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La selección de los mejores cuentos de Alice Munro, Nobel de Literatura en 2013, hecha por ella misma. Cuando, una mañana de octubre de 2013, sonó el nombre de Alice Munro como ganadora del Premio Nobel de Literatura, no eran muchos los lectores que conocían su obra, que habían andado con ella por las ciudades y pueblos
Deja que las defensas luchen contra el cáncer,.
El dr. Ronald Eckert se notó un bulto en la cabeza mientras se peinaba. “Resultó ser un melanoma y me sometieron a varias cirugías –cuenta este gastroenterólogo neoyorquino–. Un año después, me detectaron metástasis en el pulmón y el hígado. Me dijeron que me quedaban seis meses de vida”. Por suerte, la mujer de Eckert leyó que un médico de Boston estaba realizando ensayos con un nuevo tipo de fármacos.
En junio de 2012, este doctor recibió la primera dosis intravenosa del medicamento en pruebas. “No estaba diseñado para matar el cáncer, sino que funcionaba eliminando los mecanismos que utiliza el tumor para impedir que el sistema inmunitario lo elimine”, aclara Eckert. Hoy está libre de la enfermedad y disfruta de una vida normal.
Las señales que utiliza nuestro sistema inmunológico para defenderse de los virus, las bacterias y otras amenazas se empieza aplicar, por fin, al tratamiento contra el cáncer. Una estrategia que ha abierto la puerta a una nueva farmacología denominada inmunoterapia. El interés por ese nuevo enfoque –hacer que las propias defensas combatan el cáncer en vez de matar el tumor con todo tipo de medicación destructiva– es tan potente que la revista Science ha elegido la inmunoterapia oncológica como el mayor avance científico conseguido durante el pasado año.
El éxito de casos como el de Eckert alimentan esperanzas incluso en los más escépticos. “El nuevo enfoque está repleto de vidas prolongadas. La mujer con melanoma y una metástasis pulmonar del tamaño de un pomelo que sigue viva 13 años después; la niña con leucemia que dos años más tarde sigue en remisión; el hombre con cáncer de riñón metastásico cuyo tumor continúa reduciéndose, aunque lleva tiempo sin tratamiento…”, señala el artículo de Science.
El enemigo escondido
“Aunque la inmunoterapia abre una nueva puerta en Oncología, la idea de recurrir al sistema inmunitario para luchar contra el cáncer no es nueva”, explica el dr. Luis de la Cruz Merino, del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Virgen de la Macarena de Sevilla. Se sabe desde hace tiempo que los pacientes con inmunodefi ciencias tienen mucho mayor riesgo de cáncer, lo que revela claramente el papel del sistema inmunitario. A la vez, nuestro organismo está eliminando continuamente células anómalas, de las que luego se convierten en cáncer.
El problema es que, en ocasiones, esas células consiguen esquivar el sistema y multiplicarse hasta convertirse en tumores que, libres de vigilancia, pueden difundirse por todo el organismo. Si equiparamos los virus y bacterias a asaltantes externos que intentan invadir nuestro castillo, las células tumorales serían como traidores internos que utilizan las armas del propio castillo para atacarlo.
El dr. Jim Allison, del MD Anderson Cancer Center de Houston (EE.UU.), fue el primero en observar cómo los tumores utilizan “traicioneramente” el propio sistema inmunitario para crecer. Vio cómo las células tumorales emplean un receptor en los linfocitos-T (el CTLA-4) como “freno” para impedir su ataque. “Las células cancerosas utilizan en su favor un freno natural que impide que las células del sistema inmunitario sigan actuando. Así pueden proliferar libremente”, aclara el dr. de la Cruz. Como consecuencia de ese hallazgo, el dr. Allison desarrolló un anticuerpo capaz de bloquear el CTLA-4.
Sus investigaciones culminaron en un fármaco, Ipilimumab, el mismo que ha curado al dr. Eckert. En los estudios que se han realizado, los pacientes que recibieron Ipilimumab han sobrevivido 10 meses, cuatro más que con cualquier otro tratamiento de los ya existentes.
A partir de ahí, las investigaciones sobre fármacos inmunoterápicos se han disparado. Quizá los que más se han investigado son los anti-PD-1. La proteína PD-1 actúa como un freno para los linfocitos T, que, de manera natural, serían perfectamente capaces de destruir las células cancerosas. Una de estas proteínas,la PD-L1, está presente en las células tumorales en niveles mucho mayores que en las células normales. Eso evita que los linfocitos T ataquen el tumor.
Hoy se siguen desarrollando fármacos capaces de levantar esos frenos al sistema inmunitario. Las nuevas investigaciones han demostrado efi cacia en un número signifi cativo de pacientes con cánceres de vejiga, estómago, cabeza y cuello. Ahora se está estudiando otras formas de estimular el sistema inmunitario, por ejemplo creando vacunas o terapias combinadas, que están dando resultados prometedores. “No existe un solo cáncer que no genere una respuesta inmune contra la que podamos luchar clínicamente”, sentencia uno de los investigadores más destacados en inmunoterapia, el dr. Drew Pardoll, de la Universidad Johns Hopkins (EE.UU.).
“Todavía estamos en un punto en el que descubrir cómo actúan exactamente los tratamientos de inmunoterapia sigue siendo un reto –explica el dr. Alfonso Berrocal, jefe de sección del Servicio de Oncología del Hospital General de Valencia–. Los tratamientos oncológicos tradicionales pueden funcionar o no funcionar, pero se ve la respuesta enseguida. Con estos fármacos, los tumores pueden crecer antes de decrecer o desaparecer meses después. Incluso hay pacientes que siguen respondiendo tras haberles interrumpido el tratamiento, lo que quiere decir que su sistema inmunitario conserva el recuerdo de la amenaza en la “memoria inmune”.
Dudas en el aire
Otro problema de la inmunoterapia es el de los efectos secundarios. Dado que desbloquear el sistema inmunológico permite que éste sobreactúe, algunos pacientes desarrollan respuestas autoinmunes. “Queda aún mucho camino. Por ejemplo, seguimos sin saber por qué la inmunoterapia no funciona en todos los casos. Las preguntas se acumulan: ¿pueden predecirse las respuestas? ¿Cuánto tiempo permanecen controlados los tumores?”, puntualiza el dr. Alfonso Berrocal.
“De momento, la inmunoterapia ofrece resultados positivos en algunos casos y prometedores en otros, pero hay muchos retos por delante. Es importante no despertar expectativas que no podríamos cumplir. Porque el respeto al paciente es lo primero”, advierte con precaución la dra. Pilar Garrido, de la Sociedad Española de Oncología Médica. Para responder a estas dudas, centenares de investigadores están buscando en este momento nuevos biomarcadores.
La curación de Emily
Hay otra estrategia en inmunoterapia: extraer linfocitos T del organismo del paciente y manipularlos genéticamente para que ataquen el cáncer. Se conoce como terapia CAR, un método complicado que ha demostrado eficacia solo en algunos tipos de cáncer. Es la que se aplicó a la niña norteamericana Emily Whitehead, de seis años, cuando recayó de una leucemia linfoblástica aguda resistente a la quimioterapia. Empeñados en salvarla, los padres de Emily la incluyeron en un ensayo clínico con la terapia CAR. Funcionó. La leucemia de Emily entró en remisión. Hoy, con ocho años, Emily sigue libre del tumor y las investigaciones prosiguen.
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