- foto--Pablo Laso: Cómo convertirse en un líder contra todo pronóstico
Su llegada al Real Madrid provocó hasta
manifestaciones de protesta. Los aficionados blancos estaban en contra
de su fichaje. Querían a alguien con más nombre. Cuatro años después ha
convertido a un equipo deprimido, sometido por el Barcelona y que
llevaba desde 2007 sin levantar un trofeo en campeón de Europa. Detrás
de este triunfo está su propia filosofía para el éxito. Él mismo nos la
cuenta.
"Cada vez que mi madre me ve cuando voy a Vitoria, se
sorprende y dice que me encuentra fenomenal. ¡Imagina la imagen que
tiene de mí por la tele!". Laso es consciente de que no sale muy
favorecido. "Dicen que parezco un señor mayor y cabreado".
Y sí, en el banquillo del Real Madrid, lo parece. Pero cuando llega apresurado para la sesión de fotos con XLSemanal, la imagen de este profesional del baloncesto de 47 años es otra. «Un tío normal, lo que soy», bromea él. De hecho, ante la cámara incluso se ríe, aunque hay que recordarle que lo haga por su madre... Pero, hoy, motivos para sonreír no le faltan. Ha convertido a su equipo en campeón de Europa, después de tres finales continentales consecutivas con un juego que engancha y llena pabellones. El camino al éxito ha sido tortuoso. Su llegada al Real Madrid hace cuatro años provocó manifestaciones de protesta y encuestas en las que el 80 por ciento de los aficionados blancos se mostraban en contra de su fichaje. Querían a alguien con más nombre, que los ilusionara más que un técnico sin palmarés y con apenas experiencia en la élite. Pero Laso, lejos de dejarse amilanar, hizo del desafío una causa. Tenía clara la filosofía de trabajo, le sobraba entusiasmo y estaba entrenado en la perseverancia. Estas son sus claves para triunfar.
Constancia:
"Lo importante es tener las ideas claras" «Vivimos pendientes de los resultados. Pero las cosas necesitan su tiempo. Yo llevo cuatro años en el Real Madrid, he tenido días muy buenos, días malos, pero al final siempre he tenido la idea clara de lo que quería... y eso es lo que me ha mantenido. Yo tenía un punto de partida, una filosofía de juego: querer ser atractivo, agresivo y optar por el campo abierto. Y he seguido fiel a ella».
Filosofía:
"Es la mezcla de tu idea y el talento que tienes a tu disposición". «Un entrenador o el director de un grupo de personas debe tener en cuenta que tiene un equipo con unas características determinadas y es importante valorarlas para saber lo que quieres conseguir de él. Si tienes jugadores muy defensivos, probablemente no puedas jugar al ataque, y viceversa. Entonces, la filosofía del juego viene marcada por tu idea de lo que debe ser un equipo y por el talento de los jugadores que tienes».
Ambición:
"No puedes dejarte arrastrar por los resultados, pero todos competimos para ganar". «No nos engañemos, todos competimos para ganar. Al final, tu satisfacción es ganar. Los resultados determinan un buen o un mal trabajo. Eso algo que debemos aceptar. Pero no debes dejarte arrastrar por los resultados; si no, fracasarás. Ojo, además, ningún equipo del mundo gana siempre. Lo que sí puedes hacer es luchar siempre. Mantener la ambición y el deseo».
Aprendizaje:
"Aprendes más de las derrotas; la victoria tapa los problemas". «Siempre se aprende más de las derrotas, porque muchas veces el éxito tapa los problemas. Las derrotas, en cambio, te obligan a revisar todo lo que has hecho. Pero no debería ser así, incluso en la victoria deberías pensar en el futuro y en las cosas que hay que mejorar».
Autoestima:
"Nunca he dudado de mí". «Aunque es verdad que el éxito eleva tu autoestima, la confianza en ti mismo no debe depender nunca del resultado. Ni eres tan bueno cuando ganas ni tan malo si pierdes. En el deporte profesional nada es fácil, pero yo nunca he necesitado más respaldo del que he tenido. Nunca he dudado de mí. No necesito un título que me refrende».
Orgullo:
"Lo importante no es venderte, sino saber quién eres". «Imagino que saber venderse es importante, pero en mi escala de valores no lo es tanto. Yo no voy a cambiar, no me va a salir pelo ahora ni voy a ser más alto. Desde que soy un crío el baloncesto ha sido mi vida, he jugado casi 20 años al máximo nivel y estoy muy orgulloso de mi carrera tanto de jugador como de entrenador. Lo primero que tienes que hacer es sentirte orgulloso de ti mismo. Yo no necesito venderme para que mi trabajo se vea más recompensado o alabado. No es una de mis prioridades».
Superación:
"Si te conformas, te comen". «Cuesta mucho más mantenerse que llegar... porque es un ejercicio de inteligencia. En el deporte y en todo en la vida se cierra una puerta, se cierra un campeonato y se abre otro. Siempre hay alguien que quiere ganarte y por eso es fundamental mantener el hambre competitiva, la ambición de ser mejor. Hay valores como la ilusión, el trabajo, la fe, el creer, que dependen de tu inteligencia. Si te conformas, vendrá alguien que te superará».
Compañerísmo:
"Es obligatorio entender que somos un equipo"«En un grupo es muy difícil que todo el mundo sea igual, hay talentos más individualistas y otros más de equipo. Como entrenador es obligatorio hacerles entender que, al final, son personas antes que estrellas. Para mí, mis trece jugadores son trece estrellas, pero al final el que gana es el equipo, ningún jugador va a ganar nada él solo».
