Patricia Arquette: "Me negué a adelgazar para 'Medium'. ¡No compras la fidelidad de tu pareja a cambio de perder cinco kilos!"
Con una imagen de chica 'ultrasexy'
logró hacerse un hueco en Hollywood. Pero la fama le llegó por su papel
de madre con poderes paranormales en la serie 'Medium'. Este año va a
ser decisivo: aspira a un Oscar por su interpretación en 'Boyhood' y
liderará el nuevo equipo de 'CSI'. Que no les engañe su cara aniñada. A
los 46 años, Arquette es de armas tomar. Lea.
Es fácil llevarse una impresión errónea de Patricia
Arquette. Cuando se sienta en el sofá del hotel, se muestra un tanto
apagada, habla en voz baja y no cesa de manosear la larga bufanda que
lleva al cuello. La impresión que transmite es de vulnerabilidad, de
melancolía. Seguramente se trata de esa faceta de su
personalidad de la que ella dice que «cada hombre al que he querido ha
tratado de arreglarla, de atenuarla». Pero Arquette, que tiene 46 años,
no necesita salvadores. Nunca los ha necesitado.
Patricia es nieta de un conocido cómico e hija de un actor y una actriz, psicóloga y poetisa, que educaron a sus hijos en una libertad absoluta. Los cinco hermanos Arquette terminaron por convertirse en intérpretes. A Patricia, «la clásica hermana mediana», le enseñaron a cuestionar la autoridad, a creer que todo era posible, incluso la armonía religiosa: su padre era musulmán y su madre, judía... e hicieron que estudiase en un colegio de monjas. No es de extrañar que Arquette que inicialmente parece incapaz de matar una mosca muestre su otra faceta cuando apenas llevamos cuatro minutos de entrevista. Patricia habla sobre su última película, Boyhood, por la que aspira a los Oscar. En ella interpreta a una madre soltera que, en un momento de su vida, se une a un hombre que la somete a malos tratos psicológicos. «Esa mujer se niega a aceptar la realidad de esa relación. Lo que le ocurre a bastantes mujeres», indica. «Si fuese yo, no me sometería a una cosa así. Más bien pillaría desprevenido a ese tipejo y le clavaría un tenedor en la cabeza». Mientras lo dice, se levanta, hinca una rodilla en la mesita y finge abalanzarse sobre mí empuñando el tenedor. Es inquietante, y me río con nerviosismo. Arquette también ríe; vuelve a sentarse y se pone a acariciar otra vez la bufanda.
'Boyhood', filmada en cortas secuencias a lo largo de 12 años y con el mismo elenco, sigue la vida de un niño Mason (Ellar Coltrane) y la de su familia a través del tiempo, desde que el pequeño tiene seis años hasta que ingresa en la universidad. Cuando Richard Linklater, el director, le habló del proyecto por primera vez (la pregunta concreta que le hizo fue: «¿qué planes tienes para los próximos 12 años?»), no tenía ni un guion ni una trama completa. Lo único que tenía claro era el comienzo de la historia: los padres de Mason (Arquette y Ethan Hawke) se han separado. «Me quedé con la boca abierta cuando Richard me explicó el proyecto», dice Arquette. «La película no se ajusta para nada al modelo de negocio en los Estados Unidos. La industria del cine hoy está dirigida por los banqueros y casi no se ruedan películas de bajo presupuesto. Tampoco quedaba claro a qué sector del público estaría dirigido el filme. La trama no contaba con un elemento definido que facilitara su comercialización».
El rodaje tuvo lugar de forma casi secreta, y los actores y el equipo de rodaje fueron intimando mucho. Al ver la película, a Arquette le resulta imposible no revivir los acontecimientos sucedidos en sus vidas fuera de la pantalla. «Miro una secuencia tras otra y lo veo todo de nuevo: aquella la rodamos justo antes del nacimiento de mi hija; esa otra, mientras estaba divorciándome; la siguiente la hicimos cuando Ethan también estaba divorciándose (de Uma Thurman); la otra la rodamos justo después del nacimiento de los hijos de Rick (Linklater). Y esta última la filmamos cuando se separaron los padres del propio Ellar. Estaba tan triste».
