Espero con muchos nervios el reencuentro con el público del López,.
- foto--Manu Sánchez actor,.
El domingo continúa su particular salto del monólogo al teatro con el espectáculo 'El último santo',.
El televisivo Manu Sánchez llenó el López de Ayala con el 'El rey solo' hace pocos meses. Lleva más de dos años girando por España con este monarca tan particular y el domingo a las 19.00 horas vuelve a subirse a las tablas del teatro, pero ahora dando vida al mismísimo diablo. 'El último santo' nos presenta a un satán disfrutón y cercano.
¿Qué tienen en común el satán de ahora con el rey solitario?
Son personajes con los que de entrada la gente no suele empatizar,
pero que sin embargo al poco tiempo de sentarte en la butaca y escuchar
la historia empiezas a identificarte con él. Son muy grandilocuentes y
nos ayudan a ver las cosas desde abajo. Y eso la gente lo agradece. Es
un placer meterse en personajes de este tipo.¿Qué va a encontrar la gente el domingo?
Se van a encontrar un espectáculo completamente nuevo con respecto a lo del 'El rey solo'. Guardo con mucho cariño la actuación de Badajoz por el éxito y lo bien que lo entendió. La experiencia con el público del López fue muy agradable, por eso espero con nervios el reencuentro del domingo.
¿Por qué es un placer hacer de satán?
Porque aquí hemos querido dar un paso más. Es todo más teatral, una
apuesta por la escenografía y nos hemos encontrado con un personaje, el
mismísimo satán, que resulta ser muy disfrutón. Tienen su punto de
crítica y llevaremos a análisis la sociedad actual en forma de los siete
pecados capitales.
Humor y reflexión.
A satán lo expulsaron del paraíso por sucumbir a la pereza, la gula,
la soberbia... Y la sociedad actual tiene tanto de pecaminosa como el
propio diablo. Hoy todos hemos caído en manos del mercado gourmet, nos
apasionan las estrellas michelín y la gastronomía. La gula está bien
vista. Satán era soberbio y ahora nos convencen de que debemos ser uno
mismo, de que nos tienen que aceptar. Hay 'coaches' para multiplicar tu
ego. Disfrutamos de nuestro ocio, viajamos, nos relajarnos, en cierto
modo somos unos perezosos. Al final llegas a la conclusión de que
estamos hechos a su imagen y semejanza.
Más disfrutar y menos sufrir.
Nadie ha demostrado si hay vida después de la muerte, pero sí sabemos
que hay vida antes de morirnos y quizá sea buena idea empezar a
disfrutarla. Por eso te identificas con este tipo de demonios, no genera
rechazo. Es un lujo de personaje. Al demonio le cabe mucho. Estamos
arrancando y queríamos que Badajoz fuera uno de los primeros sitios en
agradecimiento por la experiencia anterior.
Por lo que cuenta, 'El último santo' tiene vocación de continuidad.
Es un proceso muy lógico. Con la gira de 'El rey solo' haces acopio
de experiencias. Sabes lo que funciona, lo que gusta al público y nos
apetecía mucho poner algo nuevo en el teatro aprovechando todo eso.
Estamos empezando a disfrutarlo ahora. El texto se va modificando
conforme nos van sucediendo maldades.
¿Prefiere escribir un texto teatral para usted o para los demás?
Nosotros empezamos como factoría de guiones. La productora fue
ganando competencias y asumiendo otros procesos creativos, pero uno de
los servicios con los que más disfrutamos es precisamente ése. Al
defender un texto propio llevas el estudio de mercado contigo. Ves lo
puede encaja y lo que no. Lo de escribir un guión supone también un
ejercicio de antelación de lo que puede divertir a la gente. Esa
anticipación resulta más fácil cuando conoces mucho al público. Hay que
buscar sorprender y eso sólo se consigue arriesgando.
Aquí arriesga más que en un monólogo.
En primer lugar es un desgaste físico porque son dos horas de
espectáculo. Llevamos muchos años haciendo monólogos y hay que dar el
salto al teatro con mayúsculas. En el proceso creativo, el monólogo
implica a menos gente. Aquí el texto es una herramienta más.
Escenografía, personaje, luces, vestuario, dramaturgia... Sumas
elementos. En realidad no deja de ser un soliloquio, pero la gente tiene
claro que esto es una obra de teatro y no un monólogo.
Se le ve cómodo como demonio.
Estoy cómodo porque he disfrutado mucho creándolo y ahora
mostrándolo. También ves que la gente se lo pasa en grande y nunca
dejamos de aportar crítica social. Aquí sirve para hacer balance, ahora
que estamos a principio de año es un buen momento. Es un montaje muy
abierto. Igual que ocurre con 'El rey solo', por eso animo a que la
gente se anime el domingo.TÍTULO: MUERE PIERRE BOULEZ MÚSICO A LOS 90 AÑOS,.