Autoridad:
"No tiene nada que ver con imponer tus ideas". «No creo que yo pierda autoridad por escuchar a los jugadores. Normalmente los que más me enseñan son ellos. Estoy muy alerta a lo que proponen porque al final la enseñanza es del que juega. Yo he sido jugador y lo sé. A veces debes corregirles, claro, pero no creo que la autoridad sea imponer tus ideas. Los que juegan son ellos».
Respeto:
"No somos máquinas. Mi teléfono está abierto siempre a los jugadores". «Para mí, gestionar los egos tiene una solución muy sencilla, que es respeto. Si existe un respeto entre las partes, al final los egos van a ir reconduciéndose. Yo puedo respetar ciertas cosas, pero otras no porque hacen daño al grupo. Siempre les digo a mis chicos que tienen mi teléfono abierto para lo que quieran. Sé que un jugador puede tener una niña enferma o un problema familiar que afecta a su trabajo. Muchas veces pensamos que los deportistas son máquinas y no es así. Y cada uno es diferente. Para uno puede ser muy importante su familia y para otro lo son sus amigos. Uno viene de los Estados Unidos, otro de Lituania, otro de Túnez... Hay que saber respetar a todos y valorarlos con sus diferencias».
Presión:
"Nunca la he sentido. Se compensa con pasión". «Nunca he sentido la presión. Me la quité muy pronto, cuando era jugador, y eso me ayudó a saber manejarla después. Depende de la pasión con la que hagas las cosas. Yo tengo la gran suerte de que el baloncesto es mi vida, es mi medio desde que tengo 16 años, que debuté en la ACB. Enfrentarse a ciertas cosas depende mucho de la pasión con la que lo hagas. Y a mí este deporte me apasiona».
Confianza:
"Yo no intento convencer a los 'jefes'". «Yo no intento convencer. Yo tengo que hacer un trabajo en el que creo y estoy abierto a que me puedan decir nuevas cosas. Yo siempre estoy abierto a aprender. Esto cambia muy deprisa y estás obligado a mejorar siempre. No es una meta mía el levantarme y decir 'tengo que convencer a...'. Tengo que demostrarle con hechos, para que él mismo se convenza».
Descaro:
"Se puede convencer a la gente de hacer las cosas de otra forma". «Soy muy aficionado a la serie El mentalista, me gusta la actitud del protagonista. Tengo hasta frases apuntadas. Hay una que menciono siempre, que me hace gracia y muestra dos maneras de entender la vida. Llega el protagonista a un sitio, aparca el coche y le dice un policía: '¡Oiga, no puede aparcar ahí!', y él le responde: 'Poder, sí puedo', y se va. Que luego le multen es otra cosa. Por un lado, está la prohibición y, por otro, intentar convencer a la gente de que se pueden hacer las cosas de otra forma».
Visualizar:
" Aunque no se lo crean, hago ejercicios de yoga antes de los partidos" Mi mujer es profesora de yoga. Yo no lo practico, pero sí me gusta hacer ejercicios de respiración y visualizar lo que puede ocurrir durante el partido. Busco tranquilizarme para transmitir al equipo lo necesario en cada situación. Unas veces hay que transmitirles que estás nervioso o que vean la difi cultad del objetivo, y otras que estén tranquilos. La idea es tener un momento conmigo mismo para anticiparme a lo que va a pasar en la competición. No siempre lo consigo».
Templanza:
" Es difícil saber cuándo apartarte" a vida son ciclos. Uno no puede vivir pensando en la renovación. Si actúas así serías corto de miras, no disfrutarías... y probablemente, como resultado, no te renovarían. Pero también es difícil saber cuándo debes apartarte. Mi mayor error como deportista fue abandonar el Madrid en 1998. Se produjo una situación absurda y me fui. Al poco tiempo destituyeron al entrenador [con el que Laso no se entendía] y ahí podía haber seguido yo. Pero me calenté y me fui al Cáceres en lugar de tener paciencia».
No preparo las broncas. Me salen"
Sé que algunas de mis broncas se han hecho famosas, como la del tiempo muerto de la Euroliga. Lo curioso es que, cuando llegué a casa ese día, mi mujer me dijo: 'Te han sacado en un tiempo muerto en un plan...'. Y mi hijo de diez años soltó: 'Uy, pues si yo a papá le he visto en casa algunas mucho peores...'. Es algo que me sale. No soy una persona que piense: 'Tengo que echar una bronca porque va a cambiar algo'. No lo llevo pensado, sale en un momento. Intento que el equipo se mantenga dentro de los parámetros técnicos y tácticos que hemos preparado. Y, además, yo he sido mucho más duro con mis jugadores sin gritar».
Buen rollo:
"¿Rencor? Ninguno. Si nos critican, es que estamos vivos". «A los que se manifestaron contra mi fichaje no les diría nada, porque alguno de ellos incluso ha venido a mí para decirme lo equivocados que estaban y que entendiera que nunca fue una manifestación contra mí, sino contra una situación que se producía entonces en el Real Madrid. En mi presentación dije que si había manifestaciones significaba que estábamos muy vivos y lo sigo creyendo. Acepté un reto y una responsabilidad muy grandes y lo hice porque me creía capacitado. Que hayan pasado cuatro años de aquello es señal de que algo hemos hecho bien».
