Con los toreros suele pasar como con los futbolistas. A la mínima se ponen tontos, agotan las palabras y las ganas, empiezan a aburrirse y te arruinan la entrevista. José Tomás es nuevo en esta plaza (quiero decir que aún no ha sido maleado por la tortura de los entrevistadores), pero hace un esfuerzo admirable e intenta sobreponerse al poco entusiasmo que le produce la idea de conversar durante una hora con un periodista pesado. Si fuera por él, en lugar de echarse al cuerpo camisa y corbata esta mañana se habría enfundado un chándal y andaría dando brincos por el campo, entrenándose como un enloquecido. Tomás, con el reciente éxito de San Isidro, piensa seguramente que todo lo que no sea darle pases a un toro es perder el tiempo. Sin embargo, hoy se somete a la sesión de fotos con actitud disciplinada y prudente, abre su corazón como una lechuga, habla lento, sin lanzar furtivas miradas al reloj y hasta se concede el lujo de brindar de cuando en cuando esa sonrisa tímida y aporcelanada que es la mejor expresión de su personalidad.
Pregunta.-Vamos a hacer un pacto, José. Usted se sincera hasta donde le deje su pudor y a cambio yo prometo no preguntarle si dan más cornadas los toros o las mujeres.
Respuesta.-Hecho.
P.-¿Le apetece la idea?
R.-¡Sí! La pregunta de las cornadas es tan típica, y tan disparatada, que me pone malo... Se lo digo sinceramente. Siempre me ha parecido horroroso que comparen a los toros con las mujeres.
P.-Qué bien. No es usted machista.
R.-Se trata de puro sentido común. La preguntita está muy manida y no tiene ninguna gracia. Un toro es un animal con cuernos y te puede matar. Una mujer es una persona.
P.-Pero a los viejos toreros les gustaba mucho esa comparación.
R.-Y a los periodistas también. ¡Anda que no hay periodistas dándole todavía vueltas a esa idea! En el mundo del toreo la gente se repite mucho. Ésta es una profesión de reglas, sobre todo de las antiguas, y pocos se atreven a romperlas. El respeto a los mayores, o la admiración, o la inercia, pues no sé, nos hacen permanecer estancados. De tarde en tarde sale un torero revolucionario, pero sólo de tarde en tarde. Yo mismo no soy nada rupturista, prefiero guardar las normas que han guardado toda la vida las figuras. Caso aparte son los tópicos, como las cornadas de las mujeres, y contra eso no me importa manifestarme. O la beatería, las estampitas... Tampoco soy rezador. Conmigo nunca llevo capilla ni vírgenes. Si no me sale rezar ¿por qué he de hacerlo?
P.-¿A qué se refiere cuando habla de los toreros revolucionarios?
R.-Todos los que marcan época en el toreo han sido de una u otra forma revolucionarios. Quiero decir que en cierto modo rompen los esquemas, personal o profesionalmente, o incluso las dos cosas. En la plaza uno muestra su verdadera personalidad. Como dicen algunos, se torea como se es.
P.-¿Usted cómo es?
R.-Qué pregunta. Yo hago lo que siento. Desde el principio ha habido muchas personas a mi alrededor que han intentado cambiarme para que llegara más directamente al público... De pequeño me costaba mucho trabajo mirar hacia los tendidos y descararme con la gente, lo que llaman "vender la mercancía"...
P.-¿Vender la mercancía? Eso es puro marketing, José.
R.-Suena fatal, la verdad. Yo no utilizo nunca la expresión. Además, no sé vender la mercancía. Si la tanda que pego me satisface, pues bueno, puedo salir airoso al ruedo, con la cabeza alta, pero si es una tanda mala ¿por qué voy a sacar pecho? Aquí cuentan mucho las apariencias, pero a mí no me gusta aparentar lo que no siento. Ni me gusta ni me sale. Desde siempre he sido muy fiel a mí mismo y quiero seguir siéndolo.
"Si no me sale rezar, ¿por qué he de hacerlo?"
