Ariadne Artiles: "Hay cierta mafia en torno a las modelos"
Pocas 'tops' hablan con tanta claridad.
Esta mujer de carácter, capaz de decir que no a grandes popes del
negocio, denuncia sin tapujos algunas tiranías del mundo de la moda.
Metida ahora a diseñadora, se desnuda para 'XLSemanal'... en esta
entrevista.
Habla deprisa, con gestos elegantes. Es amable y paciente.
Pero lo que cautiva de Ariadne Artiles (Las Palmas, 1982) es su
sensatez, su imbatible determinación. Dejó su casa porque su madre pensó
que necesitaba abrirse al mundo; y ya no volvió. A los 19 años vivía
sola en Miami y no dejaba de trabajar un solo día. Hoy, una década
después y en la cumbre de las modelos españolas, vive a caballo entre
Madrid y Nueva York. «Una vida organizada y desorganizada a un tiempo.
Como los médicos, 24 horas disponible».
* Biquini, de Louis Vuitton; brazalete, de Swarovski y sandalias, de Aquazzura.
XLSemanal. Dejó su casa con 17 años...
Ariadne Artiles. Con 16. Vino la agencia Elite a Canarias y salí elegida junto con Laura Sánchez y Helen Lindes, que ahora somos muy amigas. Fui finalista en el concurso nacional, pero no di el paso y regresé a casa. Mi madre me dijo: «Tienes que salir». Yo no quería. Mis amigas, mi novio..., pero mi madre me empujó y ya no volví.
XL. Ahí empezó su carrera.
A.A. El trabajo más importante fue la campaña de Abercrombie, con el fotógrafo Bruce Weber. No tenía ni idea de moda. Ni siquiera sabía quién era él. Me aconsejó que me fuera unos años a Miami. Llegué de Roma y a los tres días hice las maletas.
XL. ¿Siempre ha viajado sola?
A.A. Siempre.
* Top biquini, de Ariadne Artiles para Yamayay; short vaquero, de Boohoo; botines, de Geox para Patrik Cox; y pulseras, de Claires y Guanábana.
XL. Se enfrentaba a un mundo nada fácil para una chica tan joven.
A.A. La verdad es que tienes que aprender rápido para que no se te vayan las cosas de las manos.
XL. Hay tentaciones, propuestas, dinero, lujo, fiestas...
A.A. Siempre fui muy recta. Nunca iba a fiestas, pensaba que no era parte de mi trabajo. Siempre pensé que, si no me sentía cómoda en un trabajo o con un fotógrafo, no tenía por qué hacerlo. En la campaña de Bruce Weber, por ejemplo, me pidió que me pusiera en topless. Me lo habían puesto como un trabajo muy importante, pero lo tenía clarísimo y le dije que ni de broma. Se moría de la risa. A otras no les apetecía, pero se desnudaron. Y yo hice la campaña, pero vestida.
* Biquini, de Chanel; pulseras, de Louis vuitton; y collar, de Market Place.; y gafas, de Chanel.
XL. Hay que tener un par de narices.
A.A. Tener las cosas claras. Muchas veces es importante decir que no. No me arrepiento de nada. Aunque he aprendido también a base de palos, sobre todo en temas de agentes...
XL. ¿En qué sentido?
A.A. Hay cierta mafia, un control absoluto sobre las modelos. Nosotras confiamos en nuestros agentes como si fueran nuestros padres, pero no vemos nunca un contrato. No sabemos lo que vamos a cobrar, siempre a la espera de lo que tu agente te va a dar. Ahora tengo oficina en Madrid y agentes por todo el mundo, y soy yo quien controla las cosas. Pero hablo con muchas modelos y les pregunto: «¿Por qué no pides tu contrato?». «Es que me da vergüenza». Lo normal en cualquier trabajo es algo a lo que las modelos no están acostumbradas.
XL. ¿De dónde le viene esa fuerza?
A.A. Siempre he tenido carácter. Mis padres se separaron cuando tenía nueve años y eso te hace madurar.
XL. ¿Qué siente cuando lee que es la mujer más sexy del mundo?
A.A. Lo veo como una muestra de cariño. Pero me siento, sobre todo, buena persona.
