El Sabado -28- Marzo a las 8:55 por La 1, fotos,.
La actriz y youtuber Leonor Lavado se pone al frente del concurso divulgativo sobre seguridad vial que recorre distintas ciudades españolas a bordo del coche del programa. El espacio fomenta el conocimiento de las normas viales, el civismo y la sostenibilidad ambiental,.
Los escolares reciben clases de educación vial de manos de la Policía Local,.
Durante esta semana se está llevando a cabo una campaña informativa sobre el cinturón de seguridad,.
Además, han solicitado participar en esta actividad alrededor de 200 alumnos de Valdivia, Orellana la Vieja, Navalvillar de Pela, Malpartida de la Serena y Quintana de la Serena, dados los buenos resultados.
Algunos de los contenidos que les están impartiendo a los más pequeños versan sobre el comportamiento que deben tener como peatones, dando a conocer información sobre infracciones, señalización y los distintos elementos de seguridad vial. Asimismo, se les enseña las reglas para moverse por la ciudad como usuarios de bicicletas o patinetes.
Cinturón de seguridad
Por otra parte, la Policía Local de Villanueva de la Serena lleva a cabo hasta el próximo domingo una campaña informativa especial sobre el uso del cinturón de seguridad y sistemas de retención infantil en los vehículos. Los agentes recuerdan la importancia de estas campañas ya que los sistemas de retención reducen a la mitad el riesgo de muerte en caso de accidente, aseguran.TITULO: Vaya crack - El secreto del amor eterno,.
Sábado -28- marzo , a las 23:55 horas, en La 1 / foto,.
El secreto del amor eterno,.
Una docena de parejas con más de 55 años de matrimonio reciben un homenaje en el Ayuntamiento,.
Es lo que Ceferino Conde (88 años) y María del Pilar Blázquez (84) han hecho durante los 62 años que ya llevan de matrimonio. Por eso, porque ya superan los 55 años, ayer fueron una de las doce parejas a las que el Ayuntamiento, por tercer año consecutivo, quiso rendir homenaje el día de San Valentín. «Cada uno de nosotros somos diferentes, pero es posible llegar a acuerdos y continuar», mantienen Pablo Díaz y Fidela Sánchez, de 85 y 80 años de edad y 56 de matrimonio por el momento, porque quieren seguir juntos para siempre. De hecho, «si volviera para atrás y me volviera a casar, lo haría con el mismo hombre y trataría de repetir la vida que he tenido y tengo, porque somos muy felices», añade Fidela.
Esa felicidad se palpó ayer en el salón de plenos, en el que cada una de las parejas homenajeadas recibió, de manos del alcalde, Fernando Pizarro, y la concejala de Mayores, Maite Díaz, un pequeño trofeo con una rosa y dos anillos entrelazados. Y también el reconocimiento, a través del aplauso sincero de todos los asistentes, entre ellos los ediles socialistas Alfredo Moreno y Cristina Corral, a un entrañable acto al que contribuyeron y mucho los versos recitados por la presentadora Gema Díaz y los tres músicos que, con violín, viola y violonchelo en mano, amenizaron el homenaje. Fueron el profesor del Conservatorio Nacho Caicedo y las exalumnas, Leticia Blázquez y Lucía Pérez.
TITULO: Chester - ENTREVISTA - Quique Dacosta: “Soy el primero que abandona las tendencias que yo mismo creo”,.
El Domingo -29- Marzo a las 21:30 por La cuatro , foto,.
Quique Dacosta: “Soy el primero que abandona las tendencias que yo mismo creo”,.
El chef habla de sus errores y sus aciertos cuando atraviesa uno de sus mejores momentos profesionales,.
Con apenas 14 años, Quique Dacosta (Jarandilla de la Vera, 1972 ) dejó Extremadura con la idea de pasar una temporada en Dénia junto a su madre, que se había trasladado allí después de separarse. Trabajó en la pica de un restaurante para sacarse un dinero que le ayudara a pagar el último curso de instituto y, un par de años después, consiguió un puesto en El Poblet, que acabaría convirtiéndose en su propio negocio (ya con su nombre) y anclándolo al paisaje del Montgó, del que asegura que no piensa alejarse.
Con tres estrellas Michelin y nuevos proyectos, como la apertura de un restaurante de arroces en Londres, a final de año, Dacosta vive uno de sus mejores momentos profesionales, inmerso en un trabajo sobre las salazones que ha dado un vuelco a su línea creativa.
En esta entrevista repasa sus éxitos, sus fracasos, su relación con sus colegas de profesión, o lo que para él representan las guías y los ránquings. El chefs desvela la inspiración de algunos de sus platos en hechos que han marcado su vida. Y en un momento de la charla no puede contener el llanto al describir el plato con el que quiso interpretar la muerte de su hermano.
-Han pasado más de 30 años desde que empezó fregando platos en un restaurante italiano.