P.-¿Se siente distinto?
R.-Tengo condiciones para ser figura del toreo, pero no entiendo de carisma. Lo que puedo decirle es que soy tímido.
P.-Empecemos por el principio, José. De usted se sabía poco y ahora, en cambio, todo el mundo menciona su nombre. Un torero puede cortar orejas en las plazas de medio mundo, pero hasta que no sale a hombros por la puerta grande de Madrid no recibe el espaldarazo definitivo. Es como si de pronto le hubiera tocado la primitiva.
R.-Sí. Lo que da Madrid no lo da ninguna plaza.
P.-Pero eso es injusto ¿no cree?
R.-Para torear en otras plazas primero tienes que haber conseguido un triunfo en alguna otra plaza muy importante. Madrid es el símbolo... Todas las figuras del toreo han necesitado Madrid. Yo lo compararía con el fútbol. Si un equipo es muy bueno y nunca gana la liga.
P.-Si es bueno alguna vez tiene que ganarla.
R.-Pues lo mismo le digo de los toreros. El que es bueno triunfa alguna vez en Madrid, y a partir de ahí viene lo demás, es decir, juega la liga en las demás plazas.
P.-¿Entiende mucho de fútbol?
R.-De pequeño era lo que más me gustaba. Soy del Atletico, como toda mi familia, pero sobre todo me atrae el fútbol bueno, independientemente de quien lo juegue.
P.-Hay un antes y un después de su triunfo en San Isidro. ¿Qué sucede ahora en su vida que no sucediera antes?
R.-Muchas cosas. El agobio, sobre todo. El teléfono, por ejemplo, no para de sonar.
P.-Pero usted lleva el móvil desconectado.
R.-Es que me falla a veces...
"Un futbolista será muy importante, pero nunca podrá compararse con un torero. Y es que el torero se juega la vida"
P.-O lo hace fallar usted.
R.-Porque necesito un poco de tranquilidad para entrenar. Lo primero que tengo que hacer es preocuparme de mi profesión, estar concentrado en el trabajo. El teléfono distrae mucho, llaman muchos periodistas, todo el mundo quiere saber, y preguntarme. Vivo un momento de gran responsabilidad y no puedo evitar sentirme un poco asustado. Por un lado no se me quita de la cabeza el recuerdo de la puerta grande, pero por otro pienso en lo que se acerca y me da un poco de miedo...
P.-También habrá cambiado su cotización. Ahora le lloverán las ofertas.
R.-El año pasado tenía muy pocas perspectivas de futuro, pero se me dio bien Madrid y empezaron a abrirse puertas. Este año, imagínese, el efecto ha sido más grande. Pero tengo ya las corridas de la temporada firmadas, y además no quiero torear más de 80 tardes porque le temo a la rutina y no me apetece establecer ningún récord. Esta profesión es de sentimientos y los sentimientos no caben en el Guinness.
P.-Tendrá muchos amigos nuevos, eso sí.
R.-El éxito siempre aporta gente que se hace llamar amiga. Vas a las plazas y se te acercan personas diciendo que son familia, o amigos de amigos... En esa situación, encontrar el equilibrio resulta complicado. Yo no quiero dejarme querer, pero tampoco ser grosero... En resumidas cuentas, ni pasarme ni quedarme corto.
P.-¿Desconfía?
R.-Un poco, quizá por la propia timidez. Sé que los halagos de ahora son una consecuencia del éxito reciente. Por las tardes, en el patio de cuadrillas se crea una situación extraña y tensa. La gente te saluda, te pregunta, y te toca. Es difícil sobrellevar ese momento. Pero nadie lo hace con mala intención y yo trato de ponerme en el lugar de la gente, porque al fin y al cabo también a mí me ha sucedido.
P.-¿Cuándo?
R.-Hace tiempo, con Joselito. Lo he admirado muchísimo desde siempre. Una vez, recuerdo, él salía por la puerta grande y yo iba detrás con un amigo a ver si lográbamos tocarle. Conseguí llevarme un pequeño remate de su vestido. Fue una experiencia preciosa.