* Top, de Lacoste; Slip de baño, de Quicksilver; Pulseras, de Agatha; Reloj, de Swarovski; y tabla de surf, de Roxy.
XL. Parece tan centrada que es difícil imaginársela hecha una furia...
A.A. No soy de enfadarme mucho. Soy, más bien, cabezota. Pero cuando me hacen daño o me engañan...
XL. Una chica casi perfecta. ¿A veces esa imagen puede perjudicar?
A.A. Puede ser que te perjudique para ciertos trabajos. Por eso, aunque separo mi vida personal de la profesional, me gusta ser abierta en las redes sociales, mostrar lo que pienso, lo que apoyo, ir más allá de una portada perfecta.
Efectivamente, nada de vida privada. Ante la pregunta de si es fácil la estabilidad de una pareja con su ritmo de trabajo, un sucinto «creo que todo el mundo encuentra la manera para estar bien» es la única pista que da sobre su relación con el empresario José María García Fraile, hijo del conocido periodista, con el que lleva cuatro años. De su matrimonio con el piloto Fonsi Nieto, en 2005, y de su divorcio, tres años después, no quiere hablar. «Ni de nada relacionado con eso. Es por respeto a mí misma», susurra.
XL. ¿Recuerda una infancia feliz?
A.A. Sí, somos una familia muy grande. Pero la separación de mis padres fue un trauma, me costó mucho aceptarlo. Le di muchos problemas a mi madre.
XL. No me lo imagino.
A.A. [Risas]. Llegaba tarde, estaba todo el día fuera. Con diez años y tus padres separados, juegas mucho con eso para hacer lo que se te antoje.
XL. ¿Ejerce con su hermana Aída, también modelo, de hermana mayor?
A.A. Nos llevamos seis años y tenemos una buenísima relación. Ella dice que soy como una segunda madre.
XL. ¿Nunca ha habido celos?
A.A. Nunca. Somos muy diferentes, dos cánones de belleza distintos. Y de carácter. Ella es muy tranquila.
XL. Dice que algún día parará...
A.A. Acabo de sacar una colección de baño, voy a sacar otra, tengo un montón de proyectos que me aportan creativamente y que me gustan mucho. Todavía no es el momento.
XL. Pero si quiere formar una familia, quizá tenga que elegir...
A.A. Sí, pero con 33 años me veo muy joven. Tengo margen todavía.
XL. ¿Renunciaría a su carrera?
A.A. No, eso no.
Makeup & Hair: Sonia Marina para MAC y Moroccanoil. Asistente fotografía: Jamal Jeniah. Asistente estilismo: Estefanía Toldos Y Frank Jymz.
Fotografía de portada: Mario Sierra. Ariadne Artiles luce Trikini de flecos, de red Point; y pulseras, de Hermès.
Las viejas discotecas de vinilos de las emisoras de radio
son un pozo sin fondo en el que darse de bruces con algún tesoro que
creíamos perdido. La mejor que he conocido, la de RNE, estaba gobernada
con primor. Otra espectacular era la de Radio Barcelona, Cadena SER,
pero en tiempos de Polanco se llegó a un acuerdo para cederla a la
Generalitat catalana, con el compromiso de que esta la digitalizara y
suministrara cualquier contenido al momento. Muchas otras emisoras se
están deshaciendo o se han deshecho de todos sus vinilos vendiéndolos al
peso. Hay coleccionistas que saben lo que compran y que por tres mil
euros se llevan veinte cajas de tesoros, algunos de los cuales no se
pueden encontrar en plataforma alguna, ni iTunes ni Spotify.
