TITULO:REVISTA FARMACIA - Cómo elige tu cuerpo entre toser o estornudar ,.
REVISTA FARMACIA - Cómo elige tu cuerpo entre toser o estornudar , fotos,.
Cómo elige tu cuerpo entre toser o estornudar ,.
El estornudo –podemos encadenar hasta diez seguidos– es una explosión
súbita de aire que puede alcanzar una velocidad de hasta 70 kilómetros
por hora. así que mejor dejarlo salir,.
Pongámonos a escuchar. ¿Estamos en la oficina? ¿En casa?
El caso es que la banda sonora del lugar seguro que está salpicada de
toses y estornudos. Estamos en una época muy propicia para ello, con la
entrada del otoño y su fiesta de virus y alergias. El caso es que son
tan habituales que, salvo que sean muy estruendosos, ya no nos llaman la
atención ni aunque seamos nosotros mismos los 'autores'. Es un
'trabajo' al que no dedicamos mucha atención porque es el cuerpo quien
lo hace por nosotros (y sin nuestro permiso). Tanto la tos como el
estornudo son actos reflejos, la reacción del cuerpo ante agentes
irritantes en las vías respiratorias. Pero, ¿por qué el cuerpo elige una
cosa u otra?,.
Según un estudio reciente, en el cerebro tenemos neuronas
sensoriales que se activan en caso de los estornudos y las toses. Así,
las MrgprC11 son las que se activan ante irritantes que provocan
estornudos y las neuronas de somatostatina (SST) son las que
desencadenan la tos, tal y como recoge la revista 'Cell'.
Este hallazgo echa por tierra la suposición popular de
que el estornudo y la tos «son desencadenados por receptores sensoriales
comunes», explican los investigadores chinos encargados del estudio,
financiado por los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos.
Según detallan, el cerebro 'sabe' si un irritante entra por la nariz o
la garganta y ordena toser o estornudar, según corresponda. Y esta
conclusión, que puede parecer anecdótica, tiene su importancia: abre la
puerta al desarrollo de medicamentos que eliminen la tos o los
estornudos. Ahora muchos estarán pensando que las farmacias están llenas
de remedios contra ambas cosas, pero lo cierto es que no.Realmente, lo
que hacen los fármacos existentes es aliviar las irritaciones en la
nariz o la garganta y apaciguar las reacciones del cuerpo ante ellas.
Así que, de momento, lo único que podemos hacer para
evitar la tos y los estornudos es recurrir a nuestras herramientas
caseras, es decir, ¿aguantarlos con todas nuestras fuerzas? Pues bien,
la sabiduría popular no lo aconseja y, por una vez, coincide con la
ciencia.
Estornudos
Esas veces que vamos a estornudar y nos tapamos la nariz y
cerramos la boca –y hasta nos hacemos bola– para que no salga de
nuestro cuerpo el estornudo... Puede que intentemos ser educados o no
hacer ruido, pero debemos saber que no nos sale gratis. El estornudo
–podemos encadenar hasta diez seguidos– es una explosión súbita de aire
que puede alcanzar una velocidad de hasta 70 kilómetros por hora. Al
salir, la presión en las vías respiratorias se eleva y, si tenemos la
feliz idea de bloquear las salidas..., podemos multiplicar por veinte la
presión sobre ellas y sobre los vasos sanguíneos. En algunos casos hay
consecuencias físicas, como tirones musculares, la rotura de algún vaso
de los ojos o la nariz, daños en el tímpano... o incluso problemas
graves. Aunque es sumamente raro, se han documentado casos en los que,
al reprimir un estornudo tapando la boca y la nariz, se han producido
explosiones de tráquea –le ocurrió a un joven de Leicester y copó muchos
titulares en la prensa–, asfixia o incluso hemorragias cerebrales.
Tos
Antes de un golpe de tos cogemos, aproximadamente, la
mitad de todo el aire que cabe en nuestros pulmones. Allí se comprime y,
para ello, se cierra la glotis y se aproximan las cuerdas vocales a la
vez que se contraen con fuerza los músculos abdominales. Por último, la
glotis se abre de repente y permite que el aire salga a gran velocidad
(en adultos sanos, entre 360 y 1.200 litros/min) arrastrando lo que
irritaba u obstruía las vías aéreas, según explican en 'The
Conversation' Raquel Reirós y María José Álvarez-Álvarez, expertas en
fisioterapia. ¿Debemos dejar que este proceso siga su curso natural o
mejor reprimirlo? Las expertas dicen que en caso de tos productiva
(cuando hay secreciones o cuerpos extraños que hay que expulsar), «la
respuesta es siempre toser». Pero, si es tos seca o irritativa pura y
dura, lo mejor es no toser «para evitar las complicaciones de la tos»,
que sobre todo son molestias musculares debido al esfuerzo del
organismo.
