jueves, 7 de diciembre de 2023

El paisano - Viernes - 15 , 22 , 29 - Diciembre - Es el jardinero de Genalguacil, el pueblo museo de la Sierra de Málaga ,. / VACACIONES - EUROPA DE PELICULA - Regresó a Aroche para montar su propia peluquería ,. / HOSPITAL - Dicen los viejos ,. / VUELTA AL COLE - Premio a las mujeres científicas de Guareña y alrededores ,. / EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles -20, 27 - Diciembre - Homo antecessor, de José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell ,. / EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes - 15 , 22 , 29 - Diciembre - Isabel Coixet - Nat, la odiada,.

 

 TITULO: El paisano - Viernes - 15 , 22 , 29 - Diciembre  -  Es el jardinero de Genalguacil, el pueblo museo de la Sierra de Málaga ,. 

 

Viernes - 15 , 22 , 29 - Diciembre   a las 22:10 horas en La 1 , foto,.

  Es el jardinero de Genalguacil, el pueblo museo de la Sierra de Málaga ,.

 Los Repobladores | Es el jardinero en Genalguacil, el pueblo museo de la  Sierra de Málaga

Jorge nació en Sevilla, donde vivió hasta hace 2 años. Allí trabajaba como jardinero y paisajista urbano, hasta que conoció el pueblo museo de Genalguacil (Málaga) y fue un amor a primera vista.

En el año 2021, durante el gravísimo incendio que arrasó buena parte de Sierra Bermeja, Jorge participó como voluntario en las labores de extinción y a partir de ahí creó un vínculo emocional muy grande con este pequeño pueblo de la Sierra malagueña.

Jorge decidió que su vida estaría en Genalguacil y desde entonces vive allí junto a su familia y es el jardinero del pueblo.

TITULO: VACACIONES - EUROPA DE PELICULA -  Regresó a Aroche para montar su propia peluquería,.

 Regresó a Aroche para montar su propia peluquería,.

 Los Repobladores | Regresó a Aroche para montar su propia peluquería

foto / Rocío (32 años) es natural de Aroche (Huelva), pero vivió en Sevilla, Huelva capital y Barcelona, donde estudió Estética y Peluquería.

Rocío trabajó para distintas franquicias importantes a nivel nacional, pero quiso regresar a sus raíces para montar su propia peluquería.

No sólo innova en sus trabajos de estética y peluquería, sino que ayuda a mujeres mayores del pueblo, que no pueden trasladarse solas hasta su peluquería, ofreciéndoles un servicio de recogida en su propia casa.

 

TITULO: HOSPITAL - Dicen los viejos,.


Dicen los viejos,.

 Las enfermeras huyen de las residencias: hacen falta ya 15.000 y los  centros se quedan sin personal suficiente | Sociedad | EL PAÍS

 

foto / No son buenos tiempos para los viejos. Ocupan la primera línea en el frente contra el coronavirus, y van cayendo como moscas. La nueva ofensiva del maldito virus va otra vez contra ellos. Conviene advertirlo. Es una generación a la que le ha tocado estar siempre en primera línea de combate. Y están indefensos. Para algunos funcionarios desaprensivos de la cosa, son seres improductivos y costosos para la Seguridad Social, y para algunos jóvenes son los culpables del toque de queda. Muchos están aparcados en residencias solitarias de la ciudad, cerradas ahora a cal y canto, otros caminan renqueantes por las calles vacías de los pueblos vaciados, apoyados en su cachava. Van camino del ambulatorio con la cara tapada, el rato que está abierto, en busca de las recetas para la tensión, el reúma o el colesterol, o para conocer el resultado de los últimos análisis. Cada año quedan menos en el padrón municipal y hay más cruces en el cementerio. Los supervivientes esperan pacientemente su turno, a la distancia establecida, en la fila del ambulatorio o junto a la camioneta del pan, del pescado o de la fruta.

