REINA DE NOCHE,.
Bárbara Lennie. Reina de noche
Versátil, polifacética y con una mirada
hipnótica, Bárbara Lennie estrena las tendencias más potentes e
impactantes de maquillaje de la mano de Estée Lauder y nos habla de sus
nuevos proyectos. Imparable.
Vestida muy informal, sin maquillar y sentada relajadamente
tomando un café, a sus 29 años Bárbara Lennie tiene un aspecto delicado,
casi de niña, muy alejado de la poderosa reina Juana que ha
interpretado en Isabel. Una imagen que se transforma a medida que el
maquillaje inunda su piel y se viste con las prendas elegidas para la
sesión con XLSemanal. El efecto se acentúa cuando habla y, tras su voz
pausada y profunda, aparece la actriz de carácter, magnética, que atrapa
y seduce. Medio madrileña, medio argentina su familia es de
allí y, cuando era pequeña, vivió varios años en Buenos Aires, adora
dedicar el tiempo libre a disfrutar de sus amigos y sus sobrinos,
especialmente si lleva mucho tiempo sin poder estar con ellos.
XLSemanal. Suele representar a mujeres valientes, decididas. ¿Es tan echada para adelante como ellas?
Bárbara Lennie. Depende. Hay veces que tengo las cosas más claras y otras que no. Es más, muchas veces no me veo ni especialmente decidida ni arrolladora; es algo que tengo que trabajar para ser consciente de ello. Pero he tenido la suerte de interpretar personajes a los que les he podido aportar peso, un poderío. Me gusta mucho ese equilibrio entre fragilidad y fuerza.
XL. ¿Qué reto le gustaría asumir?
B.L. Me apetece probar con la comedia, que no he hecho nunca, pero estoy segura de que llegará.
XL. ¿Qué siente cuando se ve en la gran pantalla o en la televisión?
B.L. Es una sensación bastante extraña. Las primeras veces no reconocía ni mi voz, me producía mucho pudor. Pero he aprendido a verlo como un ejercicio para analizar lo que va mejor o peor. Soy muy exigente, pocas veces veo uno de mis trabajos y pienso «lo he clavado», pero a la vez he aprendido a ser más respetuosa conmigo misma. Uno de los rasgos más característicos de Bárbara es una enorme capacidad para compaginar varios proyectos a la vez. Prueba de ello es esta sesión de fotos, en la que batimos todos los récords para que pudiera llegar a tiempo a los ensayos de la nueva obra de teatro que estrena estos días en Avilés, El misántropo, la adaptación de Miguel del Arco del texto de Molière.
XL. Ha tocado todos los palos. ¿Qué le aporta cada medio?
B.L. Me encanta hacer varias cosas a la vez, como estar en el teatro mientras ruedo una película o una serie. No me gustaría prescindir nunca del teatro, pero tampoco me veo como una actriz de teatro. Es muy sacrificado, exige un nivel de exposición muy grande. Tienes que defender tu papel todos los días y te dejas el cuerpo, la voz... Pero a la vez tiene ese momento incomparable de sentir un subidón de adrenalina importante cuando sales a escena. Por eso, si me embarco en alguna obra, es porque me gusta mucho. Si es por tener trabajo, prefiero el cine o la televisión, ya que de alguna manera estás más resguardada. Además, soy una adicta espectadora de cine; mi formación sentimental es cinematográfica. Y la televisión me ha aportado muchas cualidades: te hace ser rápida, efectiva, dominar la palabra... El año que viene será decisivo para Bárbara, ya que está a punto de estrenar tres películas: El Niño, de Daniel Monzón, en el que comparte pantalla con Luis Tosar y Sergi López; Magical girl, de Carlos Vermut, con José Sacristán y Luis Bermejo; y Estrella fugaz, de Luis Miñarro, donde interpreta a María de Saboya.
XL. No se puede quejar...
B.L. Me siento muy afortunada porque puedo trabajar en lo que me gusta, decidir lo que hago y, además, me ofrecen personajes que son un reto y en los que puedo crecer. Aunque hay veces en que no resulta nada fácil debido a que no hay tantos proyectos... y cada vez menos. Pero a la vez, y dentro de que el panorama en nuestro país es un desastre, estamos viviendo un momento muy excitante, con más movimiento que nunca. Hay más salas alternativas de cine y de teatro; más colectivos creativos; surgen nuevas formas de producción...
XL. ¿Se ha planteado enfocar su carrera hacia otros países?
B.L. Sí, me encantaría. Además, como tengo familia argentina y voy mucho, me gustaría participar en algún proyecto en Latinoamérica. También me atrae mucho trabajar en Francia.
