una dictadura disfrazada de democracia en la que disentir se paga con la cárcel. Los tutsis controlan el Gobierno, el Ejército y las empresas; y los hutus padecen en silencio la opresión de los que hace solo 20 años fueron las víctimas. No hay cifras oficiales, pero desde el fin de la guerra miles de hutus han sido asesinados y encarcelados. Un asunto sobre el que la comunidad internacional sigue sin querer saber nada. La historia de violencia de Ruanda sigue. Y no parece que vaya a terminar.
    -Israel Duzingimana, 50 años: "Vi cómo quemaban a tutsis y no hice nada"
    Israel participó en las matanzas de tutsis del municipio de Nyabisindu, donde era concejal. Disparó y lanzó granadas contra un grupo de 300 tutsis. «Me arrepiento de lo que hice. También presencié torturas y vi cómo quemaban casas de tutsis con las familias dentro. Y no hice nada por impedirlo». Israel es uno de los miles de políticos que participaron en el genocidio, y dice que fue obligado por el Gobierno. En un juicio tribal recibió una condena de 21 años, pero se ha beneficiado del plan de reconciliación.
    -Deodonne Iyarwema, 33 años: "Me encuentro con los asesinos a diario, pero ya pidieron perdón"
    En abril de 1994, al comienzo del genocidio, 5000 personas fueron encerradas en la iglesia de Ntarama, en Kigali, la capital. Solo siete salieron vivas. Una de ellas es Deodonne, que entonces tenía 13 años. «Estábamos todos dentro. Los milicianos tiraron la puerta abajo y empezaron a disparar y a lanzar granadas. Yo me tumbé en el suelo». Deodonne sobrevivió porque se ocultó bajo los cadáveres. Hoy vive cerca de la iglesia y sus vecinos son algunos de los asesinos. «Me los encuentro a diario, pero ya fueron juzgados y pidieron perdón. Hay que seguir adelante»
    -Juliette Mukakabanda, 49 años : "A mis hijos y mi marido los mataron con lanzas" 
    Esta mujer es una de las supervivientes de la matanza en la escuela de Murambi, donde 27.000 personas fueron asesinadas. Lo diferente de esta historia es que Juliette es hutu. Su pecado era estar casada con un tutsi y tener hijos 'impuros', lo que le valió ser encerrada en la escuela con su familia. «Estuvimos dos semanas sin comer, rodeados de milicianos». La madrugada del 21 de abril, los que aún sobrevivían al hambre sufrieron la entrada de las Interahamwe. «Dispararon a todo recuerda Juliette. Yo tenía a mi bebé a la espalda. Mi marido y mis otros dos hijos fueron asesinados con lanzas». Juliette sobrevivió porque un miliciano la reconoció como hutu. Hoy trabaja en la propia escuela, convertida en memorial, a pocos metros de los restos de su familia, que se exhiben en nombre de la memoria junto con otros miles de cuerpos.
    -Joseph Buhigiro, 61 años: "Salvé la vida porque me hice el muerto"
    Joseph es uno de los dos supervivientes de la matanza de la iglesia de Nyamata. Dos mil personas fueron encerradas en el templo para asesinarlas. Joseph llegó con su familia, pero solo él escapó vivo. «Primero dispararon y luego cosieron a machetazos a los supervivientes. Me salvé porque me quedé inmóvil debajo de muchos cuerpos. Parecía muerto. Y eso que tenía que subir la cabeza para respirar porque la sangre del suelo levantaba un palmo». Joseph logró huir de la iglesia y salir del país por la selva.
    -Cassius Alexis, 35 años: "Pasaba el día inmóvil en el pantano oyendo los gritos de los asesinados"
    Este hombre posa en el lugar en el que permaneció escondido durante un mes. Cuando las milicias llegaron, huyó de casa y fue perseguido por hombres armados hasta que llegó al pantano. «El resto de la familia salió corriendo en otra dirección y nunca los volví a ver». El pantano está infestado de serpientes y sanguijuelas. «Por las noches salíamos a buscar comida. Por el día permanecía inmóvil en el pantano. Los milicianos mataban a cada tutsi que encontraban. Yo oía los gritos y rezaba porque no me encontrasen».
    -Bealta Kabagwira, 42 años: "Solo salía por las noches para buscar comida"
    Bealta es miembro de la Asociación de Viudas del Genocidio. La mayoría de ellas fueron violadas por hombres con VIH para causar un nuevo genocidio. Bealta, que estaba embarazada, logró sobrevivir en Kigali. Cuando todo estalló, se resguardó en casa de una vecina hutu; cuando esta la echó, se metió en un canal de riego, donde estuvo dos semanas. «Cuando no pude más, me refugié en las letrinas de un edificio abandonado. Estuve dos meses y solo salía por las noches para buscar comida». Una noche, su grupo fue asesinado por salir a buscar comida. Ella se salvó porque se quedó dentro. El último mes lo pasó sola y sin salir. Hasta que la rescató el FPR.
    -Edison Zigirikamiro, 60 años: "Me dijeron: 'O nos ayudas a cazar tutsis o te matamos'" 
    El tipo que sostiene la foto es hutu y participó en las matanzas. Asegura que lo hizo obligado. «Regresaba a casa y vi cómo estaban asesinando a mis vecinos tutsis. Un miliciano con un machete se me acercó y me dijo: '¿Qué miras? O nos ayudas o te matamos'». Edison se unió a un grupo de milicianos. La fotografía que sostiene recoge el momento en que las tropas francesas llegan a su pueblo y los tutsis salen de sus escondites. Minutos después los franceses se fueron y los hutus mataron a unos 20.000 tutsis. «Fue una traición de los franceses», dice.




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