Se conforman, agradecidos, con la menguada pensión y con la esperanza de seguir «día alante». Llevan la larga sombra a la espalda. Lo que más les abruma es la soledad. Se han quedado poco a poco solos, como se podan las ramas del árbol hasta dejar el tronco indefenso a la espera del hacha. No lo dicen, pero lo peor es tener que morir solos en un rincón del hospital. A estas alturas de otoño, el frío se mete en los huesos. Entre eso y la obligación de mantener las distancias de seguridad, ni siquiera pueden ligar un rato la hebra y compartir el tabaco y los recuerdos con otros supervivientes como ellos, sentándose al sol en el parque o en los poyos de la plaza.

Digo que lo viejo no está de moda. Sobra. Sin ir más lejos, al frente de los partidos hay que poner a jóvenes apolíneos. A la generación política que ejerció la titánica tarea de traer la democracia y la concordia a España se la margina sin agradecerle siquiera los servicios prestados. Al contrario. No faltan los idiotas que le piden cuentas. Es todo un síntoma. Lo mismo que el criminal descuido con los mayores ante la ofensiva de la peste. Todo un síntoma de ingratitud e inhumanidad, que nos retrata.


TITULO:  VUELTA AL COLE - Premio a las mujeres científicas de Guareña y alrededores,.


Premio a las mujeres científicas de Guareña y alrededores,.


Los III Premios Margarita Salas reconocen al instituto Eugenio Frutos de Guareña por su proyecto de 'Mucireñas' que busca impulsar el talento femenino y motivar a jóvenes y adolescentes a interesarse por la ciencia,.

La coordinadora del proyecto Mucireñas del instituto Eugenio Frutos, Beatriz Blanco, en su momento de intervenir en el acto.

fotos /  La coordinadora del proyecto Mucireñas del instituto Eugenio Frutos, Beatriz Blanco, en su momento de intervenir en el acto.

Los III Premios Margarita Salas han reconocido en el marco de Leadingirls a la iniciativa 'Mucireñas. Mujeres científicas de Guareña y alrededores' del IES Eugenio Frutos, en cuya representación ha asistido su coordinadora, Beatriz Blanco, en la categoría actividades que fomentan las vocaciones STEAM por su alcance en el ámbito educativo, especialmente entre el alumnado, por impulsar el talento femenino y motivar a jóvenes y adolescentes a interesarse por la ciencia.

Así mismo se ha premiado a Melissa García en la categoría de investigadora en ciencia y tecnología del año, en su caso, especializada en Biomedicina, por su repercusión científica, el impacto de la investigación y su dinamización del papel de la mujer en la ciencia y la tecnología.

Estos galardones, organizados en colaboración con la Fundación Margarita Salas, tienen como objetivo reconocer y destacar los proyectos liderados por mujeres en áreas clave como la educación, la ciencia, la empresa, la creatividad y la innovación tecnológica, así como poner en valor proyectos que acerquen a jóvenes y adolescentes a un desarrollo profesional acorde a sus gustos y necesidades, y a los perfiles que demandarán las compañías del futuro.

Foto familia de los proyectos reconocidos. Beatriz Blanco justamente en el medio.
 
Foto familia de los proyectos reconocidos. Beatriz Blanco justamente en el medio.  
 

En el acto de entrega han participado la concejala delegada del Área de Innovación, Digitalización y Captación de Inversiones del Ayuntamiento de Málaga, y edil responsable de FYCMA, Alicia Izquierdo; la presidenta de la Fundación Margarita Salas, Lucía Viñuela, y la responsable de Solidaridad e Investigación de Fundación Unicaja, Ana Cabrera. Al respecto, Izquierdo ha destacado que «este reconocimiento ha sido el broche de oro para cerrar dos jornadas llenas de inspiración y motivación, que esperamos hayan servido para despertar la curiosidad sobre estos perfiles que tanto demanda el mercado laboral» entre jóvenes y adolescentes.