XL. ¿Cuida mucho su aspecto?
B.L. En general, el descanso me viene fenomenal y me gusta hacer ejercicio; también canto y bailo. Y me encanta comer rico, aunque tampoco me paso. Para el día a día me maquillo muy poco, aunque he tenido que aprender porque en las producciones privadas de teatro no tienes maquilladora y debes hacerlo tú misma. Creo que la forma en la que se maquilla una persona, o no, puede ser muy expresiva. Por eso, me gusta la gente que se maquilla a su aire; me parece genial.
XLSemanal. Suele representar a mujeres valientes, decididas. ¿Es tan echada para adelante como ellas?
Bárbara Lennie. Depende. Hay veces que tengo las cosas más claras y otras que no. Es más, muchas veces no me veo ni especialmente decidida ni arrolladora; es algo que tengo que trabajar para ser consciente de ello. Pero he tenido la suerte de interpretar personajes a los que les he podido aportar peso, un poderío. Me gusta mucho ese equilibrio entre fragilidad y fuerza.
XL. ¿Qué reto le gustaría asumir?
B.L. Me apetece probar con la comedia, que no he hecho nunca, pero estoy segura de que llegará.
XL. ¿Qué siente cuando se ve en la gran pantalla o en la televisión?
B.L. Es una sensación bastante extraña. Las primeras veces no reconocía ni mi voz, me producía mucho pudor. Pero he aprendido a verlo como un ejercicio para analizar lo que va mejor o peor. Soy muy exigente, pocas veces veo uno de mis trabajos y pienso «lo he clavado», pero a la vez he aprendido a ser más respetuosa conmigo misma. Uno de los rasgos más característicos de Bárbara es una enorme capacidad para compaginar varios proyectos a la vez. Prueba de ello es esta sesión de fotos, en la que batimos todos los récords para que pudiera llegar a tiempo a los ensayos de la nueva obra de teatro que estrena estos días en Avilés, El misántropo, la adaptación de Miguel del Arco del texto de Molière.
XL. Ha tocado todos los palos. ¿Qué le aporta cada medio?
B.L. Me encanta hacer varias cosas a la vez, como estar en el teatro mientras ruedo una película o una serie. No me gustaría prescindir nunca del teatro, pero tampoco me veo como una actriz de teatro. Es muy sacrificado, exige un nivel de exposición muy grande. Tienes que defender tu papel todos los días y te dejas el cuerpo, la voz... Pero a la vez tiene ese momento incomparable de sentir un subidón de adrenalina importante cuando sales a escena. Por eso, si me embarco en alguna obra, es porque me gusta mucho. Si es por tener trabajo, prefiero el cine o la televisión, ya que de alguna manera estás más resguardada. Además, soy una adicta espectadora de cine; mi formación sentimental es cinematográfica. Y la televisión me ha aportado muchas cualidades: te hace ser rápida, efectiva, dominar la palabra... El año que viene será decisivo para Bárbara, ya que está a punto de estrenar tres películas: El Niño, de Daniel Monzón, en el que comparte pantalla con Luis Tosar y Sergi López; Magical girl, de Carlos Vermut, con José Sacristán y Luis Bermejo; y Estrella fugaz, de Luis Miñarro, donde interpreta a María de Saboya.
XL. No se puede quejar...
B.L. Me siento muy afortunada porque puedo trabajar en lo que me gusta, decidir lo que hago y, además, me ofrecen personajes que son un reto y en los que puedo crecer. Aunque hay veces en que no resulta nada fácil debido a que no hay tantos proyectos... y cada vez menos. Pero a la vez, y dentro de que el panorama en nuestro país es un desastre, estamos viviendo un momento muy excitante, con más movimiento que nunca. Hay más salas alternativas de cine y de teatro; más colectivos creativos; surgen nuevas formas de producción...
XL. ¿Se ha planteado enfocar su carrera hacia otros países?
B.L. Sí, me encantaría. Además, como tengo familia argentina y voy mucho, me gustaría participar en algún proyecto en Latinoamérica. También me atrae mucho trabajar en Francia.
XL. ¿Cuida mucho su aspecto?
B.L. En general, el descanso me viene fenomenal y me gusta hacer ejercicio; también canto y bailo. Y me encanta comer rico, aunque tampoco me paso. Para el día a día me maquillo muy poco, aunque he tenido que aprender porque en las producciones privadas de teatro no tienes maquilladora y debes hacerlo tú misma. Creo que la forma en la que se maquilla una persona, o no, puede ser muy expresiva. Por eso, me gusta la gente que se maquilla a su aire; me parece genial.
