sábado, 11 de octubre de 2014

REVISTA MUJER HOY, EN PORTADA, DE CERCA, Lena Dunham: / CAFE, COPA Y FUTBOL, EL LOPEZ Y EL GRAN TEATRO,./ VIDA PRIVADA, EN DIRECTO, PROTAGONISTA, EL NUEVO FEMINISMO ES COOL,.

 TÍTULO: REVISTA  MUJER HOY, EN PORTADA, DE CERCA, Lena Dunham,.

Hablamos con ella de dietas salvajes, sexo y su deseo de ser madre. .... De ahora en adelante, solo puedo ser yo misma”. Palabra de Lena.

-foto--Lena Dunham: "De ahora en adelante solo puedo ser yo misma",.

Lena DunhamCon la serie Girls (donde se desnuda en todos los sentidos) se ha convertido en el icono de una generación. Pero todavía no lo sabíamos todo. Hablamos con ella de dietas salvajes, sexo y su deseo de ser madre.
Lo que hace tan excepcional a Lena Dunham, lo que marca en ella la diferencia, es lo tremendamente normal que es. No es la estrella friki de la pequeña pantalla que muchos caricaturizan, ni arrastra consigo un triste pasado. Aunque creció en un apartamento neoyorquino con unos padres artistas, explica que “aquello no era sinónimo de gente fumando hierba y haciendo el amor todo el día en el salón de casa”. Por el contrario, según ella, su infancia fue “muy conservadora”. 
Hoy es una sencilla y rellenita chica de 28 años que vive en Brooklyn (Nueva York) con su perro adoptado, Lamby, y un novio estable. Pero la diferencia entre ella y otras chicas de su edad es que Lena ha creado (dirige, escribe y protagoniza) Girls, una serie –que en España emite Canal Plus– que se caracteriza por su brutal realismo y su cruda naturalidad. Girls ha marcado un hito en la televisión y ha convertido a Dunham en un icono de su generación.
Hay quien se ha burlado de ella por ir a trabajar con el pelo sucio y vistiendo jerséis holgados y pantalones cortos. Además, exhibe su cuerpo desnudo en la serie (lo que irrita a miles de trolls en las redes sociales) y suele subir a Instagram fotos de sí misma devorando trozos de pizza.
El día de esta entrevista, en Nueva York, lucía un nuevo peinado, llevaba sombras negras en los ojos y vestía de blanco; además, estaba muy preocupada por no mancharse con un batido de frutas del bosque y unos huevos rancheros. “Estaba muy contenta con la ropa que había elegido, pero ahora empiezo a darme cuenta de que no fue una buena idea”.
Quedamos para hablar de la publicación de su primer libro, No soy ese tipo de chica (Espasa), mitad memorias, mitad ensayo incisivo sobre el mundo de hoy, un texto tan divertido, obsceno y desvergonzado como la serie que la ha hecho famosa. En su libro habla de todo y más sin tapujos: cómo fue perder la virginidad (“no tanto como una herida de arma blanca, sino como un dolor de cabeza”); el día que compró “un sinfín de medicamentos legales en el aeropuerto de Hamburgo”; qué dieta de choque siguió, a base de cetona de frambuesa y preparados de té laxante, por la que acabó en urgencias; los chicos que la plantaron y los que ella dejó plantados; su trastorno obsesivo compulsivo y su adolescencia problemática.
Y luego está ese “flechazo” con una pálida y esquelética dramaturga británica, Nellie, con quien se agarró una borrachera en Londres y se sintió angustiosamente unida a ella gracias a la escritura (ambas estaban de acuerdo en que es una herramienta perfecta para encontrar un poco de luz en un mundo lleno de mierda). Sus caras llegaron a rozarse, “jadeando como si estuviéramos bajo una tormenta de nieve”, con las manos unidas y mirándose a los ojos. “No pensaba que me fuera a besar, pero tampoco lo descarté”, dice comentando su experiencia más cercana a un encuentro lésbico. Páginas después, cuando cuenta que su hermana Grace sale del armario, Lena confiesa que se sintió fatal por no haberse dado cuenta antes.
Tampoco omite el “completo descontrol disociativo” que dio lugar a una desaforada relación con uno de los empleados de mantenimiento del rodaje. Ni los detalles de una dolorosa endometriosis que puede que la haya dejado estéril, a pesar de que le encantaría tener hijos. 
Una de las descripciones más agónicas del libro (y la que a ella le resultó más difícil) es la que no ahorra detalles sobre una relación sexual no consentida a la que Dunham evita llamar violación. “Invocarlo me trae un sinfín de miedo y dolor”. Según la actriz, estaban en un coche y habían bebido alcohol y consumido drogas cuando, sin darse cuenta, él la llevó hasta su apartamento, donde mantuvieron relaciones sexuales a las que ella no había dado su consentimiento. ¿Cómo logra gestionar una honestidad tan salvaje? “Necesito compartir todas esas experiencias –responde Dunham– o explotaría en soledad; quiero sentir que conecto con la gente”. No es ninguna sorpresa que lleve haciendo terapia desde los siete años, ni que sus lecturas favoritas sean “libros escritos por mujeres en tono confesional”.
