El sabado -8- diciembre 2018 a las 16:00 por Telecinco , foto,.
D’Onofrio: “Lo sucedido en el Superclásico debería ser el 11-S argentino",.
El presidente de River Plate, a dos días del Superclásico en Madrid, conversa con El País sobre el conflicto de la final de la Libertadores,.
A Rodolfo D’Onofrio (Buenos Aires, 71 años) su padre, Raúl, interventor de la AFA en 1971, lo hizo socio de River el día que nació. Vio jugar al Real Madrid de Di Stéfano y Puskas en el Monumental y cenó con Santiago Bernabéu.
“Un adelantado, un tipo que no solo hizo grande al Madrid, sino también
al fútbol español”, asegura. Empresario, llegó a la presidencia de
River Plate en 2013. El club de la banda ya había regresado a Primera,
su situación financiera seguía en zona de descenso. “La economía era
muy, pero muy delicada. Sabíamos, sin embargo, que la marca y el club
valían para salir adelante”. Durante su gestión, River ganó nueve
títulos. Todavía cansado después de un viaje de 12 horas, recibe a EL
PAÍS para conversar sobre el Superclásico que se celebrará en el Santiago Bernabéu.
Respuesta. No creo que como a Santiago Bernabéu. Él
fue un símbolo increíble. Sí pretendo que se recuerde nuestra gestión
como honesta y, sobre todo, que pusimos a River en el lugar en que tenía
que estar.
P. ¿Y a este Superclásico en Madrid cómo se le recordará?
R. Como una vergüenza, como la tremenda vergüenza del fútbol argentino. Es algo increíble. Un sistema de seguridad que falló, absoluta y totalmente. No es solo un problema de Argentina, en Europa también hay episodios de violencia. El otro día vi un partido de fútbol griego en el que no se tiraban piedras, se tiraban misiles.
P. ¿River no tiene ninguna responsabilidad?
R. Cero. La responsabilidad de River empieza dentro del Monumental. Cuando Boca sale de su hotel, la responsabilidad es de la seguridad. Y ya lo reconocieron las máximas autoridades de la seguridad de la ciudad y de la nación. ¿O era la primera vez que Boca venía a jugar a la cancha de River?
P. ¿Sospecha que falló a propósito?
R. No lo sé, eso es un análisis que tendrá que hacer la seguridad. Sí sé que River es un damnificado. Acá se les prohibió a 66.000 aficionados, gente que vino de todos los lugares de Argentina y del mundo, a ver esa gran final. Y ahora les pusieron su espectáculo a 10.000 kilómetros. Estamos en desventaja. Nosotros jugamos en la cancha de Boca y ahora Boca no juega en la cancha de River. Y lo más vergonzoso es que tenemos un problema como Argentina. ¿Cómo puede ser que en nuestro país no se pueda jugar el River-Boca?
P. Si el país no puede organizar un Superclásico, ¿cómo se explica que el presidente Macri haya pedido un encuentro con púbico visitante?
R. Tuvo la sana intención de desear que haya público visitante, pero las intenciones no se convierten en realidad de un día para otro. Si durante años no tuviste público visitante en la ciudad de Buenos Aires, no se puede organizar un Superclásico de la noche a la mañana. Los estadios de River y Boca no estaban preparados. Al hincha de River le robaron su partido, le robaron la posibilidad de ver la gran final. Una gran final que la gente de Boca la vio en su propio estadio.
P. ¿Pero no se lo robaron los mismos hinchas de River, que atentaron contra el autocar de Boca?
R. No. Fueron 40 o 50 delincuentes, que no tienen que estar en el fútbol y hay que exterminarlos para siempre. El hincha de River no es culpable de nada. No se debería haber permitido que el autobús de Boca pasara por un lugar donde estaban personas capaces de producir ese tipo de actos. ¿Sabe qué ocurrió este miércoles por la noche cuando salimos de Buenos Aires?