Yo fregaba platos y tazas en la barra y veía que los dueños, santanderinos, cuidaban detalles aparentemente simples con gestos de profesionalidad y de cariño por su oficio. Sobre la chimenea había media docena de libros de cocina, algunos de ellos icónicos, como “La cocina de mercado” de Paul Bocuse o los libros de Robert Lafont y yo solía echarles un vistazo durante el descanso. Sin tener aún un objetivo, ya había algo aspiracional en mí, como el que juega a fútbol en el Dénia y ve los partidos de Messi.
(Hace más de 30 años) ya había algo aspiracional en mí, como el que juega a fútbol en el Dénia y ve los partidos de Messi”
-Luego entró en El Poblet.
Tuve la suerte de que se acababa de marchar un cocinero en la partida de carnes. Era un restaurante fundado por un burgalés. Le pedí trabajo y me dijo que podía empezar al día siguiente. Agarró un libro sobre carnes y me dijo: “Te lo aprendes para mañana”. Le eché un vistazo y me di cuenta de que allí no había ninguna pieza de carne que yo conociera.
-Su primera foto relacionada con la gastronomía se la tomaron al lado de un coche en el que pasó varias noches.
De los 16 a los 18 había ahorrado y tenía como sueño poder trabajar con grandes chefs pero no lo podía hacer porque no tenía los recursos y porque muy pronto por suerte la cocina se me dio bien y fui adquiriendo responsabilidades en El Poblet. Con los primeros ahorros hice un viaje gastronómico con mi amigo Sebastián. El dinero alcanzó para pagar la comida en Arzak, Zalacaín, Casa Ojeda, Akelarre, Can Fabes, El Bulli y La Hacienda, de vuelta en Valencia. Pero no daba para pagar hoteles y exceptuando una noche en que dormimos en los bajos del hotel Roma, en San Sebastián, el resto las pasamos en el coche.
En El Poblet tuve la suerte de que se acababa de marchar un
cocinero. Pedí trabajo y me dijeron que podía empezar al día siguiente”
-¿Ahí se había encendido la chispa de la vocación?
Claro. Cuando pedí trabajo en El Poblet ya dejé de estudiar, y decidí directamente dedicar mi vida a la cocina, a pesar de mi padre, que siempre me decía que era muy sacrificado o de mi madre, que era camarera y sabía de qué iba la cosa. Nosotros venimos de una familia de campo y recuerdo que a mi padre, que falleció cuando yo tenía 19 años, le decía: “Mira papá, por lo menos en la cocina si llueve no me mojo”. No sé por qué sentí la vocación: era simplemente como cuando te enamoras de alguien, un sentimiento que no sabes explicar. Sólo puedes decir, “Me he enamorado y ya está”.
-Habrá habido momentos de desamor.
Dos años antes de ser jefe de cocina del Poblet dejé el oficio. La estructura en el restaurante era muy jerarquizada. Yo era muy joven, los cocineros muy mayores y de una formación muy antigua y pensé que si esas eran las formas y la manera de trabajar en la alta cocina tenía tiempo de replantearme mi vida. Tendría unos 18 años y dejé el oficio.
Dos años antes de ser jefe de cocina del Poblet dejé el oficio”
-Pero luego se lo pensó mejor.
Habían pasado nueve meses y veía que lo que en realidad me gustaba era la cocina. Sólo odiaba cómo se llevaba. Volví a pedir trabajo en el mismo lugar, El Poblet, donde yo sentía que había fracasado. Y pensé que la única posibilidad de poder seguir siendo cocinero a mi manera era dirigiendo yo. En esos meses estudié mucho a través de libros y cuando llegué lo hice con toda la energía y retándome a mí mismo. En poco tiempo me convertí en segundo de cocina. Tuve un golpe de suerte.
-¿Un golpe de suerte o fue a por todas?
El propietario era un empresario inquieto e iba abriendo restaurantes y promocionando a su equipo y llegó el momento en que quería que yo le abriera una especie de asador en el puerto. Pero yo dije: “O me quedo aquí y te llevas al jefe de cocina al puerto o me busco la vida”. Me quedaba el último eslabón, porque era segundo de cocina. Y me quedé.
Me quedaba el último eslabón, porque era segundo de cocina. Y me quedé”
-Eso es tener más espíritu de mando que de mandado.
Nunca me planteé no ser mandado. No era eso sino cómo te mandaban. Yo soy el más mandado de todos en mi empresa en este momento, y soy muy bien mandado además. Pero entendía que la manera de poder construir en ese momento, ser yo mismo y crear un método era no estando supeditado. Posiblemente también me guste delegar desde la dirección pero sobre una filosofía mía.
-¿Cuando hoy repasa sus platos antiguos se avergüenza de alguno?