De casta
Hijo del jugador y entrenador de baloncesto Pepe Laso, pertenece a una de las tres únicas sagas de padre e hijo que han vestido la camiseta nacional. Pablo nació en Vitoria hace 47 años y fue uno de los mejores bases de nuestro país. 'Solo' mide 1,78 y sigue siendo el jugador que más asistencias ha dado en la Liga: 2901. Desde su llegada al banquillo blanco en 2011, el Real Madrid ha ganado ocho títulos y jugado tres finales de la Euroliga. Él, además, lleva tres años seguidos ganando el premio al Mejor Entrenador de la ACB
Pablo Laso desarrolló casi toda su carrera en el Taugrés de Vitoria y en el Real Madrid. Los últimos años pasó por varios equipos en España e Italia.
Laso está casado y tiene tres hijos varones. Arriba, con dos de ellos el día que anunció su retirada como jugador en 2003.
Y sí, en el banquillo del Real Madrid, lo parece. Pero cuando llega apresurado para la sesión de fotos con XLSemanal, la imagen de este profesional del baloncesto de 47 años es otra. «Un tío normal, lo que soy», bromea él. De hecho, ante la cámara incluso se ríe, aunque hay que recordarle que lo haga por su madre... Pero, hoy, motivos para sonreír no le faltan. Ha convertido a su equipo en campeón de Europa, después de tres finales continentales consecutivas con un juego que engancha y llena pabellones. El camino al éxito ha sido tortuoso. Su llegada al Real Madrid hace cuatro años provocó manifestaciones de protesta y encuestas en las que el 80 por ciento de los aficionados blancos se mostraban en contra de su fichaje. Querían a alguien con más nombre, que los ilusionara más que un técnico sin palmarés y con apenas experiencia en la élite. Pero Laso, lejos de dejarse amilanar, hizo del desafío una causa. Tenía clara la filosofía de trabajo, le sobraba entusiasmo y estaba entrenado en la perseverancia. Estas son sus claves para triunfar.
Constancia:
"Lo importante es tener las ideas claras" «Vivimos pendientes de los resultados. Pero las cosas necesitan su tiempo. Yo llevo cuatro años en el Real Madrid, he tenido días muy buenos, días malos, pero al final siempre he tenido la idea clara de lo que quería... y eso es lo que me ha mantenido. Yo tenía un punto de partida, una filosofía de juego: querer ser atractivo, agresivo y optar por el campo abierto. Y he seguido fiel a ella».
Filosofía:
"Es la mezcla de tu idea y el talento que tienes a tu disposición". «Un entrenador o el director de un grupo de personas debe tener en cuenta que tiene un equipo con unas características determinadas y es importante valorarlas para saber lo que quieres conseguir de él. Si tienes jugadores muy defensivos, probablemente no puedas jugar al ataque, y viceversa. Entonces, la filosofía del juego viene marcada por tu idea de lo que debe ser un equipo y por el talento de los jugadores que tienes».
Ambición:
"No puedes dejarte arrastrar por los resultados, pero todos competimos para ganar". «No nos engañemos, todos competimos para ganar. Al final, tu satisfacción es ganar. Los resultados determinan un buen o un mal trabajo. Eso algo que debemos aceptar. Pero no debes dejarte arrastrar por los resultados; si no, fracasarás. Ojo, además, ningún equipo del mundo gana siempre. Lo que sí puedes hacer es luchar siempre. Mantener la ambición y el deseo».
Aprendizaje:
"Aprendes más de las derrotas; la victoria tapa los problemas". «Siempre se aprende más de las derrotas, porque muchas veces el éxito tapa los problemas. Las derrotas, en cambio, te obligan a revisar todo lo que has hecho. Pero no debería ser así, incluso en la victoria deberías pensar en el futuro y en las cosas que hay que mejorar».
Autoestima:
"Nunca he dudado de mí". «Aunque es verdad que el éxito eleva tu autoestima, la confianza en ti mismo no debe depender nunca del resultado. Ni eres tan bueno cuando ganas ni tan malo si pierdes. En el deporte profesional nada es fácil, pero yo nunca he necesitado más respaldo del que he tenido. Nunca he dudado de mí. No necesito un título que me refrende».
Orgullo:
"Lo importante no es venderte, sino saber quién eres". «Imagino que saber venderse es importante, pero en mi escala de valores no lo es tanto. Yo no voy a cambiar, no me va a salir pelo ahora ni voy a ser más alto. Desde que soy un crío el baloncesto ha sido mi vida, he jugado casi 20 años al máximo nivel y estoy muy orgulloso de mi carrera tanto de jugador como de entrenador. Lo primero que tienes que hacer es sentirte orgulloso de ti mismo. Yo no necesito venderme para que mi trabajo se vea más recompensado o alabado. No es una de mis prioridades».
Superación:
"Si te conformas, te comen". «Cuesta mucho más mantenerse que llegar... porque es un ejercicio de inteligencia. En el deporte y en todo en la vida se cierra una puerta, se cierra un campeonato y se abre otro. Siempre hay alguien que quiere ganarte y por eso es fundamental mantener el hambre competitiva, la ambición de ser mejor. Hay valores como la ilusión, el trabajo, la fe, el creer, que dependen de tu inteligencia. Si te conformas, vendrá alguien que te superará».
Compañerísmo:
"Es obligatorio entender que somos un equipo"«En un grupo es muy difícil que todo el mundo sea igual, hay talentos más individualistas y otros más de equipo. Como entrenador es obligatorio hacerles entender que, al final, son personas antes que estrellas. Para mí, mis trece jugadores son trece estrellas, pero al final el que gana es el equipo, ningún jugador va a ganar nada él solo».