Arquette considera que la experiencia de verse envejecer en la pantalla resulta «tan complicada como intensa». Pero, según agrega, con el paso de los años «he terminado por sentirme más libre». Es posible que a Patricia le resulte más fácil porque nunca se ha sentido particularmente cómoda con la atención puesta en su belleza y en su físico. Aunque hoy quizá es más conocida por su papel de mamá de clase media con poderes paranormales en la serie Medium, los papeles que la hicieron famosa (Amor a quemarropa, Carretera perdida) tenían mucho que ver con la atracción física y sexual. Hoy dice: «Entonces no terminaba de ser plenamente consciente de mi cuerpo. Todavía estaba intentando descubrir quién era yo. Me siento agradecida por haber participado en esos proyectos, pero el hecho era que aún estaba saliendo del cascarón».
Arquette siempre quiso convertirse en actriz, pero tuvo que pagar un precio. «Cuando era pequeña, siempre me fijaba en cómo se comportaba la gente y tenía claro que mi vocación era contar historias de personas, pero a la vez era tímida y retraída, me sentía fea... No me gustaba que me mirasen. Recuerdo que una vez, cuando tenía seis o siete años, pregunté a mi madre por qué la gente no hacía más que mirarme. 'Te miran porque eres una niñita muy guapa', respondió. Pero yo no me lo creía. Y, sin embargo, me puse a trabajar en una industria en la que la gente siempre está mirándote. Creo que aprendí a desconectar».
En su vida privada, sus relaciones han sido también muy seguidas, especialmente la que la unió a Nicolas Cage, por las peculiaridades (o excentricidades) desde que se conocieron, cuando ella tenía 18 años. Aunque no se casaron hasta que ella tuvo 27. Cuando Cage le pidió su mano, nada más conocerla en un restaurante barato de Los Ángeles, Arquette respondió que le daría el 'sí' con dos condiciones: que le consiguiera el autógrafo del escritor J. D. Salinger (que vivía recluido) y que le regalara una orquídea negra. Cage cumplió los dos requisitos, pero lo arruinó todo al enzarzarse en una terrible discusión en el aeropuerto donde iban a embarcarse para contraer matrimonio. Nueve años después volvieron a coincidir en el mismo restaurante, y esta vez fue Patricia la que pidió la mano del actor. Se casaron en secreto... Y suele decirse que se separaron nueve meses más tarde, aunque se las arreglaron para acallar la separación hasta que se divorciaron formalmente en 2000, cinco años después. Le pregunto al respecto, y Arquette desmiente esta versión.
«Es verdad que a veces estábamos peleados y viviendo separados, pero no era lo que la gente decía. Durante una temporada estuve viviendo con mi madre, cuidando de ella porque se estaba muriendo (de cáncer de mama, en 1997). En otras ocasiones, Nicolas estaba fuera de casa, rodando una película. Era nuestra manera de vivir. Sigo pensando que no tengo por qué dar explicaciones a nadie. La gente a veces está muy equivocada y te cataloga de una forma que no tiene nada que ver con la realidad». Su padre y su madre fallecieron con unos pocos años de diferencia, circunstancia que afectó muchísimo a la actriz y a sus hermanos. «Lo sucedido fue una llamada de atención muy traumática. Sirvió para que estuviéramos más unidos que nunca. Nuestros padres no fueron perfectos, y siempre echamos en falta un poco de estabilidad, pero nos transmitieron una profundidad espiritual que la mayoría de las personas nunca llegan a experimentar».
Poco después se enteró de que estaba embarazada de su segundo marido, Thomas Jane. Su hijo Enzo que tuvo, cuando ella tenía 20 años, con el músico argentino Paul Rossi se puso contentísimo. «Me dijo que la niña no podía llegar en mejor momento, que yo necesitaba imperiosamente cuidar de un bebé y que él ya no estaba para hacerme de bebé. Si todo sale como tengo pensado, cuando Harlow se marche de casa ya seré abuela». Es lo que trata de inculcarle a Enzo: «Le digo que tiene unos ocho años por delante para divertirse y disfrutar de la vida, pero que luego conviene sentar la cabeza», ríe. «He sido una madre muy distinta para mi hijo que para mi hija. En el caso de mi hijo, ambos éramos unos críos. Siempre estaba buscándome la vida como podía».