Si, claro. Hay veces en que te dices, ¿cómo pude hacer esto? Analizas carencias técnicas, falta de conocimiento. Siempre hay mucha ilusión en lo que haces pero en el restaurante no ocurre como con una paella del domingo, que se te puede pasar y sabes que tus amigos y tu familia te lo perdonarán. Cuando te equivocas y lo expones dándoselo a comer al cliente y le cobras, no siempre te dan una segunda oportunidad. Y construir algo nuevo te pone siempre en el disparadero.
Cuando te equivocas y lo expones dándoselo a comer al cliente y le cobras, no siempre te dan una segunda oportunidad”
-¿Un ejemplo de esos platos que preferiría que no fueran suyos?
Hay muchos. Hicimos un canelón con un caldo frío de centolla gelificado y dentro le poníamos la centolla, una hoja de estragón y lo metíamos en una sopa con fruta de la pasión y huevas de salmón. Es de esos platos que a veces con Fran Valiente, con quien llevo muchos años en la cocina, nos decimos ¿Por qué narices hicimos esto?¿Dónde estábamos mirando en aquel momento? ¿Fruta de la pasión? ¿Huevas de salmón, cangrejo, estragón? Pero al final te das cuenta que de un plato te avergüenzas o no en función de la aceptación que hayan tenido.
-¿Quiere decir que hay errores con los que se puede triunfar?
Por supuesto. Como el cubalibre de foie-gras, que para nosotros marcó un antes y un después. Antes de crear ese plato en 2001 Rafael García Santos, todo un referente en la crítica, nos había dado el premio al restaurante con mejor materia prima. Y a nosotros no se nos ocurrió otra cosa que triturar un producto de máxima calidad como el foie-gras haciendo una reducción de cola con ron, y un granizado de limón y rúcula. Lo hicimos en un momento en que en mi cocina buscaba simetrías gustativas, técnicas, estéticas. Era una paja mental que sabía que podía tener un recorrido en el mundo frío y en el mundo dulce. De aquella idea queda el cubalibre de foie-gras.
Al final te das cuenta que de un plato te avergüenzas o no en función de la aceptación que hayan tenido”
-¿Y ese cubalibre de foie era un disparate?
Fue un plato que se salvó de la quema creativa gracias a que le añadimos un trozo de pan. Aquello era comer foie-gras frío a cucharadas con textura de natilla. Y cuando me lo iba a quitar de encima porque la gente me lo devolvía, pensé incorporar un brioche que lo hizo más amable. De no haber sido por ese pan, a la pregunta sobre mis mayores fracasos hubiese tenido que responder que mi gran error fue triturar un producto de máxima calidad y meterle Coca Cola. Y sin embargo fue uno de los grandes aciertos. Aquel plato marcó un antes y un después en mi cocina.
-Dice Josep Roca que algunos vinos se parecen a quienes los elaboran. ¿Los platos también se parecen a los cocineros?
Yo creo que sí.
-¿Entonces, el hecho de que su cocina ha tenido etapas muy diferentes es un reflejo de que usted también ha ido cambiando mucho?
Sí, yo he utilizado la cocina como lenguaje; No podría cocinar aquello en lo que no creo. En un momento determinado puedo haber hecho, por ejemplo, cebiches. Seguramente sería porque me había impactado un viaje a Perú o porque me sedujo algo, como me ha ocurrido en México o en Japón.
El cubalibre de foie-gras marcó un antes y un después en mi cocina”
-¿Pero en momentos positivos o negativos de su vida ha hecho platos que ahora le traen el recuerdo de la felicidad o del dolor?
Absolutamente. El plato “Flores raras” lo creé hace cuatro años aproximadamente cuando después de mi fracaso matrimonial me volvía a enamorar. Y es un plato que refleja un lugar del mundo y sensaciones gustativas. Si yo no lo digo, nadie sabrá nunca que para mí ese plato representa que me he vuelto a enamorar. La frescura, la chispa, el brillo, la fantasía que hay detrás, representa el amor. Y además yo me enamoré de una chica de Colombia, que es el país de las flores y descubrí flores que no conocía. Es una elaboración con los sabores del mango maduro, con la sal y la pimienta que representaba una tarde en Bogotá. Esa elaboración representa un momento de mi vida que ha quedado allí.
-¿Y al otro extremo, hay un plato que provenga de momento doloroso de su vida?
Hay un plato que se llama “Huevo entre cenizas” que representa la muerte de mi hermano. Y tiene una anécdota: Yo nunca conté que ese plato representaba eso. Mi madre, que es la fan número uno de mi trabajo, tiene el hábito de venir al restaurante con algunas amigas todos los años. Ella, que desconocía por completo el punto de partida del plato, cuando comió el menú me dijo con mala cara: “Este plato a mí no me ha gustado nada”. Y es que al final la cocina también tiene eso. El mensaje puede ser muy personal y te puede tocar o no. Yo he visto a gente llorar delante de mí ante un plato: “El Bosque animado”, “El pan de mantequilla”, “Raïm de pastor” y he visto a mucha gente emocionada. No pretendemos que el comensal llore, simplemente que la gente se sienta feliz. Con el tiempo he aprendido que mis fracasos, que a veces se materializan en un plato, son tan míos como mis grandes aciertos.