P. No.
R. Nada. Si hubiesen puesto el sábado de la final el 20% de la seguridad que pusieron cuando River salió de Buenos Aires, nada de esto hubiese pasado. Tomaron todas las prevenciones, cosa que no hicieron ese día. Solo tenían que cuidar una esquina. No lo hicieron. La gente de River es ajena y mucho más ajenos son los 43 millones de argentinos que quieren ver su River-Boca en su país, que no tienen nada que ver con esos 40 delincuentes.
P. ¿Cómo explicaría en España qué es un barra brava?
R. Un delincuente que no debería ingresar a un campo de fútbol.
P. Pero ingresan.
R. Los clubes del fútbol argentino no cuentan con un derecho de admisión como el que deberían tener. Lo que hace falta es lo que se hizo en Rusia, un Fan ID. El Gobierno, la policía y los clubes tienen que ponerse de acuerdo. Y, después, cuando vayan presos no los tienen que soltar al otro día.
P. Y los directivos, ¿qué tienen que hacer?
R. No tienen que ser cómplices de esto. Pero para hacerlo necesitas tener la seguridad adecuada. Si yo me pongo en la calle a decir que no quiero que entre más al estadio amenazarán de muerte a mi hija, a mi mujer y a toda mi familia.
P. ¿Cedió alguna vez?
R. No le quepa la menor duda. Y me está pasando ahora. Tengo 200 ó 250 hinchas de Boca que dicen que me van a matar.
P. ¿De Boca?
R. Sí, los de River están cien por cien conmigo. No la barra brava, la gente. Yo ni conozco a la barra brava. Jamás los traté. Lo único que quiero es que no estén más.
P. ¿No hay relación entre la directiva de River y la barra brava?
R. Ninguna. Y lo juro por mis hijos. Hay que terminar con esta gente que está comprometida con la política. En cualquier manifestación están ellos, entonces los políticos no se tienen que hacer los tontos. Quiero que lo que ocurrió ese sábado sea el 11 de septiembre de Argentina. Pero tienen que poner las pelotas el Gobierno nacional y los directivos. Tenemos que hacerlo de forma conjunta, cada uno solo no se puede.
P. ¿Cómo explica entonces que el jefe de la barra brava de River tuviera 300 entradas del Superclásico en su casa?
R. No se lo puedo explicar. No tengo ninguna constancia de que el club le haya entregado entradas a un barra brava. Eso lo tiene que investigar el fiscal, al que le dimos toda la información.
P. Si hubiese existido una mejor relación entre River y Boca, ¿el partido se hubiese jugado en Buenos Aires?
R. River fue generoso y tuvo palabra. El sábado pactamos que el partido se jugaba al día siguiente. Y el domingo la final no se jugó porque Boca había presentado un escrito en la Conmebol para llevarse los puntos sin jugar la vuelta. No fue una actitud leal.
P. ¿Entiende que la Conmebol quisiera jugar el partido fuera de Argentina?
R. La Conmebol está en todo su derecho, lo que no entiendo es que la AFA apoyara esa decisión. Se votó por unanimidad que el partido no se jugara en Argentina.
P. ¿Y a este Superclásico en Madrid cómo se le recordará?
R. Como una vergüenza, como la tremenda vergüenza del fútbol argentino. Es algo increíble. Un sistema de seguridad que falló, absoluta y totalmente. No es solo un problema de Argentina, en Europa también hay episodios de violencia. El otro día vi un partido de fútbol griego en el que no se tiraban piedras, se tiraban misiles.
P. ¿River no tiene ninguna responsabilidad?
R. Cero. La responsabilidad de River empieza dentro del Monumental. Cuando Boca sale de su hotel, la responsabilidad es de la seguridad. Y ya lo reconocieron las máximas autoridades de la seguridad de la ciudad y de la nación. ¿O era la primera vez que Boca venía a jugar a la cancha de River?