Leadingirls ha tenido como objetivo ofrecer información y referentes para ayudar a jóvenes y adolescentes a elegir la rama educativa que les encamine hacia su futuro profesional, promover la elección de carreras profesionales alejadas de estereotipos y fomentar las disciplinas STEAM -ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas- ante la expectativa de un mercado laboral que cada vez más demanda perfiles especializados en estas materias. Para ello, ha contado con la experiencia de una treintena de tecnólogas, líderes del sector digital y científicas en su agenda de contenidos, que ha reunido a más de 4.000 estudiantes de Secundaria y Bachillerato inscritos de manera presencial y virtual.

Felicitaciones

La coordinadora de este proyecto Mucireñas, Beatriz Blanco, ha informado a los padres de los alumnos participantes, a la vez que los felicita porque «un pedacito de este reconocimiento es suyo«, de cada participante en el proyecto que comenzó en 2021. «Estamos muy orgullosos de que todas y cada una de las mujeres ceden un poco de su talento para que los estudiantes del IES Eugenio Frutos tengan referentes cercanos en los que inspirarse», dice Beatriz.

 

TITULO: EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles -20, 27  - Diciembre - Homo antecessor, de José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell ,.

En la tuya o en la mía  - Miercoles   -20, 27  - Diciembre ,.

 

 En la tuya o en la mía', presentado por Bertín Osborne, acerca a los espectadores el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en La 1 a las 22:30, el miercoles - 20, 27  - Diciembre , etc.

 

  EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles -20, 27  - Diciembre - Homo antecessor, de José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell,.

 

  Homo antecessor, de José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell,.

 Eudald Carbonell: “Nuestra especie entrará en colapso a corto plazo”

 

foto / Eudald Carbonell,.

En 1997, la revista Science se hacía eco de un descubrimiento que habría de transformar la historia evolutiva del ser humano: el hallazgo de unos fósiles en la sierra de Atapuerca que indicaban la existencia de una especie no registrada hasta el momento: el Homo antecessor. José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, dos personas vinculadas al yacimiento desde sus orígenes, han escrito ahora un libro en el que explican la importancia de aquel descubrimiento.

En Zenda reproducimos el Prólogo que José Manuel Sánchez Ron ha escrito para Homo antecessor. El nacimiento de una especie, de José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell (Crítica). 

***

Tener la oportunidad de prologar un libro en el que dos de los codirectores de Atapuerca, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, narran la historia de este extraordinario yacimiento paleontológico, constituye un gran honor. Y su publicación no solo un acto de justicia para con un colectivo de científicos, y en particular para los dos autores de este libro, que han dedicado una parte importante de sus vidas —probablemente la mejor, la verdaderamente inolvidable— sino, además, un servicio necesario a la cultura española, tan necesitada ésta de verse enriquecida por lo que la ciencia aporta y ha aportado. Y esto por varias razones. La primera es que en el mundo de la ciencia no se ha producido en España nada comparable, tanto por el interés de los descubrimientos que se han realizado allí como por la repercusión internacional que estos han tenido, como lo que se viene haciendo en Atapuerca desde hace algo más de tres décadas. La segunda tiene que ver con la atención a los detalles, a esa historia habitualmente descuidada, y por consiguiente prácticamente oculta, protagonizada por todo aquello que es necesario para poder llevar a cabo una investigación, más aún en una que tiene lugar en un lugar apartado del campo burgalés. ¿Dónde, por ejemplo, alojarse durante las campañas de verano, teniendo además en cuenta el número, que fue creciendo a lo largo de los años, de los participantes en las excavaciones? ¿Cómo conseguir la financiación necesaria? La financiación y la protección imprescindible del yacimiento. Hoy, cuando el mero nombre de Atapuerca suscita respeto e interés en la sociedad española, cuando los descubrimientos realizados durante las campañas veraniegas reciben inmediatamente la atención de los medios de comunicación, cuando son incontables las personas que desean visitar el yacimiento, y cuando muchos políticos no desdeñan, sino todo lo contrario, cualquier oportunidad para «hacerse ver por allí», puede pensarse que siempre fue así. Pero no lo fue, como explican, sin rencor pero sin olvidar, Bermúdez de Castro y Carbonell. Los españoles debemos saber no sólo de los logros conseguidos, también de las dificultades, de las miopías o, peor aún, del desinterés de aquellos que debían haber apoyado desde el primer momento. Necesitamos saberlo ya no tanto para exigir responsabilidades —misión por otra parte imposible aparte de desagradable— sino para no repetir en el futuro los mismos errores, para que la ciencia, cualquier ciencia, practicada en España pueda desarrollarse con la mayor libertad y aprovechamiento.

