domingo, 29 de septiembre de 2019

El paisano - Viernes -4- Octubre - Cofrentes. / VACACIONES - EUROPA DE PELICULA - Avance de la nueva novela de Mario Vargas Llosa ,. / Lazos de sangre - La saga Preysler,./ VUELTA AL COLE - Siberiano Dimitri Quimico . / EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles -9- Octubre - Colón, el hombre que quiso tener todos los libros del mundo . / EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - VIERNES - 11- Octubre - Como en un cuadro de Picasso,.

TITULO: El paisano - Viernes -4- Octubre - Cofrentes. 

Viernes - 4 - Octubre   a las 22:10 horas en La 1, foto.

Resultat d'imatges de el paisano tve Cofrentes 2 

"Hola, amigos, soy Pablo Chiapella y soy de Albacete,
aunque gran parte de los veranos de mi vida
los he pasado en Ayora, un pueblo de Valencia.
Recuerdo que de pequeño me quería quedar a vivir en el pueblo.
Mis padres salían locos.
Para mí, el pueblo es un mundo sabio, auténtico,
pero, sobre todo, divertido.
Ahora vivo en Madrid, pero el cuerpo me pide pueblo.
Vosotros ya me conocéis
y ahora me toca a mí conoceros a vosotros".
(Música cabecera)
"Ya llevo dos días en Cofrentes.
Un pueblo a 103 km al suroeste de Valencia.
Y hoy me quedo a vivir sus fiestas".
(Música)
Buenas noches, paisanos de Cofrentes.
(Continúa la música)
Mira...
qué bienvenida tiene Cofrentes.
Qué cosa más bonita de castillo.
Bueno, ¿y cómo se vive aquí en este pueblo?
Bien. ¿Se vive bien?
Muy bien. Muy tranquilos y muy bien.
Porque hay mañanas que me he levantado y la puerta abierta.
No me diga. Toda la noche.
¿Ah, sí? Y no pasa la gente... Nada.
Y si pasan, no se echa a ver.
-Este fin de semana tenemos la fiesta de "la maderada".
Fiesta de "la maderada". Sí.
A ver, es una recreación de un antiguo oficio que teníamos aquí,
en Cofrentes, que bajaban por el río en balsas de madera
y con los ganchos, que se les llama los gancheros o madereros,
bajan conduciendo la madera. -Y después, que vamos entonados
con el zurracapote, el zurracapote es una bebida
muy especial.
Te empinas y te dicen: "¿Cómo te llamas?".
"¡Olo!". "¡Olo!". "¡Olo!".
Me gusta la fiesta, vivir la fiesta.
Yo colaboro en las fiestas de mayo, en noviembre, en el "jalogüei"...
¿El "jalogüei"? En el carnaval...
Y para "jalogüei", ¿qué es lo que hace usted?
Pues disfrazarnos de la fiesta típica que hay de "jalogüei",
de drácula, de zombi, o sea que... ¿Se ha disfrazado usted de zombi?
Sí. ¿Cómo hace de zombi usted,
por ejemplo?
Que te como... (RÍE)
Atención, cuando baje a "la maderada", que lo haré,
no me tiréis al agua, no soy un pato, me mojo,
no soy un pato, gracias. (RÍEN)
He aprobado. ¿Has aprobado?
Toma ya. (RÍE)
Ahí.
Ojito, ¿eh?
A ver, que vas a tope, ¿eh? Qué más da.
Para un momento, para un momento, para el coche, para el coche.
Para el coche, Gaby. A ver, sin que se cale.
Gaby, mira, esto se llama freno de mano, y cuando se arranca
hay que quitarlo. Por eso olía a quemado.
Hay que quitarlo. ¿Vale? Yo voy al fútbol, al kárate,
a muay thai no me voy a apuntar, y también voy a inglés
y también voy a catecismo. Toma ya, sí que eres...
¡Catecismo! (RÍE)
¡Catecismo! (RÍEN)
Venga, va. Venga.
(Banda)
Levanta la mano hacia arriba. La mano hacia arriba. Más alta.
Y Jerónimo no para de decirme: "La mano hacia arriba,
la mano hacia arriba".
Yo estuve a punto de decir: "Y la mano hacia abajo.
Como los gorilas, ¡uh, uh, uh!".
(RÍEN)
(Redoble)
Ahora.
(TOCAN)
¡Muy bien! Ahora ya suenan.
Sigue, sigue, sigue. -Muy bien.
Ahora te pones ya derecho para allá.
(TOCAN)
(Música triunfal)
"Este es mi tercer día en Cofrentes,
y ha llegado la hora de la verdad.
Hoy voy a ser un cofrentino más,
y participaré en mi primera 'maderada'".
Me visto. Me pongo los pantalones, la camisa, las esparteñas,
y cuando llega la hora del fajín...
¡Madre mía con el fajín!
(Música triunfal)
(RÍEN)
(Continúa la música)
"¡No había manera!".
Me sentía más torpe que Jesulín de Ubrique
con un cubo de Rubik.
(RÍEN)
(Continúa la música)
Buen día para caer al río, buen día.
Bueno, pues nada, ha llegado la hora...
de encontrarme con Jesús y Polo para ir a "la maderada".
De paso, voy a ver si me enseñan a ponerme el fajín de cofrentino.
A ver qué nos depara el día.
(Música triunfal)
Buenos días. Buenos días.
¿Cómo va eso? Vamos llevándolo.
¿Has visto a Polo y a Jesús? Míralos.
Según llegas a la plaza, a mano izquierda los tienes.
Perdonen, ¿conocen a Jesús...? ¿A Jesús y a Polo conocen? ¿Saben?
Mira, están aquí. ¿Qué pasa? ¿Qué tal, Pablo?
¿Qué tal? Buenos días.
Te buscaba. ¿Cómo vas? ¿Qué pasa?
¿Que no tienes ni puta idea de ponerte el fajín?
Tú lo has dicho. (RÍEN)
Y al primero que veo es a Jesús.
¿Qué tal? Ibas de maderero total.
Llevabas hasta el fajín bien impuesto.
Pero me tienes que decir la verdad, no te lo pusiste solo.
Te lo pusieron. Me enseñaron.
¿Cuántas personas?
(RÍEN)
-Encontramos a Polo, que es el único que lleva una vara.
-¿Lo buscamos? Mira, ya lo veo. Ya lo veo.
¿Qué hay, Polo? Buenos días.
Buenos días. ¿Cómo va eso?
¿Bien? Muy bien.
-Este hombre no sabe ponerse la... -¿La faja?
-La faja. ¿Me enseñáis?
Venga, coge. -No, tira para allá.
A ver, ¿cómo es esto?
Aquí. -Sujeta ahí.
Vale. Y ahora... ahí.
Venga.
¡Pero no te vengas!
Ahora sí, ahora soy cofrentino ya. Ahora ya total.
-Ahora sí. Ya está.
Con el fajín puesto, Polo empieza a buscar
por aquí y por allá botas de zurracapote.
Y a la que pilla una...
¡Va por todos!
(Música tradicional)
¿No decía que bebía y hablaba a la vez?
¡Si me preguntan! Si no, yo trago. Ah, bueno.
Polo, ¿cuánto son dos por dos? ¡Cuatro!
¿Tres por dos? ¡Seis!
¿Cuatro por cuatro? ¡Ocho!
(RÍE) ¿Cuatro por cuatro, ocho?
(RÍE) La tabla del cuatro no se la sabe.
-Es que... ¡16!
(RÍEN)
¿Dos por dos?
Y él: "¡Cuatro!".
¿Tres por dos?
(RÍE) "¡Seis!".
¿Cuatro por cuatro?
"¡Ocho". Que digo: "Vamos a ver...".
O sea, Polo, beber y hablar vale,
pero la tabla del cuatro, ni puta idea tienes.
(RÍEN)
(APLAUDEN)
Bueno, ¿ahora qué faltaría?
Pues ahora falta que nos reunamos todos,
acompañados con el atabal y la dulzaina,
y bajamos en romería hasta el río.
(Música tradicional)
Oye, ¿por qué vamos los primeros?
Porque somos los más guapos.
(RÍEN)
-Porque somos los anfitriones.
(RÍEN)
Y empieza la romería y miro que vamos los primeros,
y pienso: "Mierda, voy a ser el primero en caer al agua".
(RÍEN) Lo tenía claro.
Se lo pregunto a Jesús y me dice: "Vamos los primeros
porque somos los más guapos". (RÍEN)
-Pregúntale a mi madre, joder.
(RÍEN)
(APLAUDEN)
Jesús,
eres muy buena persona,
pero contando mentiras se te ve el fajín, ¿eh?
(RÍEN)
(CANTAN EN VALENCIANO)
¿Qué dice esta letra?
(HABLA EN VALENCIANO)
O algo así, en valenciano.
"La manta en el cuello...
y el 'tabalet'", que es el tambor... (ASIENTE)
"Y se irán de fiesta", o algo así.
(ASIENTE) ¿Vale?
(CANTAN EN VALENCIANO)
Vamos en romería cantando, todos felices,
y al final llegamos al río y nos vamos a desayunar.
A ver... Tres almuerzos.
