El Juli corta dos orejas a un gran toro de Daniel Ruiz, premiado con la vuelta al ruedo
Antonio Ferrera no logró aplicar la suerte de varas a su segundo toro y Morante de la Puebla cortó una oreja en Zafra,.
No era corrida concurso aunque se lidiaron ejemplares de
seis ganaderías diferentes. No hubo sorteo, cada matador había elegido
de antemano los hierros que quería lidiar. Se supone que también
eligieron los ejemplares de cada ganadería. Para ver anormal reclamo se
dieron cita un nutrido número de aficionados que casi llenaron los
tendidos de la plaza de Zafra, cuyo aforo no es exagerado, pero como
viene siendo habitual en casi todas las plazas no se consigue el ansiado
cartel de «no hay billetes», pero esto es lo que hay.
Ferrera se anunció con ejemplares de Vegahermosa, hermanos gemelos de los de Jandilla y otro de Victoriano del Rio.
El primero de ellos estaba gordo, con prominente morrillo.
Se desplazó bien en el capote y Ferrera lo paró con un racimo de
verónicas ganando terreno hasta los medios. Fue desde largo al caballo,
le dieron un picotazo y allí perdió las manos, recargó y se puso a
escarbar. Ferrera hizo un suave quite por delantales. Tuvo pies el toro
en banderillas arriesgando Ferrera en el tercer par. Lo sacó a medios
con la muleta y llevándolo muy tapado le sacó dos series de redondos.
Pronto acusó el de Vegahermosa su sosería y escasas ganas de embestir
amenazando con irse a tablas.
Se puso el torero sobre la mano zurda y el toro se rebrincó
en los muletazos, le costaba mucho seguir el engaño a pesar de los
esfuerzos del torero que, al final, acabó muleteándolo junto a tablas,
por dentro y en cercanías. Acabó con él de estocada entera desprendida.
En su segundo, de cambiantes embestidas quiso el torero
sacarse la espina. Tomó bien el capote pero también escarbó. Quiso
Ferrera realizar la suerte de varas y se subió al caballo de picar
mientras Morante le ejercía de peón de brega y le colocaba el toro en
suerte. No la tuvo Ferrera quien tras ser desmontado dos veces desistió
de su empeño. Poco picado el toro tuvo muchos pies en banderillas,
tercio en el que sobresalió el tercer par al quiebro.
Tuvo genio el de Victoriano del Río en la muleta, embestida
cambiante. A veces obedecía al engaño y lo seguía como en otras
ocasiones se le quedaba debajo al torero con muy poco recorrido. El
pacense lo probó en todos sitios, por los dos pitones, teniendo los
mejores momentos con la mano zurda a toro que acabó paradito. Mal con la
espada en dos metisacas, Saludó.
El primero de Morante, del hierro de Juan Pedro Domecq era
ejemplar de «anovillada» presencia. Por respeto al personal, sus
representantes nunca debieron embarcarlo, José Antonio es capaz con
otras cosas. La novillada se anuncia para hoy. La media verónica tras
tres delantales fue de cartel, al igual que las dos chicuelitas tras el
quite. Mano baja empleó para llevar a enjuto ejemplar que embestía a
cámara lenta motivo para lucirse el sevillano. Se puso con la izquierda
pero el toro ya andaba sin ganas, paradito y el torero solamente pudo
tirar apuntes, preciosos, eso si. Con la derecha sin poder profundizar.
Abrevió y dejó plasmada la plasticidad de su torero en los muletazos de
preparación para la muerte que se efectuó con pinchazo hondo y dos
descabellos.
Un bonito toro de Zalduendo fue su segundo donde ya pudo
dejar el sello de su toreo con un templado toreo a media altura que no
humilló al principio pero luego fue a más ante las caricias de la muleta
de Morante. Los mejores momentos sucedieron sobre la mano derecha que
era el mejor pitón hasta que apuntó ganas de irse. El final de faena,
con naturales a pies juntos fueron de los que dejan recuerdo. Una
estocada algo caída pero de gran efecto le sirvió para cortar su última
oreja de esta temporada.