Como es natural, la situación era otra cuando Harlow vino al mundo. Por eso, cuando un productor de Medium le pidió a Patricia que perdiera los kilos ganados durante el embarazo, la actriz se negó. «Le dije que ni hablar», recuerda. «Quería dejar claro a todo el mundo que no hace falta tener según qué físico para asegurarte de que tu pareja te es fiel. Si lo que te propones es mantener una relación a largo plazo, cinco kilos de más o de menos no tienen por qué suponer un problema, no compras así la fidelidad». Arquette se salió con la suya, «porque tengo la suficiente consideración profesional como para gozar de cierto poder». Y el tiempo le dio la razón: la teleserie fue un éxito y la llevó a ganar un premio Emmy y tres nominaciones a los Globos de Oro. Sigue gozando de ese poder, y su carrera profesional marcha viento en popa. Y, además, se ha embarcado en una nueva relación, tras su divorcio de Jane en 2011. La relación es tan reciente que aún no quiere hablar del tema.
Cuando le pregunto al respecto, sonríe y dice: «Me siento muy feliz. Es muy bonito, ¿sabe? Es lo que mi personaje dice en Boyhood: '¿Y esto es todo lo que hay en la vida? Yo pensaba que había otras cosas...'. Me he sentido así otras veces, de forma cíclica. Pero entonces giras por una esquina, y tu vida cambia en cuestión de cinco minutos. Cuando menos te lo esperas».
Rasgos personales
-Mucho carácter: Arquette en Amor a quemarropa, de 1993, cuando interpretaba a jóvenes explosivas. Tiene dos rasgos peculiares para Hollywood: su estatura, mide 1,54. Y sus dientes, algo irregulares. Ella siempre bromea sobre lo primero y cuenta que se negó a llevar brackets de niña porque defendía que sus dientes le daban personalidad.
-Parejas intensas: Nicolas Cage le pidió la mano nada más conocerla. Pero su segundo marido, Thomas Jane, lo hizo alterando el montaje de una película de Charlie Chaplin. Insertó una aparición suya mostrando unos naipes con la leyenda: «¿Quieres que nos casemos?».
-Asuntos de familia: Los cinco hermanos Arquette se dedican a la interpretación, aunque los más conocidos son Rosanna, David y Patricia. Alexis, transexual, es actriz y música. Thomas Jane, el marido de Patricia hasta 2011, también es actor (Deep blue, Magnolia) y David se casó con la más famosa de Friends, Courtney Cox. Se divorciaron en 2013.
-Poder para investigar: Durante siete años ha sido una madre e investigadora con ciertos poderes en Medium. En CSI: Cyber, que será la secuela más peculiar de la popular serie, Arquette interpreta a una ciberpsicóloga que se adentra en el crimen en Internet.
Patricia es nieta de un conocido cómico e hija de un actor y una actriz, psicóloga y poetisa, que educaron a sus hijos en una libertad absoluta. Los cinco hermanos Arquette terminaron por convertirse en intérpretes. A Patricia, «la clásica hermana mediana», le enseñaron a cuestionar la autoridad, a creer que todo era posible, incluso la armonía religiosa: su padre era musulmán y su madre, judía... e hicieron que estudiase en un colegio de monjas. No es de extrañar que Arquette que inicialmente parece incapaz de matar una mosca muestre su otra faceta cuando apenas llevamos cuatro minutos de entrevista. Patricia habla sobre su última película, Boyhood, por la que aspira a los Oscar. En ella interpreta a una madre soltera que, en un momento de su vida, se une a un hombre que la somete a malos tratos psicológicos. «Esa mujer se niega a aceptar la realidad de esa relación. Lo que le ocurre a bastantes mujeres», indica. «Si fuese yo, no me sometería a una cosa así. Más bien pillaría desprevenido a ese tipejo y le clavaría un tenedor en la cabeza». Mientras lo dice, se levanta, hinca una rodilla en la mesita y finge abalanzarse sobre mí empuñando el tenedor. Es inquietante, y me río con nerviosismo. Arquette también ríe; vuelve a sentarse y se pone a acariciar otra vez la bufanda.
