foto,.
Sebastián tiene huevos. Y los fríe. Lo cual, todo
sea dicho, no supone ningún hecho noticiable por sí mismo. Lo sugerente
es que Sebastián es un Nureyev de la cocina, un individuo que debería
elaborar sus platos vestido de bailarín de la Ópera de Viena.
Educado, cordial, afectuoso, detallista, regenta el restaurante que
lleva su nombre en el barrio de los Remedios de Sevilla (Virgen de las
Montañas, 17) y atiende con una exquisitez de las que ya no se llevan,
como si estuviera agarrado a una barra de ballet con una mano, con una
pierna arqueada, y dispusiera las viandas dibujando un gran círculo con
la otra.
El debate permanentemente abierto acerca de cómo debe freírse pescado suele completarse con localizaciones de origen: yo he comido excelente pescado frito en Bilbao, que no le pega, y pésimos grumos de harina aceitosa en muchos lugares de Andalucía, que parece que vaya a ser el paraíso final de las frituras. Los malagueños, evidentemente, fríen el pescado pequeño con una soltura y equilibrio que los hace, normalmente, imbatibles: los manojos de boquerones del tamaño del meñique que me freían en el RR de Huelin aún no han sido superados en mi memoria por casi nadie (si acaso algún establecimiento de El Palo, al estilo de Juanito Juan). Los gaditanos no le andan a la zaga y también miman el producto, tanto en la capital como en pueblos de su bahía y adyacentes: ya he escrito en alguna ocasión del Franchi de Chipiona o de cualquiera de los establecimientos de Bajo de Guía en Sanlúcar de Barrameda.
En Sevilla la tradición consistió siempre en freír piezas pequeñas de pescados grandes, pescada, cazón y así, no tanto boquerones mínimos o 'pescaíto' al uso; ahora todo anda mezclado y aquí o allá sueles comer cosas parecidas, aunque no se hagan igual. Fríe bien Inchausti y fríe soberanamente Alhucemas en Sanlúcar la Mayor, donde explican a quien quiera saberlo el método que no falla: pescado fresco, debidamente seco, harina buena, aceite limpio y tandas cortas para que no se apelmacen. Las llamadas 'puntillitas' suelen ser un ejemplo o test para saber si en ese lugar fríen bien o hay que salir corriendo: en muchas ocasiones no pasan de ser grumos de harina forrando pequeñas piezas que se aglomeran en una masa informe y lamentable. Cuando vea eso, huya sin perder tiempo, porque el resto, a buen seguro, será terrorífico. No le pasará, por ejemplo, con Sebastián, que lleva friendo pescado y cociendo marisco desde que salió de su pueblo de Las Cabezas de San Juan con una reata de hermanos en busca de la vida. Se fue colocando aquí y allá y acabó, con los años, abriendo un coqueto y limpio restaurante en el que atender a una clientela que, igual que antes se forraba a cigalas, ahora se conforma con pedir algunos pimientos asados y cualquier otra cosita, Sebastián, que no tenemos mucha hambre.
Suelo acudir a verle después de pasar religiosamente por La Otra Esquina, el bar que abraza su ídem un poco más arriba y en el que, mientras Juan silba prodigiosamente, Juani fríe unas prodigiosas y finísimas patatas que riega con virutas de jamón. Le pido a Sebastián unos chanquetes (que ya son de piscifactoría y nada tienen que ver con aquellos que guardamos en la memoria de cuando se podían pescar, pero que afortunadamente tampoco son los sucedáneos chinos que parecían pelos de pubis) y le pido que los acompañe con uno de sus huevos de corral, amarillos intensos, sabrosos, proteínicos, totales. La combinación es buena; tan buena que uno tiene incluso la tentación de prescindir del pescado pequeño y entregarse a esos huevos tan bien fritos (ojo, que freír bien un huevo no es tan fácil y no todo el mundo lo sabe hacer) y tan equilibrados. Aunque aconsejo dejar sitio y probar la carne roja que prepara al estilo casero antiguo, como un regalo de los sabores que un día fueron y que ya cuesta encontrar (incluso hace unos días le vi asando un cochinillo que mostraba un aspecto monumental).