Con esa idea me dirigí a una emisora amiga que liquidaba sus cerca de veinte estanterías y le pedí al director echar un vistazo antes de que todo fuera pasto de los otros buscadores de perlas. Eché, ahora que tengo tiempo, un par de días fascinantes reviviendo algunos éxitos olvidados, algunas portadas prodigiosas y algunos intérpretes desaparecidos. Y, lógicamente, di con tesoros. Concretamente con cuatro, de los que apenas uno puede encontrarse en digital en la Red. El primero fue un viejo elepé de una artista excepcional, racial, poderosa, demoledora: Maruja Garrido. De Maruja se encuentran cosas, pero no necesariamente las mejores. En este caso era una grabación en directo en su sala talismán, Los Tarantos de Barcelona, repleta de palmas y jipíos desde siempre, desde que llegó Maruja, formando parte del cuadro flamenco de Amalia Román. No tuvo mucha proyección discográfica porque ha sido siempre una mujer de directos, pero en este primor de disco se marca una versión del Me muero, me muero, de Lolita de la Colina, que quita el hipo. Detrás de este otro llevaba años, muchos años: un Zafiro del 72 del gran Juan Pardo titulado Natural. Juan ha vendido discos a saco y ha firmado éxitos indiscutibles, ya que es un magnífico creador e intérprete, pero en este elepé completamente blanco ofreció un perfil inaudito, íntimo, irrepetible. Está cantado en un más que correcto inglés, grabado supongo en Londres y arreglado por aquel fenómeno que fue Adolfo Waitzman, músico monumental, marido de Encarnita Polo y creador del sonido que le dio a la artista sevillana éxitos que aún ruedan por ahí. Pardo acomete dos o tres piezas en el disco que no tienen nada que envidiar al mejor Cat Stevens, como por ejemplo la que da título al disco. No aparecía por ninguna parte: si uno entra en la Red y en los streaming varios, encuentra cientos de canciones de Juan, solo o en compañía de otros, pero nada de esta felicísima creación que encontré rebuscando con ahínco de balda en balda. Al igual que me ocurrió con un disco de Karina. Sí, sí, Karina, la que conocemos todos. En los tiempos felices de Hispavox, la de aquel sublime Rafael Trabuchelli, con un impagable Waldo de los Ríos como mago del arreglo, creador de un sonido majestuoso y único, Karina grabó un disco de canciones de su marido Tony Luz, entre otros, con un diamante inesperado: una versión exquisita del Vincent, de Don McLean, aquella inmarcesible balada dedicada a Van Gogh que aún suena como un regalo al oído. Sabía que existía, pero no daba con ella por parte alguna, hasta que, detrás de un par de vinilos de Jorge Cafrune y Marito, apareció este incunable. Y detrás de un elepé de Lolita Garrido surgió como un delfín entre las aguas el último primor: Pedro Ruy Blas y el grupo Dolores. Tampoco es fácil encontrar la primera versión de La niña de los Montoya, una feliz creación de Pedro y el inolvidable Hilario Camacho que ha pasado al silencio de los archivos. Se puede encontrar una versión posterior, que grabó Ruy Blas con cadencia completamente distinta. Tanto que es otra canción. Ese disco completo, de arriba abajo, con Hilario, Jorge Pardo y músicos jazzísticos de primera línea, es difícilmente igualable, y no se encontraba así se buscase con georradar. Una vez en mis manos, les aseguro que va a estar mejor cuidado que el Códice Calixtino.
Cuatro diamantes para la eternidad. Como los que deben de seguir escondidos por viejas discotecas de las emisoras de radio. Como me dejen buscar, verás tú.
* Biquini, de Louis Vuitton; brazalete, de Swarovski y sandalias, de Aquazzura.
XLSemanal. Dejó su casa con 17 años...
Ariadne Artiles. Con 16. Vino la agencia Elite a Canarias y salí elegida junto con Laura Sánchez y Helen Lindes, que ahora somos muy amigas. Fui finalista en el concurso nacional, pero no di el paso y regresé a casa. Mi madre me dijo: «Tienes que salir». Yo no quería. Mis amigas, mi novio..., pero mi madre me empujó y ya no volví.
XL. Ahí empezó su carrera.
A.A. El trabajo más importante fue la campaña de Abercrombie, con el fotógrafo Bruce Weber. No tenía ni idea de moda. Ni siquiera sabía quién era él. Me aconsejó que me fuera unos años a Miami. Llegué de Roma y a los tres días hice las maletas.
XL. ¿Siempre ha viajado sola?
A.A. Siempre.
* Top biquini, de Ariadne Artiles para Yamayay; short vaquero, de Boohoo; botines, de Geox para Patrik Cox; y pulseras, de Claires y Guanábana.
XL. Se enfrentaba a un mundo nada fácil para una chica tan joven.
A.A. La verdad es que tienes que aprender rápido para que no se te vayan las cosas de las manos.