Tres almuerzos.
Tres tortas. ¡Toma ya!
Venga. Vamos para allá. Venga.
Te cambio del almuerzo por la bota. -Venga.
A ver si eres capaz de cantar la jota bebiendo.
-¡Vamos allá! -Pero la jota cofrentina, ¿eh?
(CANTA) "¡Ay, ay, cuánto me gusta la gente...!".
(RÍEN)
Voy a probar yo. Vale.
¡Pues viva Cofrentes! (CANTA) "¡Ay, ay...!".
(HACE GÁRGARAS) (RÍEN)
-¡Muy bueno!
Coge la bota y empieza a cantar...
(CANTA) "¡Ay, ay, cómo me gusta la gente...!".
Y yo, que lo intento, que casi me ahogo. Normal.
Polo, hay que ver cómo le das al zurracapote, ¿eh?
Que digo: "Como no pare, 'la maderada'
se convertirá en la gran desmadrada".
(RÍEN)
-Vamos a la... Vamos a la balsa.
Vamos allá.
A ver. -Te vas a mojar.
Y llega la hora de tirar las balsas al río, nos acercamos,
y veo que hay un montón de gente...
¿Primero echan la balsa
y después vamos nosotros? Claro.
Vamos a ayudar, Pablo. Venga, vamos.
¡Bueno, bueno!
(RÍE) Ha caído uno.
(RÍE)
Venga, va, esta.
Venga. ¡Vamos!
¡Cuidado, cuidado aquí! (A LA VEZ) ¡Vamos!
(RÍE) ¡Al agua...!
¡Eh! -¡Eh, vamos!
El corazón se me pone a mil por hora,
y en estas sale nuestra balsa...
¡Venga, Polo! Dale.
¡Vamos!
(Música)
Bueno, nos vamos al agua.
Mira, Jesús ya ha subido.
Polo también.
Un palo también.
(VITOREAN)
¡Un palo, un palo!
¡Pablo, Pablo!
(VITOREAN)
-¡Vamos! -¡Venga!
-¡Al agua los tres!
(VITOREAN)
"Y salimos al agua y, oye,
la mar de bien que estábamos los tres".
Ahí, sin hundirnos, en calma...
Vamos, que íbamos tan tranquilos que parecíamos Los Panchos.
(RÍEN) Íbamos fenomenal.
Y como no nos caíamos, veo que se acerca otra balsa,
y de golpe... ¡pam!,
uno nos salta encima...
(Música)
(Gritos)
"Al abordaje.
Nos empieza a tambalear".
Pero ahí resistimos los tres, fuertes, sin caernos todavía.
(Música épica)
"Y veo que otro se lanza por el agua,
viene, me engancha por detrás, otro por delante...
O sea, me empiezan a mover...".
(Música épica)
(Gritos y risas)
(RÍEN)
(APLAUDEN)
Total, que al final nos volcasteis.
(RÍEN)
Yo digo: "Madre mía, a mí me habían dicho
que esto era bajar el río sobre una balsa.
A mí no me habían dicho que esto era el abordaje.
Si lo llego a saber, me pego con Loctite".
(RÍEN)
Por cierto,
¿ha venido el tío que me tiró la balsa?
Sí, está ahí. -Ahí está.
¿Qué? Estarás contento, ¿no?
(RÍEN)
¿Te quieres venir a las fiestas de Albacete un día?
(RÍEN)
Sí, hombre, estás invitado.
Te voy a poner de miguelitos hasta aquí.
(RÍEN)
(Música animada)
Bueno, Polo, ¿cómo ha ido?
A mí, de categoría. ¿Y a ti?
A mí, fenomenal, la verdad.
Ha habido un momento que no estabas. ¿Dónde te has ido?
A la barca me han subido, si no, me ahogada.
(RÍEN)
Mucho zurracapote, ¿o qué?
No, pero está bien, ¿eh? Ya puedo repetir un traguito.
Al final cumplisteis, me tirasteis al agua,
caímos abrazados... Muchas gracias, Pablo.
Has bebido zurracapote... Ya sabes...
Fantástico. Me lo he pasado... ¡mua!
(Música animada)
(RÍEN)
Como veis, todavía está llegando gente.
No se ha salvado ninguno, ha caído todo el mundo al agua.
Pero bueno, estaba buenísima, he disfrutado como un enano...
Sobre todo, hay una cosa, me tirado al agua abrazado de Jesús.
Nuestra primera "maderada", y los dos abrazados al agua.
Eso ha sido muy bonito. Cofrentes, os quiero de verdad.
Me lo he pasado teta. ¡Teta!
(Música)
"'Maderada' superada, pero esto solo acaba de empezar.
Cofrentes está de fiestas, y yo con las pilas a tope.
Hoy no me pierdo ni una".
Salí de casa con la sonrisa puesta.
Hoy me he levantado contento de verdad.
El sol de la mañana...
Pero vamos a ver. A ver, de verdad. O sea, esto no es posible.
¿Qué pasa en este pueblo? De verdad. Pero...
¿Qué es esto? ¿Qué es esto en medio de la calle?
Mira, por favor.
(RÍE) Un dromedario en Cofrentes.
Que pensé: "Vaya resaca mala que tiene el zurracapote".
(RÍEN)
"¡Salta! Salta conmigo".
Digo: "¡Salta!...".
Esto es increíble.
¿Cómo te llamas? Curro.
Curro, vaya mascota, ¿no? Sí, ¿has visto?
(RÍEN)
¿Qué pasa en Cofrentes, que pasan cosas rarísimas?
¿Hace dos días no había nada,
y ahora encuentro dromedarios por la calle?
Sí. ¿Y eso cómo puede ser? ¿Qué es esto?
Mira, un mercado medieval.
¿Hay alguien con quien pueda hablar que esté encargado del asunto?
Pues creo que sí, Vicente, que estará por...
Vicente. Sí.
Vicente. Hay que encontrar a Vicente.
¿Cómo se llama? Aladdín.
¿Aladdín? Aladdín.
¿Aguantaría mi peso?
Yo creo que... que sí.
¿Sí? Sí.
¿Por dónde se sube? Porque es alto...
Sí, ahora lo tiramos al suelo y...
¡Ah, él se agacha! Se agacha para que montes.
¡No me digas! Sí, claro.
Aladdín, ¿me dejas montarte?
Sí. Te está diciendo que sí.
Te ha mirado así... Mira los ojos. Ay, ay, ay,
me he enamorado de Aladdín. Qué guapo.
¿Cuántas ferias llevas, Aladdín?
Unas cuantas ya, ¿eh? (BERREA)
¿Desde cuando eres medieval?
¡Uhm!
¿Qué te parece Cofrentes? ¿Bien?
¿Cuántos años tienes?
Nada, es tímido. Curro, ¿dónde estás?
Hola, Curro, ¿qué tal? ¿Qué? ¿Te has traído a Aladdín?
No. No, ¿no?
¿Qué tal está? ¿Está ya más parlanchín?
Porque vaya eh...
Que Yo le hice unas preguntas y no me dijo ni mu.
(RÍEN)
También te digo que si me llega a decir mu, lo ordeño.
(RÍEN)
(APLAUDEN)
-Te subes y haces tres movimientos para subir, ¿vale?
Te coges bien atrás, te echas bien atrás
y te da la sensación de que te vas a caer.
Pero no te vas a caer. Vale, vale.
Y entonces me subo al dromedario y madre mía vaya subida.
Entonces dices que me suba y... Te echas para atrás.
(RÍEN)
Vas a subir despacio, vas a subir tranquilo,
vas a notar como un balanceo... Joder, un balanceo, macho.
Casi acabo con la cabeza metida en el culo.
(Música)
A ver si veo a Vicente desde aquí aunque no lo conozca.
(Música)
Y la bajada de Aladdín es verdad que fue bastante más tranquila,
se nota que ya me había cogido cariño,
así que bajo del dromedario y me pongo a buscar a Vicente.
(Música)
Madre mía, ¡qué barbaridad! ¿Qué ha pasado aquí de repente?
Ven.
¿Qué tal, caballero? Pues ahí vamos.
¿Sabe dónde está Vicente?
Le he visto pasar, pero no te puedo decir por dónde anda.
Va con su traje bonito y todo. Le vi pasar para allí arriba.
Gracias.
Iba preguntando y me decían:
"A Vicente lo puedes encontrar por aquí".
¡Vicente! ¡Vicente!
"Lo puedes encontrar por allí o por allí arriba".
Pero vamos a ver, ¿qué pasa en este pueblo?
Hola, buenas. Hola.
Perdona, ¿ha visto a Vicente? ¿A Vicente?
Pues creo que iba por ahí, ¿eh?
¿Qué tal estás? ¿Estás cómoda? Claro, muy cómoda.
¿Te queda sangre en los pies? Algo.
Venga, gracias. Adiós.
Llegué a preguntarle a una chica que estaba boca abajo,
a ver si tenía una perspectiva diferente.
(RÍEN)
Perdonad, ¿habéis visto a Vicente? ¡Sí!
¿Dónde está? Está en el castillo.
Está en el castillo. Sí, creo que lleva una túnica verde.
Gracias. Voy a ver si lo encuentro.
Oye, ¿dónde está Vicente?
Hombre. ¿Tú eres Vicente? Yo soy Vicente.
Pablo. Encantado. ¿Qué tal todo?
Te llevo buscando todo el día.
Ya me habían dicho que ibas guapo y verde.
Guapo y verde. Sí.
