domingo, 13 de abril de 2014

CONOCER INVESTIGACION, Jonathan Ive. El hombre que diseño la manzana,./ ¿ ES TAN VALIDA LA INTUICION COMO EL CONOCIMIENTO,?


  1. No somos conscientes. Pero millones de personas llevamos a Jonathan Ive encima. Para trabajar, viajar, distraernos, escuchar, comprar o ...-foto,.

    Investigación

    Jonathan Ive. El hombre que diseño la manzana



    Ive 'crea' el futuro. Como diseñador y vicepresidente ejecutivo de Apple, ha transformado la informática, la telefonía y la música. Suyos son los iMac, iBook, iPad, iPhone y iPod. Junto con Steve Jobs formó el equipo más creativo que ha dado el capitalismo moderno. El secretismo de Apple explica que nunca haya concedido una entrevista... hasta ahora.


    No somos conscientes. Pero millones de personas llevamos a Jonathan Ive encima. Para trabajar, viajar, distraernos, escuchar, comprar o ligar. Muchos de nosotros pasamos más tiempo con sus pantallas que con nuestras familias.
    Durante años, la timidez de Jonathan Ive, aliada con el secretismo rayano en la paranoia de Apple, ha conseguido que sepamos muy poco del hombre que ha diseñado el futuro con innovaciones como el iMac, el iPod, el iPhone y el iPad. Pero ahora Ive me ha invitado al cuartel general de Apple en Cupertino, en Silicon Valley, para concederme su primera entrevista en profundidad desde que se convirtiera en jefe de diseño de la compañía hace 20 años.
    «Hola. Gracias por venir», dice Ive con una amplia sonrisa y una taza con una infusión en la mano. Ive es la persona excepcional con el aspecto menos excepcional que uno pueda imaginarse. No es muy alto, su complexión es normal, el pelo le clarea un poco, lleva barba de dos días y viste como un padre de familia los fines de semana: polo azul marino y pantalones de loneta. A sus 47 años habla con parsimonia y con acento de Essex, a pesar de vivir en los Estados Unidos desde hace dos décadas. Ive se considera a sí mismo un artesano, un fabricante, más que un diseñador. «Los objetos son inseparables de su manufacturación. Uno entiende un producto si entiende cómo ha sido hecho afirma. Yo quiero saber para qué son las cosas, cómo funcionan, de qué material están hechas o podrían estarlo, antes de pensar qué aspecto deberían tener. Y cada vez hay más personas que tienen esta mentalidad. Hay un resurgir de la idea del artesanado».
    Su padre era platero de profesión
    Ive ha estado fabricando objetos desde que aprendió a usar un destornillador. Las dotes de artesano las heredó de su padre, Michael, platero de profesión y profesor de artesanía y diseño. Ive pasó la niñez desmontando y tratando de volver a montar las pertenencias de la familia. «La fascinación por el mundo físico empieza por su destrucción», asegura. Los aparatos de radio le resultaban fáciles, «pero recuerdo que desmonté un despertador y me resultó complicado volver a montarlo». Treinta años después, un día hizo lo mismo con su propio iPhone. Para demostrarse que seguía siendo capaz de hacerlo.La pasión por fabricar objetos la compartía con Steve Jobs, el antiguo consejero delegado de Apple. «Steve y yo podíamos pasarnos meses trabajando en la pieza de un producto que al final nadie iba a ver ni a suponer su existencia», explica Ive con una sonrisa. Apple es famosa por su insistencia en que el interior de sus máquinas sea tan elegante como el exterior, sin que esto modifique para nada su funcionamiento.
