DESAYUNO - CENA - JUEVES - Nos miran como a Angelina Jolie, fotos,.
Vanesa y su hija Johana (9 años) ganan el concurso de artistas de Telecinco. «La mitad del premio será para los estudios de la niña»,.
La pequeña Johana, de 9 años y vecina de Zaragoza, no tuvo suerte en el casting de 'Pequeños Gigantes', pero el destino le tenía reservada una sorpresa: triunfar junto a su madre, Vanessa. Ella había colgado un par de vídeos en YouTube cantando con su hija y llamaron la atención de la productora de 'Levantate' (Telecinco), que las invitó a concursar. Un comienzo casual para un viaje que las ha convertido en las ganadoras de la primera edición de este 'talent show' gracias a su capacidad para emocionar al público, al jurado y a Jesús Vázquez.«Hace muchos años que no cantaba delante de nadie y gracias a Johanna me he animado a retomar lo que dejé. Los primeros días nos imponía muchísimo salir al plató, pero luego te vas acostumbrado y vas cogiendo confianza, aunque nunca pensamos que íbamos a salir ganadoras, ha sido una sorpresa», explicaba la feliz madre ayer a este periódico.
Para ver el desenlace de 'Levántate' hubo que trasnochar, porque Telecinco esperó para dar inicio a la gala a que acabara el partido de Champions entre el Atlético de Madrid y el Bayer Leverkusen, que emitía TVE y se alargó por los penaltis, con lo que la final terminó cerca de las dos de la madrugada. Sin embargo, marcó su máximo histórico con 2.842.000 espectadores (25,9% de 'share' de media), aunque con quejas por parte de algunos televidentes por la hora.
Johana y Vanesa cantaron a dúo 'La fuerza del corazón', junto a Niña Pastori, una de las juezas del programa. Y esta actuación les sirvió para ganar los 30.000 euros del premio frente a la otra pareja finalista, formada por Verónica (madre) y Yudit (hija).
«Imitaba lo que oía»
«Hemos tenido momentos buenos, como cuando cantamos 'Believe' de Cher
o 'Let it go' de Frozen. Pero otros no tanto, como cuando nos tocó
'Solo tú' de Paula Rojo, porque la niña tenía problemas con las voces.
Antes de salir al escenario lo pasamos bastante mal las dos, pero luego
todo fue automático. El programa nos ha unido más, aunque nosotras ya
estábamos muy 'pegaditas'», reconoce Vanessa, que no dudaría en
apuntarse a otro 'talent'.
¿De dónde les viene esa pasión por el cante?
Mi hija canta porque me oye a mí. Yo empecé a cantar porque mi madre de niña me ponía música y yo imitaba lo que oía.
¿Qué van a hacer con el dinero del premio?
La mitad va a ir destinada a los estudios de la niña. Con la otra
mitad todavía no tenemos muy claro qué vamos a hacer, tapar algunos
agujerillos y darnos un caprichito como un viaje, que nunca lo hemos
hecho. Algo que nos merezcamos (risas).
¿Y la familia, los amigos... qué les dicen?
Me hace mucha gracia, porque la gente que no te conoce tiene
reacciones extrañas; los vecinos, en cambio, nos tratan como siempre.
Pero los demás parece que están viendo a Angelina Jolie o algo así.
¡Pero si yo soy del barrio de toda la vida!TÍTULO: EL DIA DEL PADRE, ¿ Y ESE DE QUE VA ? EXTRA DEL PADRE DECIMO,.
EL DIA DEL PADRE, ¿ Y ESE DE QUE VA ? EXTRA DEL PADRE DECIMO,.fotos,.
¿Y ese de qué va?,.
Un Día del Padre comí con cinco yonkis en Cáritas y acabé hundido,.
Las personas cambian poco. Lo que cambia es la percepción que los demás tienen de nosotros. Otra cosa es que, a fuerza de notar que nos ven de aquella manera, nosotros mismos acabemos cambiando y creyendo ser de aquella manera como nos ven los otros.Dicho así, lo anterior parece un trabalenguas. Vayamos a lo práctico. Usted es el mismo de ayer, de acuerdo, pero móntese en un descapotable, dé un paseo por la ciudad conduciéndolo y notará que todo el mundo gira la cabeza para seguir su estela. Desciende del cabriolet y lo miran como si fuera usted una dignidad. Notará comentarios a su paso, murmullos de envidia, desprecio o admiración. Es una tontería, pero es. Usted no ha cambiado, es el mismo, pero el descapotable lo ha distinguido y ha provocado cambios en los otros.