Hay un plato que se llama “Huevo entre cenizas” que representa la muerte de mi hermano”
-¿Cómo era aquel el plato?
Tenía ceniza, representaba el nacer y el morir. Era un huevo con una caja negra con cenizas, muy elegante. Una manera muy sutil de construir un momento. Y a mi madre simplemente no le gustó. La tocó alguna fibra que le hizo rechazarlo. Y ha sido el único de mis platos que no le ha gustado…
- Se diría que usted, que tiene fama de presumido, en su último menú se ha desmelenado explorando las salazones y presentando el producto con toda su rusticidad. Tal cual. ¿Estamos ante otro Quique Dacosta?
Yo siempre he creído mucho en lo que he hecho y estoy convencido de que lo más importante es conectar. Hay veces que hacemos grandísimos esfuerzos, y yo soy un cocinero que está en continuo esfuerzo por evolucionar, siempre buscando cosas que me mantengan vivo para no quedarme anclado en mis grandes platos. Siempre he tratado de evolucionar y he buscado la verdad pero no siempre he conectado tanto como ahora, en que hay una grandísima sintonía entre lo que yo planteo y lo que el cliente espera de mí y lo que recibe. Esa conexión hace que la agente me vea de una manera u otra. Si lo que hago y sólo la consumieran algunos clientes de algún país del mundo, no conectaría con ellos y no les parecería una cocina con la que me he desmelenado como usted dice sino anclada y antigua o de sabores demasiado intensos, o demasiado encorsetada en un territorio. Se trata de conectar y es ahí donde yo creo que está el gran click.
Soy un cocinero que está en continuo esfuerzo por evolucionar,
siempre buscando cosas que me mantengan vivo para no quedarme anclado en
mis grandes platos”
-¿A qué atribuye esa conexión?
El proyecto en el que estamos ahora está vertebrándose desde 2011. Yo decidí entonces que quería construir territorio y que eso me permitiera conectar con los de aquí y con los de fuera. Cuando empezamos había gente que se extrañaba del cambio que suponía pasar de las líneas anteriores de los paisajes, de la inspiración en el arte, de hacer una cocina que parecía mucho más abierta al mundo, donde no había fronteras, a esa búsqueda en el propio entorno. Y yo pedía que me diesen un poco de tiempo. No soy tan bueno como para cambiar de estilo de un año para otro y terminar ejecutando tan bien los platos como cuando llevas cinco años de experiencia en una misma línea. Y ese tiempo ha permitido que ahora estemos conectando mucho.
-¿Cómo explicaría esa línea de trabajo en la que avanzan?
Diría que hemos apostado por la evolución como argumento y el territorio como cómplice. El territorio me da una singularidad, una personalidad que no tienen otras zonas. Cuando hablamos de investigar desde un punto de vista antropológico, no me refiero a recurrir a la tradición sino simplemente apoyarte en ese conocimiento, en esa herencia, para construir algo nuevo. Eso me permite que quien venga de fuera conecte con lo que soy y con el lugar donde estoy y que los que son de aquí vean cómo con lo propio somos capaces de hacer alta cocina. Y aflora el sentimiento de orgullo, de que con un raïm de pastor o un pulpo seco se pueden poner Dénia y la Comunidad Valenciana en el mapa gastronómico mundial, que es una de las cosas de las que más orgullo me siento.
Poner Dénia y la Comunidad Valenciana en el mapa gastronómico mundial, que es una de las cosas de las que más orgullo me siento”
-¿La Comunidad Valenciana no estaba en el mapa?
La alta cocina no estaba llamada a la Comunidad Valenciana y hemos conseguido que el mundo mire al sur, donde hay posibilidades. Ya ve la paradoja, pero es que hace años creíamos que un tres estrellas no podía estar fuera de Catalunya o País Vasco. Eso era el runruncillo. “Es que no podrá haber más de tres o más de cuatro triestrellados”. Y lo conseguimos aquí, cuando hace no más de diez años decían que la cocina valenciana no podría sobrepasar el dogma de la paella. Y hemos dado la vuelta a la tortilla.
-¿No puede haber un gran restaurante en cualquier lugar?
La técnica se aprende, la tecnología se compra. Hoy se han democratizado la técnica y la tecnología. Y el producto se adquiere, venga del otro lugar del mundo o sea próximo. La historia de la cocina valenciana o el legado que yo puedo tener con respecto al territorio no es sólo mío, es de todos. ¿Cuál es la gran diferencia si me ponen un restaurante enfrente que tenga mi mismo territorio, mi misma despensa, conozca las técnicas igual que yo y tenga la misma tecnología que yo? La gran diferencia soy yo. Cómo eres capaz a parir de tus argumentos, de tus dudas, de tus certezas, de tus miedos y de tus objetivos de construir un discurso que sobre todo ha de tener un planteamiento de autenticidad y de verdad.