    «Trabajamos así porque, cuando te das cuenta de que puedes hacer algo muy bien, hacerlo un poquito peor aunque sea de forma invisible para el usuario te deja con la sensación de haber fracasado». Constantemente habla de su equipo o de Jobs, recurriendo siempre al 'nosotros'. No se trata de falsa modestia ni de jerga corporativa estadounidense. «No me gusta ser el centro de atención. El diseño, la ingeniería y la fabricación de estos productos requiere de grandes equipos». Ive prefiere mantener un perfil bajo o, por lo menos, todo lo bajo que puede permitirse uno de los diseñadores mejor pagados del mundo. Tan solo tiene una casa, en el lujoso barrio de Pacific Heights, en San Francisco. La comparte con su mujer, también británica, Heather Pegg, historiadora, y sus dos hijos gemelos.
    Un pequeño equipo: solo 15 personas
    Ive trabaja en un estudio de diseño dentro del cuartel general de Apple. La edificación es como todos los demás feos bloques de hormigón, tan poco propios de Apple, acristalados y de color beis. Con una diferencia fundamental. Los cristales aquí son opacos, y al estudio tan solo pueden acceder Ive y sus colaboradores, así como la élite de los ejecutivos de Apple. «Porque aquí están a la vista todos nuestros proyectos, los nuevos diseños, los prototipos», cuenta Ive. Su equipo de colaboradores de los Estados Unidos, el Reino Unido, Japón, Australia y Nueva Zelanda «es mucho más pequeño de lo que suele pensarse: lo forman unas 15 personas. La mayoría llevamos entre 15 y 20 años juntos. Y eso es muy útil. Podemos ser muy críticos con nuestro trabajo porque las cuestiones de ego personal pasaron a un segundo plano hace mucho tiempo». Ive empieza un proyecto imaginando qué nuevo tipo de producto podría existir y qué es lo que él podría aportar. Tan solo cuando ha encontrado las respuestas a estas preguntas, se plantea qué aspecto debería tener.
    Para ello, Ive busca consejo en sitios insospechados. Habló con fabricantes de golosinas para perfeccionar los sombreados translúcidos, como de gominolas, de su primer gran éxito: el iMac. Y se desplazó a Niigata, al norte de Japón, para ver cómo los metalúrgicos creaban unas láminas metálicas delgadísimas, lo que lo ayudó a crear el Titanium PowerBook, el primer ordenador portátil ligero en aluminio. Cuando ha terminado un producto, incluso cuando es tan novedoso como los auriculares que venían con el primer iPhone, sigue preguntándose si en realidad no hubiera podido hacerlo mejor. «Es la enfermedad que sufrimos todos los diseñadores», afirma Ive.
    El secreto del éxito de sus diseños
    Sería lógico pensar que Ive, inventor por definición, estaría muy orgulloso de alguno de sus objetos, seguramente del iPhone, el invento más copiado en la era moderna. Pero de lo que está más orgulloso es de una idea. Según dice, su equipo y él han demostrado que a los consumidores sí les importa cómo se hacen las cosas. «Vivimos rodeados de objetos mal manufacturados. Y suele creerse que están mal hechos porque al usuario le da lo mismo. Pero lo que hemos demostrado es que a la gente sí que le importa que estén bien hechos. No se trata de una simple cuestión de estética. A la gente le gustan las cosas que han sido ideadas cuidadosamente y fabricadas como tiene que ser. Lo que hacemos es manufacturar y vender objetos que están bien hechos, o eso quiero pensar.
    Nuestro éxito es un triunfo de la pureza, de la integridad, del poner cuidado en lo que hacemos». Es posible. Pero los críticos se quejan de la obsolescencia programada de los productos Apple, de sus sistemas operativos herméticamente sellados, de la necesidad de comprar nuevos cargadores para los nuevos productos, de los precios que cobra Apple. En lo referente a la cuestión de la obsolescencia, Ive reconoce que él mismo utiliza la quinta versión de un teléfono móvil que apenas fue inventado en 2007, y sí, con un nuevo cargador. Pero según agrega: «Uno de los aspectos distintivos de nuestros productos es su constante reutilización. Es frecuente que el usuario venda o regale a otros sus viejos aparatos».