Hay maneras más baratas de que lo miren de otra manera. Una sencilla, coja un ordenador metálico, péguele un adhesivo de Apple, siéntese a trabajar con él en una cafetería o en un aeropuerto y la manzanita dirá más de usted que toda una vida de esfuerzo y dedicación.
Hubo un tiempo en que cada semana cambiaba de personalidad o, mejor, de apariencia para contar en el periódico la experiencia. Lo más fuerte sucedió cuando me disfracé de sacerdote y noté unas miradas femeninas que nunca se habían posado así en mi persona. Pero lo más interesante fue una serie de reportajes basados en mi condición impostada de mendigo.
Me dejaba crecer la barba, me vestía con un chándal, me ponía un esparadrapo en una patilla de las gafas y una gorra descolorida en la cabeza y me iba un día a vender pañuelos de papel a los semáforos y por las casas, otro, a pedir un crédito por los bancos, uno más, a recoger ropa usada o a almorzar en un comedor social. Eso fue a principios de los 90, cuando había la crisis de siempre, que se hablaba de ella por hablar de algo, no la crisis de ahora, bastante más dolorosa que una simple conversación.
Si disfrazado de cura mi ego vanidoso se infló, cuando me convertí en mendigo, la percepción que los demás tuvieron de mí acabó deprimiéndome como nunca. Tuve la ocurrencia de pasar el Día del Padre en un comedor social de Santiago de Compostela y salí de él llorando. En la cola había varios padres cuyos hijos no querían comer con ellos ni ese día, pero que se inventaban diferentes historias para disculparlos hasta acabar desolados a los postres. Comí con cinco yonkis que añoraban a sus padres, pero no eran bien recibidos en sus casas porque habían robado a su familia pequeñas cantidades o alguna joya varias veces y me puse tan malo y se me notó tanto en el semblante que, cuando fui a servirme las alubias con chorizo del menú social, la hermana que atendía las ollas me obligó a echarme dos cucharadas más «porque se ve que lo necesita usted».
Vendiendo pañuelos, los conductores subían la ventanilla al verme y las señoras no abrían las puertas de sus casas. Recogiendo ropa usada, tuve que poner paz entre dos señoras que se peleaban por unas prendas de lencería. Y cuando fui a pedir un crédito, me expulsaron de dos bancos y una señora del BBV de Vigo lloró conmigo cuando le expuse mi caso y estuvo a punto de darme dinero de su bolsillo.
Al acabar la experiencia mendicante, me encontraba francamente mal. Yo no había cambiado, mantenía mi confortable condición pequeño burguesa, pero me afectó tanto la percepción de los demás hacia mi condición menesterosa, aunque fuera disfrazada, que me fui entristeciendo de manera paulatina hasta que tuve que cortar la serie periodística so pena de caer en la depresión.
El experimento me ayudó a entender por qué hay tanta gente que aparenta. Lo hacen para engañar, es cierto, pero ese engaño les sienta bien porque han descubierto los encantos de la gran mentira: lo que cuenta no es ser, sino lo que los demás creen que eres.
TÍTULO: JUEVES CINE, EL PERFUME, HISTORIA DE UN ASESINO,.
- Reparto
- Ben Whishaw, Alan Rickman, Rachel Hurd-Wood, Dustin Hoffman, Sara Forestier, Karoline Herfurth, Simon Chandler, David Calder, Sian Thomas, Michael Smiley, Franck Lefeuvre, Sam Douglas, Alvaro Roque, Ramon Pujol, Corinna Harfouch, Paul Berrondo, Joanna Griffiths, Guillermo Ayesa, Fermí Reixach, Duna Jové, Francesc Albiol,.
- Francia, siglo XVIII. Adaptación del famoso best-seller de Patrick Süskind. Jean Baptiste Grenouille nació en medio del hedor de los restos de pescado de un mercado y fue abandonado por su madre en la basura. Las autoridades se hicieron cargo de él y lo mandaron a un hospicio. Creció en un ambiente hostil; nadie le quería, porque había en él algo excepcional: carecía por completo de olor. Estaba, sin embargo, dotado de un extraordinario sentido del olfato. A los veinte años, después de trabajar en una curtiduría, consiguió trabajo en casa del perfumista Bandini, que le enseñó a destilar esencias. Pero él vivía obsesionado con la idea de atrapar otros olores: el olor del cristal, del cobre, pero, sobre todo, el olor de algunas mujeres.
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