P. ¿Sospecha que falló a propósito?
R. No lo sé, eso es un análisis que tendrá que hacer la seguridad. Sí sé que River es un damnificado. Acá se les prohibió a 66.000 aficionados, gente que vino de todos los lugares de Argentina y del mundo, a ver esa gran final. Y ahora les pusieron su espectáculo a 10.000 kilómetros. Estamos en desventaja. Nosotros jugamos en la cancha de Boca y ahora Boca no juega en la cancha de River. Y lo más vergonzoso es que tenemos un problema como Argentina. ¿Cómo puede ser que en nuestro país no se pueda jugar el River-Boca?
P. Si el país no puede organizar un Superclásico, ¿cómo se explica que el presidente Macri haya pedido un encuentro con púbico visitante?
R. Tuvo la sana intención de desear que haya público visitante, pero las intenciones no se convierten en realidad de un día para otro. Si durante años no tuviste público visitante en la ciudad de Buenos Aires, no se puede organizar un Superclásico de la noche a la mañana. Los estadios de River y Boca no estaban preparados. Al hincha de River le robaron su partido, le robaron la posibilidad de ver la gran final. Una gran final que la gente de Boca la vio en su propio estadio.
P. ¿Pero no se lo robaron los mismos hinchas de River, que atentaron contra el autocar de Boca?
R. No. Fueron 40 o 50 delincuentes, que no tienen que estar en el fútbol y hay que exterminarlos para siempre. El hincha de River no es culpable de nada. No se debería haber permitido que el autobús de Boca pasara por un lugar donde estaban personas capaces de producir ese tipo de actos. ¿Sabe qué ocurrió este miércoles por la noche cuando salimos de Buenos Aires?
P. No.
R. Nada. Si hubiesen puesto el sábado de la final el 20% de la seguridad que pusieron cuando River salió de Buenos Aires, nada de esto hubiese pasado. Tomaron todas las prevenciones, cosa que no hicieron ese día. Solo tenían que cuidar una esquina. No lo hicieron. La gente de River es ajena y mucho más ajenos son los 43 millones de argentinos que quieren ver su River-Boca en su país, que no tienen nada que ver con esos 40 delincuentes.
P. ¿Cómo explicaría en España qué es un barra brava?
R. Un delincuente que no debería ingresar a un campo de fútbol.
P. Pero ingresan.
R. Los clubes del fútbol argentino no cuentan con un derecho de admisión como el que deberían tener. Lo que hace falta es lo que se hizo en Rusia, un Fan ID. El Gobierno, la policía y los clubes tienen que ponerse de acuerdo. Y, después, cuando vayan presos no los tienen que soltar al otro día.
P. Y los directivos, ¿qué tienen que hacer?
R. No tienen que ser cómplices de esto. Pero para hacerlo necesitas tener la seguridad adecuada. Si yo me pongo en la calle a decir que no quiero que entre más al estadio amenazarán de muerte a mi hija, a mi mujer y a toda mi familia.
P. ¿Cedió alguna vez?
R. No le quepa la menor duda. Y me está pasando ahora. Tengo 200 ó 250 hinchas de Boca que dicen que me van a matar.
P. ¿De Boca?
R. Sí, los de River están cien por cien conmigo. No la barra brava, la gente. Yo ni conozco a la barra brava. Jamás los traté. Lo único que quiero es que no estén más.
P. ¿No hay relación entre la directiva de River y la barra brava?
R. Ninguna. Y lo juro por mis hijos. Hay que terminar con esta gente que está comprometida con la política. En cualquier manifestación están ellos, entonces los políticos no se tienen que hacer los tontos. Quiero que lo que ocurrió ese sábado sea el 11 de septiembre de Argentina. Pero tienen que poner las pelotas el Gobierno nacional y los directivos. Tenemos que hacerlo de forma conjunta, cada uno solo no se puede.
P. ¿Cómo explica entonces que el jefe de la barra brava de River tuviera 300 entradas del Superclásico en su casa?
R. No se lo puedo explicar. No tengo ninguna constancia de que el club le haya entregado entradas a un barra brava. Eso lo tiene que investigar el fiscal, al que le dimos toda la información.