    ¿Por qué son tan caros sus productos?
    En lo que se refiere a los precios, Ive explica lo costoso que resulta el desarrollo de productos que nunca antes habíamos imaginado. No solo eso, sino que fabricarlos con unas prestaciones y capacidades muy superiores a las estrictamente necesarias sale muy caro. Ive echa mano a su iPhone para mostrar lo técnicamente compleja que resulta su construcción. «La carcasa está hecha a partir de una pieza compacta de aluminio trabajado. La pieza se pule hasta obtener un acabado de espejo, con la excepción del logo de Apple. Los bordes pulidos los cortamos con unas cizallas con puntas de diamante, que no duran mucho tiempo. La cubierta de la cámara es de cristal de zafiro. Fíjese en los detalles que hay junto a la ranura para la tarjeta SIM. ¡Es extraordinario!».
    Quizá por la misma razón, a Ive le ofenden profundamente las imitaciones y las copias. «Estamos hablando de un robo, lisa y llanamente. Lo que están copiando no es un simple diseño, sino miles y miles de horas de lucha. Estamos hablando de años de inversión, de años de lágrimas».
    Queda mucho por hacer... Y muchas sorpresas
    Hay quien dice que, sin Jobs, Apple ha perdido su toque especial. Si fuera cierto, si Apple ya no pudiera permitirse seguir fabricando unos productos de nivel estratosférico, ¿Ive tiraría la toalla? «Sí que lo haría. Me dedicaría a hacer cosas en casa, para mí mismo o para los amigos. Aquí, el listón siempre tiene que estar muy alto». Pero agrega: «No creo que eso vaya a suceder. Cuando uno piensa en lo que la tecnología nos ha permitido hacer hasta la fecha y lo que va a permitirnos hacer en el futuro, se da cuenta de que ni por asomo estamos llegando al límite. Todo sigue siendo muy muy nuevo». No solo eso, sino que después de haberse pasado años trabajando sin descanso y ganando un fortunón, Ive sigue teniendo mucha 'hambre'.
    «Apple es imperfecta, como lo es todo gran conjunto de personas. Pero tenemos una cualidad especial. Entre nosotros se da cierta comprensión instintiva, casi preverbal, de lo que hacemos y de por qué lo hacemos. Compartimos los mismos valores. En Apple casi nos enorgullecemos de nuestra propia ignorancia, del hecho de que nos damos cuenta de que tenemos que aprender mucho aún para llegar a construir algo verdaderamente grande».
    Los diseños de Ive
    -1992. Se unió a apple. Llegó a Silicon Valley desde Inglaterra, atraído por el desafío que le planteaba Apple: personalizar la tecnología.
    -1993. Newton Messagepad. Este fue el primer proyecto de Ive, una muy temprana tableta, no muy bonita y que no funcionó muy bien.
    -1998. Imac G3 a Imac Slim. Este G3 hizo de la informática algo divertido y fácil. Creó cinco modelos, incluido un todo en uno.
    -1999. iBOOK A MACBOOK. El iBook portátil plegable fue el primero de una serie que llega hasta los MacBooks y MacBook Airs.
    -2001. ipod. Gracias al iPod, Apple logró destronar a las discográficas. iTunes ya es la mayor tienda de 'discos' del mundo.
    -2007. iphone. El smartphone con pantalla táctil un teléfono, ordenador, iPod, cámara, GPS y soporte de mil aplicaciones cambió el mundo.
    -2010. ipad. ¡Por fin! ¡Aquel 'Newton' fallido del 93 funciona! Se ha apoderado de nuestro ocio, tanto como otras firmas de su diseño...
    -2014. ¿iWATCH o iTV? Se cree que Ive está creando una televisión 'conectada', curva y alimentada por paneles solares, y un reloj inteligente.
    Steve y yo
    Ive habla de Jobs como «mi mejor amigo» y añade: «Me cuesta hablar de él; no parece que haya pasado tanto tiempo (tres años) desde su muerte».