El Juli se las vio en primer lugar con un ejemplar de
Daniel Ruiz, justo de cara, pero que tomó bien el capote en una serie de
verónicas cerradas con dos chicuelitas y un media de mano muy baja. Muy
largo lo puso al caballo. Acudió pronto al caballo. Lo señalaron. Por
bajo, con la pierna de salida genuflexa le indicó a 'Juguetón'- que así
se llamaba el toro- el camino a seguir. Respondió al envite el ejemplar
con humillada embestida.
En medios, con la izquierda, la muleta barriendo el ruedo y
engarzando los muletazos, El Juli fue construyendo una armónica y
poderosa faena sobre ambas manos al toro que embestía mucho, bien y con
la cara baja. Le dio tiempo entre series, todas en medios, adelantando
mucho la muleta, sin fisuras, ni un toque a la muleta, limpieza.
Finalizó con manoletinas, poco usual en el torero madrileño. Fue buena
la estocada al buen ejemplar que fue justamente premiado con la vuelta
al ruedo sin las dos orejas que estaban merecidamente en las manos del
torero. El sexto, de Garcigrande, fue ejemplar estrecho de sienes,
tocado arriba de pitones que cabeceó en la muleta, además de escarbar y
tener corto recorrido. Calamocheaba. El Juli estuvo muy por encima del
toro, protestón aunque fijo en el inicio del cite. Esta vez en el primer
intento con la espada hizo guardia, logrando una Casio entera al
segundo envite.
A hombros se lo llevaron de la plaza Julián en su última corrida en la región por esta temporada.
-
No hay sector que esté más revolucionado que el editorial, especialmente por la llegada del e-book, que ha cambiado desde la forma de leer ...
Las pequeñas editoriales quieren 'comerse' el mercado digital-foto.
-foto. ELPERIODICO LA VANGUARDIA
Sus responsables tienen ideas claras y su estructura es más flexible que la de las grandes a la hora de modificar estrategias
No hay sector que esté más revolucionado que el editorial,
especialmente por la llegada del e-book, que ha cambiado desde la forma
de leer y hasta la de editar. Y ahí, Mónica Caballo Baldominos,
analista, fundadora y propietaria de Talismán E-books, opina que «las
pequeñas editoriales tenemos más flexibilidad a la hora de poder
modificar estrategias o posiciones porque perdemos menos, pero las
grandes, si quisieran, tendrían muchos más medios; por tanto, no veo
ventajas ni desventajas, sino quizás la opción de acompasamiento o no
con los tiempos, mentalidad flexible o no, y voluntad de mejora o
conformismo con lo conocido...»
Indirectamente, se refiere a las grandes editoriales
convencionales, que, a juicio de Rebeca Ruiz, correctora y editora en un
nuevo proyecto editorial, siguen atados «a su concepción del libro como
un mero objeto de consumo. Las novedades tienen cada vez una vida más
corta y todos quieren estar en la lista de los diez, de los veinte o de
los cincuenta más vendidos, un ritmo de mercado impuesto por el
cortoplacismo de los expertos en marketing que han colonizado las
editoriales».
Y eso es justo lo que no quieren las pequeñas editoriales,
que apuestan por criterios «intelectuales, creativos, originales,
novedosos, que aporten algo a la Humanidad que merezca la pena»,
concreta Mónica Caballo.
La mayoría se guía todavía por una visión romántica del
oficio, que busca la calidad, los autores aún no consagrados que creen
que merecen una oportunidad, dentro de una línea editorial coherente,
aunque a la vez sorprendente.
Y, sobre todo, muchos coinciden con Noemí Pes, directora
editorial de la editorial infantil La Tortuga Casiopea, en que publica
«un original cuando algo me llega y creo que puede llegar al público».
O, en palabras de Rebeca Ruiz, «publicaré lo que yo misma quiero leer,
lo que me interesa, lo que me atrapa y eso me hará feliz tanto si vendo
50 ejemplares como si vendo 50.000. La cuestión es que cada pequeña
editorial mantenga sus principios, porque esos principios son
precisamente los que la distinguen de todas las demás editoriales».
