sábado, 2 de enero de 2016

MUJERES EN PRIMERA LÍNEA - MARTINA KLEIN MODELO ,. / NOCHE LARGA ASCENSO Y CAIDA DE LUISITO,.

TÍTULO: MUJERES EN PRIMERA LÍNEA - MARTINA KLEIN MODELO,.

Martina Klein, escritora, modelo y actriz-foto--Martina Klein (escritora, actriz y modelo): "Me daban envidia las modelos más delgadas, pero mis virtudes eran otras",.

Tras dejar la pasarela, nos sorprendió con su vis cómica. Ahora triunfa con sus historias para niños, libros basados en la familia que ha formado con Álex Corretja.
Si en el DNI de Martina Klein, al lado de "Buenos Aire, 1976", hubiera que poner su profesión, no habría espacio suficiente. Modelo, presentadora, actriz, humorista y, desde hace unos meses, también escritora. Pero ella no acaba de sentirse cómoda con ninguno de esos calificativos, ni siquiera con el de modelo.
"Me ha ido bien porque he sido muy tenaz, pero siempre tuve la sensación de que no terminaba de arrancar. Nadie me ha regalado nada, pero yo sé que podría haber llegado más lejos como modelo. Cuando era más joven, mis limitaciones fueron físicas porque yo no era un palo, y sé que me hubiera ido mucho mejor siendo más delgada, pero nunca he sido capaz de ponerme a dieta. Y en esta profesión, si no entras en un pantalón, no desfilas, porque hay miles de chicas que sí caben.
Entonces yo sufría y me decía a mí misma: "A ti qué mas te da; tus virtudes son otras...". Pero ese trabajo me encantaba y veía a esos palillos desfilando y pensaba: "¡Qué envidia!". La verdad es que he librado una batalla interior".
Sí, la que habla sin abandonar su carismática sonrisa es Martina Klein, una de nuestras mejores modelos, una de las más polifacéticas de esa generación de tops irrepetible Eugenia Silva, Inés Sastre, Laura Ponte, Nieves Álvarez, Esther Cañadas... que está en torno a los 40 años pero sigue copando páginas en las revistas. Espontánea, atlética, simpática, versátil... Gusta por igual a hombres y mujeres, y lo hace sin despertar suspicacias. "Al final, ese va a ser mi sello y me encanta. Gracias a eso, y a que he llegado a la gente siendo así, he podido trabajar en muchos campos. ¿Que si me arrepiento de alguna cosa? Pues sí y no porque lo que me está pasando a nivel personal y profesional está muy bien. Ya no uso una talla 36, ni probablemente una 38, pero a estas alturas no tienes que demostrar nada", reflexiona.
Una de aventuras
Y en ese viaje en busca de sus propios límites ahora le ha tocado ponerse a prueba como escritora. Lo cierto es que lo llevaba haciendo desde hace años, con columnas en diferentes medios, pero convertirse en la autora de una serie de libros infantiles son palabras mayores. Empezó hace solo unos meses y ya va por la tercera entrega, ¡Zasca! T-Rex son multitud (Ed. Montena). "A mí siempre me ha gustado escribir y he recibido muchas propuestas, pero no acababa de lanzarme. Me daba mucho respeto y tenía claro que quería escribir sin ayuda. Así que, cuando surgió esta idea, pensé que era abordable".