Oye, ¿y ahora a dónde ibas?
Ahora íbamos a hacer la inauguración, el pregón inaugural.
Lo que pasa que...
Necesitaríamos un buen caballero para hacer el pregón inaugural
y viéndote, si te atreves, yo creo que podríamos ponerte un trajecillo
y lanzarlo, ¿no? ¿Sí?
¿Te animas o qué? Me animo.
Pues venga. Vamos, vamos.
¿Dónde está Vicente? ¿Qué tal, caballero?
A ti te puedo decir: "Qué tal, caballero" sin ningún problema.
¿Qué pasa, Vicente? ¿Qué pasa?
¿Qué me viste? ¿Porte medieval? ¿Elegancia de la época?
¿O cara de tonto directamente?
(RÍEN)
Si quieres prepararse para la inauguración,
lo que tenemos que hacer como hacíamos en aquella época
es pasear dentro de una de las tiendas de tropa
y vestirte. Vamos para allá, claro que sí.
(Música medieval)
Ahora vengo, ¿vale?
(Música medieval)
Pablo, no hay moros en la costa. Vamos.
(Música medieval)
Buenas gentes
venidas de todos los rincones del reino,
se le concede a esta localidad
permiso para realizar feria y mercado
en el que los artesanos venidos de todos los rincones del reino
puedan mostrar su quehacer de manera perpetua
y de año en año.
¡Viva la Plaza de Armas de Cofrentes!
(TODOS) ¡Viva!
¡Y viva las fiestas de la maderara! (TODOS) ¡Viva!
(APLAUDEN)
Doy el pregón y va Vicente y me pone un halcón en mi brazo.
Y yo: "¡Qué pasada, qué nobleza!"
Con él nos vamos a dar un paseo por el mercado medieval.
(Música)
Primero de ganchero por el río, ahora de caballero medieval.
A este paso, voy a parecer el Mortadelo de Cofrentes.
(Música)
Pero ya que estamos, que no pare la fiesta.
(Música)
Pues nada, a grosso modo, aquí tienes lo que es el evento,
la recreación. Luego, si quieres, vemos un poco los artesanos y demás,
pero... Mira, te llaman.
Muy buenas. Vamos a ver la mascletà, tío.
Ahora mascletà. Esto va a ser la bomba, ya verás.
Y entonces llega por detrás Jesús, y me dice:
"Pablo, Pablo, que vamos a la mascletà".
Macho, me volviste al siglo XXI de un plumazo.
(RÍEN)
De un plumazo de halcón, concretamente.
(Música medieval)
Bueno, Jesús, ¿qué pasa? Pues nada.
¿Llegamos a tiempo? Llegamos. Vamos por aquí.
Por aquí. Vamos.
Vamos a la mascletà.
Parece ser que me van a dejar encenderla,
no lo sé si voy a llegar a tiempo. Vamos.
Vamos.
(Música)
¿Qué se enciende, desde aquí? Sí, con un botón.
Que es un botón, yo creía que era mechero.
No, no, no.
¿Cómo os llamáis? Yo me llamo Boro Armengol.
Boro, y eres el encargado de la mascletà.
Exactamente, soy, aparte del encargado, el propietario.
Y vamos a hacer aquí una mascletà de estas de poncho y sierra.
¿Va a ser buena o qué? Va a ser buena, no, buenísima.
Bueno, a ver, ¿dónde está la mascletà?
Aquí tenemos la mascletà
y empezará con una sección aérea, muy bonita,
que será a base de descargas de truenos zumbadoras.
Luego pasará una volcanada que hará la bandera, la señera,
de aquí, de Valencia,
y luego ya pasará directamente a la mascletà.
La mascletà es una mascletà de cinco retenciones mecanizadas
con un final de terremoto doble y luego ya lleva
lo nuestro de siempre... Final de terremoto doble.
Doble, exactamente.
Y luego, el final aéreo será el doble que lo que hay en el terremoto,
que es el final extremo.
Va a ser una mascletà muy buena, muy buena.
Aparte, van acompañada todas las secciones
por trueno y silbatos.
Lleva la melodía normal, más aparte la melodía que lleva aéreamente.
Usted es como un compositor, como quien dice.
Compositor de petardos. Exactamente.
Boro, ¿qué tal? Bien.
Buenas noches.
Zumbadoras, volcanada, terremoto. Doble final extremo.
Todo esto irá acompañado de truenos y silbidos,
truenos de aviso, traca doble, terremoto extremo,
doble extremo, final extremo.
Bueno, que estabas ahí que digo:
"Este está preparando aquí la Tercera Guerra Mundial, macho".
Lo que es la mascletà es como si fuera música al compás,
porque hace todo de menos a más y luego hay veces
que podemos ponerle que haga música también.
¿Pero usted a llegado a bailar a base de petardazos?
Claro, en cuanto ponemos, toda la gente, todo el público baila.
Te lo cuento aquí, bailas tú también.
¿De verdad que haces música con los petardos?
Toma ya, que eres el Luis Cobos de los petardos.
Me dijiste que has llegado a bailar con tus petardazos.
(RÍEN)
La verdad, ahora que lo pienso, no es tan raro.
Ya lo hacen en "Mira Quién Baila" y no pasa nada.
(RÍEN)
Pues vamos a verlo, a ver cómo funciona. Cómo arranca esto.
Apretarás el número uno y te saldrá un trueno de aviso,
que en Valencia es para empezar la mascletà.
Se tiran tres truenos de aviso. Uno, dos y tres.
Y luego te pondré el cuatro que ya empieza toda la mascletà.
Con el cuatro, ya arranca todo.
El cuatro es una traca clásica doble.
Empezará pum, pum, pum y ahí ya la mascletà va sola.
Este sería... (IMITA UN COHETE)
El número cuatro. Sin silbato.
¿El uno cómo es? El uno es un trueno de aviso.
¿Qué ruido hace? Bum.
¿El dos? El dos, bum.
¿El tres? Bum.
¿Y el cuatro? Y el cuatro empieza, tacata tacata.
Bueno, cuando queráis empezamos. Vamos a ponerlo ya en marcha.
Entonces, vamos a disparar la mascletà
y qué emoción, qué poder,
nunca había sentido tanto poder en un solo dedo.
Ahora sé cómo se siente Donald Trump, de verdad,
con el botón nuclear.
(RÍEN)
Aquí pone prueba y disparo. Vamos a poner disparo.
Uy, uy, uy, que esto arranca.
Vale. ¿Le doy?
Dale al uno.
(Petardo)
Esto es increíble, que subidón.
Ahora vas a apretar el dos, que te va a hacer otra vez pum.
¿Le doy? Vale, dale al dos.
(Petardo)
¡Vamos!
Ahora vas a dar al tres. ¡Tres!
Va a hacer pum otra vez.
(Petardo)
¡Toma!
Ahora es una día el cuatro que es... Empezará tacatá tacatá.
Ahí empezará zumbadora, trueno y color.
El ruido con silbato y con descargas de trueno.
Maravillosamente, lo vas a ver, que te va a gustar mucho.
(HABLA EN CATALÁN)
(Mascletà)
Estas son las de color, ¿no?
Exactamente, está haciendo la señera.
(Mascletà)
¡Vamos!
(Continúa la mascletà)
(Música)
¿Cómo te has quedado? ¿Qué
¿Cómo te has quedado? ¿Eh?
Que no oyes. ¿Cómo ha quedado esto? ¿Te ha gustado o no?
Esto... Me he quedado sordo. Yo también.
Pero es una cosa normal aquí, en Valencia.
¿A usted le queda oído? A mí me queda poco ya.
Ha sido impactante, ¿no? Ha sido impresionante.
Oye, muy contento yo que hayas venido y hayas visto la mascletà,
una de las mejores que has visto. En mi vida. Gracias, ¿eh?
Perdona si el grito, pero me he quedado un poco tenient.
Es normal, es normal, porque ha sido una mascletà mucha caña.
Me he quedado absolutamente Beethoven.
Muy bien, hasta la próxima.
Venga, vale, gracias.
Boro, qué pasada vivir la mascletà en primera línea contigo.
Eso sí, al lado de la mascletà el heavy metal es como...
Como una balada de Alejandro Sanz, ¿no?
(RÍEN)
¿Cuando recogiste aquello no encontraste por ahí mi oído?
No te oigo. No, no me oyes.
(RÍEN)
Es el mejor chiste de la noche.
(APLAUDEN)
(Música)
"No hay nada como las fiestas.
Vivir las de Cofrentes me ha transportado
a esos veranos de mi adolescencia en que esperaba las de mi pueblo