Una vez le conozcan, por demás, ya no le podrán olvidar jamás. Lo sencillo, bien hecho y servido con el mimo que tienen esas manos de terciopelo para la fritura y la cocción, dejará huella en cualquier parte de su gusto.
TÍTULO: LA CARTA DE LA SEMANA, Toch Sarr, madre y jugadora - Baloncesto FEB.
LA MVP DE LAS MAMÁS,.
El debate permanentemente abierto acerca de cómo debe freírse pescado suele completarse con localizaciones de origen: yo he comido excelente pescado frito en Bilbao, que no le pega, y pésimos grumos de harina aceitosa en muchos lugares de Andalucía, que parece que vaya a ser el paraíso final de las frituras. Los malagueños, evidentemente, fríen el pescado pequeño con una soltura y equilibrio que los hace, normalmente, imbatibles: los manojos de boquerones del tamaño del meñique que me freían en el RR de Huelin aún no han sido superados en mi memoria por casi nadie (si acaso algún establecimiento de El Palo, al estilo de Juanito Juan). Los gaditanos no le andan a la zaga y también miman el producto, tanto en la capital como en pueblos de su bahía y adyacentes: ya he escrito en alguna ocasión del Franchi de Chipiona o de cualquiera de los establecimientos de Bajo de Guía en Sanlúcar de Barrameda.
En Sevilla la tradición consistió siempre en freír piezas pequeñas de pescados grandes, pescada, cazón y así, no tanto boquerones mínimos o 'pescaíto' al uso; ahora todo anda mezclado y aquí o allá sueles comer cosas parecidas, aunque no se hagan igual. Fríe bien Inchausti y fríe soberanamente Alhucemas en Sanlúcar la Mayor, donde explican a quien quiera saberlo el método que no falla: pescado fresco, debidamente seco, harina buena, aceite limpio y tandas cortas para que no se apelmacen. Las llamadas 'puntillitas' suelen ser un ejemplo o test para saber si en ese lugar fríen bien o hay que salir corriendo: en muchas ocasiones no pasan de ser grumos de harina forrando pequeñas piezas que se aglomeran en una masa informe y lamentable. Cuando vea eso, huya sin perder tiempo, porque el resto, a buen seguro, será terrorífico. No le pasará, por ejemplo, con Sebastián, que lleva friendo pescado y cociendo marisco desde que salió de su pueblo de Las Cabezas de San Juan con una reata de hermanos en busca de la vida. Se fue colocando aquí y allá y acabó, con los años, abriendo un coqueto y limpio restaurante en el que atender a una clientela que, igual que antes se forraba a cigalas, ahora se conforma con pedir algunos pimientos asados y cualquier otra cosita, Sebastián, que no tenemos mucha hambre.
Suelo acudir a verle después de pasar religiosamente por La Otra Esquina, el bar que abraza su ídem un poco más arriba y en el que, mientras Juan silba prodigiosamente, Juani fríe unas prodigiosas y finísimas patatas que riega con virutas de jamón. Le pido a Sebastián unos chanquetes (que ya son de piscifactoría y nada tienen que ver con aquellos que guardamos en la memoria de cuando se podían pescar, pero que afortunadamente tampoco son los sucedáneos chinos que parecían pelos de pubis) y le pido que los acompañe con uno de sus huevos de corral, amarillos intensos, sabrosos, proteínicos, totales. La combinación es buena; tan buena que uno tiene incluso la tentación de prescindir del pescado pequeño y entregarse a esos huevos tan bien fritos (ojo, que freír bien un huevo no es tan fácil y no todo el mundo lo sabe hacer) y tan equilibrados. Aunque aconsejo dejar sitio y probar la carne roja que prepara al estilo casero antiguo, como un regalo de los sabores que un día fueron y que ya cuesta encontrar (incluso hace unos días le vi asando un cochinillo que mostraba un aspecto monumental).