En ese sentido, para Pes, «es importante tener una hoja de
ruta, saber qué tipo de editorial quieres ser y qué contenidos ofrecer,
pero el mercado es tan cambiante que no es menos importante el saber
adaptarte a los cambios para sobrevivir».
Efectivamente, para sobrevivir al temporal de cambios y
apostar por la calidad sin miedo hay que tener unos buenos cimientos, y
Mónica Caballo resume muy bien los que la mayoría aseguran tener: «El
impulso a la relación con autores y lectores, el reciclaje y
actualización de conocimientos profesionales, técnicos y tecnológicos,
el pensamiento global y las nuevas formas de comunicación, interrelación
o distribución y promoción. Otros están por definir, como el o los
modelos de negocio más viables o lucrativos, las leyes locales en
relación con una actividad tecnológica o global, los apoyos
institucionales y la reconversión de lo más vetusto del propio sector».
Cuestión de cercanía
Si lo diseccionamos por partes, todas estas editoriales
inciden mucho en la necesidad de que el lector sienta mucho más próximo
al autor y la editorial reciba o vaya a buscar directamente sus
opiniones, su feedback, a través de las redes sociales y de redes de
lectores.
Como aporta Emiliano Molina, diseñador/maquetador muy
implicado en la lluvia de ideas que llevan por Twitter bajo el hastag de
#ebookspain estas editoriales pequeñas, «la relación autor-lector puede
trabajarse con charlas, debates, conferencias, etc. en vez de limitarse
a conceder entrevistas a medios o a dictar alguna conferencia. Las
experiencias más cercanas pueden generar un grado de conexión con el
lector que no se consiga de otra forma».
A fin de lograr mayor implicación del autor en todo el
proceso, no sólo en el de escritura, Mónica Caballo propone que, «como
editores 2.0, debemos ser además guías de los autores en relación con su
imagen digital, para quitarles miedos, facilitarles el trabajo y hacer
más pedagogía, explicarles cómo lo digital, lejos de perjudicarles, les
beneficia enormemente, por ejemplo, en la difusión de su obra y la
consolidación de su imagen de marca; cómo pueden pasar de trabajar en
solitario a utilizar la interacción con sus propios lectores o a
trabajar con otros autores en obras colectivas o de experimentación,
cómo su obra nunca se agotará (es un archivo digital siempre
disponible), cómo no es incompatible con el papel (impresión bajo
demanda, por ejemplo), cómo sus derechos pueden mejorar
considerablemente (de un 7-10% en la edición tradicional en papel hasta
quizás un 20-30% en la digital).»
En cuanto a la interacción de la propia editorial con los
lectores, María Costa, de Ideaspropiaseditorial.com celebra que «ahora,
gracias a las redes sociales, esos comentarios son visibles y directos.
Hace diez años, ponerse en contacto directo con un autor de éxito era
casi imposible; ahora los lectores, a través de tuits, le hacen llegar
sus comentarios de forma directa y hacen visible su contacto; todo esto
influye en la reputación de autor, editor y libro. Buscamos opiniones
antes de comprar un libro e incluso algunos buscadores de librerías on
line piensan por nosotros y nos hacen llegar recomendaciones de posibles
libros que encajarían con nuestros gustos literarios. Por ese motivo
hay que cuidar, más si cabe, al lector, monitorizando sus opiniones en
la red, ofreciéndole lo que realmente demanda y diseñando un catálogo
editorial a su medida sin perder la idiosincrasia del sello editorial».
En esa personalización todos están de acuerdo, en cambio,
surgen más reticencias a la hora de hacer estudios de mercado sobre lo
que más gusta o deja de gustar a los lectores, ya que, según Rebeca
Ruiz, «el gran inconveniente de los estudios de mercado, encuestas a
lectores o como quiera llamarse, es que se centran en lo que los
lectores ya saben que quieren leer y no en lo que les atrapará mañana,
cuando descubran partes nuevas de sí mismos. Si no nos regimos por un
estudio de mercado para elegir a nuestra pareja, ¿por qué hacerlo para
actividades tan caóticas como la lectura? Hay sistemas de sugerencia de
libros, como el de Amazon, que se basan en lo que compran los lectores
que coinciden a menudo con nuestros gustos. Pero son sistemas que siguen
tendencias: jamás intentan adelantarse a ellas con libros «diseñados»
para los lectores. No somos tan predecibles».