Hace ya mucho tiempo que la historia de la ciencia dejó de ser únicamente la de los grandes héroes del pasado, la de, entre otros, los Newton, Lavoisier, Darwin, Ramón y Cajal, Pasteur, Einstein o Heisenberg. Los historiadores de la ciencia entendieron bien que —sin olvidar, por supuesto, a los mojones que marcaron hitos y orientación en el devenir científico— era imprescindible tener en cuenta también la «trastienda» de la ciencia, todo aquello sin lo cual no habría sido posible producirla. Fabricantes de instrumentos, ayudantes de laboratorio, instituciones que acogieron a los científicos, condicionamientos sociales y políticos, modos, o mejor, «problemáticas» asociadas a la financiación, sin la cual no es posible investigar. Los materiales para hacer ciencia cuestan dinero, cada vez más al ser más sofisticados los instrumentos, imprescindibles para el avance de la ciencia. Y en el ámbito individual, recordemos que desde al menos las primeras décadas del siglo xix, cuando la ciencia se institucionalizó, dejó de ser el patrimonio prácticamente exclusivo de aquellos que por cuna o relaciones podían permitirse el lujo de dedicarse a la ciencia sin recibir por ello un salario. No diré que la ciencia es una profesión como otra cualquiera, pero sí que los científicos tienen las mismas necesidades básicas que cualquier otro trabajador, entre ellas la de recibir un salario por sus trabajos.

Algunas de las anteriores cuestiones aparecen en las páginas que siguen, incluyendo, claro está, las específicas de la paleontología, como es la necesidad de remover, con sumo cuidado, toneladas de sedimentos con la esperanza de encontrar un fósil, seguramente resto parcial de un ser vivo de un remoto pasado. Ese resto que luego recibe la atención, como si hubiera surgido así como así.

Uno, para mí, de los aspectos más fascinantes de este libro la manera tan vívida cómo sus autores transmiten a los lectores su entusiasmo por el trabajo que llevaron a cabo, y, en particular, cómo reaccionaban ante hallazgos importantes. Leyéndolos uno siente, casi como ellos, el palpitar de sus corazones, la dificultad para respirar, para atrapar todo el oxígeno que necesitan sus pulmones ante la sorpresa del nuevo hallazgo. Porque no hay mayor recompensa para un científico que el descubrimiento, que encontrar algo que antes se desconocía. Y más aún cuando se trata de algo que tiene que ver con nuestra propia historia como especie, esto es, con nosotros. Algo que sirve, aunque sea un pequeño paso, para desentrañar una historia tan enrevesada como la de la filogenia que condujo a Homo sapiens.