Eso se consigue, además de con los métodos tradicionales
–sorbitos de agua, miel, pero... ¡ojo a los caramelos de menta, que a
veces son contraproducentes!– «con cambios de postura y respiración:
sentarse, flexionar la cabeza, cerrar la boca, tragar saliva varias
veces, coger aire lentamente por la nariz hasta llenar los pulmones y
echarlo muy despacio».
TITULO: CAFE, COPA Y Documental - Es ley de vida,.
Es ley de vida,.
foto / Eso es bonito por lo general, escribir humilde. Aquello que dábamos por bueno
trata de las cosas que se caen, de la guerra que avanza; de la guerra
de la vida que avanza y, de pronto, te sitúa en la primera línea del
frente. Creías que tus padres paraban los golpes, que la
policía estaba para algo, que los hospitales hacían milagros, que había
leyes y eso. Leyes que se cumplen, digo.
Luego resulta que no puedes dar nada por sentado, firme y fiable. Es todo como de ir a traicionarnos mañana.
Madurar es ir viendo que lo que dábamos por bueno, al final, depende
de ti. De que te des por bueno a ti mismo. Por buena persona, por
ciudadano que cumple el único deber del ciudadano: hacer habitable su
ciudad. Sin eso, no hay sociedad, no hay seguridad para nadie, y estamos
en la vida intolerable del ring recíproco, a los golpes unos contra
otros, como en un cuadro de Goya con garrotes.
Aquello que da uno por bueno es, sin duda, lo que era sólido, como escribió Karl Marx,
un pijo alemán. Todo era sólido hasta que empiezas a pagar las primeras
facturas, a cobrar las primeras nóminas y a tener los primeros hijos.
Poco a poco, ya no haces pie como antes. Un portugués lo dijo más
pugilístico aún: “La vida es como si me golpearan con ella” (Fernando Pessoa).
"Seguramente
ya no se escriben autobiografías porque hablar de uno mismo a palo seco
se nos antoja una impertinencia. Hay que mezclar la propia vida con el
IPC o con una guerra"
Cardero escribe su ensayo como lo escribimos todos: dejándose revelar
por la prosa. Parece que el ensayo va de un tema, uno en principio
atractivo para los lectores, pero al final cualquier ensayo acaba yendo
de ti mismo, porque el tema lo has elegido para eso. Se hace hoy más
autobiografía en forma de ensayo que en forma de autobiografía.
Seguramente ya no se escriben autobiografías porque hablar de uno mismo a
palo seco se nos antoja una impertinencia. Hay que mezclar la propia
vida con el IPC o con una guerra.
Nuestro autor, bien avanzado el libro, nos habla de su llegada a
Madrid. Son páginas muy reconocibles. Desde la provincia de “la mirilla
de la vecina” se llega a la capital del “anonimato”, “con la excusa de
unos estudios que seguramente podríamos haber realizado en otra
localidad”. Al principio, todo bien, la libertad y la taberna. Luego, no: “una máquina de picar carne”, la capital de España.
Habría mucho que decir sobre todos esos muchachos y todas esas
muchachas de provincias que llegan a Madrid y consiguen morir en Madrid,
con hijos madrileños e hipotecas universales. El sueño de cualquier
recién llegado es tener al final una hipoteca de treinta años en Madrid.
Eso es el éxito.
Cardero acabó de director de periódicos con apenas 30 años, sin duda
para tener algo que que contar en su Guadalajara de nacimiento, y desde
esa posición privilegiada nos cuenta la vida española de los últimos
cinco o seis años. Sale la pandemia, sale la familia y la muerte, salen
rascacielos y despachos, y el rey de España un poco. Y Madrid, “la ciudad del PODER, con mayúsculas”.
"Aquello que dábamos por bueno
tiene como núcleo irradiador la fragilidad. Al contrario de lo que se
piensa, frágiles son los adultos, y no los niños. Los niños maduran
hacia la fragilidad"
Algunos trozos de Madrid son descritos con dulzura: “La Finca se
asemeja a una jaula de oro, máxima seguridad, máximo lujo, donde se
instalan grandes tecnológicas como Microsoft, banqueros venezolanos,
gestores de venture capital, jugadores de fútbol, mecenas del
arte, delincuentes y narcotraficantes varios”. Todos ellos están muy
preocupados por el precio de los alquileres, sí.