XL. Hay tentaciones, propuestas, dinero, lujo, fiestas...
A.A. Siempre fui muy recta. Nunca iba a fiestas, pensaba que no era parte de mi trabajo. Siempre pensé que, si no me sentía cómoda en un trabajo o con un fotógrafo, no tenía por qué hacerlo. En la campaña de Bruce Weber, por ejemplo, me pidió que me pusiera en topless. Me lo habían puesto como un trabajo muy importante, pero lo tenía clarísimo y le dije que ni de broma. Se moría de la risa. A otras no les apetecía, pero se desnudaron. Y yo hice la campaña, pero vestida.
* Biquini, de Chanel; pulseras, de Louis vuitton; y collar, de Market Place.; y gafas, de Chanel.
XL. Hay que tener un par de narices.
A.A. Tener las cosas claras. Muchas veces es importante decir que no. No me arrepiento de nada. Aunque he aprendido también a base de palos, sobre todo en temas de agentes...
XL. ¿En qué sentido?
A.A. Hay cierta mafia, un control absoluto sobre las modelos. Nosotras confiamos en nuestros agentes como si fueran nuestros padres, pero no vemos nunca un contrato. No sabemos lo que vamos a cobrar, siempre a la espera de lo que tu agente te va a dar. Ahora tengo oficina en Madrid y agentes por todo el mundo, y soy yo quien controla las cosas. Pero hablo con muchas modelos y les pregunto: «¿Por qué no pides tu contrato?». «Es que me da vergüenza». Lo normal en cualquier trabajo es algo a lo que las modelos no están acostumbradas.
XL. ¿De dónde le viene esa fuerza?
A.A. Siempre he tenido carácter. Mis padres se separaron cuando tenía nueve años y eso te hace madurar.
XL. ¿Qué siente cuando lee que es la mujer más sexy del mundo?
A.A. Lo veo como una muestra de cariño. Pero me siento, sobre todo, buena persona.
* Top, de Lacoste; Slip de baño, de Quicksilver; Pulseras, de Agatha; Reloj, de Swarovski; y tabla de surf, de Roxy.
XL. Parece tan centrada que es difícil imaginársela hecha una furia...
A.A. No soy de enfadarme mucho. Soy, más bien, cabezota. Pero cuando me hacen daño o me engañan...
XL. Una chica casi perfecta. ¿A veces esa imagen puede perjudicar?
A.A. Puede ser que te perjudique para ciertos trabajos. Por eso, aunque separo mi vida personal de la profesional, me gusta ser abierta en las redes sociales, mostrar lo que pienso, lo que apoyo, ir más allá de una portada perfecta.
Efectivamente, nada de vida privada. Ante la pregunta de si es fácil la estabilidad de una pareja con su ritmo de trabajo, un sucinto «creo que todo el mundo encuentra la manera para estar bien» es la única pista que da sobre su relación con el empresario José María García Fraile, hijo del conocido periodista, con el que lleva cuatro años. De su matrimonio con el piloto Fonsi Nieto, en 2005, y de su divorcio, tres años después, no quiere hablar. «Ni de nada relacionado con eso. Es por respeto a mí misma», susurra.
XL. ¿Recuerda una infancia feliz?
A.A. Sí, somos una familia muy grande. Pero la separación de mis padres fue un trauma, me costó mucho aceptarlo. Le di muchos problemas a mi madre.
XL. No me lo imagino.
A.A. [Risas]. Llegaba tarde, estaba todo el día fuera. Con diez años y tus padres separados, juegas mucho con eso para hacer lo que se te antoje.
XL. ¿Ejerce con su hermana Aída, también modelo, de hermana mayor?
A.A. Nos llevamos seis años y tenemos una buenísima relación. Ella dice que soy como una segunda madre.
XL. ¿Nunca ha habido celos?
A.A. Nunca. Somos muy diferentes, dos cánones de belleza distintos. Y de carácter. Ella es muy tranquila.
XL. Dice que algún día parará...
A.A. Acabo de sacar una colección de baño, voy a sacar otra, tengo un montón de proyectos que me aportan creativamente y que me gustan mucho. Todavía no es el momento.
