Las mujeres de 'Velvet'
La serie 'Velvet' estrena temporada. Nos acercamos a sus
personajes femeninos de la mano de sus actrices-foto- Aitana Sánchez-Gijón,
Paula Echevarría y Miriam Giovanelli.
La historia de
las mujeres de 'Velvet' es la de unas
luchadoras nacidas en una España de mediados del siglo XX
que las obligaba a ir a contracorriente por el mero hecho de ser
mujeres. Más ambiciosas o más conformistas, más visionarias o más
tradicionales, sobre sus hombros
cargaron con el peso de una ley y una sociedad que dejaba en la voluntad del hombre el presente y el futuro de
todas ellas, convirtiéndolas en acompañantes, en consortes, en testigos
de un tiempo que solo las permitía ver, oír y callar... Algunas se
alzaron contra esto,
rompieron las costuras del imperfecto vestido de esa España de los 50;
otras, y no por eso menos heroínas, vivieron bajo los cánones de la
época como baluartes de su familia. Las unas y las otras tienen cabida
en la serie 'Velvet', que este martes
estrena su segunda temporada. Son
las mujeres de 'Velvet', sus personajes y quienes dan vida a éstos.
-foto-Paula Echevarría es Ana en 'Velvet'-
"Doña Blanca es la jefa del taller de costura de las Galerías Velvet.
Es una mujer muy rígida, muy autoritaria, muy estricta con sus trabajadoras", explica
Aitana Sánchez-Gijón
sobre su personaje en la serie, "Es una mujer que tiene una gran coraza
a nivel personal porque ha sufrido mucho en la vida. Ha pasado por
cosas muy duras -más en esa época- como tener un hijo fuera del
matrimonio y tener que renunciar a él dándolo en adopción".
El
perfil de doña Blanca es el de una mujer cercana a los cincuenta años en
aquella España de transistores en la que acababa de llegar la
televisión. Como tantas mujeres de esa España, no se preguntaba si era
justo o no el lugar que ocupaban las de su género en la sociedad.
Acataba, pero sin resignarse a crecer. En su parcela, en el espacio que la vida reservaba para ella,
Blanca ha peleado palmo a palmo,
saltando los obstáculos que le hayan tocado saltar: "Es una mujer que
ha tenido que hacerse a sí misma. Pierde a su marido siendo joven y
tiene que criar a su hija. Encuentra en el trabajo el refugio y la razón
de su vida y lo lleva como una bandera. Pero claro,
detrás de esa coraza hay un ser de carne y hueso, con muchas heridas, con vulnerabilidades y también con sus pasiones sujetas. Poco a poco vamos viendo ese lado de Blanca que al principio no dejaba traslucir", cuenta Aitana.
En el fondo, Blanca es una mujer con poder. Con poder sobre otras mujeres, sobre las costureras de las Galerías. Jóvenes como
Luisa (Manuela Vellés), Rita (Cecilia Freire), Ana (Paula Echevarría), Clara (Marta Hazas)...
que pasando horas y horas frente a una máquina de coser o de escribir,
echan a volar su imaginación pensando en esos aires de libertad que
llegan de Francia o Reino Unido... Ellas (magníficamente interpretadas,
por cierto) sí pueden ver más allá del mundo que les rodea, sí pueden
atreverse a soñar a fabular; pero fueron pocas las jóvenes españolas
como ellas, de
clase media-baja en esos años 50, las que paseando
por la Gran Vía creían firmemente que su futuro podría ser escrito por
ellas. Los sueños, por lo menos, eran algo que ningún hombre ni ninguna
ley machista les podría quitar.
Aitana confiesa que se diferencia
de Blanca en muchas cosas, pero ambas son mujeres de gustos y vidas
sencillas: "Me gusta dormir, no tener que madrugar... es lo que peor
llevo de este trabajo. Pero
me gusta muchísimo venir y compaginar mi pasión que es actuar con mi vida personal que es mi familia.
Soy muy de familia, tengo una vida muy normal", afirma a la vez que
confiesa sonriente que echarse su agua de colonia por las mañanas le
pone de bien humor.
También con una sonrisa,
Aitana reconoce que suele tener que ver 'Velvet' al día siguiente de su emisión, grabada, porque por la noche en su casa priman otros entretenimientos.
Doña Blanca, por más que mande, no es ninguna adelantada, sino una mujer de su tiempo que debieron
echarse a la calle a trabajar para salir adelante
en aquella sociedad pergeñada para que fuera el hombre el que guiase a
su esposa y familia como si de mascotas se tratase. La joven Blanca
acabaría con una aguja en las manos y rodeada de patrones de costura: "
Su madre era modista y le enseñó el oficio.
Al principio renegaba de eso, pero poco a poco se fue apasionando",
explica Aitana. "En aquella época, ser costurera era muy habitual en las
mujeres que no estaban incorporadas en la vida laboral en otros ámbitos
que ahora sí. Yo
creo que el mérito de Blanca es que ha adquirido, con el paso del tiempo, un puesto de mucha responsabilidad. Eso sí, ha sacrificado su vida personal por el trabajo"
Aitana
por su parte sí vio claro, desde pequeñita, que lo suyo era meterse en
la piel de otros: "Mis padres eran profesores los dos, así que no había
antecedentes en mi familia, pero el ambiente era cultural. [Lo de la
interpretación]
empezó como un hobby, yendo a clases de teatro para niños y me fui enganchando, empecé a decir que quería ser actriz
y, por suerte, vivía en un ámbito en el que había personas
(periodistas) que conocían a gente que se dedicaba a hacer cine y
televisión. Así hice mi primera prueba y logré meter un piececito dentro
de la industria".