P. Si hubiese existido una mejor relación entre River y Boca, ¿el partido se hubiese jugado en Buenos Aires?
R. River fue generoso y tuvo palabra. El sábado pactamos que el partido se jugaba al día siguiente. Y el domingo la final no se jugó porque Boca había presentado un escrito en la Conmebol para llevarse los puntos sin jugar la vuelta. No fue una actitud leal.
P. ¿Entiende que la Conmebol quisiera jugar el partido fuera de Argentina?
R. La Conmebol está en todo su derecho, lo que no entiendo es que la AFA apoyara esa decisión. Se votó por unanimidad que el partido no se jugara en Argentina.
TITULO: VIVA LA VIDA - El Primo de Rivera que impulsó la democracia,. DOMINGO -9- DICIEMBRE ,.
El domingo -9- diciembre 2018 a las 16:00 por Telecinco , foto,.
El Primo de Rivera que impulsó la democracia,.
Nieto del dictador y sobrino de José Antonio, defendió la ley para la reforma,.
Con el fallecimiento de Miguel Primo de Rivera y Urquijo (San
Sebastián, 1934) desaparece una figura clave en el impulso inicial de la
transición a la democracia en nuestro país. Un miembro de la clase
política del franquismo que supo entender que la sociedad española
demandaba espacios de libertad que la dictadura no podía otorgarle y se
implicó en el empeño de abrir vías de apertura, dentro del Estado del 18
de julio, para posibilitar su desaparición.
Pocas veces en nuestra reciente historia un apellido ha marcado un destino político tanto como marcó el suyo. Su abuelo, el general Miguel Primo de Rivera, gobernó España como dictador entre 1923 y 1930. Entre sus tíos paternos, José Antonio fundó Falange Española y, fusilado en los inicios de la Guerra Civil, se convirtió en un referente doctrinal básico para el longevo régimen franquista. Pilar presidió la Sección Femenina de Falange, y luego del Movimiento Nacional, durante casi medio siglo. Y Miguel fue dirigente del Partido único y ministro de Agricultura en un Gobierno de Franco.
Hijo de Fernando Primo de Rivera, militar, médico y falangista asesinado en la cárcel Modelo de Madrid en agosto de 1936, se orientó a la actividad empresarial que correspondía a la tradición de la familia de su madre, María del Rosario de Urquijo. En sus años escolares compartió estudios con Juan Carlos de Borbón, con quien le unió siempre una estrecha amistad. Abogado en ejercicio, trabajó en la banca londinense y luego en la Sociedad de Construcción Naval española.
Pero un Primo de Rivera no tenía fácil en estos años eludir la actividad política. En 1965 fue designado por el ministro de la Gobernación alcalde de Jerez de la Frontera, la ciudad donde tenía arraigo su familia paterna. Ejerció el cargo, con notable éxito, hasta 1971. Para entonces era procurador en Cortes por el tercio municipal y miembro del Consejo Nacional del Movimiento, la “Cámara de las ideas” de la dictadura. En la que, como ponente en su Sección Segunda, se esforzó en abrir un muy limitado pluralismo de asociación política en la estructura monolítica del partido único.
En las Cortes se alineó con el grupo de jóvenes políticos de origen
falangista que defendían una paulatina evolución del régimen hasta
posibilitar, tras la muerte de Franco, una transición a la democracia,
por lo que fueron conocidos como los reformistas azules. Primo de Rivera
desempeñó un papel muy destacado en esta línea y fue uno de los
impulsores del Grupo Parlamentario Independiente, creado en marzo de
1976, que se convirtió en el mejor apoyo en las Cortes de la reforma
impulsada por Adolfo Suárez. Su amistad personal y su sintonía política
con el rey Juan Carlos contribuyeron también a situar a Miguel Primo de
Rivera en un primer plano de la vida nacional en los momentos iniciales
de la Transición.
Especialmente el 16 de noviembre de 1976, cuando asumió públicamente un papel protagonista de la historia de España. Miembro de la ponencia parlamentaria de la Ley para la Reforma Política, la última de las Leyes Fundamentales del franquismo y la llave de la apertura hacia la democracia, fue el encargado de presentarla en el Pleno de las Cortes. Su encendida defensa del proceso democratizador tuvo fuerte impacto en la opinión pública y aportó argumentos fundamentales para justificar lo que se definió como el “harakiri de las Cortes orgánicas”.
