TÍTULO: LAS ZAPATILLAS VIEJAS,
Fueron mis compañeras durante años. Aquellos
amantes del detalle que se fijaron alguna vez en ellas pudieron elaborar
juicios sobre mí a partir de su apariencia. Mis zapatillas hablaban de
mí, aunque dijeran poco eran parte de mi identidad. Pero a mí, más que
preocuparme qué decían, me gustaba entenderlas simplemente como unas
eficientes compañeras. De hecho, ni siquiera me gustaban mucho
estéticamente, pero fueron unas buenas zapatillas, muy resistentes.
Acompañaron todos mis pasos, fueron conmigo a donde yo fui. Me
protegieron del frio, de la lluvia y de las irregularidades del terreno.
Silenciosas, sin queja ni petición de nada a cambio. Sí, no eran como
un perro o como un amigo de verdad, no estaban vivas, pero para mí eso
les daba cierta ventaja: eran absolutamente ingenuas, incapaces de
cualquier mal, inocencia pura sin mácula posible y, por lo tanto,
absolutamente predecibles, confiables. Nunca te iban a engañar o a
traicionar. Quizá eso las hacía mejores que un ser vivo, en el que, por
muy buen historial que tenga, siempre cabe la posibilidad del mal,
siempre cabe la duda. Mis zapatillas me eran necesariamente fieles, no
les cabía otra.,foto,.
El segundo principio de la termodinámica es
la ley más demoledora de las que rigen nuestro universo. Todo sistema
cerrado aumenta necesariamente su entropía, su desorden. Solo inyectando
orden desde fuera conseguiremos corregir este aumento, lo cual, a su
vez, aumentará la entropía global. El cosmos entero se dirige hacia un
estado final de total desorden, de muerte térmica. Y mis zapatillas no
eran inmunes a las leyes físicas: sus costuras se fueron abriendo, su
pegamento no pudo mantener eternamente cerradas las fisuras que
empezaron a abrirse paso; su tela se terminó por rajar e incluso sus
cordones se rompieron. Fue poco a poco, en un lento gradualismo
darwiniano, en una achacosa vejez que avanzaba sin prisa pero sin pausa.
Igual que la vida humana siempre, sin excepción, termina en tragedia,
la duración de los objetos inertes sigue idénticos pasos. Los objetos
también mueren. Y eso, por lo menos para mí, es razón para la tristeza.
Tu casa, tus calles, tu confortable colchón y tu obediente mando a
distancia, tu sofá, el suelo por el que caminas, todo, terminará por
desaparecer entrópicamente. La entropía se hace muy patente cuando
vuelves a una ciudad después de muchos años y sientes extrañeza al ver
que los viejos edificios que recordabas ya no están. En donde había un
parque ahora hay un bloque de pisos y en donde había un quiosco y una
fuente, ahora hay un enorme supermercado. La termodinámica aplasta el
pasado como una precisa apisonadora, y lo peor es que lo hace
irreversiblemente. No hay vuelta atrás posible. Todo lo que has hecho en
tu vida, cada segundo desperdiciado o sabiamente utilizado, todo, quedó
ahí, sin que puedas hacer absolutamente nada por cambiarlo. Hay mucha
sabiduría en el dicho popular “lo hecho, hecho está”. No puedes viajar
al pasado y corregir los errores. Tus equivocaciones permanecerán allí,
en un monolítico e inmutable pasado.
Además, hay que tener en cuenta esta sutil
característica de nuestro universo: solo puede ocurrir un hecho a la
vez. Entre el, quizá quimérico o ilusorio, vasto abanico de
posibilidades de acción, solo puede darse una. El acontecer del flujo
del tiempo solo permite una única posibilidad. En economía, a lo que
pierdes por realizar la acción que emprendes se le llama coste de oportunidad.
Siempre que haces algo no haces otra cosa, pierdes para siempre los
beneficios que lo que no hiciste te podría haber proporcionado. Solo
podemos vivir una vida de la inconmensurable cantidad de vidas
posibles. El coste de oportunidad tiende a infinito. No fuiste un duro
policía ni un valiente astronauta, tampoco jugaste en la NBA ni ganaste
el Cinco Naciones; no estuviste en la piel de un incisivo detective
privado ni pilotaste un Boeing 747… Ante tales pérdidas urge entonces,
al menos, que la única opción elegida sea la mejor posible. Schopenhauer
decía que la vida es una partida de naipes en la que la fortuna
repartía las cartas pero en la que tú elegías la jugada. Es posible que
el destino te diera unas malas cartas pero es tu responsabilidad hacer
la mejor jugada con ellas, por muy humilde que ésta sea. Pero, ¿cómo
elegir esa urgente mejor jugada?. Es complicado, pensando además lo
difícil que es predecir las consecuencias de nuestros actos. Un grave
error puede darnos un vital aprendizaje o una terrible desgracia puede
ser el trampolín para un gran éxito.