y cuando llegaban, eran lo mejor.
Si habéis vivido alguna, ya sabéis de lo que os hablo".
(Música)
"El pueblo lentamente vuelve a la normalidad,
y yo necesito un café y parar un ratito
para así continuar".
(Música)
Un cortadito puede ser. Ahora mismo.
-Hola. Hola.
¿Qué tal? Yo nada, aquí tomándome un café.
¿Cómo te llamas? Maika.
Hola, Maika.
Soy Pablo. ¿Eres de aquí, del pueblo?
Sí, soy de aquí, del pueblo. ¿Nacida aquí?
No nací aquí, nací en Barcelona.
Nací y viví un poquito allí, en Barcelona,
pero mis padres son de aquí de toda la vida.
Son de aquí ellos. De aquí, de aquí.
¿A qué te dedicas?
Pues trabajo en la oficina de turismo y hago un poquito de todo.
Si yo vengo a Cofrentes para disfrutar de todo,
¿cuánto tiempo me tendría que quedar aquí?
Por lo menos un par de semanas conmigo y te lo enseñaría todo.
Un par de semanitas contigo. Sí.
¿Qué tal, Maika? Guapa.
Así que necesito dos semanas contigo para conocer bien el pueblo, ¿no?
Alguna más. Algunas más, ostras, Maika.
Si en tres días he hecho más cosas que en un campamento de verano.
(RÍEN)
Por cierto, llevo aquí un rato ya, en este pueblo,
y eres la más moderna en cuanto a pelo que lo que he visto.
A ver, cuando yo llegué aquí, a Cofrentes, te cuento una historia.
Yo cuando llegué aquí, a Cofrentes,
todavía el pueblo no estaba tan avanzado
y yo llevaba lo que era una cresta y llevaba una tabla de ajedrez.
Yo era modelo de peluquería. ¿Cómo? ¿Qué es...?
Tabla de ajedrez. ¿Qué es eso?
Tintada. ¿Aquí?
Sí. Y arriba pelo largo.
Una cresta. ¡Una cresta!
Una cresta, era punky. Eras punky, no me digas.
De hecho, yo me acuerdo, que cuando llegue aquí, a Cofrentes,
una vez a mi madre, cuando llegó a la panadería,
llegó a decir: "Tenemos que cerrar las puertas de la casa,
porque llegado un personaje un poco extraño".
Dice: "Perdona, nena, que es mi hija".
No me digas, no me digas.
Fuiste la primera punky, toma ya.
La primera punky del pueblo que la gente te veía y decía:
"Uy, uy, uy, tenemos que cerrar las puertas".
(RÍEN)
Bueno, tú no te preocupes,
que la de Justi y Jesús siempre está abierta.
¿Y cómo? He sido buena estudiante,
lo que pasa es que a mí me han matado un poco las pintas,
pero ha sido una manera, a lo mejor, de escudo.
Ha sido escudo hacia... Sí.
¿Hacia qué?
A los que ahora es bullying, se llama.
¿Ah sí? Sí.
¿Porque lo has llegado a sufrir? Sí, claro.
¿Sí? Sí.
Tímida, tímida, sí, pequeñita, gordita.
Entonces, era una manera de que se metieran conmigo.
Entonces, llegó un momento, que cuando tuve el desarrollo,
me explayé e hice ese cambio.
¿En aquel momento eras consciente de que todo eso
era una especie de táctica tuya para afrontar la vida?
Sí, causando miedo, por lo menos no se acercarían.
Y me llegó a gustar. Lo hiciste de forma consciente.
Sí. ¿Y se acabó el bullying?
Siempre está, pero llega un momento que tu personalidad es tan fuerte
que te da lo mismo todo.
Tú te hiciste fuerte gracias a eso. (AFIRMA)
¿Qué has aprendido del tema este del bullying?
¿Qué le dirías alguien que lo está sufriendo
que en este momento, por ejemplo?
Pues que tiene que ser más fuerte,
que el bullying ha existido, existirá
y no hay que darle ya tanta importancia
como se está dando.
Que tienes que tirar para adelante y que son el día a día, simplemente.
El día a día, que eso te hace más fuerte.
No hay que achantarse para atrás.
Sé que es difícil, porque sé que es difícil,
pero si hace falta ponerte una chupa de cuero
o montar a caballo o a hacer una actividad o jardinería,
te tiene que dar lo mismo,
tienes que ser ante todo tú mismo.
Es complicado, pero te tienes que buscar,
si no puedes tú, buscarte aliados.
Oye, ha sido un placer hablar contigo.
Se me ha enfriado el café, ¿eh? (RÍE)
Maika me contaste que contra el bullying
lo más importante es ser uno mismo y tirar para adelante
y conseguir que tu personalidad valga más
que todas las tonterías y todas las memedeces
que te dicen los demás.
Maika, de verdad, muchísimas gracias por contármelo
y deseo que nadie en el mundo jamás tenga que pasar
por los que sufriste tú. Muchísimas gracias, Maika, de verdad.
(APLAUDEN)
(Canción en inglés)
"Maika se ha sincerado y se lo agradezco mucho.
Me ha dicho algo que parece muy evidente,
pero de lo que muchas veces nos olvidamos.
En la vida se trata de aceptarnos, querernos y ser siempre,
aunque a veces cueste, nosotros mismos".
(Música)
Un hombre con un árbol en la mano.
¿Qué tal? Hola, qué hay.
Buenas tardes. Antonio García, encantado.
Antonio García. Sí.
Yo soy Pablo, encantado. Encantado, Pablo.
Es un bonsái que has hecho tú ¿o como?
Normalmente se compran menos evolucionados
y con el tiempo y con la aplicación de las técnicas de bonsái,
lo vas evolucionando, ramificando.
¿Por qué te ha dado por los bonsái?
Una afición que tengo ya desde hace 30 años.
Yo me voy a mi umbráculo, aquí tengo un montón.
¿Qué es un umbráculo?
En este caso es una construcción que tienen los laterales libres.
Son de mallas torremidal y el techo de malla de sombrero.
Qué curioso. ¿Te puedo acompañar para verlo?
No. ¿No?
(RÍEN)
¿Y eso?
No, no, porque eso es un sitio mío íntimo, medio secreto.
Si te enteras dónde está, tendré que matarte.
Así es que o te vendo los ojos o no hay trato.
Prefiero vivir e ir con los ojos vendados, desde luego.
Desactiva la ubicación del móvil. Vale, vale, ok.
(RÍEN)
Antonio, buenas noches, ¿donde estás?
Antonio, Antonio, que te visto por ahí.
Ahí, ¿qué tal, Antonio?
Me tenías que llevar con los ojos vendados
y con la ubicación del móvil apagada.
Porque si no tendrías que matarme.
(RÍEN)
Yo no sabía si estaba en Cofrentes o en un capítulo de "Narcos".
(Música suspense)
Venga, vamos. Aquí.
Ahí iba yo con los ojos vendados, el teléfono en modo avión,
y con el culo en modo apretado.
(RÍEN)
-Bueno, ahora estamos a unos 300 m, el último tramo lo vamos hacer a pie.
Sigues siendo tú, ¿no? ¿Te puedo tocar?
Vamos llegando, 5 m. Parecemos Gala y Dalí, ¿no?
Bueno, sí. ¿Quién es quién?
Tengo que decirte una cosa,
estar con los ojos cerrados se potencia el oído
y, por ejemplo, este ruido me acojona.
Oigo cadenas, oigo una llave, veo que no hay nadie alrededor.
Entonces, empieza un ruido como de cadenas
y digo: "Ojo, cadenas, estos son cadenas,
aquí es cuando la cosa se convierte
en las "Cincuenta sombras del bonsái".
(RÍEN)
-Ahora, un murete. Oh, qué frescor se nota aquí.
Lo que vas a ver ahora, no es nada del otro mundo,
pero son mis árboles y les tengo mucho aprecio.
Entonces, esto no se lo enseño a todo el mundo.
¡Guau!
Ha merecido la pena. ¿Sí?
Qué pasada, qué pasada.
O sea, pero bueno.
Estos son más que bonsáis. ¿Cuál es al que más cariño le tienes?
Este olmo, por ejemplo, este lleva casi 20 años conmigo.
Cada poco hay que ir pinzándolo.
De hecho, aquí, mira, esta tiene unas zonas verdes definidas
y hay brotes, brotes de este año, ves que se salen de fondo.
Lo que hay que hacer con este tipo de brotes