Emilliano Molina coincide en que «podría ser una opción 'de
masas', pero eso eliminaría el criterio editorial. No hay que olvidar
que la labor del editor no es sólo poner un libro (físico o virtual) en
el mercado, sino descubrir nuevos talentos, ayudar a los autores a pulir
sus obras y ofrecer textos de calidad. Fiarse sólo de lo que quiere un
sector del público (ya que es imposible saber lo que quieren todos)
significaría cerrar la puerta a las apuestas editoriales, a obras
consideradas 'difíciles' o, en general, a miles de textos que, por
desconocimiento o desinterés, nunca serían publicados si no fuera por el
olfato y el trabajo del editor».
Y eso las pequeñas editoriales no lo quieren. Aunque les
cueste la 'vida'. Para empezar, su idea es hacer actividades paralelas
al libro para estimular la lectura, como los talleres, cuentacuentos o
las Experiencias Lectoras de La Tortuga Casiopea.
Pero Talismán e-books se plantea realizar foros 100%
virtuales como clubs de lectura, mientras que Amalia López, de Sinerrata
Editores, ve una certeza invariable: «El contenido es el rey. Da igual
el formato, si tu contenido no es bueno, no tendrás nada. Si lo que
queremos es vender más libros, en mi opinión, no hay que hacer estudios
de mercado, sino campañas de fomento de la lectura».
Lo que pasa es que eso no tienen capacidad de hacerlo los
editores, sino, en todo caso, las Administraciones públicas, junto con
«formadores, educadores, libreros y bibliotecarios», enumera Mónica
Caballo.
Los editores bastante tienen con ir a ferias, buscar en
foros, asociarse y poner común ideas como las de EDITA Interactiva y
Grupo EDI; hacer alianzas entre editoriales, como la de Clásicos
Hispanos EDOBNE que describe José Calvo, su portavoz: «Como grupo de
investigación, al no contar con una estructura o recursos empresariales,
colaboramos con Musa a las 9, editorial que se encarga de la venta de
nuestros títulos en su web. Eso nos ha liberado a nosotros de ciertos
aspectos económicos, mientras que Musa a las 9 consigue que el resto de
su catálogo llegue al público al que nosotros nos dirigimos».
También se fijan en mercados más avanzados como el
estadounidense, porque la mayoría piensan en global, teniendo en cuenta
que el ebook no requiere de imprenta, de distribuidores, de envíos ni de
otros muchos gastos locales. Los editores no saben si estos
intermediarios desaparecerán, al menos no de la noche a la mañana, pero
desde luego tendrán que cambiar sustancialmente su actividad, por
ejemplo, acogiéndose a la impresión bajo demanda, que ahorra tinta,
papel y, sobre todo, stocks que acaban quemándose por no ocupar espacio
en los almacenes.
Todo esto les ahorra costes sustanciales, que han de ser
reinvertidos «en nuevas tecnologías para que este ahorro sea efectivo,
por lo que el impacto económico en el coste del libro no se va a notar a
corto plazo», advierte Rebeca Ruíz.
Explica pormenorizadamente los motivos Mónica Caballo: «Los
procesos que dejas de tener respecto al papel (almacenaje, impresión,
transporte, etc.) se compensan con nuevos procesos que también tienen su
coste (I+D, experimentación tecnológica, contratación de servicios
tecnológicos...)»
El concepto de publicación puede ampliarse frente al texto
estático o con ilustraciones y los contenidos se pueden enriquecer
ilimitadamente (audiolibros, hipertexto, interactuación, transmedia,
Apps...). Y además, prosigue Caballo, «la parte de promoción online
ahora es permanente y profesionalizada, lo que genera costes que antes
se resolvían con el alquiler de una sala y la presentación del libro una
vez al año por cada autor, y eso como mucho... Aparte, si a un autor se
le ofrece, justamente, un incremento de los beneficios por derechos de
autor de un 7-10% a un 20-30%, es dinero que también cambia de sitio
pero no desaparece».