'Boyhood', filmada en cortas secuencias a lo largo de 12 años y con el mismo elenco, sigue la vida de un niño Mason (Ellar Coltrane) y la de su familia a través del tiempo, desde que el pequeño tiene seis años hasta que ingresa en la universidad. Cuando Richard Linklater, el director, le habló del proyecto por primera vez (la pregunta concreta que le hizo fue: «¿qué planes tienes para los próximos 12 años?»), no tenía ni un guion ni una trama completa. Lo único que tenía claro era el comienzo de la historia: los padres de Mason (Arquette y Ethan Hawke) se han separado. «Me quedé con la boca abierta cuando Richard me explicó el proyecto», dice Arquette. «La película no se ajusta para nada al modelo de negocio en los Estados Unidos. La industria del cine hoy está dirigida por los banqueros y casi no se ruedan películas de bajo presupuesto. Tampoco quedaba claro a qué sector del público estaría dirigido el filme. La trama no contaba con un elemento definido que facilitara su comercialización».
El rodaje tuvo lugar de forma casi secreta, y los actores y el equipo de rodaje fueron intimando mucho. Al ver la película, a Arquette le resulta imposible no revivir los acontecimientos sucedidos en sus vidas fuera de la pantalla. «Miro una secuencia tras otra y lo veo todo de nuevo: aquella la rodamos justo antes del nacimiento de mi hija; esa otra, mientras estaba divorciándome; la siguiente la hicimos cuando Ethan también estaba divorciándose (de Uma Thurman); la otra la rodamos justo después del nacimiento de los hijos de Rick (Linklater). Y esta última la filmamos cuando se separaron los padres del propio Ellar. Estaba tan triste».
Arquette considera que la experiencia de verse envejecer en la pantalla resulta «tan complicada como intensa». Pero, según agrega, con el paso de los años «he terminado por sentirme más libre». Es posible que a Patricia le resulte más fácil porque nunca se ha sentido particularmente cómoda con la atención puesta en su belleza y en su físico. Aunque hoy quizá es más conocida por su papel de mamá de clase media con poderes paranormales en la serie Medium, los papeles que la hicieron famosa (Amor a quemarropa, Carretera perdida) tenían mucho que ver con la atracción física y sexual. Hoy dice: «Entonces no terminaba de ser plenamente consciente de mi cuerpo. Todavía estaba intentando descubrir quién era yo. Me siento agradecida por haber participado en esos proyectos, pero el hecho era que aún estaba saliendo del cascarón».
Arquette siempre quiso convertirse en actriz, pero tuvo que pagar un precio. «Cuando era pequeña, siempre me fijaba en cómo se comportaba la gente y tenía claro que mi vocación era contar historias de personas, pero a la vez era tímida y retraída, me sentía fea... No me gustaba que me mirasen. Recuerdo que una vez, cuando tenía seis o siete años, pregunté a mi madre por qué la gente no hacía más que mirarme. 'Te miran porque eres una niñita muy guapa', respondió. Pero yo no me lo creía. Y, sin embargo, me puse a trabajar en una industria en la que la gente siempre está mirándote. Creo que aprendí a desconectar».