Hace años creíamos que un tres estrellas no podía estar fuera de Catalunya o País Vasco. Eso era el runruncillo”
-¿Cómo explora los puntos de sal para cocinar los alimentos?
Nuestra mirada está sobre cómo la sal cocina. Ajustamos los puntos de sal y el tiempo de curación sobre todo para que el producto se exprese sin desnaturalizarse. Las salazones de un lomo de atún a una mojama hacen que sean productos totalmente distintos. De una pata de cerdo a un jamón son productos totalmente distintos. Ambos maravillosos cuando son buenos. Pero yo intentaba buscar ese equilibrio. Lo que saco a la mesa es algo reconocible, pero cuando lo comes es absolutamente rupturista. Y eso es lo que está haciendo que de alguna manera a la gente que se aproxima a nuestras salazones le seduzca tanto y cuando son los colegas quienes quieran reproducirlos o se sienten inspirados para iniciar un proceso entorno al mundo de la sal y las salazones es lo mejor que me puede pasar.
-¿Quiere crear tendencia?
Créame, soy el primero que abandona las tendencias que nosotros mismos lanzamos. Cuando vemos que lo que hemos creado ya no nos pertenece sólo a nosotros, nos retiramos. Y que conste que las salazones no son nuestras, no hemos creado nada absolutamente nuevo y sólo tratamos de crear un lenguaje nuevo en torno a ellas transformando los métodos y los procesos, nos retiramos. Abandoné el aloe vera cuando se estaba poniendo de moda, la estevia, dejé los velos, los microvegetales, la cocina inspirada en el arte, abandoné los paisajes y casi el arroz. Y sé que lo voy a seguir haciendo. En el momento en que veo que algo emociona y se está haciendo en otros lugares lo abandono.
Lo que saco a la mesa es reconocible, pero cuando lo comes es
rupturista. Eso es lo que está haciendo que a la gente que se aproxima a
nuestras salazones le seduzca tanto”
-¿Por qué?
Primero porque ya no me pertenece. Y ese es el código abierto y el legado que queda para los demás. Segundo por respeto al cliente. Para que no me ocurra que venga alguien que está en Barcelona, en Andalucía, en el País Vasco, Dinamarca, y llegue hasta Dénia y se encuentre cosas que ha comido ya en otro lugar. Da igual que no fueran tan buenas o que fueran mejores. El cliente no sabe y no le hace falta saber quién fue el primero. Esto es un código sólo de los cocineros. Abandono porque, además, yo soy muy desprendido y no tengo esa sensación de pertenencia, de procurar que se sepa que aquello es mío y que me han copiado. Abandonar me permite dejar el pasillo diáfano para seguir evolucionando.
-¿Ha cambiado la relación entre los cocineros? ¿Se acusan menos de plagios?
Puede ser que sí.
-Pero en su día hubo enfados importantes.
Claro. Y te molesta cuando alguien reconocido saca algo muy parecido a lo que tú has hecho. O me puede pasarme a mí que otro me diga, “Oye, que esto lo estoy haciendo yo”. Pero también hay muchas casualidades sin ninguna mala intención. Yo tengo una anécdota con dos de los cocineros que más amo en el mundo, que son Andoni Luis Aduriz y Joan Roca. Llevamos treinta años juntos en esta carrera profesional y recuerdo una vez en que por casualidad los tres cocinábamos un plato que era casi idéntico. Y hubo un crítico gastronómico que comió primero en mi casa, después fue al Celler y después a Mugaritz. Recibí la llamada de Joan y de Andoni diciendo, “Oye, que ha venido por aquí fulanito y resulta que me ha dicho que estoy haciendo un plato igual que tú”. Y yo pregunto “¿Qué plato es? ¿Cómo lo haces?” No tenía nada que ver cómo lo elaborábamos cada uno pero coincidía que era una sopa fría con frutos rojos y marisco. Y nos reíamos los tres.
Te molesta cuando alguien reconocido saca algo muy parecido a lo que tú has hecho”
-¿Se ha bajado un poco la guardia de la competitividad?
Yo creo que es maravilloso que haya una competitividad, pero que sea sana, equilibrada, madura. Que nos permita crecer y evolucionar a todos porque seguramente sin ese componente de competitividad no estaríamos hablando del nivel de cocina que hay hoy en el mundo y en España. Pero también se han cimentado las amistades. Hemos vivido experiencias juntos, buenas y malas, hemos creado lazos que son casi de hermandad. Y no haré nada en mi carrera profesional que pueda hacer daño a ningún cocinero y menos aún a quienes son verdaderos amigos. Mañana me llama algunos de ellos para pedirme que abandone una línea de trabajo que coincide con la suya y créame que en el minuto uno lo haría aunque yo crea que ahí tengo una mina de oro.