Con todo, también ella tiene sus límites. “Intento airear cosas que, aunque sean dolorosas, me permitan seguir andando tranquila por la calle. De hecho, siento que aún hay una parte muy importante de mí misma que sigue dentro”.
Lucha contra los kilos 
Tal vez la confesión más sorprendente sea su lucha contra el sobrepeso, pues viene a reflejar que la relación con su cuerpo (que en la serie aparece desnudo y sin aparentes complejos) no es tan fácil como aparenta. Lena se ha enfrentado a una dieta extrema y ha reconocido que es una experiencia muy dura. “Hay algo íntimo y grotesco en ese compartir cada día con los demás lo que has comido; para acabar conduciendo hasta el hospital, llevando en el estómago esa rara combinación de alimentos, té laxante y toda esa mierda adelgazante que me estaba consumiendo”. En la actualidad, dice, ha renunciado a hacer dieta: “Porque, si no dejaba de contar calorías, iba a acabar en una profunda depresión”. 
Probablemente, lo que hace tan atractivos a Lena Dunham y a su libro no es solo su franqueza, sino esa actitud tan desprejuiciada. Odia que se critique a la cantante Miley Cyrus: “¿Por qué no puede vestir como le dé la gana? Tiene un estilo único y original”. Cuando le preguntas si es compatible ver pornografía y ser feminista, contesta: “Puedes hacer lo que te dé la gana y seguir siendo feminista”. Le horrorizan, sin embargo, esas fotos que se han filtrado hace poco de Jennifer Lawrence y otras actrices desnudas. “Decirle a las mujeres que no se saquen fotos desnudas con su móvil es el equivalente en internet al “Es que van provocando con esa minifalda”, es decir, toda una defensa del violador”. Y es que ella considera este tipo de fi ltraciones como verdaderos delitos sexuales: “Exponer el cuerpo de una mujer a la vista de todos sin su consentimiento es lo mismo que rasgarle las vestiduras a alguien en una plaza céntrica”.
Charlamos durante una hora, sobre todo sobre sexo, verdadera obsesión tanto en Girls como en el libro. Aun con todo, y en última instancia, Lena admite que ella, es en realidad, “una criatura profundamente monógama. Hemos vivido bajo la presión de vivir la sexualidad de una manera uniformemente despreocupada. En concreto, a principios de los 2000, había un plus en el hecho de entender las relaciones sexuales de las mujeres como las de los hombres. Pero las mujeres son distintas entre sí: algunas son promiscuas y otras no”.
Dejar de ser precoz 
Lena nunca ha probado con las páginas webs para ligar: “He sido siempre bendecida con relaciones con gente a la que conocía en el mundo real”. Desea tener hijos con su novio desde hace dos años, el cantante y compositor Jack Antonoff , si su endometriosis se lo permite. “El típico problema de siempre: ¿me dejará mi cuerpo seguir adelante con los planes que tengo para mi vida? Es algo que todavía tengo que descubrir”. No tiene intención de casarse, en cualquier caso, hasta que el matrimonio homosexual no haya sido legalizado en todo Estados Unidos, pues dice que lo último que quiere es restregarle su boda por la cara a su hermana Grace. 
Dunham tenía 24 años cuando su película Tiny Furniture [Muebles en miniatura] la dio a conocer, y 26 cuando la serie Girls empezó a emitirse. Ahora, con 28, parece estar despidiéndose de la veintena con este libro. En una escena de la serie, en la que su personaje Hannah celebra una fiesta por su 25º cumpleaños, expresa su pesar porque, a partir de ahora, nada de lo que haga será considerado precoz sino “acorde a su edad”. Pero Dunham, pese a sus ansiedades, no comparte ese temor. “Creo que es estupendo no volver a ser la persona más joven de la sala; me encanta que no sea lo que me define. De ahora en adelante, solo puedo ser yo misma”. 
Palabra de Lena 
-Sexting. “Decir “No te saques fotos desnuda” es el equivalente en internet al “Es que van provocando con esa minifalda”, esto es, la defensa del violador.”
-Su cuerpo. “No hay nada en mi vida, salvo salir como modelo de traje de baño en Sports Illustrated, que mi cuerpo no me haya dejado hacer.”
-Abusos. “Los encuentros sexuales pueden ser confusos, pero las mujeres saben cuándo algo está siendo incómodo y no lo que esperaban o querían”.