    -La obsesión por la perfección era una 'enfermedad' que compartía con Jobs. Afectaba a todo, incluida su vida. «Llegábamos al hotel de turno, nos registrábamos y me iba a mi habitación. Dejaba las maletas junto a la puerta, sin abrirlas. Me sentaba en la cama y esperaba la inevitable llamada de Steve: 'Oye, Johnny, este hotel es un asco. Vámonos de aquí'».
    -¿Cómo se explica que se entendieran tan bien? Al fin y al cabo, eran dos hombres muy diferentes. Ive es tranquilo y amable, y sabe reírse de sí mismo. No era el caso de Jobs. Pero «cuando mirábamos un objeto, los dos percibíamos exactamente lo mismo. Los dos nos hacíamos las mismas preguntas. Y teníamos la misma curiosidad por las cosas».
    -¿Jobs era de trato tan difícil como dicen? «Sobre Steve se han escrito muchas cosas, pero yo no reconozco a mi amigo en eso. Es verdad que tenía unas opiniones tan precisas como el bisturí de un cirujano. Y sí, podía ser duro con la gente. Siempre estaba haciendo preguntas: '¿Con esto es suficiente?'. '¿Esto es lo que necesitamos?'. Pero era muy listo. Tenía unas ideas osadas y magníficas que te dejaban con la boca abierta. E incluso cuando las ideas no acudían a su mente, se empeñaba en creer que, con tiempo, conseguiríamos algo grande. ¡Y qué alegría cuando lo lográbamos!».
    El camino a Apple
    Así llegó Jonathan Ive, un joven británico, a Silicon Valley
    -Pasión por los coches. Su adolescente pasión por los coches lo llevó a ser diseñador. Se matriculó en distintos cursos de automoción, pero no le gustaron. «Las aulas estaban llenas de chicos que gruñían '¡brum, brum!' mientras dibujaban», recuerda.
    -Brillante alumno. Finalmente estudió Diseño Industrial en Newcastle. Su trabajo en la facultad fue tan bueno (sobre todo, el diseño de un teléfono) que se lo expusieron en el Museo del Diseño.
    -Diseñó un microondas. Trabajó para un par de agencias. En una de ellas, Tangerine, diseñó desde hornos microondas hasta cepillos de dientes. Y reparó en un curioso cliente: Apple.
    -Torpe para la informática. Ive había tenido tantos problemas con los ordenadores cuando estudiaba que se consideraba «inepto tecnológicamente». El intuitivo sistema de Apple que funcionaba con un ratón le atrajo. Ive hizo los primeros diseños de un ordenador portátil, que en 1991 sería lanzado como el PowerBook.
    -Viaje a los Estados Unidos. Apple le pidió que trabajara solo para ellos. Ive dudó. Apple tenía problemas, y sus oficinas estaban en los Estados Unidos. Pero fichó en 1992. Sus primeros años fueron frustrantes. Los productos eran poco atractivos. El diseño no tenía importancia. Estuvo a punto de dejar la compañía.
    -Y steve reapareció. Pero en 1996 regresó a la firma Steve Jobs, que había sido despedido en 1985, y estaba decidido a salvar la compañía. No tardó en reparar en el talento de Ive. Ambos se asociaron para transformar el mundo. El resto es historia.
    6 preguntas directas
    1. De todos los productos que ha creado, ¿de cuál se siente más orgulloso? "Siempre de la última cosa que hemos hecho".
    2. ¿Qué se le da realmente mal? "Las matemáticas".
    3. Tiene 47 años. En la industria en la que está, ¿no debería estar preocupado de hacerse viejo? "Quizá debería".
    4. Si pudiese dejar Apple por un año y hacer otras cosas, ¿qué haría? "Algo para mí y mis amigos. Mi padre era un gran artesano de la plata. Haría cosas en plata".
    5. ¿Pasa mucho tiempo mirando pantallas? "Sí. Pero usted puede elegir no hacerlo".
    6. ¿Qué le gustaría hacer que no haya hecho todavía? "Estamos trabajando en ello ahora mismo. Y no se lo voy a contar".
    PARA SABER MÁS: Jony Ive: The genius behind Apple's greatest products. Leander Kahney. Publicado por la editorial Portfolio (en inglés).