Cuando se mira fuera del eje del mal y del oro, se ven cosas tristes.
“Nunca se han tirado tanto al Metro como ahora”, le confiesa al
narrador un doctor del Hospital 12 de Octubre. El suicidio y La Finca: entre esos dos extremos se estira la capital de España, en un muestrario de vidas inagotable.
“La excepción fueron los meses de pandemia, durante los cuales se
contabilizaron menos casos porque la gente estaba en casa más controlada
y no podía salir a la calle y tirarse al metro o estrellarse con el
coche”.
Aquello que dábamos por bueno tiene como núcleo irradiador
la fragilidad. Al contrario de lo que se piensa, frágiles son los
adultos, y no los niños. Los niños maduran hacia la fragilidad.
“Noventa minutos es lo que dura la fragilidad. Noventa minutos es el
tiempo que transcurre desde que un hombre toma la decisión de quitarse
la vida hasta que realmente se la quita. Los profesionales de los
teléfonos de prevención aguantan la llamada todo lo que pueden”.
TITULO: El escarabajo verde - Lo que es nuestro,.
Lo que es nuestro,.
foto / El equipo de 'El escarabajo verde' se ha desplazado hasta Ibiza para
conocer el caso de la extinción de la lagartija de Las Pitiusas, una
especie endémica que está desapareciendo como consecuencia de la
introducción de la culebra de herradura a la isla. Un grupo de biólogos
ha estado un mes investigando su situación y El Escarabajo Verde les ha
seguido: ¿Cómo se está adaptando la lagartija ante este depredador?
¿Está evolucionando morfológicamente para sobrevivir? De la mano del
investigador y biólogo Oriol Lapiedra nos acercamos a uno de los últimos
rincones de Ibiza donde aún queda una cantidad considerable de
lagartijas. Ante esta desaparición, los ibicencos también están tomando
medidas. Tanto la administración como los propios ciudadanos se están
encargando de capturar serpientes para proteger aquello que es suyo, el
símbolo de la isla. Aun así, ¿será suficiente para preservar a esta
especie?,.
TITULO:
Días de cine clásico - Cine - Duelo al sol , Miercoles - 23 , 30 -
Octubre,.
Este
Miercoles - 23 , 30 - Octubre a las 22:00 en La 2 TVE , foto,.
Reparto
,. Jennifer Jones , Gregory Peck , Joseph Cotten , Lionel Barrymore , Walter Huston · Lillian Gish · Harry Carey · Charles Bickford,.
Pearl Chavez (Jennifer Jones), una joven mestiza, es enviada a vivir a
Texas, al rancho del estricto senador McCandless (Lionel Barrymore). La
joven llama la atención de los hijos del senador: el siempre educado y
cortés Jesse (Joseph Cotten) y el impetuoso e impulsivo Lewton (Gregory
Peck). Pronto los dos hermanos rivalizan por el amor de la atractiva
muchacha.
TITULO
: Un país para escucharlo - Israel Galván, bailaor: “Para mí, el ruido es silencio”,.
Este
martes – 22 , 29 - Octubre a las 23:00 por la 2 , fotos,.
Israel Galván, bailaor: “Para mí, el ruido es silencio”,.
El
célebre intérprete flamenco aborda el reto de danzar sobre el escenario
la ópera ‘Carmen’ de Georges Bizet, junto con la Real Orquesta
Sinfónica de Sevilla,.
Israel Galván en un momento de la representación de 'Carmen', en
el Teatro de la Maestranza de Sevilla. Foto del Archivo fotográfico de
la Bienal de Flamenco.
Desde que en 1998 irrumpiera en la X Bienal de Sevilla conmocionando el concepto de espectáculo y del baile flamenco en sí mismo con ¡Mira! / Los Zapatos Rojos, la danza de Israel Galván (Sevilla, 51 años), ha protagonizado cerca de 20 producciones, que van de la expresión recogida e intimista de La Edad de Oro —ya va a cumplir 25 años y sigue girando— o Tábula Rasa, donde buscaba en silencio la huella de la música, a proyectos de gran ambición y complejidad como El Final de este estado de cosas o el celebra,.