Si pensamos que sólo tenemos una oportunidad la
presión de la responsabilidad de su decisión se hace casi insoportable.
¿Qué pasaría si tuviéramos noventa años y, haciendo una valoración de lo
que hubiera sido nuestra vida, nos diésemos cuenta de que fue un gran
error? Ya no habría vuelta atrás, no habría solución posible porque no
podemos volver a tener veinte años, no podemos enmendar esa última
canasta que fallamos, esas palabras que, por cobardía, nunca dijimos.
¿Cómo soportar la enorme roca que sería una vida fracasada unos días
antes de morir?
Jean Paul Sartre lo expresó fantásticamente bien con su expresión: “Estamos condenados a ser libres“. La tan idolatrada idea de libertad se vuelve una pesada carga, una terrible cadena. El psicólogo Barry Schwartz
lo corrobora: demasiada libertad trae consigo parálisis y decepción. Si
cuando entras en un supermercado te encuentras frente a una estantería
con cincuenta tipos de marca de leche diferentes, en primer lugar, ante
tanta opción te quedarás paralizado. Te será bastante complicado elegir
entre tanta opción: ¿entera, desnatada, semi…? ¿Con calcio, vitaminada,
ecológica, de soja…? Después de una demasiado larga deliberación para
algo tan insustancial en tu vida como comprar leche, elijes una para
luego dedicar otro largo tiempo a pensar en si tu decisión fue la
correcta. Ante tanta opción tus expectativas crecen: buscas la leche
perfecta para ti, pero no existe tal idea platónica de leche. Por tanto,
siempre terminarás decepcionado ante tu elección, siempre cabe imaginar
otra opción mejor. Un mundo con tanta opción siempre es decepcionante.
Además, la culpa de una mala elección siempre la tienes tú. No puedes
echar la culpa a que no te quedaba otra, a que no pudiste hacerlo de
otro modo, pues siempre habrá infinitas opciones más que no elegiste. Tu
vida siempre será decepcionante y el único culpable eres tú. ¿Solución?
Schwartz lo expresa con cierta ironía: solo puedes ser feliz si tus
expectativas son bajas. Si aspiras a muy poco podrás sorprenderte
gratamente ante algo que supere lo esperado.
Schopenhauer, de nuevo en su estilo trágico, nos
advertía de que el deseo trae consigo sufrimiento. Constantemente,
deseamos cosas, algunas de ellas inalcanzables. Pero, peor aún, no
podemos creer que la felicidad llegará cuando cumplamos nuestros deseos.
Inmediatamente, la satisfacción por el éxito de la obtención cesará y,
rápidamente, desearemos una cosa diferente. Si hemos llorado y suspirado
por comprarnos un flamante automóvil, una vez que lo consigamos, pronto
llegará el tedio y el hastío frente al volante. El coche nos aburrirá,
no nos proporcionará felicidad. En un segundo, desearemos otra cosa y
llegará el sufrimiento ante el anhelo de no poseerla. La vida es un
bucle entre sufrimiento y hastío, un horrible círculo vicioso. La
propuesta de Schopenhauer para salir de esa circularidad se acerca a la
filosofía oriental: matar el deseo, vivir sin desear nada. Para el
alemán, a lo sumo, podemos conseguir algo de satisfacción en el disfrute
del arte. Cuando escuchamos una hermosa canción o contemplamos un
llamativo lienzo, no deseamos nada, solo disfrutamos de su belleza. Por
un momento, dejamos de ser actores para ser únicamente espectadores. No
queremos poseer nada, solo nos dejamos mecer por el plácido momento. Se
puede aprender mucho de esta postura ante la vida (yo lo he hecho), pero
no podemos llevarla al extremo. Vivir sin desear nada no te
diferenciará de una piedra en el desierto y creo que, a la larga, te
llevará a una existencia vacía. Hay que desear, pero no sin antes
aprender a desear. Creo que nuestra sociedad ha insistido demasiado en
un deseo sin límites, en un deseo que aspira a tenerlo todo ahora. No
hay receta mejor para el fracaso. Aprender a desear consiste no tanto en
bajar el listón como decía Schwartz, sino en vivir sin que el deseo sea
el centro de tu vida. Está bien aspirar a ciertas cosas, pero se puede
disfrutar de un presente no especialmente deseado. Hoy está lloviendo y
yo no deseé expresamente que lloviera, lo cual no implica que no pueda
disfrutar del gran espectáculo de contemplar la lluvia por la ventana.