Autoridad:
"No tiene nada que ver con imponer tus ideas". «No creo que yo pierda autoridad por escuchar a los jugadores. Normalmente los que más me enseñan son ellos. Estoy muy alerta a lo que proponen porque al final la enseñanza es del que juega. Yo he sido jugador y lo sé. A veces debes corregirles, claro, pero no creo que la autoridad sea imponer tus ideas. Los que juegan son ellos».
Respeto:
"No somos máquinas. Mi teléfono está abierto siempre a los jugadores". «Para mí, gestionar los egos tiene una solución muy sencilla, que es respeto. Si existe un respeto entre las partes, al final los egos van a ir reconduciéndose. Yo puedo respetar ciertas cosas, pero otras no porque hacen daño al grupo. Siempre les digo a mis chicos que tienen mi teléfono abierto para lo que quieran. Sé que un jugador puede tener una niña enferma o un problema familiar que afecta a su trabajo. Muchas veces pensamos que los deportistas son máquinas y no es así. Y cada uno es diferente. Para uno puede ser muy importante su familia y para otro lo son sus amigos. Uno viene de los Estados Unidos, otro de Lituania, otro de Túnez... Hay que saber respetar a todos y valorarlos con sus diferencias».
Presión:
"Nunca la he sentido. Se compensa con pasión". «Nunca he sentido la presión. Me la quité muy pronto, cuando era jugador, y eso me ayudó a saber manejarla después. Depende de la pasión con la que hagas las cosas. Yo tengo la gran suerte de que el baloncesto es mi vida, es mi medio desde que tengo 16 años, que debuté en la ACB. Enfrentarse a ciertas cosas depende mucho de la pasión con la que lo hagas. Y a mí este deporte me apasiona».
Confianza:
"Yo no intento convencer a los 'jefes'". «Yo no intento convencer. Yo tengo que hacer un trabajo en el que creo y estoy abierto a que me puedan decir nuevas cosas. Yo siempre estoy abierto a aprender. Esto cambia muy deprisa y estás obligado a mejorar siempre. No es una meta mía el levantarme y decir 'tengo que convencer a...'. Tengo que demostrarle con hechos, para que él mismo se convenza».
Descaro:
"Se puede convencer a la gente de hacer las cosas de otra forma". «Soy muy aficionado a la serie El mentalista, me gusta la actitud del protagonista. Tengo hasta frases apuntadas. Hay una que menciono siempre, que me hace gracia y muestra dos maneras de entender la vida. Llega el protagonista a un sitio, aparca el coche y le dice un policía: '¡Oiga, no puede aparcar ahí!', y él le responde: 'Poder, sí puedo', y se va. Que luego le multen es otra cosa. Por un lado, está la prohibición y, por otro, intentar convencer a la gente de que se pueden hacer las cosas de otra forma».
Visualizar:
" Aunque no se lo crean, hago ejercicios de yoga antes de los partidos" Mi mujer es profesora de yoga. Yo no lo practico, pero sí me gusta hacer ejercicios de respiración y visualizar lo que puede ocurrir durante el partido. Busco tranquilizarme para transmitir al equipo lo necesario en cada situación. Unas veces hay que transmitirles que estás nervioso o que vean la difi cultad del objetivo, y otras que estén tranquilos. La idea es tener un momento conmigo mismo para anticiparme a lo que va a pasar en la competición. No siempre lo consigo».
Templanza:
" Es difícil saber cuándo apartarte" a vida son ciclos. Uno no puede vivir pensando en la renovación. Si actúas así serías corto de miras, no disfrutarías... y probablemente, como resultado, no te renovarían. Pero también es difícil saber cuándo debes apartarte. Mi mayor error como deportista fue abandonar el Madrid en 1998. Se produjo una situación absurda y me fui. Al poco tiempo destituyeron al entrenador [con el que Laso no se entendía] y ahí podía haber seguido yo. Pero me calenté y me fui al Cáceres en lugar de tener paciencia».
No preparo las broncas. Me salen"
Sé que algunas de mis broncas se han hecho famosas, como la del tiempo muerto de la Euroliga. Lo curioso es que, cuando llegué a casa ese día, mi mujer me dijo: 'Te han sacado en un tiempo muerto en un plan...'. Y mi hijo de diez años soltó: 'Uy, pues si yo a papá le he visto en casa algunas mucho peores...'. Es algo que me sale. No soy una persona que piense: 'Tengo que echar una bronca porque va a cambiar algo'. No lo llevo pensado, sale en un momento. Intento que el equipo se mantenga dentro de los parámetros técnicos y tácticos que hemos preparado. Y, además, yo he sido mucho más duro con mis jugadores sin gritar».
Buen rollo:
"¿Rencor? Ninguno. Si nos critican, es que estamos vivos". «A los que se manifestaron contra mi fichaje no les diría nada, porque alguno de ellos incluso ha venido a mí para decirme lo equivocados que estaban y que entendiera que nunca fue una manifestación contra mí, sino contra una situación que se producía entonces en el Real Madrid. En mi presentación dije que si había manifestaciones significaba que estábamos muy vivos y lo sigo creyendo. Acepté un reto y una responsabilidad muy grandes y lo hice porque me creía capacitado. Que hayan pasado cuatro años de aquello es señal de que algo hemos hecho bien».