P.-¿Lo sabe él?
R.-No creo. Nunca se lo he dicho.
P.-Qué gracia. Joselito es su rival...
R.-La rivalidad la establecen los demás. Pero es muy bonito entrar en competencia con la persona a la que admiras. El pasado día 8 fue la primera vez que toreamos juntos en Madrid. Los dos somos de aquí y eso da cierto morbo... Aunque le diré una cosa: ser torero de Madrid es como ser torero de ningún lado. La plaza de Madrid es muy justa, o muy justiciera, y nadie torea con ventaja. Torear en Madrid no equivale a torear en casa.
"No me apetece establecer ningún récord. Esta profesión es de sentimientos y los sentimientos no caben en el `Guinness'"
P.-Usted llegó a la profesión taurina por empeño de su abuelo. En la vida de muchos toreros hay un padre o un abuelo dispuestos a sacarse la espina de su frustración con los hijos o los nietos.
R.-Mi abuelo es muy aficionado. Me eligió a mí por ser el mayor de los hermanos. Siempre me llevaba a la plazas... Yo me dejaba, y a los 10 años maté mi primera becerra y a los 12 toreé ante el público. Al principio me lo tomaba como un juego, pero después me asusté... Era una sensación rara, difícil de explicar. Quería pero no quería. Empecé a ser consciente de lo que significaba esta profesión y a sentir miedo, es decir, miedo a hacer el ridículo, miedo a no dar la talla, miedo a sacrificarme tanto... Cuando me daban esas ventoleras intentaba quitarme de en medio y mi abuelo se cabreaba. Luego volvía otra vez, y así sucesivamente.
P.-Según lo cuenta, parece una extraña relación de amor-odio.
R.-Yo creo que sí. Luchaba contra mí mismo. Me daba cuenta de la dureza de la profesión y entonces me pasaba al fútbol, que era menos sacrificado. Jugaba en el equipo de Galapagar. De hecho toda mi familia ha estado muy vinculada al fútbol. Mi padre llegó a jugar en los juveniles del Madrid, más tarde fue jugador del Galapagar, y luego entrenador y presidente del club. Mis hermanos también son muy futboleros. Pero el caso es que finalmente mi abuelo se salió con la suya. Entre tanto futbolista, él quería un torero. Ahora dice que ya puede morir tranquilo.
P.-Sus hermanos lo mirarán a usted como un marciano.
R.-Uno de ellos va a verme prácticamente siempre, pero los otros dos sufren mucho... Marcelo, el que me sigue, fue a la plaza el día de la alternativa y lo pasó fatal. Ahora prefiere verme en vídeo después de las corridas.
P.-Corríjame si me equivoco: su padre es constructor.
R.-Sí: es constructor.
P.-O sea, rico.
R.-Yo no diría tanto...
P.-Es una pregunta poco original pero ¿qué necesidad tenía usted de complicarse la vida?
R.-Ya casi nadie torea para salir de pobre. Hace falta una motivación más fuerte que el dinero. Mucha gente que padece urgencia económica no se enfrentaría a un toro por mucho que le pagaran... Jugarse la vida no tiene precio. Y encima haces sufrir a los que te rodean. Mi madre nunca se ha quejado de mi profesión, pero yo lo pienso a menudo: la elección ha sido mía, no suya, y seguramente es injusto hacerle pasar tantas tardes malas.
P.-El mundo del toro distrae de muchas cosas. Los futbolistas no se tiran todo el día hablando de fútbol, sin embargo ustedes es como si vivieran en una nube.
R.-Puede que haya algo de cierto... Somos como bichos raros. Lo nuestro es muy fuerte, y cuando tratas de olvidarlo no puedes porque estás enganchado, el toro te absorbe, te come el coco... Yo lo veo casi como una atracción fatal. Un futbolista será muy importante, pero nunca podrá compararse con un torero. Y es que el torero se juega la vida, no lo olvide.
P.-¿Es verdad que se rodea de ositos de peluche?