TÍTULO:  CAFE, COPA Y FUTBOL, EL LOPEZ Y EL GRAN TEATRO,.

 Quise ir a ver 'El castigo sin venganza' al Gran Teatro de Cáceres y reservé las butacas. Pero se suspendió la función porque no , foto,.

El público pacense es muy «teatrero», el cacereño, más de monólogos,.

El actor Quique San Francisco representando un monólogo. :: HOYEl año pasado por estas fechas, quise ir a ver a Enrique San Francisco al López de Ayala y compré la entrada por Internet, pero no hubo público suficiente, la función se suspendió y me devolvieron el dinero. Hace 15 días, quise ir a ver 'El castigo sin venganza' al Gran Teatro de Cáceres y reservé las butacas. Pero se suspendió la función porque no habían vendido entradas suficientes y la reserva quedó anulada. En contraposición a estas cancelaciones, Quique San Francisco llenó el Gran Teatro el sábado pasado y en Badajoz, donde es extraño que se suspenda una función dramática, se acaba de presentar el gran cartel, como siempre, de su festival teatral de otoño.
De estos hechos se podría deducir que Cáceres es una ciudad de monólogos y Badajoz, una ciudad de teatro. No, no es así, no simplifiquemos, pero algo de eso sí que hay. Porque he asistido a bastantes representaciones teatrales en Cáceres con 100 espectadores, algo raro en Badajoz. Pero los monólogos. ¡Ay los monólogos! En Cáceres, cada vez que un famoso o famosillo se sube al escenario del Gran Teatro y suelta su rollo más o menos ocurrente y más o menos machista, aquello es una fiesta. El patio de butacas y el gallinero están llenos. El público acude con las galas de las fiestas, se hacen fotografías en los pasillos y los palcos y, una vez comenzada la parrafada, las risas se suceden entusiastas dejando a quien no se ríe ni a la de tres con la extraña sensación de sentirse rarito, aburrido, incluso poco inteligente por no ser capaz de pillar la gracia a la sarta de tópicos y lugares comunes que se suceden bajo los focos.
Sin embargo, en Badajoz, donde también se representan monólogos, los contratan con mucho tiento no vaya a pasarles como con San Francisco y haya que suspender. ¿Será que los de Badajoz se ríen menos, o pillan peor los chistes, o será que son más exigentes, más «teatreros», no se conforman con cuatro chistes previsibles y prefieren un conflicto bien armado, una dramaturgia trabajada y unos personajes menos simples que un tipo ante un micrófono soltando gracias al estilo «escenas de matrimonio»?
'El castigo sin venganza', la representación que se suspendió días atrás en Cáceres, venía directamente del teatro Globe de Londres. Bajo la dirección de Ernesto Arias, la compañía Rakatá, de la Fundación Siglo de Oro, representó por primera vez en el mítico teatro isabelino una obra en lengua no inglesa: este «castigo» escrito por Lope de Vega en 1631, ya con 68 años. La representación fue un hito en la historia del teatro inglés, que la prensa española destacó convenientemente. Pues bien, del éxito clamoroso de Londres vinieron a Cáceres y hubo que suspender porque aquí, ni caso.
La devoción cacereña por los monólogos es devoción por el teatro en Badajoz. Eso sí, en el López de Ayala no hay tanta fiesta cuando toca función, que ya se sabe que los «teatreros» son más contenidos, no se fotografían en los pasillos y encaran la fiesta escénica más con ojo selectivo y mirada distante que con ese aire diletante, festivo y proclive al todo vale del espectador de monólogos.
Decía Miguel Murillo, director del López de Ayala, en la presentación del programa del Festival de Teatro de Badajoz, que el público que se sienta en las butacas del López de Ayala es crítico, muy crítico. Y las compañías extremeñas lo saben: en el López de Ayala se la juegan y es ahí donde se mide con más exigencia la calidad de cada nueva producción. En Cáceres, cada ve hay más público con cultura teatral, pero quienes se la juegan aquí son los monologuistas. Y siempre salen triunfantes.