XL. Pero si quiere formar una familia, quizá tenga que elegir...
A.A. Sí, pero con 33 años me veo muy joven. Tengo margen todavía.
XL. ¿Renunciaría a su carrera?
A.A. No, eso no.
Makeup & Hair: Sonia Marina para MAC y Moroccanoil. Asistente fotografía: Jamal Jeniah. Asistente estilismo: Estefanía Toldos Y Frank Jymz.
Fotografía de portada: Mario Sierra. Ariadne Artiles luce Trikini de flecos, de red Point; y pulseras, de Hermès.
TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA ,.Cuatro elepés, cuatro.
foto
Con esa idea me dirigí a una emisora amiga que liquidaba sus cerca de veinte estanterías y le pedí al director echar un vistazo antes de que todo fuera pasto de los otros buscadores de perlas. Eché, ahora que tengo tiempo, un par de días fascinantes reviviendo algunos éxitos olvidados, algunas portadas prodigiosas y algunos intérpretes desaparecidos. Y, lógicamente, di con tesoros. Concretamente con cuatro, de los que apenas uno puede encontrarse en digital en la Red. El primero fue un viejo elepé de una artista excepcional, racial, poderosa, demoledora: Maruja Garrido. De Maruja se encuentran cosas, pero no necesariamente las mejores. En este caso era una grabación en directo en su sala talismán, Los Tarantos de Barcelona, repleta de palmas y jipíos desde siempre, desde que llegó Maruja, formando parte del cuadro flamenco de Amalia Román. No tuvo mucha proyección discográfica porque ha sido siempre una mujer de directos, pero en este primor de disco se marca una versión del Me muero, me muero, de Lolita de la Colina, que quita el hipo. Detrás de este otro llevaba años, muchos años: un Zafiro del 72 del gran Juan Pardo titulado Natural. Juan ha vendido discos a saco y ha firmado éxitos indiscutibles, ya que es un magnífico creador e intérprete, pero en este elepé completamente blanco ofreció un perfil inaudito, íntimo, irrepetible. Está cantado en un más que correcto inglés, grabado supongo en Londres y arreglado por aquel fenómeno que fue Adolfo Waitzman, músico monumental, marido de Encarnita Polo y creador del sonido que le dio a la artista sevillana éxitos que aún ruedan por ahí. Pardo acomete dos o tres piezas en el disco que no tienen nada que envidiar al mejor Cat Stevens, como por ejemplo la que da título al disco. No aparecía por ninguna parte: si uno entra en la Red y en los streaming varios, encuentra cientos de canciones de Juan, solo o en compañía de otros, pero nada de esta felicísima creación que encontré rebuscando con ahínco de balda en balda. Al igual que me ocurrió con un disco de Karina. Sí, sí, Karina, la que conocemos todos. En los tiempos felices de Hispavox, la de aquel sublime Rafael Trabuchelli, con un impagable Waldo de los Ríos como mago del arreglo, creador de un sonido majestuoso y único, Karina grabó un disco de canciones de su marido Tony Luz, entre otros, con un diamante inesperado: una versión exquisita del Vincent, de Don McLean, aquella inmarcesible balada dedicada a Van Gogh que aún suena como un regalo al oído. Sabía que existía, pero no daba con ella por parte alguna, hasta que, detrás de un par de vinilos de Jorge Cafrune y Marito, apareció este incunable. Y detrás de un elepé de Lolita Garrido surgió como un delfín entre las aguas el último primor: Pedro Ruy Blas y el grupo Dolores. Tampoco es fácil encontrar la primera versión de La niña de los Montoya, una feliz creación de Pedro y el inolvidable Hilario Camacho que ha pasado al silencio de los archivos. Se puede encontrar una versión posterior, que grabó Ruy Blas con cadencia completamente distinta. Tanto que es otra canción. Ese disco completo, de arriba abajo, con Hilario, Jorge Pardo y músicos jazzísticos de primera línea, es difícilmente igualable, y no se encontraba así se buscase con georradar. Una vez en mis manos, les aseguro que va a estar mejor cuidado que el Códice Calixtino.
Cuatro diamantes para la eternidad. Como los que deben de seguir escondidos por viejas discotecas de las emisoras de radio. Como me dejen buscar, verás tú.
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