Así que habrá que esperar a ver si las ventajas del digital
compensan los gastos y se puede abaratar al máximo el precio de los
ebooks de manera que todos, autores, editores, lectores y todos los que
intervienen en el proceso sigan ganando.
No era corrida concurso aunque se lidiaron ejemplares de
seis ganaderías diferentes. No hubo sorteo, cada matador había elegido
de antemano los hierros que quería lidiar. Se supone que también
eligieron los ejemplares de cada ganadería. Para ver anormal reclamo se
dieron cita un nutrido número de aficionados que casi llenaron los
tendidos de la plaza de Zafra, cuyo aforo no es exagerado, pero como
viene siendo habitual en casi todas las plazas no se consigue el ansiado
cartel de «no hay billetes», pero esto es lo que hay.
Ferrera se anunció con ejemplares de Vegahermosa, hermanos gemelos de los de Jandilla y otro de Victoriano del Rio.
El primero de ellos estaba gordo, con prominente morrillo.
Se desplazó bien en el capote y Ferrera lo paró con un racimo de
verónicas ganando terreno hasta los medios. Fue desde largo al caballo,
le dieron un picotazo y allí perdió las manos, recargó y se puso a
escarbar. Ferrera hizo un suave quite por delantales. Tuvo pies el toro
en banderillas arriesgando Ferrera en el tercer par. Lo sacó a medios
con la muleta y llevándolo muy tapado le sacó dos series de redondos.
Pronto acusó el de Vegahermosa su sosería y escasas ganas de embestir
amenazando con irse a tablas.
Se puso el torero sobre la mano zurda y el toro se rebrincó
en los muletazos, le costaba mucho seguir el engaño a pesar de los
esfuerzos del torero que, al final, acabó muleteándolo junto a tablas,
por dentro y en cercanías. Acabó con él de estocada entera desprendida.
En su segundo, de cambiantes embestidas quiso el torero
sacarse la espina. Tomó bien el capote pero también escarbó. Quiso
Ferrera realizar la suerte de varas y se subió al caballo de picar
mientras Morante le ejercía de peón de brega y le colocaba el toro en
suerte. No la tuvo Ferrera quien tras ser desmontado dos veces desistió
de su empeño. Poco picado el toro tuvo muchos pies en banderillas,
tercio en el que sobresalió el tercer par al quiebro.
Tuvo genio el de Victoriano del Río en la muleta, embestida
cambiante. A veces obedecía al engaño y lo seguía como en otras
ocasiones se le quedaba debajo al torero con muy poco recorrido. El
pacense lo probó en todos sitios, por los dos pitones, teniendo los
mejores momentos con la mano zurda a toro que acabó paradito. Mal con la
espada en dos metisacas, Saludó.
El primero de Morante, del hierro de Juan Pedro Domecq era
ejemplar de «anovillada» presencia. Por respeto al personal, sus
representantes nunca debieron embarcarlo, José Antonio es capaz con
otras cosas. La novillada se anuncia para hoy. La media verónica tras
tres delantales fue de cartel, al igual que las dos chicuelitas tras el
quite. Mano baja empleó para llevar a enjuto ejemplar que embestía a
cámara lenta motivo para lucirse el sevillano. Se puso con la izquierda
pero el toro ya andaba sin ganas, paradito y el torero solamente pudo
tirar apuntes, preciosos, eso si. Con la derecha sin poder profundizar.
Abrevió y dejó plasmada la plasticidad de su torero en los muletazos de
preparación para la muerte que se efectuó con pinchazo hondo y dos
descabellos.
Un bonito toro de Zalduendo fue su segundo donde ya pudo
dejar el sello de su toreo con un templado toreo a media altura que no
humilló al principio pero luego fue a más ante las caricias de la muleta
de Morante. Los mejores momentos sucedieron sobre la mano derecha que
era el mejor pitón hasta que apuntó ganas de irse. El final de faena,
con naturales a pies juntos fueron de los que dejan recuerdo. Una
estocada algo caída pero de gran efecto le sirvió para cortar su última
oreja de esta temporada.