Han pasado los años -muchos desde que presentara en el 98 su primera creación propia Los zapatos rojos- y, sin embargo, Israel Galván sigue despertando la misma expectación en sus estrenos de la Bienal y
generando la misma división entre aquellos que aplauden hasta su
pestañeo y los que se quedan a cuadros frente al desconcertante discurso
del artista. Aunque ahora todos hayan mermado sus posturas y los
últimos en vez de irse del teatro pidan perdón por no entender.
Más allá de lo atinado o no que esté en sus obras el genial bailaor nos zarandea cada vez para obligarnos a cuestionar las convenciones y los límites del flamenco,
en una primera etapa; del arte y su función -si es que la tiene-, en
una segunda, y de la idea de lo español y lo sevillano, en una tercera,
que inició hace más de una década con la refrescante Fla.co.men. Invitándonos
también a acompañarle en su proceso desde el dolor, la indignación, la
incomprensión y la liberación que supone quitarle importancia y gravedad
a lo trascendental y reírnos de nosotros mismos. Una cosa, por cierto,
muy sevillana.
Tras abordar clásicos como El Amor brujo de Falla y La Consagración de la Primera de Stranvisky y hurgar minuciosamente en una Sevilla tan paradójica como inabarcable en propuestas como Seises, que estrenó en la pasada edición de la cita jonda, el encuentro de Galván con Carmen parecía inevitable.
Entre otras cosas, porque tanto el personaje de de Prosper Merimée que
convirtió en ópera de Bizet, como el del coreógrafo comparten la
representación de una identidad construida desde fuera, en este caso
desde la mirada francesa, y transitan entre el mito y el arquetipo de souvenir.
Ese abanico, capote, flor, torito, peina de plástico o flamenca de
cartón fabricado en masa en una oscura fábrica de un país asiático que
ofrece al guiri la promesa de una España feliz, que aquí a ratos nos
repele y a ratos lucimos con orgullo. Ya advertía Ortega y
Gasset que todo andaluz tiene la maravillosa idea de que serlo “es una
suerte loca con que ha sido favorecido”.
Así, el bailaor puso fin este sábado (hoy domingo repite sesión) a la Bienal de Flamenco en un Teatro de la Maestranza lleno hasta la bandera con una disparatada y extravagante versión que profundiza en lo más humano y patético de Carmen. Dejando
que veamos, por un lado, la representación de una selección de piezas
de la ópera en el 150 aniversario de su estreno en París, en concreto
aquellas que enfatizan en la destructiva idea del amor, y, por otro, su
particular mirada externa, desde la parodia y el humor más naif.
El despliegue artístico que une en el cartel a la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, con la batuta de la directora finlandesa Maria Itkonen;
las voces líricas de Nancy Fabiola Herrera, José Bros y Ángel Ódena (en
el papel de Carmen, don José y Escamillo); la guitarrista y cantante
María Marín, y el peculiar coro finlandés de 24 voces masculinas
Huutajat Oulu, contrasta de esta forma con la inexistente escenografía y la simpleza de los recursos escénicos de Pichardo (tienda
de disfraces) que Galván utiliza en sus coreografías incidiendo en su
idea del arte como un juego de niños. De ahí los papelillos rojos que,
como en una función infantil, le sirven para dibujar la sangre y la
muerte.
Como en una película de cine mudo, y a través de dos planos que no llegan nunca a converger, la propuesta del Premio Nacional de Danza
refleja una imagen de una España falsa y decadente, de amores tóxicos y
tendencia al dramatismo, que le sirve al artista para transitar en su
particular imaginario donde convive de manera natural lo popular y lo
culto. Cuestionando además las fronteras y el sostén de ambos mundos.
Claro que, en esta Carmen, que no es ni la de España, que cantó Marín junto a La falsa moneda, ni la de Merimée ni la de Bizet sino de Galván, encontramos a un Israel instalado en su propia caricatura que propone un relato repetitivo y monótono,
sin demasiadas novedades con respecto a lo que le venimos viendo. Aun
así, el espectáculo va de menos a más y en sus momentos más flamencos,
como cuando pisa el pequeño tablao para bailar por bulerías, sevillanas y
alegrías, o en sus irreverentes desvaríos, como la seguiriya que baila
con dos grandes cuernos de toro y un rabo, o en las coreografías de la
silla nos recuerdan lo necesario (y la suerte que tenemos como vecinos
suyos) que es este creador y su impresionante talento como artista y como bailaor.
Igual
que el apoteósico final con el coro será uno de esos momentos que no
podremos olvidar. Porque él, se vista de lo que se vista, es eso que
cantaban a voz en grito estos vikingos mientras Galván balbuceaba: un
gitanillo, un pájaro rebelde, amor.