Luego vino el pánico ante el folio en blanco y Martina decidió inspirarse en su propia familia. "Los tres personajes de ¡Zasca! se parecen bastante a mi hijo Pablo y a las niñas de Alex [Corretja], y tengo muy presentes las vivencias que yo tuve a su edad. Los tiempos han cambiado, pero la esencia de la infancia es la misma: te gusta que las cosas sucedan a escondidas de tus padres, vivir una aventura... Así que he cogido todas esas cosas que a mí me emocionaban y ha salido esto".
Y "esto" le está dando más satisfacciones de las que esperaba. "¡Es tan bello cuando las madres te dicen que sus niños se ríen a carcajadas! O te cuentan que nunca leían y ahora viven pegados al libro. De alguna manera, formo parte de sus vidas y para mí, que he puesto el corazón en muchas cosas, es maravilloso. Yo recuerdo los libros que mi madre me regalaba y los autores que me gustaban... Pero ahora es muy difícil conseguir que los niños se entretengan leyendo. Es más fácil mirar una pantalla, pero cuando un libro consigue que tu mente se dispare... Y ser la puerta para que ellos vivan esa sensación por primera vez es increíble".
Modern family
Martina tuvo a su hijo Pablo hace 11 años con el cantante Alex de la Nuez, con quien mantuvo una larga relación, pero hace cinco unió su vida a la del tenista Alex Corretja, se trasladó de Madrid a Barcelona "me encanta vivir aquí", explica, y juntos forman el club de los cinco. "Ha sido como juntar dos montañas, porque somos una familia reestructurada, un puzle. No voy a negar que ha supuesto un duro trabajo por nuestra parte, de los ex, de los abuelos..., pero muy enriquecedor, porque cuando ves que las piezas encajan, que has creado una familia, que no es la típica, pero es una familia, es muy gratificante".
¿Y cómo es como madre? "Estoy descubriendo que hay unos esquemas de padres e hijos pero que, en la vida real, cada uno hace lo que puede. Trato de vivir momentos intensos con los míos y los convencionalismos me ponen un poco los pelos de punta. Me gusta improvisar y hacer cosas que nos enriquezcan".
La vida de Martina también ha sido así, abierta a experimentar y sin miedo a descalabrase. Por eso, apenas superados los 20, se tomó un descanso y probó de todo: danza, pintura, arte dramático... Y a juzgar por su currículum, sigue con el pie en el acelerador.
Mundo fashion aparte, empezó en 1993 protagonizando un vídeo de Miguel Bosé y desde entonces la hemos visto de contertulia o contando chistes en diferentes programas, como actriz en Águila Roja y, este año, de vuelta a la televisión con Javier Sardá. "Me gusta mucho la tele si estoy donde tengo que estar, conociendo mis limitaciones y confiando en mi naturalidad. No creo que sea un talento, pero por suerte no me cuesta. Y sobre la idea de ser actriz, si realmente me apeteciera mucho, tendría que formarme y no es lo que me pide el cuerpo".
¿Y en esa vorágine, hay espacio para volver a ser madre? "Me da pena no vivirlo otra vez, tener un hijo de los dos, pero también me da pereza. Los otros son mayores y Alex y yo disfrutamos de nuestros momentos a solas. Y eso no sé si se perdería. Un niño revoluciona todo y lo que tenemos nos ha costado mucho".