TÍTULO:  VIDA PRIVADA, EN DIRECTO,  PROTAGONISTA,  EL NUEVO FEMINISMO ES COOL,.


Emma es una de las actrices más implicadas, foto,.
 Estrellas de Hollywood y grandes divas del pop han reabierto el debate, mientras se posicionan a favor o en contra de la lucha por la igualdad de género.
Cuando tenía ocho años, me llamaron mandona porque quería dirigir una obra de teatro. Cuando tenía 14, empecé a ser sexualizada por ciertos medios de comunicación. A los 15, mis amigas empezaron a dejar los equipos de deporte para no parecer masculinas. 
Emma WatsonA los 18, mis amigos varones no podían expresar sus sentimientos. Decidí que era feminista”. Estas fueron las palabras que la actriz Emma Watson pronunció en septiembre ante las Naciones Unidas. Un discurso que le valió la amenaza de divulgar imágenes suyas desnuda en la Red como “castigo”. La amenaza no se cumplió, pero ejemplifi ca lo que supone para una actriz posicionarse. Una senda difícil no apta para todos. “No me considero feminista porque amo a los hombres”, declaró en mayo la joven estrella hollywoodiense Shailene Woodley.
A ella también le llovieron las críticas, pero no las amenazas. Sobre todo, la acusaron de estar desinformada. Para muchos, sus palabras confirmaban que las nuevas generaciones, y en especial sus iconos, no entienden el feminismo. Aunque Woodley no ha sido la única en expresar esta idea. “No soy feminista. Celebro la cultura del hombre americano: la cerveza, los bares, los coches…”, afirmó Lady Gaga en 2009.
Pero, ¿por qué mujeres jóvenes (y tan transgresoras como Lady Gaga) consideran la etiqueta de feminista tan alienante que prefi eren evitarla? En realidad, esta postura no es exclusiva de las estrellas más recientes. Susan Sarandon, cuyo compromiso social está fuera de toda duda, tampoco quiere abanderar la causa de Emma Watson: “Soy humanista, no feminista”, explicaba en una entrevista a esta misma revista hace unos años. Una definición que Sarah Jessica Parker le ha copiado en más de una ocasión.
Sin medias tintas 
Las estrellas de Hollywood que se atreven a manifestarse a favor del feminismo siguen siendo minoría. Otra cosa no tendría sentido en una industria en el que solo el 15 % de las películas tienen una protagonista femenina. Meryl Streep o Emma Thompson –autodefi nidas como “feministas de carné”– llevan décadas denunciando este agravio comparativo. “Me he quitado los tacones como un acto de reivindicación feminista. ¿Por qué los llevamos? Son muy dolorosos”, dijo Thompson recientemente en una entrega de premios.
Una vía, la de la reivindicación, que algunas jóvenes estrellas están empezando a seguir. “En el cine existe una representación muy exigua de nuestra historias, igual que pasa en la política o los negocios. Eso es feminismo: reconocer que seguimos sin ser iguales”, ha denunciado Keira Knightley. Claire Danes, Ellen Page o Natalie Portman también han denunciando el sexismo que todavía impera en el cine. “La falacia en Hollywood es que, si estás haciendo una película feminista, la mujer tiene que ser una chica dura que al final gana. Y eso es machista”, ha explicado Portman.
Incluso Chloë Grace Moretz, de 17 años, ha opinado: “El feminismo no es odiar a los hombres. Se trata de luchar contra la desigualdad, de tener las mismas oportunidades y el mismo salario”, explicaba a Mujer hoy. ¿Llegará la igualdad al cine de la mano de estas nuevas celeb”? Una cosa está clara, al menos ellas no tienen miedo a las etiquetas. 
Las comprometidas
Algunas celebrities se toman el feminismo muy en serio. A Lena Dunham, directora y protagonista de la serie Girls, le enerva la desinformación de sus coetáneas. “Feminismo no es una palabra sucia. No es que seamos un grupo de perturbadas que quieren dominar el planeta y eliminar a los hombres”, asegura. La cantante Taylor Swift agradece, de hecho, a Dunham el haberle descubierto el verdadero significado del feminismo. La actriz Olivia Wilde es más de hechos que de declaraciones. Además de participar en una campaña de visibilidad sobre la necesidad del feminismo hoy, ha posado para una revista dando de mamar a su bebé. No era una sesión de fotos más, sino un acto reivindicativo a favor de los derechos de la mujer. 