Liquidado en los meses siguientes el aparato institucional de la dictadura, Primo de Rivera evitó participar en las actividades de los partidos durante la Transición. Aun así, en junio de 1977, el rey Juan Carlos le incluyó entre los miembros del Senado por “designación real”. Como senador formó parte de las Comisiones de Presidencia del Gobierno, Justicia e Interior y Agricultura y Pesca. Pero solo permaneció dos años en su escaño. Celebradas nuevas elecciones en 1979, abandonó la política y se centró en la actividad empresarial privada. Aunque siempre se mantuvo como un referente histórico de las políticas de reforma y consenso que posibilitaron la Constitución. Cuando publicó sus memorias (Plaza & Janés) en 2002, las tituló No a las dos Españas.
Pocas veces en nuestra reciente historia un apellido ha marcado un destino político tanto como marcó el suyo. Su abuelo, el general Miguel Primo de Rivera, gobernó España como dictador entre 1923 y 1930. Entre sus tíos paternos, José Antonio fundó Falange Española y, fusilado en los inicios de la Guerra Civil, se convirtió en un referente doctrinal básico para el longevo régimen franquista. Pilar presidió la Sección Femenina de Falange, y luego del Movimiento Nacional, durante casi medio siglo. Y Miguel fue dirigente del Partido único y ministro de Agricultura en un Gobierno de Franco.
Hijo de Fernando Primo de Rivera, militar, médico y falangista asesinado en la cárcel Modelo de Madrid en agosto de 1936, se orientó a la actividad empresarial que correspondía a la tradición de la familia de su madre, María del Rosario de Urquijo. En sus años escolares compartió estudios con Juan Carlos de Borbón, con quien le unió siempre una estrecha amistad. Abogado en ejercicio, trabajó en la banca londinense y luego en la Sociedad de Construcción Naval española.
Pero un Primo de Rivera no tenía fácil en estos años eludir la actividad política. En 1965 fue designado por el ministro de la Gobernación alcalde de Jerez de la Frontera, la ciudad donde tenía arraigo su familia paterna. Ejerció el cargo, con notable éxito, hasta 1971. Para entonces era procurador en Cortes por el tercio municipal y miembro del Consejo Nacional del Movimiento, la “Cámara de las ideas” de la dictadura. En la que, como ponente en su Sección Segunda, se esforzó en abrir un muy limitado pluralismo de asociación política en la estructura monolítica del partido único.
Su encendido discurso fue clave en el harakiri de las Cortes franquistas
Especialmente el 16 de noviembre de 1976, cuando asumió públicamente un papel protagonista de la historia de España. Miembro de la ponencia parlamentaria de la Ley para la Reforma Política, la última de las Leyes Fundamentales del franquismo y la llave de la apertura hacia la democracia, fue el encargado de presentarla en el Pleno de las Cortes. Su encendida defensa del proceso democratizador tuvo fuerte impacto en la opinión pública y aportó argumentos fundamentales para justificar lo que se definió como el “harakiri de las Cortes orgánicas”.
Liquidado en los meses siguientes el aparato institucional de la dictadura, Primo de Rivera evitó participar en las actividades de los partidos durante la Transición. Aun así, en junio de 1977, el rey Juan Carlos le incluyó entre los miembros del Senado por “designación real”. Como senador formó parte de las Comisiones de Presidencia del Gobierno, Justicia e Interior y Agricultura y Pesca. Pero solo permaneció dos años en su escaño. Celebradas nuevas elecciones en 1979, abandonó la política y se centró en la actividad empresarial privada. Aunque siempre se mantuvo como un referente histórico de las políticas de reforma y consenso que posibilitaron la Constitución. Cuando publicó sus memorias (Plaza & Janés) en 2002, las tituló No a las dos Españas.
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