-Hay cocineros que tratan de no mostrar lo importante que son para ellos las estrellas o los ránquings. Usted no disimula.
Porque crees mucho en lo que estás haciendo, tienes mucha gente implicada y sabes que esos reconocimientos te van a dar la visibilidad que tu proyecto necesita. Y no te gusta quedarte fuera porque necesitas estar ahí. Haces un trabajo con un equipo, eres realista y a la vez crítico con tu trabajo y no entiendes que no sucedan ciertas cosas. Pero también has de tener respeto a la decisión de quienes dan ese reconocimiento y pensar que hay otros colegas que están haciendo un trabajo formidable y que tal vez sea su momento. No hay que dramatizar. Pero en eso el tiempo te da una perspectiva.
No te gusta quedarte fuera (de los ránquings) porque necesitas estar ahí”
-¿Ahora se lo toma mejor?
A nadie le gusta que le bajen 30 puestos de un año para otro en la lista de The World 50 Best Restaurant, cuando tú crees que tu proyecto es mejor o está mejor construido o hilvanado que otros, o es tan bueno como el de muchos de los demás. Pero al final terminas asumiéndolo. Michelin es el máximo reconocimiento que pueda tener un restaurante en la historia de la cocina. Yo no cambio ningún reconocimiento de los que tengo por las tres estrellas Michelin.
-¿Ni siquiera cambiaría la tercera estrella por ser el número uno del mundo en la lista de The World 50 Best Restaurants?
No, ni por ser el número uno. Vamos a ver, evidentemente la lista ha adquirido una trascendencia mundial tremenda. Ser una vez el número uno del mundo es muy importante en cuanto a reconocimiento. Yo fui el número uno de Europa en una lista que se llama Opinionated About Dining OAD en la que vota prácticamente la misma gente que en 50 Best, pero no tiene la misma repercusión mediática. Para mí el valor podría ser el mismo si eso hubiera tenido una trascendencia mundial. Pero en realidad las tres estrellas Michelin tienen un valor excepcional, que en mi caso posiblemente también sea de afecto, Por lo que supusieron en un momento tan complejo en que yo me había quedado con el negocio en plena crisis económica. Y la tercera llegó como el espaldarazo cuando necesitábamos creer y dudábamos si habíamos dado el paso correcto. Y posiblemente por eso le tengo un afecto mayor aunque ni siquiera sea objetivo. Habrá gente que lea esta entrevista y que dirá, “¡Va! ¡las tres estrellas antes que el número uno del mundo! Con el corazón en la mano yo elijo las tres estrellas. Y algún día me tatuaré esos tres macarons en mis brazos, donde llevo los nombres de mis hijos.
Yo no cambio ningún reconocimiento de los que tengo por las tres estrellas Michelin”
-¿Ha habido momentos en que se ha planteado marcharse de Dénia?
Si, pensar en marcharte es lícito y normal en una persona que tiene una empresa y sabe de las dificultades de emprender un proyecto tan ideológico como es éste en un lugar pequeño, lejos de los grandes núcleos donde hay más gente que pueda venir. Es difícil mantener las ilusiones cuando tú ves que un miércoles por la noche no tienes clientes.
-¿Y eso ocurre a pesar de tener tres estrellas?
Si, claro. Hay muchos días en Dénia con muy pocos clientes y es normal. Este año la lluvia nos ha afectado. Comer aquí es maravilloso pero si puedes pasear, hacer un viaje en el que disfrutes del entorno es mucho mejor que sólo para sentarte a una mesa. No es fácil, pero he creído mucho en esto.
Es difícil mantener las ilusiones cuando tú ves que un miércoles por la noche no tienes clientes”
-¿Ahora tiene claro que ha de seguir en Dénia?
No me planteo no estar aquí. En un momento dulce como el que estamos, de realización personal, profesional, de hacer un restaurante rentable con un equipo extraordinario que se siente el proyecto como suyo, no me pasa por la cabeza irme, ni aunque me ofrecieran mucho dinero.
-¿Pero sí podría abrir también en algún otro lugar?
Voy a abrir un restaurante de arroces en Londres. Tengo inquietudes empresariales y cuatro proyectos de los que me siento afortunado por lo bien que nos van, por la gente que he conocido y ha confiado y me han apoyado como empresario. El Poblet, que nació con la idea de recordar los platos del restaurante de Dénia ha adquirido una línea propia creativa, trabaja para conseguir la segunda estrella y tiene vocación de crecer en el mundo. Y yo siempre escucho ofertas que me llegan de todo el mundo, las recibo con respeto porque es bonito que haya gente que crea que en su proyecto puedes caber. El mundo es muy grande y yo quiero seguir aprendiendo, viajando y cocinando.
Voy a abrir un restaurante de arroces en Londres. Tengo
inquietudes empresariales y cuatro proyectos de los que me siento
afortunado”
-¿Podemos imaginar también otro formato de gran restaurante de Quique Dacosta fuera de Dénia?