- En solo unos meses, Natalia Vodianova ha tenido el honor de encarnar a dos mujeres de rompe y rasga. Ha sido Ariane, la heroína de la ...
Natalia Vodianova. Todos sueñan con ella
Envuelta en sedas y perfumes, Natalia
Vodianova se ha convertido, por obra y gracia de Guerlain, en Mumtaz
Mahal, la princesa que inspiró el más perturbador monumento dedicado al
amor: el Taj Mahal. Pero para perturbadora, ella, que parece salida de
'Las mil y una noches'.
En solo unos meses, Natalia Vodianova ha tenido el
honor de encarnar a dos mujeres de rompe y rasga. Ha sido Ariane, la
heroína de la película Bella del señor, basada en el libro de Albert
Cohen. Y también se ha puesto en la piel de Mumtaz Mahal, la esposa de
Shah Jahan, el emperador mogol que reinó en la India en el siglo XVII y
que, para honrar a su mujer fallecida, mandó construir en Agra el Taj
Mahal, una de las siete maravillas del mundo.
Para interpretar a Mumtaz, Vodianova ha puesto su belleza al servicio de La leyenda de Shalimar, un cortometraje ideado y realizado por Bruno Aveillan para Guerlain. Ariane y Mumtaz Mahal, los dos últimos personajes de la actriz y modelo, tuvieron unos destinos fuera de lo común. Casi tanto como el de Natalia, cuyo origen en la ciudad rusa de Gorki (la actual Nizhni Novgorod), hace 31 años, no hacía presagiar lo que vendría después. «Viví una infancia muy traumática», confesaba hace tiempo al recordar a su hermana, nacida con una grave discapacidad, y la constante falta de dinero en su casa. Es 1993, el imperio soviético acaba de hundirse y ella, con 11 años, vende flores en el mercado para ayudar a su familia. «Todo era muy duro, pero en mi casa había amor, un vínculo, una ayuda mutua», el tipo de carburante que da alas a las chicas que sueñan con salir adelante.
A los 15 años se matricula en una academia para ser modelo. A los 17 desembarca en París y firma su primer contrato con la agencia Viva. Hoy, 20 años después, es una de las tres top models más famosas del mundo.Natalia no ha olvidado, sin embargo, el coraje que adquirió en los barrios bajos de Nizhni Novgorod, y lo demuestra a cada instante. En abril, durante el rodaje de La leyenda de Shalimar, la temperatura ronda los 45 grados y el centenar de personas del equipo trabaja a duras penas bajo ese calor asfixiante, pero ella no se queja. Es una estrella, pero no una diva.
La idea de contar la historia de amor de Mumtaz y su esposo fue de Laurent Boillot, presidente y consejero delegado de Guerlain. «En los años veinte, Jacques y Raymond Guerlain, de viaje en la India, descubrieron el Taj Mahal y sus jardines, y allí nació su inspiración para crear Shalimar, nuestro perfume explica. Uno creó la fragancia; el otro, el mítico frasco en forma de vasija». En el fuerte de Jaigarh, la princesa india a la que interpreta Natalia toma un baño perfumado mientras suenan las cítaras y los violines. En su Rusia natal, ¿se imaginaba Vodianova que un día encarnaría a una mujer en un harén? «Cuando era pequeña, veía muchas películas indias. Me encantaban los colores, ¡era todo tan distinto de mi vida cotidiana! Todo en aquellos filmes eran pasiones y dramas. Y luego estaba la danza...».
Desde entonces, su vida ha sobrepasado todos los sueños de sus heroínas bollywoodienses. Cuando empezaba como modelo, Natalia hizo un corto viaje a Goa. Fue su primera visita a la India. «Solo estuve cuatro horas para una producción con Peter Lindbergh cuenta, pero soñaba con regresar». Y lo ha hecho para rodar esta historia de amor en la que un emperador todopoderoso recorre miles de kilómetros para ver a su amada y acaba regalándole un palacio que surge de las aguas. «Este monumento es un símbolo: el de una relación perfecta construida por amor», asegura.