es que se le hace un pinzado.
Entonces, imagínate, con todo lo que hay aquí,
el tiempo que tienes que invertir.
Además, cada dos semanas tienes que hacerlo,
porque crecen con locura.
Pero sí que es verdad que tiene un punto relajante, ¿no?
Estás tú aquí solo...
Ahora, si nos quedamos en silencio, lo único que oyes
es los pajarillos cantando
y el agua de la acequia.
Entonces, aquí vienes y te relajas.
No sé, una forma de pasar el tiempo.
Ha sido un placer conocerte. Encantado, Pablo.
Muchísimas gracias. Venga, hasta luego.
Oye, Pablo. ¿Qué?
Ven aquí. Has venido con los ojos vendados
y te tienes que ir con ojos vendados.
Vaya por Dios.
Entonces, ¿qué gracia tiene?
(Música)
Me acercarás al pueblo, por lo menos.
Te voy a poner en el camino y luego ya hablaremos.
Espera que me despida. Adiós, amigos bonsáis, adiós.
Este es el camino de tierra por el que hemos venido.
A unos 800 m tienes la carretera y a unos 2 km el pueblo, ¿vale?
(RÍE)
Venga, campeón, que te vaya bien, tío.
Muchas gracias por todo, eres un tío cojonudo.
No te quites la venda. No, hombre, no.
Te estaré vigilando. Vale.
Antonio, muy guay los bonsáis...
Pero eres un poco cabrón.
Las cosas como son, que me hiciste volver al pueblo a ciegas,
que eso con los ojos vendados, qué mal rato pasé,
que fue como jugar a la gallinita ciega mucho rato
sin pillar a nadie.
(RÍEN)
(Música)
Oigo agua, voy a seguir el agua, que seguro que va hacia el pueblo.
(Música)
Vaya, no sé si para ir al pueblo era por aquí...
Menos mal que me gustan los bonsáis y ha merecido la pena,
porque esto está siendo un poco incómodo, la verdad.
Vale.
Por aquí no es.
(Música)
No sé ni por dónde pasé, pero crucé campos,
vagué por carreteras, me arrastré por montañas.
(Música)
Asfalto. Civilización.
Cofrentes.
A suertes.
(Música)
E, N, T. Dime que es una E,
dime que es una S, dime que es una S.
Cofrentes.
(Música)
Cofrentes, Cofrentes.
¡Bien! ¡He llegado!
(RÍEN)
Había llegado a Cofrentes, qué maravilla, Antonio.
Mira, te voy a devolver la venda.
Te voy a devolver la venda, así, cuando vayas a Madrid,
te voy a enseñar yo una colección de orquídeas enanas que tengo.
(APLAUDEN)
(Música)
Vaya con Cofrentes.
Esta mañana sol, agua y esta tarde más agua.
Menos mal que soy un pato y no un gato.
(Canción en inglés)
Más adelante voy andando y veo a un hombre
tocando los platillos.
(Platillos)
Me paro y conozco a Felipe.
Hola. Hola, buenas tardes.
¿Qué estaba tocando entonces? Un acompañamiento para el rock.
¿Y en concreto este rock como es? Este rock es el rock del Barrancazo.
El rock del Barrancazo, vale.
Esto nació en el Barrancazo,
que es un sitio que dicen El Barrancazo.
Entonces, he puesto un poco del perro, de la oveja...
Todo esto eran ruidos de animales. Sí.
A ver, entonces, ¿esto qué es?
Este es un picote que...
Lo mismo lo puede llevar una oveja que una cabra.
Yo voy caminando... (BALA)
Yo, por ejemplo, si quiero atraer los gatos...
(MAÚLLA)
¿El perro cómo?
El perro grande hace... (LADRA)
Luego viene el otro más pequeñín que hace...
(LADRA)
(RÍEN)
Felipe, buenas noches.
Usted sabe imitar el sonido de todos los animales
habidos y por haber.
Felipe, tiene usted un zoo metido en su cabeza.
A usted le dejan solo y en un rato se monta solito
toda la granja de Playmobil.
(RÍEN)
-¿Ves? Por ahí van dos perritos. A ver, a ver.
(LADRA)
Le he hecho el gato y ya se ha ido.
(RÍEN)
En plena conversación vemos que pasan dos perritos
y al principio el perro se paró y le prestó atención.
Algo increíble. Yo me quedé flipado.
Digo: "No, si va a ser verdad que habla con ellos".
(RÍEN)
Y ahí ladrando y el perro atendiendo.
Va usted y me dice: "¿Lo ve? Le he hecho el gato y se ha ido".
(RÍEN)
(APLAUDEN)
Felipe, es usted más impredecible que Boro detonando una mascletà.
Oiga, ¿terminamos con el rock este que me dijo que sabía?
Primero...
Espere, espere un momento, que voy a...
(HACE SONIDOS DE ANIMALES)
(LE IMITA)
Felipe, usted tiene que respirar de miedo,
porque tiene, de verdad, tiene una nariz
que tiene ahí dos trompetas más grandes que las de Louis Armstrong.
Ha creado escuela, se lo he copiado.
Yo llevo el fin de semana entero....
(HACE SONIDOS DE ANIMALES)
(HACE SONIDOS DE ANIMALES)
(APLAUDEN)
Al final, para rematar, el colofón final,
por fin llegamos al rock.
Y qué rock.
Para bailar el rock, el rock del Barrancazo.
Te pega un tropezón, te caes de un porrazo,
te pinchas en una liana, te la quitas de un zarpazo.
Y así se baila el rock, el rock, el rock del Barrancazo.
(IMITA SONIDOS DE ANIMALES)
Y al llegar a la solana, baila en pantalones y la tozana,
el rock, el rock, el rock, el rock del Barrancazo.
(RÍEN)
Dígame usted la verdad.
¿Cuántos litros de zurracapote le hicieron falta
para escribir esa letra?
Menos mal que Elvis ya no vive, madre mía.
Porque llega a oír su versión y de un golpe de cadera
se va de nuevo a la tumba.
(RÍEN)
Por cierto, ¿cómo sería adiós en ovejo?
(BALA)
(RÍEN)
(Canción en inglés)
Hombre, Polo, ¿qué tal? Bien, dando un paseo.
Ya estás seco por lo que veo. Ya me he secado.
Seco y bien guapo.
Yo me voy ya, que me habéis destrozado.
Vaya con el pueblo. ¿Destrozado?
Entre "la maderara", entre la piragua, entre el pregón...
El año que viene tú aquí, ¿eh?
El año que viene yo aquí, claro que sí.
Oye, ¿nos damos un abrazo de zombis?
(Canción en inglés)
"Después de estos días tan intensos, voy a echar de menos a Cofrentes.
Sus fiestas y, sobre todo, a sus paisanos.
Polo me ha dicho que me espera en la maderara del año que viene.
Seguro que volveré, tengo todo un año para recuperarme.
(Música)
Paisanos de Cofrentes, he pasado con vosotros
tres días y me lo he pasado genial.
Así que, de verdad, y es muy sincero,
ya puedo decir que me siento vuestro paisano.
Paisanos de Cofrentes, sois muy buena gente.
(APLAUDEN Y VITOREAN)
¿Te vas a venir a ver mis orquídeas enanas entonces?
Me lo voy a pensar, porque yo soy más de...
De árboles que de plantas y flores, pero bueno.
El momento batuta ha sido increíble. ¿En casa también la llevas?
¿En casa? A medias.
(RÍEN)
El rock, el rock del Barrancazo, te pega un tropezón,
te caes con un porrazo,
te pinchan una liana, te la quitas de un zarpazo
y así se baila el rock, el rock del Barrancazo.
Así cierra el rock del Barrancazo. Muchas gracias.
Un momento que perdiste el fajín y todo.
Bueno.
Tú eres tan cofrentino que hasta sin fajín
se nota que eres cofrentino. De pura cepa.
De pura cepa, ¿eh?
¿Qué catapum papum, haríamos para cerrar el programa?
Haríamos un final muy extremo.
Muy extremo, ¿que sería cómo? Sería lo que viste, pero doble.
El doble. ¿Puedo hacer yo unos ruidos y tú otros?
A ver si combinando hacemos algo chulo.
(HACEN RUIDOS)
(Canción en inglés)
Cómo te gusta una fiesta, ¿eh?
Yo, lo que más me gusta, hay que vivirla.
Hay que disfrutarla y hay que animar a la gente.
Vamos a acercarnos a la cámara los dos, si quieres, si te parece,
diciendo: "El paisano" en plan zombie.
(AMBOS) El Paisano. 