Las polémicas 
Las divas del pop siempre han tenido que hilar un poco más fino. Por un lado, apelan al girl power ejerciendo de iconos para millones de adolescentes. Por otro, resultar sexy y provocar sobre el escenario (perpetuando así estereotipos de género) es prácticamente un requisito de su trabajo. La cantante Miley Cyrus es la mayor representante de este dilema. “Siento que soy una de las mayores feministas del mundo –dice–, porque le digo a las mujeres que no deben tener miedo de nada”. Aunque ella no vea ninguna contradicción en definirse como feminista y ser, a la vez, el paradigma de la artista hipersexualizada, siempre provocadora en el escenario, muchos consideran que su postura es, cuanto menos, controvertida.
Beyoncé es más esquiva en sus palabras: “Puede ser una palabra algo extrema, pero supongo que me considero una feminista. Creo en la igualdad. ¿Por qué hay que etiquetarse?”. A pesar de sus reservas, hace unos meses abanderó una campaña, Ban Bossy, para que deje de coartarse el espíritu de liderazgo de las niñas tildándolas de bossy (mandonas).
Las contrarias 
El sector más conservador de las celebrities también se manifiesta sin complejos.”El feminismo no me resulta interesante”, ha dicho la cantante Lana del Rey. La actriz Gwyneth Paltrow asegura que ser madre y esposa hace de ella una mala feminista. Y Cameron Diaz ha afirmado: “No me gustan las etiquetas. Todo es relativo. ¿Por qué estamos luchando? Si es para tener lo mismo que los hombres, ¿es eso lo que realmente queremos?”, ha llegado a decir. No es su única frase controvertida. “Todas las mujeres quieren ser vistas como objetos. Siempre hay una pequeña parte de ti que lo desea. Y creo que es saludable”, afirmó en una entrevista en 2012.
Las oportunistas 
Subirse al carro del feminismo puede ser más fruto del cálculo que de la ideología. Lily Allen o Katy Perry, después de haber renegado públicamente del movimiento, se han retractado y se han unido rápidamente a las filas de las reivindicativas. “Antes no entendía el significado de esa palabra y ahora sí. Significa que me quiero a mí misma como mujer y que también quiero a los hombres, así que… ¡Claro que soy feminista!”, ha explicado. Es difícil decir si lo suyo es convicción o la calculada estrategia de sus publicistas. Más que nada porque, en la era de los hashtag y los trending topics, el feminismo se ha convertido también en una moda. O, mejor dicho, en un accesorio.
La firma Dimepiece, por ejemplo, comercializa una camiseta superventas (sobre todo, porque Cara Delevingne es fan) con el mensaje “Ain’t no wifey” (no soy tu mujercita). Más explícita todavía es la marca neoyorquina Married to the Mob, que estampa en prendas y complementos la leyenda “Fine ass feminist” (feminista maciza).
Ellos también se pronuncian 
El activismo por la igualdad de género no es solo cosa de mujeres; muchos famosos también han expresado sus opiniones. El último, el propio Karl Lagerfeld, que convirtió hace unos días en una manifestación reivindicativa el último desfile de Chanel. Pero quizá el más militante es el actor Joseph Gordon-Levitt: “El género no tiene que definir quién eres, puedes ser quien tú quieras, seas hombre o mujer. Ninguna categoría puede describir a una persona porque cada persona es única. Eso es lo que el feminismo significa para mí y, por eso, me declaro feminista”.
No es el único. Ryan Gosling se ha quejado amargamente de la “sociedad patriarcal que trata de controlar cómo se representa a las mujeres en la gran pantalla” y Andrew Garfield (el último Spiderman) ha apelado a la “parte femenina” de todos los hombres. En 2011, Daniel Craig se vistió de mujer (con vestido, peluca, pendientes y tacones) para convertirse en imagen de una campaña que reclamaba la igualdad de género. Y el año pasado, Mark Ruffalo contó la experiencia personal de su madre para defender los derechos reproductivos femeninos. Otros, como el cantante y actor John Legend, llaman al activismo: “Todos los hombres deberían ser feministas. Si ellos se preocuparan por los derechos de las mujeres, el mundo sería un sitio mejor”.
 

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