'La Hora Musa', presentado por Maika Makovski ,
a las 22:55 horas, en La 2 martes - 17 - Septiembre , fotos.
Una calle singular,.
Hoy vamos con un hecho insólito que se
da en el callejero de Madrid sin que mucha gente recaiga en su
existencia y es que dos de las bonitas placas que indican el nombre de
las calles, se refieran a un mismo hecho, contándonos un igual relato,
casi por “fascículos”. A pesar del frío, vamos a caminar hasta el Madrid
más histórico para conocer donde se da cita este secreto.
Vamos a situarnos en el espacio. Cojamos la Costanilla de San Andrés, pegada a la iglesia del mismo nombre, en plena Latina y allí encontraremos una calle sinuosa, de trazado curvo y que responde al nombre de Calle de los Mancebos,
unos metros más adelante, nace de ella una brevísima ramificación,
Calle Angosta de los Mancebos, la única de la ciudad que conserva esta
nomenclatura. Obviamente, ambas tienen mucho en común, pero fijémonos en
sus cartelas ¿Quiénes son esos dos hombres? ¿Estaban haciendo reformas
en casa? ¿Por qué aparecen esposados?
Primero hay que indicar que según la RAE, un mancebo puede ser, entre varias acepciones, una persona joven o incluso un criado.
No sabemos a cuál de los significados hace referencia pero sí la
desagradable historia de este par de tipos, cuya memoria quedó para
siempre reflejada en el callejero madrileño. Su historia, tal y como
refleja el cronista de la Villa, Pedro de Répide, hace referencia a
estos dos hombres que pasaron en esta zona los últimos días de su vida,
encarcelados antes de ser ejecutados. ¿Su crimen? El que aparece
retratado en el primer letrero, fueron acusados de ser los autores de la muerte del Rey Enrique I después de lanzarle una teja
desde la torre del Palacio Episcopal de Palencia. El proyectil golpeó
en la cabeza provocando la muerte del monarca. Después de ser hechos
presos, los trasladaron a Madrid y fueron recluidos en la torre del
Palacio de los Lasso de Castilla, una de las dinastías más importantes
del Madrid medieval y que tenía su residencia en la Plaza de la Paja. Allí pasaron sus últimas horas von vida hasta que fueron degollados.
Otra lección de historia que la calle de
Madrid nos quiere contar y mostrar. Un relato a la vista de todos, sólo
hay que prestar un poquito de atención a los secretos que esta ciudad
trata de revelarnos.
TITULO:
Cachitos de hierro y cromo - El Casco Antiguo de Badajoz visto al óleo , .
Martes - 17- Septiembre ,.
Martes -17- Septiembre a las 22:00 horas en La 2, foto.
El Casco Antiguo de Badajoz visto al óleo,.
aire libre,.
Badajoz.
Javier quería coger el contraluz del amanecer. A Pepi le robaron la
pintura. María se presentó con un lienzo demasiado pequeño. María Isabel
pasó dos horas dando vueltas hasta que se plantó frente a las
Adoratrices. María y Elena bichearon el viernes por la zona. Luis
buscaba seis horas de sombra...Los sesenta cuadros que ayer a las siete de la tarde se entregaron en la Plaza Alta encierran muchos interrogantes previos.
Veinte años cumple el certamen. Los suculentos premios, 2.100 euros para el primero, atraen a profesionales y aficionados de media España. El jurado valoró por encima de todos la obra de Abraham Pinto, de Sevilla. Pedro Cebrián, de Segovia, se llevó los 1.800 euros del segundo y Javier Fernández, de Fregenal, los 1.200 euros del tercero.
A las dos y media, Pepi Sevilla iba con mucho retraso. Manos temblorosas al coger la espátula por los nervios. Le habían robado el acrílico en cuanto se puso a pintar en la plaza de la Soledad y perdió media mañana buscando una tienda en la que reponer material con el que empezar. Vino de Valencia y su apuesta fue un collage de fondo para la Giralda. «Espero llevarme un buen recuerdo después de este percance».
Luis Gámez eligió las vistas de la carretera de Cáceres desde la Alcazaba. Diecisiete participaciones de veinte. Buscó una ubicación original, que diera la sombra durante las seis horas que iba a pasar de pie y que no hubiera pintado otros años.
Pendiente del móvil y con cierto alivio porque la previsión de lluvia para las tres de la tarde se fue disipando según avanzaba el trabajo.
Ha visto crecer el concurso. Ahora que se ha consolidado, cree que ha llegado el momento de fijar dos categorías.
Y en esa fase de experimentación entran ahora Elena Vargas y María Concinha. Las dos amigas se licenciaron en Bellas Artes el curso pasado. Elena quiere especializarse en arte audiovisual y María en ilustración y animación. Pintar al óleo es la base de cualquier artista y hacerlo al aire libre y con tiempo límite una forma de ponerse a prueba. «Aprendes mucho y con el óleo trabajas bien porque lo vas moldeando». El plan de ayer lo tenían en mente hace mucho tiempo. Pero siempre les pillaba fuera de la ciudad por la universidad. El viernes por la tarde hicieron trabajo de campo. Recorrieron el Casco Antiguo y la Alcazaba y tras varias vueltas eligieron como motivo el pedestal de la ladera. Una mole de hormigón en mitad del parque rodeada de árboles que inspira misterio.
En el perímetro de la muralla, con la perspectiva del Guadiana a la lejos y el convento de las Adoratrices en primer plano, coincidieron algunos participantes. Allí se puso María Isabel Corbacho. Experimentó la adrenalina de pintar mientras los demás te observan.
Se inscribió a las nueve en las Antiguas Casas Consistoriales y estuvo hasta las once dando vueltas para ubicarse. «Acerté con el sitio».
Eligió óleo al agua para manchar y una vez dentro experimentar y divertirse. «Me lo paso muy bien cuando me suelto». Aprovecha para pedir la ampliación de la Adelardo Covarsí, a la que no ha faltado ni un día en los últimos seis años. «La Seguridad Social se ahorraría mucho dinero porque pintar es terapéutico».
La Plaza Alta fue otro escenario recurrente en el lienzo. Javier Fernández vino desde Fregenal de la Sierra. Madrugó para coger el contraluz del amanecer sobre la esquina de Espantaperros. Agradece que se organice este tipo de eventos porque enseña al público el proceso creativo. «Es algo sincero, pintas al natural en la calle y la gente te ve».
A pocos metros de Javier, en la puerta del bar El Silencio de Moreno Zancudo, pasó la mañana el escultor José Luis Hinchado. Acostumbrado a partirse el pecho con la piedra, su experimento de cubismo rural fue como un día de vacaciones.
Presentarse es su forma de contribuir con la ciudad. «Si en vez de sesenta, fuéramos mil, sería uno de los más importantes».
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