En su vida privada, sus relaciones han sido también muy seguidas, especialmente la que la unió a Nicolas Cage, por las peculiaridades (o excentricidades) desde que se conocieron, cuando ella tenía 18 años. Aunque no se casaron hasta que ella tuvo 27. Cuando Cage le pidió su mano, nada más conocerla en un restaurante barato de Los Ángeles, Arquette respondió que le daría el 'sí' con dos condiciones: que le consiguiera el autógrafo del escritor J. D. Salinger (que vivía recluido) y que le regalara una orquídea negra. Cage cumplió los dos requisitos, pero lo arruinó todo al enzarzarse en una terrible discusión en el aeropuerto donde iban a embarcarse para contraer matrimonio. Nueve años después volvieron a coincidir en el mismo restaurante, y esta vez fue Patricia la que pidió la mano del actor. Se casaron en secreto... Y suele decirse que se separaron nueve meses más tarde, aunque se las arreglaron para acallar la separación hasta que se divorciaron formalmente en 2000, cinco años después. Le pregunto al respecto, y Arquette desmiente esta versión.
«Es verdad que a veces estábamos peleados y viviendo separados, pero no era lo que la gente decía. Durante una temporada estuve viviendo con mi madre, cuidando de ella porque se estaba muriendo (de cáncer de mama, en 1997). En otras ocasiones, Nicolas estaba fuera de casa, rodando una película. Era nuestra manera de vivir. Sigo pensando que no tengo por qué dar explicaciones a nadie. La gente a veces está muy equivocada y te cataloga de una forma que no tiene nada que ver con la realidad». Su padre y su madre fallecieron con unos pocos años de diferencia, circunstancia que afectó muchísimo a la actriz y a sus hermanos. «Lo sucedido fue una llamada de atención muy traumática. Sirvió para que estuviéramos más unidos que nunca. Nuestros padres no fueron perfectos, y siempre echamos en falta un poco de estabilidad, pero nos transmitieron una profundidad espiritual que la mayoría de las personas nunca llegan a experimentar».
Poco después se enteró de que estaba embarazada de su segundo marido, Thomas Jane. Su hijo Enzo que tuvo, cuando ella tenía 20 años, con el músico argentino Paul Rossi se puso contentísimo. «Me dijo que la niña no podía llegar en mejor momento, que yo necesitaba imperiosamente cuidar de un bebé y que él ya no estaba para hacerme de bebé. Si todo sale como tengo pensado, cuando Harlow se marche de casa ya seré abuela». Es lo que trata de inculcarle a Enzo: «Le digo que tiene unos ocho años por delante para divertirse y disfrutar de la vida, pero que luego conviene sentar la cabeza», ríe. «He sido una madre muy distinta para mi hijo que para mi hija. En el caso de mi hijo, ambos éramos unos críos. Siempre estaba buscándome la vida como podía».
Como es natural, la situación era otra cuando Harlow vino al mundo. Por eso, cuando un productor de Medium le pidió a Patricia que perdiera los kilos ganados durante el embarazo, la actriz se negó. «Le dije que ni hablar», recuerda. «Quería dejar claro a todo el mundo que no hace falta tener según qué físico para asegurarte de que tu pareja te es fiel. Si lo que te propones es mantener una relación a largo plazo, cinco kilos de más o de menos no tienen por qué suponer un problema, no compras así la fidelidad». Arquette se salió con la suya, «porque tengo la suficiente consideración profesional como para gozar de cierto poder». Y el tiempo le dio la razón: la teleserie fue un éxito y la llevó a ganar un premio Emmy y tres nominaciones a los Globos de Oro. Sigue gozando de ese poder, y su carrera profesional marcha viento en popa. Y, además, se ha embarcado en una nueva relación, tras su divorcio de Jane en 2011. La relación es tan reciente que aún no quiere hablar del tema.
Cuando le pregunto al respecto, sonríe y dice: «Me siento muy feliz. Es muy bonito, ¿sabe? Es lo que mi personaje dice en Boyhood: '¿Y esto es todo lo que hay en la vida? Yo pensaba que había otras cosas...'. Me he sentido así otras veces, de forma cíclica. Pero entonces giras por una esquina, y tu vida cambia en cuestión de cinco minutos. Cuando menos te lo esperas».
Rasgos personales
-Mucho carácter: Arquette en Amor a quemarropa, de 1993, cuando interpretaba a jóvenes explosivas. Tiene dos rasgos peculiares para Hollywood: su estatura, mide 1,54. Y sus dientes, algo irregulares. Ella siempre bromea sobre lo primero y cuenta que se negó a llevar brackets de niña porque defendía que sus dientes le daban personalidad.