Sí. Claro que lo podemos imaginar. El Poblet ya es uno de ellos y siempre estamos abiertos a la posibilidad de conquistar el mundo con la misma filosofía.
TITULO: Menudos Vecinos Canal Extremadura - Minuto para Ganar
KIDS - Veinte años encima .
foto / Un
buen amigo, observador como pocos de lo que nos está pasando, me decía
hace unos días que uno de los efectos de esta crisis es que le va a
echar veinte años encima a todas las generaciones que han (que hemos)
sido criadas en la bonanza. Nos va a envejecer a todos. A los que tienen
30 años y a los que tienen 50. Es la guerra de los que nunca hemos
vivido una guerra. Todos nos acordamos estos días de lo que nos decían
nuestros padres o abuelos cuando nos poníamos caprichosos: «Teníais que
haber vivido la guerra para valorar lo que tenéis». O la posguerra, que
tampoco debió ser un tiempo fácil.
Pues ya tenemos nuestra guerra y ya estamos luchando contra un enemigo invisible y letal. Una guerra distinta a las tradicionales, pero no menos dolorosa. Y que dure lo que dure nos dejará heridas profundas y nos cambiará la vida. Es tan cruel que está dañando especialmente a los más débiles, a nuestros ancianos; a los que, ellos sí, ya sufrieron la guerra o al menos sus consecuencias. A los que pelearon contra la adversidad para sacar adelante a sus hijos, para mejorar España y ofrecérsela a las generaciones que han venido después.
El coronavirus nos ha puesto frente a la debilidad de una sociedad hipertecnificada pero incapaz de responder con eficacia a la amenaza más antigua: las pandemias. Si acaso, hemos sido más vulnerables precisamente porque nuestro estilo de vida, globalizado, ha facilitado que el virus se extienda como la pólvora por todo el planeta en pocas semanas.
Hemos sido poco previsores y lentos en la reacción a la epidemia global. Mirábamos hace un mes a China como si la enfermedad nunca nos fuera a alcanzar. Nuestro gobierno y muchos otros gobiernos lo han sido, y ahora estamos pagando esos errores en forma de dolor. Y lo pagaremos después en forma de ruina económica para muchos ciudadanos.
No quiero ser pesimista. La semana pasada escribí en este mismo espacio un artículo titulado 'Saldremos adelante' y hoy, a pesar de que estamos en medio de la tempestad, sigo creyendo que lo haremos.
Y saldremos gracias a todos los que están trabajando para que lo hagamos. Gracias a los técnicos que han montado en unos días un hospital en Ifema, con su suministro de oxígeno, imprescindible para las unidades de cuidados intensivos; saldremos gracias a los sanitarios que están en la trinchera tratando de disminuir el coste en vidas humanas. El coraje de tantos profesionales que se enfrentan a diario en los hospitales a jornadas extenuantes a pesar del riesgo que corren sus vidas nunca va a ser suficientemente agradecido. Pero también gracias a miles y miles de trabajadores que luchan cada uno desde su puesto de trabajo y su responsabilidad para frenar la pandemia.
Cuando esto pase seremos seguramente más pobres, más miedosos, pero quizá podamos ser mejores si caemos en la cuenta de lo que es importante y lo que no. Sobre todo si empezamos a pensar qué tenemos que cambiar para que una pandemia como esta no vuelva a cogernos desprevenidos.
Quizá el día que venzamos al virus y se levante el confinamiento nos miraremos al espejo y comprobaremos que sí, que hemos envejecido uno, diez o veinte años. Nadie con un poco de corazón saldrá indemne de la batalla. Pero saldremos. Hasta entonces, cuídense mucho.
TITULO:
PERRO REX - EL LADRON DE TOALLAS - Imedexsa advierte a sus trabajadores de que les sancionará si no acuden a sus puestos,.
La actual coyuntura de crisis provocada por el coronavirus
pone a las empresas y a los trabajadores ante una situación
desconocida. Es lo que está pasando en una de las principales factorías
del metal y la industria de Cáceres, Industrias Mecánicas de Extremadura (Imedexsa).
Con sede en Casar de Cáceres y Santiago del Campo y una plantilla que
supera los 300 efectivos, la mercantil ha comunicado a sus profesionales
que deberán estar en sus puestos sin falta desde mañana lunes.
Se suspenden vacaciones, días libres o de asuntos propios y solo en casos específicamente recogidos por la Ley o justificados se autorizarán ausencias. En este apartado se incluyen «confinamiento obligado» o «bajas justificadas de médicos», se detalla.
Imedexsa, que tiene contratos relativos a la alta velocidad ferroviaria y con los principales operadores eléctricos, es una de las grandes empresas cacereñas tanto por facturación como por plantilla. Está dispuesta a estudiar «caso a caso las situaciones especiales», pero aquellos profesionales que no cumplan los requisitos y falten al trabajo se exponen a ser sancionados, ya que su ausencia «será considerada falta grave y como tal se actuará», advierte la dirección.