ADIÓS A UN GENIO DE LA MÚSICA CONTEMPORÁNEA
-foto--Muere Pierre Boulez, uno de los grandes músicos del siglo XX
El compositor y director francés, revolucionario de la música clásica, falleció a los 90 años en su casa de Alemania,.
- Pierre Boulez: "A mí lo que me mueve es la transgresión",.
- La muerte ha alcanzado a uno de los más grandes nombres de la cultura del siglo XX:
Pierre Boulez. Le han faltado solo dos meses para alcanzar los 91 años,
pero lo esencial de su leyenda se sitúa en el siglo XX, el siglo
moderno. Había nacido en la localidad francesa de Montbrison el 26 de
marzo de 1925 y falleció el martes en la ciudad alemana de Baden-Baden,
donde mantenía su residencia desde los años sesenta.
Pese a ello, Pierre Boulez ha sobrevivido a la casi totalidad de sus compañeros de aventura en la conformación de la música de vanguardia. Karlheinz Stockhausen había fallecido en 2007; Luigi Nono, en 1990; Luciano Berio, en 2003; y György Ligeti, en 2006. Era, pues, el último de la brillante generación de Darmstadt, nombre de la ciudad alemana en la que se probaron los jóvenes de la posguerra en un Festival acogedor para la revuelta e irrepetible en nuestros días.
Para quienes sabían de la mala salud del compositor y director —en la entrega de los Premios Fronteras de Conocimiento de la Fundación BBVA de 2014 quedó evidenciado su deterioro físico— el balance parecía ya establecido pero sus seguidores seguían temiendo el punto final de este gigante de la modernidad. Con él desaparece el último vanguardista musical del siglo XX.
A la hora del balance queda claro que su reputación en la historia se construirá sobre la composición. Su hercúlea carrera como director de orquesta, su omnipresencia en la creación y gestión de instituciones musicales, su afilado carácter como polemista y ensayista, sus controversias, no pocas veces ácidas, y en fin, la espuma de su temperamento creador dejarán paso a una reputación que se reservará a lo que siempre queda y atraviesa el tiempo: su música.
Esta música tuvo un arranque fulgurante: ya a los 20 años, Pierre Boulez lanza al rostro de los acomodaticios una Sonatina para flauta que aún hoy cuesta digerir (en el homenaje que le brindó el Círculo de Bellas Artes de Madrid hace pocos años al concederle su Medalla de Oro se interpretó esa composición, y su autor habló del ambiente del Conservatorio de París en aquella ciudad recién liberada de la ocupación nazi: “No se hace usted idea de lo que era aquello”).
Su primer y gran desafío consistió en convertir el procedimiento de la serie dodecafónica schoenbergiana en un modelo general. Para ello partió de los análisis rítmicos de Messiaen a partir de La consagración de la primavera, de Stravinsky. Luego, siguió sus intuiciones, y todas ellas le llevaron hacia una síntesis que cuadraba sólidamente con el estructuralismo imperante en el entorno cultural francés. Pero los modelos fríos y esquemáticos le disgustaban hasta que al fin concibió una obra determinante: Le marteau sans maître, a partir de los poemas de René Char y con unas sonoridades que evocaban desde el gamelangindonesio hasta la ductilidad rítmica de los ragas de la India. Los años cincuenta aún no habían llegado a su mitad y la música de vanguardia había encontrado su canon.
La superación de esa obra maestra llegó a través de las enseñanzas del pintor Paul Klee, cuyas lecciones de la Bauhaus devoraron tanto Boulez como Stockhausen. Y, cuando su obra se encaminaba hacia la perfección, llegó la pausa, argumentada por la tremenda dedicación a su triunfante carrera como director orquestal y como gestor básico del modelo francés (creación del Ensemble Intercontemporain; del IRCAM, otra paradoja, él que desconfiaba de la electrónica, al frente del gran laboratorio hermano del Centro Pompidou; la Ópera de la Bastilla, la Cité de la Musique, recientísimamente, el nuevo Auditorio de esta misma Cité, rebautizada como Philharmonie Paris…).
En suma, su actividad casi incansable durante setenta años de oficio comienza desde ya a enmarcarse en esas apenas tres décadas de creación compositiva a partir del año cero de su muerte. Una historia con un fuerte olor a posguerra, a furia creadora existencialista y a pasión por establecer sólidas redes estructurales en el lenguaje musical de una Europa joven y huérfana a causa de la temible II Guerra Mundial, que hermanó el pensamiento alemán con el francés como nunca se había visto. Y Boulez fue su adalid. Quizá el siglo XXI, que ya no tiene más remedio que nacer, vea todo esto de manera algo borrosa y puede que incomprensible. Pero la historia futura y los oídos mejor educados harán justicia a una música digna de la conquista del espacio y de las generaciones que lo soñaron.
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