El Juli se las vio en primer lugar con un ejemplar de
Daniel Ruiz, justo de cara, pero que tomó bien el capote en una serie de
verónicas cerradas con dos chicuelitas y un media de mano muy baja. Muy
largo lo puso al caballo. Acudió pronto al caballo. Lo señalaron. Por
bajo, con la pierna de salida genuflexa le indicó a 'Juguetón'- que así
se llamaba el toro- el camino a seguir. Respondió al envite el ejemplar
con humillada embestida.
En medios, con la izquierda, la muleta barriendo el ruedo y
engarzando los muletazos, El Juli fue construyendo una armónica y
poderosa faena sobre ambas manos al toro que embestía mucho, bien y con
la cara baja. Le dio tiempo entre series, todas en medios, adelantando
mucho la muleta, sin fisuras, ni un toque a la muleta, limpieza.
Finalizó con manoletinas, poco usual en el torero madrileño. Fue buena
la estocada al buen ejemplar que fue justamente premiado con la vuelta
al ruedo sin las dos orejas que estaban merecidamente en las manos del
torero. El sexto, de Garcigrande, fue ejemplar estrecho de sienes,
tocado arriba de pitones que cabeceó en la muleta, además de escarbar y
tener corto recorrido. Calamocheaba. El Juli estuvo muy por encima del
toro, protestón aunque fijo en el inicio del cite. Esta vez en el primer
intento con la espada hizo guardia, logrando una Casio entera al
segundo envite.
A hombros se lo llevaron de la plaza Julián en su última corrida en la región por esta temporada.
- No hay sector que esté más revolucionado que el editorial, especialmente por la llegada del e-book, que ha cambiado desde la forma de leer ...
Las pequeñas editoriales quieren 'comerse' el mercado digital-foto.
-foto. ELPERIODICO LA VANGUARDIA
Sus responsables tienen ideas claras y su estructura es más flexible que la de las grandes a la hora de modificar estrategias
No hay sector que esté más revolucionado que el editorial, especialmente por la llegada del e-book, que ha cambiado desde la forma de leer y hasta la de editar. Y ahí, Mónica Caballo Baldominos, analista, fundadora y propietaria de Talismán E-books, opina que «las pequeñas editoriales tenemos más flexibilidad a la hora de poder modificar estrategias o posiciones porque perdemos menos, pero las grandes, si quisieran, tendrían muchos más medios; por tanto, no veo ventajas ni desventajas, sino quizás la opción de acompasamiento o no con los tiempos, mentalidad flexible o no, y voluntad de mejora o conformismo con lo conocido...»Indirectamente, se refiere a las grandes editoriales convencionales, que, a juicio de Rebeca Ruiz, correctora y editora en un nuevo proyecto editorial, siguen atados «a su concepción del libro como un mero objeto de consumo. Las novedades tienen cada vez una vida más corta y todos quieren estar en la lista de los diez, de los veinte o de los cincuenta más vendidos, un ritmo de mercado impuesto por el cortoplacismo de los expertos en marketing que han colonizado las editoriales».Y eso es justo lo que no quieren las pequeñas editoriales, que apuestan por criterios «intelectuales, creativos, originales, novedosos, que aporten algo a la Humanidad que merezca la pena», concreta Mónica Caballo.La mayoría se guía todavía por una visión romántica del oficio, que busca la calidad, los autores aún no consagrados que creen que merecen una oportunidad, dentro de una línea editorial coherente, aunque a la vez sorprendente.Y, sobre todo, muchos coinciden con Noemí Pes, directora editorial de la editorial infantil La Tortuga Casiopea, en que publica «un original cuando algo me llega y creo que puede llegar al público». O, en palabras de Rebeca Ruiz, «publicaré lo que yo misma quiero leer, lo que me interesa, lo que me atrapa y eso me hará feliz tanto si vendo 50 ejemplares como si vendo 50.000. La cuestión es que cada pequeña editorial mantenga sus principios, porque esos principios son precisamente los que la distinguen de todas las demás editoriales».En ese sentido, para Pes, «es importante tener una hoja de ruta, saber qué tipo de editorial quieres ser y qué contenidos ofrecer, pero el mercado es tan cambiante que no es menos importante el saber