De casta
Hijo del jugador y entrenador de baloncesto Pepe Laso, pertenece a una de las tres únicas sagas de padre e hijo que han vestido la camiseta nacional. Pablo nació en Vitoria hace 47 años y fue uno de los mejores bases de nuestro país. 'Solo' mide 1,78 y sigue siendo el jugador que más asistencias ha dado en la Liga: 2901. Desde su llegada al banquillo blanco en 2011, el Real Madrid ha ganado ocho títulos y jugado tres finales de la Euroliga. Él, además, lleva tres años seguidos ganando el premio al Mejor Entrenador de la ACB
Pablo Laso desarrolló casi toda su carrera en el Taugrés de Vitoria y en el Real Madrid. Los últimos años pasó por varios equipos en España e Italia.
Laso está casado y tiene tres hijos varones. Arriba, con dos de ellos el día que anunció su retirada como jugador en 2003.
TÍTULO: ENTREVISTA, Gerard López - Un millonario español diferente "Empecé cortando prescado con 15 años",.
Un millonario español diferente "Empecé cortando prescado con 15 años"
¿Conoce a este hombre? Probablemente,
no. El dueño de la escudería Lotus de Fórmula 1 es español, millonario,
amigo de Vladimir Putin, coleccionista de coches de lujo, magnate del
petróleo y las telecomunicaciones y un hombre con su propia visión del
mundo. Nos la muestra en esta charla, a 9000 metros de altitud, en su
'jet' privado.
Mi primer millón de dólares?». A Gerard López no le gusta
hablar de dinero. Nada extraño, le ocurre a mucha gente. En su caso, sin
embargo, es relevante, ya que este hijo de gallegos nacido en
Luxemburgo hace 43 años es multimillonario. «Nunca pienso en lo que
tengo en el banco, pero, a ver -cede-, mi primer millón... Tendría 20 o
21 años, con mi primera empresa, no había terminado la universidad».
Hoy, López es un hombre hecho a sí mismo a base de inversiones en
empresas tecnológicas -apostó por Skype, entre otras- y controla un
imperio mundial de más de 70 compañías; además, es dueño de un histórico
equipo de Fórmula 1 y colecciona coches de lujo -«Si aparezco en una
subasta, al momento se dispara el precio», comenta-. Nadie lo diría, al
verlo con sus vaqueros, su polo azul y sus zapatillas deportivas.
Tampoco por el aire tranquilo que proyecta mientras atiende una llamada
tras otra en alguno de los siete idiomas que domina. Gerard López -esa
impresión da- no puede parar de hacer negocios. ¿Buscará cerrar alguno
nuevo con esta entrevista? Con un magnate como él nunca se sabe.
XLSemanal. Esto de poseer una escudería de Fórmula 1 es, básicamente, para hacer negocios, ¿no?
Gerard López. Sí, claro. Para mí y para todos los equipos. En la Fórmula 1, todo gira alrededor de otros negocios. Por eso hay tantos países que quieren albergar carreras. Un Gran Premio es el mejor sitio para cerrar grandes acuerdos.
XL. Su escudería, sin embargo, lleva un par de años con pérdidas que han batido récords en la categoría...
G.L. Es que un equipo de Fórmula 1 no es lucrativo. Pero si me preguntas: «¿comprar una escudería ha sido buen negocio?». Sí. Te ayuda a consolidarte y a entrar en algunos países.
XL. ¿Algún gran negocio que haya cerrado en el paddock...?
G.L. Muchos. En la India, por ejemplo. Tenemos allí una red social y llevábamos tiempo queriendo reunir a las grandes empresas de telecomunicaciones locales, algo casi imposible de conseguir... A no ser que tengas un equipo de Fórmula 1, claro.
XL. Digamos que, cuando un empresario, un político o alguien poderoso entra en el paddock, ¿ya lo tiene comiendo en su mano?G.L. Hombre, eso es mucho decir, pero sí que se vuelven niños. Se excitan, se divierten... Bajan algo la guardia, sí.
XL. Contrató a un piloto ruso, Vitaly Petrov, para acercarse a Vladimir Putin y a Rusia, ¿verdad?
G.L. Sí, sí, claro, como ha hecho este año Red Bull con Daniil Kvyat. Pensamos que es un mercado que, por mucha lista negra y conflictos que haya, es muy interesante, con una creciente clase media.
XL. Pues le quitó el Mundial a Fernando Alonso en 2010...
G.L. Sí, lo sé, en la última carrera en Abu Dabi, que Alonso no conseguía adelantarlo.
XL. Ya podían haberle dicho que le dejara pasar...
G.L. [Se ríe]. No, no, hombre, eso no. Pero ya lo he comentado varias veces con Fernando, claro. Son cosas de las carreras. En la Fórmula 1 no puedes ceder.
XL. Tengo entendido que puso un Fórmula 1 a disposición de Putin en San Petersburgo...
G.L. Así es. Le envié, como todos los años, una carta por su cumpleaños y se lo propuse. Él conducía un coche y yo, otro. Estaba encantado.
XL. Como dos grandes amigos...
G.L. Tenemos buena relación. Como mucha gente con poder, es un hombre muy simpático, te lo pasas muy bien con él. Y posee una gran inteligencia política y estratégica.
XL. No me dice gran cosa sobre él...
G.L. A ver, es que en realidad, cuando conoces a estos líderes, ves que no son distintos a ti o a mí. Se enfurecen si sienten que se los ningunea, toman decisiones en función de cómo se han levantado esa mañana, un día son más amables y receptivos que otros... Además, actúan y hablan pensando en lo que puede beneficiar a su país, lo que no coincide necesariamente con lo que piensan como individuos.