Otra de las virtudes de este libro es que permite apreciar la complejidad del trabajo paleontológico. Porque no se trata únicamente de excavar y limpiar buscando el fósil oculto. Esta es sólo la primera tarea, la que proporciona los materiales que luego hay que interpretar. Pero para esto, para interpretar lo que significa lo encontrado, se necesitan muy diversos saberes, especialidades que involucran diferentes ciencias, incluyendo las técnicas más avanzadas de análisis genómico o espectroscópicas, al igual que ramas de la anatomía. Y encajar, comparando, lo hallado en el contexto de lo que otros paleontólogos descubrieron o descubren. Es esencial resaltar este último punto, porque, como señalé antes, poner orden en el árbol filogenético del que surgió la rama de nuestra especie no es tarea fácil. No lo es, en particular, distinguir entre especies que existieron en el pasado, datar y ubicar cuándo y dónde vivieron, cuáles eran sus modos de vida, sus características y sus habilidades. Y en este punto Atapuerca ocupa un lugar especial, pues fue allí, en 1994, donde se encontró una nueva especie. Los hallazgos —en la parte del complejo de Atapuerca conocido como la Gran Dolina— que permitieron introducir esta nueva especie cambiaron el paradigma sobre la primera colonización del continente europeo. La datación de los correspondientes fósiles, cifrada en más de 800.000 años, era sensiblemente más antigua que lo que se tenía calibrada hasta entonces en otros yacimientos europeos. Es más, el estudio de los fósiles de la Gran Dolina invitaba a dar un paso más: nombrar una nueva especie del género Homo, bautizada, precisamente por José María Bermúdez de Castro —lo explica de manera magnífica en este libro—, como Homo antecessor (en latín, «el hombre pionero, explorador»). Desde 1964, con la publicación de la especie Homo habilis, nadie se había atrevido a nombrar más especies de nuestro propio género. Fue a comienzos de 1997 cuando se envió el correspondiente manuscrito a la revista Science, proponiendo que los fósiles encontrados en el yacimiento de la Gran Dolina deberían ser considerados como pertenecientes a una nueva especie de nuestra genealogía. El artículo fue aceptado y se publicó el 30 de mayo de 1997. Se tituló «A Hominid from the Lower Pleistocene of Atapuerca, Spain: Possible Ancestor to Neandertals and Modern Humans», y lo firmaban Bermúdez de Castro, J. L. Arsuaga, E. Carbonell, A. Rosas, I. Martínez y M. Mosquera.

La publicación de este artículo tuvo una gran repercusión mediática internacional. Los diarios más conocidos de Estados Unidos, Reino Unido, Japón, etc., se hicieron eco del hallazgo. Como siempre sucede en el mundo de la ciencia, hubo defensores y detractores, y se entabló un debate científico que ha quedado zanjado en 2020, con la obtención de las proteínas más antiguas recuperadas en fósiles humanos hasta el día de hoy y la subsiguiente publicación en el número del 9 de abril de ese año, 2021, en la revista Nature. Hay, definitivamente, que situar a la especie Homo antecessor en la filogenia humana.

Pero de la historia de este descubrimiento, incluyendo de esa «trastienda» que mencioné, uno de los logros más importantes de la historia de la ciencia española, se ocupan los autores de este libro. Sería imposible encontrar mejores notarios que ellos, dos de sus protagonistas.

Sólo me resta agradecer a José María Bermúdez de Castro y Eduald Carbonell que hayan dedicado parte de su tiempo a compartir con nosotros, sus lectores, a explicarnos la historia de Atapuerca, y que lo hayan hecho combinando sus propias historias personales con la dimensión institucional, los logros científicos obtenidos del yacimiento y la repercusión internacional de los mismos. Al hacerlo, y al igual que en libros suyos anteriores, han mostrado su compromiso con la sociedad española; esto es, que además de magníficos científicos son buenos ciudadanos.

TITULO :EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes  - 15 , 22 , 29 - Diciembre -  Isabel Coixet - Nat, la odiada ,.

MI CASA ES LA TUYA - VIERNES -  15 , 22 , 29 - Diciembre   ,.

MI CASA ES LA TUYA -', presentado por Bertín Osborne,.

acerca a los espectadores el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en Telecinco  a las 22:00, el viernes  - 15 , 22 , 29  - Diciembre ,etc.