El personaje de Aitana en 'Velvet' afronta su presente con las heridas de un pasado complicado de olvidar que
estrangula sus deseos más pasionales
cuando, por ejemplo, encuentra a escasos centímetros de su boca los
labios de Max (Maxi Iglesias), un joven que bien podría ser su hijo.
Como
el de doña Blanca, otro personaje femenino -aún mayor en edad- se
incorpora en esta segunda temporada (algo se dejó entrever en el último
episodio de la primera) encarnado por otra no menos maravillosa actriz,
Ángela Molina.
Isabel, que así se llama llegará a las Galerías con un mensaje que
removerá todo, será portadora de un pasado que agitará el presente y
condicionará el futuro. Ella, una
mujer con una vida complicada, con el dolor de acompañante y la fuerza y la entereza como únicos recursos.
Ana, la transformación de la niña
Si
a 'Velvet' hay que colgarle una distinción, la más ajustada sería la de
ser una serie de personajes. Encarnados en sus actores y actrices de
tal manera que es complicado imaginar ese personaje en la piel de otros y
con un
guion que traza una reconocible evolución en todos ellos. Son personajes con arco narrativo.
Eso destaca sobre todo
Paula Echevarría,
protagonista de esta ficción, cuando se le pregunta cómo es Ana Rivera:
"En la primera temporada era más niña, más sumisa (hasta cierto punto,
porque carácter ha tenido siempre) y supeditada a lo que los demás
esperaban de ella. Más sufridora, en general.
Ahora ya va ser una mujer; no tan niña. Un poco más sofisticada. Vamos, que
las hostias de la vida ayudan mucho para aprender.
Ahora sí piensa en ella y ahora ya dice: 'quiero ser feliz, me merezco
ser feliz y voy a luchar por ser feliz'. Hay una evolución en ella
bastante grande".
Es precisa Paula explicando los tres pilares de
la transformación de su personaje: Ana se ha dado cuenta de que quiere
ser feliz, de que lo merece y de que está dispuesta a luchar por ello.
Como el resto de mujeres de 'Velvet', es imposible abordar un análisis
de su carácter sin encontrar la pelea y la lucha en su día a día.
También ha estado correcta Paula al referirse a "las hostias de la vida" como la enciclopedia de aprendizaje para Ana.
Las lágrimas fruto de ilusiones rotas y de sueños frustrados se han convertido en el mejor trampolín
para una chica a la que la vida la ha tornado en mujer y que ya no está
dispuesta a que nadie le diga lo que no puede llegar a ser. Máxime
cuando ella es muy consciente de que es así: "Ella
pretende ir más allá de ser costurera.
Es una mujer que no se conforma. Sabe que vale para otra cosa y quiere
ir a por ellos. En el capítulo 1 o 2 de la segunda temporada le surge la
oportunidad de diseñar una línea de uniformes para una compañía aérea
que se los encarga a 'Velvet' y
tendrá que diseñar ella misma esos uniformes mano a mano con Alberto Márquez [Miguel
Ángel Silvestre]. Eso también va a hacer que entre ellos surja otra
forma de vivir su relación. Ya no van a estar en el punto este de
amor-desamor constante".
Cuando la joven y humilde Ana soñaba con
casarse con el amor de su vida, el pudiente hijo del dueño de todo este
negocio de la moda (Alberto) las circunstancias y el peso de la clase
social puso ante ella un obstáculo insalvable en su relación con él:
otra mujer,
Cristina [Manuela Velasco],
que pese a mostrar educación y templanza en el trato con los de
estamentos inferiores, no dudará en recordar que, en aquella España,
ser rico era moral y legalmente mejor que ser un obrero.
Pero tampoco se puede decir que Cristina, con el dinero de su padre
como alfombra que acomoda el camino a recorrer, no hay sido una mujer
que ha luchado. Lo ha hecho y mucho, por aunar su futuro al del hombre
que ha amado sin mesura desde niña: Alberto.
La nueva Ana se
embarcará en la gran aventura de ir más allá, de convertirse en una
adelantada a su tiempo, de escribir su destino, de abandonar ese mundo
de costurera para tomar el lápiz y convertirse en diseñadora.
Profesión, la de diseñadora, tan vocacional como la de actriz, aunque
Paula confiesa que lo suyo con la interpretación no apareció desde un primer momento:
" Cuando me puse por primera vez delante de una cámara, hasta entonces
nada. De hecho, el primer casting al que fui era para presentadora.
Hice un programa durante meses antes de empezar como actriz...
Pero la primera vez que me puse delante de una cámara para interpretar
un personaje: ese día supe que yo quería estar ahí toda mi vida". Esta
experiencia le ha valido a Paula a desarrollar una muy racional teoría
vital: "Siempre digo que
la vida, por mucho que tú te empeñes en
tirar para un lado, te llevará por otro lado si es para lo que tú vales
en lugar de para lo que tú quieres. Y no te queda más remedio que
hacerle caso", comenta sonriendo, "Así que no sé qué es más importante:
la vocación desde pequeña y que luego te pierdas o, lo que me ha pasado a
mí, no vivir toda la vida angustiada por querer llegar a ninguna parte,
pero cuando llegué saber que era lo mío".
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