TÍTULO:  NOCHE LARGA ASCENSO Y CAIDA DE LUISITO,.

Ascenso y caída de Luisito - foto,.

Ascenso y caída de Luisito
  • Lo mismo se gastaba 600.000 euros en ropa un día, que contaba que era sobrino de Carmen Lomana... hasta que lo detuvo la Policía,.

    Aveces, España produce personajes deliciosos que parecen llegados al mundo con el único propósito de que los reporteros escribamos sobre ellos. Este se llama Luis Rodríguez Toubes, aunque le conocen por Luisito y a él le gusta que le trataran de don. Don Luis. En el barrio de Salamanca, ese Disneyland societario de Madrid donde hasta esto es posible, las señoronas le decían Misifú. «¡Cuidado con Misifú!», se advertían unas a otras en unos círculos donde todo, o casi todo, es la clase y el decoro. A Luisito, 24 años, bolsos de 1.500 euros, zapatos de 6.000, pantalón de pitillo y el pelo enloquecido como si surfeara con displicencia el tubo de una ola gigantesca en Hawai, se le ha caído el decoro al suelo: un juez de Baleares le ha condenado a siete años de cárcel por estafar a un matrimonio de jubilados de Llucmajor (Mallorca) nada más que 37 millones de euros. Ocurrió así.
    Luisito era un tipo que se fue haciendo un sitio en Madrid, ese espacio de infinitas dimensiones en el que pueden crecer, con aparente normalidad, personajes de exotismo oriental como el 'pequeño Nicolás' o este Luis I de Mallorca. Desembarcan, dicen y cuentan qué son, qué hacen, qué tienen, y su carta de presentación es una American Express en una tienda de Serrano. Luisito contaba que se gastaba en la milla de oro del comercio hasta 600.000 euros al día en ropa. Se paseaba por la calle con esa ausencia aristocrática de calcetines, pues la clase nunca tiene frío, y dos bolsos de mano en cada brazo. Contaba en las teles y a quien le quisiera escuchar que se levantaba a las dos porque le abrían las cortinas de su habitación, tomaba un zumo, se relajaba un rato y salía a pasear con su sombrilla japonesa como una hipérbole pija. Que trabajar, así como entiende el pueblacho, nunca había trabajado. Que nunca le había faltado de nada, que era capaz de todo. Y no. A pesar de los pesares, Luisito quería trazar una diferencia con el 'pequeño Nicolás'. Cuestión de alcurnia: «No tengo nada que ver; él es un universitario que no ha salido de Madrid en su vida, de clase normal tirando a baja con aires de grandeza. Yo me considero un chico con clase», llegó a decir.
    Algunos medios ya han publicado que desde los 18 años y sin formación, Luisito ya trajinaba con diversas propiedades en Baleares y las cambiaba como cromos para conseguir dinero. Entonces empezó a darse a conocer en Madrid. Carmen Lomana cuenta en 'Vanitatis' que el primer día que le vio, se presentó con un nombre sencillito, bien, adecuado a las circunstancias: decía llamarse Conrado Villalonga. La 'celebrity' afirma que se dio cuenta entonces de que se trataba de «un embaucador», pero le presentó a algunas amistades de su edad. Pasó la pelota. Sin escándalo. Otro día, contó que era su sobrino en la boutique de Prada de Serrano y la llamaron. «Yo no tengo ningún sobrino con la capacidad económica para comprar en su tienda», respondió ella, que debe de saberse al dedillo las cuentas de la familia. 'Misifú' decía también que había estudiado en la elitista Eaton, pero según Lomana no hablaba inglés.
    El timo
    Luisito siguió adelante con su huida del desenfreno. Posaba con los mejores vinos, con los mejores bolsos y seguía sin llevar calcetines. En un restaurante sacó un 'bin laden' (500 euros) para abonar una cena. Esas cosas, en España, se terminan por pagar. A medida que se encendía los puros de la vida con billetes de cien, se le iba carbonizando el teatrillo y se gestaba un desastre judicial. Un matrimonio de Baleares le donó una quincena de fincas e inmuebles por valor de 37 millones de euros. El fiscal y el juez creen que no fue un golpe de cariño. La versión de Luisito, que vive en la guerra de clases, es que un día le dijeron que no tenían hijos y que les gustaría que su patrimonio quedara en alguien de su misma cuerda, de su misma clase social. «Llucmajor es un pueblo pequeño y había cuatro familias que destacaban: la de ellos, la de mi madre y alguna más», explicó el joven. En el juicio seguido en la Audiencia de Palma, el matrimonio estafado declaró que confiaban en Luisito, ya que «era el niño bueno de su casa» y que siempre pensaron que les devolvería todo.
    Rodríguez Toubes prometió a la pareja de jubilados un mejor precio por la venta de las fincas. Para la operación necesitaba solvencia, por lo que consiguió que pusieran a su nombre todas las propiedades con el compromiso de restituirlas después. No cumplió con la última parte del acuerdo y se esfumó con la pasta. «Dejó de coger el teléfono». Estaría en Serrano, con 100.000 euros encima en ropa y complementos, diciendo que era el sobrino de alguien. Hasta que lo detuvo la Policía.

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