XL. La Fórmula 1 también le ha abierto la puerta de Venezuela. La petrolera estatal del país es un gran patrocinador de Lotus...
G.L. Así es. La escudería nos ha ayudado a montar una red de contactos muy interesante.
XL. ¿No es un gran riesgo hacer negocios hoy con un Gobierno como el de Venezuela?
G.L. Si Maduro está para caer o no, la verdad, no lo sé... Lo que yo creo es que hay una agenda política de presión sobre Venezuela marcada por quienes quieren un cambio. La situación de Venezuela, como ocurre con la de Rusia, complica las cosas, claro, pero nosotros estamos tranquilos.
XL. Cuando se plantea 'entrar' en un país, ¿cuál es su estrategia?
G.L. No tiene mucho misterio. Haces acuerdos con empresas o vas directamente a hablar con los gobiernos.
XL. Para eso le tienen que recibir primero...
G.L. Sí, sí [sonríe]. No tenemos problemas en ese aspecto.
XL. ¿Es consciente de que mucha gente se acerca a usted por el dinero o el poder que tiene?
G.L. Nunca pienso en esos términos. Me abro cuando me da la gana y me apetece. Si me equivoco, pues mala suerte, pero no me echa para atrás a la hora de conocer gente.
XL. ¿Cuál fue su primera inversión?
G.L. Con 17 años, un software de comparación de equipamientos y materiales para obras. Fue un pedido de una constructora, se vendió después a un par de empresas... y el resto, como se dice, es historia.
XL. Participó hace unos años en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo sobre «Identificación de la próxima gran cosa». ¿La ha identificado ya?
G.L. Sí. Las nuevas modalidades de transporte. Estamos lanzando ahora en Londres el primer taxi híbrido con una nueva tecnología, que también sirve para camiones y autobuses. Con un motor como el de un Seat Ibiza trasladas a 80 personas durante 500 kilómetros. Es una revolución. Otro gran mercado son las cosas conectadas: the Internet of things. Conectar cosas del coche, zapatillas de deporte; recolectar datos y más datos y utilizarlos para mejorar servicios. Es big data total. Y una última cuestión es la seguridad informática. Tarde o temprano volveremos a proteger nuestra privacidad, a no dejar registro de nuestras actividades por todas partes como ahora. ¡Es que hoy somos totalmente transparentes!
XL. ¿Quiere decir que, en breve, dejaremos atrás el fervor actual por las redes sociales?
G.L. Pronto nos daremos cuenta del error que estamos cometiendo. Esta transparencia de la que hablo -Facebook, Twitter y demás- puede ser peligrosa. Estoy convencido de que el ser humano dará marcha atrás.
XL. Usted, sin embargo, apostó en su día por Skype. De algún modo, es una red social...
G.L. Sí, de las primeras.
XL. ¿Cuánto sacó con eso? ¿Fue su espaldarazo definitivo?
G.L. Se vendió por 3200 millones de dólares. En ese momento estábamos muy interesados por dos temas: la música y las telecomunicaciones. En 2001 ya teníamos montado lo que luego sería el iTunes, antes de que Apple lo lanzase, pero no funcionó. Entonces contactamos con los fundadores de Skype y nos explicaron su proyecto. Fue en 2001.
XL. Hablaba antes de transparencia. ¿Me puede decir cifras relativas a su patrimonio: número de empresas, de inversiones, valor de su fortuna...?
G.L. No, pero es porque no funciona así. Yo sé las empresas que tenemos, unas 70, lo que hacemos, pero no hay una visión consolidada de todo ello. Somos líderes en algunos sectores en Rusia, Alemania... Tenemos la inmobiliaria más importante de Luxemburgo, un banco de negocios, la empresa de energía: petróleo, gas, minería, que está en Londres, Dubái, Hong Kong y otros sitios.
XL. ¿Sabe cuánta gente trabaja para usted?
G.L. Unas diez mil personas, sumando todo.
XL. ¿Se considera empresario o inversor?
G.L. Inversor no, desde luego. Si fuese inversor, te hubiera respondido con facilidad a la pregunta sobre el valor de mi fortuna. No me interesan las cifras, sino llevar a cabo proyectos.
XL. ¿Su primer coche?
G.L. Un Fiat de 45 caballos, oxidado, en 1988.
XL. ¿Se pagó usted el carné de conducir?
G.L. No, me lo pagó mi papá, pero yo llevaba trabajando desde los 15 años. Primero cortando pescado donde él trabajaba, luego vendiendo zapatillas de deporte con 17 años... Por algo hay que empezar, ¿no? [sonríe].
XL. ¿Era buen estudiante?
G.L. En cuanto a resultados, las notas y tal, era bueno. En cuanto a comportamiento, respetar la autoridad y esas cosas, era una catástrofe.
XL. Sus padres dejaron España en los sesenta. ¿Por qué?
G.L. Se fueron en 1963, por necesidad. Eran tiempos de Franco y mi padre no pintaba mucho en esa España. Pensaban ganar algo de dinero, comprarse un piso y regresar. Primero, Suiza; luego, Bélgica; y, finalmente, Luxemburgo. Yo nací aquí, pero me fui a Galicia con meses. Hasta los seis años pasé mucho tiempo allí. Luego ya iba dos meses por vacaciones y también por Navidad. En el pueblo sigo teniendo mis colegas.
XL. ¿Es usted de esos empresarios a los que les asusta Podemos?
G.L. No. Soy de los que piensan que Podemos ha nacido como un grito desesperado contra la situación que ha vivido España. Hace algunas propuestas que no son realizables, pero no me asusta. El grito inicial de indignación se irá reduciendo con el objetivo de conseguir votos. Por lo que hemos visto, ya están moderando sus mensajes. En todo caso, creo que es un fenómeno que beneficiará a la política española.