TITULO:  VACACIONES - EUROPA DE PELICULA - Avance de la nueva novela de Mario Vargas Llosa ,.

 

Avance de la nueva novela de Mario Vargas Llosa,.


Un bracero de la United Fruit cargando plátanos.

Mario Vargas Llosa regresa con ‘Tiempos recios’, su reconstrucción del golpe militar en Guatemala auspiciado por Estados Unidos. Así arranca la nueva obra del Nobel peruano



Mario Vargas LlosaAUNQUE DESCONOCIDOS del gran público y pese a figurar de manera muy poco ostentosa en los libros de historia, probablemente las dos personas más influyentes en el destino de Guatemala y, en cierta forma, de toda Centroamérica en el siglo xx fueron Edward L. Bernays y Sam Zemurray, dos personajes que no podían ser más distintos uno del otro por su origen, temperamento y vocación.



Avance de la nueva novela de Mario Vargas Llosa
Arriba, Sam Zemurray; abajo, Edward L. Bernays con su esposa, Doris E. Fleischman.
Arriba, Sam Zemurray; abajo, Edward L. Bernays con su esposa, Doris E. Fleischman. The LIFE Picture Collection / Getty Images / Bettmann Archive

Zemurray había nacido en 1877, no lejos del Mar Negro y, como era judío en una época de terribles pogromos en los territorios rusos, huyó a Estados Unidos, donde llegó antes de cumplir quince años de la mano de una tía. Se refugiaron en casa de unos parientes en Selma, Alabama. Edward L. Bernays pertenecía también a una familia de emigrantes judíos pero de alto nivel social y económico y tenía a un ilustre personaje en la familia: su tío Sigmund Freud. Aparte de ser ambos judíos, aunque no demasiado practicantes de su religión, eran muy diferentes. Edward L. Bernays se jactaba de ser algo así como el Padre de las Relaciones Públicas, una especialidad que, si no había inventado, él llevaría (a costa de Guatemala) a unas alturas inesperadas, hasta convertirla en la principal arma política, social y económica del siglo xx. Esto sí llegaría a ser cierto, aunque su egolatría lo impulsara a veces a exageraciones patológicas. Su primer encuentro había tenido lugar en 1948, el año en que comenzaron a trabajar juntos. Sam Zemurray le había pedido una cita y Bernays lo recibió en el pequeño despacho que tenía entonces en el corazón de Manhattan. Probablemente ese hombrón enorme y mal vestido, sin corbata, sin afeitarse, con una casaca descolorida y botines de campo, de entrada impresionó muy poco al Bernays de trajes elegantes, cuidadoso hablar, perfumes Yardley y maneras aristocráticas.
—Traté de leer su libro Propaganda y no entendí gran cosa —le dijo Zemurray al publicista como presentación. Hablaba un inglés dificultoso, como dudando de cada palabra.
—Sin embargo, está escrito en un lenguaje muy simple, al alcance de cualquier persona alfabetizada —le perdonó la vida Bernays.
—Es posible que sea falta mía —reconoció el hombrón, sin incomodarse lo más mínimo—. La verdad, no soy nada lector. Apenas pasé por la escuela en mi niñez allá en Rusia y nunca aprendí del todo el inglés, como estará usted comprobando. Y es peor cuando escribo cartas, todas salen llenas de faltas de ortografía. Me interesa más la acción que la vida intelectual.
—Bueno, si es así, no sé en qué podría servirlo, señor Zemurray —dijo Bernays, haciendo el simulacro de levantarse.
—No le haré perder mucho tiempo —lo atajó el otro—. Dirijo una compañía que trae bananos de América Central a los Estados Unidos.
—¿La United Fruit? —preguntó Bernays, sorprendido, examinando con más interés a su desastrado visitante.
—Al parecer, tenemos muy mala fama tanto en los Estados Unidos como en toda Centroamérica, es decir, los países en los que operamos —­continuó Zemurray, encogiendo los hombros—. Y, por lo visto, usted es la persona que podría arreglar eso. Vengo a contratarlo para que sea director de relaciones públicas de la empresa. En fin, póngase usted mismo el título que más le guste. Y, para ganar tiempo, fíjese también el sueldo.

La United Fruit producía más dólares que la mayoría de empresas de Estados Unidos
Así había comenzado la relación entre estos dos hombres disímiles, el refinado publicista que se creía un académico y un intelectual, y el rudo Sam Zemurray, hombre que se había hecho a sí mismo, empresario aventurero que, empezando con unos ahorros de ciento cincuenta dólares, había levantado una compañía que —aunque su apariencia no lo delatara— lo había convertido en millonario. No había inventado el banano, desde luego, pero gracias a él en Estados Unidos, donde antes muy poca gente había comido esa fruta exótica, ahora formaba parte de la dieta de millones de norteamericanos y comenzaba también a popularizarse en Europa y otras regiones del mundo. ¿Cómo lo había conseguido? Era difícil saberlo con objetividad, porque la vida de Sam Zemurray se confundía con las leyendas y los mitos. Este empresario primitivo parecía más salido de un libro de aventuras que del mundo industrial estadounidense. Y él, que, a diferencia de Bernays, era todo menos vanidoso, no solía hablar nunca de su vida.


Una plantación de la United Fruit.
Una plantación de la United Fruit.

A lo largo de sus viajes, Zemurray había descubierto el banano en las selvas de Centroamérica y, con una intuición feliz del provecho comercial que podía sacar de aquella fruta, comenzó a llevarla en lanchas a Nueva Orleans y otras ciudades norteamericanas. Desde el principio tuvo mucha aceptación. Tanta que la creciente demanda lo llevó a convertirse de mero comerciante en agricultor y productor internacional de bananos. Ése había sido el comienzo de la United Fruit, una compañía que, a principio de los años cincuenta, extendía sus redes por Honduras, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Costa Rica, Colombia y varias islas del Caribe, y producía más dólares que la inmensa mayoría de las empresas de Estados Unidos e, incluso, del resto del mundo. Este imperio era, sin duda, la obra de un hombre solo: Sam Zemurray. Ahora muchos cientos de personas dependían de él.
Para ello había trabajado de sol a sol y de luna a luna, viajando por toda Centroamérica y el Caribe en condiciones heroicas, disputándose el terreno con otros aventureros como él a punta de pistola y a cuchillazos, durmiendo en pleno campo cientos de veces, devorado por los mosquitos y contrayendo fiebres palúdicas que lo martirizaban de tanto en tanto, sobornando a autoridades y engañando a campesinos e indígenas ignorantes, y negociando con dictadores corruptos gracias a los cuales —aprovechando su codicia o estupidez— había ido adquiriendo propiedades que ahora sumaban más hectáreas que un país europeo de buena contextura, creando miles de puestos de trabajo, tendiendo vías férreas, abriendo puertos y conectando la barbarie con la civilización. Esto era al menos lo que Sam Zemurray decía cuando debía defenderse de los ataques que recibía la United Fruit —llamada la Frutera y apodada el Pulpo en toda Centroamérica—, y no sólo por gentes envidiosas, sino por los propios competidores norteamericanos, a los que, en verdad, nunca había permitido rivalizar con ella en buena lid, en una región donde ejercía un monopolio tiránico en lo que concernía a la producción y comercialización del banano. Para ello, por ejemplo, en Guatemala se había asegurado el control absoluto del único puerto que tenía el país en el Caribe —Puerto Barrios—, de la electricidad y del ferrocarril que cruzaba de un océano al otro y pertenecía también a su compañía.

Las relaciones de Bernays ayudaron a derrocar al supuesto gobierno comunista guatemalteco
Pese a ser las antípodas, formaron un buen equipo. Bernays ayudó muchísimo, sin duda, a mejorar la imagen de la compañía en los Estados Unidos, a volverla presentable ante los altos círculos políticos de Washington y a vincularla a los millonarios (que se ufanaban de ser aristócratas) en Boston. Había llegado a la publicidad de manera indirecta, gracias a sus buenas relaciones con toda clase de gente, pero sobre todo diplomáticos, políticos, dueños de periódicos, radios y canales de televisión, empresarios y banqueros de éxito. Era un hombre inteligente, simpático, muy trabajador, y uno de sus primeros logros consistió en organizar la gira por los Estados Unidos de Caruso, el célebre cantante italiano. Su modo de ser abierto y refinado, su cultura, sus maneras accesibles caían bien a la gente, pues daba la sensación de ser más importante e influyente de lo que lo era en verdad. La publicidad y las relaciones públicas existían desde antes de que él naciera, por supuesto, pero Bernays había elevado ese quehacer, que todas las compañías usaban pero consideraban menor, a una disciplina intelectual de alto nivel, como parte de la sociología, la economía y la política. Daba conferencias y clases en prestigiosas universidades, publicaba artículos y libros, presentando su profesión como la más representativa del siglo xx, sinónimo de la modernidad y el progreso. En su libro Propaganda (1928) había escrito esta frase profética por la que, en cierto modo, pasaría a la posteridad: “La consciente e inteligente manipulación de los hábitos organizados y las opiniones de las masas es un elemento importante de la sociedad democrática. Quienes manipulan este desconocido mecanismo de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder en nuestro país… La inteligente minoría necesita hacer uso continuo y sistemático de la propaganda”. Esta tesis, que algunos críticos habían considerado la negación misma de la democracia, tendría ocasión Bernays de aplicarla con mucha eficacia en el caso de Guatemala una década después de comenzar a trabajar como asesor publicitario para la United Fruit.
Su asesoría contribuyó mucho a adecentar la imagen de la compañía y asegurarle apoyos e influencia en el mundo político. El Pulpo jamás se había preocupado de presentar su notable labor industrial y comercial co­mo algo que beneficiaba a la sociedad en general y, en especial, a los “países bárbaros” en los que operaba y a los que —según la definición de Bernays— estaba ayudando a salir del salvajismo, creando puestos de trabajo para miles de ciudadanos a quienes de este modo elevaba los niveles de vida e integraba a la modernidad, al progreso, al siglo xx, a la civilización. Bernays convenció a Zemurray de que la compañía construyera algunas escuelas en sus dominios, llevara sacerdotes católicos y pastores protestantes a las plantaciones, construyera enfermerías de primeros auxilios y otras obras de esta índole, diera becas y bolsas de viaje para estudiantes y profesores, temas que publicitaba como una prueba fehaciente de la labor modernizadora que realizaba. A la vez, mediante una rigurosa planificación, iba promocionando con ayuda de científicos y técnicos el consumo de banano en el desayuno y a todas horas del día como algo indispensable para la salud y la formación de ciudadanos sanos y deportivos. Él fue quien trajo a los Estados Unidos a la cantante y bailarina brasileña Carmen Miranda (la señorita Chiquita Banana de los espectáculos y las películas), que obtendría enorme éxito con sus sombreros de racimos de plátanos, y que en sus canciones promovía con extraordinaria eficacia esa fruta que, gracias a aquellos esfuerzos publicitarios, formaba parte ya de los hogares norteamericanos.
Bernays también consiguió que la United Fruit se acercara —algo que hasta entonces no se le había pasado por la cabeza a Sam Zemurray— al mundo aristocrático de Boston y a las esferas del poder político. Los ricos más ricos de Boston no sólo tenían dinero y poder; tenían también prejuicios y eran por lo general antisemitas, de modo que no fue fácil para Bernays conseguir por ejemplo que Henry Cabot Lodge aceptara formar parte del Directorio de la United Fruit, ni que los hermanos John Foster y Allen Dulles, miembros de la importante firma de abogados Sullivan & Cromwell de Nueva York, consintieran en ser apoderados de la empresa. Bernays sabía que el dinero abre todas las puertas y que ni siquiera los prejuicios raciales se le resisten, de modo que también logró esta vinculación difícil, luego de la llamada Revolución de Octubre en la Guatemala de 1944, cuando la United Fruit comenzó a sentirse en peligro. Las ideas y relaciones de Bernays serían utilísimas para derrocar al supuesto “gobierno comunista” guatemalteco y reemplazarlo por uno más democrático, es decir, más dócil a sus intereses.