Para Bruno Aveillan, El creador y director del cortometraje, la implicación de Natalia era esencial. «Su mirada al final está cargada de emoción y de una cierta nostalgia. Su bello trabajo como actriz es lo que cierra la película, sin que por ello desaparezca la heroína, como en la leyenda». La película, que en su versión íntegra tiene seis minutos de duración (tres en su versión para el cine y la televisión), ha contado con talentos de la talla de Hans Zimmer, que se ha encargado de la música, o la joven creadora de moda Yiqing Ying. «La leyenda se Shalimar asegura Laurent Boillot es la expresión del deseo de Guerlain por reforzar su estatus de gran casa de lujo». Un deseo que la marca ha complementado con la reapertura en París de su mítica tienda de los Campos Elíseos. Y con el lujo de contar con Supernova el apodo de Natalia Vodianova, que sigue fiel a su máxima: «No creo en la suerte, creo en las elecciones que uno hace».
Para interpretar a Mumtaz, Vodianova ha puesto su belleza al servicio de La leyenda de Shalimar, un cortometraje ideado y realizado por Bruno Aveillan para Guerlain. Ariane y Mumtaz Mahal, los dos últimos personajes de la actriz y modelo, tuvieron unos destinos fuera de lo común. Casi tanto como el de Natalia, cuyo origen en la ciudad rusa de Gorki (la actual Nizhni Novgorod), hace 31 años, no hacía presagiar lo que vendría después. «Viví una infancia muy traumática», confesaba hace tiempo al recordar a su hermana, nacida con una grave discapacidad, y la constante falta de dinero en su casa. Es 1993, el imperio soviético acaba de hundirse y ella, con 11 años, vende flores en el mercado para ayudar a su familia. «Todo era muy duro, pero en mi casa había amor, un vínculo, una ayuda mutua», el tipo de carburante que da alas a las chicas que sueñan con salir adelante.
A los 15 años se matricula en una academia para ser modelo. A los 17 desembarca en París y firma su primer contrato con la agencia Viva. Hoy, 20 años después, es una de las tres top models más famosas del mundo.Natalia no ha olvidado, sin embargo, el coraje que adquirió en los barrios bajos de Nizhni Novgorod, y lo demuestra a cada instante. En abril, durante el rodaje de La leyenda de Shalimar, la temperatura ronda los 45 grados y el centenar de personas del equipo trabaja a duras penas bajo ese calor asfixiante, pero ella no se queja. Es una estrella, pero no una diva.
La idea de contar la historia de amor de Mumtaz y su esposo fue de Laurent Boillot, presidente y consejero delegado de Guerlain. «En los años veinte, Jacques y Raymond Guerlain, de viaje en la India, descubrieron el Taj Mahal y sus jardines, y allí nació su inspiración para crear Shalimar, nuestro perfume explica. Uno creó la fragancia; el otro, el mítico frasco en forma de vasija». En el fuerte de Jaigarh, la princesa india a la que interpreta Natalia toma un baño perfumado mientras suenan las cítaras y los violines. En su Rusia natal, ¿se imaginaba Vodianova que un día encarnaría a una mujer en un harén? «Cuando era pequeña, veía muchas películas indias. Me encantaban los colores, ¡era todo tan distinto de mi vida cotidiana! Todo en aquellos filmes eran pasiones y dramas. Y luego estaba la danza...».
Desde entonces, su vida ha sobrepasado todos los sueños de sus heroínas bollywoodienses. Cuando empezaba como modelo, Natalia hizo un corto viaje a Goa. Fue su primera visita a la India. «Solo estuve cuatro horas para una producción con Peter Lindbergh cuenta, pero soñaba con regresar». Y lo ha hecho para rodar esta historia de amor en la que un emperador todopoderoso recorre miles de kilómetros para ver a su amada y acaba regalándole un palacio que surge de las aguas. «Este monumento es un símbolo: el de una relación perfecta construida por amor», asegura.
Para Bruno Aveillan, El creador y director del cortometraje, la implicación de Natalia era esencial. «Su mirada al final está cargada de emoción y de una cierta nostalgia. Su bello trabajo como actriz es lo que cierra la película, sin que por ello desaparezca la heroína, como en la leyenda». La película, que en su versión íntegra tiene seis minutos de duración (tres en su versión para el cine y la televisión), ha contado con talentos de la talla de Hans Zimmer, que se ha encargado de la música, o la joven creadora de moda Yiqing Ying. «La leyenda se Shalimar asegura Laurent Boillot es la expresión del deseo de Guerlain por reforzar su estatus de gran casa de lujo». Un deseo que la marca ha complementado con la reapertura en París de su mítica tienda de los Campos Elíseos. Y con el lujo de contar con Supernova el apodo de Natalia Vodianova, que sigue fiel a su máxima: «No creo en la suerte, creo en las elecciones que uno hace».
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