R.-Sí. Una vez me regalaron uno y como le cogí cariño y lo llevaba a todas partes, empezaron a regalarme más. Ahora tengo una gran colección. Incluso me han tirado muñecos en la plaza.
P.-¿Prefiere que le tiren un muñeco de peluche a una prenda interior femenina?
R.-Sí, por supuesto.
P.-¿Le da suerte?
R.-Me da ternura.
TÍTULO: CALLEJEROS, BROCHE FINAL DE CONTEMPOPRANEA,.
- Contempopránea bajó el telón de su decimonovena edición y primera del doblete Badajoz-Alburquerque que se saldó, según datos de la ...foto,.
Este festival indie que terminó anoche ha puesto de nuevo a Alburquerque en el mapa musical de España,.
Contempopránea bajó el telón de su decimonovena edición y primera del doblete Badajoz-Alburquerque que se saldó, según datos de la organización, con la venta de entradas de unas 10.000 personas en la sede de la Alcazaba pacense y unas 4.000 entre las dos jornadas en el alburquerqueño Paseo de las Laderas.
Lejos quedan los años de gloria del festival, que creció de manera imparable entre 2006 y 2010, cuando se colocaba el cartel de 'no hay billetes', pero la crisis se dejó notar en la ausencia de patrocinadores, disminución de asistentes y, en consecuencia, carteles con menos figuras de primera línea del pop independiente, lo que a su vez supuso una merma en la presencia de indies en Alburquerque. Todo ello conllevó la necesidad de salvar Contempopránea con la doble sede y con la generosa aportación de la Junta de Extremadura, que permite colocar en Badajoz a las bandas de mayor tirón popular y, en Alburquerque, a las emergentes junto con un par de grupos por noche de mayor atractivo en el universo indie. Así, en la ladera sur del castillo de Luna se dejó notar el viernes la presencia de Russian Red, que ofrecía su primera actuación en España tras una gira por Asia. En la noche de ayer sábado, La Habitación Roja y León Benavente, consiguieron llenar de público la 'zona ancha' del recinto de las Laderas.
Los miembros de La Habitación Roja aparecieron a medianoche del primer día de Contempopránea para estar presente como público, ya que no subieron al escenario hasta algo más de 24 horas después. Su líder, Jorge Martí, se dejó ver con sus compañeros en el backstage degustando y comprando los prestigiosos jamones alburquerqueños de El Risco Extremeño, y entre los espectadores escuchando las canciones de Maika Makovsky y Russian Red.
Las actuaciones sabatinas comenzaron con el regreso de un mítico grupo emeritense, Ama, que se disolvió en 2006, justo el primer año de Contempopránea, y por ello tenían una lejana deuda, ahora saldada, con el festival. Le siguió la emblemática banda francesa Exsonvaldes, una de las perlas musicales de esta edición. Y con León Benavente se elevó el nivel: este cuarteto, integrado por algunos de los músicos con mayor reputación de la escena independiente española, hizo recordar a los asistentes las noches mágicas del Contempopránea, aunque esta vez no hubiera tanta gente como para perder la vista, como antaño, en el horizonte de la ladera del castillo viendo solo cabezas saltando arriba y abajo.
Leon Benavante dará mucho que hablar en el futuro del pop nacional y volverá al festival, en Alburquerque y en Badajoz, porque esto no se acaba aquí, como piensan algunos alburquerqueños que tiemblan solo al pensar que pueden quedarse sin el evento que ha puesto a esta pequeña villa en el mapa musical de España y generando los más importantes ingresos en el sector servicios local en toda su historia.
La Habitación Roja tomó el testigo y, con el público ya entregado, demostró que ama este festival, no en vano es el grupo que más veces ha tocado en el mismo. Los valencianos se dejaron la piel para agradar a las más cientos de personas que adoraban cada gesto y casi acorde de guitarra, pero también como queriendo reivindicar que este gran festival, Contempopránea, es Alburquerque -frase muy repetida por los indies de toda España en los dos días de conciertos-.
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