Plátanos de la United Fruit preparados para ser transportados.
Plátanos de la United Fruit preparados para ser transportados.

Durante el periodo gubernamental de Juan José Arévalo (1945-1950) comenzaron las alarmas. No porque el profesor Arévalo, que defendía un “socialismo espiritual” confusamente idealista, se hubiera metido contra la United Fruit. Pero hizo aprobar una ley del trabajo que permitía a los obreros y campesinos formar sindicatos o afiliarse a ellos, algo que en los dominios de la compañía no estaba permitido hasta entonces. Eso paró las orejas de Zemurray y de los otros directivos. En una sesión candente del Directorio, celebrada en Boston, se acordó que Edward L. Bernays viajara a Guatemala, evaluara la situación y las perspectivas futuras y viera cuán peligrosas eran para la compañía las cosas que estaban ocurriendo allí con el primer gobierno en la historia de ese país salido de elecciones realmente libres.

“¿Qué haremos para convencer a esa prensa liberal que es mierda pura?”, preguntó Zemurray
L. Bernays pasó dos semanas en Guatemala, instalado en el Hotel Panamerican, en el centro de la ciudad, a pocos pasos del Palacio de Gobierno. Entrevistó, valiéndose de traductores pues no hablaba español, a finqueros, militares, banqueros, parlamentarios, policías, extranjeros avecindados en el país desde hacía años, líderes sindicales, periodistas, y, por supuesto, funcionarios de la embajada de Estados Unidos y dirigentes de la United Fruit. Aunque sufrió mucho por el calor y las picaduras de los mosquitos, cumplió una buena tarea.
En una nueva reunión del Directorio en Boston expuso su impresión personal de lo que, a su juicio, ocurría en Guatemala. Hizo su informe a base de notas, con la soltura de un buen profesional y sin pizca de cinismo:
“El peligro de que Guatemala se vuelva comunista y pase a ser una cabecera de playa para que la Unión Soviética se infiltre en Centroamérica y amenace el Canal de Panamá es remoto, y yo diría que, por el momento, no existe”, les aseguró. “Muy poca gente sabe en Guatemala qué es el marxismo ni el comunismo, ni siquiera los cuatro gatos que se llaman comunistas y que crearon la Escuela Claridad para difundir ideas revolucionarias. Ese peligro es irreal, aunque nos conviene que se crea que existe, sobre todo en los Estados Unidos. El peligro verdadero es de otra índole. He hablado con el Presidente Arévalo en persona y con sus colaboradores más cercanos. Él es tan anticomunista como ustedes y como yo mismo. Lo prueba que el Presidente y sus partidarios insistieran en que la nueva Constitución de Guatemala prohíba la existencia de partidos políticos que tengan conexiones internacionales, hayan declarado en repetidas ocasiones que “el comunismo es el peligro mayor que enfrentan las democracias” y clausurado la Escuela Claridad y deportado a sus fundadores. Pero, por paradójico que les parezca, su amor desmedido por la democracia representa una seria amenaza para la United Fruit. Esto, caballeros, es bueno saberlo, no decirlo”.
Sonrió y lanzó una mirada teatral sobre todos los miembros del Directorio, algunos de los cuales sonrieron educadamente. Luego de una breve pausa, Bernays continuó:
“Arévalo quisiera hacer de Guatemala una democracia, como los Estados Unidos, país que admira y tiene como modelo. Los soñadores suelen ser peligrosos, y en este sentido el doctor Arévalo lo es. Su proyecto no tiene la menor posibilidad de realizarse. ¿Cómo se podría convertir en una democracia moderna un país de tres millones de habitantes, el setenta por ciento de los cuales son indios analfabetos que apenas han salido del paganismo, o todavía siguen en él, y donde por cada médico debe de haber tres o cuatro chamanes? En el que, de otra parte, la minoría blanca, conformada por latifundistas racistas y explotadores, desprecia a los indios y los trata como a esclavos. Los militares con los que he hablado parecen también vivir en pleno siglo xix y podrían dar un golpe en cualquier momento. El Presidente Arévalo ha sufrido varias rebeliones militares y conseguido aplastarlas. Ahora bien. Aunque sus esfuerzos para hacer de su país una democracia moderna me parecen inútiles, todo avance que haga en ese campo, no nos engañemos, sería muy perjudicial para nosotros”.
“Se dan cuenta, ¿no es cierto?”, prosiguió, luego de otra larga pausa que aprovechó para tomar unos sorbos de agua. “Algunos ejemplos. Arévalo ha aprobado una ley del trabajo que permite constituir sindicatos en las empresas y haciendas, y autoriza a los trabajadores y campesinos a afiliarse a ellos. Y ha dictado una ley antimonopólica, calcada de la que existe en los Estados Unidos. Ya imaginan lo que significaría para la United Fruit la aplicación de semejante medida para garantizar la libre competencia: si no la ruina, una seria caída de los beneficios. Éstos no resultan sólo de la eficiencia con que trabajamos, los empeños y gastos que hacemos para combatir las plagas, sanear los terrenos que ganamos a las selvas para producir más banano. También del monopolio que aleja de nuestros territorios a posibles competidores y las condiciones realmente privilegiadas en que trabajamos, exonerados de impuestos, sin sindicatos y sin los riesgos y peligros que todo aquello trae consigo. El problema no es sólo Guatemala, una parte pequeña de nuestro mundo operativo. Es el contagio a los demás países centroamericanos y a Colombia si la idea de convertirse en ‘democracias modernas’ cundiera en ellos. La United Fruit tendría que enfrentarse a sindicatos, a la competencia internacional, pagar impuestos, garantizar seguro médico y jubilación a los trabajadores y a sus familias, y ser objeto del odio y la envidia que ronda siempre en los países pobres a las empresas prósperas y eficientes, y no se diga si son estadounidenses. El peligro, señores, es el mal ejemplo. No tanto el comunismo como la democratización de Guatemala. Aunque probablemente no llegue a materializarse, los avances que haga en esta dirección significarían para nosotros un retroceso y una pérdida”.


Una escuela financiada por United Fruit.
Una escuela financiada por United Fruit

Se calló y pasó revista a las miradas desconcertadas o inquisitivas de los miembros del Directorio. Sam Zemurray, el único que no llevaba corbata y desentonaba por su atuendo informal con los elegantes caballeros que compartían la larga mesa en la que estaban sentados, dijo:
—Bueno, ése es el diagnóstico. ¿Cuál es el tratamiento para curar la enfermedad?
—Quería darles un respiro antes de continuar —bromeó Bernays, tomando otro trago de agua—. Ahora paso a los remedios, Sam. Será largo, complicado y costoso. Pero cortará el mal de raíz. Y puede darle a la United Fruit otros cincuenta años de expansión, beneficios y tranquilidad.


Un anuncio de United Fruit. 


Un anuncio de United Fruit.
Edward L. Bernays sabía lo que decía. El tratamiento consistiría en operar simultáneamente sobre el gobierno de los Estados Unidos y la opinión pública norteamericana. Ni el uno ni la otra tenían la menor idea de que Guatemala existía, y menos de que constituyera un problema. Eso era, en principio, bueno. “Somos nosotros los que debemos ilustrar al gobierno y a la opinión pública sobre Guatemala, y hacerlo de tal modo que se convenzan de que el problema es tan serio, tan grave, que hay que conjurarlo de inmediato. ¿Cómo? Procediendo con sutileza y oportunidad. Organizando las cosas de manera que la opinión pública, decisiva en una democracia, presione sobre el gobierno para que actúe, a fin de frenar una seria amenaza. ¿Cuál? La misma que les he explicado a ustedes que no es Guatemala: el caballo de Troya de la Unión Soviética infiltrado en el patio trasero de los Estados Unidos. ¿Cómo convencer a la opinión pública de que Guatemala está convirtiéndose en un país en el que el comunismo es ya una realidad viva y que, sin una acción enérgica de Washington, podría ser el primer satélite de la Unión Soviética en el nuevo mundo? Mediante la prensa, la radio y la televisión, la fuente principal que informa y orienta a los ciudadanos tanto en un país libre como en un país esclavo. Nosotros debemos abrir los ojos de la prensa sobre el peligro en marcha a menos de dos horas de vuelo de los Estados Unidos y a un paso del Canal de Panamá.