 

 EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes -15 , 22 , 29  - Diciembre -   Isabel Coixet - Nat, la odiada,.   Isabel Coixet  -  foto ,. 
 
 Hernán Cortés ni siquiera la nombra en su testamento, pero sin ella no se entiende la conquista de México. Al igual que la derrota del imperio azteca es inconcebible sin la decisiva contribución de los aliados indígenas –cuyo hartazgo de la tiranía mexica supo canalizar en su provecho el conquistador extremeño–, la epopeya de esos 400 españoles a través de lo desconocido no habría sido posible sin la ayuda de la Malinche. Olvidada a un lado y otro del Atlántico –en México su memoria aún espera el perdón cinco siglos después y en España, por esa visión tan acomplejada de nuestra historia que aconseja no reinvindicarla para no incomodar–, Malinalli, rebautizada como Doña Marina por los españoles, o la Malinche (el nombre con el que ha pasado a la historia), se asoma ahora a la actualidad gracias al musical «Malinche» que acaba de estrenar Nacho Cano.

Amante de Cortés, con quien tuvo un hijo, Martín, la Malinche resultó determinante en el avance de la tropa española hacia el corazón del imperio azteca, Tenochtitlán (la actual Ciudad de México). Fue la voz del conquistador para los indígenas, la encargada de traducir sus palabras. Gracias a ella, Cortés pudo desplegar sus seductoras dosis de diplomacia con los caciques de los pueblos sojuzgados por los aztecas y engatusar a los enviados de Moctezuma, empeñado en que esos hombres barbudos no pusiesen un pie en el corazón de su imperio.

Pero no solo eso, su sagacidad alertó al conquistador de Medellín de la emboscada que preparaban a los españoles en Cholula –luego uno de los principales aliados en la conquista–, lo que sin duda le salvó la vida y evitó que los planes de Cortés se desmoronasen sin siquiera poner un pie en la deslumbrante Tenochtitlán que parecía sacada de las páginas del Amadís de Gaula.

Fue Cortés quien la eligió y le designó la traductora de la expedición. Al principio, a la sombra de Jerónimo de Aguilar, que dominaba el maya tras siete años cautivo entre los indígenas al sobrevivir a un naufragio. Pero solo era cuestión de tiempo que la Malinche se acabase convirtiendo en «la lengua» del conquistador. Ella no solo hablaba el idioma maya, sino también el náhuatl de los aztecas. En cuanto aprendió también español, asumió el peso de traducir las emociones, y ambiciones, de ese traumático encuentro entre dos mundos que hasta ese momento se habían dado la espalda.

Traductora entre dos culturas

A cambio de ese cometido, «le prometió más que libertad si le trataba verdad entre él y aquéllos de su tierra, puesto que los entendía, y él la quería tener por su faraute y secretaria», recordaba Francisco López de Gómara, capellán de Cortés y uno de sus principales cronistas. En el primer encuentro de los españoles con los enviados de Moctezuma, éstos preguntaron en náhuatl quién era el «tlatoani» (señor). Solo respondió la Malinche. Cortés se pudo comunicar con ellos por una triple vía: Jerónimo de Aguilar traducía al maya sus palabras a la Malinche y ésta, a su vez, las trasladaba en náhuatl a los comisionados de Moctezuma.

 

Cortés entendió que esa adolescente indígena, de apenas 15 años, que le habían entregado como obsequio los indígenas en el poblado de Potonchán (Tabasco) iba a resultarle imprescindible si quería verse cara a cara con el emperador azteca. Hija de unos caciques de Jalisco, cuando su padre murió su madre se volvió a casar y tuvo un segundo hijo, por lo que la vendieron a unos mercaderes de esclavos de Xicalanco, cercano a Tabasco, donde la adquirió el señor de Potonchán, quien posteriormente la incluyó entre la veintena de mujeres con las que en abril de 1519 obsequió, para que «les cociesen pan» y «guisasen de comer», a los hombres barbados que venían del este, por donde uno de sus dioses, Quetzalcoatl, había prometido que regresaría.