Para mí, la felicidad consiste en cierta
simplificación, en crear refugios, santuarios habitables alejados de
esta compleja, veloz y un tanto esquizofrénica, maraña de occidental
vida urbanita. Me gusta beber siempre la misma marca de leche aunque no
sea la mejor. Alejarme de la mejor elección, para centrarme en la idea
de que la elección es buena, sencillamente, porque es la mía, porque
hago lo que estoy acostumbrado. Me refugio en cierto hábito, en cierta
tradición. He aprendido, no sin esfuerzo, a pensar que perder el tiempo
no es en absoluto perderlo; a creer que una actuación imperfecta no es
para nada mala; a no juzgarme demasiado, a vivir sin más viendo pasar
los acontecimientos con más curiosidad que deseo de cambiarlos. Hay que
apreciar las cosas más por lo que son que por lo que podrían haber sido.
Al diablo con mis deseos, no son tan importantes. La vida me ha traído
muchísimas satisfacciones que yo no había pedido a priori. También me ha
venido muy bien, aunque también me ha costado lo mío, pensar que no soy
tan importante y que ese hecho no es en sí demasiado hiriente. Soy uno
más, no el mejor ni el ser más valioso del universo. Al final
desapareceré, pero en vez de morir cada día pensándolo, más digno será
mirar con una sonrisa irónica a la muerte. He podido participar en esta
incomprensible pero maravillosa existencia. Se me ha otorgado la
oportunidad de ver a uno de mis gusanos de seda forjar trabajosamente un
anaranjado capullo. Eso es un grandioso regalo. Y eso se lo debo
íntegramente a la ciencia: el sentimiento de la maravilla, de la
inmensidad de lo existente. A mí esa emoción me salva. Mi vida podrá ser
un ridículo fracaso, pero la he vivido, y eso es muy grande. Cierto
día, cuando era muy, muy pequeño, mire mi mano derecha. Moví mis dedos y
caí en la cuenta de que tenía mano. Caí en la cuenta de lo extraño que
era tener una extremidad poblada por irregulares apéndices que podía
mover a voluntad. Descubrí que con esa mano podía hacer infinidad de
cosas. Me maravillé y, en ese instante, me salvé.
Ahora tengo unas zapatillas nuevas. Lucen
bonitas y un tanto arrogantes por su juventud. Todavía no me fio de
ellas, pues ni las conozco ni ellas conocen demasiado mis pies. Veremos
si estarán a la altura de sus predecesoras.
TÍTULO; NOCHE SEXO, CANCION,
foto,.
¿Oye, que tal?
Soy el chico de las poesías
Tu fiel admirador
Y aunque no me conocías
Hoy es noche de sexo
Voy a devorarte, nena linda
Hoy es noche de sexo
Y voy a cumplir tus fantasías
Hoy es noche de sexo (Ayyy!)
Voy a devorarte, nena linda
Hoy es noche de sexo
Lo juro por Dios que esta noche serás mía
(Queeeeeeeeeeeeeeeeee!)
Quiero arrancarte la tela con cautela
Mi piel canela enseguida pela
Ella es la protagonista de mi novela
Mi Cinderella conmigo es que vuela
Póngase romántica, please
Dame un kiss, no cometa un desliz
Ella combina la calle con la moda de Paris
La miss sigue matando en el país
Hoy es noche de sexo
Voy a devorarte, nena linda
Hoy es noche de sexo
Y voy a cumplir tus fantasías
Hoy es noche de sexo (Ayyy!)
Voy a devorarte, nena linda
Hoy es noche de sexo
Lo juro por Dios que esta noche serás mía
Acércate...
Te diré que...
Nadie te va a tocar como yo
Nadie te lo va a hacer como yo
Acércate...
Te diré que...
Nadie te va a tocar como yo
Nadie te lo va a hacer como yo
Decídete ya cuando será
Que tu boca tocara mi boca
So, dime ya que tú me das
Quiero sentirte, besarte
Mi lengua pasarte
Y vas a sentirte bien
Vamos a pasarla bien
Tu no vez que estoy sufriendo
Y pasando el tiempo sin comerte
Empecemos en la playa
Terminemos en la cama
Trae la toalla porque te vas a mojar
En flex, mami, en sex
Lay on my bed and prepare for sex
Hoy es noche de sexo
Voy a devorarte, nena linda
Hoy es noche de sexo
Y voy a cumplir tus fantasías
Hoy es noche de sexo (Ayyy!)
Voy a devorarte, nena linda
Hoy es noche de sexo
Lo juro por Dios que esta noche serás mía
'W', el sobreviviente!
Con Yandel!
Nelly!
Nesty!
No hay pa' nadie!
Llego el dream team!
El dream team!
Salte de la vía!
Que por ahí viene el tren!
Boo!
Tra! (Frikia'o!)
Boo! (Tell them about the name!)
Tra! (Hitmaker!)
Boo! (Hitmaker, baby!)
Tra! (Don't stop, baby!)
Boo!
Tra!
Oye, Romeo!
El dúo de la historia!
Zumba, Romeo, zumba!
No hay pa' nadie!
Esta bien ya!
No llores!
El dúo de la historia!
Con Romeo!
Un junte pa' la historia!
Esto es de colección, hermano!
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