XL. Tiene intereses en países de África y América Latina con gobiernos corruptos. ¿Cómo elige usted a sus socios comerciales?
G.L. Hombre, ¡has de mantener una ética! Nuestras convicciones nunca chocan con nuestros intereses.
Privadísimo
1 Hijo de emigrantes gallegos, nació en Luxemburgo en 1971. Nunca habla de su familia y sus amigos «por razones de seguridad».
2 Invirtió en Skype en 2001, cuando nadie lo conocía. Lo vendió dos años después a eBay por 3200 millones de dólares.
3 Su primer coche fue un Fiat Uno «totalmente oxidado». Hoy colecciona automóviles de lujo y de carreras. Con algunos de ellos ha corrido en las 24 horas de Le Mans o las de Dubái, donde ha hecho podio tres veces.
4 Posee un equipo de fútbol en Luxemburgo, el CS Fola Esch, donde jugó de niño. En 2014 se planteó comprar el CD Lugo, de Segunda División. Canceló la operación.
XLSemanal. Esto de poseer una escudería de Fórmula 1 es, básicamente, para hacer negocios, ¿no?
Gerard López. Sí, claro. Para mí y para todos los equipos. En la Fórmula 1, todo gira alrededor de otros negocios. Por eso hay tantos países que quieren albergar carreras. Un Gran Premio es el mejor sitio para cerrar grandes acuerdos.
XL. Su escudería, sin embargo, lleva un par de años con pérdidas que han batido récords en la categoría...
G.L. Es que un equipo de Fórmula 1 no es lucrativo. Pero si me preguntas: «¿comprar una escudería ha sido buen negocio?». Sí. Te ayuda a consolidarte y a entrar en algunos países.
XL. ¿Algún gran negocio que haya cerrado en el paddock...?
G.L. Muchos. En la India, por ejemplo. Tenemos allí una red social y llevábamos tiempo queriendo reunir a las grandes empresas de telecomunicaciones locales, algo casi imposible de conseguir... A no ser que tengas un equipo de Fórmula 1, claro.
XL. Digamos que, cuando un empresario, un político o alguien poderoso entra en el paddock, ¿ya lo tiene comiendo en su mano?G.L. Hombre, eso es mucho decir, pero sí que se vuelven niños. Se excitan, se divierten... Bajan algo la guardia, sí.
XL. Contrató a un piloto ruso, Vitaly Petrov, para acercarse a Vladimir Putin y a Rusia, ¿verdad?
G.L. Sí, sí, claro, como ha hecho este año Red Bull con Daniil Kvyat. Pensamos que es un mercado que, por mucha lista negra y conflictos que haya, es muy interesante, con una creciente clase media.
XL. Pues le quitó el Mundial a Fernando Alonso en 2010...
G.L. Sí, lo sé, en la última carrera en Abu Dabi, que Alonso no conseguía adelantarlo.
XL. Ya podían haberle dicho que le dejara pasar...
G.L. [Se ríe]. No, no, hombre, eso no. Pero ya lo he comentado varias veces con Fernando, claro. Son cosas de las carreras. En la Fórmula 1 no puedes ceder.
XL. Tengo entendido que puso un Fórmula 1 a disposición de Putin en San Petersburgo...
G.L. Así es. Le envié, como todos los años, una carta por su cumpleaños y se lo propuse. Él conducía un coche y yo, otro. Estaba encantado.
XL. Como dos grandes amigos...
G.L. Tenemos buena relación. Como mucha gente con poder, es un hombre muy simpático, te lo pasas muy bien con él. Y posee una gran inteligencia política y estratégica.
XL. No me dice gran cosa sobre él...
G.L. A ver, es que en realidad, cuando conoces a estos líderes, ves que no son distintos a ti o a mí. Se enfurecen si sienten que se los ningunea, toman decisiones en función de cómo se han levantado esa mañana, un día son más amables y receptivos que otros... Además, actúan y hablan pensando en lo que puede beneficiar a su país, lo que no coincide necesariamente con lo que piensan como individuos.
XL. La Fórmula 1 también le ha abierto la puerta de Venezuela. La petrolera estatal del país es un gran patrocinador de Lotus...
G.L. Así es. La escudería nos ha ayudado a montar una red de contactos muy interesante.
XL. ¿No es un gran riesgo hacer negocios hoy con un Gobierno como el de Venezuela?
G.L. Si Maduro está para caer o no, la verdad, no lo sé... Lo que yo creo es que hay una agenda política de presión sobre Venezuela marcada por quienes quieren un cambio. La situación de Venezuela, como ocurre con la de Rusia, complica las cosas, claro, pero nosotros estamos tranquilos.
XL. Cuando se plantea 'entrar' en un país, ¿cuál es su estrategia?
G.L. No tiene mucho misterio. Haces acuerdos con empresas o vas directamente a hablar con los gobiernos.
XL. Para eso le tienen que recibir primero...
G.L. Sí, sí [sonríe]. No tenemos problemas en ese aspecto.
XL. ¿Es consciente de que mucha gente se acerca a usted por el dinero o el poder que tiene?
G.L. Nunca pienso en esos términos. Me abro cuando me da la gana y me apetece. Si me equivoco, pues mala suerte, pero no me echa para atrás a la hora de conocer gente.