-Parejas intensas: Nicolas Cage le pidió la mano nada más conocerla. Pero su segundo marido, Thomas Jane, lo hizo alterando el montaje de una película de Charlie Chaplin. Insertó una aparición suya mostrando unos naipes con la leyenda: «¿Quieres que nos casemos?».
-Asuntos de familia: Los cinco hermanos Arquette se dedican a la interpretación, aunque los más conocidos son Rosanna, David y Patricia. Alexis, transexual, es actriz y música. Thomas Jane, el marido de Patricia hasta 2011, también es actor (Deep blue, Magnolia) y David se casó con la más famosa de Friends, Courtney Cox. Se divorciaron en 2013.
-Poder para investigar: Durante siete años ha sido una madre e investigadora con ciertos poderes en Medium. En CSI: Cyber, que será la secuela más peculiar de la popular serie, Arquette interpreta a una ciberpsicóloga que se adentra en el crimen en Internet.
TÍTULO : EN PRIMER PLANO,el tercer lunes de enero BlueMonday: Cómo superar el día más triste del año,.
BlueMonday: Cómo superar el día más triste del año
Las Navidades se han ido, el frío ha llegado y la cuesta de enero, seguramente, se alargue hasta bien entrado febrero. Una fórmula matemática con estas características señala al próximo lunes, mañana 19 de enero, (el tercer lunes del mes), como el día más triste del año: el conocido como Blue Monday.
El Blue Monday se identificó en 2005 de acuerdo a una fórmula ideada por Cliff Arnal, investigador de la Universidad de Cardiff y experto en motivación, quien llegó a esta conclusión tras estudiar las variables del clima, su escasa liquidez para pagar algunas deudas y su decepción por haber incumplido los propósitos del nuevo año.
¿Qué lo origina?
Además de ser el comienzo de la semana laboral, aún pesan los kilos de los "atracones" de Navidad, el tiempo suele ser malo y todavía quedan varios días para cobrar. Por si fuera poco, comienzan a llegar las facturas de los créditos pedidos para los regalos navideños y la motivación, además, suele ser baja. Si hace apenas dos semanas nos habíamos marcado una lista de buenos propósitos de comienzo de año nuevo -gimnasio, dejar de fumar, idiomas, etc.- parece que ya se van olvidando...
Una mezcla perfecta para vivir un día gris (o blue)
De esta forma, Eltiempo.es ha querido profundizar en este fenómeno Blue Monday contando con dos expertos en sus respectivas áreas: Mario Picazo, colaborador meteorológico de Eltiempo.es y Patricia Ramírez Loeffler, reputada psicóloga del deporte y de la salud, analizan cómo influye la meteorología y la psicología respectivamente en nuestro estado anímico.
Mario Picazo opina que, "aunque vivimos en uno de los países con más horas de sol al año y vamos sumando minutos de luz al día, aún tenemos por delante largas noches y muchas semanas de viento, frío, lluvia y nieve que seguro afectarán el estado anímico de más de uno".
Por su parte, la psicóloga Patricia Ramírez comenta que "emociones como la tristeza y la ansiedad surgen cuando las personas se sienten ante una amenaza (pagar sus tarjetas) o en desequilibrio (tienes más motivos para estar estresado en la balanza que para estar tranquilo)".
Además, Ramírez añade, "si una persona dirige su foco de atención a todo lo que resta (invierno, frío, inicio de la rutina, volver al trabajo, dormir menos, más responsabilidades) y no tiene en cuenta todo lo que suma (ser afortunado por trabajar, tener capacidad económica para responder al gasto de la tarjeta, tener calefacción para vencer el frío, reencontrarte con compañeros de trabajo con los que compartir los momentos vividos en vacaciones), lo normal es que se encuentre triste. Si damos más valor a lo que nos falta que a lo que tenemos, nos sentimos mal. El valor, lo que apreciamos, aquello de lo que hablamos y compartimos con los demás, es una elección. Tú decides si sumas o restas",.
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