Quizá en ese breve pero doloroso pasado se encuentre el germen de la determinación con la que se empleó en auxilio de esos desconocidos que en un principio tomaron por dioses (hasta que en el campo de batalla comprobaron que morían como cualquier ser humano). En ese línea ahonda Bartolomé Benassar («Hernán Cortés. El conquistador de lo imposible»), para quien «los valores de su pueblo, que ella iba a contribuir decisivamente a destruir con su adhesión inmediata a la empresa de los españoles, eran también los valores que habían destrozado su infancia y juventud». Desde ese momento, sus caminos fueron inseparables. Y aunque Cortés la casó con uno de sus hombres de confianza, Alonso Hernández Portocarrero, cuando éste viajó a España para recabar el respaldo del emperador Carlos fueron amantes durante tres años (hasta el punto de que a Cortes los indígenas lo conocían como «Malintzine», amo de doña Marina en náhuatl). De esa unión nació el primer hijo del conquistador, que se trasladaría a España siendo un niño para integrarse en la corte del entonces príncipe Felipe y que terminaría sus días en nuestro país.

No hay más que echar un vistazo a los grabados de la época. Incluso en su histórico encuentro con Moctezuma, al lado de Hernán Cortés siempre asoma la delicada figura de doña Marina. La joven indígena jugó un papel esencial en el avance español hacia la capital azteca. Y no solo como traductora. Ella fue quien, alertada por una anciana cholulteca, alertó a los españoles de que sus paisanos preparaban una emboscada contra los intrusos, precipitando la venganza de los conquistadores, la conocida como matanza de Cholula, un escarmiento sangriento tras el cual Cholula se convirtió en uno de los más fieles aliados de Cortés junto a Tlaxcala, donde un volcán todavía lleva su nombre.

Pero más allá de volcanes, Doña Marina ha sobrevivido en el léxico mexicano dando nombre al «malinchismo» como sinónimo de traición a las propias raíces. Dícese de la «actitud de quien muestra apego a lo extranjero con menosprecio de lo propio». Olvidando que si Cortés es el padre del México actual (su «inventor», como lo definió el escritor Juan Miralles), la Malinche es, por derecho, la madre de ese mestizaje.

Implorando el perdón

Pero lo cierto es que, 500 años después, la Malinche sigue implorando el perdón de sus compatriotas. Octavio Paz puso las palabras a ese distanciamiento, hasta ahora irresoluble, en la medida en que su figura –señalaba el Premio Nobel de Literatura– «representa a las indias, fascinadas, violadas o seducidas por los españoles», al «símbolo de la entrega» a los extranjeros. «Del mismo modo que el niño no perdona a su madre que lo abandone para ir en busca de su padre, el pueblo mexicano no perdona su traición a la Malinche», apuntaba el autor de «El laberinto de la soledad».

Sin embargo, para el también ya fallecido José Luis Martínez, que presidió la Academia Mexicana de la Lengua, Doña Marina fue «la lengua y el amor de Cortés y la serena fortaleza que sabía infundir ánimos cuando a todos les faltaban y ayudar en las acciones más duras de la conquista».

En una de las aventuras más infortunadas de Hernán Cortés, su disparatada expedición a Honduras (las Hibueras) a través de la selva, el conquistador la casó de nuevo con uno de sus hombres, Juan Jaramillo, que según Gómara estaba borracho. Al regreso de esa malhadada aventura, su rastro se va perdiendo en los meandros de la historia. Un compañero de armas de Cortés, Diego Rodríguez de Ocaña, aseguró haber escuchado confesar al conquistador que «después de Dios» era ella quien más hizo por la conquista, reivindicando su papel de conquistadora de México. La odiada conquistadora de un imperio.

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