Desde la plantilla de operarios, se ha lamentado esta actitud, ya que se entiende que la situación es lo suficientemente grave como para tomar medidas. Algunos trabajadores se quejan de compartir los mismos espacios y utilizar guantes de latex bajo los suyos habituales. Fuentes sindicales indicaron que la mercantil ha endurecido su postura para atender pedidos después de que la última semana faltasen 18 efectivos.
Pues ya tenemos nuestra guerra y ya estamos luchando contra un enemigo invisible y letal. Una guerra distinta a las tradicionales, pero no menos dolorosa. Y que dure lo que dure nos dejará heridas profundas y nos cambiará la vida. Es tan cruel que está dañando especialmente a los más débiles, a nuestros ancianos; a los que, ellos sí, ya sufrieron la guerra o al menos sus consecuencias. A los que pelearon contra la adversidad para sacar adelante a sus hijos, para mejorar España y ofrecérsela a las generaciones que han venido después.
El coronavirus nos ha puesto frente a la debilidad de una sociedad hipertecnificada pero incapaz de responder con eficacia a la amenaza más antigua: las pandemias. Si acaso, hemos sido más vulnerables precisamente porque nuestro estilo de vida, globalizado, ha facilitado que el virus se extienda como la pólvora por todo el planeta en pocas semanas.
Hemos sido poco previsores y lentos en la reacción a la epidemia global. Mirábamos hace un mes a China como si la enfermedad nunca nos fuera a alcanzar. Nuestro gobierno y muchos otros gobiernos lo han sido, y ahora estamos pagando esos errores en forma de dolor. Y lo pagaremos después en forma de ruina económica para muchos ciudadanos.
No quiero ser pesimista. La semana pasada escribí en este mismo espacio un artículo titulado 'Saldremos adelante' y hoy, a pesar de que estamos en medio de la tempestad, sigo creyendo que lo haremos.
Y saldremos gracias a todos los que están trabajando para que lo hagamos. Gracias a los técnicos que han montado en unos días un hospital en Ifema, con su suministro de oxígeno, imprescindible para las unidades de cuidados intensivos; saldremos gracias a los sanitarios que están en la trinchera tratando de disminuir el coste en vidas humanas. El coraje de tantos profesionales que se enfrentan a diario en los hospitales a jornadas extenuantes a pesar del riesgo que corren sus vidas nunca va a ser suficientemente agradecido. Pero también gracias a miles y miles de trabajadores que luchan cada uno desde su puesto de trabajo y su responsabilidad para frenar la pandemia.
Cuando esto pase seremos seguramente más pobres, más miedosos, pero quizá podamos ser mejores si caemos en la cuenta de lo que es importante y lo que no. Sobre todo si empezamos a pensar qué tenemos que cambiar para que una pandemia como esta no vuelva a cogernos desprevenidos.
Quizá el día que venzamos al virus y se levante el confinamiento nos miraremos al espejo y comprobaremos que sí, que hemos envejecido uno, diez o veinte años. Nadie con un poco de corazón saldrá indemne de la batalla. Pero saldremos. Hasta entonces, cuídense mucho.
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PERRO REX - EL LADRON DE TOALLAS - Imedexsa advierte a sus trabajadores de que les sancionará si no acuden a sus puestos,.
PERRO REX - EL LADRON DE TOALLAS -Imedexsa advierte a sus trabajadores de que les sancionará si no acuden a sus puestos, fotos,.
Imedexsa advierte a sus trabajadores de que les sancionará si no acuden a sus puestos,.
Se suspenden vacaciones, días libres o de asuntos propios y solo en casos específicamente recogidos por la Ley o justificados se autorizarán ausencias,.
Se suspenden vacaciones, días libres o de asuntos propios y solo en casos específicamente recogidos por la Ley o justificados se autorizarán ausencias. En este apartado se incluyen «confinamiento obligado» o «bajas justificadas de médicos», se detalla.
Imedexsa, que tiene contratos relativos a la alta velocidad ferroviaria y con los principales operadores eléctricos, es una de las grandes empresas cacereñas tanto por facturación como por plantilla. Está dispuesta a estudiar «caso a caso las situaciones especiales», pero aquellos profesionales que no cumplan los requisitos y falten al trabajo se exponen a ser sancionados, ya que su ausencia «será considerada falta grave y como tal se actuará», advierte la dirección.
Desde la plantilla de operarios, se ha lamentado esta actitud, ya que se entiende que la situación es lo suficientemente grave como para tomar medidas. Algunos trabajadores se quejan de compartir los mismos espacios y utilizar guantes de latex bajo los suyos habituales. Fuentes sindicales indicaron que la mercantil ha endurecido su postura para atender pedidos después de que la última semana faltasen 18 efectivos.