No era una conjura: la propaganda había impuesto una afable ficción sobre la realidad
Conviene que todo esto ocurra de manera natural, no planeada ni guiada por nadie, y menos que nadie por nosotros, interesados en el asunto. La idea de que Guatemala está a punto de pasar a manos soviéticas no debe provenir de la prensa republicana y derechista de Estados Unidos, sino más bien de la prensa progresista, la que leen y escuchan los demócratas, es decir, el centro y la izquierda. Es la que llega al mayor público. Para dar mayor verosimilitud al asunto, todo aquello debe ser obra de la prensa liberal”.
Sam Zemurray lo interrumpió para preguntarle:
—¿Y qué vamos a hacer para convencer a esa prensa liberal que es mierda pura?
Bernays sonrió e hizo una nueva pausa. Como un actor consumado, pasó la vista solemne por todos los miembros del Directorio:
—Para eso existe el rey de las relaciones públicas, es decir, yo mismo —bromeó, sin modestia alguna, como si perdiera el tiempo recordando a ese grupo de señores que la Tierra era redonda—. Para eso, caballeros, tengo tantos amigos entre los dueños y directores de periódicos y radios y televisiones en los Estados Unidos.
Sería preciso trabajar con sigilo y habilidad para que los medios de comunicación no se sintieran utilizados. Todo debía transcurrir con la espontaneidad con que operaba la naturaleza sus maravillosas transformaciones, parecer que aquello eran “primicias” que descubría y revelaba al mundo la prensa libre y progresista. Había que masajear con cariño el ego de los periodistas, pues solían tenerlo crecido.


Un hospital guatemalteco financiado por la United Fruit Company.
Un hospital guatemalteco financiado por la United Fruit Company. 

Cuando terminó de hablar Bernays, volvió a pedir la palabra Sam Zemurray:
—Por favor, no nos digas cuánto nos va a costar esa broma que has descrito con tantos pormenores. Son demasiados traumas para un solo día.
—No les diré nada al respecto por ahora —asintió Bernays—. Lo importante es que recuerden una cosa: la compañía ganará muchísimo más que todo lo que pueda gastar en esta operación si conseguimos por otro medio siglo que Guatemala no sea la democracia moderna con la que sueña el Presidente Arévalo.
Lo que dijo Edward L. Bernays en aquella memorable sesión del Directorio de la United Fruit en Boston se cumplió al pie de la letra, confirmando, dicho sea de paso, la tesis expuesta por aquél de que el siglo xx sería el del advenimiento de la publicidad como la herramienta primordial del poder y de la manipulación de la opinión pública en las sociedades tanto democráticas como autoritarias.
Avance de la nueva novela de Mario Vargas LlosaPoco a poco, en la época final del gobierno de Juan José Arévalo, pero mucho más durante el gobierno del coronel Jacobo Árbenz Guzmán, Guatemala comenzó a aparecer de pronto en la prensa estadounidense en reportajes que en The New York Times o en The Washing­ton Post, o en el semanario Time, señalaban el peligro creciente que significaba para el mundo libre la influencia que la Unión Soviética iba adquiriendo en el país a través de gobiernos que, aunque de fachada querían aparentar un carácter democrático, estaban en verdad infiltrados por comunistas, compañeros de viaje, tontos útiles, pues tomaban medidas reñidas con la legalidad, el panamericanismo, la propiedad privada, el mercado libre, y alentaban la lucha de clases, el odio hacia la división social, así como la hostilidad hacia las empresas privadas.




Arriba, Juan José Arévalo; abajo, Jacobo Árbenz.
Arriba, Juan José Arévalo; abajo, Jacobo Árbenz.

Periódicos y revistas de Estados Unidos que nunca se habían interesado antes en Guatemala, América Central o incluso América Latina, gracias a las hábiles gestiones y relaciones de Bernays, empezaron a enviar corresponsales a Guatemala. Eran alojados en el Hotel Panamerican, cuyo bar se convertiría poco menos que en un centro periodístico internacional, donde recibían carpetas muy documentadas de los hechos que confirmaban aquellos indicios —las sindicalizaciones como arma de confrontación y la progresiva destrucción de la empresa privada— y conseguían entrevistas, programadas o aconsejadas por Bernays, con finqueros, empresarios, sacerdotes (alguna vez el mismo arzobispo), periodistas, líderes políticos de oposición, pastores y profesionales que confirmaban con datos detallados los temores de un país que se iba convirtiendo poco a poco en un satélite soviético, mediante el cual el comunismo internacional se proponía socavar la influencia y los intereses de los Estados Unidos en toda América Latina.
A partir de un momento dado —precisamente cuando el gobierno de Jacobo Árbenz iniciaba la Reforma Agraria en el país— las gestiones de Bernays con los dueños y directores de periódicos y revistas ya no fueron necesarias: había surgido —eran los tiempos de la Guerra Fría— una preocupación real en los círculos políticos, empresariales y culturales de Estados Unidos, y los propios medios de comunicación se apresuraban a mandar corresponsales para ver sobre el terreno la situación en esa pequeña nación infiltrada por el comunismo. La apoteosis fue la publicación de un despacho de la United Press escrito por el periodista británico Kenneth de Courcy, anunciando que la Unión Soviética tenía la intención de construir una base de submarinos en Guatemala. Life Magazine, The Herald Tribune, el Evening Standard de Londres, Harper’s Magazine, The Chicago Tribune, la revista Visión (en español), The Christian Science Monitor, entre otras publicaciones, dedicaron muchas páginas a mostrar, a través de hechos y testimonios concretos, el gradual sometimiento de Guatemala al comunismo y a la Unión Soviética. No se trataba de una conjura: la propaganda había impuesto una afable ficción sobre la realidad y era sobre ella que los impreparados periodistas norteamericanos escribían sus crónicas, la gran mayoría de ellos sin advertir que eran los muñecos de un titiritero genial. Así se explica que una persona tan prestigiosa de la izquierda liberal como Flora Lewis escribiera elogios desmedidos del embajador norteamericano en Guatemala John Emil Peurifoy. Contribuyó mucho a que esa ficción se volviera realidad que aquéllos fueran los años peores del maccarthismo y de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Cuando Sam Zemurray murió, en noviembre de 1961, estaba a punto de cumplir ochenta y cuatro años. Retirado ya de los negocios, viviendo en Louisiana, cargado de millones, todavía no le cabía en la cabeza que aquello que había planeado Edward L. Bernays en esa remota reunión en Boston del Directorio de la United Fruit se hubiera cumplido de manera tan exacta. No sospechaba siquiera que la Frutera, pese a ganar aquella guerra, había comenzado ya a desintegrarse y que al cabo de pocos años su presidente se suicidaría, la compañía desaparecería y sólo quedarían de ella malos y pésimos recuerdos. 


Lazos de sangre - T2 - La saga Preysler - ver ahora TITULO:  Lazos de sangre -  La saga Preysler ,.

El miercoles -2- Octubre   a las 21:30 por La 1, foto,.


¿Cómo es de puertas para adentro Isabel Preysler? ¿Cuáles han sido las grandes alegrías y tristezas en la vida de la mujer que más portadas ha protagonizado en los últimos años? Sus hijos, Tamara Falcó y Julio Iglesias Jr., cuentan para Lazos de sangre lo que no se ve de su madre en las exclusivas de las revistas y descubren a una mujer enigmática que también ha vivido momentos delicados.

TITULO: VUELTA AL COLE - Siberiano Dimitri Quimico . 

Dmitri Mendeléyev, padre de la tabla periódica,.







Google homenajea a Mendeléyev, uno de los químicos más importantes de la historia de Rusia,.



Dmitri Mendeléyev, padre de la tabla periódica
foto  - Rinde homenaje a Dmitri Mendeléyev
Dmitri Mendeléyev (Siberia 1834 - San Petersburgo 1907) está considerado uno de los químicos más importantes de la historia por haber descubierto el patrón subyacente de la tabla periódica de los elementos.
Con la excusa del 182º aniversario de su nacimiento, el popular buscador Google rinde tributo a Mendeléyev. Para la ocasión, se ha personalizado el Doodle ilustrando al químico con el componente del Azufre en la mano y con una de las primeras tablas periódicas detrás.
Dmitri Mendeléyev nació en una familia numerosa y humilde (se tiene constancia de al menos 17 hermanos). Su padre se quedó ciego nada más nacer él y fue la madre la encargada de llevar las riendas de la familia al ponerse a dirigir la fábrica de cristal fundada por su abuelo. Precisamente en esa fábrica el joven Dmitri conoció a un químico que le inculcó el amor por las ciencias. Sin darse cuenta, ahí nacía una vocación que le hizo pasar a la historia.
En 1869 publicó su gran obra ‘Principios de la química’, en la que desarrollaba la teoría de la tabla periódica. Sin darse cuenta sentó las bases para realizar una clasificación definitiva de los elementos en base a su masa atómica de forma creciente. Se categorizan en la misma columna aquellos elementos que tienen algo en común.
Dmitri Mendeléyev no se quedó solo con eso. Decidió alterar el orden de las masas para ordenarlos según sus propiedades cuando fuera necesario. Además, hizo de visionario al dejar huecos en blanco para nuevos elementos, que se fueron añadiendo con el paso de los años hasta la actualidad.

Adicto a la química

Su forma de trabajar le hizo ganarse la fama de gruñón. Aunque era un adicto a su profesión, se pasaba las horas gritando, gruñendo y refunfuñando. Según relató él mismo, de esta forma lograba mantenerse vivo y no contraer úlcera.
Mendeléyev se consideró un genio por saber aplicar todo los conocido y poder predecir lo no conocido sobre los elementos químicos. Pero es que además realizó numerosos trabajos a lo largo de su vida en campos tan diferentes como la ciencia, agricultura, ganadería, industria, petróleo, etc.
Con su impecable currículum hubiera sido considerado un químico célebre en cualquier país, pero sus ideas liberales hicieron que Rusia nunca reconociera sus méritos de forma oficial. De ese modo nunca fue admitido en la Academia Rusa de las Ciencias como él anhelaba.

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