XL. ¿Cuál fue su primera inversión?
G.L. Con 17 años, un software de comparación de equipamientos y materiales para obras. Fue un pedido de una constructora, se vendió después a un par de empresas... y el resto, como se dice, es historia.
XL. Participó hace unos años en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo sobre «Identificación de la próxima gran cosa». ¿La ha identificado ya?
G.L. Sí. Las nuevas modalidades de transporte. Estamos lanzando ahora en Londres el primer taxi híbrido con una nueva tecnología, que también sirve para camiones y autobuses. Con un motor como el de un Seat Ibiza trasladas a 80 personas durante 500 kilómetros. Es una revolución. Otro gran mercado son las cosas conectadas: the Internet of things. Conectar cosas del coche, zapatillas de deporte; recolectar datos y más datos y utilizarlos para mejorar servicios. Es big data total. Y una última cuestión es la seguridad informática. Tarde o temprano volveremos a proteger nuestra privacidad, a no dejar registro de nuestras actividades por todas partes como ahora. ¡Es que hoy somos totalmente transparentes!
XL. ¿Quiere decir que, en breve, dejaremos atrás el fervor actual por las redes sociales?
G.L. Pronto nos daremos cuenta del error que estamos cometiendo. Esta transparencia de la que hablo -Facebook, Twitter y demás- puede ser peligrosa. Estoy convencido de que el ser humano dará marcha atrás.
XL. Usted, sin embargo, apostó en su día por Skype. De algún modo, es una red social...
G.L. Sí, de las primeras.
XL. ¿Cuánto sacó con eso? ¿Fue su espaldarazo definitivo?
G.L. Se vendió por 3200 millones de dólares. En ese momento estábamos muy interesados por dos temas: la música y las telecomunicaciones. En 2001 ya teníamos montado lo que luego sería el iTunes, antes de que Apple lo lanzase, pero no funcionó. Entonces contactamos con los fundadores de Skype y nos explicaron su proyecto. Fue en 2001.
XL. Hablaba antes de transparencia. ¿Me puede decir cifras relativas a su patrimonio: número de empresas, de inversiones, valor de su fortuna...?
G.L. No, pero es porque no funciona así. Yo sé las empresas que tenemos, unas 70, lo que hacemos, pero no hay una visión consolidada de todo ello. Somos líderes en algunos sectores en Rusia, Alemania... Tenemos la inmobiliaria más importante de Luxemburgo, un banco de negocios, la empresa de energía: petróleo, gas, minería, que está en Londres, Dubái, Hong Kong y otros sitios.
XL. ¿Sabe cuánta gente trabaja para usted?
G.L. Unas diez mil personas, sumando todo.
XL. ¿Se considera empresario o inversor?
G.L. Inversor no, desde luego. Si fuese inversor, te hubiera respondido con facilidad a la pregunta sobre el valor de mi fortuna. No me interesan las cifras, sino llevar a cabo proyectos.
XL. ¿Su primer coche?
G.L. Un Fiat de 45 caballos, oxidado, en 1988.
XL. ¿Se pagó usted el carné de conducir?
G.L. No, me lo pagó mi papá, pero yo llevaba trabajando desde los 15 años. Primero cortando pescado donde él trabajaba, luego vendiendo zapatillas de deporte con 17 años... Por algo hay que empezar, ¿no? [sonríe].
XL. ¿Era buen estudiante?
G.L. En cuanto a resultados, las notas y tal, era bueno. En cuanto a comportamiento, respetar la autoridad y esas cosas, era una catástrofe.
XL. Sus padres dejaron España en los sesenta. ¿Por qué?
G.L. Se fueron en 1963, por necesidad. Eran tiempos de Franco y mi padre no pintaba mucho en esa España. Pensaban ganar algo de dinero, comprarse un piso y regresar. Primero, Suiza; luego, Bélgica; y, finalmente, Luxemburgo. Yo nací aquí, pero me fui a Galicia con meses. Hasta los seis años pasé mucho tiempo allí. Luego ya iba dos meses por vacaciones y también por Navidad. En el pueblo sigo teniendo mis colegas.
XL. ¿Es usted de esos empresarios a los que les asusta Podemos?
G.L. No. Soy de los que piensan que Podemos ha nacido como un grito desesperado contra la situación que ha vivido España. Hace algunas propuestas que no son realizables, pero no me asusta. El grito inicial de indignación se irá reduciendo con el objetivo de conseguir votos. Por lo que hemos visto, ya están moderando sus mensajes. En todo caso, creo que es un fenómeno que beneficiará a la política española.
XL. Tiene intereses en países de África y América Latina con gobiernos corruptos. ¿Cómo elige usted a sus socios comerciales?
G.L. Hombre, ¡has de mantener una ética! Nuestras convicciones nunca chocan con nuestros intereses.
Privadísimo
1 Hijo de emigrantes gallegos, nació en Luxemburgo en 1971. Nunca habla de su familia y sus amigos «por razones de seguridad».
2 Invirtió en Skype en 2001, cuando nadie lo conocía. Lo vendió dos años después a eBay por 3200 millones de dólares.
3 Su primer coche fue un Fiat Uno «totalmente oxidado». Hoy colecciona automóviles de lujo y de carreras. Con algunos de ellos ha corrido en las 24 horas de Le Mans o las de Dubái, donde ha hecho podio tres veces.
4 Posee un equipo de fútbol en Luxemburgo, el CS Fola Esch, donde jugó de niño. En 2014 se planteó comprar el CD Lugo, de Segunda División. Canceló la operación.
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