Una vez le conozcan, por demás, ya no le podrán olvidar jamás. Lo sencillo, bien hecho y servido con el mimo que tienen esas manos de terciopelo para la fritura y la cocción, dejará huella en cualquier parte de su gusto.
TÍTULO: LA CARTA DE LA SEMANA, Toch Sarr, madre y jugadora - Baloncesto FEB.
LA MVP DE LAS MAMÁS,.
-foto--Toch Sarr, madre y jugadora
Toch Sarr logró el
pasado sábado contra el Embutidos Pajariel Bembibre 17 puntos, su mejor
marca de la temporada, confirmando que va acercándose a su mejor nivel.
Han pasado apenas dos meses y una semana del nacimiento de sus dos hijas
gemelas, Khodia y Diarra, a las que dio a luz el 19 de septiembre por
cesárea. “No estoy al 100% físicamente, pero me voy sintiendo mejor”,
comenta la jugadora de 30 años natural de Dakar (Senegal).
DPTO. COMUNICACIÓN IDK GIPUZKOA UPV
El disputado contra el Bembibre es ya el quinto partido que juega
Toch Sarr, que se ha recuperado a tiempo récord de un parto por cesárea
que le dejó “vacía”. “La operación te
deja sin nada, pero al mes ya empecé a entrenar poco a poco con Azu
Muguruza, un poco de tiro, algún ejercicio de piernas...”. Ver los cuatro primeros partidos fuera del equipo era una sensación nueva para ella: “Sufría
sin poder jugar. En la grada no puedo estar. Eso me ha motivado
bastante, veía los partidos y pensaba cómo podía ayudar al equipo”, comenta la jugadora africana.
Después del parto, Sarr no se ponía una fecha concreta para retornar a la actividad deportiva: “El
médico me dijo que escuchara al cuerpo y el cuerpo me está respondiendo
bien, gracias a Dios. Ya la semana anterior a jugar contra el Bembibre
hice unos buenos entrenamientos y me empecé a sentir más flexible de
piernas. En el partido me encontré cómoda y encima llegué bastante
fuerte al final del partido, y esta semana también me noto bien. No
estoy al 100%, pero voy progresando”.
Jugó embarazada
La jugadora del IDK Gipuzkoa UPV cree que una de las claves para su
buena forma física tan poco tiempo después de tener dos niñas es que
siguió jugando hasta los cinco meses de embarazo. “Acabé
aquí la temporada pasada embarazada sin saberlo y luego a mediados de
abril fui a la Liga de Ecuador, al Deportivo Quevedo. Lo mejor de todo
es que fui aún sin saber que estaba embarazada. Entrenando y jugando
notaba molestias en la espalda que no se me iban y fui al médico, que me
dijo que estaba embarazada”. Pese a ello, no dejó el equipo: “Me
encontraba bien físicamente y jugué hasta finales de mayo. Nos
eliminaron en las semifinales de los play-off por el título, y jugué
porque me sentía bien. No tenía miedo de darme un golpe ni nada”.
Además de la propia recuperación de una cesárea, la jugadora del
IDK Gipuzkoa UPV tiene una dificultad añadida para encontrar su mejor
nivel tanto físico como de juego: compatibilizar los entrenamientos,
partidos y largos viajes con el cuidado de sus tres niñas, porque tiene,
además de las gemelas, otra niña de seis años llamada Maguette, que
nació en Ponferrada: “Nació allí porque
esa temporada había jugado en el Bembibre. Lo llevo bien, aunque no
tengo nada de tiempo. Entreno y voy a casa porque las niñas me están
esperando. Les doy el pecho. Mi vida ahora mismo es el equipo y la
familia, que es lo que más me gusta. Las primeras semanas dormía poco,
pero ahora estoy descansando mejor. Además, tenemos una chica que nos
ayuda con la casa y mi marido asume su parte. ¡También nuestra hija
mayor ayuda mucho!”.
Su agotadora agenda llegará al menos hasta finales de marzo, cuando
acaba la temporada 2014-15 de la Liga Femenina, pero luego la pívot
tiene intención de parar: “El próximo verano se disputa la Copa de África, pero creo que voy a descansar. Lo voy a necesitar”.
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