adaptarte a los cambios para sobrevivir».Efectivamente, para sobrevivir al temporal de cambios y apostar por la calidad sin miedo hay que tener unos buenos cimientos, y Mónica Caballo resume muy bien los que la mayoría aseguran tener: «El impulso a la relación con autores y lectores, el reciclaje y actualización de conocimientos profesionales, técnicos y tecnológicos, el pensamiento global y las nuevas formas de comunicación, interrelación o distribución y promoción. Otros están por definir, como el o los modelos de negocio más viables o lucrativos, las leyes locales en relación con una actividad tecnológica o global, los apoyos institucionales y la reconversión de lo más vetusto del propio sector».Cuestión de cercaníaSi lo diseccionamos por partes, todas estas editoriales inciden mucho en la necesidad de que el lector sienta mucho más próximo al autor y la editorial reciba o vaya a buscar directamente sus opiniones, su feedback, a través de las redes sociales y de redes de lectores.Como aporta Emiliano Molina, diseñador/maquetador muy implicado en la lluvia de ideas que llevan por Twitter bajo el hastag de #ebookspain estas editoriales pequeñas, «la relación autor-lector puede trabajarse con charlas, debates, conferencias, etc. en vez de limitarse a conceder entrevistas a medios o a dictar alguna conferencia. Las experiencias más cercanas pueden generar un grado de conexión con el lector que no se consiga de otra forma».A fin de lograr mayor implicación del autor en todo el proceso, no sólo en el de escritura, Mónica Caballo propone que, «como editores 2.0, debemos ser además guías de los autores en relación con su imagen digital, para quitarles miedos, facilitarles el trabajo y hacer más pedagogía, explicarles cómo lo digital, lejos de perjudicarles, les beneficia enormemente, por ejemplo, en la difusión de su obra y la consolidación de su imagen de marca; cómo pueden pasar de trabajar en solitario a utilizar la interacción con sus propios lectores o a trabajar con otros autores en obras colectivas o de experimentación, cómo su obra nunca se agotará (es un archivo digital siempre disponible), cómo no es incompatible con el papel (impresión bajo demanda, por ejemplo), cómo sus derechos pueden mejorar considerablemente (de un 7-10% en la edición tradicional en papel hasta quizás un 20-30% en la digital).»En cuanto a la interacción de la propia editorial con los lectores, María Costa, de Ideaspropiaseditorial.com celebra que «ahora, gracias a las redes sociales, esos comentarios son visibles y directos. Hace diez años, ponerse en contacto directo con un autor de éxito era casi imposible; ahora los lectores, a través de tuits, le hacen llegar sus comentarios de forma directa y hacen visible su contacto; todo esto influye en la reputación de autor, editor y libro. Buscamos opiniones antes de comprar un libro e incluso algunos buscadores de librerías on line piensan por nosotros y nos hacen llegar recomendaciones de posibles libros que encajarían con nuestros gustos literarios. Por ese motivo hay que cuidar, más si cabe, al lector, monitorizando sus opiniones en la red, ofreciéndole lo que realmente demanda y diseñando un catálogo editorial a su medida sin perder la idiosincrasia del sello editorial».En esa personalización todos están de acuerdo, en cambio, surgen más reticencias a la hora de hacer estudios de mercado sobre lo que más gusta o deja de gustar a los lectores, ya que, según Rebeca Ruiz, «el gran inconveniente de los estudios de mercado, encuestas a lectores o como quiera llamarse, es que se centran en lo que los lectores ya saben que quieren leer y no en lo que les atrapará mañana, cuando descubran partes nuevas de sí mismos. Si no nos regimos por un estudio de mercado para elegir a nuestra pareja, ¿por qué hacerlo para actividades tan caóticas como la lectura? Hay sistemas de sugerencia de libros, como el de Amazon, que se basan en lo que compran los lectores que coinciden a menudo con nuestros gustos. Pero son sistemas que siguen tendencias: jamás intentan adelantarse a ellas con libros «diseñados» para los lectores. No somos tan