    TÍTULO: ¿ ES TAN VALIDA LA INTUICION COMO EL CONOCIMIENTO,?.


    1. Durante mucho tiempo se nos ha vendido la peregrina idea de que la intuición no era una forma de conocimiento tan válida como la razón.
       
      Me pregunto por qué nadie dice nada, cuando son cosas fáciles de entender, aunque la mayor parte de la gente prefiera no fijarse. Está comprobado que, en el cerebro, el pensamiento intuitivo prevalece sobre todo lo demás. A lo largo de toda una vida, en nuestro armario cerebral se van acumulando un sinfín de intuiciones que acaban arrinconando lo poco que en el cerebro hay de pensamiento racional. Durante mucho tiempo se nos ha vendido la peregrina idea de que la intuición no era una forma de conocimiento tan válida como la razón. Y durante siglos nos lo hemos creído.
      Por eso, me cuesta creer que el legado de tres de los mayores expertos en ciencias de la educación el trío compuesto por el psicólogo John Bargh de la Universidad de Yale, con un solvente trabajo sobre la intuición; la neurocientífica irlandesa Eleanor Maguire, cuyas investigaciones sobre la plasticidad cerebral han abierto la posibilidad de que no solo los genes cuenten, sino también la cultura; y el investigador de la Universidad de Columbia Walter Mischel, que ha trabajado medio siglo en lo que yo llamo la 'ventana del tiempo' no haya provocado aún una esperada e ineludible reforma educativa.
      La gente tiende a pensar que el cerebro apareció de repente, y eso no es verdad; apareció trabajosamente y ha tardado en desarrollarse nada menos que 750 millones de años.Lo que pasó es lo siguiente: las células únicas, que vivieron como tales durante dos mil millones de años, decidieron formar una corporación; es decir, hacer un animal. Más que nada porque como dice el científico neoyorquino Rodolfo Llinás hay grandes ventajas en ello. Entonces se crea un sistema que puede interactuar con cosas más grandes.
      Así se crearon casi dos 'filosofías'. Por un lado está la 'filosofía' de las plantas, que son 'animales' como nosotros que tienen circulación, se reproducen y mueren, pero que no se mueven activamente (si hay un incendio, los árboles no salen corriendo, pero los monos que hay en ellos sí). Esta es la 'filosofía de estar quieto': no me puedo mover y voy a hacer lo mínimo necesario para poder sobrevivir. Y luego está la otra 'filosofía', que es la del movimiento. Ahora bien, para moverse se requiere el sistema nervioso. Por eso surgió el sistema nervioso, que evolucionó por la necesidad de moverse. El cerebro surge realmente en aquellos organismos vivos que se mueven.
      ¿Pero cómo es posible que nadie evolucione en el campo educativo cuando se nos está diciendo que el pensamiento intuitivo es, en términos prácticos, el único que existe? ¿Cómo es posible que nadie se mueva, cuando se nos está demostrando que no son los genes los que deciden, sino la cultura? ¿Cómo es posible que nadie se mueva, cuando se nos sugiere que existe una edad precisa la comprendida entre los cuatro y los diez años para corregir lo que los genes solos no pueden hacer por su cuenta?
      Lo que la ciencia está diciendo en los últimos años es que no tiene sentido cerrarse en banda a la inmensidad del pensamiento intuitivo. Se trata de un pensamiento que no requiere el mismo aprendizaje que el racional, esbozado en los últimos cien mil años, pero que sí requiere algún tipo de aprendizaje. Lo que la ciencia está recordando es que la plasticidad cerebral existe y que, afortunadamente, hemos aprendido a innovar no solo al dictado de los genes, sino de la cultura aprendida, y que sabemos cuándo se puede intentar recurriendo al aprendizaje social y emocional.




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