predecibles».Emilliano Molina coincide en que «podría ser una opción 'de masas', pero eso eliminaría el criterio editorial. No hay que olvidar que la labor del editor no es sólo poner un libro (físico o virtual) en el mercado, sino descubrir nuevos talentos, ayudar a los autores a pulir sus obras y ofrecer textos de calidad. Fiarse sólo de lo que quiere un sector del público (ya que es imposible saber lo que quieren todos) significaría cerrar la puerta a las apuestas editoriales, a obras consideradas 'difíciles' o, en general, a miles de textos que, por desconocimiento o desinterés, nunca serían publicados si no fuera por el olfato y el trabajo del editor».Y eso las pequeñas editoriales no lo quieren. Aunque les cueste la 'vida'. Para empezar, su idea es hacer actividades paralelas al libro para estimular la lectura, como los talleres, cuentacuentos o las Experiencias Lectoras de La Tortuga Casiopea.Pero Talismán e-books se plantea realizar foros 100% virtuales como clubs de lectura, mientras que Amalia López, de Sinerrata Editores, ve una certeza invariable: «El contenido es el rey. Da igual el formato, si tu contenido no es bueno, no tendrás nada. Si lo que queremos es vender más libros, en mi opinión, no hay que hacer estudios de mercado, sino campañas de fomento de la lectura».Lo que pasa es que eso no tienen capacidad de hacerlo los editores, sino, en todo caso, las Administraciones públicas, junto con «formadores, educadores, libreros y bibliotecarios», enumera Mónica Caballo.Los editores bastante tienen con ir a ferias, buscar en foros, asociarse y poner común ideas como las de EDITA Interactiva y Grupo EDI; hacer alianzas entre editoriales, como la de Clásicos Hispanos EDOBNE que describe José Calvo, su portavoz: «Como grupo de investigación, al no contar con una estructura o recursos empresariales, colaboramos con Musa a las 9, editorial que se encarga de la venta de nuestros títulos en su web. Eso nos ha liberado a nosotros de ciertos aspectos económicos, mientras que Musa a las 9 consigue que el resto de su catálogo llegue al público al que nosotros nos dirigimos».También se fijan en mercados más avanzados como el estadounidense, porque la mayoría piensan en global, teniendo en cuenta que el ebook no requiere de imprenta, de distribuidores, de envíos ni de otros muchos gastos locales. Los editores no saben si estos intermediarios desaparecerán, al menos no de la noche a la mañana, pero desde luego tendrán que cambiar sustancialmente su actividad, por ejemplo, acogiéndose a la impresión bajo demanda, que ahorra tinta, papel y, sobre todo, stocks que acaban quemándose por no ocupar espacio en los almacenes.Todo esto les ahorra costes sustanciales, que han de ser reinvertidos «en nuevas tecnologías para que este ahorro sea efectivo, por lo que el impacto económico en el coste del libro no se va a notar a corto plazo», advierte Rebeca Ruíz.Explica pormenorizadamente los motivos Mónica Caballo: «Los procesos que dejas de tener respecto al papel (almacenaje, impresión, transporte, etc.) se compensan con nuevos procesos que también tienen su coste (I+D, experimentación tecnológica, contratación de servicios tecnológicos...)»El concepto de publicación puede ampliarse frente al texto estático o con ilustraciones y los contenidos se pueden enriquecer ilimitadamente (audiolibros, hipertexto, interactuación, transmedia, Apps...). Y además, prosigue Caballo, «la parte de promoción online ahora es permanente y profesionalizada, lo que genera costes que antes se resolvían con el alquiler de una sala y la presentación del libro una vez al año por cada autor, y eso como mucho... Aparte, si a un autor se le ofrece, justamente, un incremento de los beneficios por derechos de autor de un 7-10% a un 20-30%, es dinero que también cambia de sitio pero no desaparece».Así que habrá que esperar a ver si las ventajas del digital compensan los gastos y se puede abaratar al máximo el precio de los ebooks de manera que todos, autores, editores, lectores y todos los que intervienen en el proceso sigan ganando.
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